La noticia
Y ya me dejé ir al infierno... voy a hacer exacto lo que dije que no quería hacer: salir con un futbolista, pero supongo que la vida tiene sus maneras de hacerte tragar tus palabras.
Limpié el desastre como pude, pero aún el piso quedó jabonoso. Bajé al lobby a pedir que alguien limpiara mañana temprano y aproveché de pedir la copia de la tarjeta llave, con la excusa de que había perdido la anterior. Al subir no vi rastro de David, entonces entré a darme una ducha y me puse ropa cómoda, pantalones holgados y un camisón grande. Ya se estaba tardando, decidí investigar, no tenía su número de celular (que ahora que lo pienso es algo muy tonto), ni el de su habitación, no sabía el piso o el número.
Salí hasta el ascensor sin saber muy bien qué hacer, pero igual lo llamé. Mi investigación había llegado a su fin, al abrir las puertas del elevador ahí estaba él, solo que estaba con Sabrina y ella le estaba hablando en portugués tomada de su brazo. Parecían, no, corrijo, eran una pareja.
— Señorita, ¿viene?—Me preguntó ella en perfecto inglés.
— No, olvidé algo, discúlpenme— Vi a David con intenciones de decir algo y salí prácticamente corriendo.
Sí, eso me pasa por estúpida (este es el punto en donde he perdido toda coherencia y todos mis esfuerzos de léxico educado). Yo no sé de ustedes, no sé sus problemas amorosos, pero estoy segura de que ninguno ha acabado bien, esto ni siquiera empezó y ya no estaba acabando bien. ¿Creían que lo rechazaba porque no me interesaba? No, lo rechazaba para evitarme esto. Porque no solo me interesa, estaba ilusionada como una tonta. Sé que están pensando: «a lo mejor no es lo que piensas M», «hay una explicación» y tal vez es así, pero yo no quiero estar a la sombra de ella para siempre.
A falta de tetera puse una olla con agua a hervir, mi habitación era como un mini departamento, pero tampoco se daba el lujo de una tetera. Un té con valeriana me calmaría, por suerte siempre viajo con un paquete. Tocan a la puerta, no abro, no sé si quiero oír explicaciones.
— M, abre, ¡soy capaz de armar un escándalo!— Recurre a las amenazas casi de inmediato porque sabe que no cederé, eso es gracioso. Abro la puerta pero no digo nada, ni lo invito a pasar.
—Veo tu cara de: «no creeré nada de lo que digas», es increíble cómo tienes expresiones tan claras. Te voy a decir la verdad, lo prometo, déjame pasar.
— No, di lo que tengas que decir y vete. Así te crea no quiero recibir tu visita hoy.
— Llegó de sorpresa y ella no entendió las cosas como yo pensaba, vino como si nada. Le dije que debíamos hablar mañana y la cité en un café.
— Entiendo, no puedes simplemente dejarla. Al menos no hoy, creo que deberías tomarte esta noche para pensarlo bien, se ven espectacular juntos, tengo que admitirlo. Tienes que pensar si vale la pena acabar con esa relación de años.
— No tengo nada que pensar M, quiero estar contigo. Quiero que salgamos a una cita normal, que seamos una pareja normal.
— No David, si hay algo que yo no puedo ser, es normal.
— Entonces no importa, viviría en el absoluto absurdo si es contigo.
—No, yo no lo sé, tal vez cuando la dejes, si la dejas, podemos hablar de nuevo. Tienes que entender que verlos juntos no fue la mar de agradable.
— Ya no la quiero— dijo como si la afirmación por si sola anulara cualquier otro hecho, como si quitara validez a cualquier otra cosa que haya dicho antes. Él simplemente no la quería, no había otra opción.
— Chao David, buenas noches— respondí sin embargo, haciendo caso omiso de su contundente aseveración. Los hechos eran los hechos, él tomando su brazo era algo que no podía olvidar.
— No, M...— Me tomó por el brazo intentando contenerme ahí y me zafé inmediatamente.
— No se te ocurra hacer eso de nuevo— Cerré la puerta prácticamente en su cara. Tomé el té y fui a hacer zapping en la televisión, no estaba de humor para nada más, me quedé dormida en el sofá a medianoche.
El día de la inauguración todo salió bien, bueno, tan bien como puede salir una canción prefabricada con artistas de moda. Vimos el partido y mis compañeros se fueron a celebrar. David no había aparecido, pero con todo lo del mundial, no es que haya tenido tiempo. Decidí hacer algo de turismo, así que caminé vagando por cualquier cantidad de calles tratando de no perderme, compré algunas frutas y recuerdos con el dinero que nos habían dado y cambié dólares, por si necesitaba más. Llegando vi en un puestito de comida en la televisión a Sabrina, hablando en portugués para una entrevista, triste no parecía, al contrario, y a intervalos mostraban fotos de ella con David. Es obvio que era de hoy, pues ella llevaba puesta la camiseta de su equipo y demás parafernalias carnestolendas como una peluca y pinturas. Parecía demasiado dulce y feliz. ¿Quién es también «dulce y feliz»? ¡Ah si, ya lo sé! No soy yo.
Al llegar a mi habitación busqué la entrevista en mi laptop, subtitulada. En ella, dice que están felices, que lo apoya en cada partido y (como si fuese lo más natural del mundo) que esperan casarse pronto. ¡Sí, casarse!
La palabra «casarse» da vueltas en mi cabeza como si alguien la está repitiendo sin parar. El mismo hombre que estaba ayer jugando conmigo a la comidita hoy tiene una novia que públicamente anuncia que van a «casarse», eso es retorcido... Necesito quedarme aquí y reposar un rato, siento como mis manos tiemblan por la conmoción, «casarse»... maldito bastardo, ¡pero me las pagaría! Suena la puerta.
— ¡Lárgate!
— Lo siento M, venía a invitarte a cenar, pero veo que no es el momento— gritó Mark desde fuera, pensaba que era David, no pretendía desatar mi ira con cualquiera.
— No, ¡Mark espera! ¡Ya abro!
— ¿Qué pasó? Estás pálida— Me mira algo preocupado, puede darse cuenta de que me pasa algo.
— David pasó, me hizo creer que me quería y ahora resulta que se casará con su novia.
— Ese hijo de la grandísima...
— No hace falta que termines esa frase, pasa.
— ¿Y cómo te enteraste?
— Ah, ¡¿será porque salió en televisión nacional?!
— M, si lo veo soy capaz de...
— No, ya no voy a pensar más en eso. Me voy a arreglar y salimos.
Cuando había salido del baño pero aún estaba en bata, tocaron el timbre de nuevo. Abrí y sí, no es ninguna sorpresa.
— Adiós...— Detiene la puerta a la mitad del camino cuando iba a cerrarla y se abre paso dentro, es demasiado fuerte como para evitarlo, las veces anteriores solo me zafé porque él quiso. En lo que ve a Mark, retrocede.
— Yo que venía a dar explicaciones— dijo mirando significativamente mi bata de baño.
— No son necesarias David, te puedes ir.
— Sí, ya lo veo.
— Hermano mejor te vas, no quisiera tener que dejar a tu país sin uno de sus titulares- repuso Mark suicida, porque David era más alto y fuerte. El greñudo inmediatamente se adelantó hacia él con cara de no entender razones, me atravesé en su camino.
— Si están buscando una excusa para pelearse, yo definitivamente no voy a serla. Mark gracias, pero no gracias, el machismo no va conmigo y David puedes irte, tú y yo no tenemos nada de que hablar.
— M, terminé con ella. ¿No podías solo esperarme unos días?
— Ahora entiendo, no amigo, no estamos juntos, ella es mi amiga, por eso la defiendo, porque a diferencia de ti, soy un caballero y más vale que te vayas ya.
— Qué raro tú pensando lo peor de mi— dije sarcástica.
— ¿Y tú no has hecho lo mismo? Piensas que te estoy engañando y no es cierto.
— ¡No seas descarado!— grité alzando la mano para abofetearlo, pero Mark me detuvo porque no sé que está mal con él, me sostuvo por la cintura mientras le gritaba sin control:— déjame Mark, este imbécil se lo merece ¡Hay que ser bien caradura!, porque vi a Sabrina decir en televisión que se casarían. Si esa es tu definición de «dejar», ¡pues sí, la dejaste para siempre!
— ¡No! ¡Yo jamás dije...! ¡No, M! Tienes que creerme, yo la dejé, ¡no sabía...!
— Eres un actor increíble, ganarías muchos premios de la academia. Ahora, largo de mi habitación. Esto solo lo hace peor, yo pensé que eras honesto y bondadoso, negar a tu prometida es demasiado bajo.
— M, yo jamás te haría eso...— Sus ojos estaban llenos de lágrimas, estaba empezando a creerle, pero las pruebas eran demasiado contundentes.
— Adiós David— Abrí la puerta señalando la salida con mi mano. se fue con las lágrimas atascadas en los ojos y cerré la puerta. Qué llorica... hizo que también me tragara el nudo en la garganta, pero yo no lloraba, menos por cosas como esta. Decidí llamar al servicio a la habitación y Mark me acompañó por un rato, no estaba de humor para salir.
Esa noche tuve pesadillas.
...
Al día siguiente enciendo la televisión para ponerme al día con qué juegos se iban a transmitir, cuando miro a David en un canal hablando muy serio, negaba con la cabeza y parecía triste.
«¡Maldita barrera del lenguaje!»
Tendría que esperar. Estuve todo el día pensativa, hicimos excursión por la playa con los chicos del grupo y para cuando volvimos ya estaba anocheciendo, fui impaciente y busqué la entrevista traducida. David comunicaba que el anuncio de Saraí no era cierto y que su relación había terminado. Él no estaba mintiendo. No sabía qué hacer con eso... No puedo buscarlo, no sé donde.
Subí a los pisos más elevados pero no me dejaron entrar a ninguno.
¿Cómo no lo iba a creer si parecía tan real? ¿Y si voy al estadio? No sé como llegar allá. Tendré que recurrir a la recepción. No sirvió para nada preguntar por él, no me quisieron decir una sola palabra. Pero podría dejar un mensaje... ¡Sí! ¡Eso haré!
— Señor, quisiera dejar un mensaje para el Sr. Loureiro, ¡es muy importante! por favor déselo cuando lo vea. ¡Por favor, por favor!
— Está bien señorita Malvaez, deme el mensaje y yo se lo haré llegar.
Escribí:
«Por favor perdóname, no he sabido donde encontrarte, ven a mi habitación o llámame a este número... M...»
Espero que lo reciba. Tengo que disculparme, sin querer fui injusta.
Pasaron los días, las prácticas, las excursiones, los partidos y no tuve ninguna noticia de él. Solo por televisión cuando jugaba con la selección. Llegó el día del juego más importante para su país; era decisivo para poder llegar a la final, sinceramente, le iba al equipo contrario en un principio, pero tampoco quería que David perdiera. No pude tener entradas para el estadio, pero igual lo veía mejor en la pantalla de mi habitación.
La derrota de su equipo fue contundente, el público en el estadio estaba indignado. Se notaba en las facciones de cada jugador la desgracia que estaban viviendo al perder de esa manera. Necesitaba encontrar a David, consolarlo, hacerle saber que estaba ahí para él, no sé por qué, no pregunten por eso ahora...
Ir al estadio no tenía sentido, además las calles estaban revueltas con el asombro. Lo mejor era esperar a que volvieran. Casi no podía contener las lágrimas. Bajé y esperé en el lobby mucho rato pero nada pasó. Subí de nuevo a la habitación, estaba pensando qué hacer, a dónde ir a buscarlo cuando tocaron a la puerta. Abrí y «¡oh gracias Zeus!» Era él. Se echó a mis brazos llorando profusamente. Cerré la puerta como pude.
— Lo siento, sé como están las cosas entre nosotros, pero este era el único lugar donde quería estar ahora- dijo entre sollozos.
— Este es el lugar donde tienes que estar, estaba buscándote— Lo abracé fuertemente por el cuello y él se aferró a mi cintura.
— M los defraudé a todos, cada persona de mi país.
—No digas eso, mi amor, yo sé que diste lo mejor de ti en el campo. No podías ganar tú solo, eran un equipo, la gente sabe que diste todo por ellos. No llores por favor, que me partes el corazón- Para este momento estábamos sentados en el sofá, su cabeza descansando en mi pecho, yo acariciaba su cabello.
— No he hecho más que decepcionar a todo el mundo últimamente.
— David, mírame— Cuando subió la cabeza limpié sus lágrimas y lo besé en la mejilla- vamos a superar esto juntos. ¿Quieres llorar toda la noche? Lloremos, ¿quieres comer? ¿Beber? Lo que quieras hacer para superar este dolor lo haré contigo, porque tú... tú...— Me aclaro la garganta pero no digo nada.
— ¿Yo qué?
— Tú me importas demasiado, lo que está pasando me duele a mi también. Solo no puedo verte así... yo quería saltar a la pantalla cuando te vi llorar de esa forma...
— Yo te quiero M, no podía venir suficientemente rápido. Te quiero tanto... ¿Sabes? He comprendido que el amor no es acerca de tiempo... No se trata de que te conozca mucho o poco, que eso eventualmente pasará, se trata de como me sentí y me siento desde la primera vez que te vi, de que todo acerca de ti y tu compañía me parece correcto, como si solo tu voz es algo que me hace sentir seguro... No he pasado por alto que me llamaste «mi amor», solo no estoy de ánimo para bromear al respecto.
— Eres mi amor... vaya... jamás pensé que diría eso— susurré, esperando que no me escuchara. Volvió a subir la cabeza y esta vez me besó, tan profundamente, con tanto significado, no me quería apartar nunca. Limpié los restos de llanto en su rostro, besó mi cuello, mi clavícula, tomó mi blusa por debajo tímidamente, fue subiéndola, buscando mi aprobación, me la saqué de un tirón.
— ¿No puedes solo tener paciencia?— susurró en mi oído. Saqué su camiseta y seguimos besándonos, acariciando cada uno de sus músculos, ya estábamos acostados, él encima, yo atrayéndole hacia mi, más que la gravedad. Abrí las piernas para estar más cómodos y él me agarró del trasero para luego bajar mis pantalones hasta sacarlos. Esto iba a un lugar claro.
Mordí el lóbulo de su oreja y seguí por su cuello besándolo hasta borrar los fatales recuerdos de ese día. Ya nos encontrábamos en ropa interior y él estaba desabrochando mi sujetador, sus manos cálidas recorrían mis curvas, mi cuello. Yo era virgen (¿A que no lo vieron venir?), pero no hubiese podido elegir alguien mejor para mi primera vez.
— Disculpa si soy torpe, pero es mi primera vez— Suspiró en mi oído
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