🌚 31 🌻

Residencia de los Aritzmendi

Muy temprano por la mañana Nayra se removió quejándose y se giró dándole la espalda. Gateó para salir de la cama y puso los pies en el piso para colocarse la bata y caminar al sanitario. Cuando orinó se tapó la boca por los leves pinchazos que sentía y se relajó cuando terminó. Se aseó también porque tenía pequeñas manchas de color rojo y se sintió más aliviada. Regresó a la cama sacándose la bata de nuevo y se tapó para dormir un rato más.

―¿Estás bien? ―preguntó preocupado.

―Sí ―respondió y él la acercó más a su cuerpo para abrazarla por la cintura y darle caricias en su espalda.

Ambos quedaron dormidos una vez más.

Alrededor de las nueve de la mañana Nayra volvió a ser la primera en despertarse y se sentó para cubrirse con la bata, Ander se despertó también y le habló;

―Vuelve a la cama ―contestó tocándole el brazo.

―Tengo un poco de hambre, ¿quieres que te prepare algo? ―cuestionó mirando al frente mientras se acomodaba mejor el chunguito.

―No... ¿Por qué no me miras?

―Te parecerá extraño y tonto pero tengo una vergüenza terrible.

―¿Por lo de anoche? ―levantó ambas cejas sorprendiéndose.

―Sí.

Él estalló en risas.

―Aunque te parezca gracioso, me siento así.

Salió de la cama y luego del dormitorio para ir a la cocina, para preparar aunque fuese algo dulce para desayunar. Cuando regresó al cuarto con una bandeja con dos tazas y algo para que él comiera, no lo encontró allí sino en el baño dándose una ducha. Mientras tanto, sacó las sábanas y puso un juego nuevo de satén en azul oscuro. Apenas las tuvo bien acomodadas creyó estar viendo la noche en la cama. El abogado salió con un bóxer puesto y comenzó a vestirse.

―¿Vas a alguna parte? ―cuestionó sorprendida.

―Tengo un almuerzo con un cliente que concreté hace una semana atrás.

―Pensé que habías cancelado el trabajo por estos días. Digo... creí que tenías intenciones de descansar por el tema del matrimonio, aparte están en feria.

―No voy a cancelar un almuerzo para descansar, Nayra no quiero que cuestiones mi trabajo o qué podría hacer, o no para descansar ―respondió con sequedad.

―Ya sabía yo que iba a volver por la mañana el abogado estrecho ―dijo molesta―. En ningún momento parece que cuelgas el cartel de abogado. Te pregunto bien las cosas y no tienes necesidad de contestarme así. Si te pregunto es solo por curiosidad, no me metería en tu trabajo, solo lo hago para que sepas que me importa lo que haces —contestó indignada.

―Te metiste una vez siendo solo la niñera y casi te como viva cuando le escuché a mi cliente que iban a darse una segunda oportunidad.

―Creí que habíamos dejado ese tema atrás. ¿Y siguen juntos? ―preguntó interesada.

Él gruñó.

―Incluso hasta están por tener un hijo.

Ella casi se carcajeó.

―Sí, búrlate pero no quiero que metas la nariz en mis cosas, no te lo permito. Trabajo desde hace años, no necesito que alguien sugiera cosas —expresó con seriedad.

―Se te enfriará el café ―se lo señaló―. Y cuando regreses, a ver si antes de entrar te sacas el palo del culo ―emitió entre sarcástica y enojada.

Dejó su taza sobre la cómoda y buscó ropa interior, y prendas de vestir en el vestidor.

―No tienes porqué vestirte en otra parte.

―No quiero vestirme delante de ti.

Caminó directo al vestidor y cerró la puerta para vestirse con tranquilidad, lo hizo muy rápido y se maquilló solo con una línea negra en cada ojo y un brillo labial. Al salir, él ya no estaba más.

Poco tiempo después recibió una videollamada de Rebecca y se pusieron a conversar con ánimos.


―¿No quieres salir a almorzar? Estoy por ir con unas amigas y quería saber si querrías agregarte al almuerzo, sin hombres.

―Te lo agradezco pero ya estaba preparando algo para comer, otro día podría ser, ¿qué te parece? Y llevo a la niña.

―Perfecto, nos vemos pronto.

―Hasta luego.


Cortó la videollamada y se puso a preparar algo ligero, durante los mediodías no solía almorzar porque estaba más atenta a la bebé que a preocuparse si comía algo o no. Llamó a la casa de los padres de Ander para saber cómo estaban los tres.


―¿Cómo se encuentran ustedes? ¿Y Agnes?

―Todo está bien por aquí. ¿Y ustedes?

―Bien también, todo tranquilo. Cualquier cosa que necesiten solo tienen que llamar.

―Lo sé, Nayra... ustedes disfruten de sus días, la niña está bien y no los extraña. Aparte esta noche tienen el evento y deben disfrutar también.


Ambas rieron.


―Yo sé que está en muy buenas manos, los abuelos siempre son los segundos padres, lo decía por tu hijo.

―Ander es complejo pero sabe que la niña está bien.

―Exacto pero ya sabemos cómo es nuestro abogado.

―Sí pero veo que te quiere mucho y te respeta también, y nos alegramos por él, y por ti.

―Gracias, en fin... solo era para saber cómo estaban todos. Hablamos más tarde.

―Un beso para ambos.


Media hora posterior se sentó en la cocina para comer con tranquilidad y en silencio. Al terminar pocos minutos después, decidió salir a dar un paseo.


🌚🌚🌚


Restaurante

En el centro de la ciudad, a Ander le llegó un mensaje avisándole que Nayra estaba fuera de la casa a través del chip localizador que tenía puesto. Durante lo que duró el almuerzo estuvo intranquilo por la discusión que habían tenido, escuchaba al cliente pero no le estaba prestando la atención necesaria y eso era un gran problema.

―Aritzmendi, ¿te encuentras bien?

―¿Qué? ―frunció el ceño y lo miró―. Sí, sí. Perdóname, ¿qué me decías?

―Que si había posibilidad de llegar a un acuerdo entre mi exmujer y yo. Se pone demasiado especial cuando se le sube la histeria.

―Sí, podemos presentar un divorcio para ambas partes iguales, así ella se queda tranquila también.

―Me parece bien. Y espero que acepte, prefiero eso antes que me siga jodiendo.

―La paciencia tiene sus límites ―acotó con mucha seriedad.

―Exacto y te lo agradezco mucho ―dijo satisfecho.

El abogado volvió a quedarse absorto en sus pensamientos.

―Pratt... deberás disculparme pero tengo que irme. He dejado a mi mujer sola en la casa y no debería estar aquí, la verdad es que me he casado hace muy poco y estoy en mis días de licencia, los quise enganchar con la feria.

―¿Por qué no me lo dijiste días atrás? No había problema, incluso podías haberme enviado un correo electrónico.

―Lo sé pero quería presentarme para dar la cara ―rio un poco ante el comentario.

―Tan profesional como siempre, no tienes porqué darme una explicación, lo que deberías hacer es irte y disfrutar de estos días.

―De acuerdo, pago y me voy.

―De eso nada, deja que pague yo, por favor.

―Está bien ―asintió con la cabeza también―. Gracias.

―No hay de qué.

Ander salió del restaurante y se metió en su coche para dirigirse al lugar donde se encontraba Nayra.


🌚🌚🌚


Victoria's Secret

La vio dentro de una tienda de lencería. Aparcó y se bajó, entrando luego al local. La chica que atendía quedó perpleja y con la boca abierta al verlo entrar.

―Hola, buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarlo?

―Buenas tardes, vengo a buscar a la chica de celeste.

Nayra abrió los ojos más de la cuenta cuando escuchó su voz.

El abogado caminó hacia ella poniéndose detrás. Tomó un body de encaje blanco y se lo entregó en la mano sosteniéndolo de la percha.

―Este me gusta.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó consternada.

―Salí del almuerzo.

―Mira tú... ―acotó sin mirarlo pero viendo los conjuntos de ropa interior y las prendas de cama.

―¿Llevas ropa interior? ―arqueó una ceja mirando su cuerpo con atención.

―Sí, no tiene costuras.

―Dejé en el medio de la comida a mi cliente —respondió intentando hablar con ella.

―¿Por qué me lo cuentas? No lo quiero saber.

Se acercó a la caja para pagar por los tres conjuntos, los dos camisones de satén y encaje con sus batas incluidas y el body.

―¿Todo efectivo o con tarjeta? ―formuló la chica.

―Con tarjeta, para regalo. ―Ander se la entregó.

―¿Eres la pantera? ―quedó sorprendida y mirándolo―, creí que jamás iba a conocer al abogado en persona.

―Alguien me sacó de la guarida. ―La observó con atención.

―Se cree Batman pero es solo un animalito ―acotó entre risitas.

La chica casi se carcajeó pero no dijo nada, solo siguió empaquetando los regalos y luego se los entregó en una bonita bolsa.

Pronto salieron de la tienda y él abrió la puerta del copiloto.


🌚🌚🌚


En el trayecto de regreso a la casa, el abogado le habló.

―El vestido es demasiado apretado...

―¿Tienes un problema con eso? ¿O eres de los celosos? —enfatizó aún más sus preguntas—. Este vestido es tu castigo —remató para ponerlo quizás más molesto de manera adrede.

―¿Castigo de qué?

―Tú sabrás... ―dijo y cambió de tema―, llamé a tus padres, están todos bien.

―Me alegro. Desde que me senté en el restaurante que no pude concentrarme como debía en mi cliente.

―¿Y yo qué tengo que ver?

―Todo... Esta mañana discutimos y me tuvo preocupado.

―Ya déjalo. No quiero hablar.

―Le dije que estaba en mis días de licencia matrimonial y el cliente mismo me dijo que me fuera. No pude quedarme un minuto más allí, siento que pierdo la cabeza por ti y no es normal en mí. Desde anoche que me es imposible concentrarme. Aunque ya no puedo concentrarme bien desde que llegaste aquí.

―Ander... Creo que te tiene más preocupado que discutamos que haber tenido relaciones conmigo.

―Me traerá problemas cada vez que discutiré contigo, ya lo sé. Lo otro tendré que lidiar con ello porque aunque no lo creas, tengo ganas de saciarme de nuevo.

Nayra quedó asombrada ante semejante confesión.

―Me es imposible estar enojado por tanto tiempo contigo, me pone mal y no me gusta nada sentirme así contigo. Y me hace mal porque te amo ―expresó con sinceridad y apoyó su mano en el muslo cubierto de Nayra.

―Yo también te amo pero debes dejar la profesión cuando sales del estudio. Sé que te llevas trabajo a la casa pero fuera de la oficina tienes que ser solo Ander.

―Lo sé y por eso dejé por la mitad esa reunión con el cliente.

―Y me alegro ―sonrió al mirarlo.


🌚🌚🌚


Casa de los Aritzmendi

Cuando volvieron a la casa, Nicolás los recibió.

―Pero si llegaron los tortolitos, ¿dónde fueron? ¿Pasaron la noche afuera? ―formuló con diversión.

―No, terminamos de cenar y regresamos a la casa ―respondió Ander―, ahora nos encontrábamos en una tienda.

―Parece que estarás de cacería, ¿no? ―le comentó a su amigo mirando la bolsa de lencería que traía su hermana en sus manos.

―Muy gracioso, Nicolás. ¿Tú regresaste tarde anoche? Porque nosotros llegamos y tú no estabas ―le remató con burla el abogado.

―Por supuesto, solo para dejarlos a solas ―les guiñó un ojo.

Nayra quedó roja como una grana.

―¿Preparamos algo para almorzar? ―sugirió, para cortar la incómoda conversación.

Su hermano solo emitió risitas mas no habló.

Entre él y Ander la ayudaron con la comida. Mientras almorzaban, charlaban sobre la fiesta de esa misma noche en la cual Nicolás iría ya que Rebecca lo había invitado, como bien había dicho Ander que lo haría.

―¿Después del evento vuelven a la casa? ―interrogó el argentino.

―No lo creo, tenía pensado reservar una habitación ―le contestó y los ojos de Nayra se clavaron en él.

―Estaba creída que no ibas a reservarla, por el tema del cual tuvimos la discusión.

―Iba a ser sorpresa, lo ibas a saber recién cuando saliéramos de la casa pero ya que Nico sacó el tema, lo dije ―acotó, pinchando algunos alimentos con el tenedor y llevándoselo a la boca para masticarlos―. Supongo que te quedarás a pasar Año Nuevo con nosotros, ¿verdad? ―le preguntó a su cuñado.

―Sí, esa era mi idea.

―Perfecto entonces. Creo que voy a llamar a mis padres para que pasemos la fiesta aquí y el día siguiente en su casa, ¿qué te parece, Nay? ―quiso saber su opinión.

―Me agrada mucho la idea ―le sonrió.

A medida que comían continuaron conversando hasta que Nicolás se excusó para subir al cuarto y hacer una siesta.

―¿Te sientes bien? ―interpeló mientras la ayudaba a poner la cubertería dentro del lavavajillas.

―Sí, ¿lo dices por lo de anoche? Sí, me siento bien, tengo algunas molestias pero sé que es algo normal.

―¿Has pensado cuándo quisieras casarte?

―Aún no, ¿y tú?

―Ya te he dicho que me casaré contigo el día que tú quieras.

―Te propongo el mes y la fecha en que nos conocimos la primera vez cuando fui a tu estudio y te di el pisotón ―rio por lo bajo tapándose la boca con una mano―. Si vemos que cae de día de semana, podríamos casarnos igual, durante el día, en el jardín de tu casa, no pretendo una gran fiesta y ni tampoco muchos invitados, solo quiero que tengamos un lazo más sentimental y simbólico. ¿Puedes dejar de trabajar ese día si cae de día de semana?

―Por supuesto que sí ―le sonrió y la tomó de las mejillas para besarla en los labios―. Vamos a echarnos una siesta nosotros también, es temprano todavía y recién a las ocho y media tenemos que estar allí.

―De acuerdo ―asintió con la cabeza.

Nayra le sujetó la mano a Ander y así subieron las escaleras. Ella guiando el camino hacia el dormitorio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top