war.


Tanto Gerard como Frank habían sufrido cuando tuvieron que separarse. Pero no era para siempre y lo sabían. Sólo unos meses y entonces Gerard podía volver a casa unas semanas antes de partir de nuevo.

Ambos habían estado muchísimo tiempo buscando trabajo y tarde un amigo en común les había hablado de una alternativa bastante interesante. Gerard tomaría un lugar en las fuerzas armadas y viajaría junto a una tropa a Afganistán para participar en la guerra contra los talibanes. No era algo fácil, tampoco era seguro, pero ganarían bastante dinero y al mismo tiempo su seguro de vida sería altísimo. Gerard sabía que no moriría, pero siempre había que pensar en esas posibilidades.

Frank había accedido a regañadientes a dejarlo ir. Estando él en su tercer año de Arquitectura en la Universidad no era mucho lo que podía hacer para ayudarle a su novio a mantener la casa que con tanto esfuerzo habían logrado armar, y Gerard no le permitía dejar la Universidad ni aunque estuvieran muriendo de hambre.

Había sido duro cuando Gerard partió. Ambos abrazados durante horas en el aeropuerto y en último momento ambos se habían rendido ante las lágrimas. Pero Gerard había besado su frente y luego de prometer hablar por video llamada por lo menos una vez al día, se marchó.

Y entonces comenzó la larga espera.

Frank comenzó a sentirse realmente mal pocas semanas después, pero él mismo y sus amigos lo atribuían a la ausencia de Gerard. Pero un día, luego de una de sus típicas noches de desvelo para hacer una maqueta monstruosa, se desmayó en la universidad, pocos minutos antes de presentarla. Cuando despertó estaba en el Hospital, y cuando los resultados de las pruebas de sangre llegaron supo qué pasaba con él.

Había un bebé creciendo en su vientre.

En un primer momento se había asustado, pero en cuanto lo vio en aquella pantalla decidió que era la mejor noticia que había recibido en años. Las llamadas habían sido hechas desde el mismo hospital y pronto todos sus amigos y sus mismos padres estaban enterados, aunque había una condición; nadie debía decírselo a Gerard.

Y así los meses fueron pasando y su vientre fue creciendo. Un par de semanas antes de su cumpleaños descubrió que tendría gemelas y cuando habló con Gerard por poco y se le sale el secreto. Decidió que ese año no celebraría su cumpleaños número 24 porque Gerard no estaba físicamente con él, y porque se le haría realmente difícil inventar una mentira para el por qué no había consumido alcohol y la ausencia de fotografías.

Para cuando Navidad llegó su embarazo estaba rodeando ya los siete meses y su vientre lucía como de quince meses. Su suegra y su madre habían tomado la tarea de cuidarlo porque decían que para él era difícil preocuparse de sus estudios y además de esas dos niñas que cada vez crecían más. Y su peso se había disparado a las nubes, pero todos decían que era normal.

Cuando el calendario llegó al número 24 y el reloj de la mesita de noche bordeaba las nueve de la mañana, Gerard llegó a casa. El árbol estaba armado y había una cantidad ridícula de regalos, lo cual era extraño porque él y Frank no estaban acostumbrados a recibir tantas cosas. Había también varias cosas en el pasillo fuera de la habitación vacía, pero no le prestó importancia, de seguro Frank estaba remodelando.

Aunque cuando entró a la habitación no pudo inventar algo para evadir la verdad. Al parecer alguien se había comido a Frank. O quizás la depresión por su ausencia había golpeado fuerte y había subido de peso como loco. Cauteloso se acercó a la cama y tomó lugar junto él. Una de sus manos fue a picar de forma curiosa el desnudo vientre de su novio quien sólo dormía en ropa interior y con la ropa de cama arremolinada en la parte inferior de la misma, como si no tuviera frío a pesar de la nieve que había fuera.

Lo vio hacer una cómica mueca y luego llevar una mano a su vientre, aún con los ojos cerrados.

- Ya, niñas... dejen dormir a papá... -fue lo que dijo con voz pastosa.

Y entonces Gerard comprendió, o al menos intentó hacerlo.

Posiblemente Frank estaba esperando un bebé. O al parecer dos... ¡¿Dos?! ¿Dos niñas? ¿Y no le había dicho nada a él?

Su mano volvió al vientre ajeno, esta vez estaba abierta y abarcó la parte derecha del mismo, ahí donde una delgada estría quería tomar forma. Sintió algo raro moviéndose bajo su mano, como en la película Alien. Y luego la sensación fue más intensa, y realmente parecía ser lo que sintió varios meses atrás, cuando tocó el vientre de la pareja de un amigo suyo y según él, el bebé había pateado.

- Creo que es su forma de decirte hola... -escuchó decir a Frank.

Gerard parpadeó varias veces y volvió la vista a él. Lucía avergonzado y al mismo tiempo temeroso.

- ¿Estás...?

- Sí... me enteré poco después de que partieras. Lamento no habértelo dicho... quería que fuera una sorpresa –respondió Frank- ¿Estás molesto?

- ¿Molesto? –Suspiró Gerard- ¡Es la mejor noticia del mundo!

Se acercó a besar los labios de su novio y luego se apegó a él, acariciando sin cesar el hogar momentáneo de sus hijas.

- Luces realmente sexy con uniforme... -dijo Frank después de un rato- ¿Crees que podríamos... ya sabes, hacer algo entretenido?

- ¿Qué si quiero tener sexo con mi embarazado novio después de volver de la guerra?

Frank frunció sus labios y lentamente asintió.

- ¡Claro que quiero! –exclamó Gerard antes de volver a besarlo.


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