Desesperanzada.

Maria.

  No quería abrir los ojos, o tenerlos cerrados... no quería comida... quería dejar de existir de una vez, eso se llevaría el dolor... no quería moverme o pestañear... menos hablar. No tenía fuerzas mucho más allá que para respirar...

— ¿M? ¿Me escuchas, estás despierta?— Escuché a Kass preguntar. No respondí— hoy el doctor dijo que estás mejorando, que estás cicatrizando bien y que tienes que comer algo para que tengas fuerzas para recuperarte. Lo que quieras, lo que sea lo traeremos, solo tienes que pedirlo. David está esperando su turno de venir... ¿quieres que lo llame?...muy bien... no te presionaré— Salió de la habitación y me dejó en paz. Pasó un rato hasta que David entró y sentí su peso en mi cama, yo estaba dándole la espalda.

— Hola mi amor... No quiero regañarte preciosa... pero llevas cuatro días sin comer nada sólido. Necesitas comer M, necesitas hablarme, aunque sea para decirme que no te sientes bien... Me dicen que tenga paciencia, pero yo no puedo simplemente quedarme aquí sin hacer nada. No puedo verte así...— Estaba llorando y no lo culpaba si pudiese yo también lloraría, pero ya ni eso tenía sentido para mi— Kass está afuera, Mark, José, todas las personas que te amamos estamos aquí, para ayudarte, déjanos hacerlo. Déjame estar aquí para ti Emsosa... ¿si sabes que eres lo que más adoro en el mundo no es cierto, si sabes que no puedo vivir si tú no estás bien?— Alguien abrió la puerta y él sorbió de la nariz y se levantó de la cama.

— Doctor, ¿cómo está? ¿Alguna noticia?— preguntó en francés.

— Sí, en tres días retiraremos los puntos y comenzará la recuperación, claro que la paciente tiene que poner de su parte, sino, todo nuestro esfuerzo no bastará. Srta. Malvaez ¿cómo se siente hoy?— Todos los días desde que desperté hacía la misma maldita pregunta. ¿Cómo cree usted que me siento cuándo...? cuando me pasó lo que me pasó— ¿Se siente casada o puedo llamar a su hermano para que la vea?— No me importaba en realidad— Veo que es otro día en que se niega a colaborar...— ¿Será que no lo entienden? No voy a colaborar, solo desearía no ser tan cobarde y lanzarme desde el último piso... no soy tan valiente. Salen por fin dejándome sola, no quiero cerrar más los ojos... las imágenes están demasiado grabadas en mi cabeza... quiero huir de ellas, no tener que verlas nunca más, quisiera más sedantes... solo que no puedo pedirlos...

«No hemos terminado aún»

«Esto va a pasar porque voy a tenerte no importa el costo»

Ya basta... ya basta... no quiero recordar... ¿por qué no me mató? Preferiría que me hubiese matado. En el transcurso del día entran los padres de David, mi hermano, Mark, todos diciendo las mismas palabras inutiles. Al cabo de tres días una mujer entra en mi habitación.

Buenos días Srta. Malvaez, mi nombre es Susanne a sus servicios. Soy psicóloga y psiquiatra del hospital, vengo a hacerle algunas preguntas y con suerte hacerla sentir mejor— «Buena suerte con eso...» — ¿Ha estado pensando en el suicidio?... ¿Por qué no lo ha llevado a cabo entonces?... debo decirle que voy a seguir aquí hasta que me responda, no hoy, no mañana, pero en algún punto habremos avanzado lo suficiente. Volviendo al tema, no se ha suicidado porque no quiere dejar a sus seres queridos, ¿o no? De no tener a nadie, ya lo hubiese hecho. Hablemos de su prometido por ejemplo, usted no querría dejarlo solo ¿no es cierto? se aman y no sería justo para ustedes, además el egoísmo nato del ser humano hace que usted no lo quiera dejar, aunque a lo mejor yo estoy equivocada y no lo ama tanto como pienso...— Dejó la frase en el aire— es su decisión srta Malvaez, podemos ayudarlos, pero solo si usted quiere— Se fue y me dejó recordando a David, no había pensado en él desde... no quería, porque se sentía mal, como si lo traicioné aunque no lo hice... como si puedo manchar sus recuerdos evocándolos de nuevo, ahora que no soy digna de ellos. Él no se merece esto, no merece una mujer rota como yo...

Buenos días Maria, ¿hoy si va a responderme o tengo que esperar lo mismo de siempre?— dijo la psiquiatra al entrar de nuevo en mi habitación, venía todos los días, me hablaba de alguien que me importaba, me daba algunos medicamentos y se iba.

— Hablemos de sus hermanos. Tengo entendido que tiene una buena relación con ellos, más que buena podría decir, el mayor la adora y el menor la ve como su segunda madre. Creo que debería sentirse afortunada, no todos logran este tipo de vínculo con sus hermanos, pero eso usted lo sabe, lamento decirle que su caso está siendo investigado y necesitamos su declaración, hemos sido pacientes Maria, pero ¿no quiere que atrapen a este criminal? ¿No es usted la primera interesada en que pague por lo que le hizo?— No iba a decir nada en primer lugar porque no quería recordarlo y en segundo porque él tenía demasiado reconocimiento y dinero, es una mentira pensar que denunciándolo me iban a creer así como así, además eso implicaría verlo de nuevo, no quiero verlo de nuevo... nunca— Necesitamos que nos diga lo que pasó, poco a poco. No tiene que ser todo hoy, ¿cómo lucía esta persona?— Al cabo de un rato se rindió. Al día siguiente me enviaron a casa «porque así me sentiría más cómoda y protegida» no era cierto. Me pasé todo el día en un sopor al que ya me estaba acostumbrando, era la única manera de soportar estar viva.

David.

  M no decía una sola palabra desde que despertó. Estaba volviéndome loco, en verdad me asustaba la manera en que se quedaba con la mirada fija totalmente vacía, como si estuviese ausente de su propio cuerpo. No lloraba, no hacía nada— Sr Loureiro, Tenemos un plazo para que los antidepresivos funcionen, si en ese tiempo no lo hacen los detendremos ya que causarían dependencia. Lo siento, pero no vemos ninguna mejoría en su estado.

— Lo sé doctor, aún ni siquiera quiere decir palabra— En casa volví a su habitación, me senté a su lado para hablarle.

— M mi amor... hey... al menos mírame, hazme saber que al menos escuchas lo que te digo...— Volteó su mirada hacia mi, aunque sin fijarla en mis ojos, como antes, su mirada limpia y clara se había ido...— ¿Me vas a decir quién te hizo esto Emsosa? Merezco saberlo... merezco poder poner mis manos sobre él... No lo encubras preciosa, no lo merece. Anda, dime... estoy rogando Maria... estoy literalmente rogando...— Intenté tocarla pero se alejó como si hubiese sido electrocutada, se dio vuelta dejándome hablando solo de nuevo.

...

  Kass salió de la habitación de M esa noche, fue a darle los medicamentos y la cena. Hoy yo estaba especialmente agotado de no obtener resultados, así que no fui con ella. Mamá trajo algo de comida para todos, se encontraba en la cocina lavando los platos.

— David, olvidé una medicina de M, estoy comiendo, ¿podrías dársela?— gritó Kass desde la barra.

— Claro— Fui hasta ella y me dio el bote. Cuando llegué hasta la puerta, esta no abría, estaba cerrada con llave, esto estaba mal.

— ¡M! ¡ABRE LA PUERTA! ¡ÁBRELA AHORA MISMO!— No la iba a abrir, así que la empujé y pateé con toda mi fuerza— ¡M! ¡ABRE! ¡ABRE LA PUERTA, MALDICIÓN!— Finalmente pude abrirla de una patada, la vi con un bote de pastillas en una mano y en la otra todas las píldoras. Estaba en el suelo llorando, me miraba como si la hubiese traicionado— ¡No lo hagas por favor! ¡No me hagas esto!— Me abalancé sobre ella y le hice botar las pastillas al suelo. La abracé mientras lloraba sin control.

— No me dejes aquí solo M, ¡no te lo voy a permitir, jamás!— La miré directo a los ojos tomándola de la mejilla, ella estaba en una especie de crisis nerviosa, se sacudía moqueando y sollozando.

— Déjame tomarlas... no puedo más con esto— Su voz ronca resonó por primera vez en muchos días, se escuchó extraño por un momento, luego sus sollozos se atascaban en su pecho—. Estoy harta de que la vida no me permita tener un solo momento de felicidad, de paz... mis padres, Alma, tú, ahora esto... ya no tengo fuerzas para superarlo. ¡No puedo superarlo! No entiendo por qué me pasan todas estas cosas... ya basta David.. ya basta... haz que pare... quiero que pare... me duele tanto, yo solo quería paz, quería ser feliz contigo, eso era todo...— Se hizo un ovillo contra mi cuerpo, poco a poco la abracé. 

— M yo te amo, ¿no es suficiente razón para que no lo hagas? Yo voy a estar aquí todas las horas de todos los días si es lo que necesitas, pero no te voy a dejar morir. Haré que todo el dolor pare preciosa, te lo prometo, ¿me crees? Haré lo que sea por que estés bien... solo no vuelvas a hacer eso— Lloraba en mi regazo hasta que se quedó más tranquila, habían pasado algunas horas.

— No te vayas...— dijo tirando de mi camisa cuando me moví para hablarle.

— No me voy a ninguna parte, pero deberías tomar un baño, te hará sentir más ligera. Sin hacer tonterías...

— Gracias...

— No puedo vivir sin ti, no me agradezcas.

— Gracias por preocuparte y quererme, no por evitar que tomara las píldoras— Se bañó y se metió a la cama, me acosté a su lado y la acompañé hasta que se durmió. Kass y mi madre entraron a ver que había pasado.

— Hay que mantenernos alerta ahora... no me creo que no lo intentará de nuevo, todos sabemos que M puede muy bien fingir para que bajemos la guardia. Tenemos que avisarle a la psiquiatra. En la mañana siguiente la doctora llegó muy temprano, le explicamos lo sucedido y nos dijo:

Estuve pensándolo y ahora lo que podemos hacer para incentivarla a vivir es recordarle las cosas que le gustan, ella es chef, le gusta cocinar, intenten algo con eso, traten de que ella quiera incluirse. Puedes mostrarle fotos, recuerdos que tengan y sean buenos, denle sus dulces favoritos. Solo traten de no abrumarla, si le compran su dulce favorito solo déjenlo casualmente en la habitación, no la obliguen a nada.

Entendido...— La doctora entró a hacerle la terapia a M mientras Kass, mi madre, que ahora se quedaba con nosotros, y yo ideábamos algo para hacerla salir de la habitación. Al medio día tocaron a la puerta, era el agente de la policía que llevaba el caso.

— Ya tenemos el resultado del análisis del semen que encontramos en la ropa... ante todo tengo que pedirle que mantenga la calma, nosotros haremos justicia, no usted, esperamos recuerde esto en todo momento porque no queremos vernos obligados a detenerlo, ni ahora, ni luego.

— ¡Díganos ya, por favor!

— El ADN concuerda con el del señor Ansel Schulze. Alemán, residente en Alemania en estos momentos, estuvo en el lugar de los hechos y a la hora. Supimos que sobornó a empleados y vigilantes del hotel para llevar a cabo su cometido. Con una declaración de su esposa, daremos aviso a la policía alemana para su detención— Las palabras empezaron a estar difusas en mi cabeza, ¡ese malnacido! Ese bastardo del... nunca me había sentido así antes, él dañó a M, que es todo lo que más amo en este mundo. Le di una patada con todas mis fuerzas a la mesa de centro del estar, lanzando al suelo todo su contenido.

— ¡TIENE QUE PAGAR POR ESTO! ¡TIENEN QUE PROMETERME QUE SE VA A MORIR EN LA CÁRCEL! ¡PORQUE SINO NO SÉ DE QUE SOY CAPAZ!— Seguí golpeando todo a mi paso.

— ¡Señor se lo advertí! ¡Por favor tranquilícese!

— David estas son las cosas de M, ¡Por favor! Yo sé que queremos que el maldito pague, pero ten un poco de cordura— M salió de la habitación, indecisa en ese momento.

— ¿Qué pasó?

— Señora, necesitamos que nos responda algunas preguntas, ¿conoce usted este sujeto?— dijo mostrándole una foto del bastardo. Inmediatamente el miedo apareció en sus ojos, pude ver como temblaban sus manos y se hacía más pequeña, indefensa. Nada que ver con mi M anterior.

— ¿Lo conoce? ¡Dígame!— La presionó, se acercó a ella— Estoy esperando la respuesta aún señora— Pelirroja lloraba ahora, quería golpear a este imbécil. Me intenté acercar a ella pero meneó la cabeza en señal de negación.

— Lo siento David, lo siento tanto, yo no debí ir... yo tenía que desconfiar... 

Señora es muy importante que me responda ¿Lo conoce?— Dio un paso hacia ella y lo paré.

— ¡Suficiente! Usted no da otro paso más, ni sigue presionando a mi mujer. Déjela en paz, no voy a permitir que le haga daño así— Le grité

— Ya lo escuché... sí lo conozco...— respondió  al final con voz temblorosa.

— ¿Fue esta persona quién la atacó?— Siguió preguntándole ignorándome por completo.

— Él va a volver por mi... no puedo denunciarlo... no quiero volver a verlo...

— Él no va a ponerle una mano encima desde la cárcel, pero tiene que declarar que lo reconoce.

— Sí, fue el... listo— dijo ya sin expresión.

— Necesitamos que nos cuente como sucedieron las cosas, para ayudarnos a armar el caso— Pensé que no iba a acceder, pero lo hizo.

Solo asegúrese de que no lo tenga que ver nunca más...

— Le doy mi palabra— Sacó su grabadora y la enciendio—, adelante.

El día anterior me había invitado a tomar un café con su esposa...— M narró los hechos minuto por minuto... yo estaba horrorizado, en un punto ella no podía contener las lágrimas o abrazarse fuertemente, yo tampoco podía evitar llorar— el dolor en mi entrepierna se volvió en todo lo que podía pensar, tanto que creí que no sobreviviría; cuando me estaba desmayando pensé que era todo... cuando desperté llamé a Santos Almeiro porque estaba segura de que agonizaba y no quería que David me encontrara primero, sabía que Santos podía ayudarlo a manejarlo. Es todo lo que recuerdo...— dijo y se levantó del sofá en el que se había sentado.

— ¿A dónde va?

— ¿Importa?— dijo y se fue a su habitación, la seguí y estaba sentada sobre la cama abrazando sus rodillas dejando las lágrimas caer.

— No es tu culpa nada de esto...

— Sí lo es, no debí ir... si te lo hubiese dicho no me hubieses dejado...

— M ya eso no importa. Déjame acercarme— Me acerqué hasta abrazarla, en un principio estaba tensa pero se relajó.

— He pasado por demasiadas cosas malas, pero esto me sobrepasó... tengo miedo, no dejes que me toque de nuevo David, por favor, yo no tengo fuerza suficiente... traté y traté de sacármelo, con todas mis fuerzas...— su llanto iba en crescendo— no tengo fuerza... Necesito que me protejas porque me siento tan insegura... tan indefensa... necesito que me prometas que no me vas a dejar sola...

— M, preciosa, no voy a dejar que nada te pase... nunca más... lo prometo mi amor, conmigo siempre estarás a salvo, tenlo por seguro, de ahora en adelante nadie te tocará un pelo...— Así tuviese que dar la vida por eso. Yo solo seguí abrazándola hasta que Kass trajo los medicamentos para tranquilizarla. En la mañana del jueves M estaba algo mejor. Se sentó un rato en el balcón y volvió a la cama, cuando su celular sonó con un nuevo mensaje, lo soltó de repente dejándolo caer en la alfombra. Si pensaba que la había visto en un ataque de pánico, estaba equivocado. Ella empezó a gritar desesperada y a agarrarse la cabeza con manos temblorosas. Tuve que abrazarla desde atrás para evitar que fuese a lastimarse, tratando de evitar que siguiera moviéndose como poseída.

— Te lo dije David, viene por mi, no me va a dejar en paz... ¡no lo dejes que venga por mi! Por eso quiero desaparecer... él no me va a dejar...—  Levanté el celular del suelo. El mensaje decía: «¿extrañándome ya dulzura?, no te preocupes, pronto estaremos juntos». Este bastardo no pararía, no hasta estar preso...

— M, mi amor estoy aquí... veme, concéntrate en nosotros. Concéntrate... Yo te amo, no voy a dejar que nada te pase.

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