Capítulo 5

Salir del Castillo de Yuuei no resultó en una dificultad para Todoroki. Rápidamente se calzó una capa y acompañó a Sir Tenya a los establos en busca de su yegua —Yuki— además de uno en color negro para el caballero. Eligió uno de los favoritos de su padre, solo porque estaba de humor para molestarlo más de la cuenta. Tal vez y se enojase más por su caballo perdido que por su hijo fugado antes de ser presentado a su futura prometida.

La única dificultad era el sentimentalismo y los recuerdos, o puede que el haber estado al borde de la muerte minutos atrás tenía su cabeza hecha un revoltijo de emociones. Él nunca había estado demasiado tiempo fuera del Castillo. Luego de que su madre y sus dos hermanos murieran, había aprendido a apreciar a varias personas de allí como familia —además de su hermana, la Princesa Fuyumi—; tal era el caso de Yaoyorozu.

No quería imaginar lo que su amiga de la infancia sentiría al saber que Todoroki partió sin decir siquiera adiós.

Pero tampoco se podía quedar a que su padre lo casase con la princesa loca de Akutou.

La noche era ligeramente neblinosa, con lechuzas ululando y el aullido de los lobos a la luna llena del ciclo. Estaba ligeramente húmedo, empapándole la frente y los mechones bicolores del flequillo. Sir Tenya le ofreció rápidamente un pañuelo, a lo que Todoroki agradeció con un pequeño asentimiento.

—Sir Tenya, sé que lo que pido es arriesgado...

—Su Alteza —lo detuvo Iida—. Mi deber es protegerlo, incluso en las peculiaridades que usted desea. Así que yo no puedo permitir que vaya solo.

—¿Y desafiarás a mi padre por proteger a su hijo? —Shouto arqueó una ceja. Otro caballero lo hubiese llevado a rastras de regreso al cuarto.

Iida lucía decidido y solemne. Se preguntó cuáles eran las motivaciones para que alguien tan joven se metiese a la Guardia Real.

—He venido en busca de respuestas, y sé que hacer buenas migas con el príncipe heredero me acercará un poco a ellas.

Ah, ahí está, pensaba Shouto. Era una relación por conveniencia. Pero al menos era mejor que no tener ningún aliado de su parte.

—¿Qué clase de respuestas? —preguntó Shouto con suspicacia.

Iida no le respondió; otro soberano le hubiese ordenado que como súbdito contestase, pero Shouto solamente lo miró con aquel par de ojos estoicos que intentaban analizar las posibles intenciones de aquel joven caballero.

—Supongo que es hora de irnos —suspiró finalmente.

—Sí, Su Alteza —habló entonces Iida—. Sabe que lo sigo.

Shouto analizó aquellas palabras. Iida lo seguía, sí. Tanto como en su precipitada escapada como en su muy seguro regreso a casa en uno o dos días. Le molestaba un poco pensar que el caballero tal vez no lo tomaba del todo en serio.

Le iba a demostrar cuan en serio iba.

Cuando subió sobre Yuki, vaciló por última vez. Miró hacia la silueta del oscuro castillo en la noche y pensó que no sabía cuándo —o en qué condiciones— volvería a atravesar aquellas puertas.

Alejó esos pensamientos, espoleando a Yuki que relinchó suavemente en respuesta.

Ya no había vuelta atrás. Se ajustó la capa y siguió la marcha de Sir Tenya, en la oscura noche hacia lo desconocido.

Cabalgaron sin descanso por la noche y la mañana, solo haciendo pequeñas pausas para conseguir algo de comida o agua. Shouto permanecía impasible pero en su interior estaba inquieto; en cualquier momento, su padre se daría cuenta que su escapada no era una rabieta adolescente y que iba muy en serio.

Y les daría caza sin descanso. Tal vez tenían un par de días, con suerte un poco más.

Endeavor era un idiota en muchos aspectos, pero no le faltaba inteligencia. Él sabía muy bien cómo buscar a su hijo cada vez que desaparecía —esas noches en las que solo quería respirar aire puro y ver las estrellas— y si lo capturaba otra vez, Shouto estaba seguro que no sería tan benevolente.

Además de que en cuanto lo encontrase, nunca más lo dejaría irse. No dudaba en que su padre lo desposaría con la princesa de Akutou en ese mismo momento.

—Alteza, escucho algo —le advirtió Sir Tenya, deteniendo su caballo.

Todoroki miró a su alrededor, inspeccionando el paisaje: era una pradera de vegetación exuberante, con tallos de asfódelos que llegaban hasta las rodillas de los caballos. No veía posible que alguien se escondiese entre aquella maleza, pero él no era el experto ante ataques enemigos. Decidió confiar en su compañero de viaje; al menos le daría el beneficio de la duda.

—Sh —Iida chistó, señalando hacia un punto en donde la hierba se movía un poco más fuerte que la intensidad del viento.

El caballero se bajó al suelo, caminando en sigilo a pesar de su nada liviana armadura de metal. Quizás los entrenaban para aprender a moverse. Lo observó como llevaba su mano a la empuñadura de la espada, listo para atacar a cualquier posible maleante.

Shouto se llevó una mano al cuello de manera inconsciente. Lo hacía ya con regularidad desde su intento de asesinato varias horas atrás. Podía sentir las marcas de los moratones sobre su piel.

Justo en ese momento, Iida brincó hacia la hierba.

—¡Ajá!

Todoroki soltó un respingo, pero no por el motivo que había esperado luego de que Sir Tenya diera un tajo sobre los tallos, revelando al intruso.

Y era una ardilla. Una muy gorda y peluda, que chilló en cuanto vio a esos ruidosos e irrespetuosos humanos, hasta perderse entre la espesura del prado.

Iida se giró hasta Todoroki, tratando de mantener la poca dignidad que le quedaba.

—Espero no sea mucho pedir que esto muera aquí, Su Alteza.

—Como usted desee, Sir Tenya —le respondió en su tono monótono, pero en el fondo le hubiese gustado ser un muchacho más normal y bromear del asunto con Sir Tenya como si fuesen viejos amigos.

Pero no eran viejos amigos, y Shouto no era un muchacho normal. Así que decidió seguir con su ruta a través del prado y adentrándose en el bosque de Yuuei, en completo silencio.

No pasaron demasiadas horas hasta que Iida volvió a ponerse en guardia. Todoroki había estado molestándolo un poco —a su manera— pero el joven caballero desenvainó su espada y se acercó hacia unos arbustos que nada tenían de especial.

O eso había creído. Hasta que vio una mata de rizos verdosos —que bien podrían confundirse con las hojas— y un par de ropajes de la aldea.

—Identifíquense, ahora —los amenazó el caballero—. Están ante una presencia real, y podría hacer que el rey les corte la cabeza por andar espiando.

Todoroki suspiró, acercándose más a donde una parejita de campesinos miraban con todo el terror del mundo hacia el caballero.

—Sir Tenya, deje de aterrorizar a un par de aldeanos —le dijo.

Pero Iida no le prestó la suficiente atención, por lo que Todoroki se concentró en el muchacho de pecas y que parecía a punto de suplicar por su vida.

—Más les vale se inclinen ahora, aldeanos —les dijo, haciendo un ademán con las manos hacia Shouto—. Están ante la presencia Su Alteza, el Príncipe Shouto Todoroki, heredero de Yuuei.

Rodó los ojos ante aquello. Lo último que necesitaba era gente que supiese acerca de su paradero. Así nunca llegaría demasiado lejos de su padre o de las Valquirias.

Pero Shouto tenía otras preocupaciones en ese momento. Como averiguar el nombre de aquel adorable aldeano.

Eso hacía un monarca ¿no? Así trataba de convencerse.

—Identifíquense —repitió Iida, apuntando su espada—. Ahora.

Fue la muchacha la primera en ponerse de pie, sacudiéndose el polvo de las rodillas y tomando su bastón del suelo —aunque no estaba seguro de que fuese un bastón—, presentándose como Ochaco Uraraka, proveniente de Musutafu.

—¿Y él?

—Él es Izuku —dijo ella con la voz algo temblorosa—. Es mi...

Shouto casi esperó que dijese algo como mi novio, mi prometido, mi esposo o algo del estilo hasta que el muchacho de pecas también se puso de pie e interrumpió a Ochaco.

—¡Su hermano! ¡Soy su hermano mayor!

Iida los miró con ojos entrecerrados.

—No pareces un hermano mayor —notó—. Ni se parecen en nada.

Pero Izuku estaba firme a pesar de sus piernas temblorosas. Tenía un algo, que hacía que Shouto no le pudiese quitar los ojos de encima.

—Somos medios hermanos.

—Pero...

—Sir Tenya, basta —interrumpió Todoroki—. Déjalos que sigan su camino.

Ochaco e Izuku parecieron recordar que estaban parados frente al mismísimo príncipe heredero, ya que en ese mismo instante la chica se arrodilló ante él. Y luego arrastró a su hermano, que parecía tener la cabeza en otro lugar.

—No es necesario —trató de disuadirlos—. Arriba.

Se asustó un poco del tono autoritario de su voz. Los dos campesinos respondieron al instante ante su orden.

—Lo lamentamos, Su Alteza —fue Ochaco quien habló—. Solo estábamos de paso por aquí.

—Las leyes del Rey no permiten que los aldeanos anden en las zonas no custodiadas del bosque —intervino Iida, que aun no guardaba su espada.

Ochaco puso los brazos en jarra, alzando una ceja hacia el caballero.

—Con todo respeto, señor —Todoroki quiso reír ante el tono desdeñoso de su voz—. Pero usted ha traído a Su Alteza Real a una zona no custodiada también.

El rojo furioso subió por el rostro de Iida. Estaba indignado.

—¡Claro que está custodiado! ¡Estoy yo! ¡Soy un caballero!

—Entonces no estamos paseando por zonas no custodiadas, ¿verdad, Izuku? —preguntó Ochaco mientras enlazaba su brazo al del mencionado.

Pero Izuku había estado embelesado mirando a Shouto. Su mirada era demasiado intensa y curiosa, como si estuviese observando a una legendaria figura y no a un adolescente que nada sabía sobre ser rey.

Iida se veía más que frustrado, pero terminó envainando su espada otra vez.

—¿Y a dónde se dirigían?

—Eso es confidencial.

—¡Por orden real, deben decirnos a...!

—Sir Tenya —advirtió Shouto.

—Su Alteza, es peligroso que anden por estas zonas porque no sabemos si trabajan para los rufianes de los reinos vecinos que buscan espiarnos —Iida hizo un corto silencio— ¿Acaso debo recordarle...?

El corazón de Shouto se detuvo al comprender de qué hablaba Iida. No, no tenía que recordárselo. La mano fantasma que apretaba su garganta era un muy buen recordatorio de los peligros que acechaban por ahí.

Y aunque no quería admitirlo, no podía confiar en dos jóvenes campesinos que andaban paseando por las zonas más peligrosas.

—Respondan a Sir Tenya —habló Shouto—. Por favor.

El caballero sonrió con autosuficiencia, hasta que Ochaco suspiró.

—Vamos hasta Hosu —dijo ella, a lo que Iida arrugó el entrecejo.

—¿Qué se les ha perdido a dos niños en Hosu?

—No somos niños —gruñó—. Y vamos a Hosu porque es el lugar desde donde podemos acceder al Valle del Oráculo.

—¡Al Valle del Oráculo...! —repitió Iida, sorprendido e indignado—. Ni hablar. No es un lugar para dos criaturas inexpertas.

—Sin ofender, pero creo que eso podemos decidir nosotros.

Ochaco e Iida se enzarzaron en una leve discusión sobre por qué no era adecuado ir a un lugar tan siniestro como el Valle del Oráculo y los por qué para ir.

Shouto solo podía enfocarse en Izuku, que removía la tierra con la punta de sus botas. Parecía no querer ser pillado espiando al rey otra vez.

Tuvo entonces una idea descabellada.

—Sir Tenya —lo llamó. El otro no respondió—. ¡Sir Tenya!

El caballero dejó de discutir con la muchacha solo para prestar su entera atención a Shouto.

—¿Sí, Su Alteza?

Todoroki dio otro vistazo hacia el muchacho pecoso, luego a su hermana, y otra vez hacia él.

—¿Qué opina de que escoltemos hasta Hosu a estos dos buenos muchachos?

—¡Pero Alteza...!

—¡Oh, por los Dioses! —exclamó Ochaco. Sus ojos brillaban— ¡Alteza, se lo agradeceríamos tanto!

La mente de Shouto trabajaba demasiado rápido, desde su intento de asesinato hasta el encuentro con esos dos campesinos extraños y la mención del Oráculo.

La única vez que lo había visitado de niño le fue vaticinada la muerte de su madre.

No es que a él le gustasen las malas noticias. Pero la frase de su casi homicida había empezado a rondarle por la cabeza.

No podemos permitir que sigas con tu destino, Príncipe Shouto, decía la maquiavélica y aguda voz. El reino pagará con creces si eso sucede.

Shouto cabalgaba a lomos de su yegua junto al pequeño aldeano de nombre Izuku. Su cuerpo era diminuto en comparación al suyo y estaba cálido; incluso olía muy bien para haber estado paseando en medio del bosque.

A su lado seguía Sir Tenya, que escoltaba a la muchacha llamada Ochako pero ella no le dirigía la palabra.

Iban dejando atrás el bosque de a poco, comenzando a adentrarse en la Calzada Imperial, la ruta que Endeavor había construido para unir las ciudades principales y facilitar el comercio —y así poder aumentar los impuestos y llenar sus bolsillos.

—¿Cómo es Hosu? —le preguntó Izuku, sacándolo de sus pensamientos.

Cuando Todoroki lo miró confundido ante su pregunta tan repentina, el muchacho se sonrojó.

—Su Alteza —se apresuró a agregar.

—Ah, uh, es...

—Un lugar horrible —agregó Iida, que parecía ansioso de enfocarse en cualquier cosa menos la molesta Ochako—. Te das la vuelta y ya te robaron hasta la dignidad.

—Bueno, concuerdo con Sir Tenya —respondió Todoroki—. Lo más probable es que les van a robar.

Se arrepintió de su franqueza luego de ver la mirada horrorizada del muchacho.

—Tranquilo, yo te cuido —le dijo Ochako a su hermano, el cual le regaló una tímida sonrisa.

A Shouto todavía le incomodaba imaginarlos como hermanos. Quizás porque en ningún sentido parecían como tales.

Cabalgaron por alrededor de tres días hasta la ciudad mercante de Hosu, evitando a toda costa las zonas más transitadas y bordeando los pueblos de en medio; solo Ochako se metió un día a uno de ellos para conseguir más comida y ropas nuevas, así como una capa, para Shouto. Ninguno preguntó por qué se deshacía de su fino traje, por lo cual estaba agradecido porque no quería tener que dar explicaciones. Sir Tenya no abandonó su armadura pero sí se consiguió una capa que lo hacía ver el doble de grande.

Shouto pasaba varias horas pensando en su vida, en lo que debería estar pasando en el castillo. Su padre comenzaría a deducir que no era otra de sus rabietas y estaría armando ya el escuadrón de búsqueda en secreto. Jamás diría que el príncipe se había escapado, porque eso sería admitir que la vida en el palacio no era tan perfecta como quería que todos pensasen.

Pero mientras no pensaba en su disfuncional familia, Todoroki trataba de descifrar acerca del enigmático Izuku que todo lo miraba con ojos curiosos.

Pensó que tal vez había tenido una educación en su hogar, alejado de todos los paisajes del reino —exactamente como él. Pero no podía evitar pensar que se veía como un dulce niño pequeño escuchando acerca de las leyendas locales, como la de Toshinori, El Magnífico, que ayudó junto a su equipo a eliminar a los invasores de la isla de Akutou.

Y ahora su padre quería casarlo con la princesa de aquel nido de serpientes.

—Debemos estar a un par de horas ya —comunicó Iida—. El lago que acabamos de cruzar lo confirma.

—Veo que es muy bueno en geografía —admiró Ochako.

—Falta exactamente una hora y cuarenta minutos si llevamos el ritmo usual —dijo Shouto; solo un segundo después se dio cuenta que sus palabras parecían alardeo.

—Impresionante, Alteza —sonrió Izuku sobre su hombro. Shouto iba tenso, con su pecho contra la espalda del joven—. Yo nunca he sido bueno en geografía...

—La geografía de Yuuei no es nada difícil —respondió como si nada—. Es relativamente una isla pequeña.

—Ah, s-sí —Izuku parecía nervioso de repente—. Yuuei. Por supuesto.

Shouto decidió no darle tanta importancia, concentrado en manejar a Yuki —que cada vez parecía más cansada por llevar dos personas a cuestas— hasta que finalmente vieron las construcciones bajas y las diversas entradas a callejuelas laberínticas que caracterizaban a la ciudad de Hosu.

Instintivamente se apretó la capa. También apretó un poco a Izuku.

—¡Ay! —el muchacho rio incómodo—. Alteza, creo que se ha confundido.

—No me confundí.

Shouto no se detuvo a observar las mejillas sonrosadas del muchacho, si no que le indicó a Sir Tenya que dejasen los caballos en un establo en la entrada de la ciudad. Fueron Iida y Ochako quienes se encargaron de las negociaciones; Todoroki no quería que nadie viera sus muy singulares rasgos y que corriesen la voz hasta que llegase a oídos del rey.

—Supongo que aquí nos separamos —suspiró Ochako, dando una mirada abatida hacia Iida y Shouto—. Gracias por su amabilidad, Alteza.

—No tienen que agradecer nada —se adelantó Iida—. Su Alteza Shouto es una persona muy generosa. Aunque algunos digan lo contrario.

Tragó saliva mientras los escuchaba hablar. No sabía cómo confesarle a Iida que desde un principio tuvo planes de visitar al Oráculo junto a esos dos muchachos.

Así que lo hizo sin pensárselo demasiado:

—No. Yo también le haré una vista al Oráculo.

Los tres presentes lo miraron anonadados, pero quien se veía particularmente molesto era Iida.

—¡Alteza! ¿Y cuándo es que pensaba comunicarme...?

Una serie de gritos no muy lejos lo interrumpió:

¡Suéltame, escoria pelirroja! Esta es tu última oportunidad antes de que te use como alimento para mi mascota.

Shouto buscó la fuente de aquella voz enfurecida y que parecía de verdad dispuesta a lo que decía. Pudo ver a Izuku temblar, pero a él le recordaba a su padre y eso lo llenaba de cosas malas.

No estás en posición de negociar, Firewalker.

Firewalker. Aquella palabra sí que envió un escalofrío por su espina dorsal. Que un Firewalker anduviese por allí no era nada bueno; eran criaturas explosivas y de horrible personalidad.

Si Shouto no sabría bien de aquello...

—¡Allá! —señaló Ochako hacia un callejón.

Una figura encapuchada era escoltada por otra que iba al descubierto; su pelo era tan rojo como una de las mitades del suyo. Lo empujaba hacia el interior de aquel oscuro callejón mientras el encapuchado se retorcía como podía, evitando el lugar en el que la mano de su captor estaba —probablemente con algún cuchillo u otro tipo de filo.

Iida volvió a desenvainar su espada.

—Sir Tenya... —comenzó Shouto, como una pequeña advertencia.

—Es mi deber velar por el bienestar de Yuuei y su gente, Alteza. No permitiré que un ladronzuelo se salga con la suya.

Admiraba en serio la voluntad y moral de acero su compañero caballero. No solo no había dudado en dejar su puesto para acompañar a un príncipe malcriado en su escape —quizás porque la furia que Endeavor descargaría contra él por dejarlo escapar sería peor— sino que también quería ayudar a un extraño y Firewalker.

Aunque nadie podía saber por qué les tenía tanto rechazo.

—Iré —dijo decidido—. Por favor, Alteza, no me ordene quedarme al margen.

Todoroki suspiró, pero dio su permiso para proseguir con un asentimiento. Hubiese querido tener su espada, pero sabía que con ella su padre conseguiría rastrearlo más fácil con la ayuda de los hechiceros. Tal vez podría conseguirse alguna de menor calidad a cambio de algunas monedas; solo por si acaso.

Sus pensamientos se cortaron abruptamente ya que, en menos de un momento, se había armado un revuelo en el callejón entre Sir Tenya y...

¿El muchacho al que había ido a rescatar?

El ladrón los miraba atónitos, sin hacer ningún amague por escapar, pero el extraño ya había sacado un sable curvo de debajo de su capa y estaba apuntándole al caballero.

—¿Quién te crees que eres para salvarme? —gruñó furioso— ¡No soy una de tus jodidas princesas a las que debas salvar!

—¡Oye! —chilló el ladrón pelirrojo, alzando sus cuchillos y apuntando tanto al Firewalker como a Iida—. Aquí el que tiene derecho a estar molesto soy yo. Tú tienes que ayudarme a encontrar a la persona que perdí.

—Tú eres un puto acosador, y que me servirá de alimento a Mitsuki —escupió el Firewalker— ¡Lo último que haré en esta vida será ayudarte!

Shouto observaba todo con gran confusión. Era cuestión de tiempo para que entrasen a pelear y atrajesen innecesaria atención.

Arriesgándose a que viesen su cabello bicolor y todos supieran que el príncipe estaba allí.

Luchar sin espada no era lo suyo, pero no negaría que era muy bueno con el combate cuerpo a cuerpo. Todoroki cargó hacia donde estaban los tres —con Ochako y su bastón siguiéndolo, cerrando el peso un maravillado y horrorizado Izuku—, dispuesto a atacar primero al violento Firewalker.

Solo esperaba no morir en el intento.

Para que dejen de querer lincharme (?) solo ténganme piedad

Ayer llevé mi computadora al técnico y estoy escribiendo con una prestada, y se vuelve una lata pero trate de terminarlo a como diese lugar haha en realidad iba a ser más largo, pero ya todos estaban muy ansiosos y también quiero narrar lo que viene con otra perspectiva c:

En el próximo capítulo conoceremos al oráculo, así que hagan sus apuestas: ¿Quien creen que sea?

Les cuento que estoy haciendo un fic Deku x Todos (?) en el que el es fanficker por si alguien se quiere pasar, que se llama "La fantasía de amarte". También subiré otra historia corta TodoDeku pronto (tal vez hoy, tal vez en un par de días) y que YA ESTÁ TERMINADA así que no crean que eso me impide escribir hehe c:

Muchísimas gracias por todos los votos y comentarios c: solo ténganme paciencia (?) escribir este fic a veces es algo pesado porque tengo que ir controlando no cometer incongruencias en el universo

Nos vemos pronto ¡Besitos!

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