Zee - Deseo
Apenas el aparcacoches me llama, tengo tiempo de cambiarme y salir pitando al pub. En cuanto llego al aparcamiento, veo como Saint sale del bar con cara de contrariedad. Es ahora o nunca, así que me apresuro para llegar a su altura y finjo tropezar con él. No calculo bien mi fuerza y mi presa acaba besando el suelo con su sexy trasero.
Enseguida me increpa para que mire por dónde voy, pero eso es precisamente lo que quiero. Tengo que mantener su atención y le ofrezco mis disculpas y mi mano para ayudarlo a levantarse.
De cerca es mucho más atractivo de lo que había creído. Mantengo mi mente fría y le sonrío con mi cara más coqueta. Y parece que tengo éxito, porque en vez de mandarme a la mierda, me sonríe de la misma manera.
Y, mierda si esa boca suya no es un pecado en sí misma. Le invito a una copa para entrar en conversación, pero cuando miro por encima de mi hombro descubro a Saint dándome un repaso completo. Mi polla late en consecuencia, ¡joder! Tengo que tener cuidado con mis reacciones, no puedo olvidar con quién estoy tratando.
Una vez dentro del bar, Pete me reconoce e inmediatamente le susurro que estoy en una misión, él lo entiende y nos trae un par de cervezas. La sensación de estar siendo escaneado es constante, Saint no se pierde ninguno de mis movimientos. Intento sacarle alguna información, pero es demasiado listo, no le sacaré nada si le pregunto directamente, tengo que tener paciencia.
En un momento dado nuestra conversación se torna demasiado caliente y sin saber muy bien cómo le estoy preguntando donde quiere que me lo folle. Él no se corta un pelo y me ofrece ir a su casa sobre su preciosa moto vintage. Si esta fuera una noche cualquiera, estaría disfrutando con la expectativa de tenerlo bajo mi cuerpo gimiendo de placer, pero tengo que controlar mis impulsos.
Llegamos a su apartamento en el centro, es precioso y acogedor. Y ese pensamiento me hace gracia, ¿qué esperaba? No lo sé, quizá una mazmorra o un sótano lleno de cadáveres en neveras. Ya estoy desvariando y apenas he comenzado esta misión.
Me centro en Saint y su estupendo cuerpo. Es un hombre sensual y peligroso y toca todas las teclas correctas para ponerme a cien. Así que me dejo llevar, sabía que esto pasaría, por lo que lo pongo contra la pared y lo follo como si no hubiese un mañana, y jodidamente me encanta.
Intento quitarme de la cabeza la idea de que este chico divertido y sexy es un asesino a sangre fría, tengo que funcionar a su lado o se dará cuenta de que algo no marcha bien y todo se irá a la mierda.
Su piel es preciosa, suave y pálida. Es alto, casi como yo, su cuerpo es delgado pero muy definido y fuerte. Sus gemidos y la forma suave en que se entrega a mí, me tiene gruñendo de placer. Cuando su orgasmo le llega con fuerza, dejo que el mío termine por hacer volar todas mis dudas y preocupaciones.
No puedo evitar besar su espalda, acariciar esos muslos suaves, hasta que su respiración se normaliza y le pido que me diga dónde está el baño. Él me indica donde está y me dirijo rápidamente allí. Necesito un minuto para recomponerme y pensar. Me deshago del condón y me lavo un poco. Vuelvo a ponerme la ropa interior y el pantalón y regreso al salón para decirle que pediré un taxi. No quiero que sepa donde vivo, sería demasiado peligroso. Pero otra vez en esta noche, Saint me sorprende diciéndome que me quede a dormir.
Un vil asesino que le gusta que lo acaricien después de follar y que me invita a compartir su cama, es algo fuera de lo común. Lo sopeso por un instante y me sorprendo diciéndole que sí. Me digo a mí mismo que es porque así tendré una oportunidad de buscar cualquier cosa en su casa que me ayude en el caso, y nada más.
Una vez dentro de la cama Saint se enreda en mi cuerpo y se queda dormido inmediatamente. No puedo dejar de pensar en que esta actitud no es la de un hombre cruel y sin sentimientos. Estoy tan confuso, pero todo el departamento cree que es culpable, auque no tengan pruebas con las que acusarlo en un tribunal.
Y entonces recuerdo el motivo por el cual estoy aquí. Me deshago de su abrazo y me levanto con cuidado de no despertarlo. Recorro la habitación y no encuentro nada de importancia. Su móvil está sobre la mesita del salón, pero está protegido con contraseña. Sigo mirando y descubro que los cajones y repisas están prácticamente vacíos. No hay fotos, objetos personales y de decoración. Por lo que parece no vive en este apartamento de forma permanente.
Reviso la cocina y en la encimera de la isla veo un ordenador portátil. Lo abro y como el móvil está protegido con una contraseña. Saco mi teléfono y lo conecto al portátil. Inserto un programa espía que rastreará la contraseña cuando Saint la ponga y me la mandará en un mensaje.
La próxima vez que lo utilice tendré la manera de entrar y de encontrar las pruebas necesarias para encerrarlo una buena temporada.
Decido que ya he tentado la suerte lo suficiente esta noche y vuelvo a la cama, dónde un Saint completamente dormido me espera. Me meto entre las sábanas y no tarda un minuto en estar enredado en mi cuerpo otra vez. Odio la sensación de culpabilidad que me atraviesa, no le debo nada a este hombre, no lo conozco y definitivamente no siento nada por él.
Me duermo durante un par de horas más y cuando veo en el reloj de la mesita de noche que son las seis de la mañana, me levanto despacio y le dejo una nota en la cocina. Espero que me llame, y si su reacción de anoche es una pista, sé que lo hará, y muy pronto.
Vuelvo a mi casa y me visto para salir a correr un rato, necesito quitarme la sensación de que algo no cuadra en el caso de Saint. Mi padre siempre me enseñó a no creerme de primeras todo lo que viera, me dijo que tuviese un pensamiento crítico y que eso me llevaría lejos. Supongo que no se esperaba que su hijo querido, su gran orgullo, el que siguió sus pasos en el cuerpo de policía, le dijese un día que era gay y que iba a vivir sin esconderse.
Todavía recuerdo la primera vez que besé a un chico. Fue en el instituto, Mew era un compañero de clase, guapo, resuelto y muy popular. Siempre fue abiertamente gay y no le importaba lo que la gente opinaba de él, y un día me dijo que yo era muy guapo y que no se perdía la manera en que lo miraba todo el rato. En ese momento quise que me tragara la tierra, yo creyendo que era discreto y resulta que era súper evidente. Cuando sus labios tocaron los míos, supe sin lugar a dudas que era eso lo que deseaba. Pasé las siguientes semanas rezando y sintiéndome el mayor pecador del mundo, hasta que Mew me dijo que entendía mi postura, pero que él jamás volvería al armario y que deseaba que yo pudiera ser feliz en algún momento.
Después me enteré que encontró a su gran amor en la universidad y que según lo que sabía, seguían juntos. Fue en el momento que supe de ellos que decidí que quería una relación así para mí y la única forma de ser feliz, es ser uno mismo.
Pensé muchísimo la manera en la que quería decirle a mi familia que era gay, pero ninguna teoría o idea que llegué a tener, me preparó para el rechazo frontal al que me sometieron las personas, que erróneamente pensé que me amaban.
Nunca me he arrepentido de haberlo hecho, ahora tengo en mi vida a las personas correctas, a las que me aman sin importa qué. Y jamás renunciaré a ello.
Pensando en todo esto decido empezar mi propia investigación sobre Saint. No voy a basarme solo en lo que otros creen saber. Mi instinto me dice que aquí hay mucho más de lo que parece a simple vista.
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