Primera cita

David.

  M enloqueció, nuestras fotos están en todas partes. Vi la entrevista, ella debe de estar desesperada. La extrañaba, pero no podía ceder así, no ahora. Mis redes sociales iban a explotar en cualquier oportunidad. A los pocos días vi otra entrevista, esta en francés. Ella estaba aquí... Básicamente decía lo mismo, pero que por favor nos viéramos, que contestara. Me llamó por la noche y le atendí finalmente, la razón oficial era que quería pedirle que parara ya con la locura.

— ¡David, por fin!

— M, debes parar la locura con las entrevistas.

— Muy bien, lo haré, pero recíbeme en tu casa.

— No creo que sea prudente.

— Demasiado tarde, voy en camino— Llegó y no me sentí lo suficientemente fuerte para dejarla abajo.

— Hola.

— Hola David... ¿cómo estás?

— Bien, gracias a Dios. ¿Qué haces aquí, M?

— Vine a convencerte de que me perdones— dijo y entró en mi departamento—, no sé qué más hacer o decir para que ya dejemos esto atrás— Se acercó y yo no pude alejarme, es evidente que esta mujer me maneja a su antojo. Nunca sabía alejarme, me sentía como de plastilina. Contrario a lo que me esperaba solo tomó mis manos. Y llevó una hasta su cara— Extraño tanto tu tacto.

— Enloqueciste.

— Ya yo estaba loca— Se sonrió y se acercó más—. No voy a dejar de repetirlo hasta que me creas, te amo, Loureiro, te amo muchísimo.

— Pensé que venías a disculparte.

— Bueno, pero no me has dejado hablar. Perdóname mi amor, te prometo que no solo te estoy pidiendo perdón en palabras, voy a mejorar, no voy a dejar que nos separemos otra vez.

— M...— Se colocó aún más cerca y me besó, para ser tan pequeña era demasiado persuasiva, si quisiera apartarla solo tomaría un paso hacia atrás. Pero huele tan bien, extrañaba su aroma y su cabello... Solamente la necesitaba demasiado como para apartarla. Nos besamos con la pasión acumulada de años, si me estaba engañando o no ya no me importaba, perdió sus manos entre mis cabellos y yo bajé la mía por su espalda— No vayas a arruinarlo por favor— susurré contra su oído y ella soltó una carcajada.

— Trataré de no hacerlo— susurró en respuesta y volvió a atrapar mis cabellos, esta vez fui lo suficientemente rápido como para tomar el control de la situación y la tomé de las caderas para hacerla retroceder hasta el sofá, se subió y luego besé el espacio detrás de su oreja, provocando que su piel se erizara, sonreí contra su cuello. Seguí dejando besos mojados en el camino hasta su boca mientras coló sus manos bajo mi suéter, acariciando mi estómago. Conteniendo el verdadero desespero que sentía de querer todo de ella abrí mis labios y esperé por un mágico segundo antes de mezclarlos con los suyos, apreté mis dedos en la parte media de su espalda solo para que M tomara mi cara entre sus manos— ¡te amo tanto, maldita sea!— Soltó entre jadeos, lo que provocó que atacara su boca con más fuerza, sentí todo su cuerpo apretado contra el mío y también cuando sus manos comenzaron a rondar el botón de mi pantalón, ese era un juego al que podíamos jugar dos. Quité su abrigo y su bufanda lanzándolos lejos, tomé el dobladillo de su blusa cuando ella desabotonó por fin mi jean negro, lo hizo con extrema paciencia.

— He soñado con esto tantas veces...— digo haciendo hincapié en cada palabra— no paré de extrañarte ni un solo día...

— Yo tampoco David... me duele solo pensar en que no podemos estar así para siempre— Bajó el cierre de mi pantalón.

— Es suficiente M... no aguanto más, no estoy para previas...— Nos volteamos y caigo sobre el sofá con ella a horcajadas,  estábamos realmente metidos en el momento, en el sabor de nuestros labios, nuestras lenguas reconociéndose, nuestros cuerpos reajustándose, ya yo había tomado la decisión de buscar el condón en la cómoda de mi habitación y al parecer M en realidad no estaba pensando en eso porque se estaba desabrochando los suyos.

— Estoy impaciente...— Jadeó frotándose contra mi— te necesito... estoy harta de las migajas que he tenido de ti, te quiero todo y ahora...— Yo entendía a lo que se refería así que olvidé el condón y bajé mis pantalones lo suficiente, cuando... sonó el timbre.

— ¡Oh que oportuno!— Rodó los ojos y dio pequeños cabezazos sobre mi hombro. Nos compusimos, ella levantó su ropa del suelo, yo acomodé la mía y mis muy evidentes señales de calentura para ir a abrir. Santos, Diana (su esposa) y... Sabrina (esto iba a ser incómodo) estaban detrás de la puerta, entraron y nos saludamos. Pelirroja se veía roja e hinchada por la muy caliente escena que habíamos protagonizado hace algunos segundos y yo estaba algo más despeinado de lo normal, así que lo que había estado pasando era más que evidente para la visita, M se veía algo avergonzada. Al segundo que Santos la vio, me dio una mirada significativa diciendo: lo siento.

Hola M, ¡mucho tiempo sin verte! ¡¿cómo estás mujer!?— preguntó jovial para aligerar el ambiente.

¡Muy bien señor Almeiro! Diana, ¿cómo estás? ¿cómo están los niños?— preguntó M, mucho más entusiasta de lo que me esperaba.

—- Están bien y muy crecidos, tienes que verlos ahora.

— Sarbrina, no nos han presentado antes, mucho gusto, soy María pero llámame M.

Mucho gusto M, disculpa por aparecer así aquí, pero pensamos que David estaría solo y aburrido así que vinimos a secuestrarlo.

No hay razón para disculparse, yo fui la que apareció de la nada. En realidad debo irme, tengo algunas cosas que resolver en Burgundy, entonces pásenla bien chicos, ¡me envían una foto!— dijo pelirroja dejándome atónito. No sabía si esto era una trampa o habíamos peleado de nuevo y esto era pasivo agresivo, estaba confundido.

— ¿Estás segura de que no quieres venir con nosotros? tenemos tanto con que ponernos al día y además eres el alma de la fiesta, ¡vamos!— preguntó Thiago a quien siempre le había gustado M, se llevaban bien.

—  Lo sé Almeiro, créeme, ¡lo sé! pero en verdad debo trabajar, mañana están invitados a Burgundy, va por la casa. Ocho de la noche, ¡no me fallen! ¡va a ser mi mejor servicio para ustedes!

— ¡Me había olvidado que ahora eres una señora distinguida! claro que estaremos ahí. ¿David, te pasa algo?

— ¡Oh no! para nada, solo estaba mirando como se llevan de bien. Sí, mañana estaremos ahí.

Un placer verlos familia Almeiro, Sabrina, cuídense, ¡espero que vayan mañana! ¡Chao!— Acompañé a M a la puerta y ella me dio una sonrisa pícara.

— ¿Me puedes explicar qué pasó?

— ¿Qué pasó de qué?

— Pensé que odiarías a Sabrina aquí.

— Pues debo preguntar: ¿son pareja?

— No, sabes que yo no puedo estar con ella.

— Sí, lo sé. ¿Entonces? No la tengo que odiar solo porque te quiere. A menos que haga cosas arpías, así sí. Pero ella es muy dulce, no voy a arruinarlo ¿recuerdas?

— Entonces, ¿por qué no vas con nosotros?

— Porque ellos ya tenían algo planeado, no quiero incomodar. Ve a pasar el rato precioso, pasaré por Burgundy de verdad y luego iré a casa.

— ¿Es en serio? ¿No va a haber escenas, o gritos, o agresividad después?

— Claro que no Loureiro, yo confío en ti, además eso no importa porque no somos nada ¿o si? No, no me contestes, debemos hablar, me llamas cuando estés listo. Te amo, diviértete— Me besó en la mejilla y me dijo al oído—. No importa que hayan interrumpido, ya tendremos mucho tiempo para eso— Volví a entrar en el departamento y enfrenté la mirada confundida de todos.

— ¿Cuándo volvieron?— Preguntó Santos— lo último que me esperaba era verla aquí. Pensé que ella te detestaba o algo así.

Sinceramente David, ¿de verdad vas a volver con esa mujer que te ha hecho tanto daño? A ti y a tu familia. Parece que pone algo en tu bebida para que estés bajo su influencia— dijo Sabrina enfadada.

Estamos... no hemos vuelto, solo estamos hablando de nuevo.

Entonces volvieron, ¡a mi no me engañas! Espero que esta vez si funcione para ustedes, hermano. De todo corazón.

Sabrina, M no es una mala persona, cuando nosotros la conocimos ella adoraba a David, solo le pegó muy duro lo del bebé— agregó Diana.

Creo que debo irme, me comencé a sentir algo indispuesta... adiós David, pasen buenas noches.

Sabrina, tú sabías que yo la amaba, sabes que aún la amo, nunca te mentí al respecto— Salió sin decir nada más— Fuimos a comer solo los tres al final.


Maria.

Fui a Burgundy a revisar todo el funcionamiento y a ayudar con el servicio. Llegué a casa, cansada y en cuanto me acosté, pensé en cuán absolutamente glorioso había sido el momento que tuvimos en su departamento, ni siquiera habíamos hecho el amor y ya yo estaba perdida de tonta. También en que David tenía razón en no confiar, pero de verdad yo estaba poniéndole empeño al asunto.

  Sé que estoy pareciendo una loca con este cambio de actitud, es solo que, en el momento en que dejó de insistirme, me di cuenta de que no quería que dejara de hacerlo, sí amigos, así de desgraciada soy. Podría decir que voy a cambiar y solucionarlo, pero he tratado antes y no lo he logrado, tarde o temprano hiero a las personas que me aman; no es que no quisiera llevar cosas buenas en vez de malas a los demás, es que mi naturaleza no era esa, podría tardarme años construyendo una salud emocional aceptable y cual alcohólico, en un descuido lo arruinaría todo, por suerte David me amaba como era, si no me había dejado después de esto, no creo que lo haga jamás. Mi madre suele decir «para cada roto hay un descocido», una frase sin sentido si me lo preguntas, pero lo que intenta demostrar es que para cada persona hay otra que la va a querer no importa como sea, porque el amor no tiene que tener sentido, algunas veces los rotos toman ventaja de los descocidos, aprovechándose de saber que ellos siempre estarán ahí, como yo en este caso con David, aunque fuese inconscientemente. Ahora me pregunto, ¿tú, eres un roto o un descocido? 

  Al día siguiente, mientras me vestía para trabajar me llegó un mensaje:

<< Listo para hablar, ¿desayunamos?>>

<< Ok precioso, ¿en dónde?>>

<< Paso por ti, espérame>>

<<Me encantaría saber cómo vas a pasar por mi si no sabes donde me estoy quedando>>

<<La gente de cabello abundante suele tener muchos contactos, preciosa, paso por ti en 20>>

<<Cada día me asustan más tus habilidades detectivescas, te espero abajo. Xoxo>>

  Al cabo de esos veinte minutos me subí en el ahora Mercedes con vidrios tintados.

— ¿Cómo estuvo la salida?

— Bien, sabes como es Santos, Sabrina no fue, no quiso quedarse.

— Debe de estar dolida por encontrarme en tu departamento.

— Yo nunca le di pie para nada.

— Como si eso hiciera falta, tú deberías saber que cuando duele, duele y punto— Llegamos a un café a desayunar y pedimos, la camarera se nos quedó mirando no muy segura de si sabía quiénes eramos, lo bueno de que no todo el mundo sepa de fútbol o gastronomía.

— Entonces...— dijo y luego nos quedamos en silencio por un momento.

— Esto está siendo incómodo— Me reí—, parece que es nuestra primera cita.

— Puede que en realidad sea nuestra primera cita, porque ha pasado mucho tiempo.

— Bueno, siendo así, seré caballerosa y pagaré la cuenta— Nos reímos, logrando romper el hielo—. Me voy a mudar aquí.

— Vaya... bájale a tu tren mujer, esta apenas es la primera salida.

— Lo haré de cualquier manera, comenzaré los arreglos en cuanto regrese. Quiero pasar tiempo contigo.

— Estoy en proceso de asimilarlo M, aún no he olvidado lo que pasó en Londres, no soy tonto.

— Lo sé, por eso estoy haciendo este acto de fe de mudarme acá, es mi oferta de alto al fuego.

— Quisiera decirte que me vale madres y que no quiero que hagas eso, es lo que te mereces, pero no tengo los pantalones bien puestos, no cuando se trata de ti.

— Qué bueno que no los tengas bien puestos, así será más fácil quitártelos— dije sonriendo maliciosamente y la camarera, que había escuchado (e increíblemente entendido, por su cara) intentó ocultar su sonrisa al preguntarnos si deseábamos algo más.

No, gracias, solo la cuenta por favor.

Disculpa, tú saliste en ese programa de televisión ¿no es cierto? Eres la que estaba tratando de reconciliarse con el futbolista— «Ah... aquí íbamos...»

Sí, soy yo. Y felicitaciones por tu conocimiento del castellano— La chica se sonrojó.

Qué bueno que pudieron arreglar sus problemas, ¿me puedo hacer una foto con ustedes?

Claro— La tomó y nos fuimos lo más rápido posible, antes de que llegaran otras personas a pedir lo mismo. David me llevó hasta el restaurante.

Te veo en la noche, precioso.

Espero con ansias, preciosa.

¡Hola de nuevo montón de rotas y descocidas, gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top