Capítulo 10

Los últimos días en el Castillo habían sido los más estresantes que Momo podía recordar.

Desde que ella era una niña pequeña y vagaba entre los pasillos con Shouto —mucho antes de ser la comandante de las Valquirias—, el Castillo de Yuuei jamás se sintió tranquilo. Pero era habitable, al menos.

Ahora que el príncipe estaba desaparecido, era insoportable quedarse. Endeavor no estaba de humor y ya había mandado a decapitar a uno de los guardias que debía estar cuidando la habitación de su hijo.

Aquello le revolvía el estómago. Pero tenía que ser fuerte, o los ojos inquisidores del rey acabarían sobre ella.

No sería ilógico pensar que la mejor amiga de la infancia del príncipe —y que lo quería más que a nadie en secreto— estaba detrás de su desaparición.

—Jirou —llamó Momo a la Valquiria que funcionaba como su mano derecha—. ¿Hay noticias?

—No —respondió la otra—. Hay aldeanos que dicen haberlo visto pero nadie nos da datos sustanciales.

Momo se frotó las sienes con frustración.

—Endeavor está cabreado —comentó Jirou.

—No me digas —suspiró Momo—. Ya no sabe cómo controlar a los de Akutou.

—La princesa Camie se ha puesto demasiado impaciente ya.

—Pues tendrá que esperar un poco más.

—Momo...

Ella no quería mirar a Jirou Kyoka, la segunda persona en la que más confiaba. Sabía lo que encontraría en su mirada —una pregunta silenciosa acerca del paradero del príncipe.

Y a Yaoyorozu Momo le dolía tener que ir con la verdad: no tenía ni la más mínima idea de en dónde podía estar Shouto.

La lastimaba que Todoroki se fuese tan de repente, sin dejar ni siquiera una nota. Ella lo hubiese protegido con su vida si fuese necesario; maldición, se habría ido con él si pudiese. Pero ahora que no estaba, Momo no tenía más opción que responder al Rey Endeavor y solo a él.

Y ella odiaba ser sierva de aquel despreciable hombre. Lo único que la había movilizado a aceptar su puesto como comandante de las Valquirias es que, algún día, respondería las órdenes de Shouto. Velaría por su reinado.

Podía aguantarse los malos años bajo el mandato de Endeavor si eso significaba acompañar a su mejor amigo cuando a él le tocase.

—No sé nada, Jirou —respondió.

—Te creo —La chica le sonrió—. Pero sabes que el rey nunca aprobó su...

—Ya lo sé —la cortó Momo—. Una guerrera no puede ser amiga de la sangre real.

—Solo somos sus esclavas —escupió Jirou—. Pero eso cambiará; Endeavor no estará por siempre en el trono.

—Me preocupa que si Shouto no vuelve, alguien peor que Endeavor pueda tomar el poder.

Eso era lo aterrador. La incertidumbre de lo que les esperaba si el legítimo heredero no volvía.

No, trató de convencerse a sí misma. Shouto volverá. En ese Castillo estaba toda su vida; los únicos amigos que tenía. Incluso si no eran muchos.

Todoroki no podía botarlo todo de la noche a la mañana. No quería pensar que fuese tan insensible.

Pero Momo no quería sopesar la otra posibilidad, que era mucho más aterradora que el abandono: que Shouto hubiese sido tomado a la fuerza y se encontrase en cualquier lugar del reino, sufriendo o al borde de la muerte.

Era la opción menos viable, porque alguien ya tendría que pedir una exorbitante  suma como rescate. Era por eso que Endeavor no quería armar revuelo —al menos, era lo que decía; Momo estaba segura que tenía pavor de quedar mal por una presunta escapada de su hijo.

—Él te espera —dijo Jirou finalmente—. En la sala del Concilio de Guerras.

Yaoyorozu suspiró. Por supuesto sería allí. Para Endeavor, cada asunto a tratar se sentía como una pieza de guerra; para ser planeada estratégicamente.

Bien. Si Endeavor quería jugar a la guerra, ella tendría que estar preparada. Momo se dirigió hasta la armería para cargar con su recién afilada hacha, y partió hacia el Concilio.

La sala estaba más abarrotada de lo usual. De un lado de la mesa de debates estaban la princesa Fuyumi, algunos consejeros, los guardias reales —entre ellos Mirio Togata, el capitán de los caballeros— y también el mismísimo rey, que había abandonado su trono y formaba parte del Concilio con los demás mortales.

Del otro lado estaban los representantes de Akutou; cada uno era más espeluznante que el anterior.

Un joven hombre de piel de labios resecos y mirada maníaca que respondía al nombre de Tomura; era algo así como el emisario de la princesa Camie, que descansaba con una sonrisa psicótica sobre una silla aterciopelada —muy diferente a la que usaban los demás— mientras jugueteaba con una afilada peineta que acababa de quitarse del cabello.

Había dos hombres más, uno que iba completamente cubierto por la armadura y que había escuchado se llamaba Kurogiri. A su lado estaba un sacerdote del cual Momo no tenía idea ni su nombre ni su rostro —según la religión de Akutou, se cubrían con una especie de velo púrpura cada vez que estaban fuera de su reino.

Pero ella se preguntaba si en realidad no habría más que secretos bajo ese velo.

—Comandante —dijo Endeavor con aquel condescendiente que usaba como burla a sus súbditos—. Ha decidido honrarnos con su presencia.

—Lamento mi tardanza —se apresuró a decir—. No volverá a ocurrir.

—Descuide, apenas estaban terminando los arreglos para nuestra dulce invitada, la princesa Camie.

La mencionada rio, soltando una carcajada aguda que sonaba demasiado forzada. Momo tenía que obligarse a soportarlo; ella era una persona de buena educación y que nunca dejaba ver si sentía alguna clase de desagrado.

No estaba en su naturaleza ser una persona odiosa.

—Como bien saben los presentes, mi hijo ha sido arrebatado de sus aposentos un par de días atrás —empezó a hablar Endeavor.

Su voz compungida era un verdadero teatro. Hasta Fuyumi apoyó su pequeña y delicada mano sobre el brazo de su padre a modo de consuelo.

—¿Alguien tiene noticias? —preguntó autoritariamente—. ¿Togata?

Mirio dio un paso al frente, luciendo su reluciente armadura y una mano sobre el mango de la espada. Él tampoco confía en él rey; Momo anotó mentalmente aquello.

—No, señor —comunicó Mirio—. Su presencia ha sido vista en muchos pueblos según los aldeanos pero nadie presenta información relevante. Solo los rumores de que se encontraba en Hosu parecían ser algo ciertos, pero he tenido hombres buscando en la ciudad de arriba abajo pero...

Endeavor chasqueó la lengua, nada contento ante el comunicado del muchacho.

—Pues pon más hombres a trabajar —gruñó Endeavor—. Por algo te elegí a ti. No te comportes como un inepto.

Mirio solo parpadeó ante el insulto. Momo lo entendía; en el Castillo todos estaban acostumbrados a ese trato.

—Sí, señor —Mirio hizo una pequeña reverencia—. Me disculpo.

—Si me permiten hablar —Camie alzó un dedo—. Puedo disponer a algunos de mis guardias a la búsqueda de mi futuro esposo.

A Momo se le revolvió el estómago al escuchar esas palabras. Imaginar a Todoroki casado sin amor con aquella chica...

—Le agradezco, mi querida princesa —Endeavor sonrió—. Pero no quiero poner a trabajar a mis invitados.

—No es una molestia —Ella rio—. ¿Verdad, Tomura?

—Por supuesto que no —respondió el aludido con su voz rasposa—. Es un honor a nosotros ayudar a Su Majestuosidad, Endeavor.

Todo aquello sonaba tan falso. Premeditado. Ella no confiaba en esa gente y, aunque el rey no le cayera en gracia, no iba a permitir que fuesen los de Akutou quienes sesgasen la vida del rey.

Muchas cosas malas pasarían.

—Insisto en que no quiero molestar. Por ahora.

La princesa se encogió de hombros, pero por su mirada, Momo sabía que sus insistencias de ayudar no terminarían allí.

Probablemente quisiesen investigar libremente todo lo que pudiesen sobre Yuuei; puntos fuertes y débiles, murallas, ejército, recursos... todo lo que un enemigo desearía tener para atacar. Y triunfar.

—¿Comandante Yaoyorozu? —continuó Endeavor.

Momo parpadeó sorprendida. No era usual que la pillasen tan ensimismada.

—¿Sí, Su Majestad? —preguntó con la voz sumisa que tanto había practicado esos años.

—Creo que necesitaré de tus servicios y de las Valquirias finalmente.

Momo tragó saliva con dificultad. Bueno, era de esperarse que la pusiesen en la búsqueda en cualquier momento. Pero llamar a las Valquirias tan pronto era una señal de lo desesperado que Endeavor estaba.

—Tú y Shouto han tenido una estrecha amistad a lo largo de los años —Endeavor parecía decir aquello con desagrado—. Supongo que conoces bien a mi hijo, y sabrías interpretar si es que él ha dejado un rastro; ya sea intencional... o no.

—Supongo que podría —respondió Momo con solemnidad.

—Excelente. Sabía que algo bueno tenía que salir de permitir esa amistad de mi hijo contigo.

Si Jirou hubiese estado presente, la muchacha habría golpeado en la cara a Endeavor, sin importarle las consecuencias. Su amiga y compañera simplemente odiaba que el rey tratase a la dulce y fuerte Momo como una especie de trapo.

—Buscarás a Shouto —dijo Endeavor—. Saldrás con todas las Valquirias que necesites cuanto antes.

—Lo haré, señor —ella asintió—. Para mí es un honor servir a la corona.

—No me importa en las condiciones que esté, tú lo traerás.

—Lo comprendo.

—Y si resulta que Shouto está con alguien más...

Endeavor se levantó de su asiento a la cabecera y paseó alrededor de la mesa, ante la expectante y tensa mirada de los presentes —al menos, los que pertenecían a Yuuei estaban así— hasta llegar a Momo, que parecía ser la única de la mesa que era capaz de mirarlo a los ojos sin desviar la mirada o vacilar.

—Quiero que los elimines. No tengo ganas de lidiar con gente que insulta a la corona en épocas tan especiales.

Momo se lo estaba esperando.

Endeavor quería eliminar a quien sea que se hubiese llevado a Shouto; tanto si era un secuestrador o una amante. Él no quería lidiar con los problemas de su hijo y mandaba a Yaoyorozu a hacer el trabajo sucio.

—¿Me has comprendido, Comandante? —preguntó Endeavor, con cierta amenaza en su voz.

Momo lo miró con decisión. Nunca estaba dispuesta a fallar en sus tareas, pero esa vez se trataba de Shouto. Ella jamás hubiese hecho algo que lo dañase —física o emocionalmente.

Pero a pesar de todo, aún así dijo, fuerte y claro:

—Lo comprendo, mi señor. Y cumpliré con mi deber. Aunque sea lo último que haga.

Esto es algo así como un mini capítulo (?)

Y justamente por eso lo traigo antes de tiempo, ya que no sería justo hacerlos esperar una semana por tan poca cosa ;v; pero necesitábamos ver más de lo que ocurría en el palacio

Y conocer también a la corte real de Akutou. Aunque ya se imaginarán lo que está pasando allí c:<

No odien a la bella Momo ;;;; ella no será un obstáculo para el TodoDeku de una forma romántica, pero habrá problemas. Si quieren enojarse con alguien que sea con Endeavor (?)

Pueden ir contándome todas sus teorías por aquí ——>

Nos veremos pronto con el próximo capítulo. Besitos ♥️

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