🌚 15 🌻

Casa de Ander

El domingo en el transcurso de la merienda entre los tres en la cocina, él quiso preguntarle cómo se encontraba por lo sucedido la noche anterior.

―Todo está bien. No te preocupes más.

―¿Y con lo otro? ―él fue más allá.

―¿Qué otro? ―cuestionó intrigada y mirándolo.

―Lo que te hizo Winona.

Nayra puso su boca apretada y a un lado.

―No pasa nada. Lo he tomado como de quien venía.

―¿La conoces?

―Claro que no pero Rebecca me contó un poco de ella.

―¿Te dijo que la llaman la arpía?

―Sí. Y supongo el porqué.

―¿De qué hablaron las tres? Becca y ella se odian, y me pareció raro que se quedara tanto tiempo junto a ustedes.

―Un par de pavadas. Nada que se deba tener en cuenta. Por eso, tomé todo como de quien venía.

―¿Pudiste quitarle la mancha de champaña?

―Dejé el vestido sobre la mesada del lavadero con un producto que quita las manchas, espero que dé resultado.

―Bien, si no sale pues comprarás otro.

―Seguro que sí.

La bebé estaba sentada en el regazo de Nayra y levantó la cabeza para mirarla. Le tocó con su pequeña mano la barbilla de la joven y ella bajó el rostro para mirarla. Le sonrió feliz y balbuceó un par de palabras ma-ma.

La muchacha quedó perpleja y sin poder decirle algo adecuado hasta que se armó de valor y le respondió.

―Yo no... ―habló Ander encima de su voz.

―No se lo niegues.

―Pero... no puedes crearle una mentira porque sabes que no es cierto. El día que me vaya le crearás un trauma a la niña.

―Como te dije anoche, es posible que te renueve el contrato, nos llevamos bien y eres importante para Agnes.

―Ander... el día que conozcas a alguien más, esa mujer quiero suponer que querrá cuidar de Agnes también y no se lo podrás negar. La va a querer como a una hija.

―Es posible que tampoco quiera tener una mujer —confesó mirándola a los ojos.

Nayra no sabía si reírse o quedarse callada.

―¿Cómo que no? Debes tener a alguien sobre todo para que acepte a Agnes y después al padre, porque si conoces a alguien que tiene un hijo, si lo quieres de verdad, aceptas al hijo o a la hija.

―Eso es muy cierto. Pero por el momento Agnes tiene una madre y sinceramente no me desagrada para nada que lo fueses de ella ―comentó acariciando la mejilla de su hija.

La joven quedó desconcertada ante aquellas palabras pero no dijo nada tampoco. Aunque tenía miedo porque era posible que no le diera la seguridad que ella quería tener de un hombre.


🌻🌻🌻


Dos días después

Estudio de Abogacía Aritzmendi

Nayra llegó al estudio con una carpeta en las manos porque el abogado se había olvidado la misma para aquel día y dejó a la niña con su abuela. La recibió la secretaria y le dijo que esperara unos minutos porque estaba con una pareja pidiendo los papeles del divorcio. La argentina se sentó y comenzaron a escuchar una acalorada discusión entre la pareja. Ella exigiendo y él intentando calmarla. La secretaria y la joven se miraron pero no dijeron nada. Continuaron escuchando más gritos y la voz seria de Ander que quería calmar a ambos y no podía.

Tuvo que intervenir la muchacha aunque quedaba mal y la secretaria la miró sorprendida cuando se encaminó hacia la oficina y abrió la puerta sin golpearla.

―¡Por favor los gritos se escuchan desde la calle! ―gritó dejando a los tres de piedra y mirándola.

Ander abrió los ojos más de la cuenta y levantó las cejas impresionado.

―¿De qué estaban discutiendo? Parecen perro y gata ―escupió y la pareja se sintió de repente incómoda―, ¿por qué no hablan como gente civilizada? Porque en verdad parecen dos críos. Parecería que es cuestión de tiempo y sospecho que ni siquiera saben de qué están discutiendo, quizás es algo minúsculo y ustedes lo hacen más grande que una casa.

Ander estaba por comérsela cruda y la mató con la mirada. A ella no se le movió ni un pelo.

―Nayra... me parece que deberías salir, no es de tu incumbencia ―comentó él tratando de ser amable.

―Tu secretaria y yo estábamos incómodas de la manera en cómo gritaban estos dos. Así que me parece que debí intervenir porque tú parecía que no podías controlarlos... ―acotó con suficiencia.

La mujer intentó contener la risa pero estalló de repente y le siguió su futuro exmarido. Ambos no paraban de reírse.

―¿Qué les causa tanta gracia? ―preguntó el abogado con el ceño fruncido.

―Ander... esta señorita te va a llevar a la ruina ―emitió el hombre—. Me parece que dejaremos esto para más adelante.

―¿Se darán otra oportunidad? ―preguntó entusiasmada Nayra y tamborileando los dedos entre sí.

―Supongo que sí ―replicó él―, si Sandra me da una oportunidad de nuevo y trata de cambiar un poco.

―Me parece una excelente decisión ―respondió la argentina.

―Lo esperamos nosotros también ―fue el turno de Sandra hablar.

―Ander... lo siento mucho pero escuchando a la señorita creo que nos daremos una segunda oportunidad, porque... sinceramente no terminamos sabiendo el porqué vinimos aquí desde la primera vez para divorciarnos.

El hombre estrechó la mano con el abogado y ella hizo lo mismo con él. Salieron de allí tomados de la mano.

Nayra actuó como si nada hubiera pasado.

―Te olvidaste la carpeta en la casa, vine a traértela.

―¡Y a meter la nariz donde no te llaman! ―gritó apretando los dientes de la furia que tenía encima.

―Tranquilo que solo fue hacer un bien para estos dos.

―Trabajo como abogado de divorcios, no necesito al hada madrina de los arreglos matrimoniales —se burló—. Me dejas la carpeta y te largas de aquí ―golpeó la mano abierta contra el escritorio.

Nayra se acercó al escritorio y lo enfrentó.

―¡A mí no me gritas abogadito! ―exclamó tajante―. Si eres flojito para sostener la reunión no es mi problema.

―Perdí dinero por tu culpa ―apretó con fuerza la mandíbula.

―No te quejes que bastaaaante debes tener. Así que, cálmese mijo ―sugirió dándole palmaditas en la mejilla―. Hasta luego, nos vemos en la casa y afloja la mandíbula que se te va a romper ―le guiñó un ojo.

Ella le tiró un beso y se rio pero antes de salir, él le habló con seriedad.

―En la casa tú y yo vamos a hablar bien, no creas que te la dejaré pasar.

Ella le sacó la lengua y volvió a reírse.

Cuando Nayra salió, la secretaria le habló:

―Has despertado a la pantera, te aconsejo que te mantengas en alerta.

―Él es solo un cachorro de pantera ―estalló de la risa―. Hasta pronto.

―Nos vemos.


🌻🌻🌻


Casa del abogado

Nayra cuando escuchó la llave en la cerradura mantuvo la respiración porque sabía bien lo que le estaba por venir. Apareció en la cocina y ella se levantó de la silla esperando lo peor.

―Vamos a dejar las cosas claras, yo voy a hablar y tú calladita vas a escuchar.

―De...

―No te dije que hablaras ―emitió enojado―, ¿tienes una puta idea de lo que hiciste hoy? Te apareciste como si nada, como si serías una abogada o la salvadora de los matrimonios ―escupió cabreado―, y eso no te lo voy a permitir. Cobro muy caro los divorcios y no necesito que tú metas de nuevo la nariz. Porque pierdo dinero.

―Pero... se los veía tan ofuscados que ni ellos sabían qué era lo que querían ―se excusó.

―¡Me importa una mierda! ―gritó golpeando el puño contra la mesa y ella dio un saltito del susto―. Si se quieren divorciar yo no soy quien para decirles lo contrario, por algo soy abogado de divorcios. Y créeme, tengo una reputación que me precede. No tengo errores y ningún divorcio mal hecho ―gruñó con furia―, te lo repito... ―la miró con seriedad―, no te voy a permitir que metas de nuevo tu nariz. Me hiciste perder otra parte de lo que me correspondía al final de las firmas de la pareja.

―Tú tampoco te aseguras si el pago se efectuará, porque a la hora de firmar puede que se arrepientan y tú no recibes la otra parte.

―Te sorprenderías de los casos terribles que tengo casi todos los días.

―Pero esta pareja no parecía que se querían divorciar, si te dabas cuenta que ni ellos se entendían, eso es porque no tienen diálogo y confianza entre ellos.

―Parece que te tomas como un juego la profesión que tengo, ¿verdad? ―sonó irónico y puso los brazos en jarra―. Perdí dos sueldos tuyos, ¿te parece cómico? Porque a mí no me hace ninguna gracia ―expresó enojado aún―, eres solo la niñera, una persona fuera de mi profesión, no eres abogada y no deberías meterte otra vez ―dijo mordaz fulminándola con la mirada.

―Claro... hubiera llamado a la arpía, ¿no? ―comentó con sarcasmo―, quizás ella podía resolverte algo, o alguna cuestión de pantalones ―habló de manera neutral y él arqueó una ceja mientras entrecerró los ojos.

―No metas a Winona en esto porque esta discusión es entre tú y yo ―apretó las manos sobre el respaldo de la silla.

―Si tú no te fijas más allá de los papeles de divorcio en cómo se expresan las personas que tienes frente a tu nariz, no es mi problema, dio la casualidad que estaba yo y salvé el matrimonio ―rio casi a carcajadas.

―Nayra... no me cabrees más de lo que ya estoy, porque no vas a querer conocerme hecho una fiera ―dijo ardido.

―O una pantera ―respondió con burla.

Ella se acercó con lentitud hacia él y el hombre se puso recto como un palo. La joven se puso en puntas de pie a pesar de que se sentía nerviosa, asustada e incómoda. Lo besó en la barbilla y él la atravesó con la mirada azul, tan azul que la muchacha casi flaqueó.

―No me endulces porque después no vas a querer probar y te conozco... ―expresó―, te conozco bastante bien para afirmar eso, insinúas, me insinúas cosas... y yo te las digo también pero luego todo se queda a medias, y no tolero cuando las cosas se quedan a medias ―admitió con sinceridad.

―¿No te saqué una sonrisita por lo menos? ―cuestionó entre risitas.

―No... ―dijo tajante.

Nayra se alejó de él y volvió a ponerse en su estatura normal.

―Qué tipo ácido.

―Sensato y furioso porque me hiciste eso.

La joven apretó la boca pero no le dijo nada más.


🌻🌻🌻


Durante el fin de semana de esa misma semana donde Agnes se quedó con sus abuelos, Nayra se encontraba dentro de su dormitorio para contar el dinero de sus ahorros y darle a Ander lo que había perdido por su culpa.

El abogado no se encontraba en la casa y aprovechó para unir los billetes en cintas de raso con las cuales ella bordaba y se los dejó dentro de una cajita sobre el escritorio.

Llegó un rato después con helado y girasoles.

―Son para ti ―dejó el ramillete sobre la mesa de la cocina―. Y traje helado.

―Bien... ―acotó sin decirle más nada.

―Iré a darme una ducha, hace un calor terrible ―contestó quitándose la camisa.

Los ojos de la joven se posaron en su torso desnudo y tuvo que mirar hacia otra parte por vergüenza. Era terriblemente apuesto y en todo aquel tiempo ni un mísero beso le había dado. Estaba claro que era solo la niñera y una madre sustituta para Agnes pero en ninguna categoría para Ander.

El hombre entró a su oficina y miró la caja sobre la mesa, frunció el ceño porque sabía que antes de irse no había nada allí. Se acercó al escritorio y leyó la nota.

Lo siento. No pensé que podría perjudicar de esa manera tu trabajo.

Ander abrió la caja y se encontró con el dinero que ella le había hecho perder al no haber terminado con los papeles del divorcio de la pareja de aquella vez. No supo si volver a cabrearse o sorprenderse por su gesto pero prefirió la segunda opción. Se llevó consigo la caja cerrada y entró a su cuarto para darse una ducha, mientras en la cocina Nayra ponía los girasoles en agua y en el centro de la mesa. Un número desconocido apareció en la pantalla de su móvil pero no le dio importancia, ella no atendía esa clase de llamadas.

Un mensaje llegó como notificación leyéndolo desde la pantalla de bloqueo.


Desconocido: ¿Con quién tengo el gusto de hablar del otro lado? [18:11]


Nayra lo ignoró por completo pero un nuevo mensaje apareció en la pantalla.


Desconocido: Sería ideal que me respondas, porque yo sí sé quien eres. ¿O acaso tú no te acuerdas de mí, gatita? [18:15]


Nayra creyó que iba a desmayarse cuando leyó lo último y tuvo que sentarse.

Otro mensaje apareció.


Desconocido: No tienes idea lo que me costó encontrarte, hasta que di con el titular de la línea telefónica. Qué placer me dio saber que eras tú de nuevo. Volvemos a encontrarnos después de tanto tiempo [18:20]


La argentina ni siquiera respondió a ninguno de aquellos mensajes. Debía calmarse porque no quería preocupar a Ander y mucho menos meterlo a él en su único error. Un error que le correspondía resolver solo a ella.

Se levantó de la silla tratando de calmarse y bebió agua para que sus nervios se fueran. Dio vuelta el móvil para que la pantalla quedara contra la mesa y escuchó los pasos del hombre que se acercaban a la cocina.

―Fue un lindo gesto de tu parte lo que me dejaste sobre el escritorio pero ese dinero es tuyo. Ya tuvimos la discusión, ya pasó y no quiero que me devuelvas lo que perdí ―admitió al mirarla―, sé que tuviste una buena intención y que lo que hiciste no te llevó a ponerte en mi contra para que pierda dinero. Porque de haberlo hecho creo que lo hubieras pensado y tu manera de presentarte, y decir lo que opinabas fue espontánea.

―Eso es totalmente cierto pero te he hecho perder mucho dinero y yo lo lamento de verdad ―comentó compungida.

―Ya pasó, en serio. Ya no tienes que sentirte mal. ―Se acercó y la tomó de las mejillas para que lo mirara.

―Está bien ―asintió con la cabeza también―, creo que hoy a la noche saldré con Rebecca. Y espero que no te emborraches como aquella vez.

Ander se echó a reír.

―No, te doy mi palabra que no lo haré.

―Bien entonces ―dijo mientras se le asomaba una sutil sonrisa.

―El dinero es tuyo, Nayra... no lo aceptaré. Te he dejado la caja en la cómoda de tu dormitorio.

―De acuerdo. Te lo agradezco.


🌻🌻🌻


En la noche y antes que Becca la pasara a buscar, Nayra se miró frente al espejo de cuerpo entero para arreglarse mejor el cinturón ancho de color negro que llevaba en la cintura para cortar el color blanco del mono que se había puesto. El escote era recto con los hombros descubiertos y mangas largas que estaban cosidas a la tela de la parte del torso. Completó el atuendo con un par de zapatos negros de tacos asesinos, un abrigo y cartera. Un delineado en negro en los ojos y una boca roja, incluyendo un par de aretes en plateado terminaban todo.

Salió del cuarto con rumbo a la sala de estar, en donde Ander se la quedó mirando con atención desde la cocina donde estaba bebiendo un café. Bebía la infusión caliente mientras la observaba de reojo. Pocas veces llevaba el cabello suelto y aquella noche no fue la excepción, se la veía preciosa. Y sentía una rabia injustificada por dentro sabiendo y pensando que dentro del lugar que habían elegido habría hombres que se la querrían comer, tanto con la mirada como con la boca y más.

El abogado hizo un ruido con la boca estando cabreado y frustrado porque no podía hacer nada al respecto. Aunque sus padres ya le habían hecho saber la opinión que tenían al respecto de Nayra y una relación amorosa entre ella y él.

Volvió a gruñir y la joven creyó que le había dicho algo.

―¿Me hablabas?

―No, ¿ya viene Rebecca?

―Sí, está a unas calles de aquí.

―¿Ya sabes dónde irán?

―Sí, a un club nocturno.

Al hombre casi se le desencaja la cara.

―Si ves algo raro o sientes que no encajas, lo que sea, me llamas, no lo dudes, ¿de acuerdo?

―De acuerdo.

―Eres mi responsabilidad Nayra. Sé que eres adulta pero irás a un lugar que si bien estoy seguro conoces, no conoces los clubes de aquí.

―He ido dos veces en Buenos Aires y no me gustaron. Acompaño más a Rebecca que querer conocer la vida nocturna de un club.

―¿Por qué vas entonces? ―cuestionó curioso.

―No sé a dónde ir en mis fines de semana libres. No conozco mucho y bueno, Rebecca insistió y le dije que sí.

―No hagas nada por obligación, Rebecca entenderá que si dos veces le has dicho que no, no te dirá más nada.

―De acuerdo. Acaba de llegar, hasta luego.

―Antes de que te vayas, ¿cómo se llama el club?

The Underground Chicago.

―Está bien, diviértete.

―Gracias ―le dio una sonrisa.

Nayra salió con el abrigo puesto y cerró la puerta con llave.


🌻🌻🌻


Chicago, Illinois

The Underground Chicago NightClub

Una hora y media después, el abogado hacía su acto de presencia en el club nocturno también. Hacía años que no pisaba uno y se sintió fuera de lugar, y lo peor era que Nayra había sido la culpable de haberlo llevado allí de no ser por tener ese enterito blanco marcándole las terribles curvas que tenía.

Higher de Kylie Minogue y Taio Cruz comenzó a escucharse en el club y vio la silueta de la chica contoneándose a solas en la pista de baile, Rebecca no estaba con ella. Otros hombres intentaron acercarse pero la joven mantenía las distancias hasta que uno de ellos insistió y apareció Ander para poner orden.

―Ni se te ocurra acercarte más, está conmigo ―escupió con sequedad en su voz y lo miró como si le echara láser para desintegrarlo.

Nayra quedó petrificada cuando lo vio y le habló al tipo que trató de tocarla. El hombre dándose media vuelta, desapareció de la vista de ambos. Y Ander le clavó los ojos.

―¿Dónde está Rebecca? ―preguntó―, no la veo contigo.

―Fue a comprar unas bebidas.

―¿Alcohólicas? ―frunció el ceño con enojo.

―No... el de ella con alcohol. Y gracias abogado, podía defenderme sola ―replicó con sarcasmo.

―Eres extranjera, ¿sabías? ―manifestó con seriedad y recalcando la segunda palabra―. Algo que haces mal, terminas en la comisaría o peor, te deportan, te pasa algo, yo tengo que responder por ti. Eres mi responsabilidad.

Nayra revoleó los ojos.

―No me revolees los ojos. Te estoy diciendo en serio las cosas ―dijo con enojo en su voz.

―Pero si ni siquiera intentó hacerme algo, no seas un exagerado, aparte es mi fin de semana libre. No sé qué haces aquí ―acotó indignada.

―No te vas a tirar a nadie ―escupió él con rabia y ella abrió más los ojos sorprendida mientras estaba de brazos cruzados.

―No eres mi padre ―habló mordaz.

―Pero estás bajo mi techo y tengo que velar por ti.

―No seas un pesado, abogado ―emitió con molestia en su voz―. Agradezco que quieras velar por mí, pero no es tu obligación.

―Te llega a pasar algo y yo tengo que dar la cara por ti, ¿lo entiendes? ―contestó estando todavía molesto.

―No pensé que fueras taaan jodido ―dijo con ironía―. Me puedo cuidar sola, gracias.

Nayra continuó bailando y dejando a Ander allí parado, echaba humo de las orejas.

―Prefiero hacer el ridículo antes que ver a alguien más que se te acerca ―manifestó poniéndose frente a ella y tratando de bailar como pudo.

―No necesito un tutor, gracias. Y deja de bailar, quedas ridículo y pareces oxidado.

La argentina se giró y el pelo suelto rebotó contra la cara de él. Más enojado se puso.

―Avísale a Rebecca que nos vamos.

―¿Estás loco? ―inquirió y se partió de la risa―. Me parece que exageras. Solo soy la niñera de tu hija, después de ahí, hago de mi culo un pito y tú deberías hacer lo mismo ―frunció el ceño ya enojada realmente.

―Nos vamos y es una orden.

―A mí no me obligas ―le dio una cachetada.

Los ojos de Ander eran gélidos y la atravesó con la mirada, Nayra tragó saliva cuando miró su actitud y la manera en cómo había cambiado su expresión en el rostro.

―Contaré hasta tres, al número tres, te saco de aquí y no me importa si te enojas o si pataleas. Te lo estoy haciendo por tu seguridad.

―No puedes hacerme eso.

―Tú misma me dijiste que estos lugares no te gustan, no quieras hacerme ver algo que no es.

Ni siquiera llegó al número tres que ya la estaba levantando del piso y se la echó al hombro. Los ojos de Nayra casi se le salen de las cuencas ante la actitud de él.

Desde lejos Rebecca vio a los dos y se acercó enseguida a ellos.

―¿Qué pasó? ¿Está todo bien?

―Sí, me llevaré a tu amiga.

―¿Por qué? ―quiso saber.

―Porque no le gustan estos lugares y no te quiso decir nada por miedo a que te enojaras.

Rebecca solo pudo echarse a reír.

―Esta chica es tonta, me lo hubiera dicho que no había problema. Yo me quedo un ratito más y me voy, ¿viniste en coche?

―Sí.

―Hola, estoy aquí también eh ―dijo refunfuñando y de brazos cruzados.

―Ya llévatela a la casa ―rio Rebecca―. Hablamos mañana, Nay. Buenas noches, chicos ―emitió contenta.

Apenas llegaron al guardarropas, la bajó y ella tuvo que pedir su abrigo y cartera. Él quiso ser un caballero de alguna manera en ayudarle con el abrigo pero ella lo empujó porque se encontraba ardida. Salió del club y esperó por él para ir al coche.

Ya dentro del auto, Ander quiso hablarle:

―No tendrías ni que ponerte así.

―Ni siquiera lo intentes, no quiero hablarte. Y me pongo como quiero, no eres mi padre y mucho menos mi marido como para decirte sí mi amor, ya nos vamos.

El abogado no pudo contener la risa y estalló.

―Tampoco creas que lo hice por eso.

―¿Por qué? Ante mis ojos eso fue una clara escena de celos ―escupió tajante―, parece que tienes dos caras, el estrecho y el celoso.

―No te confundas, no te armé ninguna escena de celos —dijo serio.

―Entonces me hubieras dejado en el club, sin que tu actitud de macho alfa saliera a relucir, fuiste tal y como te llaman, una pantera.

―El apodo solo lo tengo en el terreno laboral, no lo pretendo llevar al terreno informal.

―Pues para la próxima trata de ubicar tu animalito en el plano que le corresponde estar —contestó con sarcasmo.

―¿Piensas volver a pisar un club? ―unió las cejas con enojo.

―Quien sabe. Si veo que me aburro los fines de semana que tengo libres... posiblemente. Y sino me iré sola y recorreré algo o iré al cine. Lo que sea.

―Lo que sea es una expresión muy amplia.

―Puedes pensar lo que quieras ―le recalcó las palabras dejando que pensara lo que quisiera.

No hablaron más y Ander condujo hasta la casa.

Cuando llegaron, apenas entraron él quiso conversar de nuevo.

―No quiero hablar más. Buenas noches.

―No te comportes como una nena.

―No soy ninguna nena. Solo no tengo más ganas de hablar contigo y menos de lo que pasó hace un rato. Me pareció pésima tu actitud.

―¿Y te pareció linda la cachetada que me diste? ―preguntó con burla.

―Sí ―rio a carcajadas.

Ella se había quedado reposando sus nalgas en el respaldo del largo sillón de la sala y él aprovechó que estaba con la guardia baja para acercarse más a la joven. Puso las manos a los costados de ella y recargó todo su peso en el mueble. Nayra quedó con los ojos más abiertos de lo normal porque no se esperaba tenerlo tan cerca y que la mirara de aquella manera.

―Nayra ―sintió un cosquilleo en todo su cuerpo cuando le dijo su nombre―, me estás cabreando y no quiero terminar jodiendo todo.

―Tú empezaste con esa actitud rara que tienes.

―No fue ninguna actitud rara como la llamas, soy precavido y no me gustan los líos. Trato de resolverlos o evitarlos, por eso mismo te saqué de allí.

―Como te dije antes, no eres mi pareja. Y no necesitas cuidarme, soy independiente —insistió.

―En tu país puede ser, no aquí.

Volvió a revolear los ojos.

―Ay ya basta, mejor... me iré a dormir. De repente tengo sueño ―expresó casi entre risitas.

―Parece que no entiendes que soy responsable de ti.

―Sí, sí, ya me sé ese cuento. A mí me molesta la forma en la que llegaste y te plantaste. Peeeero... después entendí algo ―sonrió sin mostrarle los dientes.

―¿Qué entendiste? ―ladeó la cabeza sin dejar de mirarla.

―No voy a decírtelo ―admitió y amagó para abrir la boca y morderlo.

―¿Desde cuándo le haces eso a tu jefe? ―arqueó una ceja.

―Fue un reflejo del momento. ¿Tú nunca tuviste uno?

Ander se acercó más a su boca.

―Como ahora... ―miró con atención sus labios carnosos.

―Buenas noches ―respondió agachándose y saliendo de sus brazos.

Nayra casi corrió a su cuarto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top