Las familias.

David.

La familia de M fue mucho más calurosa de lo que me esperaba. No voy a negar que estaba nervioso, algo podía salir mal o podían no tomar bien el embarazo, pero fueron muy comprensivos.

  Ahí viene M del baño, tiene el ceño fruncido, me causa mucha risa porque ella debe de pensar que se ve amenazadora y no es así, es demasiado tierno. M, siempre esta de ceño fruncido, solo tienes que diferenciar cuando es ceño bien o ceño mal. Viene con la toalla sostenida sobre su pecho y el cabello rojo oscuro ahora, mojado.

— Olvidé mi pijama, ¡ahora me estoy congelando!— dice mientras busca en la maleta dando saltitos.

— Apúrate, tienes toda la eternidad en el baño, vístete aquí preciosa. Me toca bañarme.

— Puedo ayudarte si necesitas, digo esta no es una ducha como las de los hoteles donde sueles quedarte, pero nunca se sabe— me dijo con cara pícara—, creo que te he extrañado estos días en casa de mis padres.

— Creo que podría necesitar ayuda, es verdad— le respondí y la abracé, anteriormente no me había sentido nunca como me sentía respecto a M, no podía evitar querer tener relaciones con ella, aún cuando sabía que estaba mal porque no era mi esposa. Pero en el fondo me calmaba a mi mismo diciéndome que al final igual lo sería, no iba a cambiarla por nadie. Dejó caer la toalla buscando besarme, pero la aparté para mirarla. Se sonrojó, pegándose a mi para taparse.

— ¿Por qué me miras así? No lo hagas, me intimidas.

— Solo te miraba porque eres hermosa... no tienes que esconderte, M. Yo amo todo de ti.

— Tú puedes amarlo, Rizos, pero yo no amo todo de mi, tengo barriga— dijo bajando la cara.

— Claro que tienes barriga, una de dos meses de embarazo, preciosa— En realidad exageraba demasiado, casi ni se le notaba. Solo que el cuerpo de M pre-embarazo era totalmente tonificado, con cada cosa donde debería estar—. Amor, ni siquiera se nota tanto y prepárate ¡porque va a crecer más!

— Yo sé pero por eso, no me veas— Me cubrió los ojos con las manos.

— M, no te comportes como una niña, ya vas a ser madre, ¡por favor!— dije riéndome.

— así que... ¿conque una niña?— dijo y empezó a besarme, lento, sin apuros, ella siempre tomaba la iniciativa y eso me gustaba. Movía su lengua despacio acariciando la mía y lentamente mordió mi labio inferior, succionándolo, jadeé con deseo porque estaba provocándome como siempre lo hacía y yo caía rendido. Retrocedimos hasta la cama y me senté con ella encima, pensé que iba a sacar mi camiseta, pero no lo hizo, siguió besándome y provocándome, cuando de repente se separó:

— Es una lastima que sea una niña...— repuso fingiendo pena y recogiendo la toalla del suelo.

— ¡No M! ¿A dónde vas? No me vas a dejar así amor, ¡lo dije en broma!

  Entró en el baño sin hacerme caso. La seguí y le quité la toalla a la fuerza, en realidad sabía que se dejaría. Entonces, ya no se resistió más...

 Tomamos el vuelo temprano en la mañana, hicimos escala y almorzamos, para la noche ya estábamos llegando. Nos quedamos de nuevo en un hotel y para el medio día estábamos aparcando en mi casa. Era tan bueno estar de vuelta, extrañaba tanto mi familia. Hasta el olor era diferente, lo amaba. Agradecí a Dios por el hermoso día y mire a M.

— ¿Lista?

— No David... tengo un mal presentimiento, no estoy para nada lista.

— M, estará bien, ya vas a ver que todos te querrán, vamos, anímate preciosa— Había hablado con mi mamá y parecía entender, ella era el reto pues papá era muy comprensivo. Sin terminar de bajarnos del auto, ya mamá y Bella estaban saliendo de la casa.

— ¡David, hijo! ¡Gracias a dios que llegaste! ¿Cómo estas? ¿Cómo estuvo el vuelo?

— ¡Hermanito! ¡Bello como siempre!— me dijeron en portugués.

Estamos bien mamá, el vuelo normal como siempre. Quiero que conozcan a Maria, M, esta es mi mamá Nina y mi hermana Arabella. Mamá, Bella, ella es Maria pero llámenla M— respondí en inglés para que M pudiese entender.

Un placer conocerla Sra. Nina, Arabella, estoy muy feliz de estar aquí— dijo M, con el tono mas amable que le había escuchado jamás, ni siquiera cuando decía que me amaba.

Mucho gusto...— dijeron y estrecharon su mano, incómodas a todas luces.

Vamos adentro— propuse para romper la incomodidad, ya podía ver que esto no sería fácil.

María.

Entramos en la casa que era gigante debo decir, pero supe inmediatamente que ninguna de las dos me quería, es más estaba segura que me detestaban. A ratos hablaban en portugués y yo no entendía nada.

— Mamá, M es bailarina, cocinera e intelectual, pueden cocinar juntas y conocerse mejor.

Olvidé que ella era una de las bailarinas del mundial. ¿Sabías que bailar así hace a los hombres creer que pueden tratarte como a una ramera?

Mamá...—  dijo David como una advertencia.

—  No, solo lo digo porque tal vez ella no sabe lo que hace ¿Eres cristiana o católica?

No señora... no hablo acerca de mis creencias.

Entonces no eres ni una cosa ni la otra...— Esto hasta ahora estaba siendo una pesadilla.

David...—  murmuré bajito—  quiero irme a nuestra habitación...

Mamá creo que eso fue algo grosero, voy a mostrarle a M nuestra habitación, ella está cansada.

¿«Nuestra»? No David, bajo ninguna circunstancia van a dormir en la misma habitación— En medio del dilema llegó el papá de David con su sobrino. Se saludaron y me presentó.

Mamá, papá, Bella, M y yo estamos comprometidos. Ella es el amor de mi vida, espero que la traten como tal.

— ¿No crees que esa es una decisión apresurada?)

— Para nada mamá, de verdad la amo).

Igual no pueden dormir en la misma habitación.

Madre...

Creo que estará bien David, ¿puedes enseñarme mi habitación?

— ¿Cuál es la suya?

— La que está al final del pasillo— David me condujo hasta la habitación y me pidió perdón por lo sucedido.

— M, mis padres son personas geniales, ya lo verás— Hice una cara irónica de: «¡Claro! Volaremos sobre pegasos de colores...»

— Te lo dije David... me detestan. Es evidente que están en ese plan por Sabrina. No quiero salir de nuevo allí.

— M, las cosas mejorarán. Te lo prometo.

— No no estarán bien, tengo muchas ganas de comer tomate con sal, qué se supone que le dirás a ellos como excusa de que quiero comer eso... por favor, tráelo para mi— Hice cara de súplica e inconscientemente llevé una mano a mi vientre, ya yo tenía ganas de llorar hacía rato, pero justo ahora no pude resistirlo más.

— Ay preciosa no llores por eso... no hay que llorar por un tomate con sal, ya lo traeré,  inventaré cualquier cosa, estás tan embarazada mi amor... mi bebé siempre va a tener  todo lo que necesite, tenlo por seguro, por más raro que sea— Se rió y me abrazó. Para mi no tenía nada de gracioso, me siento deprimida, luego iracunda, luego sentimental, claro pero él ni se enteraba.

Al día siguiente fuimos a una especie de balneario, no sé si era una playa o no. Me senté en el borde de la lancha de los Loureiro a mirar cómo jugaban y cómo David cargaba a su sobrino, se veía como un padre. Me sentía bastante fuera de lugar, toda la familia estaba en lo suyo, aparte de que se tomaba fotos cada cinco segundos con todos los fans de la playa.

— ¿Cómo estás preciosa?— dijo sentándose a mi lado y pasando su abrazo a mi alrededor, yo me recosté sobre su pecho, me sentía (qué raro) deprimida, sola, pero también entendía que él no podía estar pegado a mis faldas por siempre.

— Bien amor, viendo el paisaje, muy bonito.

— Te veo triste. Parece que no quieres estar aquí.

— El embarazo me pone un poco sentimental, no es nada— Apretó los brazos agitándome hacia los lados, sonreí.

— Si quieres irte, nos iremos. No quiero obligarte a nada que no quieras hacer M, al menos no sin absoluta necesidad. Aunque te prometo que toda esta situación mejorará, ahora porque todos nos estamos acostumbrando, pero puedes imaginarte esta misma escena con nuestro bebé dando vueltas por aquí, imaginemos que es niño, un niñito rizado y gordito. Todos querrían tenerlo en brazos, estaríamos al pendiente de que no se acerque mucho al agua solo, y nos bañaríamos los tres ahí— Me señaló un punto en el agua—. Yo le haría cosquillas sin parar y él reiría mucho, junto contigo... mis papás lo amarán M, toda mi familia lo hará... ¿Si lo puedes ver?

— No  me quiero ir mi vida, estamos bien. Y sí lo puedo ver, puedo ver como yo voy a estar muy ocupada cuidando de dos niños a la vez— Traté de aligerar el ambiente, necesitaba hacerlo.

...

La actividad del día siguiente fue en el campo, cerca de la casa de David. Tenía rato sentada en el césped cuando veo que llega nada más y nada menos que: Sabrina.

— Sabrinha preciosa, ¡pudiste llegar!— dijo la Sra. Nina en el portugués que pude entender.

— Sra. Regina ¿cómo está?

  Siguieron conversando y cuando David apareció a la vista ella fue a saludarlo efusivamente, demasiado efusivamente. Esto era el colmo del insulto, me levanté y me dirigí al guardaespaldas de David:

— Necesito que me lleve a la casa, por favor.

— Tengo ordenes del señor Loureiro de no moverme de aquí.

— Bien, caminaré.

— No Señora, está bien, la llevaré— Caminando hacia la camioneta me crucé con Bella:

— ¿A dónde vas?

A la casa, no me siento bien, no preocupes a David, solo necesito descansar un poco.

Bien.

Seguí mi camino, llegué a la casa y me acosté. Hoy había sido demasiado humillante.

David.

En portugués.

— Sabrina de verdad, discúlpame, pero vine con mi prometida y no la veo, voy a buscarla.

— Lo siento, tu mamá me invitó y pensé que vendrías solo. Si hubiese sabido te evito el mal rato. Será mejor que me vaya, entonces.

— Me disculpo yo también por mi mamá, no debió ponerte en esta situación.

— Tranquilo, felicidades por tu compromiso...— Sabrina se fue y empecé a buscar a M, pero no la veía por ninguna parte. Vi a mamá y la abordé:

— ¿Has visto a M? Me pareció muy de mal gusto que invitaras a Sabrina, tanto para ella como para nosotros.

— Sabrinha es como de la familia David. Tenía que invitarla.

— Mamá no voy a volver con ella, me voy a casar con M, deberías aceptarla porque eso no cambiará.

— Si esa muchacha fuera buena para ti no me hablarías de esta manera, estás totalmente cambiado David.

  No iba a discutir con mi madre, así que decidí irme a buscar a M, como no la conseguí en el campo, supuse que había vuelto a la casa. La conseguí en su habitación, arropada, haciendo zapping en la televisión.

En español.

— M, mi amor... discúlpame y a mi mamá, debes darle tiempo.

— Yo sabía que esto pasaría David, no estoy sorprendida, me siento más bien humillada, deberías volver y atender la visita, que evidentemente es más importante para todos que tu novia embarazada. ¡Ah! ¡Verdad que ellos no lo saben! Ahora me pregunto cómo vamos a decírselo ¡si ya de entrada no me toleran!

— Calma amor, yo buscaré la manera, ellos no le darán la espalda a un hijo mío, preciosa— Intenté abrazarla pero se resistió.

— Estoy molesta, cansada, humillada y triste. Es por nuestro bien que no debemos estar juntos ahora, porque te amo, te pido que vuelvas a tu reunión— M, siempre se encerraba en sí misma cuando había problemas, yo quería estar ahí para apoyarla y cuidarla pero ella no me lo permitía.

— Está bien M, volveré en un rato, te amo, los amo a los dos...— Salí de la habitación inseguro de dejarla. Ella no debería estar sola ahora, no tiene a mas nadie aquí que a mi.

— M no me iré, me voy a quedar aquí a tu lado mirando la televisión, si no quieres hablar no hablaremos hasta que estés lista.

— ¿No lo entiendes verdad? ¡Si te quedas aquí tu familia solo me rechazará más! Porque: «te estoy apartando de ellos», haz esto por mi por favor. Yo no tengo ánimos de ir allá otra vez.

— Me voy a ir, pero lo hago por ti M, porque así lo quieres. No porque yo me quiera ir.

— Yo sé amor, yo lo sé— Llegué de nuevo al campo en unos cinco minutos y me encontré con papá.

Portugués.

— David hijo, ¿dónde estabas?, todos andaban buscándote.

— Estaba con M, se sintió indispuesta y la dejé durmiendo.

— Discutieron, ¿verdad?

— Sí papá, pero fue por un altercado con mi mamá, tú sabes que invitó a Sabrina.

— Hijo, mira todos los problemas que hay y no han pasado tres días, ¿no crees que esto está pasando por algo? ¿No crees que Dios esta tratando de hablarte?

— Yo la amo, no y escúchame bien, porque parece que ninguno en la casa me ha entendido: ¡no la voy a dejar! Es la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida, ustedes son los que no pueden aceptarlo. El problema no es ella. Ojalá Dios nos ilumine a todos, porque esto está siendo muy difícil para mi...

— Si estás seguro, yo no voy a limitarte para nada, ya eres un hombre hecho y derecho. Es solo que no hemos tenido muy buenas referencias de ella.

— ¿A qué te refieres papá?

— Nada hijo, te doy al menos mi bendición, aunque no esté de acuerdo, te apoyaré.

— Gracias papá, significa mucho para mi, por favor habla con mamá, te lo pido.

— No te prometo nada...

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