inconveniente
Gerard llevó una mano a acariciar superficialmente el pequeño parche en su bajo vientre y soltó un fuerte suspiro. Era totalmente involuntario, y se sentía totalmente extraño cuando eso pasaba. Llevaba días desde aquél momento, y todavía no podía quitarse de la cabeza los momentos previos al quirófano, y el cómo lucía el rostro de Frank cuando todo hubo terminado.
"Lo vi", había dicho él. "Lo vi todo."
Sabía exactamente a qué se refería y posiblemente era por eso que había preferido ignorarlo. Quizás de conocer detalles se habría sentido culpable, más de lo que ya se sentía.
Sacudió la cabeza un par de veces y retiró la vista del pesado libro de anatomía que estaba intentando leer. Su novio estaba recostado sobre el sofá, repasando en voz baja unos conceptos de una densa guía de estudio. Sonrió levemente al verlo, no podía evitar hacerlo, y luego intentó regresar a su lectura.
— ¿Quieres que vayamos a dar una vuelta? —la voz de Frank lo interrumpió cuando había logrado pasar del segundo párrafo. Pero no estaba molesto. — No puedo pensar.
— Yo tampoco —respondió Gerard, y luego de cerrar fuertemente su libro fue a buscar una chaqueta para él y una para Frank.
El departamento que rentaban era pequeño, era lo que podían pagar con el poco dinero de sus ingresos por parte de sus padres y lo que Frank recolectaba luego de trabajar como barman durante tres noches a la semana. Y aunque todo lucía bastante precario, se sentían felices ahí, porque pronto su vida como estudiantes acabaría y podrían unirse a la élite de adultos con casas propias y autos bonitos. Y quizás entonces podrían encontrar la forma de olvidar lo que habían hecho para no mutilar sus sueños.
Frank buscó su mano y enlazó fuertemente sus dedos. El aire frío golpeaba sus caras y todavía había rastros de la lluvia que pocas horas antes había tomado el control de las calles, la poca gente que pasaba por ahí parecía estar en su propia burbuja y era genial, deprimente y genial. Gerard suspiró una vez más, y con el pulgar acarició la mano ajena.
— No puedo dejar de pensar en eso —murmuró—, hasta nombrarlo me provoca escalofríos.
— Todos hablan de la parte técnica, ¿Sabes? —Respondió Frank— El cómo es indoloro para el feto porque su sistema nervioso todavía no existe y lo seguro que resulta deshacerse de él, pero nadie habla de la parte sentimental... supongo que no es un buen negocio hablar de la parte sentimental.
— Creo que fue una buena decisión —dijo Gerard—, es sólo que... a ratos me imagino con él... o ella en mis brazos, siendo padres. Quizás, no lo sé, si no hubiese sido ahora...
— Si no hubiese sido ahora no habríamos hecho esto —murmuró Frank—, a veces me siento un bárbaro porque te di la idea pero...
— Yo lo pensé desde que me enteré. No te culpes —se apresuró a decir Gerard—. Creí que tú no querrías, porque te gusta la idea de ser padre.
— Me gusta —asintió Frank—, pero en el futuro.
— En el futuro —suspiró Gerard—. ¿Estaremos juntos en el futuro?
Frank se detuvo y se giró para mirarlo a la cara, Gerard sonreía de manera idiota. Esa sonrisa que hacía cuando Frank le decía lo mucho que lo amaba. Y Frank sonrió también, luego frunció el entrecejo.
— ¿Qué clase de pregunta es esa? —Dijo acercándose a él, rodeando su cintura con ambos brazos— Claro que estaremos juntos. Estaremos juntos y tendremos muchos hijos. Te lo prometo.
— Te amo —suspiró Gerard—, sin ti...
"Seguramente no hubieses tenido que abortar a ese bebé que tanta ilusión te hacía tener." Pensó Frank, pero no dijo nada. Y sólo se limitó a besarlo. Desde el momento en que sus ojos se habían encontrado con los de su novio después del quirófano había descubierto que, aunque Gerard no lo culpaba, tendría que aprender a vivir con la culpa.
— Yo igual te amo —respondió cuando se apartaron.
Gerard sonrió.
"Lo lamento tanto." Pensó, pero tampoco dijo nada. Sabía que era su deber ser fuerte, y sabía que si su novio se enteraba de que estaba irremediablemente roto por dentro aquella muda culpa que sentía iba a incrementarse de manera monstruosa hasta acabar con él. Una de sus manos fue a frotar nerviosamente sobre el parche en su bajo vientre, aquél que cubría la cicatriz de la que tanto se arrepentía. Y volvió a sonreír, acercándose a besar una última vez los labios de su pareja antes de seguir su camino.
La lluvia amenazaba con regresar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top