🌚 Prefacio 🌻

Buenos Aires, Argentina

Puerto Madero

Sottovoce ristorante

Nayra quedó frente a la fachada del restaurante donde la había citado quien iba a ser su futuro jefe a través de correo electrónico. Con un suspiro y una seguridad en sí misma caminó hacia la puerta para entrar. Un encargado la recibió y ella le dio el apellido por el que debía preguntar por la mesa reservada. El hombre con una sonrisa la acompañó donde se encontraba un hombre de mediana edad.

―¿Señor Aritzmendi? ―preguntó curiosa y el hombre se levantó de la silla.

―Señorita Suárez, supongo ―estrechó la mano saludándola.

―Sí, encantada.

―Un gusto, por favor siéntese.

La joven lo hizo y comenzaron a charlar de cosas banales para romper el hielo.

―Disculpe si lo he hecho esperar tanto.

―Para nada. ¿Almorzó?

―No.

―Lo haremos los dos entonces. ¿Puedo tutearla?

―Por favor.

―¿Cuéntame un poco de ti? Me dieron muy poca información y me gustaría saber quien será la que cuide de mi nieta.

La argentina frunció el ceño y lo miró con extrema atención porque aquello no se lo esperaba en lo absoluto.

―¿Tu nieta?

―Sí ―dijo y le mostró la foto desde su móvil―, ella es.

―Preciosa.

―Se llama Agnes y es muy risueña por los meses que tiene.

―Perdón si me meto pero, ¿por qué no está tu hijo aquí? Me dijo Nicolás que debía almorzar aquí con el señor Aritzmendi.

―Sí, pero yo soy Aaron, no Ander, mi hijo.

La expresión de la cara que le dedicó ella no fue del todo de su agrado.

―¿Por qué no vino él?

―Es un hombre muy ocupado y por eso me pidió que viniera en su nombre.

―¿Y en ningún momento pudo desligarse de su trabajo y presentarse aquí? ―cuestionó casi indignada.

―Me temo que no.

―Me parece un poco irresponsable que siendo tu hijo quien necesita una niñera, le pida a su padre el venir aquí.

Aaron quedó sorprendido por la actitud de la joven pero le había encantado su manera de ser. Ni siquiera lo conocía y tenía el valor de enfrentarlo. Admiraba eso. Y estaba más que seguro que a su hijo le iba a traer más de un dolor de cabeza.

―Tienes un punto a tu favor, pero está corto de tiempo, tiene demasiados trabajos pendientes y que aceptó también, mi esposa y yo estamos por irnos de vacaciones y sinceramente mi nieta necesita a alguien que la cuide.

―No estoy acostumbrada a esto... siempre conocí en la primera cita a quien me iba a contratar por un largo tiempo, por poco o por solo días o semanas, pero no así. Que alguien se presente como vocero de la persona interesada.

―Tengo el contrato aquí. Si quieres te lo puedes llevar y lo lees bien.

―Estaría necesitando principalmente verle la cara. Confío en lo que me dices pero quiero y tengo derecho a conocer quien será mi jefe.

―Me parece justo.

―Entonces, no lo firmaré. Lo siento ―se levantó de la silla.

―Por favor, aunque sea llévate los papeles del contrato ―dijo con algo de desespero y sacó de su maletín una carpeta con papeles―, los lees tranquila y después puedes enviar una respuesta por correo electrónico, si aceptas el trabajo.

Nayra miró el título subrayado y las palabras Estudio de Abogacía Ander Aritzmendi, y luego lo miró a él.

―De acuerdo ―inspiró y expulsó el aire―. Me lo llevaré pero no aseguro nada.

―Lo entiendo. No te preocupes.

―Gracias. Buenos días.

―Buen día, señorita Suárez. ¿No quieres almorzar antes de irte?

―No, te lo agradezco, no te preocupes.

La argentina salió del restaurante con los papeles del contrato para leerlos con tranquilidad en su departamento y ver si aceptaba o no ser la niñera de la hija de un importante abogado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top