Negocios del pasado
David.
Terminamos de comer y fuimos a la disco del hotel. Todos estaban ahí así que estaba abarrotado. Conseguimos una mesa y Diana arrastró a Santos a la pista de baile.
— ¿Qué haces?
— ¿Qué hago de qué?
— ¿Qué haces que no te mueves a la pista David?— Fui con ella y todo estaría bien mientras fuesen ritmos que pudiese bailar. Teníamos un rato cuando cambiaron la música a salsa y la mayoría de las personas se dispersaron. M estaba extática por lanzarse a la pista, entonces me tomaba de las manos y hacía como si yo estuviese bailando con ella, en eso estábamos cuando mi amigo Alejandro se acercó, erróneamente creí, a saludar.
— ¡David Loureiro! ¿cómo estas?
— ¡Muy bien hermano!
— Vine a preguntarle a tu esposa si quería bailar conmigo, veo que sabe bailar salsa y a Dani no se le da.
— Claro, ¡vamos!— dijo M.
— Espero que no te moleste viejo.
«No, ¿cómo va a molestarme que te lleves a mi mujer así? ¡Para nada!»
— No hay problema, diviértanse— Acapararon la atención de todos porque bailaban verdaderamente bien, tanto que hicieron desaparecer a los que estaban intentándolo y fallando épicamente. Me estaba pareciendo a M, pero no podía dejar de pensar que era absurdo que no cambiaran el ritmo, ¿qué pasaba con el DJ?
Finalmente lo cambiaron y se separaron, M venía con una sonrisa gigante.
— ¡Extrañaba tanto la salsa!
— Te ves contentísima...
— Alejandro es una persona muy amable.
— Si... ¿quieres algo? Voy a la barra.
— Agua, por favor— No sé por qué, pero me sentía molesto por todo lo de Alejandro. Cuando volví M estaba sentada hablando con Diana y con Dani, quien no parecía afectada en absoluto, así que yo debía estar exagerando. A las tres de la madrugada subimos a la habitación.
— Estás molesto... porque bailé con Alejandro.
— No amor.
— Claro que sí, ¿para qué me mientes?— Se sentó en frente de mi y tomó mi mano.
— Porque sé que es absurdo.
— Realmente sí, porque no creo que tú pienses que me iría con el primero que pase. Sé que sabes que te amo y ya que estamos aquí, a las tres de la mañana, con el maquillaje corrido y los zapatos en la mano aprovecho para decirte que no te amo solo con palabras, creo que jamás te lo he dicho pero lo que siento por ti es tan profundo que a veces pienso que me matará, te amo como a un esposo, me preocupo por ti como mi mejor amigo y te cuido como a un hermano, ahora imagínate todos esos sentimientos juntos en una mezcla que me golpea todos los días del mundo y eso no va a cambiar, ni mañana, ni después, no sé cómo te sientas tú, no es algo relevante, porque voy a amarte estés o no conmigo, me hace sentir mejor persona el simple hecho de que existas.
» Como sea que me necesites como amiga, amante, hermana, ahí voy a estar siempre. No estoy temiendo ser cursi porque esta es mi realidad, estoy segura de quiero ofrecerte mi presente y hacer contigo mi futuro, no me lo imagino de otra forma. No estoy diciéndote que amo tus rulos o que tienes una sonrisa o un cuerpo perfecto, tienes todo eso, pero yo adoro tus cosas buenas y también las malas, adoro a la persona que se levanta todos los días en mi cama y se tapa la cabeza con la sábana porque no quiere despertar, al que no puede estar cerca de un niño porque se vuelve uno de ellos, al que ama a su familia y vela por ella, al que siempre se la jugó por mi, al que no le gustan las aceitunas, al que sé que tiene miedos, como fallarle a tu equipo y a tu familia, a que no podamos tener hijos, a decepcionar a tus fanáticos; sé que le temes a la soledad, pero acojo esos miedos como míos también, para que no sientas la carga tan pesada. No estoy enamorada de David Loureiro el jugador, tú eres mucho más que eso... y aunque no la comparta, admiro tu fe, requiere demasiado valor y fuerza mantenerla. Eso te hace el hombre grandioso que me hizo amarlo, porque no estoy enamorada de ti, mi enamoramiento pasó, esto está más allá, no sé cómo explicarlo pero lo está, así que cada vez que te diga: «te amo», en realidad estoy diciendo todo lo anterior. Creo que este ha sido el discurso más largo de mi vida...— Me dejó sin respuesta, todo en su cara me decía que en realidad estaba sintiendo cada frase. Son las palabras más sinceras, pero al mismo tiempo más bonitas que me ha dicho.
— M, eso fue hermoso...
— Sí y duré como una hora hablando, casi son las cuatro— rió—, era solo mi verdad David, quería que la supieras. ¡Eres el maldito amor de mi maldita vida!
— Y ahí estás siendo tú otra vez, no maldigas Emsosita— Besé su coronilla—. Valió cada segundo, nada que diga ahora se podrá comparar... no sé por qué, pero tus palabras cursis me pusieron caliente, ¡así que ven acá!— La cargué hasta la cama y comencé a desvestirla, nunca tendría suficiente. Sabes que no tienes remedio posible en la vida cuando escuchar a la mujer que amas diciendo tu nombre sin parar, te hace estar en el cielo, en sus labios y en esta situación, era como si mi nombre en realidad era una bendición tras otra.
— ¿David?
— ¿Si?
— Eso estuvo sensacional... tendré que decirte palabras bonitas más a menudo— dijo aún con los ojos cerrados. Quise responderle, pero cuando miré su rostro, ya había caído dormida, besé sus labios entreabiertos, delineé el perfil de su ceja y nariz con mi índice, para finalmente recostarme sobre su pecho. A estas alturas no sé que haría sin ella.
Maria.
Más tarde esa mañana David me despertó para desayunar y reunirnos con los Almeiros y los otros amigos de David a hacer un tour por la ciudad.
— Despierta belleza, ya podremos dormir en el avión de regreso— Como siempre, mi lado racional sabía que levantarse no podía ser tan difícil pero el lado al que le gustaba la cama ni hablar. Murmuré cosas sin sentido e hice un capullo con el edredón.
— M vamos, se hace tarde y si no te levantas te irás sin desayunar.
— ¿Por qué?... estas son vacaciones, se llaman así por una razón...— Volví a taparme la cabeza, para luego sentir su mano alrededor de mi pie halándome fuera de la cama. Me dejé arrastrar fuera porque este señor no iba a parar, sin dirigirle la palabra, porque me dolía la cabeza, fui al baño y luego tomé una aspirina.
— Pide café con el desayuno, por favor.
— Ya pedí amor... no lo hice por ti porque sé como eres. Llama, lo traerán rápido.
— Estamos teniendo sexo espectacular aquí, no es que antes no fuese bueno ¡pero tienes que aceptarlo!— dije caminando a la pantalla inteligente para pedir el servicio a la habitación.
— No me lo recuerdes o tendré que dejar la comida y llevarte al cuarto, lo cual no quiero hacer porque tengo mucha hambre.
— Yo también, estoy hambrienta— Me senté en su regazo para tomar algo de su plato.
— ¿No crees que sería genial que Davidcito saliera de Las Bahamas? Es como nuestra luna de miel M, ya deja esas pastillas...
— Mmm... no David, no estoy lista para dejarlas— Mentí, ya las había dejado hace un mes, aunque sin resultado alguno.
...
Pasamos un día excelente luego de que el café me volvió a la vida, Las Bahamas eran un sueño. Llegamos a una playa espectacular y lo digo en serio porque normalmente las odio. Decidimos jugar voleibol un rato, cuando David se sacó la camisa carraspeé...
— ¿Qué está mal?
— No nada, que jamás me acostumbraré a que tengas un cuerpo absolutamente perfecto— Rió fuerte y me tomó de la mano. Yo estaba en shorts y top pero no me los quería quitar porque este era un lugar demasiado grande para que me vieran semi desnuda, mi plan era sentarme en la orilla y admirar el paisaje, por supuesto, nuestros planes nunca están de acuerdo.
— M vamos a bañarnos, todos están en dentro.
— Voy en un segundo, adelántate.
— Si no vienes en cinco minutos vendré por ti y no sera bonito.
— Anda Loureiro y deja tus amenazas al fin y al cabo nunca las cumples, ya voy, de verdad— Me dirigí a mi bolso de playa y me puse un vestido de maya sobre el traje de baño, así no tendría que sentirme desnuda. Ahora si estaba lista para la playa.
— ¿Estás de broma? ¿cuántos años tienes? ¿Cincuenta?— preguntó Santos riendo.
— Déjenme en paz, todos ustedes. ¡No quiero quiero oír otra palabra al respecto!— Después de la playa fuimos a una calle con artesanías y recuerdos de los cuales creo me excedí un poco. Santos nos grabó a David y a mi peleando por un gorro rastafari.
— ¡No David! Yo lo vi primero, ¡déjalo! No podemos comprar dos iguales, ¡no somos gemelos!
— M, ¡yo soy el famoso por los gorros! ¡Suéltalo!— Se estaba riendo pero yo no, en verdad lo quería.
— ¿Están viendo? Es un malcriado, tiene todos los gorros del mundo, usa dos nada más ¡y quiere justamente este!— dije a la cámara de Santos.
— Es verdad, ¡solo usa dos!— dijo este riendo.
— Suéltalo— Como se estaba zafando de mi me fui por detrás y salté a su espalda, traté de alcanzar el gorro, pero fue inútil. Me llevó a caballo mientras pagaba por él y la dueña del puestito entendiendo nuestra discusión me regaló un gorro parecido pero mucho más original, le agradecí profundamente y me carcajeé tanto que tuve que pararme a tomar aire y agacharme sobre mis talones. Todos estaban contagiados con mi risa. Me coloqué el sombrero quitándome las lágrimas que se me habían salido. La cara de David era de: «Claro... si, qué bien, divertidísimo».
— Eso es lo que te pasa cuando eres egoísta, ¡Toma!— dije e hice movimientos con mis manos como si fuese rapera. Todos rieron aun más y Santos cortó la grabación.
— ¡Yo iba a regalártelo! No estaba siendo egoísta.
— Claro, ahora puedes decir muchas cosas...— Por la noche había un torneo de karaoke, me inscribí pero la verdad no cantaba ni el cumpleaños. Como llegamos cansados de todo un día de playa y lugares históricos me coloqué ropa cómoda para ir, nada de cosas apretadas, tacones o maquillaje. Ya el sol me había dado un rubor natural y mi cabello tenía aspecto playero con ondas, me coloqué shorts y una blusa de tirantes con perlas holgada, sandalias y listo. Si no les gustaba, mal por ellos.
— Te ves distinta— me dijo David cuando salí a la sala.
— ¿Distinta mal o distinta bien?
— Distinta bien, estos días aquí te están cayendo de maravilla, pareces feliz.
— Estoy feliz— dije sonriendo ampliamente—, estoy en Las Bahamas con el amor de mi vida, ¡no sé qué más se puede pedir!
— Yo también estoy feliz, me encanta que sonrías así, me encanta cuando te ríes hasta llorar como hoy.
— Algunas veces hay que reír hasta llorar, ahora, ¡vamos! ¿Estás seguro que no quieres cantar? Podemos ser el dueto de la noche.
— Mis ganas de hacer el ridículo no llegan tan lejos.
— Sí, si llegan, a mi no me engañas, ¡solo que no hoy!— Llegamos al salón y nos sentamos cerca del escenario con Santos y Diana, quienes en verdad se estaban volviendo mis amigos. Silvano y su esposa tuvieron que quedarse en la habitación pues su hija enfermó. Tomaron algunos tragos y yo, pues tomé jugo, porque no bebo, hasta que empezaron a pasar al escenario. La dinámica consistía en pulsar un botón en una pantalla led y esta lanzaba una canción al azar, detrás había una gran proyección de la letra y las entonaciones que debías lograr, eran dúos así que tú eras de un color y tu contrincante de otro, cantabas cuando aparecía tu color en las letras, el más «entonado» pasaba de ronda.
Me llamaron y mi contrincante era una chica esposa de un jugador italiano. Pulsó el botón y nuestra canción era muy conocida por la parte de rap, como coincidencia una de mis canciones favoritas.
— El azul es el del rap, así que podemos llamar a un hombre para hacerlo— dijo el presentador. Él no sabe lo que acaba de hacer.
— No, en realidad creo que lo puedo manejar.
— ¿Está segura señorita?
— ¡Totalmente!
— Le advierto que es la parte rápida.
— Está bien, de verdad, de todas formas tengo la letra detrás— dije amable, él no podía saber que es una de las canciones que más escucho. Comenzó y la chica hizo como pudo el coro, no sabía muy bien inglés. Cuando vino mi parte en realidad no tenía que mirar atrás, me sabía la canción al pie de la letra.
Todos enloquecieron en verdad, comenzaron a animarme y yo tuve que ponerle personalidad al asunto, cuando le tocó cantar a la chica de nuevo vi las caras sorprendidas de mis acompañantes; Santos, se reía sin parar. Cuando terminó la canción, evidentemente gané y todos los de mi mesa se levantaron a celebrar. En general aplaudieron mi valentía, me bajé del escenario a esperar mi otra ronda.
— ¡¿Quién se hubiese imaginado que estábamos saliendo con la mismísima Nicki Minaj?!— dijo Santos riendo.
— Sí amor, no sabía eso de ti. Ahora entiendo de donde viene todo ese estilo con tu ropa de gimnasio— Me reí y abracé a David por un costado. Vimos pasar a todos y cada uno de los futbolistas haciendo el ridículo de sus vidas, ya no podía reírme más. Volvieron a llamarme, me tocó cantar algunas canciones tristes, todas me las sabía, la verdad es que estaba ganando por mi melomanía congénita.
— ¿Estás seguro que tienes a esta mujer feliz Loureiro? porque escucha música demasiado deprimente, me sorprende que no haya tomado un bote de píldoras aún— Bromeó Santos cuando fui por algo de tomar a la mesa.
— Estoy seguro, es solo que es una reinita del drama.
— ¡Oh! se me olvidaba, ¡tienes razón!
— ¡Paren de hablar porquería de mi! ¡voy a ganar esto de una vez compañeros!— Cuando la pantalla mostró el nombre de la siguiente canción, sonreí sin poder evitarlo.
— Antes de empezar quiero dedicar esto al amor de mi vida. ¡Sé que esta canción te encanta, amor!— David me miró con devoción desde la mesa y lanzó un beso en mi dirección. Comenzó a sonar la canción que siempre me había dedicado. Nuestra canción si tuviésemos una...
Pude haber ganado, pero la semifinal me tocó con nada más y nada menos que con la cantante del momento que resultaba pareja de uno de los defensas mas adinerados de España, eso ni siquiera era justo.
— Siempre vas a ser la ganadora para mi, preciosa. Estuviste excelente y gracias por la canción, eso fue hermoso— dijo David besándome en la frente. Fui al baño y de regreso me topé con Schulze.
— ¡Hola! gran noche, ¡te acabo de ver haciéndolo genial en el karaoke!
— Hola Ansel, eso fue divertido la verdad.
— ¿Sabes? quiero compensarte por como te traté antes, me preguntaba si quieres venir a tomar un café conmigo y mi esposa mañana antes de irnos... David puede venir también, pero oí que su equipo se va a reunir muy temprano a entrenar porque tienen partido esta semana.
En realidad no sabía nada de esa práctica — Oh si, el me dijo algo de eso, pero ¿no crees que va a ser algo extraño? en realidad nunca hablamos... ya sabes, como gente civilizada.
— Exacto, quiero que sepas que ese no soy yo, era muy inmaduro en esa época y mi esposa estará ahí, ella es un amor.
— Bueno está bien... iré.
— Podemos reunirnos en el café que está detrás del hotel, ¿sabes cómo llegar?
— Sí, solo dime la hora.
— ¿Nueve de la mañana está bien?
— Nueve será.
— Te veo allá, que estés bien...
— Igual— Volví con con David y después de un rato subimos a la habitación exhaustos.
— ¿Amor? ¿Mañana tienen entrenamiento?— pregunté cuando ya nos habíamos acostado, él me abrazaba desde la espalda.
— Sí preciosa, olvidé decírtelo, pero hay juego esta semana y tenemos que estar listos. Necesito dormir un poco.
— Descansa princeso.
— ¿Princeso? Te estás superando en apodos horribles.
— Lo hago porque te adoro— Dormimos profundamente, estábamos muy cansados, no sé bien qué hora era cuando ruloso se removió en la cama despertándome a medias, me apreté contra él pasando una pierna sobre su cintura.
— No... no te vayas... eres mi peluche para abrazar en las noches...— lloriqueé con voz ronca.
— Preciosa tengo que trabajar, yo quisiera quedarme pero no se puede mi amor... — Puso un beso en mi coronilla y se iba a levantar, pero lo retuve. Me besó esta vez en los labios— M ya, no me hagas quedarme aquí o tendré que darte una lección y sabes que soy muy bueno dándolas...
— Estoy malcriada...— repuse sonriendo y quejándome de nuevo, lo apreté.
— Te amo Emsosa malcriadita, te amo tanto... Te veo ahora mi amor, duerme mucho hasta que vuelva.
— Beijo— pedí en portugués e hice morro con los labios. Seguía con los ojos cerrados cuando gentilmente presionó sus labios contra los míos—. Te amo precioso, mucho cuidado, que tengas lindo día...— Desperté a las ocho y ya el ruloso no estaba, me duché para dirigirme al café con Schulze y su esposa. Tenía tantas cosas negativas en mi vida que liberarme de una de ellas me hacía sentir mas ligera, quería hacer esto por David también, por ser mejor para él. Cuando me aproximaba al lugar de la cita Ansel, casualmente apareció detrás de mi.
— ¡Hey M!
— Hola, ¿por qué te detienes aquí? ¿estás esperando a tu esposa?)
— No— Me tomó del brazo y me guió hacia un pasillo.
— ¡¿Qué haces!? ¡¿A dónde me llevas?!— Abrió una puerta que daba a un depósito de artículos de limpieza. Estaba halándome demasiado fuerte, me adentró en el cuarto y cerró la puerta, esto no pintaba nada bien— ¡¿qué hacemos aquí?! ¡déjame ir!
— Estamos aquí para terminar unos asuntos pendientes de nuestro pasado— Me hice hacia atrás, no quería dar crédito a sus palabras.
— ¿Qué asuntos, de qué hablas?— Dio un paso hacia mi y yo di otro atrás.
— Nunca me quisiste por las buenas, tendré que enseñarte lo que es un verdadero hombre, en el fondo quieres esto también y lo sabes— Se abalanzó contra mi apresando mis brazos y besando mi cuello, sentía que iba a vomitar.
— No, Ansel, las cosas no tienen que ser así... puedo hacerlo por mi voluntad no tienes que obligarme, solo que no aquí— Estaba tratando de ganar tiempo y pensar en algo. Traté de presionar mi celular contra mi trasero para que se marcara, pero era un azar del que no podía saber el resultado. Mientras tanto el desgraciado seguía besando mi cuello y manoseándome por todas partes—. Podemos tener algo mejor que un almacén.
— Pensé que no cooperarías. En ese caso déjame llamar y pedir otra habitación aquí— Cuando sacó su celular corrí con fuerzas hacia la puerta, pero me alcanzó tomándome por la cintura y empujándome contra un estante, golpeó mi cabeza contra el metal, chillé con sorpresa.
— ¿Piensas que soy un imbécil? esto va a pasar ¡porque te voy a tener no importa el costo!
— ¡David te va a matar! ¡y vas a ir a la cárcel! ¡no lo hagas!— Intentó agarrarme por la cintura pero no me dejé, arañé y pataleé como una loca a lo que él me respondió con un golpe tan fuerte que me dejó tumbada en el piso. El aturdimiento le dio tiempo para subirse encima de mi y aprisionar mis piernas.
— ¡AYUDA, AYUDA! ¡POR FAVOR! ¡AYUDA!— Me golpeó una vez más y esta vez sentí sangre en mi nariz, se me salieron las lágrimas del dolor, no pude asimilar ese porque ya otro golpe con su mano cerrada estaba viniendo, me quería débil y aturdida, pero él no iba a hacerme nada sin que yo diera la batalla, ¡no! ¡Antes muerta! Preferiría que me matara...
Traté con cada gota de fuerza que tuve de arañarlo, golpearlo o sacármelo de encima pero no podía, era demasiado fuerte. Rasgó mi blusa, mi brassiere y me lastimó bajándome los jeans. Grité por ayuda hasta que se me acabó la voz.
— Nadie iba a venir igual dulzura... pagué a los vigilantes para que no vieran ni oyeran nada en toda esta área— Golpeé su entrepierna como pude y me arrastré fuera de su alcance, pero no por mucho. Esta vez el golpe me lo dio en el estómago pateándome con fuerza, así que perdí el aire y ahora si quiso entrar en mi por la fuerza, lo logró y cada embestida era más dolorosa que la anterior, en este punto no lo soportaba más... quería que me matara, así que lo provocaría. Le pegué en la cara con todas mis fuerzas, pero él ya no estaba concentrado si no en tocarme o penetrarme asquerosamente... grité de dolor cuando sentí como si algo se rompió en mi entrepierna. Tal vez los golpes que me había dado en la cabeza eran suficientes para matarme, porque me sentía a punto de dejarme ir, y lo hice porque solo así terminaría esta agonía...
...
Desperté maldiciendo no haber muerto, pero no creía que durara mucho... podía sentir la sangre en mi cara y no sentía casi las piernas, el dolor era aún peor, sentí otra patada en mi brazo derecho. Escuché como el maldito dijo al irse:
— Tengo tu número telefónico, no hemos terminado aún, dulzura—. Se fue y todo lo que podía pensar era en David... En las cosas que no hicimos... los hijos que no tuvimos, el tiempo que nos faltó. Al menos él había sabido que yo lo amaba... eso me dejaba algo de paz...
— David... mi amor... lo siento tanto... David...— susurré. Solo quisiera ver su rostro... No tenía ni fuerzas para pensar ya, así que haciendo un esfuerzo sobrehumano me arrastré hasta mi celular y llamé a Santos.
— ¿Santos?... estoy en un depósito de limpieza... ven... ven solo...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top