El baquete.
David.
Hoy estuve pensando en M, como todo el tiempo. Cualquiera pensaría que cinco años bastarían para que olvides a alguien, pero no es así. Solo atenúas el recuerdo y las emociones, pero hoy me he decidido a hacer contacto con Kass, no le hablo desde su boda, porque la llamé y solo envié flores cuando nació su pequeña, no sé nada de su vida o la de M. Conseguí su número, así que decidí marcarle. Al tercer timbrazo, respondió.
— Buenas tardes, es la doctora Kassandra Pino, ¿en qué puedo servirle?.
— Kass, es David. Sé que ha pasado tiempo, ¿cómo estas?
— ¡David! Tanto tiempo sin saber de ti. Yo estoy muy bien, igual Mark y la niña, debes venir a conocerla.
— Claro que lo haré, pronto tengo partido allá, pasaré por tu casa. Y ¿cómo está... ella?— Trato de parecer desinteresado pero sé que no lo estoy logrando.
— Se convirtió en una maldita David, no ama a nadie, no tiene sentimientos por nada, ¡es como tratar con un muerto! Yo la adoro, es mi hermana, ¡pero ni siquiera se ríe nunca! No es el ejemplo que quiero para mi bebé.
— Me da mucha pena oír eso... yo paré de enviar las cartas porque pensé que ya no tenía sentido, ni siquiera sabía si las recibía, nunca contestó. No podía seguir torturándome.
— Nada de lo que paso es tú culpa, ella también tuvo su responsabilidad en eso. ¿Y tú, no tienes a alguien verdad? No has podido superarlo... lo siento tanto David, ha pasado mucho tiempo, creo que deberías aceptarlo ya. Buscar la felicidad en otra parte...— Sonrío con ironía... como si fuese tan fácil...
— He tratado Kass... he intentado de verdad...
— Bueno... ha sido muy agradable hablar contigo de nuevo rulitos, avísame cuando vengas a Londres, ahora tengo que dejarte.
— ¡Por supuesto! Espérame por allá, saludos a Mark.
Iba a estar en Londres más rápido de lo que ella se esperaba, pero no le iba a decir nada. Quería ver las cosas por mí mismo. Sonó mi celular y era Sabrina, quien había estado ahí siempre, parecía no cansarse de los desplantes, no es que yo quisiera ser cruel, simplemente no la quería como pareja y no iba a fingir hacerlo.
Cuando llegué a Londres lo primero que hice fue averiguar sobre M (no soy un acosador, solo no me pude resistir). Me encontré con artículos sobre sus empresas, restaurantes y unas fotos de ella con un hombre que parecía cercano, no mucho más. M tenía muchísimo dinero, pero no era mediática, como siempre prefería pasar de la gente. Llegué a sus oficinas con un plan, o bueno eso creía. Era hora de almuerzo, alquilé un auto estándar para no llamar la atención y me vestí lo más incógnito que pude. Me quedé dentro para esperar a que apareciera, el edificio no era gigante, solo tenía tres pisos, pero era de una arquitectura moderna de ventanales cromados, las letras del apellido de M se Leían grandes en lo alto de la edificación en una tipografía púrpura estilizada. Personas entraban y salían sin cesar, mientras estaba distraído el cabello rojo y abundante llamó mi atención cuando apareció desde la entrada, ella iba vestida de pantalones azules con una camisa blanca de seda hasta los codos, llevaba una bolsa azul también y hablaba por el celular inteligente. Se veía molesta, en un punto hasta se distinguía como gritaba. Salió hasta la acera subiéndose en un auto y se fue, me quedé impresionado con como se veía ahora, no diré que parecía una modelo, porque la verdad no, era mejor que eso, ella era más espectacular y llamativa que antes, aún así se veía natural, no comprendía como podía existir alguien tan... tan M... En ese momento decidí entrar, una recepcionista joven y castaña me atendió.
— Señor si quiere una cita, tendrá que decirme el motivo de su visita.
— Quiero un tipo de fiesta muy específico y necesito hablar con la señorita Malvaez al respecto. Mi nombre es David Loureiro.
— Sé quién es señor. Déjeme un email donde pueda enviarle la fecha y hora de su cita.
— Hay algo, no puede decirle mi nombre a su jefa— Si le decía quién era yo, no me recibiría.
— No puedo hacer eso. Ella preguntará el nombre del cliente y yo no quiero perder mi trabajo.
— Dígale que es alguien muy importante que prefiere que eso permanezca en secreto, una excentricidad mía.
— Está bien señor, tenga un buen día— La fecha me llegó, era en tres días. M, bien podría actuar como una loca y botarme, o podría ser política. El día de la cita llegué un poco más temprano de lo acordado. La que supongo era la asistente de M me guió hasta su oficina.
— Señorita su cliente está aquí— dijo entreabriendo la puerta.
— Déjalo entrar Lucy— Entré en la oficina a todas luces lujosa, pelirroja se encontraba parada tras un escritorio negro e imponente, vestía una chaqueta de chef color lila y su cabello estaba pulcramente recogido en una coleta de caballo, su sonrisa profesional se desvaneció al verme. Retrocedió dos pasos en vez de acercarse a saludarme.
— Hola M, ha pasado tiempo— dije sonriendo porque estaba extático de emoción por hablarle de nuevo, en cambio su expresión descolocada se volvió molesta de repente, frunció el ceño justo como pensé que lo haría.
— ¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó con indignación, parecía querer agregar algo pero no lo hizo, sus ojos miraban hacia los lados como buscando la explicación a mi presencia aquí.
— Tengo un banquete y vine a contratar tus servicios— Seguí sonriendo ante la muy graciosa cara que ella estaba haciendo, porque no estaba en control de la situación, sabía que odiaba no tener el control de todo, pero de aquí en más ella tendría que acostumbrarse...—. Soy tu cliente, creo que lo más profesional sería invitarme a pasar a tu oficina y ponerme cómodo... si así nos tratas a todos no sé como has hecho tanto dinero hasta ahora...
Maria.
Me sentía a punto de vomitar, es increíble, «¿cómo había pasado? Oh... alguien iba a ser despedido por esto...»
— Toma asiento por favor y dime que características tiene tu banquete. Así yo podré saber qué ofrecerte— Estaba tan... tan guapo como siempre, tan David... igual que como lo recordaba.
« ¿Por qué nos hiciste esto?»
— Es mi cumpleaños, aproximadamente doscientas personas, va a ser en París.
— ¿Cuántos platos? ¿Y deseas algún tipo de cocina en específico?— Mantenerme impertérrita estaba costándome tanto...
« ¿Por qué me dejaste? supongo que eso ya no tendrá una respuesta...»
— Sorpréndeme.
— ¿Alguna cosa que no debo colocar?
— M, ya basta...
— ¿Entonces no quieres seguir con la reunión? Muy bien...
— No, ya basta de fingir.
— Si no vas a contratar mis servicios te puedes ir, esta es una reunión profesional. Si no te agrada, no sé en primer lugar para qué viniste.
— Vine a saber de ti, también. Dime donde firmo.
— No es solo así, te envío un presupuesto y luego si lo apruebas, me lo devuelves firmado.
— ¿Cómo estás?
— ¿La fecha del banquete será la misma que la de tu cumpleaños?
— ¿No hay manera verdad?, de que me cuentes nada más. Solo quiero saber que ha sido de tu vida... como amigos...
— Necesito que te vayas David.
— Estás más bella que antes— Me levante y abrí la puerta.
— Si aún quieres el presupuesto, te entenderás con mi asistente, así como para todos los detalles.
— Aún lo quiero.
Salió y me pareció que dijo: «a ti también» al pasar por mi lado. Debí haberlo imaginado. Fui al baño e intenté contener los sollozos pero no pude, no sé por qué me hizo esto, ¿qué está mal con él cómo se le ocurre aparecer así aquí? Había olvidado la emoción tan arrebatadora que me inundaba en su presencia. Había olvidado... pero ahora ya no estaba segura de eso. Él era David, el que una vez fue mi prometido, el amor de mi vida, el papá de mi bebé... David... ahora era un simple extraño... yo no quería enfrentar eso...— Seguí llorando, pero tan rápido como pude me compuse, me coloqué un poco de maquillaje y salí de la oficina.
— ¿quién hizo la cita para David Madeiros? ¡y mejor que me lo digan rápido porque no tengo tiempo que perder!
— Fue Casey, la recepcionista, ella me dijo que usted tenía esta entrevista pero me explicó que el cliente no quería que supiéramos su nombre, que eran excentricidades suyas.
— Llámala a mi oficina, no, yo iré al lobby, no importa— Bajé y allí estaba la recepcionista, todo pasó por culpa de su descuido. Además, ¿y si hubiese sido un asesino? Solo porque le dio una sonrisa bonita ya ella accede a venderme. ¡No, eso no se iba a quedar así!
— Señorita... ¿Casey?
— Sí, señorita, a su servicio, ¿en qué puedo ayudarle?
— Tú fuiste la que hizo la cita para David Loureiro, ¿cierto?
— Sí, señorita, fui yo— Su cara lucía preocupada y tenía razones.
— Recoge tus cosas, estás despedida desde este segundo. No quiero verte en ese escritorio nunca más).
— Pero señorita, déjeme explicarle...
— No quiero que me expliques nada, hiciste lo que hiciste, ahora no puedo confiar en ti, simple— Escucho que alguien se acerca y es David, ¿será que hoy era el día: «arruinemos la vida de M» y jamás me enteré?
— M, no la despidas, no fue su culpa, ella me dijo que corría peligro de ser despedida y yo la presioné. Me estaba haciendo un favor, es una muchacha, no le hagas esto.
— Sin embargo lo hizo, ella sabía las consecuencias y tú no eres nadie para decirme qué hacer o no ¡está despedida y punto! Si no recuerdo mal yo te había pedido que te fueras.
— Me detuve en el baño un momento, no te molesto un minuto más.
David.
No podía creer como M acababa de actuar, ¡era de piedra! Pensé que sería voluble o me recibiría amable, pero esto fue frío y hasta calculado. Como despidió a esa chica, como si no fuese una persona. No puede ser que en esto se convirtió la mujer que he amado tanto tiempo, Kass tenía razón...
Al día siguiente fuimos a entrenar al Smith Garden, teníamos juego allá contra el equipo londinense. A la salida decidí darme una vuelta por el escenario y recordar viejos tiempos. Me detuve a hablar con uno de los bailarines que era fan y cuando me volteo para entrar choco contra alguien pequeño, cuando pude mirar su rostro fúrico, (nunca había visto una mirada de odio tan en serio) me quedé callado por unos segundos tratando de asimilarlo.
— M, discúlpame, no vi cuando di la vuelta— Siguió su camino sin decir nada y comencé a seguirle el paso.
— ¿Eres psicópata o qué te pasa? ¿Vamos a hacer esto otra vez hoy?
— ¿A dónde vas con tanta prisa? ¡Estás casi trotando!
— Lo mas lejos que pueda de ti, ¡allí es a donde voy!
— ¡¿M, por qué?! Además, sabes que corro más rápido y por más tiempo.
— Porque no te quiero ver David, es simple, lástima que tengas tantos problemas de comprensión auditiva— Esa era la eterna respuesta hiriente de Sra. «Demasiado dura para ser verdad»— En serio, no sé como no puedes tener un poco de amor propio, estoy diciéndote que no te quiero ver ni en pintura y tú solo sigues molestando, eres un jugador de fútbol famoso, podrías tener a la mujer que quieras, ¡ah, no! si es cierto que a ti no te van esas cosas... crees en el amor eterno y esas tonterías, ¡qué iluso! ¿quieres que te lo repita más despacio y articulando las palabras para ver si logras captar lo que te estoy diciendo? La verdad no tengo tiempo para esto amigo, literalmente vale dinero, que es algo que no me gusta perder— Una sonrisa rápida y burlona apareció y desapareció de su rostro y miró su reloj caminando más rápido. Comencé a alejarme, tampoco insistiría a ese punto. Los días siguientes pagué para que me avisaran si ella bailaba y la fui a mirar escondido. Es un poco psicópata como ella dijo, pero no me deja opción. Era tan sexy, aún más que antes, su mirada es más... experimentada, de mujer. Se movía sinuosamente, como la seda... algunas cosas jamás cambiaban, solo podían mejorar. Estoy seguro que todos los hombres heterosexuales de la sala se la querían llevar a la cama.
Miró hacia la la audiencia con el ceño fruncido y subió una ceja por ninguna razón en especial sonriendo con malicia, siempre hacía esto a propósito, provocar. Estaba muriéndome de ganas de llevármela de aquí, pero eso no iba a pasar, ella me odiaba. Me fui antes de que se diera cuenta.
...
Me levanté de la cama y la miré, era perfecta.
— Davi, mi vida ven a acostarte conmigo, no me dejes sola.
Me devolví y la besé. Su tacto me quemaba, era un dolor agradable, porque hacía tanto que no lo tenía.
— Te amo tanto— me dijo y me atrajo hacia si, acostándonos, yo encima de ella. La besé con vehemencia. Extrañaba tanto su cuerpo junto al mío. Sacó mi camiseta y yo levanté su pijama, cuando la saqué sobre su cabeza me abrazó, besé su cuello, su clavícula y me susurró al oído: «no me dejes sola...» y la frase hizo eco hasta desvanecerse.
Me desperté agitado, haber soñado con M era algo que no me pasaba hace mucho tiempo y era una tortura. Como era de madrugada me quedé haciendo zapping en la televisión. En la mañana decidí pasear un poco por el parque, tenía que despejar la mente antes del partido. Cuando decimos que los caminos de Dios son insospechados, no sabemos cuán verdad es eso. M venía caminando con una niña, quien primero supuse que era la hija de Kass, pero cuando la llamó Alma, supe que no podía ser. Era su hija... una que se llamaba igual a la nuestra. Era una niña preciosa de ricitos dorados. Me acerqué a la niña no pudiendo evitarlo.
— Hola muñequita, mucho gusto mi nombre es David. ¿Cómo te llamas?
— Alma— dijo en su dulce voz de niñita.
— ¡Me tienes que estar jodiendo! ¿David, estás siguiéndome? ¡Por favor para! Estás pesado ya.
— Por increíble que parezca, no te estoy siguiendo. Simplemente decidí dar un paseo y aquí estamos. Preciosa, ¡¿quieres jugar!? ¡Apuesto a que sí!— Jugué un rato con la niña y luego M dijo que era hora de volver a casa.
— Espero que Alma te saque de vez en cuando de ese círculo de negatividad en que vives .
— Si, ella es la única que de hecho lo hace— La niña comenzó a llorar quejándose de tierra dentro de los zapatos, la cargó y le dijo que pronto llegarían a casa— no puedes quitarte los zapatos ahora ricitos. Está haciendo mucho frío, te resfriarás.
— Eres una gran madre por lo visto.
— ¿Madre?— Se rió sarcásticamente— Ella no es mi hija, es la hija de Kass y Mark, mi sobrina.
— Es solo que como se llama... se llama Alma, yo pensé que...
— No, no tengo hijos y creo que «hijos» no es un tema que discutiré contigo...
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