Capítulo 23

Shouto se despertó por los incesantes golpes que se daba contra la cabeza. Apretó los dientes pero descubrió que tenía un trapo mugroso para taparle la boca, el aroma nauseabundo le daba ganas de caer inconsciente otra vez.

Por el traqueteo pudo adivinar que estaba en un vehículo en movimiento. Una caravana, posiblemente —como la de aquellos artistas que les ayudaron a llegar hasta el Festival de las Estrellas.

No podía moverse ya que iba maniatado. Sus ojos estaban cubiertos y no podía maniobrar para liberarse ya que no tenía idea de si algún guardia viajaba con él en el vagón.

Trató de acompasar sus latidos y respiración. Tranquilizarse. Debía estar lúcido y fiarse solamente de su oído —y un poco del olfato, si es que el olor del trapo no se lo arruinaba— para adivinar hacia dónde los dirigían.

Recordó el olor al somnífero antes de caer. Como parte de su entrenamiento real estaba el de dilucidar olores, sabores y texturas en caso de posibles envenenamientos a los cuales ningún monarca era inmune de ser víctima.

Claro estaba que había fallado.

Fue demasiado tarde cuando reconoció la Dalia Sonámbula, una flor que crecía en los bosques y que su humo al ser quemada podía poner a dormir a todo un regimiento. Había sido uno de los trucos de la heroína Midnight. Era de conocimiento básico en la educación de un noble.

Pero no iba a permitirse otro error de ese calibre. Por ello, pegó la oreja a la superficie más cercana de la caravana y trató de escuchar.

No había más que el casco de los caballos caminando sobre lo que parecía ser un camino pedregoso —y empinado— y el ulular de los búhos. De acuerdo. Todavía era de noche —no estuvo demasiadas horas inconscientes. La Dalia Sonámbula solo tenía un efecto de una a dos horas. Debía ser entrada la madrugada.

Sintió entonces un golpe escandaloso.

Quédate quieto, maldita larva —gruñó una voz adentro del vagón. Su acento no se escuchaba como de ninguna parte que él conociera del reino—. A ti no te quieren vivo. Solo a vuestro principito. No tendré reparos en matarte ahora mismo.

Shouto sintió el corazón latirle más deprisa durante un instante. Solo un par de segundos después se dio cuenta que su captor no estaba hablándole precisamente a él.

Sintió un nudo en el estómago al recordar a Midoriya.

El baño en la cascada. Su desnudez. La luz de la luna como testigo de lo que sea que ambos estuvieran sintiendo. Todoroki cayendo desmayado, tratando de advertirle sobre la Dalia Sonámbula a Midoriya.

Midoriya siendo atrapado también.

Se preguntó por los demás. Podía sentir la calidez de un tercer cuerpo a muy escasos centímetros del suyo, pero ese cuerpo no se había movido un solo ápice desde que él estaba consciente. Pero el golpe lo escuchó al otro lado del vagón.

Por lo que posiblemente no solo Midoriya y él fueron capturados. Debían estar todos allí.

Todoroki no dejó que los nervios le nublaran el juicio. Siguió tratando de memorizar el camino con lo que podía sentir —ya no iban por terreno pedregoso, y las ramas de los árboles no rasgaban la caravana por lo que debían haberse separado de la parte más densa del bosque; además, las ruedas se ralentizaron y ya no podía escuchar los cascos por lo que dedujo que iban sobre tierra mojada— hasta que se detuvo abruptamente.

Intentó contener la respiración mientras al menos media docena de captores hablaban —más bien, discutían— en una lengua que no entendía; sin embargo, Shouto estaba seguro que se trataba de un dialecto que alguna vez en su vida escuchó.

Pero... ¿en dónde?

Sintió la ráfaga del frío nocturno golpearle en la cara —hizo lo posible por no encogerse— cuando abrieron la caravana. Las voces seguían hablando y trepaban hasta el vagón para recoger lo que parecían ser pesadas cargas para lanzarlas hacia los que permanecían abajo.

No. No pesadas cargas. Eran los cuerpos de sus amigos. Lo supo cuando alguien lo agarró sobre su hombro como si fuera un costal de papas y lo arrojaron sobre una superficie reducida hecha de madera.

Tuvo que ahogar un jadeo. Eso era una canoa.

Los captores siguieron hablando en su extraña lengua mientras empujaban a través de la tierra húmeda. El olor insoportable a agua estancada y podredumbre más el croar de las ranas le dio una pista de hacia dónde se dirigían: debía ser un pantano.

Alguien trepó en la canoa de Todoroki antes de que fuese empujada por el agua. Sintió el burbujeo bajo la madera y también la dificultad del remo para moverse entre las aguas pantanosas. Al menos cinco canoas más imitaron a la suya. Ya no se escuchaban las peleas en ese idioma extraño; tan solo el oleaje provocado por el movimiento de las canoas y los animales que habitaban en el pantano.

Shouto comenzó a sentir un fuerte deseo de dormir otra vez, en cuanto parecieron entrar en una especie de caverna —lo sabía porque la acústica había cambiado.

Se dejó perder otra vez en la inconsciencia.

Pero para cuando volvió a despertar, Shouto ya no llevaba la venda en los ojos. Y estaban arrojándole agua congelada sobre su cara provocándole espasmos por el miedo, la sorpresa y el frío.

Boqueó para no ahogarse con todo lo que le arrojaron encima.

—Despierta, principito holgazán —rió un desconocido de voz aguda pero no lo suficiente para ser femenina—. A ti sí que te gusta hacerte el difícil, ¿no, Su Alteza?

—¿Dónde...? ¿Dónde están...? —Todoroki sintió la boca pastosa y los labios resecos—. ¿Los demás...?

—Muy bien cuidados —contestó a gran velocidad con diversión—. Bueno, al menos mientras se comporten como prisioneros dóciles y serenos.

A Todoroki no le gustaba nada aquel tono condescendiente y burlón. Deseaba no tener la cabeza hecha un desastre para poder enfocarse y tratar de reconocer al desgraciado que estaba burlándose de él. Lo único que podía distinguir era una silueta de cabello dorado en una habitación oscura —pero no por la falta de iluminación sino porque todo se veía negro.

—A ella no le gusta esperar, principito —negó otra vez el desconocido—. Hacer esperar a las damas no es de caballero, ¿acaso el rey no te enseñó modales?

Todoroki soltó una especie de gruñido ronco mientras era obligado a levantarse con sus piernas temblando como gelatina.

—Por suerte elijo no tomar ninguna de las enseñanzas del rey —escupió.

La figura del muchacho se hacía cada vez más y más nítida. Era cierto que tenía una sedosa cabellera dorada y ropa llena de pedrería que brillaba en esa habitación de mármol oscuro. Los ojos de Todoroki, débiles todavía, se negaban a no captar cada detalle de lo que le rodeaba.

Lo más impresionante debía ser una inmensa estatua hecha del mismo mármol negro de una mujer de cabello largo y ropa ceñida al cuerpo. Bajo sus botas yacían un sinfín de cráneos aplastados —esos no parecían estar hechos de mármol— mientras ella apuntaba hacia el horizonte con una daga de piedras violetas. Su otra mano tenía una Dalia Sonámbula.

Aquella imagen no daba buena espina a Shouto.

—Chico inteligente. Creo que me agradas —volvió a reír—. Es una suerte que decidiéramos no matarte al final.

—Gracias por la amabilidad, supongo.

—Llámame Aoyama —dijo el chico mientras lo sujetaba por la cintura para arrastrarlo fuera de ese salón—. ¿A qué es un nombre brillante?

—Lo que sea —Shouto rodó los ojos—. ¿A dónde...?

No pudo terminar su pregunta ya que sintió un dolor agudo en sus extremidades. Siseó con los dientes apretados, pese a que no quería mostrarse débil ante ese loco que lo había capturado en nombre de quién sabe quién.

—Ups, lo siento —Aoyama se encogió de hombros—. Hagakure no es diestra con las toxinas. Debió haberte dado Dalia Sonámbula de más. Bueno, eso o estabas despierto cuando pasaste la entrada...

—¿Y qué si estaba despierto? —inquirió Shouto fingiendo una seria inocencia para sacar información.

Aoyama rió de forma cantarina y exasperante. Lo ayudó a atravesar la puerta de ébano que dejaba atrás esa tétrica sala de mármol negro con poca iluminación antes de volver a hablar:

—El sortilegio de la entrada, tontito —habló como si estuviera diciéndoselo a un niño—. ¿No creerás que nosotros estaríamos desprotegidos?

—Ese es el problema —Todoroki espetó ya molesto—. No tengo ni idea de quiénes son ustedes.

Aoyama se detuvo de repente. Estaban en un pasillo iluminado con antorchas que se encendían a cada paso más adentro que daban. Las paredes iban decoradas con escenas oscuras; asesinatos, rituales, desmembramientos, torturas. Todo hecho en un escenario nocturno bajo una brillante luna llena.

Algo comenzaba a inquietar a Todoroki.

—¿No es obvio? —Aoyama se quejó pero sin quitar su sonrisa espeluznante con hoyuelos—. ¿No nos reconociste cuándo te atacamos en las montañas? ¿En el Valle del Oráculo? ¿En tu propia cama...?

—¿Acaso debería?

Aoyama suspiró cansado, llevándose los dedos al puente de la nariz mientras farfullaba sobre la poca cultura de los jóvenes de hoy en día. Todoroki lo miraba sin hacer muchos gestos en su cara, aunque en el fondo no estaba muy a gusto con ese chico loco de ropas brillantes en lo que parecía ser una mansión oscura escondida tras un pantano.

Finalmente, el muchacho rubio recobró la compostura y observó a Todoroki con esa sonrisa plastificada que parecía tener antes de decir:

—Somos la Iglesia de la Noche de Nuestra Señora Midnight. La red de asesinos y espías más grande de todo Yuuei —Hizouna exagerada reverencia—. A tus servicios, principito.

Todoroki todavía no podía asimilar las palabras de Aoyama.

No es que el chico le hubiese dado tiempo a siquiera preguntar algo ya que volvió a arrastrarlo por ese pasillo. Solo podía contentarse con mirar los espeluznantes cuadros de figuras que parecían estar hechas de sombras, totalmente invisibles en la noche, mientras atacaban a sus víctimas en el lecho de sus camas o en banquetes envenenados de las fiestas más grandes del reino.

Iglesia de la Noche. Midnight. Asesinos. Espías.

Aquellos locos eran los guerreros sombra de los que Tokoyami hablaba. Los mercenarios más temidos por todo Yuuei; esos a los que Endeavor no podía hacer frente ya que no tenía ni siquiera una mínima idea de a lo que se enfrentaba.

Eran los asesinos que trataron de quitarle la vida en tres ocasiones. Que lo orillaron a escapar de su palacio y el empujón final para unirse en aquella búsqueda intrépida de reliquias mágicas por todo el reino.

—¿Por qué se les conoce como el Clan Blanco y no como la Iglesia de la Noche? —inquirió Todoroki cuando pudo ordenar su cabeza.

—Haces preguntas irrelevantes, Alteza. Ella te responderá todo lo que necesites saber.

—Solo quiero entender qué está pasando.

Aoyama soltó un suspiro resignado. Apretó más fuerte el brazo de Shouto mientras lo tironeaba por el pasillo.

—Porque cubrimos el rostro de nuestras víctimas con un pañuelo blanco —contó Aoyama—. Así es como nuestra señora Midnight mataba a las víctimas que no conocía. Empapaba un pañuelo de Dalia Sonámbula machacada. Es letal de esa manera, a diferencia del humo que solamente te pone a dormir. Su daga solo la usaba para acabar con aquellos que la traicionaron de una manera personal.

—¿Midnight era una asesina? Eso no...

—¿No es posible? —completó Aoyama con una mueca socarrona—. ¿Porque ustedes la tomaron como una heroína?

—Pues... —Shouto balbuceó confundido—. Pues sí.

—¿Y por asesinar entonces ya no es digna de formar parte de tu podio de héroes?

—Alguien que mata inocentes no es un héroe.

—Ah, pero yo nunca dije que matase a inocentes, Su Alteza.

Todoroki cerró la boca sin saber qué decir. Aoyama lo tomó como una victoria ganada, y no dijo palabra en lo que restó del camino. No es como si le hubiese preguntado algo más, de todas formas.

Sentía el corazón palpitándole con fuerza en la garganta. El hecho de estar en una secta dedicada al asesinato y espionaje en honor a una mujer muerta no le daba ninguna seguridad.

Pensaba con angustia en el pecho en los demás. En Midoriya, más que nada. Aoyama se rehusaba a dar información sobre sus compañeros y amenazarlo no era ninguna opción dado que ya no tenía ni su espada a mano.

Solo le quedaba esperar a hablar con ella, la mujer a la que Aoyama se refería como si fuese la líder. Se le retorció el estómago ante las posibilidades.

No sería Midnight... ¿no? No podía ser ella. Pero aquella imponente escultura parecía decir lo contrario.

Ella llevaba un siglo desaparecida. Muerta, posiblemente. Al igual que todos sus demás compañeros héroes.

—Aoyama, no me hagas suplicar —insistió Todoroki—. Necesito saber qué ha sido de los otros.

El rubio rodó los ojos, cansado. Parecía bastante teatral y exagerado.

—Déjame ver... hicimos dormir a los que estaban presentes. Maniatamos a la mujer rana y al pájaro moribundo para que no causaran problemas y los dejamos allí. Tuvimos que golpear muy fuerte a la bruja y destrozar las piedras que llevaba encima. Acabar con el caballero fue más difícil, pero también lo redujimos. El indigente de pelo rojo fue el peor ya que pudo oler la Dalia Sonámbula a la distancia pero eso no le bastó. Y la niñita fue pan comido. Ellos cuatro están aquí junto con tu novio. No les hicimos daño... no mucho, al menos.

Todoroki apretó la boca y los puños con furia. El solo hecho de pensar en sus amigos siendo apaleados y capturados, en la pobre Tsuyu siendo prisionera en su casa, en Tokoyami al borde de la muerte, en Midoriya en una oscura jaula...

Algo hizo un clic en su cabeza. Sintió que le faltaba el aire cuando se dio cuenta, pero trató de que no se le notase demasiado.

Aoyama no había mencionado a Bakugo entre los rehenes.

Recordó al Firewalker abandonar la choza totalmente enfurecido con Midoriya y con todos —como absolutamente siempre desde que lo conocían—; no había regresado hasta que Todoroki se fue hacia la cascada, pero no le dio mucha importancia entonces.

Ahora, Bakugo era el único de todos ellos que estaba en libertad. Aunque no estaba muy seguro de si eso le generaba confianza o completa desolación.

—Deja de estar tan tenso —pidió Aoyama apretándole su musculoso brazo—. No te vamos a comer aquí dentro, Alteza.

—Es difícil confiar cuando trataron de matarme tres veces —dijo Todoroki con serenidad—. Y me tienen de rehén ahora mismo.

—Tecnicismos, Alteza. Ella ha cambiado de opinión ahora porque ha visto la verdad.

—¿Quién se supone que es ella?

Aoyama nada más le regaló su críptica sonrisa como respuesta. Justo cuando el pasillo estaba llegando a su fin; ya no quedaban antorchas que encenderse porque el corredor terminaba allí en un inmenso hueco que daba a otra sala hecha de mármol negro solo que con forma circular.

Un trono vacío y hecho de madera negra yacía encima de una tarima a al menos dos metros del suelo.

—Ella te ha esperado por años, Alteza —contó Aoyama—. No creas que decidir matarte fue su primera opción.

Eso no daba ninguna pista sino cientos de incógnitas al revoltijo en su cabeza.

—Pero, ¿de qué...?

—Todoroki Shouto —clamó una potente y firme voz femenina que se hizo eco por la sala—. Nunca pensé que algo como esto ocurriría alguna vez en lo que me queda de vida.

Todoroki se sintió paralizado al escuchar su nombre. Sus músculos parecieron volverse de piedra y fundirse con el suelo; su corazón era un tambor de guerra que iba en crescendo conforme se acercaba el momento del clímax.

Unos tacones repiquetearon sobre la tarima hacia el trono. Un vaporoso vestido de un blanco platinado como la luna era lo que vestía aquel cuerpo pequeño que se acomodaba sobre el trono de ébano y observaba a un empequeñecido y anonadado Todoroki.

Su rostro era ya adulto y las arrugas poblaban su entrecejo. Tenía marcadas ojeras que le daban más años de los que aquella mujer debía tener en realidad.

Su pelo blanco brillaba junto con el vestido. Su boca sonrió con dulzura hacia el invitado en su Iglesia de asesinos.

La voz de Shouto salió casi en un susurro y completamente rota:

—¿Madre?

Las memorias engulleron a Shouto. Aquel cabello blanco y rostro sumiso que lo había amado y creyó que jamás volvería a ver. A una mujer que el príncipe estaba seguro que enterraron sus restos en la capilla del palacio junto a su hijo Natsuo.

Rei Todoroki; la esposa consorte del Rey Endeavor.

La reina loca. La que permitió que su enfermedad avanzara sin decir a nadie porque ya no quería vivir. La que quemó el rostro de Shouto y trató de ahogarlo porque no podía soportar mirarlo a los ojos después de lo ocurrido con sus hijos mayores.

Sintió que iba a desfallecer en ese instante. No era capaz de quitar la vista de aquella mujer en un vaporoso vestido sentada en un trono negro.

No. Nada de eso podía ser real. Debía ser una ilusión como la de la Ciudad de las Sombras —una bella mentira que solo quería hurgar entre sus heridas jamás cerradas.

Horas atrás había estado contándole a Midoriya sobre su madre moribunda en la cama y en ese momento la tenía viva, frente a frente, más lúcida de lo que nunca la vio en su niñez.

—Mi madre está muerta —atinó a decir Todoroki con los puños y dientes apretados—. La reina murió hace poco menos de una década.

La reina lo miró con algo parecido a la ternura. Aquella visión le revolvió el estómago —porque no podía ser cierto que ella estuviera con vida. Se negaba a creer que ella todavía caminaba entre los vivos mientras Shouto y Fuyumi vivían bajo el yugo de un padre tirano.

Aquello le dolía más que el engaño. El abandono.

—Mi hijo, sé que es difícil de aceptar...

—¿Difícil aceptar que fingiste tu muerte para dejarnos solos? —se quejó Shouto con gesto calmo—. ¿O que intentaste matarme en más de una ocasión?

La reina trató de contener un respingo ante las palabras de su vástago. Hacía casi lo imposible por mantenerse serena —y Shouto también, solo que era increíblemente difícil.

—Mi vida no ha sido fácil desde que los acólitos de la Iglesia se llevaron mi cuerpo moribundo de los aposentos que tenía en el Castillo de tu padre. Mucho menos fácil fue resistir a la magia que intentaba sanar otra vez mi mente y mi cuerpo al borde de la muerte. Todo aquel que es capaz de desafiar a la muerte puede ostentar un puesto en nuestras filas. Tampoco fue sencillo sobrevivir el entrenamiento de acólita para ser ungida como asesina de la Iglesia de la Noche.

Pero aún así... jamás volviste por mí, pensó Shouto en lo más profundo de su corazón. La parte que todavía albergaba sentimientos por su madre —sentimientos que iban tiñéndose poco a poco de rencor.

Los dos parecieron competir por ver quién perdía primero los estribos. Pero como Todoroki era alguien terco y la reina era quien permanecía en desventaja, fue ella quien suspiró tras levantarse de su trono.

—¿Te parece bien si te cuento una historia? —Rei sonrió—. A ti te gustaban mucho de pequeño.

—¿Tengo opción, madre? —enfatizó con algo de desdén.

Instintivamente, Todoroki buscó a Aoyama. El chico no se veía por ninguna parte. Rei hizo una sonrisa irónica.

—¿Por dónde debería empezar?

—No sé... —Todoroki encogió los hombros—. Tal vez por: ¿qué cuernos es este lugar?

¿Y dónde tienen a Midoriya y los demás?

—Ten más respeto, hijo mío —Rei lo increpó—. Puede que estés en condición de invitado esta noche pero las paredes tienen oídos en nuestra Iglesia.

Shouto cerró los ojos con cansancio. Rei ya se había bajado de la tarima y comenzó a pasearse por la habitación circular; manteniendo la suficiente distancia con su hijo.

—No sé nada sobre tu Iglesia, realmente.

—No hay mucho que contar que se le pueda decir a los forasteros —Rei dijo sin mirarlo—. Solo que la Iglesia de la Noche lleva siglos escondida en Yuuei. Somos el terror de aquellos que cometen corrupción, la voz susurrante en las pesadillas de los que atenten contra la paz. Solo somos una sombra sin nombre que ni siquiera los bardos se atreven a nombrar en sus canciones.

—¿Son terroristas, acaso?

—No, mi pequeño Shouto —El sonido de su apodo le envió un escalofrío por la espalda—. La Iglesia de la Noche se encarga de todos aquellos que merecen ser encargados. Personas que harían más bien estando muertas que vivas. No somos sádicos... solamente somos incomprendidos.

Tragó saliva con dificultad. El nudo en su garganta se acrecentó cuando finalmente hizo la pregunta a su madre:

—¿Yo haría más bien estando muerto que vivo?

Su madre clavó aquellos oscuros ojos sobre su hijo. Todoroki sentía una especie de pavor infantil al verlo. Las memorias de sus ojos desencajados cuando le gritaba que debía morirse.

Rei hizo lo posible por mantener el mentón en alto sin flaquear.

—Me han comunicado mis acólitos que visitaste al Oráculo. Supongo estás al tanto de la profecía de la historia que se repite.

—Sí —Todoroki apretó la boca en una fina línea—. El sacrificio del príncipe de sangre mestiza. Por alguna razón todos suponen que soy yo.

—Fue lo que decidió el Consejo de la Iglesia, mi pequeño. No yo. Mis deseos personales no pueden interferir con lo que se dictamina por mayoría —Rei siguió diciendo—. Creímos que salvaríamos a Yuuei de caer en la desgracia. Antes tuvimos a Toshinori, pero ahora nadie puede salvarnos del mal que nos asedia.

—Pero, ¿de qué sacrifico hablan todos sin parar? —Shouto elevó la voz con un poco de desesperación.

Vivir en la ignorancia sobre su posible destino le llenaba de ansiedad. Él trataba de aceptarlo con naturalidad y sin miedo —pero a veces se volvía imposible.

—El velo que separa los mundos ha vuelto a rasgarse, Shouto —dijo Rei—. Esa rasgadura podría volverse una grieta que permitiría pasar a nuestro mundo a todas aquellas criaturas y demonios de Akutou que Toshinori encarceló hace siglos en Yomi, el inframundo. Bestias hambrientas de carne y sangre caliente, monstruos con garras que podrían romperte el pecho para robar tu alma.

—Monstruos y demonios —repitió Shouto con incredulidad—. Los invasores eran monstruos y demonios...

Casi empezaba a creer que su madre estaba mostrando su verdadera identidad otra vez. Que la locura seguía formando parte de ella.

—Akutou siempre ha sido tierra de nadie. Llena de criaturas sangrientas que se aprovechan de los más débiles. La monarquía solo funciona para aquellos que se dejan gobernar y suplican protección. Yo lo sé. Yo he nacido allí, de todas formas.

Todoroki había tenido sospechas siempre de los orígenes de su madre. Los susurros de otros nobles cada vez que ella pasaba cerca. Su pelo blanco tan antinatural para una joven mujer de Yuuei. Su palidez casi enfermiza. Las insistencias de su padre de conseguirle una esposa de Akutou.

Porque él mismo había tenido una.

—Por eso me consideran mestizo —Todoroki dedujo finalmente con el corazón latiendo más fuerte de lo que sonaba su voz—. Por eso soy una amenaza. Porque mi sacrificio traerá cambios al reino.

—Debes entender, mi niño... desde que Natsuo y Dabi perecieron, solamente quedabas tú para cambiar las cosas. Y a nadie le gustan los cambios —esto pueden ser tanto buenos como malos. La simple energía de tu corazón latiendo en este mundo podría avivar a que el velo de los mundos se rasgara otra vez y los demonios viniesen a nuestro reino a dar un festín. Ni una sola alma quedaría viva en Yuuei.

—Entonces, ¿por qué no me has matado de una vez? —preguntó Todoroki—. Podrías acabar conmigo, aquí y ahora. No necesitas perder más tiempo para proteger a tu preciado Yuuei que ni siquiera es del todo tu hogar.

La reina fue acercándose poco a poco hacia él. Intentó mantenerse firme en su lugar. Quería demostrarle que ella no estaba alborotándole en el interior, incluso si eso era completamente falso.

—No seas injusto, Shouto —Rei frunció el entrecejo—. Podrías haber salvado al reino. Cuando enviamos a Hagakure a tu habitación, pensamos que no sería demasiado tarde para evitar que el velo del mundo se rasgara.

—¿Y qué excusa tienes para las otras dos veces? ¿Cuándo casi matas a la dragona de nuestro compañero y luego casi nos asesinan a todos en la montaña?

—Ah, allí está la palabra clave: casi —Rei estaba ya a poco metros de Shouto y le miraba con una sonrisa—. Aquí en la Iglesia somos fervientes creyentes de que todo ocurre por una razón.

—Sí, porque otro dragón y un chico de la Ciudad de las Sombras nos salvaron. No precisamente porque ustedes se arrepintieran...

—El destino ha puesto sabiamente todas sus piezas en el tablero, Shouto. Nos tomó tres intentos fallidos para darnos cuenta que tal vez borrarte del juego no era precisamente la opción correcta.

Todoroki estaba procesando toda la información a velocidades inhumanas. Casi sentía que quien estaba viviendo todo ese momento no era él sino un extraño en posesión de su cuerpo.

Seguía sin poder creerse todas las cosas que Rei estaba diciéndoles.

—El Oráculo dijo que mi sacrificio podía ser evitado —contó Shouto a su madre—. Dijo que podíamos hacerlo si encontrábamos las seis reliquias de los héroes perdidos y...

—Ah, sí —Rei dijo complacida—. Con las seis reliquias invocarían el espíritu de los seis héroes que alguna vez salvaron nuestro reino. Seis héroes encontrados que lucharían como lo hicieron los de antaño.

—¿Y no era más fácil eso que... bueno, ya sabes, matarme?

—No había indicios de que tu... diversa compañía fuesen los héroes encontrados que vaticinaba la profecía. Ninguno parecía ser la gran cosa. Un Firewalker exiliado. Un caballero en busca de respuestas. Una bruja aprendiz sin maestro. Un ladronzuelo que ni siquiera es del todo humano...

—Puedo asegurarte que son mucho más heroicos que tu dichosa Midnight a la que veneran en esta Iglesia y resultó ser una asesina.

Todoroki no sabía de dónde nacían sus palabras tan llenas de veneno. Tal vez de la fibra de su cuerpo que acababa de ser tocada por las palabras despreciativas hacia el equipo que le había salvado la vida en más de una ocasión.

Que se la había devuelto, también.

Rei se puso a la defensiva tras lo dicho por su hijo. El cabello blanco ondeó tras acomodárselo.

—Nemuri escapó de la Ciudad de las Sombras porque no quería ser desposada con su rey. Ella estaba sola y poco sabía de Yuuei. Fue la Iglesia quien la acogió y la entrenó en lo que la hizo única entre los suyos. Fueron los que la nombraron Midnight; porque los acólitos graduados de la Iglesia deben dejar atrás sus identidades y empezar una nueva.

Todoroki casi soltó una risa amarga. Por supuesto. Su madre se había tomado demasiado en serio aquello de dejar atrás su vieja identidad. Ni siquiera tuvo reparos en acceder a que matasen al único hijo varón que le quedaba con vida.

—¿Qué nombre elegiste tú?

Rei ignoró a su pregunta con un carraspeo. Decidió seguir con su relato:

—Conoció a Toshinori cuando lo salvó de curiosidad de un grupo de traficantes de personas de Hosu. Se volvieron amigos. Ella lo ayudó en su tarea de reunir a un grupo de héroes que salvaría a Yuuei de la tormenta que le estaba esperando cuando los demonios de Akutou llegasen.

—¿Y por eso la veneran como a una diosa?

—Ella fue la que más adeptos trajo a la Iglesia de la Noche. Estaba al borde del colapso, con pocos acólitos que morían durante las pruebas o desertaban por no poder soportar la presión. Cuando Midnight desapareció, decidieron renombrar la Iglesia en su honor. La estatua de la sala en la que despertaste era ella.

Todoroki optó por no decir nada. De todas formas no tenía idea de qué decirle a Rei. Él todavía no podía creerse que alguien tan valeroso y heroico como Toshinori El Magnífico decidiese acoger a una asesina entre sus filas.

Bueno... él había aceptado a Bakugo entre los suyos, que sinceramente no parecía ser ningún trigo limpio. Pero había un enorme abismo entre un chico con problemas de temperamento a una mujer consagrada para asesinar a quienes no creía merecedores de tener una vida.

—Sé que no es fácil de asimilar...

—Lo asimilo como puedo. Gracias por tu preocupación —Todoroki bufó en su cabeza.

Rei dio otro par de pasos hacia él. De cerca, la mujer se veía mucho mayor de lo que debía ser. Cansada y demacrada, con un sinfín de pesos que se había colgado sobre sus huesudos hombros. Sus esqueléticos y callosos dedos temblaron en dirección a la mejilla de Shouto, quien era incapaz de moverse un solo centímetro ante el inminente toque de su madre.

Su caricia fue fría. Fue fría por fuera pero le llevó calidez por todas las venas de su cuerpo. Tosca pero dulce, lejana pero ansiosa de poder acortar el abismo que los separaba emocionalmente.

Todoroki se odió un poco a sí mismo por cerrar los ojos y disfrutar del efímero momento.

—Si tan solo hubiese escuchado al Oráculo... —Rei musitó con la voz rota—. Mi pequeño Shouto, fui tan necia y egoísta... me aconsejaron que debía matarte cuando naciste. Porque tu cabello era el claro ejemplo de tu sangre mestiza que marcaría el principio del fin. Pero eras tan pequeño y hermoso, y cabías perfecto en el hueco de mis brazos. No pude matarte y te condené a esta vida.

La mano de Rei exploró por su mejilla, pasando por la cicatriz que ella misma había provocado, hasta la mitad roja de su cabello. La antigua reina enredó sus dedos entre las hebras, cautelosa y con dolor en sus ojos al ver el color de su ex marido.

—Tu padre nunca me quiso —Rei se tragó las lágrimas de sus vacíos ojos—. Pero me dio lo único que puedo presumir de haber amado. Tú. Natsuo. Fuyumi. Incluso a Dabi, después de lo que hizo —inspiró con fuerza para no estallar en llanto—. Son lo único por lo que voy a enorgullecerme cuando finalmente sea mi hora de partir. He tentado tantas veces a la muerte que ya no sé cuándo vendrá a cobrármela; procuro recordar lo bueno de cada uno de ustedes cada día de mi vida.

Rei retiró lentamente la mano de los cabellos de su hijo. Shouto descubrió que un par de calientes lágrimas se hacían camino por su rostro.

—La Iglesia me hizo dejar atrás mi nombre, mis orígenes y todo lo que alguna vez significó ser Rei Todoroki. Pero ellos no pueden arrebatar de mi corazón la memoria de ustedes cuatro.

Y fue eso. Lo último que Shouto necesito para sentir que las defensas que había estado levantando durante años para sobrevivir a la soledad tras la —no— muerte de su madre y sus hermanos se quebraron con un solo chasquido.

Casi no pudo controlar la palabra que brotó de sus labios:

—Madre...

Rei le observó con sorpresa por un par de segundos, pero un sentimiento de paz y alivio pareció inundarle todo el cuerpo —o eso parecía por la sonrisa que esbozaba hacia su hijo más pequeño.

Ella le tomó por los hombros para erguir sus hombros encorvados. Le levantó el mentón que apuntaba al suelo, obligándole a verla por arriba como si él fuese la grandeza personificada.

—Es increíble en lo que te has convertido, mi bebé, mi hijo —El labio le tembló—. Qué hubiese dado yo por verte coronado como rey.

—Tal vez puedas verme —dijo en un impulso—. No necesariamente el sacrificio tendrá que darse. Ya tenemos tres reliquias en nuestro haber. Y sabemos exactamente dónde está el libro...

Bien sabía él que lo que menos deseaba era ser rey, pero si las palabras consolaban a la pobre mujer, iba a usarlas a su favor.

Rei negó lentamente.

—Es casi tarde, mi Shouto —Rei dijo con tristeza pero honestidad—. No sé cuánto tiempo pueda soportar la rasgadura del velo sin abrirse por completo. Es posible que los invitados de tu padre en el palacio quieran agilizar la ruptura.

—¿El velo ya se ha rasgado? —Todoroki frunció las cejas—. ¿Un viajero cruzó a nuestro mundo?

Un par de ideas locas comenzaban a tomar forma en su cabeza. Las ahuyentó de inmediato ya que no se encontraba con la estabilidad emocional para siquiera pensarlas.

Rei suspiró.

—Cuando el velo se rasgue por completo, los demonios vendrán. Y solo el sacrificio podrá salvarnos, pero también cambiará nuestro mundo. Yuuei nunca volverá a ser lo mismo cuando cruces el umbral del sacrificio...

Shouto se impuso ante su madre.

—Creo que hay algo que no estás tomando en cuenta —Shouto dijo con voz firme—. No soy el único príncipe de sangre mestiza.

Su madre lo miró con la tristeza que solo tiene una persona que trata con algún necio que no quiere ver la realidad.

—Shouto, tus hermanos han fallecido...

—No hablo de mis hermanos.

—Los hermanos de tu padre murieron antes de dejar descendencia —Rei siguió—. Endeavor... él acabó hasta con los otros bastardos de tu abuelo que podían acechar el trono. Aunque...

Todoroki no le dejó seguir con su monólogo sobre las fechorías del rey.

—No hablo de ningún Todoroki.

—¿Entonces...? —Rei alentó a que siguiese—. Déjame recordarte que Yuuei es monarquía absoluta. Nadie más puede ostentar el título de príncipe aquí.

—Creo que ser esposa del viejo por tantos años te ha pegado su ignorancia para lo que pasa en el resto de estas tierras, madre.

Rei entrecerró los ojos como si quisiese adivinar de qué estaba hablando su hijo tan vehementemente.

—Los elfos —aseveró Todoroki—. Los elfos tienen sus tierras libres y la mano del viejo no puede gobernar allí. Solo las reinas pueden gobernar en Svartalf, pero eso no evita que de todas formas puedan tener hijos varones.

Shouto ni siquiera supo de qué estaba hablando. No había pensado en absoluto en esa posibilidad —hasta ese momento. Tanto tiempo estando ciego, pero ahora una posible bifurcación en la profecía aparecía frente a sus ojos.

—La Reina Nejire tiene un medio hermano. Un hermano que nunca pudo ni podrá gobernar —Shouto siguió diciendo con la respiración agitada—. Un hermano llamado Tamaki y que será príncipe por siempre.

—Shouto, ¿qué estás queriendo decirme? —La voz de Rei parecía temblar.

Todo en la mujer estaba horrorizado ante la implicación de sus palabras. Cuando Shouto volviese a abrir la boca, todo cambiaría en los planes de la reina.

—Es un hijo de una reina elfa y un humano, madre. Tamaki es un príncipe de sangre mestiza.

La mirada de la mujer se desencajó al escuchar la última línea. Tal vez, solo tal vez, Rei estaba cayendo en cuenta que podría haber asesinado a su hijo Shouto por absolutamente ningún motivo.

—¿Y en dónde está ese...?

Rei no pudo contener con su pregunta porque las puertas de la sala circular se abrieron de repente. Tanto ella como Todoroki dieron un salto por la sorpresa al ver a un agitado Aoyama que corría hacia ellos.

A Shouto, que no conocía de nada al acólito, le sorprendía verlo tan sudado, agitado y con su cabellera dorada completamente desordenada por la carrera.

—¡Mi Señora! —Aoyama exclamó hacia Rei—. ¡Un intruso ha conseguido burlar las salvaguardas y se ha metido en la Iglesia! ¡Ya ha conseguido matar a cinco sirvientes y dos acólitos de primer año! Ha herido también a nuestro señor Ectoplasma, también.

—¿Cómo ha podido un intruso meterse en nuestro santo hogar? —Rei dijo a viva voz y furiosa—. ¿Quién lo ha permitido?

—No lo sabemos —Aoyama negó desesperado—. Pero Señora... ese chico se mueve como demonio. Tiene los ojos rojos y un sable curvo como los que usan en el clan Firewalker.

Todoroki sintió que se le detenía el corazón al escuchar aquello.

Bakugo, pensó.

El salvaje Bakugo se había metido a una Iglesia de asesinos para salvar a sus compañeros secuestrados.

—¿En dónde está ahora? —A Rei se le tensaron todos los músculos de la cara—. Quiero que lo encuentren ahora y se encarguen como ya saben del intruso que se atreve a cruzar las puertas de un hogar al que no fue invitado.

—Se ha metido por alguno de los túneles —Aoyama trataba de acomodarse el cabello.

—Pues diles que se encarguen de él ahora mismo. Quiero que refuercen la seguridad de las santas habitaciones y también de las mazmorras.

Aoyama dio un solo asentimiento antes de volver a echar a correr por el pasillo que apareció. Su brillante ropa refulgía con las antorchas y su oscura capa ondeaba hasta perderse en la oscuridad.

—Madre —dijo Todoroki con un hilo de voz—. ¿A qué te refieres con encargarse del intruso?

Rei se tomó un par de segundos para recomponerse del estado en el que se encontró un momento atrás. Toda la desesperación y furia de escuchar acerca de un intruso —Bakugo— que podía burlarse de una secta de asesinos pareció disiparse ante una nueva sonrisa maternal.

Pero mucho más inquietante y fría que la que regaló antes a Shouto. Era la sonrisa de una mujer de una sonrisa que no se preocupaba mucho de tener que dar órdenes polémicas por el bien común.

Una sonrisa muy similar a la que Endeavor regalaba a Momo cuando quería pedirle que ejecutasen a quienes él consideraba como enemigos.

—Lo que hacemos con todos los traidores, criminales, corruptos y todos aquellos indignos de compartir aire con nosotros los buenos, mi hijo —Rei dijo serena—: asesinarlo.

Les voy a ser honesta (?) no saben la odisea que fue escribir a Rei porque no podía usar la frase "La Reina Rei" y eso me incomodaba mucho (????) ;;v;;

No quiero escribir mucho sobre el capítulo porque quiero leer todo lo que piensan ;; ¿alguien se lo esperaba? ¿Qué otros secretos ocultos creen que quedan?

¿Que diablos anda haciendo Kacchan? ¿Van a destruir la Iglesia de la Noche? (???)

El próximo capítulo no estará narrado por Kacchan, pero si vamos a ver qué ha pasado con los otros personajes secuestrados. Hagan sus apuestas sobre quién narra ;)

Me disculpo por haber demorado, pero la verdad es que me entretuve con la TodoDeku Week TuT y pues me siento feliz de haberla terminado (?) y ahora puedo volver a mis historias, estoy más tranquila ahora para administrar mis tiempos libres de escritura.

Muchísimas gracias por todos sus votos y comentarios preciosos. Me hace feliz que sigan eligiendo esta humilde historia, y ver todos los días lectores nuevos me emociona ♥️

Nos vemos prontos, besitos ♥️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top