Relajarme y cooperar.
¡Estoy en el mundial! Es increíble, ha pasado todo un mes desde el entierro de Nicanor y por fin estoy aquí. Me instalo en el hotel y voy a explorar un poco el lugar, todo es muy colorido, azaroso y cálido; me recuerda a mi país. Subiendo para buscar mi ropa de entrenamiento me encuentro a David en el ascensor, aun cuando me siento como en un sueño, un muy buen sueño caribeño en donde el príncipe azul viene en ascensor, en el fondo no me sorprende porque vinimos todos por la misma razón, pero al parecer a él si, hasta luce molesto; como si creyera que soy una maldita pesadilla, bueno, en honor a la verdad, tal vez lo soy.
— Hola, ¿cuándo llegaron? ¿Cómo estuvo el viaje?— Le hablé, aunque su mirada seguía dolida.
— Llegamos hoy, apenas nos estamos instalando. El viaje sin novedad gracias a Dios— Tan cortante como la última vez, detestaba a David cortante...
— Ha pasado tiempo, pienso que ya es momento de ser amigos— Salimos del ascensor en mi piso.
— La última vez me pareció que no querías ni eso, así que decídete. Porque parece que lo único que quieres es jugar conmigo a tu antojo y sinceramente ya no quiero volver a ser insultado, tengo un orgullo. Todos tenemos uno— Su mandíbula está tensa, quiero colocar mi mano ahí y hacerlo relajar.
— No quiero que me odies.
— ¡Ah mira qué sorpresa! Eso es toda una noticia desde que solo te esforzabas por todo lo contrario.
— Estoy a la orden, cualquier cosa que necesites. No tienes que pensar en mi como una enemiga.
— No lo hago M, no podría. Literalmente en lo que respecta a ti, yo soy un completo imbécil, eso ya lo he aceptado.
— No digas eso.
— Sí, si lo digo porque estas ahí parada con tu cara muy dura diciéndome que seamos amigos, cuando tú misma me humillaste hace unas semanas y yo solo puedo pensar en besarte— Se ha rendido y creo que yo también... al diablo con todo, al mismísimo demonio con el miedo, si me arrepentía luego, por lo menos sé que lo habrá valido... por completo.
— Hazlo entonces— dije sin pensar, no lo estaba pensando porque solo deseaba demasiado lo mismo, casi me dolía físicamente la separación. Lo había estado extrañando desde la primera y única vez que nos besamos.
— No, no sabemos si hay paparazzis, nos pueden grabar o fotografiar— Lo tomé de la muñeca y lo conduje a mi habitación.
— M, yo... ¿qué estamos haciendo?... me parece que deberíamos hablar de esto primero— Una vez dentro dimos un portazo y literalmente me abalancé sobre él, no iba a hablar nada, ¡Demonios que no! La urgencia de su tacto me escocía la piel, no era suficiente boca, ni suficiente lengua, un fuego me consumía desde dentro. Eran besos violentos, desesperados, atrasados, nuestras manos buscaron sus rumbos, me apreté contra él tomándolo de la nuca, mi lengua acarició la suya, en el camino se consiguió con su labio superior, no pude resistirme y lo mordí.
— Por Zeus que solo estaba deseando demasiado tenerte cerca David... necesitaba demasiado besarte... — Llámenme tonta pero estaba sintiendo ese vacío en el estómago... ese que solo podía indicar una cosa: ya estaba perdida por este hombre... tan, tan perdida... él posicionó sus manos en mis caderas, manipulándolas según se sentía, apretaba, acariciaba y apretaba de nuevo, subiendo un poco mi blusa en el proceso.
— Yo solo... No quiero que esto acabe... — El beso cambió de cadencia, más consciente, lento, disfrutado, tomó mi labio entre los suyos, succionó un poco y lentamente se fue retirando, sabía que lo hacía para hacerme desearlo más, para que yo me muriese aún más por sus besos, si eso era posible. Esto podría durar por siempre. No sé como, terminé sobre la barra de la cocina y enrollé mis piernas a su alrededor. Dijo en mi oído algo que no entendí, besó sobre mi barbilla, luego mi cuello y después recordé a qué había subido en primer lugar.
— David— beso—, es en serio— beso—, David...— largo beso.
— ¿Qué me vas a decir ahora?— me dijo solo dejando de besarme, pero sin apartar la cara, colocó su pulgar sobre mis labios acariciando, lo besé también— ¿que ya te aburriste de esto y que no puede ser?
— No estoy nada aburrida— beso—, pero subí solo por ropa— lo bese de nuevo— tengo que ir a la práctica.
— La práctica puede esperar— dice abrazándome hacia él—, esto solo pasa con el cometa Haley cada setenta años. Nos seguimos besando ya con ternura, sosegados. Empujé su pecho:
— En serio, necesito ir. Puedes... puedes venir cuando quieras.
— ¿Disculpa? No te oí.
— Que puedes venir cuando quieras, te daré la copia de seguridad.
— ¡Ah! Ahora cada vez que digas algo amable, te pediré que me lo repitas, solo para estar seguro.
— Esto no deja de estar mal, igual estamos acabados. Pero ya no quiero resistirme más.
— Vamos a estar bien, M. Tranquila, o al menos estaremos mal juntos, es mejor que estar mal separados.
— Imagino que tú también tendrás cosas que hacer, tu posición no va a jugarse sola.
— Imaginas mal, el entrenamiento empieza mañana. El mundial empieza en tres días, tenemos que practicar mucho si queremos hacerlo bien.
Fui por ropa nueva y bajé a la práctica, él subió a su habitación, mil pisos más lujosa y más arriba. Cualquiera diría: «eres una aburrida, estás viajando por el mundo, ¡sal a divertirte!». Pero la nocturna no es mi tipo de diversión, así que me dedico a cocinar y ver televisión. Me hice conseguir ingredientes locales para cocinar empanadas, (una receta típica de mi país) e hice jugo con varias frutas que tenía a la mano.
«Fachosa» es el término que usa mi madre para cuando me visto así, con la ropa más vieja y agujereada que tengo, sin embargo, es la más cómoda y nadie me está viendo. Termino de freír las empanadas, tengo tanto tiempo sin comerlas, que no puedo esperar. Tocan a mi puerta e inmediatamente sé quién es.
— Pensé que tu posición no iba a jugarse sola— dije en cuanto abrí.
— Son las ocho de la noche, mi posición puede irse a donde mejor le parezca.
— Pasa, estaba un poco ocupada la verdad, pero por ser tú, te atenderé.
— ¿Estabas demasiado ocupada vistiéndote con trapeadores?— dice mirando mi camisón y mis pantalones de dormir viejos— ese look(5) es definitivamente lo tuyo— Ahora mira mi cabello recogido formando una especie de nido, demasiado alto y desordenado en mi cabeza. Olvidé por completo que estaba usando las gafas, no es mi culpa ser miope y poder adquirirlas solo recientemente. Se estaba riendo de mi.
— ¡Ah, no! Si tanto te desagrada como me veo, tienes la puerta detrás, literalmente.
— M, estas preciosa, es solo que nunca te había visto tan... relajada.
— Si quieres sentarte a la mesa, estaba por comer. Es fritura y en realidad no sé si puedes comer eso, tú que eres la definición de saludable.
— No seas tonta, claro que puedo— Cerró la puerta tras de sí y me atrapó en un abrazo rodeando mi cintura— .Estás descalza, ¿qué paso con tus zapatos?
— Mis zapatos están en el closet, no los uso en casa. A veces los uso en el departamento de Londres, pero solo si hace mucho frío— Empujé su pecho para hacerme paso hasta la cocina, una vez ahí serví la comida en la barra, le tendí un plato y me senté en frente. Sin pensarlo, subí las piernas a la silla y coloqué una rodilla cerca de mi pecho, una costumbre que tengo desde niña.
— ¡¿Pero, qué nadie te enseñó modales?!— Rió por un momento— ¿Qué es eso?— Bajé las piernas inmediatamente.
— Sí, es solo que me gusta hacer las cosas a mi manera cuando puedo.
— No, no lo dije para que las bajaras. Es solo que no pensé que serías así.
— Como dirían en mi país: «esto es lo que hay.»
— Me encanta lo que hay—Terminamos de comer y yo levanté los platos.
— Te toca lavar los trastes amigo, no sé si has oído de la liberación femenina, pero ¿sabes? Eso pasó hace algún tiempo.
— ¡Pero, estoy de invitado! Esta es tu habitación.
— Yo no te invité en primer lugar, tú solo apareces— dije riéndome, disfruto demasiado molestar.
— ¡¿Qué no me invitaste?! ¿Qué pasó con: «David, ven siempre que puedas por favor, voy a estar aquí esperándote desesperadamente»?— dijo imitándome en un tono demasiado gracioso, que por cierto no se parecía en nada a mi. Me reí sin parar.
— ¡Eres un mentiroso! Esas no fueron mis palabras, esas JAMÁS serían mis palabras. Eres demasiado engreído, pensé que todo el engreimiento del mundo se lo había llevado Amado con sus siete balones de oro, pero fíjate, ¡no!
— Está bien, lavaré los trastes, pero tendrás que ayudarme—Cuando llegamos al lavadero le explico qué tiene que hacer y le doy la esponja. Él empieza a fregar y de repente me lanza un montón de agua con jabón.
— ¡Lo siento, M!— repuso con fingido arrepentimiento.
— No créeme, no lo sientes aún— Lo miré con ojos entrecerrados— . Cuando moje tus preciados rizos con jabón de lavar trastes, ¡lo sentirás! como te la pasas:« Ay no me toquen el cabello, no me puedo mojar el cabello, no voy a usar shampoo con sal» — Me burlé, él se carcajeó porque sabía que era verdad y busqué el jabón líquido, lo apunté hacia su cara como si fuese un revólver.
— M, recapacita podemos evitar una tragedia— Levantó las manos en señal de rendición. No aguantábamos la risa.
— ¡Haberlo pensado antes! ahora prepárate para pagar las consecuencias de tus actos.
— No me hagas hacer algo que no quiero— dijo tomando la esponja y haciendo espuma. Lancé el primer chorro muy desviado, seguí lanzándole más de cerca hasta que di en el blanco, pero me atrapó y empezó a estrujarme con la esponja. El jabón estaba por todas partes, no paraba de reír. Me pude zafar y salí corriendo de la cocina, o esa era mi intención, porque olvidé el jabón regado por el suelo y me resbalé sobre mi trasero. Reí aún más fuerte y David llegó a ayudarme a levantar, riéndose de lo lindo también, lo halé hacia abajo y me seguí riendo en su pecho. Estaba teniendo un ataque de risa, había olvidado que me daban.
— Lo siento, no puedo parar de reír, dame un minuto.
— Todos los que necesites.
Cuando logré dejar de estar histérica nos levantamos.
— Creo que deberías ir a ducharte. Eres un fraude lavando trastes, ¡mira el desastre que hiciste!— Esto era divertido, sorprendentemente agradable... Me atrajo hacia si y me quiso besar, pero al primer intento:
— ¡Sabes a jabón! ¡No! Ve a cambiarte y yo limpiaré esto.
— No, nadie irá a ninguna parte. ¡La única que me llenó de jabón fuiste tú!— Me apretó más fuerte, ya estaba sobre la mesa, yo era considerablemente baja así que siempre me subía en algo. Me besó de nuevo y ya no sabía tan jabonoso. Toqué su cabello y me encontré con pegotes de detergente, reí.
— ¿M?
— ¿Si?
— Eres todo lo que he estado esperando, hablo en serio, aún cuando no eres una perita en dulce, no puedo estar más feliz de lo que está pasando.
— David... yo...— Hago silencio y lo beso esperando expresarme mejor así— ¿Por qué?
— ¿Por qué, qué?
— ¿Por qué yo? Hay millones mejores. No soy especialmente bella, ni modelo, ni alta, ni amable (sobre todo nada amable), ni femenina...
— Si lo hubieses sido no estaríamos aquí— Lo abrazo, por poco que esto dure, lo quiero vivir cada segundo.
— M, hay algo... aún no he hablado con Sabrina.
— ¿Qué?
— Llega en dos semanas desde su ciudad y quisiera hablar con ella en persona. No soy de los que dejan por celular.
— ¿Y qué va a pasar si nos ven juntos? Todos van a hablar, de los dos. Y una cosa es en Londres, pero aquí no quiero ser señalada por nadie, ni quiero dañar tu imagen.
— No quiero ponerte en esa situación, si estás de acuerdo puedo venir aquí, pero no saldremos en público, hasta que termine con Sabrina.
— ¿Estás seguro que quieres hacer eso?
— ¿Terminar con ella? Por supuesto.
— Estoy de acuerdo. Voy a relajarme y cooperar — dije pasando mis manos sobre sus hombros.
— ¿Podrías repetir eso por favor?— Lo miré entornando los ojos y el rió.
— Está bien, no repitas nada. Me voy a duchar, vendré en un rato.
(5) look: estilo, apariencia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top