7. Bautizada por la Tiniebla


Eve entonces se dio cuenta como todo a su alrededor era de color blanco, miró hacia el piso y lo vio cubierto de una neblina ligera y luego observó hacia arriba, encontró un color blanco, la nieve estaba cayendo, pero esta no era fría. Eve entonces dio un paso y de la neblina comenzaron a surgir enormes rascacielos, Eve reconoció entonces que se encontraba en Broadway, pero todas las luces de los espectaculares estaban apagadas y las calles completamente vacías.

—Así que este es tu mundo...—Dijo la voz femenina, se escuchó entonces el eco del tacón contra el suelo a lo lejos y luego apareció una joven mujer que usaba una larga falda de lana color marrón y una blusa blanca, la joven mujer era de larga cabellera castaña y sus ojos eran carmesí. —Hm, es muy diferente al de Laras, Ella o Stevian. Debo admitir que es interesante ver como esto es lo que representa tu mundo.—Respondió la mujer mientras giraba para ver todo el escenario abandonado.

—¿Quién eres tú? —Le preguntó Eve a aquella mujer.

—Oh, cierto. ¿Dónde están mis modales? Ariadna Avondottir. —Respondió la joven dando una leve inclinación frente a Eve.

—Ariadna...La hija de Avon El Progenitor. —Respondió Eve, extrañada.

—¡Correcto! —Respondió la mujer alegremente mientras daba un saltito.

—¿Dónde estoy? —Le preguntó Eve

—Estamos en tu mente. —Respondió Ariadna. —Mi hipótesis es que mi magia fue muy abrumadora para tu cuerpo y tu consciencia escapó a un lugar de tu incosciente.

—¿Me desmayé acaso? —Le preguntó Eve a Ariadna.

—No, de hecho aún sigues peleando contra Zintra-Ron. Entonces Ariadna alzó la mano y una nube de vaporosa apareció flotando por encima de su palma, en ella se podía ver a Eve saltando y persiguiendo a Zintra mientras flamas negras consumían los arboles de los alrededores al mónolito.

—¡Elsie! —Exclamó Eve. —¡Tengo que salvarla!

—Estoy de acuerdo contigo, tenemos que salvarla en cuanto antes...—Respondió Ariadna.

—Bueno, vámonos. —Dijo Eve.

—¿Irnos a dónde?

—¡A la batalla! Regresar a la realidad. —Respondió Eve.

—Hm, me gustaría decirte que sí pero, yo no puedo regresarte de vuelta, eso no depende de mí. —Respondió Ariadna.

—¿Qué quieres decir conque no depende de ti? ¡Tu fuiste quien me trajo aquí! Aunque ahora que lo pienso, ¿Quién es quien está peleando en mi cuerpo? —Volvió a preguntarle Eve a la joven.

—Esa sería Ariadna. —Respondió la joven de cabello castaño.

—Pensé que tú eras Ariadna. —Respondió Eve.

—Lo soy, bueno, una parte de Ariadna...Estoy yo y luego está "ella". —Dijo Ariadna dicendo entre comillas...—Yo soy Ariadna, o al menos la parte conciente, con la que puedes hablar y razonar. Y luego está "ella", la Ariadna que fue consumida por la sangre de Avon el progenitor. —Respondió Ariadna. No sé si me explico.

—Lo entiendo es una situación como el Doctor Jeckyll y el Señor Hyde.

—¡Oh, conoces al doctor! Un gran amigo de la familia, de hecho el me ayudó a dar a luz a mi hijo. Nicolás. —Respondió Ariadna.

—¿Qué? No yo me refiero al libro.

Sin embargo, Ariadna tenía una cara de incredulidad.

—No importa, bueno y ¿cómo salgo de aquí? —Le preguntó Eve.

—Hm, estoy casi segura que debería haber una puerta o algo parecido. Te seré sincera Eve, yo solo puedo interactuar con aquellos que comparten la marca de Avon. —Dijo Ariadna y luego alzó su mano, en la palma tenía el círculo con la cruz.

—¡Maldición! ¡Por qué decidiste entonces darme tu poder! —Exclamó Eve enojada. —Ahora estoy atrapada aquí.

—Estabas a punto de morir. —Respondió Ariadna. —Mira, de una madre a otra, si yo tuviese la oportunidad de salvar a mi hijo, yo hubiese dado lo que fuera para hacerlo. No sé como podremos salir de aquí, pero me queda claro que no podrás salir de este lugar quedandote en el mismo lugar.

—¡Mierda! —Maldijo Eve. —Bueno, en eso tienes razón. —Replicó Eve. Entonces la joven se dio media vuelta y comenzó a caminar.

Inmediatamente los edificios se volvieron vapor y luego volvieron a materializarse esta vez como una enorme e interminable oficina.

—Bueno este espacio se siente muy liminal. Casi como un laberinto. —Respondió Ariadna. Mirando los cubículos de trabajo en la oficina. —¿Dónde estamos?

—En mi trabajo...—Respondió Eve.

—El árbol de navidad le da un buen toque al menos...—Dijo Ariadna.

Entonces todo le hizo sentido a Eve...

—Creo que sé donde está la salida de este lugar. —Dijo Eve.

La joven comenzó a caminar hacia la puerta de la oficina de su jefe. Abrió la puerta, sin embargo al abrir la puerta se dio cuenta que la oficina estaba vacía y en el sofá solo había una mariposa con un ala rota que aleteaba tratando de volar, más no podía hacerlo...nunca más podría hacerlo.

—¿Qué es lo que pasó aquí? —Le preguntó Ariadna.

—Aquí fue donde me perdí a mi misma...—Dijo Eve y levantó la mariposa. Entonces Eve comenzó a reír, nerviosa. —¿Sabes? Cuando salí de la escuela yo realmente creía que el trabajo duro y el esfuerzo haría que te notaran, sabía que había nacido con algunas ventajas que otras mujeres no...pero nunca pensé que fueran esas otras características las que impulsarían mi carrera. —Dijo Eve. —El día que conseguí mi propio programa, durante la fiesta de navidad de la oficina, el director de la cadena me pidió que me reuniera con él en su oficina. En ese momento, creí que sería para reconocer mi trabajo pero al final...—Eve ya no pudo decir nada y solo miró por sobre su hombro a Ariadna. —Ese fue el día que perdí dos cosas, mi integridad y a mi hija...tal vez si no hubiese ido a la fiesta, tal vez si no hubiese entrado a la oficina, tal vez Elsie no hubiese sido secuestrada por ese hombre, Alexander Noelius...

Ariadna entonces caminó hacia Eve y colocó su mano en la espalda de la joven madre.

—Eve, lo siento...—Dijo Ariadna. —Por mi culpa, por mí es que tanta gente inocente ha muerto, lamento que Elsie haya sido secuestrada. Me cuesta mucho reconocerlo pero el joven Alexander Noelius que conocí una vez, está muerto...consumido por el cargo del rey de Purgis.

—Si lo sientes...¿por qué razón elegiste a mi hija para contener tu alma? ¿qué fue lo que nosotras te hicimos?

—Ustedes no hicieron nada, si yo pudiese simplemente morir, lo haría sin dudarlo. Lo último que quiero es ver más niñas secuestradas y sacrificadas por mi culpa. —Dijo Ariadna. —Yo no elijo, sino la otra Ariadna es quien elige cual será su siguiente recipiente...ella no es capaz de reconocer que ambas morimos, hacía mucho tiempo, su espiritu, su magia y su sangre siguen ligadas a Purgis... así como la mía. Eve escuchame bien, tú no eres culpable del secuestro de Elsie. De haber estado ahí presente, Alexander Noelius solo te hubiera matado y se la hubiese llevado de igual manera...Eve, fuiste capaz de abandonarlo todo, incluso llegar a Purgis, el mundo entre mundos para salvar a tu hija.

Eve sintió extrañamente una cálidez en las palabras de Ariadna, entonces la mariposa que tenía en sus manos comenzó a brillar, se dio cuenta que sus alas estaban curadas y con un fulgor dorado que emanaba de las mismas comenzó a volar hacia la ventana y cuando tocó la ventana, apareció de la nada una puerta.

La joven madre entonces abrió la puerta. Ya no estaban más en la oficina, sino en el departamento de Eve...tirado en el suelo estaba un dibujo en el piso alfombrado... Eve se acercó al dibujo, reconoció que este había sido hecho por Elsie, era el dibujo que había hecho cuando el hombre barbado le secuestro, sin embargo, quien en ese momento la secuestraba era la misma Eve. Mientras que en el dibujo también había un hombre de tez morena, Eve se dio cuenta que se trataba de Esteban Castellares, el padre de Elsie.

—¿Y bien? —Le preguntó Ariadna a Eve.

—Cuando era niña, mi padre abandonó a mi madre, ella era una mujer autoritaria y muy rencorosa que me resentía por que en su visión, mi nacimiento fue responsable de que mi padre la abandonara. Claramente no iba a ser una mujer de familia. —Dijo Eve y posó su dedo sobre el dibujo del padre de Elsie. —A Esteban lo conocí en una cafetería en Brooklyn, en eses momento estaba escribiendo su tesis de doctorado. No lo sé, él estuvo en el lugar y el momento adecuado, me hacía reír, me hacía sentir cómoda y segura. Por un momento pensé que...podría funcionar hasta que me embaracé, él consiguió un empleo como profesor en una universidad en la Costa Oeste, lo seguí por amor, y lo dejé por lo mismo, necesitaba dinero, Elsie y yo necesitabamos dinero. Tal vez era el temor de ser abandonada por Estaban, como mi madre lo fue con mi padre, que decidí huir...Supongo, que Esteban al final de cuentas, también merecía estar presente en la vida de Elsie.

—¿Y tú lo crees? —Le preguntó Ariadna.

—¿Qué cosa? —Le preguntó Eve.

—¿Qué su padre debería ser parte de la vida de Elsie? —Le preguntó Ariadna.

—Sí, lo creo. —Respondió Eve. —Tal vez en otro momento no, pero después de la desesperación que he sentido sin Elsie, solo puedo imaginarme la desesperación que Esteban había de estar sintiendo. —Respondió Eve.

Entonces el dibujo volvió a iluminarse, esta vez los trazos del dibujo estaban hechos con crayón dorado y se vio que dentro de la casa estaban los tres dibujos; Elsie, Steban y la misma Eve, felices tomados de la mano.

Entonces el cuarto volvió a iluminarse y apareció una extraña puerta desde donde se emanaba un fuego negro...

—¿Es lo que creo que es? —Le preguntó Eve a Ariadna, mientras que la joven solamente se encogió de hombros. —Es lo que tú creas que es.

Eve se dirigió a la puerta y colocó su mano en el picaporte.

Entonces abrió la puerta pero todo estaba negro, entonces escuchó un ruido estruendoso que se incrementaba, entonces se dio cuenta que una llamarada de fuego negro salió del interior y golpeó directamente a Ariadna.

Ariadna comenzó a quemarse con las llamas y a gritar, el cabello de la mujer comenzó a volverse negro con humo brotando del mismo, y sus ojos se ennegrecieron por completo, un líquido comenzó a brotar de sus lagrimales.

—¡Ariadna! —Exclamó Eve tratando de acercarse a la joven.

—¡No!, tu vete Eve. —Respondió entre gritos de dolor Ariadna. —¡Salva a Elsie! ¡salva a Elsie de su cruel destino a la media noche...!—Exclamó Ariadna, mientras las llamas la continuaban consumiendo.

Eve rápidamente cruzó la puerta, estaba nuevamente en Purgis, el cadaver de Zintra yacía cubierto por una delgada capa de nieve.

—¡Mamá! —Gritó Elsie quién estaba encadenada en el monolito de piedra.

—¡Elsie! Ya va mami....

—¡No, mamá! ¡Ten cuidado! —Gritó la niña.

Entonces Eve sintió un puñetazo en la mejilla, y de la fuerza fue arrojada contra el monolito.

—Haz sido una niña muy traviesa, Eve. —Dijo Alexander Noelius, jadeante mientras con la sangre escurriendode la mejilla. 

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