🌚 32 🌻
Casa del socio de Ander
Cuando la pareja llegó a la residencia, Nayra quedó sorprendida.
―Creí que se realizaría en el salón de un hotel como aquella noche ―admitió.
―No, tampoco te dije dónde se iba a realizar, su casa es nueva y quien nos invitó decidió inaugurarla con una fiesta de fin de año ―afirmó Ander bajándose del coche.
Bordeó el mismo y le abrió la puerta a la joven, quien llevaba un vestido de tela brillosa color bordó con un tajo en una de las piernas.
―¿Me vas a seguir castigando con lo que te pones? ―cuestionó divertido.
―No, pero me gusta hacerte desear ―rio por lo bajo.
―Dentro de la casa hay un cuarto... ―sugirió Ander.
―No pretenderás que nos acostemos en una casa ajena, ¿o sí? ―su cara de transformó en sorpresa y el abogado se carcajeó.
―No, claro que no pero si la cosa me aburre tengo otra cosa en mente para entretenerme.
―Te creí más serio ―admitió con una falsa indignación.
―Déjame ser, ahora que dejé a un lado todo eso contigo, no me prives de lo que me sale de la mente con sinceridad.
―No lo haré, me encanta demasiado lo distinto que eres cuando no tienes el título de abogado en la casa y fuera de la misma también ―le sonrió y le dio un beso en la mejilla cuando se puso en puntas de pie.
Antes de entrar a la casa, ambos se colocaron los antifaces y luego de un beso, caminaron hacia la entrada, los recibió el anfitrión de la fiesta y los condujo a la sala junto con algunos de los invitados. Dicha sala estaba en la planta baja de la casa y con cuidado, Aritzmendi ayudó a Nayra a bajar las escaleras sujetándola de la mano para que no se cayera con las sandalias que había decidido ponerse.
A medida que el tiempo transcurría, los invitados iban y venían, bebían, comían, charlaban y reían, Nicolás y Ander conversaban con otros hombres y las dos chicas entre ellas.
―Vas a dejar acalorado a Ander con el vestido ―comentó Rebecca entre risas.
―Ya me preguntó si lo estoy castigando de nuevo por el escote y el tajo ―rio tapándose la boca.
―Me gusta cuando lo pones nervioso ―acotó Becca con una sonrisa de lado.
―Pobre Ander... Cambiando de tema, tengo que contarte otra cosa ―expresó Nayra y la joven la escuchó con atención―, anoche Ander me invitó a cenar y me propuso matrimonio.
Rebecca ante la noticia, sonrió y la abrazó por el cuello para dar saltitos de alegría. El protocolo de la seriedad en aquel momento se había ido y Nayra la abrazó para saltar con ella también.
―¿Qué hacen las dos? ―le preguntó Nicolás a su amigo mientras miraba a su hermana y a Becca.
Ander dirigió la mirada a las chicas y por la efusividad del abrazo supo qué era lo que estaba pasando.
―Estoy más que seguro que Nayra le dijo que le pedí matrimonio.
―¿En serio? ―cuestionó observándolo con atención.
―Muy en serio, Nico.
―¡Felicidades, hermano! ―dijo con entusiasmo sacudiéndole el hombro y con una sonrisa.
―Gracias ―lo miró con otra sonrisa―, nos casaremos el día en que nos conocimos, en el patio trasero de la casa.
―Me parece muy bien. ¿Esa fecha decidieron?
―Le he dicho que elija la fecha que quiera y yo estaré disponible. Cuando me comentó que quería ese día, me gustó y le dije que sí.
―Es una buena fecha, sobre todo porque supongo que para ambos es simbólica.
―Lo es ―admitió con una sonrisa de enamorado mientras miraba a la joven―. Si me disculpas, creo que bailaré un poco con tu hermana, tú podrías hacer lo mismo sacando a bailar a su amiga ―le guiñó un ojo y le sonrió de lado.
―Rebecca es solo una amiga.
―Nadie te dice que te apures, no sabes lo que puede pasar entre ustedes más adelante ―expresó―, ahí nos vemos, cuñado ―le dio palmaditas en la espalda.
Ander se acercó a ambas y con una disculpa se llevó a Nayra al centro de la pista de baile.
―No creí que me sacarías a bailar, pantera.
―Ahora tengo más derecho que antes, ¿no crees, girasol? ―arqueó una ceja.
―Es posible ―le sonrió.
―¿No quieres que te muestre un poco la casa?
―¿Quedará bien? No lo conozco como para que me lleves de tour por ahí.
―Le encanta que conozcan su casa, es bastante extravagante.
―Pues si insistes...
Cuando Ander creyó conveniente salir de allí esquivando a las personas que bailaban y otras charlaban, se dirigieron hacia la salida y luego subieron las escaleras. El recorrido no duró mucho tiempo hasta que llegaron a una de las habitaciones que les faltaba por mirar. La misma se encontraba a oscuras y Nayra casi se va de boca contra el piso cuando se tropezó con la alfombra de la entrada.
―Cuidado ―le dijo Ander sujetándola de los hombros.
―Tendrías que haberme levantado para que no me caiga ―sugirió con una pícara sonrisa.
El abogado ante sus palabras, obedeció y la sentó sobre el escritorio.
―¿Qué hacemos aquí? ―preguntó curiosa―, parece la oficina ―miró a su alrededor a pesar de la poca luz lunar que entraba en el ambiente.
―Lo es. No haremos nada, quedémonos un rato acá, la fiesta se está poniendo aburrida y sinceramente los eventos no me suelen gustar, solo hacía mi acto de presencia, me quedaba un rato y volvía a mi casa ―admitió apoyándose en el borde del escritorio.
―Entiendo, ¿y qué quieres hacer? ―formuló intrigada.
Ante la interrogación de ella, Ander se acercó y la tomó de las mejillas para besarle los labios. El beso aumentó y él enterró la lengua en el interior de la boca femenina para sentir más placer y más adrenalina por saber que en cualquier momento podrían ser descubiertos.
Se separó de ella por poco tiempo, solo para levantar el antifaz propio y el de ella, y siguió besándola. Nayra enredó sus brazos a su cuello, las manos de Ander eran fuertes y grandes, una la sujetaba de la cintura y la otra se metió por debajo de la falda de su vestido para estimularla por encima de la ropa interior. Gimió contra sus labios y él se detuvo mirándola con fijeza.
―No, alguien puede escucharnos ―replicó con seriedad y poniendo su dedo índice contra sus labios en señal de silencio.
―Deja de hacerlo entonces ―respondió con la voz entrecortada―. Estoy segura que tengo todo el labial fuera de su lugar ―se quejó.
―Seguro que sí ―rio por lo bajo―. Pero tengo una mejor idea, podemos irnos sin que nadie nos vea y le envío un mensaje a tu hermano.
―Me gusta mucho tu idea ―sonrió muy enamorada.
Nayra trató de limpiarse el rouge como pudo y los dos se pusieron de nuevo los antifaces. Ander la tomó de la mano y salieron de la oficina caminando hacia la entrada principal de la casa, una vez afuera se dirigieron a su coche y se metieron dentro. allí mismo le envió un mensaje de texto a Nicolás.
Mientras la pareja se iba al hotel donde el abogado había reservado una habitación, la joven rio sin un motivo aparente.
―¿Por qué la risa? ―preguntó intrigado y frunciendo el ceño.
―Cuando mañana se vean tú y Nicolás, se burlará de ti alegando que ahora que dejaste tu coraza de lado, la pantera quiere cazar todas las noches o por lo menos cada vez que puede ―casi se carcajeó.
―Puede burlarse todo lo que quiera, no me importa. No me enojaré por algo que es verdad ―confesó y sujetó la mano femenino cerca de él para darle un beso en el dorso.
El trayecto duró relativamente poco ya que el tránsito estaba bastante descongestionado.
🌻🌻🌻
The Langham Hotel
Nayra quedó impactada con el lujo que había en todo el lugar, desde la fachada hasta el interior del mismo, Ander le pasó el brazo alrededor del suyo cuando el conserje le dio la tarjeta magnética para subir a la suite por la que tenía una reservación. Ambos se habían quitado los antifaces antes de entrar al hotel. Cuando la dejó pasar primero a ella, quedó boquiabierta.
—¡Madre mía! —exclamó con total sorpresa—, qué divino todo —volvió a decir con asombro.
—Me alegro que te guste —sonrió.
Él dejó los antifaces sobre la mesa de entrada y la abrazó por detrás.
—Vamos derechito al dormitorio —sonrió contra su cuello y luego le dio un beso que hizo estremecer a la joven.
Nayra se rio también y puso sus manos sobre los brazos masculinos, ambos caminaron hacia donde sugirió Ander.
Apenas entraron, él la dio vuelta quedando ella frente a él y la sostuvo por la cintura para besarla de nuevo, la muchacha volvió a unir sus brazos al cuello masculino y el abogado se separó de ella pero le sujetó las manos para que se acercara más a él mientras se sentaba en el diván que estaba a los pies de la cama king.
―Ven aquí —la ayudó a subirse al diván—, ponte así ―le emitió ayudándola a abrirse de piernas y a sentarse sobre él.
La pareja se comió a besos y no dejaban de acariciarse por encima de la ropa, Ander una vez más estimuló a Nayra a través de la ropa interior y ella no resistió a contener el gemido. Las manos femeninas desabrocharon el botón y bajó la cremallera del pantalón del esmoquin, pocos minutos les llevó estar unidos y la muchacha lo sintió tan profundo que casi gritó ante la presión.
―Nay... tranquila, despacio... ―le acarició las mejillas y le dio otro beso.
―Lo sé pero no creí que fuese tan intenso ―contó con un jadeo.
―Relájate y disfruta —le acarició la espalda—, tenemos la reserva hasta mañana.
―Pero guíame, yo no puedo sola ―admitió posando sus manos en las mejillas masculinas.
―Lo haré, no te preocupes ―expresó y mordió la barbilla femenina.
El vaivén de las caderas de Nayra hacía enloquecer a Ander, ambos gemían, él la guiaba también haciendo que los movimientos fueran más profundos y por momentos acelerados. Las manos de Ander dibujaron las curvas del cuerpo de la chica y apretó los pechos que aún estaban cubiertos. Nayra se mantenía aferrada a los hombros de él mientras se movía hacia delante y hacia atrás, y fue en aquel momento donde el hombre aprovechó para bajar el escote delantero y tener los pechos descubiertos solo para él. Los apretó entre sí y los devoró de a poco y de a uno a la vez. Nay pronunció su nombre casi al punto del éxtasis pero Ander la acostó entre el diván y los pies de la cama para continuar él con las riendas del acto.
―Girasol, me vuelves loco de deseo y de amor ―confesó con la voz entrecortada casi al punto de venirse.
La joven solo sentía y escuchaba, estaba tan extasiada que solo se mantenía sujeta a los brazos del hombre al tiempo que sentía las embestidas de él.
No les faltó mucho más para llegar al clímax, gimieron en la boca del otro y el abogado la sostuvo de la cabeza mientras le acariciaba el pelo para besarle el rostro y terminar besando sus labios.
―Me dejaste hecho polvo ―rio con picardía contra el cuello femenino.
Nayra sonrió y lo besó.
Luego del desesperado y fogoso encuentro íntimo, fueron a la cama para continuar entrelazados debajo de las sábanas.
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