Capítulo 34: Te lo prometo

Sofía suspiró, relajada. Estaba bastante cómoda, aunque en ese momento no tenía ni idea de donde se encontraba. Trató de moverse, pero chocó la espalda con otro cuerpo caliente.

-Mmm... ¿Sof?

Consiguió darse la vuelta, para encontrar a Álvaro, medio dormido angelicalmente.

-Despierta, anda.

El susodicho levantó la cabeza y sonrió, mirándola tapada solo con una manta.

-Me da pereza. ¿Nos quedamos aquí todo el día?

-No podemos. Se darán cuenta.

Álvaro hizo un puchero y se encargó de recorrer con un dedo las curvas de Sofía. Ensimismado en su tarea, Álvaro no se fijaba en la morena, que lo observaba con dulzura.

-¿Y ahora qué?

-¿Qué de qué?-acarició su mejilla.

-¿Qué haremos? Nos hemos acostado, pero ¿y ahora qué?

-Tenemos que hablar del tema, ¿verdad?-Sofía asintió-. Con las pocas ganas que tengo de vestirme. Y encontrar mi ropa.

Sofía rió.

-Podemos hablar aquí.

-No sé yo si va a ser demasiada tentación para mí...-la miró de arriba abajo.

-¿Y quién ha dicho nada de que no puedas tocarme?

Le guiñó el ojo y Álvaro sonrió, algo pícaro. Sin olvidar la protección, la penetró, haciéndola estremecer.

-Creo... que ya podemos hablar.

-Oh, ¿ya estás contento?

-Un poco, sí -dijo, ahogando gemidos.

-Mira Álvaro, tú me gustas, mucho. Lo sabes perfectamente y sé que tú sientes lo mismo.

-Ya, pero ¿qué deberíamos hacer? ¿Te pido salir, quedamos para hacerlo o somos amigos?

-Hombre, la primera opción es mi favorita, pero tú dirás.

-Que estoy enamorado de ti, Sofía Castillo. No lo puedo evitar. Y ahora, ¿quieres salir conmigo y aguantarme hasta que la muerte nos separe?

Sofía sonrió, divertida. Le besó con tranquilidad, mientras Álvaro esperaba impaciente, sin dejar de moverse.

-Prometeme que no me harás daño. Que no me engañarás. Que me creerás y me tendrás como novia, y no como objeto. Prometeme que me quieres y no me vas a dejar.

-Te lo prometo-la miró a los ojos.

Siguieron un rato, hasta que llegaron al orgasmo.

-Te quiero, Alv.

-Y yo a ti, morena.

Le acarició la mejilla y le dio un profundo beso, que ella correspondió.

-Va a ser raro llamarte novia-se levantó del asiento.

-Espera...-lo sujetó-. Yo... no sé si quiero decirles aún que estamos juntos. Podríamos esperar, dejarlo para nosotros, a ver como va.

-Si es lo que tú quieres, se hará-le dio un pico y ahora sí, se levantó.

Buscaron su ropa, repartida por todo el coche, entre risas. Tras vestirse, Álvaro condujo hasta su autocaravana.

-¿Y ahora? ¿Qué les decimos?

-Que te quedaste en un hotel, yo en mi casa y te recogí esta mañana.

-Bien pensado.

-Gracias...

Sofía salió la primera.

-¿Qué tal la noche? No has vuelto desde la fiesta-Blas era el único en la cocina.

-Estaba muy cansada, pagué un hotel.

Blas asintió.

-¿Y qué pasó con Álvaro? Dice Mario que salisteis juntos.

-Salió él detrás de mí. Discutimos, él se fue por su lado y yo me fui al hotel. Me ha recogido esta mañana.

-Para haber discutido, es un avance que te haya recogido.

-Supongo-se encogió de hombros.

Se abrió la puerta, era Álvaro. Canturreaba tranquilamente, pero se extrañó al ver únicamente a Blas.

-¿Y el resto?

-Durmiendo. David tenía un pedo de miedo, conclusión: resaca. Dani volvió temprano con Cristina, lo mismo no se levantan hasta enero de 2016. De Carlos si que no sé nada.

-Y tú tan fresco como una rosa-le dio una palmadita en la espalda.

-Alguien tiene que ser el responsable si tú desapareces. El tiempo que tardé en llevar a David hasta su cama te lo guardo por marcharte.

-Perdona, pero había algo importante que tenía que resolver.

-Suenas como si fueras del FBI en secreto-tomó un sorbo de Cola Cao.

-No tanto así.

-¿Algún día me lo dirás? Me estás intrigando.

-Algún día...

-¡Buenos días!-Carlos apareció, jubiloso.

-Callate, Carlos. Me va a explotar la cabeza.

-Pues no haber bebido tanto. Es tu cumpleaños, no una fiesta en la Poligonic.

-Ves demasiado Gym Tony.

-Tú bebes y ni me quejo.

-Si te quejas.

-Que no.

-Que sí.

Blas suspiró. Que niños...

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