Shaka de Virgo
INTRO
Crecí consciente de que me seguiría una enorme fama, rodeado de personas que me idolatraban y constantemente me llamaban un niño divino, había quienes incluso me atribuían ser la reencarnación de Buda, cosa que hasta la fecha se cree.
La primera vez que escuche a mi maestro debo admitir que me sobre salté un poco, era muy pequeño aún, pero inmediatamente me inundó una enorme paz. Mi maestro quien me transmitió su sabiduría e ideales me hizo adoptarlos como propios, gracias a su guía conseguí controlar el enorme cosmos que habita en mi, manteniendo mis ojos cerrados para poder controlarlo y administrarlo de la mejor manera.
Me advirtió además que si no conseguía controlarlo podría herir a otros, cosa que en mis creencias no se hace a menos que sea sumamente necesario.
Por lo tanto, a sabiendas del riesgo que representaba, decidí quizá inconscientemente aislarme, convirtiendo a la iluminación en mi mayor objetivo. Para esto debía tener sumo conocimiento y control de mis emociones, no permitiría que nada ni nadie me apartara de mi meta, me dedique a meditar en solitud la mayor parte de mi vida, sin embargo, llego el momento de entrenarme para ser un caballero de Athena.
Al principio yo no entendía muy bien porque siendo yo budista debía proteger a una diosa griega, mas se me dijo que por generaciones la armadura de virgo había sido portada por indios, con las mismas características que yo, incluso había quien afirmaba que uno de los antiguos portadores era idéntico a mí, así que acepté mi destino sin chistar. Finalmente era el mismísimo maestro el que me guiaba a ese destino, y yo sería incapaz de cuestionar sus formas.
Llegue al santuario a los 4 años, viniendo yo de un aislamiento por mi propio pie el verme rodeado de tantas personas me pareció no solo abrumador sino molesto. Acostumbrado a vivir en un monasterio con monjes, que básicamente no hablaban, me molestaban demasiado los gritos de Milo a Camus, las constantes bromas del trió de torpes conformado por Shura, Afrodita y Deathmask, también me molestaban Aioria que parecía llorar hasta porque la mosca volaba con su hermano Aioros, Saga que nos gritaba casi sin motivo aparente y Aldebarán que con su entrenamiento intensivo hacia retumbar todo el santuario.
El único que parecía ser callado y apacible era el joven lemuriano que se aislaba de todos para entrenar. Rara vez hablaba y podría jurar que la única vez que había escuchado su voz era para decir "si" y "no" cuando el patriarca le hacia alguna pregunta.
Mi infancia paso sin pena ni gloria, conseguí la armadura de oro a mis 7 años después de un duro entrenamiento, volviéndome así el guardián de la casa de virgo.
Cuando creí que al tener mi casa al fin tendría paz y soledad mi maestro me indicó que debía entrenar discípulos pues había que regresar al universo por gratitud todo lo que nos había dado.
Incontables discípulos desfilaron ante mí y no hubo uno solo que lograra establecer una conexión conmigo, me había vuelto un ser frío e inalcanzable, sumido en mis objetivos.
Mas para mí eso era lo correcto, lo mejor, lo ideal, yo era ideal, yo era perfecto.
Yo era algo sagrado, desde el cielo hasta el infierno y viceversa...
...
Me dirigí a mi templo sintiendo que el corazón se me saldría, ¿era esto acaso una broma macabra del destino? No creo que nuestra Diosa sea capaz de tan cruel acto. Sin embargo, por mi honor, debo obedecer los mandatos de Athena, por mas descabellados que me pudiesen parecer.
Y es que dejarla sola en las doce casas, aun que sea un fin de semana me parece sumamente imprudente, mas si es el deseo de nuestra Diosa ¿quiénes somos nosotros para debatirla?
Me dirijo al centro de mi recinto, necesito una taza de té...
Me siento en el suelo en posición de loto, como habitualmente lo hago, tomo un sorbo del caliente líquido el cual tiene un sabor un tanto amargo, pero es que he dejado más de la cuenta remojar las hojas en el agua...no suelo ser descuidado pero el caos en mi mente me está jugando sucio.
Yo, el estoico Shaka...inquebrantable, frío y orgulloso nuevamente siento lo que hacía más de 16 años no sentía...
Y es que quien iba a decir que ese pequeño y frágil niño tendría tanto poder sobre mí...
Tiene...
Debíamos formar equipos para entrenar y yo preocupado por mi salud mental acudí con el patriarca para solicitarle me permitiera ser compañero de su discípulo, le dije textualmente que por su carácter tranquilo me parecía el más fácil de tolerar, recuerdo que arqueó una "ceja" y me dijo-le preguntaré a Mu si quiere entrenar contigo, si él no tiene inconveniente, yo tampoco. Pero realmente pienso que debes cambiar esa actitud para con tus compañeros Shaka, después de todo, si se convierten en santos de Athena estarán juntos y tendrán que llevarse bien por el santuario-
Así que su nombre es "Mu"...incluso su nombre es sencillo. –pensé en lo que vi al patriarca retirarse para buscar a su discípulo. Sorprendentemente el lemuriano dijo que si, y fue entonces como me hice de un compañero de entrenamiento.
Debieron habernos visto el primer día...sus enormes ojos verdes me miraban como si yo fuera una especie de depredador, expectante a que hiciera cualquier movimiento. Yo realmente no tenía ni la menor intención de entablar una conversación y mucho menos una amistad con Mu, solo quería que entrenáramos. De pronto me arrepentí pues me pareció de un aspecto tan débil que pensé que no sería capaz de desarrollar por completo mi potencial con un compañero tan patético como el que había elegido. Sin embargo decidí darle una oportunidad, me puse en posición de loto y uní mis manos cerca de mi pecho, tratando de controlar mi cosmos, teníamos 4 años en ese entonces-Prepárate niño-le advertí fríamente, no escuche respuesta de él, eso me hizo enfadar, yo no estaba ahí para perder mi tiempo-¡OM!-exclamé liberando parte de mi cosmos hacia él, cuando de pronto ya no pude sentir más el cosmos de aquel niño-¿Lo...lo he matado?-pregunte al aire, sintiéndome helado por un instante, para después restarle importancia-Si es así, le he ahorrado mucho sufrimiento-dije-pues hubiera fracasado en conseguir la armadura de Aries...-
Entonces para cuando lo sentí, ya era demasiado tarde...un poderoso cosmos me había alcanzado lanzándome un metro fuera de mi posición. Caí de cara contra el suelo del recinto, ni siquiera tuve oportunidad de meter las manos en mi defensa. Pensé que me lo merecía por confiado y agradecí la lección a mi maestro, prometiéndole que no volvería a pasarme.
¡¿Estás bien?!-gritó Mu corriendo hacia mí, supongo yo que para ayudarme a levantarme-¿Telequinesis?-le pregunté.
-Si-me contestó con un hilo de voz, tomándome de un brazo, pero me zafé del contacto y lo envié lejos con un ataque.
-¡Soy tu enemigo, no debes tener compasión de mi Mu!-Cuando voltee para buscar donde caería, de nuevo había desaparecido-¿Pero qué...?-Sentí entonces una fuerte pero torpe patada en el estomago, por lo cual no consiguió doblarme y pude ver como el lemuriano había aparecido de repente delante de mis ojos-Tele transportación-mascullé.
-¿Ya me consideras digno de ti, Shaka?-me dijo mirándome retadoramente, pero esbozando una leve sonrisa, acaso ¿leyó mi mente...? Le sonreí de vuelta, me alegraba que este niño, aparentemente tímido e inofensivo resultara ser mi aguerrido compañero de entrenamiento.
-¿Quién diría que finalmente si sería una mala decisión, Mu de Aries?...quizá la peor que he tomado-tome el té entre mis manos, estaba frío, me había metido tanto en mis pensamientos que había olvidado por completo beberlo, lo dejé de lado, de cualquier modo no tenia buen sabor desde el principio.
Además, por más que me esfuerce, jamás podre igualar su té...
Me dispuse a empacar mis cosas con desgane, realmente no llevaría mucho, la ropa que portaría ese día sería suficiente y llevaría mi armadura, por si las dudas...me asome por la entrada de mi templo y el cielo se veía tan oscuro por las nubes que lo cubrían que dudé si ese campamento seria en los días próximos-Quizá Athena reflexione su decisión y decida suspenderlo, la vida me volvería a sonreír entonces.
Me recosté en mi modesta cama, conformada por un colchón sobre el suelo, pero rodeada de cómodos cojines con telas decoradas con hilos dorados y colores terrosos, que me recordaban mis orígenes. Tenia las mejores intenciones de dormirme temprano para así dejar de pensar estupideces, pero mi auto control parecía estar fallando este día, mis sentidos me estaban traicionando, no podía sacarme al caballero de Aries de la cabeza, todo este asunto me tenia muy turbado...
-Shaka, ¿puedo preguntarte una cosa?-Me dijo mientras me servía una taza de té, el olor del té que Mu preparaba era alucinante, una mezcla de especias con vainilla y algo dulce. Le había preguntado durante casi un año completo como lo preparaba, pero su respuesta siempre era la misma-Es un secreto de lemurianos, si te lo confieso, tendré que matarte-después me regalaba una de sus usuales sonrisas, lo cual inevitablemente ocasionaba que le sonriera de vuelta.
-Por supuesto, puedes preguntarme cualquier cosa, pero no por eso obtendrás una respuesta-le sonreí de lado, aunque mis palabras eran cien por ciento sinceras, y él lo sabía.
-¿Por qué siempre cierras tus ojos? Sé que no eres ciego, y si lo fueras no tendrías por que mantener tus ojos cerrados de cualquier modo, entonces, si no te molesta, me gustaría saber cuáles son tus motivos-el pequeño tibetano le dio un sorbo a su té, tratando de ocultar la ansiedad que le causaba esperar por mi respuesta.
Yo agache mi cabeza, y me mantuve callado unos instantes antes de responderle, supongo que creyó que me incomodaba la pregunta pues se apresuro a disculparse-Shaka, si no puedes decírmelo, lo entenderé, no te preocu...
-No Mu-le interrumpí-es solo que, jamás había tenido esta intimidad con nadie...
El peli lavanda me miro con comprensión y se acerco un poco a mí, dándome a entender que tenía su completa atención-verás, sabes que la modestia no es lo mío, y por tanto no deberá sorprenderte que afirme que mi cosmos es muy poderoso, probablemente el más poderoso de los aspirantes a caballeros dorados...
Mu me miró y negó con la cabeza, suspirando y mirándome desenfadadamente, yo no lo expresaba, pero las caras que a veces Mu hacia me causaban mucha gracia-Por lo tanto-continué-desde que fui consciente de él mi maestro, el gran Buda, me ordenó mantener mis ojos cerrados para así controlar mi cosmos y no dañar a nadie, pues de no controlarlo podría herir a otros.
Ya veo-comentó mi compañero de entrenamiento-es sorprendente como logras ver y ser tan bueno para el combate en esa condición, pero me sorprende aun más que renunciaras a mantener tus ojos abiertos por el bien de los demás, eso es muy admirable Shaka...
No quise sacar a mi compañero de su error, no es que las personas me importaran mucho, me importaba mantener mi cosmos a raya para poder hacer mejor uso de él, pero si él prefería pensar que en alguna parte de mi los demás me importaban, no le quitaría ese gusto. El único que se había ganado el privilegio de importarme en esta tierra era él.
Mientras recordaba al pequeño Mu de 5 años, sentado delante de mi, sonriéndome y tomando el té tan animadamente, yo me daba vueltas en mi colchón, enredándome en la sabana, sin poder conciliar el sueño. Ese niño estuvo junto a mi desde que llegué al santuario, dejando por completo de lado el hecho de que yo era básicamente insoportable, me entregó su amistad y su confianza y tuvo influencias muy positivas en mi. Me enseñó a querer y respetar a los demás, cuando fui capaz de quererlo y respetarlo a el.
No puedo dormir, todas las memorias de Mu vienen a mi mente, como un viejo casete que decides ver cuando de pronto sale entre tus pertenencias...
Hacía mucho que había dejado todo eso atrás, por su bien y el mío. Sin embargo, se que mañana será inevitable convivir con él. Intento conciliar el sueño con el pensamiento de que no vale la pena preocuparme por algo que no puedo resolver. Gran Maestro, por favor, permíteme pasar esta prueba.
Permíteme siquiera, perdonarme por lo que paso ese día...
Continuara...
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