Capítulo 21: De todo menos correr
Sofía se rascó la cabeza, pensativa. Estaba con otro de los tantos exámenes que tenía últimamente.
Era demasiado fácil, pero muy largo. Lo bueno era que tenía todo el tiempo del mundo, pero la presión de que su profesor la mirara permanentemente.
Llevaba desde las seis y media de la mañana, y acababan de hacer las ocho en punto. Ese examen era mortal.
Una media hora más tarde, acabó el examen. Se lo pasó a su profesor, tras revisarlo durante un par de minutos.
-¿Ha sido sencillo?
-Sí, pero muy largo.
-Normal, te recuerdo que esto no es el instituto. Aquí las cosas son distintas.
-¿Cuántos temas había en el examen? ¿Cinco?
-También podría ser por eso -asintió, divertido.
Subió las escaleras de la autocaravana, dejando a Sofía sola con sus pensamientos.
A los dos minutos volvió a escuchar pisadas en la escalera. Supuso que sería su profesor.
-¡Buenos días, Sof!
Esa dulce y cálida voz... No era precisamente la del cuarentón profesor.
-Buenos días... -contestó medio dormida.
-¿Qué tal el examen?
-Fácil, pero largo.
-Pobre... Pero seguro que te va bien.
-Gracias.
Álvaro le tendió un tazón con leche y ella sonrió. Bebió un poco y continuó la conversación.
-¿Y tú qué haces despierto? Es temprano, y tenéis dos días libres.
-Me apetecía salir a correr. ¿Te vienes?
-¿Tú corres?
-Hago un poco de todo, pero sí, me encanta salir a correr y tengo ganas de volver a hacerlo.
-Pues espérate. Me visto y bajo enseguida.
Álvaro asintió, pero Sofía ya no lo veía. Subía a gran velocidad para vestirse.
Sofía rompió el tiempo récord de las mujeres en cambiarse. A los tres minutos ya estaba abajo, vestida de deporte.
-Joder, ¡qué rapidez!
-Gracias, ¿nos vamos?
Álvaro dejó en el fregadero su vaso de ColaCao vacío y salió de la autocaravana con las llaves en la mano.
-¿Llevas móvil?
-Sí, ¿por qué?
-Por si hubiera que avisarlos de algo. Anda, vamos.
Empezaron a correr. Aunque ambos conocían Madrid a la perfección, pasaron por otra ruta, que llevaba directa al Retiro.
Realmente, hacían de todo menos correr. Charlaban, se reían,hacían tonterías... No parecía en absoluto que estuvieran corriendo.
Estuvieron alrededor de una hora corriendo, hasta que llegaron al Retiro.
-Vamos a sentarnos allí.
Álvaro señaló un árbol que tenía mucha sombra. Sofía corrió hasta él y se acostó en el centro. Cuando Álvaro llego, casi ni había sitio.
-¿En serio? Eres una mala persona.
-Espera, que te ayudo.
Hizo la croqueta, para dejarle hueco.
-¿Ves qué buena soy?
-Estar en tu ciudad te afecta.
-¡No te pases con Madrid! ¡Madrid mola, y no es culpable de que esté loca! ¡Sois vosotros los que habéis conseguido eso!
-No grites, anda. No me apetece que aparezcan auryners.
-Sólo digo que Madrid no tiene la culpa. Échale la culpa a Ángela. Ella me corrompe.
-No creo que sea eso. Te vuelve tonta estar cerca de tu novio y no poder verle.
-Eres mala persona... Lo vi el otro día...
-Pero él no te vio a ti. Y seguro que no quería verte.
-Estaría... con una prima.
-Ya, claro. Sof, puedes engañarte a ti misma, pero no va a cambiar la realidad.
-¿Y cuál es la realidad, listo? -se puso borde.
-Que tú estás de gira con nosotros por todo el país y él está aquí solo, sin nadie que le controle. ¿Crees que no habrá aprovechado?
-Por favor, eso es imposible...
-Tú fuiste la primera en ponerte celosa cuando estábamos en Faunia.
-Me dejé llevar por el momento. Me asusté un poco, es cierto, pero tengo muy claro que él jamás me engañará.
-Por favor, somos chicos. No aguantamos sin el amor de una pareja o sin... eso. Se suele buscar sustituto.
-No vas a conseguir que me asuste.
-No trato de asustarte, Sof, sino de decirte la verdad. No puedes vivir siempre en ese cuento de hadas.
-Él no me engañaría, de igual manera que yo no se lo haría a él.
-Pero si ya lo has engañado...
-¡Sólo fue un beso! ¡Y para mí no significó nada!
Álvaro la miró dolido. Para él había significado demasiado ese beso...
Se levantó y empezó a caminar, ignorando a Sofía, que lo llamaba.
Escuchó pasos detrás de él. Le pusieron la mano en el hombro y se dio la vuelta.
-¿Y ahora qué quieres?
Lo dijo dolido, pero tratando de ocultar sus ganas de llorar.
-¿Qué te ha pasado? Estábamos hablando y te has enfadado...
-Para mí ese beso sí significó algo. Bastante, para ser exactos.
-¿Qué?
-Lo que oyes -dijo serio.
Hizo ademán de irse, pero Sofía lo detuvo de la mano. La miró, serio. No sabía que pensar en ese momento.
Sofía, tras un buen rato, optó por abrazarlo. Ella también sentía muchas cosas por él, pero seguía con José, y no estaba bien.
Aguantaron el abrazo lo más posible. La relación de ella no les permitía llegar a algo más.
Sofía se separó con lentitud, hasta cruzar su mirada con la del moreno. Sus ojos verdes resplandecían, como con ganas de llorar.
Se fijó en sus labios y no pudo evitar morderse el labio. ¿Y si hacía una locura?
Él también bajó los ojos hasta los preciosos labios de ella. Bajó un poco la cabeza, podía sentir su aliento sobre sus labios.
Cerraron los ojos, preparados para un beso. Olvidar que estaban en medio del Retiro fue su peor error.
Escucharon un grito y se separaron, asustados. ¿Lo peor? Venía detrás del grito.
-¡Mirad, es Álvaro de Auryn!
Vieron como una quedada Auryner de unas cien personas corrían hacia ellos.
-Más vale que corras.
-¿Pero cómo...?
Álvaro ya la estaba arrastrando por medio Madrid, y Sofía no había terminado su pregunta.
Las auryners eran rápidas, pero ellos sabían donde ir. Corrieron, tenían que llegar a la autocaravana lo antes posible.
-¡Ya casi, corre!
-¡Voy lo más rápido que puedo!
Tuvieron suerte, la puerta estaba abierta y no necesitaron llave. Entraron a gran velocidad, encontrándose al resto, desayunando.
-Buenos días a vosotros también... -Blas tomó un sorbo de Cola Cao, sorprendido.
-¿Qué ha pasado?
-Que tendrían que avisar que había una quedada Auryner en pleno Madrid.
-Casi os pillan...
-Buf, pues claro que sí.
-¡Mirad, están fuera! -Carlos se asomó a la ventana-. ¡Hola!
-Pero mira que eres tonto...
-¿Y tú qué? Has atraído a las fans al lugar donde estábamos. Ahora no nos dejarán tranquilas.
-Ya veréis como se aburrirán.
-Son auryners, esas no se aburren.
-Voy al salón, a ver si me doy una siesta. Estoy agotada...
-¡Se nos había olvidado decirte una cosa! -grita David.
-¿Qué cosa?
Sofía entró en el salón, y se quedó sorprendida al ver quienes estaba sentado en el sofá.
-Que...
-¡José!
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