Zee - Sinceridad
Ya es de día cuando abro los ojos y los ajusto a la claridad de la habitación. Saint no está en ninguna parte. Me levanto para ir al baño y después de asearme un poco, salgo al salón para encontrarlo desierto. Veo una nota en la encimera de la cocina, Saint se ha ido y en ella me explica sus motivos.
«Querido Zee:
Quizás no puedas entender por qué no puedo dejar que hagas esto, pero por favor intenta ponerte en mi lugar. Es muy tarde para mí, ojalá te hubiese conocido antes, pero para ti hay esperanza. Eres buena persona, demasiado para este mundo de mierda, por eso debes tener más cuidado que el resto. Tengo que hacer las cosas a mi manera y ponerte en peligro no entra en mis planes. Le he dicho a todos que te tengo vigilado y bajo control, mantén un perfil bajo y vuelve a tu vida. Tus jefes se cansarán cuando no logres darles nada consistente a que aferrarse y serás libre de esta misión.
Gracias por todo, por hacerme sentir, por un momento, alguien normal, alguien que puede enamorarse y ser un tonto nervioso a tu alrededor. Pero, en mi infinito egoísmo, quiero pedirte un favor. Cuando todo esto acabe, cuando estalle todo en mil pedazos, cuenta mi historia. No quiero perderme en la oscuridad, sin saber que, al menos alguien, me recuerda y me entiende. En la cómoda, debajo de las mantas hay un diario, en él están todos mis recuerdos y mis sentimientos. No te hagas ilusiones, no hay nada que pueda incriminarme o algunos de los míos, pero sí está mi corazón y si todavía tengo visión para la gente, sé que tú de entre todos, no lo traicionará.
Espero que algún día puedas ser feliz, y que me recuerdes con algo de cariño.
Tuyo siempre, Saint»
¡Maldito Saint! Me ha dejado al margen y se ha largado sin decirme nada, sin despedirse. Y ahora no sé dónde mierda andará. Esto no es lo que hablamos, quedamos en que confiaría en mí y que yo lo ayudaría a destruir a todos esos que mataron a su hermano y sellaron su destino. Pues si cree por un momento que voy a rendirme, no me conoce en absoluto.
Recojo el diario de su escondite en el dormitorio y salgo de ese apartamento vacío, que sé que Saint jamás volverá a usar.
Cuando llego a casa tengo una sensación de vacío y abandono casi brutal. Me siento traicionado, y un poco herido en mi orgullo. Puedo entender las razones de Saint, pero no ha dejado que elija si quiero meterme en su mundo. Así que empezaré la investigación por mi cuenta.
Para empezar le mando un mensaje de texto al móvil, que supongo habrá apagado, con la esperanza de que en algún momento pueda recibirlo.
«Querido Saint:
Si crees por un momento, que puedes librarte de mí, piénsalo mejor. Voy a seguir investigando, y voy a encontrar uno por uno a los bastardos que están detrás de esa organización. Y cuando lo haga, los encerraré y te buscaré. Porque Saint Suppapong, he decidido que serás mío, como sea y donde sea, así que grábate este mensaje a fuego.
Tuyo Zee»
Después abro una cerveza y me dispongo a leer el diario de Saint. Es una libreta muy antigua, parece que lleva años con él. Tiene una goma alrededor de las hojas, y cuando lo abro puedo confirmar, que sí, es bastante antiguo.
Las hojas han amarilleado del tiempo y en las primeras páginas, la letra más bien infantil de un Saint adolescente, me cuenta como odia todo a su alrededor. A todos, excepto a su hermano pequeño. Ese chico de ojos color miel y lengua sagaz es la alegría de su casa. Por lo que leo Earth es un niño alegre y muy social, tanto que a veces la gente se tomaba ciertas libertades con él. Saint se pasaba la vida vigilando a su hermano y justamente cuando cumplió nueve años lo salvó de una agresión sexual.
No da muchos detalles, pero ahora sé por qué fue a un reformatorio cuando tenía dieciséis años, le dio una paliza al chico que intentó violar a su hermano en la fiesta de cumpleaños de éste. En un pasaje del diario, Saint lo relata de una forma que me deja los pelos de punta.
«Lo vi todo rojo, mi hermano contra la pared, casi desnudo con su cara llena de lágrimas y gritando que lo dejaran en paz. Corrí hacia ellos como un tren de mercancías. Cargué contra ese malnacido como un ciclón y lo estampé contra la pared. Un estúpido de un curso superior al mío, se ha atrevido a tocarlo. El otro imbécil que se dedicaba a sujetar a Earth, me miró con miedo y salió corriendo. Pero el tipo que casi viola a mi hermano, me miró desafiante y ese fue su gran error. Le he pegado con todo lo que tengo, le seguí pegando, incluso cuando los adultos se percataron del lío e intentaron alejarme. Nadie puede tocar a mi hermano, él es inocente y bueno, y nadie le hará daño mientras viva. Por eso ahora estoy en un puñetero reformatorio, un año tengo que estar aquí, pero no me arrepiento de nada, volvería a hacerlo otra vez»
Determinado, fuerte y muy decidido. Un hombre en todos los sentidos, con tan solo dieciséis años. Puedo entender poco a poco las razones que han llevado a Saint hasta aquí.
Después del reformatorio Saint se dedicó a estudiar, acabó la carrera con veintidós y siguió cuidando de Earth todo el tiempo. Pero un día del año dos mil dieciséis, su hermano desaparece sin dejar rastro. Todo el mundo piensa que lo ha secuestrado, pero Saint sospecha que se ha fugado con un chico al que estaba viendo. No sabe mucho de él, pero es bastante mayor que Earth y ya le había prevenido contra él en algún momento.
Toda la familia se unió en la búsqueda, pero desafortunadamente no pudieron salvarlo.
En esos días posteriores a la muerte de su hermano Saint no escribe mucho. Se dedica a dibujar, escenas funestas en blanco y negro, gritos y ropa rasgada. Después unas líneas que describen su dolor y el de su familia con crudeza. Recrea su muerte una y otra vez en su mente, torturándose con las mil cosas que pudo haber sentido. Por las veces que pudo llamarlo en la oscuridad para que lo salvara y él no estaba ahí.
Más adelante veo unas anotaciones en las que juega con la idea de irse con su hermano, pero parece que desiste cuando su madre encuentra las cuchillas en el baño de su cuarto.
Es todo muy doloroso, oscuro y desesperante. Cuando termino de leer, mi corazón palpita con fuerza. Ahora más que nunca quiero ayudarlo con su misión, ser alguien en quien pueda apoyarse y confiar, aunque me cueste mi carrera, es hora de que la justicia prevalezca.
El sonido del teléfono desvia mis pensamientos por un momento. Miro la pantalla y es Pete, mi enlace en este caso. Tan inoportuno como siempre, odio trabajar con él porque es un incompetente con ínfulas, el sobrino de algún político venido a menos, que me han endiñado como "compañero". Estoy a punto de no atender la llamada, pero seguirá insistiendo hasta que contacte conmigo. Llevo casi una semana sin hacerles llegar mis progresos y seguramente el jefe esté inquieto. Así que suspiro y aprieto el botón verde para descolgar la llamada.
—Hola— le contesto de mala gana.
—Zee Pruk, tanto tiempo. Tenemos que vernos, necesitamos ponernos al día— me dice con un sarcasmo que ya me tiene fuera de mis casillas.
—En el lugar de siempre a las diez— le espeto y le cuelgo sin miramientos.
No tengo la paciencia ahora mismo para ser educado. En cuanto me deshaga de ese impresentable, podré empezar con mi investigación.
A las diez aparco delante del bar donde normalmente veo a mis enlaces. Un local perdido en la interestatal, lleno de moteros, mochileros de paso y borrachos de todo tipo.
Me siento en la barra al fondo del bar y espero que Pete se digne a aparecer. Después de diez minutos, hace acto de presencia, vestido con vaqueros y camiseta básica. Pide una cerveza al camarero y se sienta en el taburete a mi lado.
—Bueno Zee, el jefe espera alguna novedad— me dice sin casi mirarme.
—Pues el jefe va a tener que esperar. Saint no es ningún imbécil, si le aprieto demasiado se dará cuenta de que algo no va bien— le digo sin mucho ánimo de que esta conversación se alargue.
—No es bueno que tientes tu suerte. Si no obtienes algo pronto te sacarán del caso sin miramientos— me dice tan fresco.
—Soy la mejor opción que tienen para atraparlo, así que van a tener la paciencia que haga falta, ¿entendido?— le repito.
— ¿Tan difícil es acostarse con un chico tan guapo, Pruk?— me pregunta con un deje de burla en esa voz aguda que me pone de los nervios.
—Sigue por ese camino, Pete, y me vas a encontrar— le advierto en un susurro.
—Espabila y encuentra algo pronto, te llamaré en dos semanas— me dice, mientras se levanta y sale del bar sin mirar atrás.
Me quedo un momento bebiendo mi cerveza y pensando en mi próximo paso. Debo saber que está tramando Saint y ese alguien que le ayuda, pero también tengo que averiguar por qué le urge tanto a mis superiores que atrape a Saint. Cuanto más averiguo, más tengo la certeza que hay mucho que mis jefes no me cuentan.
No sé de quién puedo fiarme, por lo que tendré que acudir al circuito de los que juegan fuera del sistema. Aquellos que no existen, aquellos que conocen los entresijos de las manipulaciones gubernamentales. Y yo conozco a la persona ideal para eso.
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