Capítulo 38: ¡Ay no, tú sí que sabes mantener la expectativa!
Loreta
—Sigue... más fuerte... vamos, Loreta... —dice Vladimir mientras corremos el armario del baño para poder barrer los pedazos de vidrio que cayeron debajo.
—Este... mueble... pesa... demasiado... —El esfuerzo no me deja ni hablar; la madera maciza del armario pesa más que las malas decisiones.
—Dejemos esto, no se moverá...
—No... me... gusta... darme... por... vencida...
Vladimir se aleja del mueble y agarra mi mano. Suavemente me hala y me saca del baño.
—En definitiva dejaremos eso ahí y... ¿qué te parece si vemos una película? —Su sonrisa por poco ilumina todo el edificio.
—Me encantaría... —contesto con ilusión pero con pesar—, pero ya casi tengo que irme para el hotel.
Me acerca a él y me besa, con suavidad al inicio, pero luego con mucha pasión, y si no freno esto ahora, no habrá nada ni nadie que me saque de aquí; pero debo ir a trabajar. ¡Maldita pobreza!
—Hoy iré a verte bailar, aunque la verdad, lo hago casi todas las noches...
—¿En serio? ¿No te aburres de ver lo mismo tan seguido?
Niega con su cabeza y sonríe.
—Me acostumbré a verte todas las noches, ahora solo me falta verte todas las mañanas...
Ay, no, si sigue con esa cursilería que se le despertó desde anoche me va a subir el nivel de azúcar en la sangre. No es que me queje, es solo que ante esas frases o sus detalles bonitos no sé cómo comportarme. En relaciones anteriores, lo que hacía cuando se ponían melosos era burlarme de ellos, hasta que entendían que no me gusta la cursilería y dejaban de hacerlo.
Pero con Vladimir es muy diferente. Sus detalles dulces no me molestan, de hecho me gustan mucho, pero sigo sin saber cómo procesarlos. Me acerco despacio y le doy un tierno beso; será mi forma de reaccionar a su cariño, por ahora.
—¿Qué vas a hacer tú? ¿Vas para el casino?
—Eh... no, hace mucho no voy... pero si quieres te llevo.
Sus palabras me hacen recordar que me había dicho que hace mucho no apuesta. Quiero saber si es por lo que creo, pero será una conversación que dejaré para después. Por ahora acepto su ofrecimiento para que me lleve, pues la verdad tengo algo de pereza de tomar el Mío.
Mientras bajamos por el ascensor, recuerdo que tengo que ir a mi casa por ropa, así que se lo comento, pero la expresión de su cara cambia, como si de repente se le hubiera ocurrido una idea.
—¿Y si en lugar de ir a tu casa a recoger ropa, llegas estrenando?
—¿Qué?
—Por acá he visto que hay boutiques con ropa muy bonita. ¿Quieres ir de compras?
—No, pues, sí te entendí, era más una pregunta retórica. —Suelto una risa—. Aún no me pagan la quincena y por acá todo debe ser carísimo.
—¿Y si te hago un regalo? —pregunta con una expresión que me recuerda a los niños pequeños cuando piden permiso entusiasmados para ir a jugar a los charcos de lodo.
—¡No! ¿Cómo se te ocurre? No, no, no, vamos a mi casa.
—¿Y por qué te sorprende tanto? Yo no estoy esperando la quincena.
El ascensor abre sus puertas y seguimos la conversación sobre la loca idea de Vladimir mientras caminamos hacia su carro.
—No, Vladimir, en serio, no quiero abusar de tu confianza...
—Ay, Loreta, no pensé que fueras de esas mujeres que se quieren hacer las dignas por un simple regalo o un favor. Hazlo por mí, dame el gusto de hacerte un regalo. Es como si te invitara a comer y rechazaras la invitación solo porque no quieres abusar de mí.
Tiene razón, pero si algo he criticado yo en la vida, es a esas mujeres que tan pronto consiguen novio, empiezan a sacarle dinero como si ellas mismas no pudieran comprarse sus cosas.
Entramos al carro y salimos del garaje, mientras busco una buena emisora en la radio.
—Entonces... ¿Te vas a dejar consentir?
—Está bien... —digo volteando los ojos ante su insistencia—. Pero primero contéstame algo...
—Lo que quieras.
—¿Cuándo es tu cumpleaños?
—¿Y esa pregunta? —contesta sorprendido.
—Solo respóndela.
Gira en la esquina dejando el edificio atrás, preparado para salir a la avenida que hoy no se encuentra tan congestionada.
—El 31 de marzo.
—¡Eso es la otra semana! —exclamo sorprendida. ¡Tengo que hacerle algo!
Vladimir suelta una pequeña risa y de pronto sentimos un golpe en el carro. El tono relajado de nuestra conversación cambia por completo y ambos nos bajamos del vehículo. Detrás de nosotros tenemos un Spark pegado al bómper, donde viene una mujer que nos mira con cara de angustia.
Vladimir se acerca al lugar del impacto y yo rodeo el carro para quedar a su lado. El daño es grave. Es increíble que una latica como el Spark le haga tanto daño a un Audi. La mujer aún no se baja del auto a comprobar los estragos del accidente, así que Vladimir se acerca a su ventana. La vieja no quiere bajar el vidrio, entonces él le golpea un poco con los nudillos para que lo haga.
La mujer baja la ventana, como reaccionando y cayendo en cuenta de que lo mínimo que tiene que hacer es hablar con nosotros.
—Buenas tardes, señorita. —Vladimir comienza a hablar—, le ha hecho un grave daño a mi carro...
—¡Vieja bruta! Por mujeres como usted es que se burlan de nosotras, ¿no venía mirando o qué? —grito exaltada y Vladimir me hala del brazo, alejándome del carro por un momento.
—Cálmate, la pobre mujer está muy asustada...
—¿Y qué? Estoy segura que venía hablando por celular o chateando, es una irresponsable. —Soy consciente de que mi reacción es un poco exagerada, pero es que me molestó bastante. Ni que el carro fuera mío.
Ay, aunque si este bebé fuera mío, ni lo sacaría del garaje por temor a que cosas como estas pasen.
Vladimir vuelve a acercase a la vieja, que ni ha sido capaz de bajarse del carro y yo prefiero conservar mi distancia y dejar que él se encargue del asunto.
—Pe... perdón... me distraje un momento y no lo vi...
—¿No encontrabas el emoji correcto? Dejame ayudarte. —Levanto mi dedo del medio mostrándoselo con ganas—. ¡Irresponsable!
—¡Loreta! —interviene Vladimir—. Ya no más por favor.
Cruzo mis brazos y me giro para no seguirle viendo la cara a la idiota esa. Vladimir y la mujer siguen hablando mientras me muerdo la lengua para no insultarla más, pero veo la hora y ya se me hizo tarde. Por culpa de la Toreta esta no voy a alcanzar ni a ir a mi casa por ropa.
Voy hasta el carro por mi bolso y pido un taxi, aunque no me gusta para nada, pero ya en Mío no alcanzo a llegar. Me acerco a Vladimir quien habla por celular y para no interrumpirlo, le hago señas de que ya me tengo que ir.
Él me dice con la mano que espere y trata de cortar la llamada lo más pronto posible.
—... bueno, aquí los espero entonces. Muchas gracias. —Cuelga y guarda su celular en el bolsillo—. ¿Ya te vas?
—Sí, se me está haciendo muy tarde, y la verdad prefiero no quedarme cerca de la idiota esta porque te juro que la mechoneo.
—¿Por qué la detestas tanto? —pregunta Vladimir entre risas.
—¡Porque arruinó la tarde de compras, obvio!
Ambos soltamos una carcajada pues sabemos muy bien que es lo que menos me importa. ¿O no?
—No te preocupes, las compras las dejaremos para después. —Se acerca y me da un dulce beso en los labios.
El taxi llega muy pronto y en menos de diez minutos estoy en el casino, preparándome para salir a escenario.
Estoy terminando de verificar que todo mi vestuario esté en orden, cuando veo a Lu que viene hacia mí.
—¡Amiga! ¿Cómo estás? ¿Cómo dormiste? —Su pícara mirada me da risa—. Mejor ¿si dormiste?
—No mucho, la verdad... —digo devolviéndole la picardía en mi expresión.
—AAAAAGGGGGHHHHHHHH. —El grito de Luisa hace que todos mis compañeros volteen a mirarnos.
—Shhhhh ¡necesito mis oídos! —exclamo para que deje el escándalo.
—Quiero todos los detalles indecentes ¡ya!
—Te los cuento al terminar la función.
—¡¿Qué?! ¡Ah no, a tu mejor amiga no la puedes dejar así!
—¡Diez minutos! —grita alguien para indicarnos que en ese tiempo empieza la función y tenemos que empezar a acomodarnos en nuestros lugares.
—¿Quieres la versión reducida de diez minutos o la versión R con lujo detalles después del show?
—Cierto, cierto, mejor la versión R... ¡Pero quiero que sea súper R!
Ambas reímos ante su comentario y su emoción y nos disponemos a salir a escena.
El show sale a pedir de boca, como siempre. Aunque estoy cansada por el desvelo de la noche anterior y la actividad física de esta madrugada, mi ánimo anda por los cielos —¿por qué será?— y eso hace que mi baile mejore un montón. El público se levanta de sus asientos y aplaude emocionado.
—¡Chicos! —exclama Juan emocionado al entrar al camerino cuando termina la función—. ¡No lo puedo creer! Cuando pienso que ustedes no pueden bailar mejor, vienen y presentan la función de hoy. ¡Bravo!
Todos nos aplaudimos y felicitamos entre nosotros.
—En especial tú, Loreta. —Se acerca a mí, eufórico—. ¡Qué muchachita para bailar! Espectacular, no tengo más palabras... y eso que pensé que hoy estarías hecha un mapache desastroso por el concierto de anoche...
—Pues lo del mapache tal vez... pero desastroso ¡jamás!
Ambos reímos y, en un gesto que nunca había tenido conmigo, corre a abrazarme.
—¡Mundial de salsa, venite que estamos listos pa' vos! —exclama entre risas.
Juan continúa su camino para hablar con otros bailarines y Lu se acerca.
—Ahora sí, amiga. Vengo por mis detalles calientes.
—Pero después de las duchas.
—¡¿Qué?! ¡Te odio, Loreta!
Hago como que la ignoro y salgo corriendo hacia las duchas. Después de estar limpia y cambiada —bueno, en realidad no tan cambiada, pues aún tengo la ropa con la que fui al concierto— voy por mi bolso y me encuentro con mi amiga.
—¿Nos vamos? —le digo ofreciéndole mi brazo para que me tome de gancho.
—Pues claro que nos vamos... tenemos mucho de qué hablar...
—Lo haremos en el apartamento...
—¿Qué? —Me interrumpe—. ¡Ay no, tú sí que sabes mantener la expectativa!
Salimos entre risas del camerino y nos encontramos con Sebas para irnos los tres juntos.
Al llegar al apartamento, Sebas se despide de nosotras un poco serio, dice que está muy cansado y le creo, al pobre le toca un trajín muy duro con el baile y su otro trabajo. Mi amiga no le presta mucha atención y me hala para el sofá sin perder tiempo.
—Ahora sí. —Agarra un cojín y pone sus codos en él, es la posición que siempre toma cuando vamos a tener una charla "de viejas", como ella la llama—. Cuéntamelo todo.
—Bueno, pues después del concierto, Vladimir me llevó a su apartamento.... amanecí ahí y luego me fui para el casino y ahora acá... —bromeo.
Mi cara y mi cabeza son sacudidas por el cojín que tenía mi amiga en sus manos.
—¡Oye! Deja la agresividad... —exclamo.
—Ay, no, te amarraré a la cama si es necesario y te torturaré hasta que me cuentes todo.
—Ay, espera... —le digo—, antes de empezar con los detalles debo escribirle a Vladimir; hoy tuvo un accidente en el carro y no sé cómo le fue.
—¡¿Un accidente?! —dice con tono preocupado—. ¿Está bien?
—Sí, sí, no nos pasó nada, yo iba con él, pero su pobre y hermoso Audi no salió tan bien librado.
Busco "El movio" en mi celular y le envío un mensaje.
"Espero que la vieja pelota esa tenga un buen seguro y te pague todo. ¿Cómo te fue finalmente? Un beso"
A esta hora ya debe estar durmiendo, así que espero que me conteste mañana, pero a los pocos segundos de enviar el mensaje, suena mi celular y su nombre —bueno, su apodo— aparece en mi pantalla.
—Aw ¡Qué bello! ¡En vez de escribirte te llama porque quiere escuchar tu voz! —dice mi amiga en tono romántico en exceso, haciendo un corazón con sus manos.
Mis ojos voltean por inercia.
—¿Aló? —contesto la llamada—. Pensé que ya estarías durmiendo...
—No —responde Vladimir al otro lado de la línea—, estoy en una estación de policía... me arrestaron.
¡¿Qué?!
¡Holaaaaaa! Qué lindo verlas por aquí otra vez...
Hoy cambié un poco el género musical, para mostrarles esta canción tan hermosa que me mostró @Ventum_Fulgur pues le recuerda a la historia, y me parece que le queda como anillo al dedo ¡Gracias!
Espero les guste tanto como a mí. Gracias por todo su cariño <3
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