i'm done


            Suspirando, Gerard lanzó su chaqueta al sofá antes de cerrar bruscamente la puerta detrás de él. A sus ocho meses de embarazo gemelar estaba tan absolutamente harto de todo, y sus emociones hacían que todo pareciera diez veces peor de lo que ya eran. Sobre todo la pésima —y obligada cita— que acababa de tener. Porque él no quería intentar tener algo con nadie nuevo, no después de que el único hombre al que había amado lo dejara solo después de enterarse de su embarazo.

— ¿Tan mal fue? —Mikey preguntó, mirando hacia él desde la revista que había estado leyendo. Él, era la única persona que se había ofrecido desinteresadamente a apoyarlo a pesar de todo. Era su hermano menor y al mismo tiempo su mejor amigo en todo el mundo. Y había decidido quedarse con él por tiempo indefinido, para ayudarle en su último trimestre de embarazo y después de eso, con las recién nacidas.

Mirando hacia su hermano, Gerard sólo suspiró una vez más y asintió con la cabeza mientras tomaba asiento sobre el sofá. Se quejó suavemente a medida que iba bajando hasta quedar a la altura del sofá y luego se recostó perezosamente, dejando ir un suspiro que demostraba lo agotado que estaba.

— No tengo ganas de hablar de eso —dijo, frotando suavemente en la cima de su enorme vientre de embarazo.

Mikey se sentía mal por su hermano, sabiendo por todas las cosas que había tenido que pasar en los últimos meses. Porque a pesar de todo, Gerard estaba realmente emocionado por tener a sus hijas, pero todo el asunto con Frank —el hombre que lo había abandonado— seguía demasiado presente en la mente de Gerard y Mikey sentía que no podía hacer nada para ayudarlo con eso. Frank no había comprendido que Gerard realmente lo amaba.

Dejando su revista sobre su regazo, Mikey se puso de pie y fue a sentarse junto a su hermano. Dándole un ligero abrazo.

— Lo siento, Gee. Quizás pueda presentarte a alguien más —suspiró—. ¿Quieres que prepare la cena?

— Sí, seguro —Gerard respondió sin ganas, apoyando su cabeza en su mano, con la vista fija en el suelo, y la otra mano aun acariciando su enorme vientre. Estaba más hambriento de lo que sus palabras dejaban ver, y claramente no esperaba que fuese a haber una próxima vez. Estando tan cerca de tener a sus hijas y tan harto de todo, no creía tener energía suficiente para nadie más aparte de ellas.

El timbre de la puerta sonó de pronto y Mikey bufó. Le dio un par de palmaditas en el hombro a su hermano mayor y luego se puso de pie para ir a ver quién estaba detrás de la puerta. En el momento en que la abrió se arrepintió de haberlo hecho.

— Tú... —escupió, juntando un poco la puerta para hacer más privado el encuentro— ¿Qué quieres?

— Quiero hablar con Gerard —dijo el hombre, pasando su peso de un pie a otro pie y frotando la parte trasera de su cabeza. Mikey no lo sabía, pero esa era la forma en que él demostraba su nerviosismo.

— ¿Quién es? —Preguntó Gerard, luego de escuchar su nombre.

Mikey no le contestó, y tampoco dejó que el hombre lo hiciera.

— Te dieron la dirección equivocada, adiós —dijo Mikey, y estaba preparado para cerrarle la puerta en la cara cuando. Tenía ganas de lanzarle algo más que la puerta en la cara. Era lo mínimo que merecía.

— Yo vivía aquí, Mikey —contestó Frank, poniendo su pie antes de que la puerta pudiera cerrarse. Había una pequeña mueca burlona en sus labios, y Mikey realmente quiso golpearlo en la cara con sus propios puños—. Y vine a hablar con Gerard, tengo derecho a verlo.

— Renunciaste a todos tus derechos cuando lo dejaste embarazado y solo —Mikey exclamó, y solo entonces Gerard comprendió quién era el hombre detrás de la puerta.

Intentó alzarse para mirar, pero el cuerpo de su hermano y la puerta casi cerrada le impedían la visión. Así que se puso de pie y fue hacia la puerta lo más rápido que podía con dos niñas a punto de nacer dentro de él. Vio el gesto de total seriedad que su hermano menor tenía y la mirada suplicante de Frank ante él. Mordió sus labios y culpando a su debilidad al estar embarazado, intervino.

— Mikey, quiero hablar con él.

Mikey miró a su hermano mayor como si se hubiese vuelto loco y luego dejó ir un bufido, murmurando algo sobre lo estúpido que era todo el mundo en torno a él, se hizo a un lado y luego de dedicarle una última mirada cargada de odio a Frank, regresó al interior de la casa. Gerard le dedicó una mirada y luego se giró a mirar a Frank. Todo tipo de emociones lo recorrieron al verlo después de tanto tiempo y dos pensamientos se plantaron en su mente: seguía igual de atractivo, y él seguía igual de enamorado.

Frank frotó su cuello, mirando hacia abajo en el cuerpo de Gerard y viendo lo grande que se había puesto en los últimos meses. Sabía de fuentes cercanas que estaba embarazado de gemelos, pero su mente no estaba lista para ver al delgado chico que había conocido cargando un realmente enorme vientre de embarazo. Y era todo culpa suya.

— Sé que probablemente estás odiándome ahora mismo y tienes todo el derecho. Pero escúchame Gerard. Estoy cansado de ser miserable por estar lejos de ti. Pensé que esto era lo correcto pero me equivoqué y yo realmente quiero ayudarte a ti, a los bebés...

— Tienes razón —dijo Gerard—, te dio. ¡Me dejaste solo, embarazado con tus hijas, Frank! ¿Sabes cuantas noches pasé solo, llorando hasta dormirme por culpa tuya? Y ahora apareces de la nada, ¿ofreciendo tu ayuda? —Para cuando terminó de hablar estaba gritando, con las manos empuñadas a cada lado de sus caderas.

Frank asintió y se atrevió a mirarlo a los ojos, sabía que merecía eso y mucho más, porque Gerard tenía toda la razón del mundo en odiarlo, mierda, él mismo se odiaba.

— Lo sé —suspiró—, y no puedo volver el tiempo para cambiar lo que he hecho. Yo solo... estaba aterrado de ser un mal padre, y no podía dejar de pensar en que arruiné tu vida al dejarte embarazado, y no quería decepcionarte así que solo... huí. Pero estoy harto de eso, y quiero compensártelo. Gerard, por favor. Sólo una oportunidad es lo que pido. Yo... yo te amo, Gee.

Gerard solo se dedicó a mirarlo, escuchando sin demasiada atención todo lo que decía hasta que una frase lo golpeó en la cara.

— ¿Tú qué?

Esperaba escuchar otro montón de cosas, excusas sobre excusas pero no estaba preparado para escuchar eso en lo absoluto. Era una locura, era... ¿era verdad?

— Te amo —dijo Frank—, y te he amado desde que te conozco. Por favor, déjame compensártelo a ti y a nuestros bebés. Déjame ayudarte desde ahora. Voy a hacer lo que sea para ganarme de nuevo tu confianza. Por favor, Gerard —Para cuando terminó de hablar, una mano fue a posarse sobre uno de los hombros de Gerard. Era un gesto incómodo para ambos, pero sentía la necesidad de tocarlo. Y Gerard no quitó su mano, así que era una buena señal.

Gerard, por su parte, no estaba seguro de qué debía pensar ahora. Pero mirándolo a los ojos estaba seguro de que sus palabras eran sinceras. Frank le decía la verdad, o al menos eso deseaba creer.

— Sabes cuánto te amo pero... ¿de verdad puedo confiar en ti? Ahora no se trata solo de nosotros, Frank. Estas niñas nacerán dentro de poco y entonces todo será diferente. Me dejaste cuando más te necesitaba, Frank. ¿Cómo puedes asegurarme que no volverás a hacerlo? —Respondió, desviando la mirada de sus ojos y llevando una mano a la cima de su abdomen. Quería creerle, quería que su corazón volviera a sentirse como antes pero se sentía emocionalmente drenado por todo lo que había pasado en los últimos meses. No sentía que fuese la misma persona que era cuando Frank se marchó.

— Sólo dame una oportunidad, por favor. Voy a ayudarte en lo que sea y voy a estar para ti en todo momento. Por favor, no quiero seguir huyendo de esto, de ti... —su mano tomó la barbilla de Gerard, buscando que sus ojos verdes lo miraran de nuevo. Quería hacerle saber que decía la verdad, que estaba siendo responsable, que no era el mismo idiota que había sido en el pasado.

Gerard dudó y miró fugazmente hacia su hermano, quien no había dicho palabra. Probablemente solo estaba ahí, juzgándolos como solía hacer siempre. Podía sentir eso en la mirada de su hermano y se sentía idiota. Se sentía débil porque no había dejado de amar a Frank a pesar de todo lo que había pasado y sabía que iba a aceptarlo de regreso porque ahora mismo no quería estar solo ni un solo minuto, tenía miedo, y la sola idea de estar con Frank le hacía creer que todo iba a estar bien.

Frank murmuró "por favor" y Gerard suspiró, desviando la mirada hacia la mano que descansaba sobre su vientre, pidiéndole consejo a sus hijas para tomar esa decisión.

— Tú... si lo arruinas de nuevo nunca volverás a vernos —dijo con toda la seguridad que pudo reunir, alzando la mirada a los ojos ajenos. Él realmente quería creer que todo iba a salir bien, y Frank lucía sincero y más seguro de lo que recordaba haberle visto nunca.

— No lo haré. Voy a ser un excelente padre para nuestras hijas y voy a estar ahí para ti —dijo de inmediato, acariciando ahora el rojo cabello de Gerard. No iba a arruinarlo de nuevo, no iba a arriesgarse a tener que dejar a Gerard para siempre. Y a pesar de sus miedos de ser un horrible padre, iba a dar lo mejor de sí. Porque amaba a ese hombre frente a él como nunca había amado a nadie.

Gerard dejó ir un suspiro y se acercó un poco por culpa de las caricias de Frank, era débil, eso seguro. Y por su debilidad se acercó a él, uniendo sus labios en un beso. La mano libre de Frank fue a acariciar uno de los costados de su vientre, era una sensación extraña pero no dejaba de ser hermosa.

Mikey, por otro lado, no estaba seguro de cómo se sentía con respecto a todo eso. Pero ver la sonrisa en los labios de su hermano mayor cuando rompieron aquél beso, le hizo comprender que eso era lo que le faltaba para ser feliz de nuevo. Él iba a estar cerca para ayudar y proteger a su hermano si Frank volvía a arruinar las cosas entre ellos, pero realmente esperaba que no volviera a ocurrir, por el bien de Gerard.

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