🌚 23 🌻
Estudio de Abogacía Aritzmendi
Quince días después de lo que Ander había decidido realizar para proteger a Nayra, el abogado llamó al móvil de su pareja para preguntarle si podía presentarse en su buffet y sin Agnes.
Nayra tuvo que dejar a la niña con su abuela y conducir de nuevo hacia el estudio por petición de él. Apenas llegó al lugar, aparcó y bajó para caminar hacia la entrada.
La secretaria se estaba yendo y se saludaron.
―¿Tienes idea de lo que quiere? ―preguntó la joven.
―No, pensé que venías a visitarlo.
―Me acaba de llamar y no tengo idea de lo que quiere.
―Pues ve y te enterarás ―rio por lo bajo y salió de allí.
La muchacha golpeó la puerta y él le pidió que pasara al interior.
―¿Qué sucede? Me has tenido intrigada desde que cortamos la llamada ―dijo, acercándose al escritorio.
―Siéntate. ―Le ofreció la silla frente a él.
Nayra lo hizo y esperó.
―Acabo de firmar los papeles legales del matrimonio por civil ―admitió y se los entregó a ella para que los firmara también.
La argentina quedó tan consternada como decepcionada también porque si bien sabía que ambos lo hacían por protección, tenían una relación amorosa y firmar de aquella manera era como estar firmando papeles generales todos los días.
Cuando finalizó, se los devolvió y se levantó de la silla.
―Ehmmm... Cambiando de tema, pensé en hacerle una pequeña fiesta de primer año a Agnes, ¿qué opinas?
―¿Se lo preguntaste a mi madre?
―Pues no, creí que tenía que decírtelo a ti primero.
―De acuerdo, pero para la fiesta invitados reducidos y que sea íntima.
―Está bien, como no conozco a tus familiares, puedes hacer tú la lista de invitados o se lo pregunto a tu madre.
―La haré yo. Mi madre pondrá gente que conoce ella y no quiero, la reunión es solo para un festejo de primer año, nada más.
―Entiendo. ¿Ella está bautizada?
―No y si te gusta la idea, podríamos combinar ambas cosas, primer año y bautismo.
―Esa idea me gusta más ―le sonrió.
―¿Nicolás y Rebecca te gustarían para los padrinos?
―¿Me lo preguntas a mí? ―dijo sorprendida.
―Sí, es como tu hija.
―Bueno, sí, me gustaría que lo fuesen ―comentó y quedó en silencio―, en fin, pasaré a buscar a la niña y volveré a la casa.
―Nayra... Mañana tienes una cita con un laboratorio tecnológico para una implantación de chip. Es subcutáneo y no se nota, no emite sonido ni nada, emite una señal monitoreada que llega a mi móvil a través de una aplicación y a su vez a la empresa tecnológica.
―Pero yo no lo quiero. Siento que me estás controlando de esa manera.
―Es lo menos que quiero hacer, pero dadas las circunstancias no puedo no usar mis beneficios para protegerte de Blas. Si hago esto, es solo con el único objetivo de saber que estás bien y segura, nada más, lo demás no importa.
―¿Y cómo te das cuenta si estoy o no en peligro?
―Luz verde y luz roja. Es un geo-localizador y va según tu pulso. Fácil.
―Aclarado y resuelto todo, me iré. ¿Vuelves conmigo?
―Todavía no, tengo que terminar de armar unos divorcios.
―Está bien... Siento curiosidad. ¿Cómo tienes tú los papeles de un matrimonio por civil? ―unió las cejas con intriga.
―Porque se los pedí a un juez de Paz.
―El juez de Paz es conocido de mis padres y le pedí que no se lo comentara a ninguno de los dos, es el que los casa todos los años.
―¿Se casan todos los años? ―formuló asombrada y abriendo más los ojos.
―Sí, en su momento se casaron por civil y por iglesia, después del año de casados hasta la fecha, lo hacen por renovación de votos. Les gusta y lo tienen como tradición.
―Es linda la tradición que tienen.
―Sí.
―Bueno, volveré. Nos vemos en la casa ―se giró en sus talones y se dirigió a la puerta.
―Nayra...
―¿Qué? ―lo miró.
―Perdón por no darte más que estas firmas, no me gustan los matrimonios, no con lo que implica vestirse formalmente, los invitados, catering y todo eso. Aparte, he visto muchas cosas en las parejas que me dejan no querer hacer nada de eso. Sé que te hubiera gustado tener un vestido de novia pero lo lamento.
―No te preocupes, soy una chica moderna, no pienso en esas cosas ―le sonrió pero su sonrisa no llegó a los ojos.
🌻🌻🌻
Un solo día después fue Nicolás quien llamó a su hermana preguntando por algo obvio.
―Me dijo Ander que ayer firmaron los papeles del civil.
―Así es.
―¿Y cómo fue? Quiero que me lo cuentes porque él no me dijo nada más.
―Como sabes, Blas está aquí y ya me vio. Fue por protección, incluso tengo un chip rastreador que me lo colocaron hoy, vengo de allí. Nadie sabe que nos casamos, ni siquiera sus padres. Se disculpó porque no puede darme más que solo las firmas sabiendo que yo quería tener el vestido.
―¿Y tú qué es lo que quieres Nayra? ―su hermano se lo preguntó con seriedad―. Porque por más que él te diga eso, tú debes decidir también, no tiene porqué decidir solo él las cosas.
―Los dos decidimos esto.
―¿En serio? ¿Te conformas solo con las firmas y nada más?
―Me dejó claro que solo lo hacía por protección porque ninguno de los dos quería casarse.
―Seguro que de esta manera no. Pero sé que tú sí lo querías y lo sigues queriendo.
Nayra quedó callada.
―Por más que lo quiera, él no me va a mover un dedo.
―¿Y su relación amorosa en qué queda? Porque ni por eso te dio a cambio algo a ti.
―Creo que ni él sabe lo que es amar porque nunca lo experimentó.
―Yo sé de su propia boca que le gustas mucho, que se siente como idiota a tu lado y que no le importa que lo lleves de las narices.
―Pero se reduce a atracción ―dijo angustiada―, desde niña quise mi vestido de novia y creo que jamás lo voy a tener... ―contestó triste a través de la línea del teléfono―, Nico, por favor, no le digas nada a Ander, no quiero discutir con él por estas pavadas.
―Para ti no son pavadas.
―No importa, lo que yo piense y quiera no cuenta aquí.
―Te desconozco. La que me habla no es la Nayra que en verdad conozco, la decidida y directa, que no tiene filtro en decir lo que piensa, ¿qué pasó?
―Ander Aritzmendi, no se lo puede cambiar de idea.
―Sinceramente, no me esperaba algo así de Ander, ocultar a los demás una cosa semejante, como si se hubiera casado con alguien que no vale nada. Si lo tenía frente a mí, le hubiera dado una trompada.
―Estoy segura que lo harías ―rio ante su respuesta―. Te dejo tranquilo, hablamos en otro momento. Te mando un beso.
―Gracias, otro para ti.
🌻🌻🌻
Casa de Ander
Durante la tarde Nayra preparó galletas dulces con chispas de chocolate con la ayuda de la preciosa Agnes. El abogado llegó poco después y las vio muy ensimismadas en lo que estaban preparando. Quedó pensativo y en parte contento por la escena que estaba presenciando sin ser él partícipe de aquello.
―Pon más chispitas por arriba de las galletas, Agnes ―le dijo la joven con su ayuda también.
―¿Shi? ―preguntó con su pequeña afirmación por si estaba bien cómo las estaba poniendo.
―Sí, así están bien, hermosa ―le respondió besando su coronilla―. ¿Quieres poner confeti de colores? ―formuló la chica señalando el pequeño paquete.
―Shi ―dijo contenta y aplaudiendo.
―Entonces a algunas vamos a ponerles confeti también ―sonrió abriendo el paquete.
Ander escuchaba atento la conversación entre ellas y sintió que algo raro se le removió en su estómago, no le gustó ni un poco porque sabía que era algo que no estaba acostumbrado a sentir.
―Hola... ―les dijo a ambas.
―Hola ―le replicó ella y la niña con su ayuda bajó del banquito para correr a los brazos de su padre.
―¿Cómo estuvieron ustedes?
―Bien, todo tranquilo, ¿y tú?
―Normal todo y estoy bien también. Iré a ponerme otra ropa.
―¿Meriendas con nosotras?
―Puede que sí.
Dejó a las dos a solas mientras él entró al cuarto, sintiendo incomodidad y angustia también, por la manera en cómo estaban surgiendo las cosas, algo que sabía que solo él tenía la culpa. El móvil sonó y atendió.
―¿Me puedes explicar qué es eso de que te casaste por civil con Nayra y ni siquiera tu padre y yo lo supimos? ―le escupió su madre al teléfono enojada.
―¿Quién te lo contó? ¿Nayra? ―preguntó molesto.
―No, Nicolás me lo dijo no hace mucho. Tú se lo contaste a él, y era más que obvio que me lo contaría a mí.
―Estoy más que seguro que Nayra le insistió para que te lo cuente.
―No, ella no tuvo nada que ver en esto y si en verdad hubiera sido así, me parecería algo razonable querer contarlo, no estás haciendo algo descabellado o malo.
―No es algo que se tenían que enterar los demás.
―¿Qué? ¿Lo ibas a ocultar? —preguntó incrédula con lo que su hijo le decía—. Ahora por imprudente te exijo que hagas algo, aunque sea una pequeña reunión con nosotros, su hermano, Rebecca y los padres de ella. No puedes ocultar algo así.
―Tengo 35 años como para que me estés dando órdenes como un crío —dijo molesto.
―Pues lo pareces ahora con la actitud tonta que tuviste. ¿Le compraste un anillo?
―Claro que no ―emitió serio.
―Deberías.
―Pero no lo haré, nada.
―Te estás comportando como un insensible. No pareces mi hijo. No te costaría nada darle un anillo y hacer una pequeña reunión de festejo. Ni siquiera te estoy pidiendo que pases por la iglesia.
―Madre... no manejas mis decisiones a tu antojo. Nayra y yo decidimos eso, punto.
―Nayra no hubiera decidido eso, eres tú quien impone y ella te lo acepta. No te das cuenta que estás loco por ella, estás enamorado, Ander y ni lo ves, no ves lo que tienes frente a tus narices.
―Bueno mamá... Hablamos más tarde.
―Ya me di cuenta lo cobarde que te volviste. ¿Y la panterita, dónde quedó? ―cuestionó con ironía.
―Mamá... voy a cortarte, otro día hablamos mejor. Saludos.
🌻🌻🌻
Nayra metió las galletas al horno mientras la niña dibujaba sentada en su sillita. Ander terminó de ponerse otra ropa y apareció de nuevo en la cocina.
―¿Hablaste hoy con Nicolás?
―Sí, me llamó porque se extrañó lo que le contaste.
―¿Le dijiste que se lo contara a mi madre? Porque me acaba de llamar.
―No, ¿crees que influencié a Nico para que se lo contara a tu madre? ―formuló incrédula y mirándolo con atención.
―Otra cosa no me explico.
―Pues si crees eso, allá tú. Lo menos que quiero es un problema contigo, hablé con Nicolás pero no para insistirle en que se lo dijera a tu madre, hablamos de otras cosas ―le mintió―, entre ellas que se sorprendió cuando tú le contaste que te habías casado conmigo por civil sin enterarse antes del asunto. Si crees que tengo poder para influenciarlo a él o a tu madre, pues... le estás errando feo. Si nadie se debía enterar, en ese caso yo no abrí la boca, ese fuiste tú ―arqueó una ceja sin dejar de mirarlo a los ojos―. Me estás teniendo en una mala consideración y te aclaro que no soy como ninguna de las demás, creo que con eso, te puedes imaginar a quien me refiero sobre todo ―escupió tajante y Ander abrió más los ojos quedándose sorprendido con su actitud.
La joven se dio media vuelta para fijarse el horneado de las galletas y las sacó. Dejó la placa sobre la mesada y la niña bajó como pudo de la sillita para acercarse a las galletas.
―No mi amor, queman, no te acerques. Ahora las saco y las pongo en un plato.
Nayra la levantó en sus brazos y Agnes le entregó la hoja dibujada.
―Es hermoso, lo pondré aquí ―respondió yendo al refrigerador y poniendo un imán sobre el papel―. ¿Meriendas? ―le inquirió al hombre pero este negó con la cabeza.
Se giró en sus talones y caminó a su oficina.
Dos horas más tarde, cuando la niña se quedó dormida, ella aprovechó en prepararle un café y ponerle unas galletas en un plato para llevar todo sobre una bandeja a Ander.
―Son las seis de la tarde, te tardaste un poco con la merienda.
―¿Ah sí? Discúlpame por no ser tan rápida. Agnes se quedó dormida no hace mucho, y pensé que necesitabas comer algo, de todas maneras, no soy tu sirvienta ―admitió molesta.
―Estás muy enojada.
―No, para nada.
―¿Entonces por qué te pones con esa postura de enojada?
―No lo estoy... ―quedó callada y reanudó la conversación―, en realidad, sí lo estoy. Estoy enojada porque crees que hago las cosas a tus espaldas, me crees igual que las demás, igual que la madre de Agnes. No soy tan idiota en decirle a Nico que hable con tu madre para que te diga cosas. Yo no puedo obligarte a nada que no quieras hacer. Lo dejaste claro la noche en que quise irme de aquí.
―Creí que estabas enojada porque no hay más nada que solo firmas entre los dos.
―¿Obtendré algo a cambio? No, entonces lo acepto. Y lo hago porque me gustas, me encantas. Y ya sabes que estoy enamorada de ti pero eso no lo vas a querer y tampoco me dirás algo, por tal motivo, me termino callando.
―Tengo hecha la lista de los invitados para el bautismo y primer año de Agnes ―le cambió de tema.
―¿Cuántas personas son? ―preguntó resignada.
―Solo veinte personas ―le dijo entregándole la hoja de papel.
―¿Y tienes fecha?
―El mismo día de su cumpleaños o la fecha más próxima después de su cumpleaños.
―De acuerdo, ¿quieres que me fije alguna iglesia?
―Yo encontré una, pero hay que llamar para saber si tiene disponibilidad, ¿puedes hacerlo tú?
―Sí, no hay problema ―comentó ella―. ¿Tienes pensado alguna temática para la reunión?
―Nada de temáticas, algo en colores pasteles.
―Bueno, me parece bien. En fin, te dejo tranquilo. Espero que te gusten las galletas, Agnes me ayudó.
🌻🌻🌻
Durante los siguientes días, Nicolás y Rebecca supieron que serían los padrinos de Agnes y entre ellos decidieron lo que le iban a regalar a la pequeña por ser su bautismo y cumpleaños también. En esos mismos días, Nayra aprovechó en comprarle un anillo con diseños de garras de animal que había visto en una tienda online y por el cual preguntó en su momento para regalo.
Ander por su parte, también quiso comprarle a Nayra un regalo sin que nadie se enterara del mismo. Sobre todo para intentar remediar en cierta forma la situación tan incómoda que estaban viviendo desde cuando firmaron los papeles del civil y sabía bien que hasta él se sentía raro y se comportaba ácido con ella solo por miedo.
Cuando llegó, la encontró bailando un ritmo que nunca había escuchado y que no creía que era de su país. La música se escuchaba latina y el ritmo invitaba a bailarlo también.
El abogado quedó anonadado al verla bailar de aquella manera y quiso bailar con ella también. Se acercó por detrás dejando sobre el sillón el maletín y el regalo, se aflojó la corbata y fue hacia ella. Nayra cuando giró lo vio frente a sus ojos, quedándose perpleja.
―¿Me enseñas?
―¿A bailar esto que escuchas? ―abrió más los ojos sorprendida.
―Sí, me dan ganas de bailarlo también. ¿Qué ritmo es?
―Cumbia de mi país y me extraña que quieras bailar esto.
―Siempre hay una primera vez ―sonrió de lado.
―Dame tus manos ―le dijo y él las extendió hacia ella―. ¿Estás viendo como muevo los pies? Así tienes que hacerlo tú.
Ander intentaba seguir el ritmo pero se le dificultaba.
―Parezco de madera.
―Oxidado, como cuando fuiste al club nocturno ―rio casi a carcajadas―. Dame una vuelta, seguro viste parejas bailar salsa, de la manera en cómo él la gira a ella, así igual tienes que hacerlo conmigo.
―Pero no es el mismo ritmo.
―Pero el giro es igual.
―Ah, de acuerdo.
A medida que el baile entre ellos avanzaba, la tensión comenzaba a aumentar también, el roce de sus cuerpos, las manos masculinas en la cintura femenina, los giros, los movimientos, eran un combo lleno de sensualidad por ambas partes. Ander había enganchado el ritmo casi de inmediato y eso le proporcionó a ella la seguridad que necesitaba mientras bailaban.
Apenas terminaron quedaron enfrentados y el hombre le dio un beso en los labios. El beso continuó mientras él la arrinconó contra una de las paredes y Ander apretó sus nalgas por encima del pantalón de mezclilla que tenía Nayra.
―¿Por qué no me tocas? Ahora que puedes más, ¿por qué no lo haces? ―le preguntó mirándolo entrecerrando sus ojos de lo extasiada que se encontraba.
―Porque si lo hago, perderé el control y yo no pierdo el control.
―No está mal perder el control por algo así ―admitió en susurros sujetada a su cuello―. Que pierdas el control cada vez que estamos así, no querrá decir que perderás el control en las demás cosas que haces.
―Si pierdo el control con esto que estamos teniendo, sé que no podré concentrarme en mis trabajos.
―No seas mentiroso ―respondió rozándole los labios contra las suyos y pasando sus uñas por la nuca masculina.
―Me incitas. Me pones ciego de deseo y no me lo puedo permitir —confesó casi en un jadeo.
―No seas así, ¿entonces las veces que tuviste sexo no perdiste el control y volviste a tu trabajo normal?
―Lo de ahora sería diferente, eres mi esposa y estás hermosa ―confesó mordisqueando y besando su garganta.
Nayra se dio cuenta que Ander se había contenido en decirle algo más osado por miedo a que le cayera mal a ella y porque como él mismo le dijo, no quería perder el control.
―Pues si crees que pierdes el control, tampoco deberías tocarme o besarme.
Él se separó de ella.
―Tengo algo para ti.
―Y yo también ―sonrió la joven.
Ander se acercó al sillón y sacó la caja de la pequeña bolsa. Se la entregó a ella. Nayra la abrió encontrándose con un precioso anillo de compromiso.
―Supongo que no te lo esperabas.
―Para nada.
―¿Te gusta?
―Mucho. ¿Por qué decidiste comprarlo?
―Porque quise.
―Parece un girasol o algo parecido.
―Sí, te representa ―expresó y lo sacó para colocarlo en el dedo.
El americano le dio un beso en el dorso de la mano mientras la miraba con atención a los ojos.
Pronto, Nayra caminó hacia su cuarto para ir a buscar el regalo para Ander y él la siguió detrás.
―¿Y Agnes?
―Con tu madre, quiso comprarle ropa y algunos juguetes.
―¿Y tú por qué no fuiste con ellas?
―Quise adelantar un par de trabajos de bordado que me encargaron.
―¿Le gustó el cojín que le bordaste a la amiga de mi madre?
―Le encantó y me pidió que le hiciera cinco más, los quiere poner en el juego de jardín que tiene su casa.
―Me parece fantástico.
―Para ti ―contestó la muchacha dándole una cajita también.
―¿Anillo? ―arqueó una ceja al mirarla―, ¿estás queriendo marcar el territorio?
―Lo mismo diría yo, ¿no? Esto lo marca bastante bien ―le mostró el cintillo en el dedo correspondiente.
―Anillos y papeles es solo una formalidad, esas cosas no atan a nadie. Si la persona que tienes a tu lado, te quiere poner los cuernos, no le va a importar si está o no casado.
―En eso tienes razón. Solo implica seguridad de quien tienes al lado y confianza, pero aún así son lindos los detalles, es como un vínculo más íntimo.
―Un vínculo íntimo sería compartir la cama y hacer el amor, Nayra... Y como no viniste a mi cama el mismo día en que nos casamos, supuse que estabas enojada.
―No me lo pediste tampoco ―dijo sorprendida.
―No necesitas que te lo pregunte.
―Pero no fui porque no quiero que la niña piense cosas que no son.
―Nayra, la niña no se acuerda de su edad natal, no va a saber si estamos o no casados, si hubo fiesta o no, a menos que pregunte.
―Bueno, eso es cierto —comentó pensando—. ¿Y si pregunta? ¿Qué le dirás?
―La verdad.
―Le mentiste más de pequeña cuando aceptaste que me llamara mamá.
―No compliques las cosas, te estás poniendo excusas, solo porque no aceptas que lo único que tenemos es un matrimonio por civil y te aclaro que ese es el que vale.
―Pensé que ambos.
―No, solo el civil porque es donde se firman los papeles.
―Pero... podemos... casarnos en el jardín trasero, con un cura y pocos invitados, sin que pases por la iglesia.
―Nayra... me estás exigiendo algo que no voy a hacer. Confórmate con el civil y el anillo. No voy a darte más.
―Un civil que fue como si no hubiera existido, porque solo firmamos y nada más, ni siquiera me invitaste a cenar ―contestó indignada.
―Te invito a cenar esta noche.
―Ahora no quiero, no es cuando tú quieres ―respondió molesta.
―Tienes mi apellido y el chip, sabes porqué nos casamos, no pidas más.
―Te hubieras ahorrado el "matrimonio" y solo me pedías que me colocaran el chip, iba a estar protegida también, sin necesidad a tu criterio de pasar por un civil que fue más un contrato entre empleada y jefe.
―Te pones difícil cuando quieres.
―No, tú te pones estrecho porque no reconoces nada, no te das cuenta de nada de lo que está frente a tus ojos. Si dices que no importa que una pareja esté o no casada, tampoco te tendría que importar casarte por iglesia. Te tendría que dar lo mismo, ¿no? ―dijo sarcástica―, me pides que haga cosas, pero tú no haces un carajo por mí —escupió enojada—. Te haces el estrecho y serio cuando estás en tu buffet y cuando debes serlo pero bien que se te caen los pantalones cuando me acerco a ti, te insinúo y te quedas quietito, ahora que puedes con más libertad, no haces un cuerno. Y te llaman La Pantera de Chicago ―casi estalló de risas―, quisiera verte la expresión de tu cara si te pido que quiero la noche de bodas.
Ander quedó más que asombrado con la pregunta de ella, tragó saliva con dificultad pero trató de ignorarla pero no pudo evitar reírse a carcajadas.
―A mí no me causa ninguna risa ―unió las cejas estando enojada.
―Pues a mí sí. No puedes pedirme eso, se sabe de primera mano que eso es al revés en ciertas circunstancias. No la mujer al hombre, puede que se me caigan los pantalones pero todavía tengo control sobre mí.
―¿Y por eso no harás nada?
―No ―dijo con seriedad al tiempo que la observaba a los ojos.
―¿Me tienes dispuesta y no harás nada? ―levantó las cejas.
―Así es, no haré nada.
―¿Ni siquiera habrá besos, ni caricias, nada?
―Puede que esas cosas sí pero no voy a caer en la tentación.
―Veremos...
―Te pones valiente como si serías una experta en el arte de la seducción y las relaciones sexuales.
―Quizás lo sea en el arte de la seducción porque no me vas a negar que te vuelvo loco.
Ander en vez de responderle, se dedicó a abrir la caja para no prestarle atención.
―Es muy yo el anillo, gracias ―emitió y él mismo se lo puso en el dedo anular izquierdo.
―Me alegro que te guste pero... creí que te lo iba a colocar yo como tú lo hiciste con el mío ―quedó cortada ante la actitud del hombre.
―Te ahorré el trabajo.
―Sí, ya veo...
―¿Conseguiste las cosas para la reunión de Agnes? ―preguntó él.
―Sí, terminé de comprar todo hace dos días atrás, me avisó Nico que llega mañana, y le dije que se quedara aquí.
―Está bien.
―Lo iré a buscar al aeropuerto junto con Agnes, para que se conozcan personalmente.
―De acuerdo, ten cuidado.
―No empieces, Ander. Siempre he tenido cuidado con tu hija.
Él solo asintió con la cabeza pero no le dijo nada.
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