Las Bahamas.
Maria.
Salimos a hacer la compra juntos porque seguramente tendría que evadir reporteros y no quería hacerlo sola. Al salir, dejando los alimentos en la maleta del carro se acercaron dos chicas con aspecto (si me lo permiten decir) de zorras, le pidieron un autógrafo y una foto a David a lo cuál él aceptó gustoso. Cuando le preguntó donde quería la firma, una de las chicas se levantó la camisa y señaló uno de sus pechos. Me atraganté con la barra de granola que me estaba comiendo y caminé al otro lado del auto. La zorra no solo obtuvo el autógrafo, sino que luego su compañera abrazó a Loureiro y le robó un beso en la boca, no es como si hubiese podido evitarlo, pero igual estaba furiosa. Por el momento me devolví al supermercado a comprar alguna bebida, seguía tosiendo con la granola atragantada.
— M, ¡espérame! ¿Podrías detenerte?— No podía hablar de cualquier manera. Entré, escogí una botella de agua y la pagué sin emitir sonido. Salimos de nuevo, yo bebiendo para pasar el ahogo y la rabia.
— M, eran fanáticas, no puedo simplemente rehusarme, es malo para mi imagen. A mi no me encanta firmar los pechos de nadie.
— ¿Cómo te explico? Racionalmente eso lo comprendo, no puedes decir que no, ahora, yo soy una mujer, mi irracionalidad celosa trasciende cualquier tipo de inteligencia que pueda tener. En verdad quisiera saber cómo te sentirías si algún tipo quisiera venir a firmar mis pechos, es más ¡estoy a un segundo de besar al primer desconocido que pase!
— Lo mataría a golpes.
— Racionalidad ante todo— dije sarcástica— además, esas zorras sabían perfectamente quién soy, parece que ahora me gané el odio general femenino y me hostigarán por siempre. No saldré más de casa, es eso o volverme asesina serial y he estado evitando volverme asesina por tanto tiempo, que no vale la pena.
— Mi amor yo no...— Intentó tomar mi mano, me zafé.
— ¡No me toques! No vengas a tocarme con tus manos llenas de zorra.
— Pero es que... M...— Volvimos a casa en silencio, Kass estaba ahí, limpiando porque ella y yo compartimos síndrome obsesivo compulsivo, el suyo peor al mío y estaba insoportable porque no tenía a Alma, quién se había quedado con Mark.
— ¡Volvimos!
— ¿Qué trajeron de bueno?
— Comida, ah y David firmó los pechos de una zorra en el súper— Él se rió avergonzado, no me importa. Le sacaría filo hasta que se me olvidara.
— ¿Una prostituta de verdad?
— No, una fanática zorra.
— ¡Qué asco! Ten cuidado M, cuando menos lo pienses, ¡bum! ¡Sífilis!— Me reí fuertemente, pero cuando volteé vi que al ruloso no le hizo nada de gracia, de hecho parecía molesto y herido más que nada— ¿Amor? Fue un broma, Kass no lo dice en serio.
-—¿David, amor?— Igual se fue a la habitación— ¡Zeus! En verdad se molestó. No lo dije con esa intención. Fui a buscarlo y lo encontré con su laptop en el escritorio, me senté en el tope y comencé a fastidiarlo tocando su hombro con mi dedo índice.
— Dime— respondió a mi toque y seguí haciéndolo porque mi intención era molestar, no decir nada— Hemos llegado a niveles insospechados de inmadurez.
— Sí, porque en mi trabajo y con todo el mundo tengo que ser muy madura. Sabes que Kass no lo dijo en serio, fue broma.
— Bastante pesada, por cierto.
— Pero nos vas a perdonar, porque me amas y a ella también la quieres, no te hagas— Lo abracé, me devolvió el abrazo.
— Sí, pero mi amor tiene límites.
— Que bueno saberlo, así sabré que algún día los puedo cruzar.
— Eres imposible...
— Lo sé.
— Ahora no te molestan mis manos llenas de zorra— Sonreí y me levanté.
— El deber me llama, me voy a trabajar.
— ¿En verdad?
— En verdad, tengo que dejar todo arreglado porque estaré fuera hasta el martes y no quiero casarme preocupada. Me voy a bañar, ve a hacer las pases con Kass. Llegó el esperado viernes y ni siquiera pude preparar el desayuno de los nervios.
— M, tienes que comer algo, no puedes irte así, si te desmayas no podrás dar el sí— dijo Kass en tono mandón.
— No tengo hambre...— Estaba inquieta pero no sabía por qué.
— No es como que te van a dejar plantada— Se burló Kass—, primero sales corriendo tú, David te seguiría al infierno mismo.
— Yo sé Kass, pero algo me tiene nerviosa. Aún no sé qué.
— ¿Dónde está greñas locas?
— Fue a buscar su ropa, yo debería irme vistiendo también— A las dos todos estábamos en la notaría, esperando a que llegara la princesa del notario que venía con retraso. Yo llevaba un vestido blanco sencillo de líneas pulcras hasta la rodilla y David vestía de saco. santos y Diana, Kass, además de otros jugadores famosos amigos de David estaban como testigos, no puedo decir que me disgustaba. Cuando llegó por fin el notario pasamos a la sala y comenzó la ceremonia. De repente entró alguien en el salón y me volteé dándome cuenta de que era Joan con un camarógrafo.
Casi me dio un infarto.
— En primicia tenemos al futbolista profesional David Loureiro y su novia Maria Malvaez casándose muy íntimamente en la notaría de París— dijo. Estábamos tan impactados que no dijimos nada, teníamos la quijada en el suelo— Tenemos vía satélite a la Sra. Nina madre de David y a la Sra. Cristina, madre de Maria. Hemos sido avisados de la mala noticia de que sus padres no pudieron asistir por motivos de calendario y decidimos darles la sorpresa— La muy maldita sabe que eso no es cierto pues se ríe maliciosa—, cuéntenos Sra. Nina ¿cómo está? ¿Cómo se siente de poder ver a su hijo casarse?— Podía mirar a la Sra Nina disimulando sus ganas de auto combustionar por una pantalla parecida a un televisor.
— La verdad nadie me invitó a ese matrimonio, no sabía que estaba sucediendo— dijo y fue traducida en simultáneo.
— Y usted Sra. Cristina, ¿sabía algo al respecto?
— La verdad nosotros tampoco sabíamos nada, ni siquiera que estaban juntos, estamos enterándonos ahora.
— Entonces les ofrecemos disculpas, nuestra información era proveniente de fuentes muy cercanas a los novios. No sabíamos de esta situación, será mejor que vayamos a comerciales y regresemos enseguida— Era mentira, claro que sabía que no estaban enterados, estoy segura que todo este plan era para arruinarnos la boda. En el momento en que la cámara dejó de transmitir nuestras caras atónitas dije:
— ¡Alguien saque de aquí a esta mujer antes de que la mate!— David me abrazó temiendo que hablara en serio, y sucedieron varias cosas al mismo tiempo, el notario llamó a la seguridad, el gigante sueco y Santos empujaron fuera a la perra y Kass vino a mi lado. La seguridad terminó de sacar su parafernalia televisiva y solo quedamos nosotros tres en la sala.
— ¡VOY A DEMANDAR A ESA MALDITA ZORRA POR VIOLACIÓN A LA PRIVACIDAD! ¡LA ODIO!
— M, escúchame, mi amor, respira, mírame a los ojos y respira. Las cosas van a estar bien...
— ¡NO DAVID LOUREIRO NO VAN A ESTAR BIEN MIENTRAS ESA DESGRACIADA SIGA JODIÉNDONOS LA VIDA! ¡NECESITO IR A PONER LA DEMANDA YA!
— Una demanda implica un escándalo más largo preciosa. ¿Quieres eso de verdad?
— No... pero quiero que pague por esto David... ¡arruinó nuestra boda! ¡Ya no nos podemos casar! No con la cara tan lavada mientras nuestros padres explotan de rabia.
— Igual iban a explotar, M.
— Nosotros hubiésemos hecho las cosas más suaves, diferentes...
— ¿Entonces no te quieres casar?
— No, quiero llamar a mis padres y ver que no murieron de un infarto y tú deberías hacer lo mismo.
— No creo que debamos llamar ahora. Esperaremos a que se calmen y nosotros también nos calmaremos.
David.
M estaba fuera de sí, era como un eestado atónito y rabioso. Yo no estaba bailando de alegría, pero nosotros nos lo buscamos en primer lugar casándonos de esta manera.
— Voy a salir.
— ¿A qué M?
— ¡A matarla! O a gritarle algo por lo menos— Posó su cabeza en mi pecho y la acaricié— ¿no podemos vivir en paz? Si esto nos pasa por el maldito dinero, preferiría vivir en una choza....
— No es eso M, es que ser una persona reconocida conlleva responsabilidades.
— Es la razón por la que evitaba ser reconocida.
— Escúchame con atención: vamos a irnos a Las Bahamas mañana, dejaremos que todo se calme y el martes con cabeza fría, daremos la cara.
— No quiero ir allá... más de esta gente no por favor.
— «Esta gente» es Santos y su familia, los muchachos y su esposas, los que están aquí apoyándonos. Servirá para relajarnos— Dudó por un momento y respondió:
— está bien...
— Esa es mi preciosa...— Me dio una sonrisa triste y al fin nos indicaron que podíamos salir. M siguió triste toda la tarde por más que Santos, Diana y Kass quisieron animarla con bromas.
— Creo que me voy a dormir... tenemos que levantarnos temprano mañana.
— M vamos a pasarla genial, ¡ya verás!— dijo Santos antes de despedirse. Me despedí también y la seguí a la habitación. Se bañó y vistió sin decir palabra, se acostó, mientras yo hice lo mismo y me acosté a su lado, pero ella me daba la espalda. Besé su mejilla y la abracé.
— Si te cierras así, no puedo ayudarte.
— No quiero hablar... estoy demasiado triste, abrázame y ya... eso es todo lo que necesito. ¿O tú necesitas hablar?
— Necesito decirte que te amo y te siento ausente. Quiero que me digas qué piensas.
— Yo te amo David, estoy así porque odio que todo haya salido mal, en verdad quería ser tu esposa hoy, quería estar celebrando con champaña ahora y tener mi noche de bodas...
— Hubiese querido lo mismo, pero no M, no se pudo, afortunadamente nos tenemos el uno al otro aún— Se levantó y me besó, haciéndome saber con el beso que entendía perfectamente a que me refería. Se volvió hacia a mi pecho mientras yo acariciaba su cabello y espalda... así nos quedamos dormidos. En el avión M escuchaba música demasiado depresiva, mientras yo intentaba jugar con mi tableta.
— ¿No te parece que es hora de escuchar algo más alegre?
— No, este es mi estado de ánimo hoy...— Me levanté hasta el altavoz y dije a los demás compañeros y sus familias:
— El amor de mi vida vino hoy conmigo, pero ella está triste, así que quiero que me ayuden a cantarle algo bonito para que esté feliz. ¿Se saben All you need is love de Los Beatles?— Todos dijeron si, o al menos la mayoría y comenzamos a cantar, al final hasta M estaba cantando. La aeromoza me ahuyentó, cuando regresé al asiento ella tenía los ojos aguados y bajaba la cara.
— Si canto tan mal podías decirlo, ¡no tienes que llorar!— Se limpió una lágrima que se le escapó y dijo:
— Me estás volviendo una blandengue. Eso fue una de las cosas más bellas que has hecho por mi, que ha hecho nadie por mi— Llegamos y lo primero que notamos fue el calor asesino. Había gente por doquier porque todos los futbolistas reconocidos iban a estar aquí, nos registramos y subimos a la suite. Todo en este hotel era de extra lujo.
— Vaya... elegante...— dijo M.
— ¡Que no se te suba a la cabeza!
— ¿Qué te hace pensar que no he estado en lugares así antes?— Dejamos nuestras cosas, nos cambiamos y bajamos a la bienvenida en la piscina. M estaba usando un vestido de colores pasteles de tela fresca muy holgado y debajo el traje de baño. Yo opté por shorts y playera. En la piscina estaban la mayoría de los jugadores vigentes y famosos con sus respectivas familias y parejas, para cualquier fanático hubiese sido un sueño hecho realidad.
— No hay forma alguna de que yo llame la atención aquí, eso es genial— dijo ella. Escuchamos la bienvenida de un animador, que nos invitó a disfrutar del fin de semana, a lo largo de este estaríamos haciendo diferentes actividades. Nos reunimos en una mesa con Santos y Diana, y demás amigos de David con sus familias.
— Vamos a ver si todo este sol es suficiente para broncear esa piel de cadáver— dijo Santos en dirección a M.
— ¡Déjame en paz Almeiros! no me has visto en traje de baño, ¡puedo brillar en la oscuridad!
— ¡No lo dudo! ¡Hey, Mauricio! Ven acá, ¡no te vayas tan lejos!— dijo en portugués reprendiendo su hijo. M se estaba colocando todo un bote de bloqueador en aerosol.
— ¿Quieres? Deberías, no vayas a pescar insolación.
— ¿Si, mamá? Solo un poco amor.
— ¡No puede ser que estén todos los futbolistas que admiro! ¡Creo que puedo morir en paz!— Me aclaré la garganta.
— Estoy aquí y también soy una estrella del fútbol, no te veo saltando de emoción.
— Tú vives conmigo, no es como si no estuviese acostumbrada. Además, por humildad no se ha muerto nadie, deberías practicarla— Todos fueron a bañarse a la piscina y M me miraba dubitativa.
— ¿Vamos?
— No quiero bañarme, estoy bien aquí.
— Corrijo, ¡vamos!— Me levanté y la alcé en volandas sobre mi hombro.
— ¡David, déjame! ¡Estoy vestida! No puedo creer que estés haciéndome esto— Pero se reía así que no era en serio. En el borde de la piscina me detuve haciéndole pensar que me iba a arrepentir, pero rápidamente nos zambullí a los dos en el agua templada. Salió a flote y me miraba asesina.
Maria.
— ¿De verdad?— Se acercó a mi a tomarme por la cintura— Estamos dando un espectáculo...
— Mejor que sea uno bueno, entonces— Me apretó a él y nos besamos, un beso demasiado mojado para ser público. Empecé a escuchar silbidos y gritos animándonos.
— Esto es embarazoso. ¿Podríamos por favor tratar de mezclarnos con los demás sin llamar la atención?
— ¿Nos has visto? Tienes el cabello rojo y yo...— Señaló su cabeza— no hay manera de que no nos vean. Salí de la piscina finalmente.
— ¿Por qué no quieres bañarte amor?
— Porque soy una ballena Loureiro, mira todas estas mujeres a nuestro alrededor.
— Pero eres una ballena bonita...— Mis ojos se agrandaron el triple de su tamaño y mi boca se abrió en señal de asombro, esto provocó que él riera.
— ¡Gracias amor por esas palabras de apoyo! ¡Sabía que podía contar contigo!— Me volví y me senté, empapando la silla.
— Era broma preciosa. ¿No pensarás que en serio estás gorda? Es una locura, tienes un cuerpo espectacular.
— Mido metro y medio y soy curvilínea, estas mujeres parecen modelos... Mira a todas estas esposas perfectas, ¡es absolutamente ridículo!
— Tienes razón, son hermosas, pero tú también en tu estilo. Quítate ese trapo y vamos— Me lo quité avergonzada, luego caminamos hasta la piscina.
— «Una ballena bonita», maldito payaso— Me reí y él lo hizo conmigo. Salí a buscar piña colada y jugo. No podía evitar querer lanzar puñetazos a todos los que me veían como algo comestible y mi traje de baño era casi enterizo, dejaba la espalda y las caderas al descubierto, tampoco es que estaba siendo vulgar. Me detuve en la barra del bar a pedir nuestras bebidas.
— Yo te conozco— qué maldición, ¡ni siquiera aquí podría descansar!
— Sí... desafortunadamente si nos conocemos.
— Eres la novia de Loureiro, si estás aquí es porque sigues con él, vaya... eso es mucho tiempo.
— Sí... recuerdo que no solías llamarme así, ¿cuál es la palabra que busco? ¿«zorra» tal vez?
— Sé que no tuvimos el mejor de los comienzos... pero eso fue hace años... podemos dejarlo en el pasado.
— Como quieras Schulze— Recogí mis bebidas y me devolví a la mesa con los demás. Pasamos la tarde bastante divertida así que empezaba a animarme de nuevo. Subimos a descansar un rato pues en la noche habría fiesta.
— No estoy segura de lograrlo en la noche, ya estoy cansada.
— No me hagas cargarte allá por favor, es más lejos.
— ¿54 kg con los que no podrías cargar? Te tenía en mejor concepto. Hoy vi a Ansel, en el bar...— Sentí como se puso tenso.
— ¿Te dijo algo ese imbécil?
— No, en realidad fue amable. Dijo que ha pasado mucho tiempo y tiene razón. No será mi «mejor amigo por siempre» pero ya tengo demasiadas personas en mi lista.
— Me parece bien...
— Tu cara dice que no te parece para nada bien.
— No M, no me parece para nada bien porque ese tipo estaba obsesionado contigo, está acostumbrado a tener todo lo que quiere, o lo estaba, hasta que llegaste tú. Que te haya hablado no me parece algo desinteresado.
— En realidad olvidalo, ¿Crees que tengamos tiempo?
— ¿Para qué?... ¡ah!— Rodé los ojos— Sí, y si no lo hay lo sacamo— Me sentía más confiada en su presencia ahora. Por eso, deshice el nudo de mi traje de baño y me lo saqué ante su mirada sorprendida, normalmente él lo hacía por mi.
— ¿Sabías que adoro el lunar sobre tu hombro?— dijo besándome en el cuello, saqué su camisa y lo besé dejando que mi lengua acariciara sus labios.
— No podemos en el sofá, estamos mojados...
— Tú mas que yo en este momento— No pude evitar estallar en una carcajada por el inesperado chiste sexual, no paraba de reír.
— ¡¿De verdad M?! ¡¿De verdad me estás haciendo esto?!
— ¡No fui yo la que mató la pasión haciendo un chiste inesperado! No creo que pueda superar la risa en este momento, mejor vamos a bañarnos— Me cargó hasta la puerta del baño, pegándome contra su pecho desnudo y besándome muy rudamente— En verdad siempre trato de comenzar amable pero a ti no te gusta— Se sacó los shorts como pudo y yo lo atraje a mi rodeándolo con los brazos. Jugaba con sus manos sobre mis muslos, mis caderas, subió tentativamente hasta mis pechos y los besó. Era más como si estaba rindiéndome tributo que otra cosa. Nos bañamos juntos, entreteniéndonos en otras cosas más importantes a la vez, cuando de repente sonó el timbre de la habitación.
— ¡No puede ser!— dijo Davi en mi nuca— ¿Será que alguna vez en la vida vamos a poder hacer el amor en paz? ¿Sin que el mundo se tenga que enterar?— La frustración corrió por mis venas cuando él salió de mi de manera apresurada.
— Yo me quedaré aquí, resuélvelo tú— Lo vi colocarse el short mojado, mientras corrí al baño. Me quedé en la ducha un rato más, sin enjabonarme ni nada, solo para relajarme y dejar el mal humor de no tener un orgasmo porque tenemos una suerte del demonio. David entró unos minutos más tarde.
— Eran Diana y Santos. Querían que cenáramos con ellos, les dije que sí, que bajábamos a las ocho.
— ¿No podían simplemente dejar un mensaje o llamar?
— Imagino que pasaban por aquí, su habitación es cerca— Entró en la ducha sin nada puesto y me sobresalté porque yo estaba tratando de entrar en estado Zen—, pensé que podíamos seguir con lo nuestro.
— Creo que no es tu día de suerte— Me terminé de bañar y salí riendo del baño. Por fin y bajamos (un poco tarde) a cenar con Diana y Santos. En el ascensor nos besamos un poco más, desde que volvimos simplemente éramos unos calenturientos sin remedio. Puedo dar fe ciega de que el buen sexo une a las parejas, yo simplemente no podía tener mis manos lejos de David. Ultimamente ni siquiera nos importaba el lugar, yo solo lo quería dentro de mi y él solo quería tocarme, pero supongo que tiene que ver con los largos cinco años que perdimos. Nuestro amor se había vuelto mil veces más intenso.
...
— Pensamos que no venían después de todo.
— Oh no, solo nos quedamos dormidos, pero ya estamos aquí— No sé por qué, me sentía sonrojada.
— ¿Dónde están los niños?— pregunté.
— Con la niñera, es tarde para que estén despiertos— respondió Belle. Y así comenzamos una muy agradable velada...
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