Múltiples.
Gerard Way tenía sobrepeso. No era un secreto para nadie. Nisiquiera para él. Pero últimamente eso se había intensificado de forma excesivamente dramática. Totalmente dramática, ¡Es que era mucho!
En internet, en la tele y en la misma calle había visto a algunos raritos como él que igual portaban a un bebé en el vientre, y a veces se atrevía a acercarse y preguntar cuanto tiempo de embarazo tenían... y con quienes era demasiado notorio siempre recibía respuestas como seis meses, siete meses u ocho meses, pero él tenía cuatro meses y medio. Y lucía como muchos de seis meses, e incluso algunos de siete.
Porque desde que el doctor le dijo que lo que tenía no era una indigestión sino que un bebé se había dedicado a comer por dos, tal y como su madre le había dicho que tenía que hacer para tener a un bebé sanito. Pero no estaba funcionado. Porque estaba obeso.
— Luces hermoso, amorcito —Frank suspiró, besándole sobre el ombligo antes de volver a acomodar la camiseta de su novio, pero el mohín en los labios de éste no desapareció— ¡Hermosísimo!
— No dirás lo mismo cuando tengas que derribar una pared para poder sacarme de casa.
— Espero que para entonces sea verano —bromeó Frank, y de inmediato agregó—. Pero eso no pasará amor mío... es totalmente normal que subas un poquito de peso durante el embarazo, eso quiere decir que tendremos a un bebé hermoso y sanito, tal y como tu madre dijo.
— De seguro será un bebé gordo, como yo.
— Será un bebé hermoso —murmuró Frank, acomodándose a su costado en la cama para robarle un beso de los labios—. Hermoso como tú.
Gerard dejó ir un suspiro, le encantaba recibir mimos por parte de su novio y quizás sólo por eso le dejaría ganar esa ronda. Cerró los ojos y se giró en la cama, sonriendo complacido al sentir una de las manos del mismo acariciando el costado de su vientre. Aunque no lo admitiera en voz alta, le encantaba eso de estar embarazado.
— Mañana me harán una ecografía para conocer el sexo de nuestro bebé... ¿Irás conmigo?
Frank le miró a la cara, claramente iba a ir, pero el puchero y la mirada de su novio eran algo bastante convincente si es que en su cabeza hubiese tenido otros planes. Le besó sobre los labios y estiró una mano para apagar la lámpara.
Gerard había escuchado con particular atención todo lo que la doctora tenía para decir, y aunque fueran cosas que ya le habían dicho antes o que había leído en internet, asintió y preguntó cada cosa que todavía no tuviera demasiado clara. Frank amaba esa dedicación, y amaba el cómo se acariciaba el vientre de vez en cuando, o el cómo lucía con esas prendas que con tanto cuidado había escogido para no parecer sólo gordo.
— ¿Ahora hará la ecografía? —Gerard preguntó cuándo la doctora le hizo ponerse de pie, y presionó la mano de su novio al recibir una afirmativa de la misma. Con paso acelerado le siguió a la habitación colindante y con ayuda de su novio tomó asiento en la camilla, descubriendo luego su pálido y redondo vientre.
— ¿Estás seguro de que tienes 19 semanas? —la doctora preguntó.
El rostro de Gerard se tornó de un rojo granate terriblemente intenso, pero de todos modos asintió bajo la mirada escéptica de la mujer. De pronto las ganas de gritar, llorar o salir corriendo de ahí se intensificaron, pero estaba demasiado ansioso por ver a su bebé... así que tragó el nudo en su garganta y presionó los párpados cuando el frío gel tocó su piel, aprovechando ese momento para eliminar el par de lágrimas.
— Veamos entonces... —dijo la mujer, comenzando a deslizar el instrumento por sobre la tensa piel.
Gerard sonrió cuando las manchitas aparecieron, seguía sin poder identificar correctamente qué parte era la cabeza y qué parte eran las manos, pero cuando la mujer volvió a mirar una parte que ya había mirado supo que había algo raro. Se tensó de inmediato al pensar que había algo malo con su bebé, pero seguía sin notar nada... aunque si miraba bien era como... como si hubieran una bolita grande y un conjunto de manchitas pequeñas junto a otra bolita grande y otro con junto de manchitas. Y Frank tenía sobrinas gemelas y... ¿era posible que...?
— ¡Felicitaciones, tienes múltiples! —exclamó la mujer cuando descifró correctamente todo el mapa ahí.
— ¿Que tengo qué? —preguntó Gerard.
— Múltiples, tienes dos bebés aquí... es por eso que tu vientre estaba creciendo más de lo normal. Oh Dios, debieron haberse dado cuenta hace mucho, ¿Qué pasó?
Gerard se encogió de hombros. ¿Qué importaba eso ahora? ¡No estaba obeso, sólo estaba esperando dos bebés en lugar de uno! Qué maravillosa noticia.
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