Feliz Navidad
Frank respondió con un asentimiento de cabeza a la sonrisa que el conserje del edificio le regaló. No se sentía en el mood de sonreír porque sí, llevaba ya bastante tiempo sin hacerlo y cuando se ponía a pensar en eso se deprimía aún más. Recordaba exactamente el momento en el que había dejado de hacerlo. Iban a ser padres, su amado novio y él iban a ser padres... pero entonces el destino había cambiado de opinión y esa criatura que todavía no superaba el tamaño de la palma de su mano había dejado de existir. Conocía su tamaño porque la sostuvo, fue mucho más triste que ver la mirada en los ojos de su novio cuando despertó de la anestesia, sin su vientre en crecimiento, sin su esperado bebé. Nunca le había dicho cuanta ilusión le hacía ese bebé porque sabía que él se culpaba a sí mismo por la pérdida. Ambos estaban deshechos en secreto... y la sensación se incrementaba en la época navideña. Era la festividad más esperada por niños y padres. Pero ellos no tenían un niño, y ya no serían padres.
— Estoy en casa —dijo en voz alta cuando cerró la puerta a sus espaldas. El apartamento estaba en silencio pero sabía que su novio estaba en casa, sus lienzos estaban dispersos por su espacio en la sala de estar, frente al enorme ventanal que daba a la ciudad, y sus acrílicos estaban destapados. Había estado ahí recientemente. — ¿Gee?
— Dame un minuto —respondió una voz desde la habitación de al lado—, medio minuto.
— ¿Para qué?
— Olvídalo —dijo su novio mientras se acercaba, una de sus manos estaba tras su espalda—, ya estoy aquí.
Traía su camiseta para pintar. Era gris y era enorme, tenía manchas de pintura por todos lados, aunque su rostro y su cabello también estaban manchados, y sus pálidos brazos. Frank sonrió enternecido.
— ¿De qué va todo esto?
Gerard sonrió.
— Feliz Navidad —dijo Gerard enseñándole lo que había estado escondiendo tras su espalda. Era una bolsa de papel con motivos Navideños. Frank pensó que era una broma, ni siquiera habían querido armar un árbol... no celebrarían navidad ese año. Además todavía faltaban varias semanas, y él no tenía nada para darle a cambio. — Frankie, recíbelo.
— Pero...
— Anda, toma —insistió Gerard, su sonrisa era enorme. Frank tomó la bolsa de papel y comenzó a mirarla en busca de una pista, realmente no sabía qué pasaba—. Ábrela y verás, tonto —sonrió Gerard.
Frank la abrió.
— ¿Un sobre?
— Ábrelo.
Frank presionó los labios en una línea y sacó el sobre del interior de la bolsa de papel, la dejó bajo su brazo y con cuidado rompió el sobre para revelar lo que contenía en su interior. Había unas pequeñas fotografías en blanco y negro, y cuando tomó una de ellas para mirarlas con más detalle su estómago se puso duro como una piedra. Tragó saliva pesadamente y tomó otra. Y luego otra. Y luego otra. Hasta que las cuatro estuvieron en sus manos y su rostro siguió con la incógnita tatuada en él.
— ¿Qué...?
— ¿Qué? Frankie, son ecografías.
— Sí, pero... ¿Por qué?
— ¿Qué hay en ellas?
— Un... un bebé.
Gerard asintió y luego llevó una mano a su abdomen. El rostro de Frank se iluminó al instante. Con manos temblorosas guardó las ecografías de regreso dentro del sobre y luego se acercó a su pareja, las manos ajenas fueron a calmar el temblor en las propias. Gerard estaba tan tranquilo que resultaba extraño para él. Siempre era él quien tranquilizaba todo, quien le añadía lógica a los locos planes. Pero ahora su mente estaba en las nubes y solo podía pensar en colores. No había palabras en su boca. Por primera vez en mucho tiempo se había quedado sin nada para decir.
— Iba a ser una sorpresa, hasta Navidad. Pero acordamos no celebrar Navidad este año así que daba igual cuando te diera la sorpresa, ¿No? —dijo Gerard. Frank lo escuchaba claramente— Tengo 16 semanas. Son casi cuatro meses... me sorprendí mucho por no haberme dado cuenta antes pero el doctor dijo que es bastante normal que algo así pase después de una pérdida. Me hizo un montón de exámenes y estoy bien... solo debo guardar mucho reposo, ya sabes, cuidarme como si estuviera hecho de cristal, al menos unas semanas más, hasta que el bebé se afirme en mi interior, pero... estamos esperando un bebé, Frankie.
— Yo... yo... —Frank lo miraba a los ojos, tenía ambas manos atrapadas entre las de su pareja pero las liberó y las llevó al vientre ajeno. Gerard no hizo nada por quitarlas de ahí, durante meses había sido una zona prohibida porque no se sentía a gusto con su cuerpo ni con la cicatriz que la cesárea de urgencia había dejado atrás. Pero ahora era diferente... ahora volvía a haber luz ahí. Y Gerard le sonrió contento cuando los pulgares tatuados de Frank comenzaron a acariciar la piel bajo la amplia camiseta.
— No es necesario que digas nada, yo sé —dijo Gerard acariciándole la mejilla con una mano, se acercó a su rostro y besó la bonita nariz de su novio—. Yo sé...
— Estoy tan feliz y... un bebé, hay un bebé aquí.
— Sí, un bebé —sonrió Gerard—. Nuestro bebé.
Frank asintió. Llevó sus manos a la espalda ajena para abrazarlo hacia sí y cuando el espacio fue mínimo se acercó a besarlo en los labios.
— Te amo, te amo mucho. Feliz Navidad.
— Todavía no es Navidad, Frankie —Gerard suspiró.
— Lo es para mí. La mejor Navidad del mundo, de mi vida entera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top