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Esto no está pasando, se dijo Jisoo con firmeza. No es posible.
Jimin tampoco le creía. El golpe que se dio debió de haber sido fuerte, no encontraba otra explicación. No sabía que era lo que lo alarmaba más; si la sonrisa que le ofreció, el tono amable con el que le habló o la manera en la que sus ojos lo atravesaron.
Por lo normal Jeon pasaba de él, casi que lo esquivaba a toda costa. En cambio, ahí estaba, con un brillo inusual en su mirada, las nubes impenetrables habían desaparecido, tanto que Jimin podía asomarse y caer en ella, ahogarse en su pozo de oscuridad infinita.
Tragó saliva, nervioso por tanta atención y por sus propios pensamientos. ¿Acaso él también se había caído de cabeza? Era Jeon Jungkook, el chico que se había esforzado de hacer su estadía en Hogwarts un infierno y quien tal vez estaba sufriendo una contusión cerebral en esos momentos.
Jimin se aclaró la garganta.
—Deberías ir a ver a la señora Pomfrey —dijo, poniéndose de pie.
Jeon seguía mirándolo con esa sonrisa en la cara, que ahora tenía un toque más lascivo que cariñoso. Dudó por un segundo, antes de tenderle su mano. Algo fugaz destelló en los ojos del chico, que levantó su mano para tomar la de Jimin... cuando Jisoo se interpuso.
—Déjame ayudarte, Jungkook —dijo Jisoo con dulzura, dándole un empujón con la cadera a Jimin y dirigiéndole una gélida mirada mientras tomaba la mano de Jungkook—. Me asustaste mucho.
El pelinegro frunció el ceño, viéndose un poco contrariado. Aún así dejó que ella lo ayudará.
Jimin, por otro lado, estaba tratando de controlar la rabia y la indignación ante semejante acto. ¿Y ella quién se creía? Claro que había salido con Jeon y sido su amiga todos esos años en Hogwarts, pero eso no le daba ningún derecho a despacharlo así.
—Apóyate en mí —dijo ella, pasando uno de los brazos de Jeon por sus hombros.
Jimin apretó la mandíbula, y se agachó a buscar la capa, aprovechando que los Slytherin estaban muy entretenidos al parecer. Tocó la inconfundible tela y se la volvió a guardar bajo la túnica. Después, se dio la vuelta dispuesto a dejar a esos dos solos.
—Oye, Park —lo llamó Jungkook, cuando vio que se marchaba.
—¿Qué? —dijo Jimin de manera un poco brusca, deteniéndose.
Jungkook se apresuró a mover los engranajes de su cabeza, la verdad que no tenía nada que decirle, solo que al verlo irse algo dentro de él se desesperó, y antes de darse cuenta ya había hablado.
—Bueno... ¿de dónde has salido?
Jimin se tensó al instante, y desvió la vista. Había sido un estúpido al salir así como así de debajo de la capa. Le había alarmado que Jeon se cayera de repente, y había actuado sin pensar un segundo. Cosa que hacía seguido y seguido le salía mal.
—¿Nos estabas espiando, Park? —exclamó Jisoo indignada, apretando su agarre en la cintura de Jungkook—. ¿Qué pasa? Ahora que tienes mucho tiempo libre te dedicas a espiar a los demás.
La sangre se le subió a la cara, no sabía si por la furia o por la vergüenza de haberse expuesto el mismo. ¿Qué podía decir? Los había seguido porque pensó que tal vez tramaban algo, pero estaba seguro que si lo decía sonaría a excusa pobre.
Jisoo embozó una sonrisa malvada ante la falta de respuesta.
—No sé a quien les pasaras tus chismes, ahora que Dumbledore no está.
Jimin sintió la ira bullendo desde el fondo de su estómago e instintivamente llevó su mano a su varita.
—Suficiente, Jisoo —dijo Jungkook, cortante. Tanto Jisoo como Jimin lo miraron estupefactos—. No tienes porqué comportarte así, seguro Park solo vio lo que pasaba y se acercó a ayudar.
Jungkook lo miró, como apremiando a que confirmara su versión. Jimin, que todavía no entendía el hecho de que Jeon saliera en su defensa, tartamudeó una respuesta.
—S-si, yo solo... —tragó saliva, obligándose a despertar a su lengua—. Yo iba al baño, cuando te vi caer.
—¿Ves? —se jactó Jungkook.
Fue inevitable para Jimin disfrutar de ver a Jisoo pasmada, boqueando como un pez hacia Jeon.
—Pero... pero... ¡¿No pensarás creerle, verdad?! —chilló la chica.
El pelinegro se encogió de hombros.
—¿Y por qué habría de mentir?
Una sonrisa tonta afloró de los labios de Jimin, y cuando Jungkook lo notó, le devolvió una más grande. El aliento de Jimin se atoró unos segundo en su garganta, pero logró recuperar la compostura de inmediato.
—Definitivamente te llevare a la enfermería —dijo Jisoo, mirando con rencor hacia Jimin y tirando de Jungkook por el pasillo.
—Estoy bien, Jisoo —dijo Jungkook, queriendo quedarse un poco más.
—Te desmayaste, Jungkook —dijo ella entre dientes, queriendo largarse de allí de inmediato—. Eso no es estar bien.
—Pero...
—Creo que deberías hacerle caso —intervino Jimin, sin saber morderse la maldita lengua—. Digo... te diste un golpe fuerte. Eso podría haberte dejado más tonto que de costumbre —concluyó, tratando de reivindicar su estupidez.
Jisoo lo asesinó con la mirada, pero Jungkook no pareció ofenderse.
—¿Tú crees, Park? —dijo alzando ambas cejas. El tono que uso hizo que un ligero estremecimiento lo recorriera—. Entonces debería ir a asegurarme, no vaya a ser que quede como tú.
—No creo que tengas esa suerte —dijo Jimin, tratando de contener la sonrisa que quería tirar de sus comisuras.
—Agradezco tu preocupación, Park —dijo Jungkook, divertido.
La sonrisa de Jimin se esfumó.
—Yo no...
Pero Jungkook le guiñó un ojo, y su lengua se enredó de nuevo. Los vio voltearse y desaparecer al doblar el pasillo, todavía se sentía desconcertado para cuando regresó junto a Yoongi y Namjoon.
¿Qué diablos había sido eso?
❤❤❤
Y esa no fue la única vez que Jimin notó el raro comportamiento de Jungkook. En el Gran Comedor, por ejemplo, se veía más alegre, menos apagado. En una ocasión, cuando Jimin levantó la vista se encontró con que los ojos oscuros del pelinegro se encontraban sobre él, y otra vez hizo eso. Lo de la sonrisa ladeada, y hacerle un guiño. Jimin se atragantó con su jugo de calabaza y Yoongi tuvo que darle palmaditas en la espalda.
Cuando Jimin se volvió a fijar el pelinegro le estaba sonriendo divertido, antes de girarse a hablar con Mingyu, mientras Jisoo , al verse ignorada a su lado, estaba acuchillando a su comida con una mirada de infinito odio hacia Jimin.
Pero la gran sorpresa fue al día siguiente, cuando escuchó que Minghao, el buscador de Slytherin no podría jugar en el próximo partido de quidditch ya que al parecer alguien le había lanzado algún hechizo que lo tenía desde la mañana vomitando babosas. Notó algo familiar en todo aquello, y él no fue el único que se dio cuenta.
—Seguro que fue Jeon —dijo Nam, enfurruñado—. Esa maldita serpiente copiona.
Ninguno de los tres amigos olvidaba aquella vez en la que Namjoon quiso atacar a Jeon en defensa de Yoongi, y le salió el tiro por la culata. O mejor dicho, por la varita.
Y dicho y hecho, esa tarde durante los entrenamientos, aparecieron los Slytherin, como siempre antes de que les toque su hora. Jimin descendió hacia el césped con su escoba, hecho una furia.
—¿Qué hacen aquí? —espetó.
—¿Y a ti qué te parece, Park? —escupió S. Coups, el capitán de Slytherin—. Es nuestro turno de usar la cancha.
—¿Acaso no sabes la hora? —dijo Namjoon, bajando a su lado—. Tenemos práctica por media hora más, así que ya se pueden ir yendo por donde vinieron.
—Nadie pidió tu opinión —dijo el otro, y ambos comenzaron a discutir como ya era costumbre desde que a los Gryffindor les tocó entrenamiento antes que a los Slytherin.
Jimin suspiró, ahora si que no iban a poder continuar.
—Si Kim sigue así van a perder los treinta minutos por los que está peleando —siseó una voz a su espalda.
Jimin pegó un respingo, Jungkook sonrió por eso.
—Bueno, pues tu capitán perderá parte de su tiempo también —replicó Jimin, con toda la dignidad encarando al pelinegro.
—Lo dudo mucho —dijo Jungkook—. Coups se detendrá cuando sepa que es nuestra hora. Es un Slytherin, ¿recuerdas?
Jimin bufó, y le echó otra mirada a la vestimenta y a la escoba que Jungkook portaba.
—¿Y tú qué haces aquí? —inquirió—. ¿No se supone que habías dejado el quidditch?
—Sí, pero Minghao está en la enfermería y me pidieron que los sustituya —se encogió de hombros—. No pude decir que no.
—Que generoso de tu parte —le dijo Jimin—. Y que conveniente para ti que lo hayan hechizado, ¿no?
Algo parecido a sus anteriores miradas de burla cruzó la cara de Jungkook, Jimin hace tiempo que no veía esa expresión en él.
—¿Estas insinuando algo, Park? —preguntó el pelinegro—. Porque si no recuerdo mal el hechizo vomitababosas lo vi antes —elevó las cejas hacia Namjoon, que aún discutía con el capitán de Slytherin—. ¿Qué pasó con el honor Gryffindor? ¿Están tan asustados de que los derrotemos como para olvidarse de el?
Jimin no podía creer lo cara dura que era.
—¿Asustados? —inquirió con una risa forzada—. ¿Olvidas las veces en las que barrimos el suelo con ustedes? ¿La vez en la vez en que tuviste la snitch justo al lado de tu cabeza y no fuiste capaz de atraparla?
Jimin se preparó para ver la rabia en los ojos de Jungkook, en su lugar, este se acercó los dos pasos que lo separaban, con la determinación brillando en sus ojos oscuros. Todos sus nervios se pusieron alerta.
—Esta vez las cosas serán distintas —siseó Jeon, su aliento chocó contra Jimin. Era abrumador tenerlo tan cerca, pero se resistía a retroceder ante él—. Seremos tú y yo, Park, como en los viejos tiempos —una de las comisuras de sus rosados labios se levantó, Jimin levantó la vista de inmediato a sus ojos de nuevo—. Y créeme; no dejaré pasar la oportunidad.
Fueron segundos en los que solo se miraron el uno al otro sin decir nada, Jimin no estaba seguro de que su voz saliera estable si lo hacía.
—¡Oye, Jimin! —la voz de Seulgi se escuchó a lo lejos.
Jungkook endureció su expresión y levantó una ceja, mirando con desdén a la pelirroja por encima de su hombro.
—Tu novia te busca —dijo con frialdad.
Jimin enrojeció.
—Ella no es mi novia.
Jungkook elevó una ceja, interesado.
—¿Ah, no?
Jimin iba a decirle que Seulgi y él terminaron después de la guerra, porque como él le dijo a Jisoo, no tenía la cabeza para ser buen novio. Pero luego se dio cuenta que diciendo eso solo admitiría que los había estado espiando.
—¡Muy bien, chicos! —se escuchó la voz de S. Coups, que lucía gesto triunfante—. ¡A sus escobas, ya es la hora!
Namjoon lo observó furibundo, cuando el capitán de Slytherin paso por lado de él, sin responder a sus provocaciones. Jungkook elevó las dos cejas hacia Jimin como diciendo "te lo dije", se montó en su escoba y se elevó junto con sus compañeros.
Jimin todavía tenía sus ojos sobre él cuando Seulgi volvió a su lado.
—¿Qué te dijo? —le preguntó ella.
Parpadeando, se enfocó en su amiga. Las cosas estaban un poco raras entre ellos dos, en especial desde que descubrió aquel día en la Sala de Menesteres que no solo Mark se alegró de la llegada a sano y a salvo de Jackson.
—Nada —dijo Jimin—. Solo estaba presumiendo.
Por alguna razón, Jimin sintió que estaba mintiendo. Que Jeon había hecho más que presumir. Pero la sola idea lo hacía sentirse avergonzado y tonto, ¿qué otra cosa iba a ser?
Y mientras ambos se alejaban junto con el resto de los Gryffindor, desde las gradas Jisoo estaba recurriendo a todo su auto control para no hechizar a Park desde allí. Pero poca paciencia le estaba quedando, en especial desde que Jungkook la estaba ignorando de nuevo y se había empecinado con la idea de volver a entrar al equipo de quidditch. Mingyu y Yugyeom también se extrañaron por esa actitud, ya que su amigo hace tiempo que perdió el interés por otra cosa que no fueran las clases.
Claro que Jisoo sabía lo que le pasaba. Que Jungkook solo se metió en el equipo porque sabía que Slytherin jugaría contra Gryffindor al día siguiente. Jisoo quiso negárselo a ella misma, pero todo era más que obvio. La poción 'Amor a primera vista' había hecho efecto, y no solo eso, había hecho efecto con Park. Bastaba en la forma en que lo miraba, en como su rostro se iluminaba cada vez que le devolvía el gesto, en como parecía ser el único al que se dignaba a sonreírle...
Jungkook estaba enamorado de Park.
Horrorizada ante la sola idea, Jisoo se puso de pie. Iba a mandarles una lechuza a Hoseok y Taehyung de inmediato. Necesitaba solucionar el error que hacía que el idiota del-cara-rajada se llevará la atención que ella tendría que estar recibiendo de Jungkook.
—¿A dónde vas? —le preguntó Mingyu, al ver que la chica comenzaba a irse.
—¡No es asunto tuyo! —espetó Jisoo.
El moreno miró indignado como se marchaba.
—¿Y ahora qué diantres le pasa? —le preguntó a Yugyeom, que estaba leyendo a su lado.
Él se encogió de hombros con desinterés y regreso a la lectura de su libro. Mingyu bufó y se fijó en Jungkook, quien al parecer le había dado un subidón de energía de repente y buscaba con ojos ansiosos la snitch. Sí, definitivamente tenía que buscarse otros amigos.
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Llegó el sábado, el gran día del partido de Gryffindor contra Slytherin, y como siempre cada vez que estas dos casas se enfrentaban, las tribunas estaban repletas. El apoyo de Slytherin trataba de oírse por encima del de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw, que como siempre apoyaban al primero.
Jimin se sentía nervioso, se dijo a sí mismo que era el nerviosismo que siempre le atacaba antes de cada enfrentamiento, pero él sabía que desde la charla con Jungkook se sentía ansioso por que aquel día llegara. En especial porque el pelinegro parecía estar siempre alrededor para reafirmar sus palabras y ofrecerle aquella sonrisa que Jimin pensaba que no era justo que alguien como él tenga.
Como siempre, los capitanes estrecharon manos, y S. Coups trató de triturar sus dedos como en cada oportunidad.
—A sus escobas —indicó la profesora Hooch, y todos obedecieron—. Atentos al silbato. Tres... dos... uno...
Apenas sonó el silbato todos se impulsaron con una fuerte patada en el suelo y echaron a volar.
Los primeros puntos fueron para Gryffindor. Treinta a cero, como anunció Lisa por el megáfono de manera distraída. Pero pronto los Slytherin lograron igualar, y cuando S. Coups metió la quaffle en el aro y el marcador quedó cuarenta a treinta a favor de Slytherin, Jimin comenzó a alarmarse. Tanto Jeon como él se movían por la zona tratando de entrever el destello dorado, pero por el momento no había aparecido nada. Jimin se vio más de una vez distraído por la visión de Jungkook, más cuando una bludger estuvo a punto de derribarlo de su escoba. Desde entonces Jimin se dijo que tenía que concentrarse en el juego y olvidarse de Jeon.
—Espabilate, Park —escuchó que le gritaban.
Jimin se giró, irritado, sabiendo de quién era esa voz. El insulto se quedó en la punta de su lengua cuando la vio.
Era increíble que estuvieran en la misma situación de nuevo. Jeon Jungkook estaba sobre su escoba, con su oscuro cabello alborotado por el viento, la túnica verde ondeando y una retadora sonrisa en sus malvados labios. Y justo al lado, a unos centímetros de su oreja, estaba la snitch dorada. Y como aquella vez, hace más de cinco años, Jungkook parecía demasiado concentrado en Jimin como para darse cuenta.
Se quedó quieto por un segundo, nervioso de que si iba al encuentro de la snitch, Jungkook se daría cuenta. Lo único que tenia que hacer era levantar la cabeza y la vería... pero los ojos de él seguían fijos en Jimin, hasta se veía un poco ansioso. Una bludger pasó rozando su cara, recordando que si bien ahora no tenía una bludger loca que lo perseguía solo a él, estas seguían circulando y no podía quedarse estático hasta que una le diera. Se inclinó sobre su escoba, y fue a por Jungkook.
La sonrisa de éste se intensificó, como si lo estuviera esperando. Eso lo confundió un poco, pero no se detuvo, aceleró aún más. Y cuando estaba a menos de un metro de distancia de su objetivo, Jungkook estiró la mano y atrapó la snitch justo antes que esta aleteara hacia otro lado.
Jimin frenó, un silencio pesado se instaló por todo el campo por un segundo hasta que la suave voz de Lisa se escuchó por los altavoces:
—Bueno, eso no me lo esperaba —dijo ella, ligeramente sorprendida—. Jeon Jungkook atrapó la snitch. Creo que eso significa que Slytherin...
La voz de Lisa fue tapada por los vítores de Slytherin, quienes se habían despertado y no dudaron en festejar la victoria de su casa en el partido. Jimin no salía de su estupor, fue por eso que no vio venir la bludger que Mark había golpeado con furia y que se dirigía a él. Sintió el impacto en el hombro y ni siquiera tuvo tiempo de agarrarse de su escoba.
El corazón le latía a mil mientras caía, apretó los párpados con fuerza y esperó el impacto contra el suelo, sabiendo que terminaría despertando en la enfermería, de nuevo. Pero el golpe no llegó, en su lugar, sintió unos dedos cerrarse sobre su mano y un tirón. Jimin abrió los ojos y vio su pies colgando a unos dos metros del césped. Levantó la vista, y se encontró con unos profundos ojos negros puestos en él.
—Te atrapé—dijo Jungkook, con la voz tensa por el esfuerzo que tenía que hacer para sostener a Jimin.
Lento y con cuidado, Jungkook descendió al suelo, y no lo soltó hasta que los pies de Jimin tocaron el piso. Un dulce cosquilleo le atravesó la piel allí donde lo tocaba cuando se vio obligado a soltarlo. Agitado y sonriente, le mostró la snitch que aleteaba entre su pulgar y anular, queriéndose escapar.
—Pero ¿cómo...? —balbuceó Jimin, debatiéndose si lo que le asombraba más era que Jeon había atrapado la snitch o lo había atrapado a él.
—Te dije que esta vez iba a ser distinto —dijo él, como única respuesta, antes de que el resto del equipo Slytherin llegara y lo arrastrara al festejo.
—Maldito Jeon —espetó Nam cuando bajó a su lado, sonando entre sorprendido y enfadado —. ¿Cómo diablos lo hizo? ¡Fue como si él supiera que estaba ahí!
Por supuesto, se dijo Jimin. Él lo sabía. Seguro lo supo incluso antes de gritarle, buscaba que Jimin fuera hasta él. Todo estuvo planeado.
Jimin miró hacia su mano, que hace solo unos momentos estuvo en contacto con la de él. Se sintió tonto y la cerró en un puño, apartando los pensamientos estúpidos que estaban comenzando a formarse y preguntándose, al mismo tiempo, qué es lo que estaría pasando por la perversa mente de Jeon Jungkook.
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