La noticia.

« ¿Ah? ¿Cómo era eso posible?». Que dijera eso en realidad me desconcentró un poco, pero él ya estaba tratando de abrirse paso entre mis piernas.

Los primeros intentos dolieron, no mentiré, pero no quise que él se enterara, no quería pasar por todo el chasco de la virgen mojigata, aguanté la incomodidad hasta que poco a poco pasó, porque en realidad sí pasó más rápido de lo que esperaba, yo nunca había entendido todo ese drama de la primera vez, tampoco era para tanto. En un momento no podía desear otra cosa que él dentro de mi... quería más de él, más dentro. Aferré mis piernas a su torso tratando de apretarlo tanto como fuese posible. Nuestras respiraciones eran rápidas, cortas, jadeantes. Lo besaba, mordía, me aferraba con las uñas a su espalda. El vaivén de nuestros cuerpos me tenía en otro mundo. Finalmente él acabó, cuando yo ya lo había hecho, cayó sobre mi pecho y así nos quedamos largo rato, para no tener experiencia yo podía darnos a ambos veinte puntos por desempeño, creo que era debido a las ganas infinitas que nos teníamos de hacía tiempo ya. Miré hacia el techo acariciando su cabello, tratando de asimilar lo que acababa de pasar. Él parecía hacer lo mismo porque no decía nada. De repente levantó su rostro hasta el mío, me miró y me dijo:

— Bueno, esa fue una buena práctica, ahora lo vamos a hacer en serio — Miré hacia arriba confundida.

— Yo siempre hablo muy en serio, lo de ahora...— No pude seguir hablando porque atrapó mi boca con la suya, atacándola con deseo. Me sacó la ropa interior y por supuesto, salió de la suya, ahora no había una parte de nuestros cuerpos que no se estuviesen tocando. La espiral de placer se hacía cada vez mayor y me abanoné al punto de no ser consciente de nada más.

— M no grites... los vecinos sabrán que estoy aquí...— gimió como pudo y dio una media sonrisa. No sabía que estaba gritando, es solo que...— No pude continuar hablando porque estaba a punto de llegar al clímax, jadeaba y gemía descontroladamente. Cuando todo acabó, la sensación cálida hizo que mi vientre liberara la tensión acumulada en espasmos que se transmitieron por todo mi cuerpo, él me besó justo en ese momento, esto había sido tan maravilloso... caímos de nuevo tendidos, estábamos exhaustos, esta vez su cara quedó junto a la mía, en una posición demasiado íntima y se sentía como si toda la vida había sido así- Cuando dije que haríamos lo que tú quisieras, esto no me pasó por la cabeza, pero debo decir que debe de ser la mejor idea que has tenido en tu vida...

— No mi amor, yo siempre tengo ideas así de geniales— Comenzó a hacer círculos en el costado de mi seno derecho dándome escalofríos. Cuando por fin nos movimos, vi la mancha roja en el sofá, él también se la quedó mirando como si fuese complicadísima. Perfecto, por alguna razón pensé que la sangre no sucedería, que era un mito, así como estoy segura de que eso de que la primera vez es un trauma también es un estereotipo, yo en realidad me la había pasado estupendo.

— M, no me dijiste que eras virgen. ¿Cómo se supone que lo supiera? ¡Ay no! ¿te dolió? ¿no fui nada cuidadoso verdad?

— No, «dolor» no es como describiría lo que sentí, ¿No me escuchaste hace un momento? deja el drama, no me dolió, fue genial— Me sonreí y busqué mi camisón en el piso, vistiéndome.

— No pensé que tú... es que no hay forma de que esto suene bien, pero...

— No pensaste que fuese virgen. Sí, eso no sonó halagador precisamente- se acerca y me abraza por un costado.

— Eres demasiado sexy, no pienses mal.

— Exageras, pero ahora tengo problemas más graves, como por ejemplo la mancha del sofá. No la voy a poder quitar y va a ser muy embarazoso.

— M, no quiero salir de aquí, por lo menos hasta mañana, no quiero enfrentar a la gente, inventaremos algo.

— Está bien, precioso- dije divertida, como si él fuese la mujer—; lo que tú digas.

— ¿Precioso? Eso es como el apodo más horrible de la humanidad.

— Pues si tanto te molesta... yo te bautizo precioso hasta el fin de los tiempos. Hablando en serio, tienes que subir Loureiro, a buscar ropa, no puedes estar aquí hasta mañana solo con eso.

— Sube por mi.

— Yo subo a donde tú quieras— dije con cara maliciosa y me senté encima de él, hubiese sido todo muy sexy en ese momento, si hubiese aguantado la risa, pero no pude— ¡Dios! Eso ha sido demasiado: «soy una zorra». Volviendo al tema, ¿cómo voy a subir? Los guardaespaldas no me dejarán pasar.

— Llevarás mi tarjeta llave, yo llamaré para avisar que vas.

— Perfecto, iré a ducharme— me detuvo en seco.

— No, no empieces cosas que no quieres terminar— sacó de nuevo mi camisón por encima de mi cabeza y nos perdimos el uno en el otro.

  Dejé a David durmiendo y subí a buscar su ropa. El guardaespaldas me dejó pasar de mala gana y me indicó el camino. La suite, era absurdamente lujosa, con una decoración muy moderna. Fui a la habitación y agarré cualquier ropa, si no me combinaba yo misma, no pretendía ser su estilista personal tampoco.

  Ya aquí vi un gorro tejido de los que él siempre usa. Me lo puse porque en realidad siempre había querido quitarle uno, debería preguntarle dónde los compra, aún cuando probablemente no pueda pagarlo. Bajé y dejé la ropa en mi pequeño closet. David seguía durmiendo y no quería molestarlo, necesitaba descansar después de ese partido, entonces me propuse cocinar con lo que tenía en el refri una cena improvisada. Para no hacer un escándalo, me coloqué los audífonos.

  Empecé la lista de reproducción de un grupo británico que me encanta, cantando bajito. Cuando llegué a mi canción favorita del disco no pude evitar cantar. Una canción que hablaba sobre un apego enfermizo y rogaba a una pareja muy disfuncional que no se fuera.

— No me estoy yendo, preciosa— Imitó mi tono anterior.

— Ah si, mmm... eso no era contigo, no, no tienes tanta suerte.

— ¡No tengo tanta suerte! Qué mal porque de verdad planeaba ayudarte a limpiar el reguero de la cena, lavar los trastes y eso— respondió con una sonrisa dulce, amodorrada. Llevaba el cabello revuelto por haber estado durmiendo, se veía genial, parecía irreal y no solo porque él es una estrella de fútbol reconocida, de hecho eso no me importa en absoluto, se ve irreal porque es mi persona especial... Todos alguna vez en la vida tenemos una persona que no importa si está usando traje de diseñador o harapos, de igual manera luce celestial para nosotros. David era eso para mi...

— Aléjate de mi cocina, no voy a permitir tu ineptitud limpiadora aquí otra vez— Dije tratando de aligerar mi propio ambiente mental. Sonreímos pero se me quedó mirando con curiosidad— ¿Qué?

— ¿Ese no será mi gorro? Porque se parece bastante.

— Mmm sí, lo tomé de tu habitación y me lo puse. Conmigo la democracia no es una opción.

— Es mi favorito, lo vas a estirar.

  Me reí muy fuerte— Espera, ¡¿me estás llamando cabezona!? Además mírate, si no lo estiraste tú, ¡dudo mucho que alguien pueda hacerlo!

— M, devuélvelo, por favor, de verdad me gusta— Estiró la mano hacia mi cabeza y lo esquivé.

— Creo que sería una lástima... que algo le pasara accidentalmente...— dije con malicia. Y me lo quité.

— M, es en serio, ya no juegues con eso— No es que en realidad fuese a hacerle nada al gorro, solo que su cara era un poema.

— Ya tonto, aquí esta tu gorro, sano y salvo— Se lo puse y le di un beso en la mejilla, me sujetó por las muñecas haciéndome estrellar contra él.

— Eres hermosa cuando entiendes razones.

— Hoy no hay cena para ti, por llamarme cabezona, ¿Qué tan hermosa te parezco ahora?— Me solté de su agarre y rodeé su cuello con mis brazos.

— Tu cabeza es perfecta amor, en ningún momento dije eso— Me dio vuelta conduciéndome a la barra.

— ¿Qué quieres hacer después de comer?

— Quiero dormir... ha sido un día demasiado duro.

— ¿Te molesta que mire la televisión? ¿Prefieres que la vea aquí afuera?

— No me molesta para nada, no quiero que estés un metro lejos de mi— Cenamos y nos fuimos a la habitación.

— Ah no, ¡hasta aquí llego esta relación! David, ese es mi lado de la cama.

— ¿No duermes sola todo el tiempo? ¿Tu lado de la cama no es toda la cama?

— No, es ese en el que estás. No me gusta el lado izquierdo— Le lancé una almohada— ¡muévete!

— Entonces esta relación tendrá que terminar— dijo riéndose.

— bien, me voy al sofá, dame mi almohada— Quería saber hasta donde llevaría la broma. Me volví y caminé hasta la sala, no dijo nada así que efectivamente me acosté en el sofá y encendí la televisión. De repente salió de la habitación, riéndose de mi y me cargó en volandas hasta la cama, me depositó en mi puesto, me arropó, dio la vuelta y se acostó de su lado.

— Tienes tantos problemas— le dije riendo.

— No tantos como los tuyos por un puesto— Me abrazó y me acurruqué en su pecho. Encendí esta pantalla y dejé una competencia de cocina.

— ¿M?

— ¿Si?

— ¿Cuál es tu nombre completo? Estoy durmiendo con alguien de quien no sé el nombre.

— Maria, pero nadie me llama así, eso no es nada original... solo mis papás lo hacen. ¿David?

— ¿Qué?

— ¿Por qué salió lo de Sabrina? ¿Cómo pasó eso?— Me volteé dándole la cara mis manos descansaron sobre sus pectorales.

— Ella grabó la entrevista un día antes de que habláramos, eso estuvo muy mal, porque yo no sabía nada de lo que diría— Mientras hablaba tomó una de mis manos, jugando con mis dedos.

— Siento no haberte creído...— Llevé su mano a mi boca y la besé.

— ¿Me crees ahora? 

— Sí, te dejé un mensaje en la recepción, pero no me buscaste hasta hoy.

— No lo recibí. Muy pocas veces me detengo en la recepción— Mataría al recepcionista, ténganlo por seguro—. M, no hay nada que prefiera estar haciendo, que estar aquí contigo. Esto, es todo lo que necesito para sentirme bien.

— Eres tan... tan bueno– Me acerco y lo beso—, tan bondadoso— beso—, tan sexy —beso—, sé que no he sido buena contigo, pero de ahora en adelante, seré lo mejor que pueda por ti, porque tú lo mereces.

  Entrelazamos nuestras manos y duramos en silencio algún rato. Cuando subí la mirada, estaba dormido. Apagué la televisión y me acurruqué en su costado.

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