La competencia.

M.

   Sí, si, sé lo que están pensando: «¿No que no?, ahí fuiste y te besuqueaste con el rizado». Soy una patética que no se puede atener a sus propias convicciones... estoy lista para que me crucifiquen, pero en realidad solo había sido un beso, uno del que me tenía que olvidar...

  En la competencia solo sacarían a dos personas más, estaba bajo demasiada presión, practicaba siempre que no estaba en clases o trabajando. No tenía tiempo ni de pestañear, no veía a David hace algunos días, no le hablaba tampoco desde la vez del beso. Aparte de que no quiero que las cosas se pongan peor, el drama extra solo me mataría. Llegué a la práctica, era la última para la eliminatoria, mañana se definirían los veinte que irían a Brasil en un mes.

«No puedo perder esto»

  De repente, llegaron los futbolistas y se sentaron en las butacas más lejanas al escenario, lo olvidé, vienen todos los martes a fisgonear nuestros espectáculos. Ya bailando me empecé a sentir un poco mareada, no, muy mareada, ahora creo que me sentaré a un lado del escenario, no creo que sea buena idea seguir en pie.

— ¿M? ¿M? ¿Qué pasa? ¿Qué tienes?— me preguntó Mark deteniendo la música, no era nada necesario llamar la atención...

— Estoy bien, solo necesito un momento, sigan— Bien, necesito recostarme y este lugar está igual de cómodo que cualquier otro, no creo que pueda caminar a otra parte. Me estoy sintiendo mareada en extremo, solo que sin ganas de vomitar, es horrible. El techo empezó a dar vueltas ahora, creo que mejor cierro los ojos.

¿M? ¿Puedes escucharme? ¡busquen al doctor Beckett! ¡Pero ya!— escucho que grita David cerca de mi, ¿David? ¿De dónde salió? No me importa...

«Concéntrate en no estar tan mareada»

— Sí, escucho, deja de gritarme.

— M, abre los ojos, sigue hablándome por favor y no estoy gritando— Abrir los ojos me cuesta, creo que tengo mucho sueño.

— Estoy bien, déjame descansar aquí un rato y me levantaré como nueva.

— Estás demasiado pálida, no dejes de hablarme, intenta abrir los ojos— Sentí sus manos sobre mi frente y los abrí, pero solo era peor y me pesaban muchísimo. Me llevé las manos a la cabeza pero las dejé de inmediato, pesaban también.

— David estoy bien, ya se me pasará cuando descanse.

— ¿Qué es lo que pasa con el médico? ¿Alguien fue a buscarlo? Ya basta, ¡la llevaré yo mismo!

— No... me voy a marear...— Pero aún así sentí que me levantó en brazos y me recosté de su pecho...

...

  Siento que alguien me toca las manos... ¡el ensayo! ¿Me quedé dormida? Abro los ojos de golpe y me levanto.

—Si no querías que te tocara bien podías solo decirlo calmadamente. Debes descansar, acuéstate — repuso David a un lado de mi camilla,  ahora recuerdo, me sentía fatal y estoy en una especie de enfermería gigante, así que debí desmayarme.

— No, es solo que pensé que me había quedado dormida. Tengo que volver al escenario.

— No, ya el ensayo pasó, son las ocho de la noche.

— ¡¿Qué!? tengo que llegar a mi trabajo, ¡me echarán!

— No tienes que ir a ninguna parte, el doctor te hará un informe.

— ¿Por qué llevo tanto tiempo aquí? El ensayo empezó a las dos.

— Porque el doctor tenía que pasarte suero y vitaminas, eso iba a tomar tiempo y creyó que sería mejor que descansaras. Dice que estabas deshidratada— Suena la puerta y miro como entra un doctor canoso que en realidad no parecía tan viejo.

Buenas noches señorita. Soy el Doctor Beckett, a su servicio estrecha mi mano—. Voy a hacerle algunas preguntas acerca de sus hábitos alimenticios y le recomiendo que sea lo más honesta posible, para que así podamos ayudarla.

— Muy bien, seré honesta...

  El doctor comenzó con sus preguntas, al pasar de los minutos estuve segura de que pensaba que soy anoréxica. La cuestión es que es solo por el estrés, de resto tengo una gordita interna que me hace comer y comer.

— Bueno señorita, tendrá que tomar vitaminas y escribir todo lo que come para que pueda traérmelo en dos semanas— Dicho esto salió de la habitación.

— Bonita manera de suicidarse— dijo David enojado.

— No fue a propósito. Se me iba el tiempo y no me daba cuenta.

— Si no comes bien hoy, no podrás tomar la prueba mañana. No deberías tomarla ni siquiera comiendo.

— ¿Estás loco? Llevo meses trabajando para esto, no lo dejaré ahora.

— Prométeme que comerás y harás todo lo que el médico te dijo.

— Gracias, por traerme y estar aquí— Lo decía en serio, estoy agradecida.

— No, no me agradezcas, quiero estar aquí.

— Bien, ahora, no, no te prometo nada, no tengo por qué.

— ¡¿Por qué eres jodidamente obstinada?!— Se dio cuenta de que había dicho una mala palabra y su cara fue muy graciosa, los cristianos exageran con sus cánones de pureza. Me reí sin parar— Lo siento mucho, no suelo decir palabrotas. Sin embargo, desde que has reído así, ya no lo siento tanto. Ojalá rieras más y no mantuvieras esa pared entre tú y el mundo.

— Si, mmm... voy a preguntarle al médico si ya me puedo ir.

— ¿Hasta cuando vas a huir de mi?— Me retuvo por el brazo antes de que me moviera.

— Hasta que te canses de perseguirme, aunque «perseguirme» es un decir, siempre caemos en estas situaciones fortuitamente por culpa de no sé que divinidad a la que le encanta arruinar mi vida.

— No quiero obligarte a nada, aunque si el problema es que no te persigo lo suficiente, eso lo puedo arreglar.

— ¿Cómo está Sabrina?— pregunté con doble sentido.

— ¿Sabrina? Casi no hablamos ya. Pienso que dio por sentado nuestra ruptura.

— Deberías hablarle, tratar de arreglar las cosas con ella.

— No quiero arreglar las cosas con ella, las quiero arreglar contigo. ¿Crees que no lo intenté? Mi familia la adora, tenemos todo en común, teníamos planes de vida.

— ¿Entonces...?

— «Entonces» no puedo parar de pensar en ti, de buscarte en todas partes, creo que no sabes lo molesto que es ir mirando por todo el estadio a ver si me honras con tu presencia— Sí lo sabía, aunque jamás lo iba a aceptar—, aún cuando tú eres tan amable como un cactus gigante. Da igual lo que haga o diga no logro sacarte una palabra amable, ni siquiera entiendo por qué me besaste ese día.

— Es mejor así, ¿qué crees que saldrá de esto David? ¿Que seremos felices? No, la vida no es así, tal vez seamos felices, ¿un año? ¿Dos? ¿Y después qué? ¿Odiarnos, hacernos los desconocidos? o peor, ¿quedarnos juntos y aburrirnos uno del otro hasta lastimarnos? No, contigo no quiero eso, tú no te mereces eso. Te besé por un impulso, tú... solo estabas ahí... pero, no es la gran cosa.

— ¡¿Por qué tienes que pensar así?! ¡¿Por qué no puedes solo dejar que las cosas pasen?! No, de hecho es justo lo contrario, si no querías estar conmigo no debiste haber dejado que nada pasara. Aunque no te creo... No te creo que solo me besaste por un impulso, los impulsos no se sienten así de reales...— Estaba realmente molesto, aunque al final en su mirada había algo más, él había recordado la manera en como se sintió cuando nos besamos y ahora yo también lo había hecho.

— Estás demasiado molesto, así no podemos hablar— Salí por la tangente, bajé de la camilla muy rápido y me pegué en el dedo pequeño— ¡ahrg!— grité ininteligiblemente y pasé el dolor saltando sobre un pie, él intentó consolarme.

— No, aléjate. No quiero que estés cerca de mi. Ni me hables, ni me roces, mucho menos que me toques. ¿No lo entiendes?— Salió dando un portazo.

No quiero ser una maldita solo por serlo, es solo que, mírenlo... ¡por Zeus! El chico es la personificación de la dulzura. Si yo lo aceptaba lo iba a arruinar. Ya estaba suficientemente llena de porquería con mi madre infiel y mi padre controlador, la vida ya me había pasado demasiadas facturas, entre ellas, que no puedo mantener relaciones sentimentales normales, simplemente me daba demasiado miedo salir lastimada. Entonces, prefiero lastimar primero, solo por instinto de supervivencia...

— ¡La única mujer en el mundo que tiene el superpoder de hacer rabiar al hombre más bondadoso de la tierra! ¡esa es mi mejor amiga, sacando lo peor de todos!— dijo Kass entrando.

— Él se lo buscó, ¿cómo te enteraste que estaba aquí?

— David me llamó.

— ¿Me vas a cambiar ahora? ¿Cómo es que siempre terminan confabulando en mi contra? Ahora que lo pienso, ¿Cómo pasó lo de la fiesta?

— David averiguó dónde trabajaba, supongo que hay pocas Kassandras en Londres. Ya hablé con el doctor podemos ir a casa, me dijo que te echara un ojo y eso es exacto lo que haré.

— ¿Quién?

— Pues el doctor, David no pudo haberme pedido que te echara un ojo puesto que salió de aquí echando chispas por tu culpa. ¿Quieres saber mi teoría? Bueno, no es una teoría, es la realidad, estás enamorada de él, estás demasiado enamorada de él y te comportas de esa manera porque te da rabia tener que lidiar con eso. Madura un poco M, la gente tarde o temprano se enamora...

— No estoy enamorada de nadie Kass, esa eres solo tú deseando que sea así, ni siquiera sé por qué quieres que salga con él si tú fuiste de las primeras que me previno.

— Bueno, me equivoqué, lo acepto, él es diferente... deberías aceptarlo también. Ya, vamos a casa —Kass estaba insoportable en su rol maternal, tanto que Nicanor salió corriendo del departamento, ya volvería. Al día siguiente me aseguré de comer y beber suficiente líquido. Pasaría la prueba.

Ya en el estadio estuve calentando hasta que llamaron para empezar, paso número uno, coordinación grupal, paso número dos, libre y número tres, solo pero la música era elegida por el jurado. David estaba aquí y quiera o no me siento apoyada por su presencia. No es que se lo tenga que decir, pero así es.

Empieza la ronda de coordinación, suenauna canción de pop de fiesta, son coreografías que ya sabemos, la cuestión es que lo hagamos perfecto. Termina y viene la ronda libre, bailaré una salsa, esta parte la haré con Mark como pareja, pienso que eso me dará ventaja, ya que es en un país tropical y la salsa es un ritmo latino. Me llaman y salgo con Mark, el baile sale exactamente como lo hemos practicado. Estaba muy nerviosa por la parte final, no sabía qué ritmo sería. Cuando llaman mi nombre me encuentro en el centro del escenario, de repente suena la música, es suave, femenina, un cover de la canción de Beyoncé. Nunca la he oído pero empiezo a moverme como me siento, de repente la letra de la canción me llega...

Habla del amor y de como es una especie de droga para todos. David me miraba.

«Sí amigo, sé de que habla la canción, no tienes tanta suerte.»

Miré a otra dirección. Para no ser mi fuerte este estilo, todos parecían complacidos, esperaba algo peor, aunque en realidad siempre lo hago. Bajé del escenario a hidratarme, Mark me esperaba y me abrazó.

— Bailas ridículamente bien, no tienes de que preocuparte— me dijo.

— Ojalá tengas razón.

— Espero no interrumpir— Soltó David llegando desde las butacas.

— Hola, no, estamos solo comentando el baile— dije por una vez educada.

— ¿Tienes un minuto?

— No en realidad.

— Dale un respiro M— pidió Mark— , todos sabemos de tu genio pero, puedes ser educada.

Claro...

— Esa es mi chica— Mark se va dándome un beso en la sien.

— Si tu problema era que...

— ¿Que estaba con Mark? No te atrevas a decir una palabra más calumniándome o diciendo cosas de las que no sabes nada, Mark es mi amigo, mi apoyo, él no me juzga, me ayuda, me consuela, que no es lo mismo que puedo decir de ti, por cierto.

— Vine en son de paz M, estoy cansado de que estés a la defensiva, cansado de que me digas que no. Solo quiero saber ¿por qué me besaste entonces?— Yo también estaba cansada... ¿cuándo sería el día que me dejaría en paz? No iba a poder mantener esta voluntad férrea por más tiempo.

— Porque no sé qué me pasó, ya te lo dije, pero no significó nada, sé que estuve mal y te pido perdón. No volverá a suceder.

— Yo creo que eres muy temeraria al decir que no volverá a suceder— Se aproximó a mi con esos expresivos ojos color... ¿de qué color eran, verdes, miel? Quité la mirada porque pensaría que estaba animándolo.

— David, de verdad... ya basta. ¡Déjame en paz maldita sea! No quiero estar contigo, no me hables más, ¡ni siquiera quiero ser tu amiga!— grité para que todos escucharan, a propósito, de esa manera no se quedaría.

  Me sentía como un harapo. Como si fuese lo peor de este mundo, pero así era mejor para él, algún día me lo agradecería, algún día cuando esté casado con Sabrina y yo no haya roto su corazón innecesaria y dolorosamente, él me lo agradecería. Nombraron los eliminados, ninguno era yo, así que quedé. No se sentía tan bien como esperaba, quería irme a casa. Llegué al departamento a las tres y treinta de la mañana. Exhausta, vacía, solo quería dormir y olvidar, pero me encuentro con Kass en la sala, despierta.

— Hola, ¿qué pasa, por qué estás despierta?

— Cuando llegué, Nicanor estaba en la puerta medio muerto, lo han atropellado o algo.

— ¿Y dónde está?

— Lo dejé en la veterinaria de emergencia, me dijeron que mañana darían noticias.

— Kass, deberíamos descansar, confiemos en que estará bien— No sé si estará bien, pero es lo que ella necesita oír en este momento—; te prepararé un té y ya nos iremos a dormir, podemos compartir la cama.

Nos quedamos dormidas, pero a las siete de la mañana suena su celular.

Buenos días, , somos nosotras... Oh... Ok, los llamaré cuando nos decidamos. Ok, adiós— Nicanor murió, no resistió la operación. Yo sé cuánto significa para Kass. No la quiero despertar así que espero.

— Buenos días, M.

— Buenos días, Kass, llamaron del veterinario, Nicanor no, no... lo logró. Creí que querrías saberlo cuanto antes— Kass empezó a llorar sin parar, yo la abracé pero sabía que eso no era suficiente.

— ¿Qué quieres hacer con él?— preguntó casi sin emitir sonido.

— Darle un entierro, por supuesto.

Mientras nos bañamos y preparé el desayuno tocaron a la puerta. Cuando abro, qué sorpresa...

— No es para nada un buen momento— digo sin mirarlo a los ojos, porque en realidad no tengo cara para hacerlo.

— Lo sé, no estoy aquí por ti, no soy tan masoquista. Esperaré a Kass, me dijo lo de su gato, quise pasar a ver como estaba y ofrecerme a ayudarla.

— Esto tiene que ser una broma...— dije en un suspiro cuando Kass se abrazó a David, los amigos del alma... hablaron un poco sobre cómo fueron las cosas y completé nuestro menú para que fuese un desayuno de tres. Comí en silencio mientras ellos hablaban, David de vez en cuando me daba miradas furtivas, atrapé una de sorpresa, pero él la retiró dolido. La única razón por la que no hacía nada era por Kass, porque sería la peor amiga del mundo. Aunque esto estaba siendo muy doloroso de una manera callada, me estaba haciendo sentir miserable sin emitir una sola palabra, estaba haciendo que me arrepintiera de lo que dije, hasta me sentí con ganas de gritarle que todo era mentira y que solo quería besarlo... besarlo hasta que me doliera...

«No, mantente firme... mantente firme...»

En el veterinario, mientras ella decidía los detalles del entierro gatuno, me dirigí a David, tenía que hablarle, no pude más:

— Ayer esa no fue la mejor manera de decir las cosas, estoy arrepentida de como salieron, yo de verdad...

— Tranquila, lo importante es que tu mensaje llegó clarísimo— me interrumpió serio y cortante. Ahí tenía una cucharada de mi propia medicina.

— Lo siento mucho, David...— Eso fue lo último que le dije...

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