Capítulo 17: Pues obvio, si soy una genia de la seducción

Loreta

Llego a mi apartamento temprano, como a eso de las siete de la noche. Lu está sentada frente al televisor con un plato de cereales y no veo a Sebas por ningún lado. Sé que mi amiga prefiere la compañía, así que me dejo caer pesadamente a su lado en el sofá. Me alegro de verla, pues hace unos días no coincidimos más que en los ensayos y no hemos podido hablar; tengo mucho que contarle.

—¡Amiga, que me haces regar el cereal! —exclama Lu levantando de más su plato para tratar de que el líquido no se derrame cuando me siento.

—¡Ay, Lu! Si te contara...

—Por esa cara que traes me imagino que lo que me vas a contar tiene que ver con el señor Ventura.

—¿Por qué lo dices? ¿Acaso estoy interesada en él o algo así? —Trato de ponerme seria pero creo que el brillo en los ojos me delata. Además la sonrisa de idiota que tengo en estos momentos no engaña a nadie.

—¿Por qué será? Como si no te conociera. ¿Está funcionando tu brillante plan?

—Pues obvio, si soy una genia de la seducción...

—Pff... —Mi amiga casi se atraganta con su cereal—. No creo que sea eso, pero soy toda oídos.

—Pues qué bien me conoces, la verdad es que soy pésima coqueteando. —Suelto una carcajada que también hace a Lu reír.

—¡Ja! Pues claro que te conozco. Menos mal eres bonita, porque levantando hombres serías la peor de todas.

Ambas nos reímos fuerte y prosigo con mi historia.

—Pues imaginate que iba caminando muy filipichina yo, como si nada, pensando en cómo salvar el mundo, normal, cuando paso por el bar del hotel y no veo a otro que el mismísimo Vladimir Ventura. Así que salgo corriendo por mi bolso donde tengo escondida mi arma secreta de seducción...

—¿Tu qué?

—No me interrumpas. Mi arma secreta. —Dejo escapar una risa porque sé que lo que voy a decir es un disparate—: un banano.

—¿Dijiste un banano?

—¡Qué no me interrumpas! —Levanto la voz y frunzo el ceño en un gesto exagerado, a lo que mi amiga responde calmándome con sus manos y cerrando sus labios con una especie de cremallera invisible—. Sí, un banano. Un banano que llevo en la cartera desde hace días cuando se me ocurrió el brillante plan de comerlo sensualmente frente a Vladimir...

—Ay, Lore...

—Shhhhhhhh

—Lo siento, sigue —dice mi amiga entre risas.

—Bueno. Pues lo veo ahí sentada, traigo mi bolso y cuando regreso, está hablando con una mujer. Así que me siento al otro lado de la barra, donde pueda verme y saco mi súper banano, que por cierto llevaba tantos días en el bolso que ya tenía la cáscara negra. —La risa de mi amiga me interrumpe y también me hace reír—. Y empiezo a comerlo con una sensualidad ultra-súper-hiper-mega exagerada... hasta que... como siempre que trato de hacer esas cosas... se me va un pedazo de... de... de banano por el camino viejo y me empiezo a ahogar...

Nuestras carcajadas me hacen difícil mi propósito de contarle a mi amiga la historia, y hasta nos sacan lágrimas. Por lo general estas conversaciones con Lu siempre terminan así, con nosotras muertas de risa por mis ocurrencias, aunque en los últimos días estaba más bien calmada, pero Vladimir ha despertado de nuevo mi lado creativo.

—¿Y qué pasó? —Mi amiga me insta a continuar cuando ya estamos un poco más sosegadas.

—Pues que vino Vladimir y me hizo la técnica esa que usan en primeros auxilios cuando alguien se ahoga... en fin, escupí el pedazo de banano y por fin pude volver a respirar.

—Uy, cuando te salvan la vida es porque te quieren...

—O simplemente por que eres el único que sabe primeros auxilios —contesto exagerando mis gestos de decepción.

—Ay, amiga, pero solo a ti se te ocurre comerte un banano viejo para verte sexi.

—¿Sabes qué es lo peor? Que no funcionó para nada y ahora no le puedo quitar el olor a banano al bolso...

Ahora sí es incapaz de conservar los cereales en la boca y los escupe con fuerza sobre mí. Ambas nos reímos con ímpetu, mientras me limpio la cara con uno de los cojines del sofá, aprovechando que pronto hay que lavarlos; de lo contrario, qué asco.

Lu se levanta para dejar su plato vacío en la cocina y me trae un vaso con agua; sabe que si no bebo el líquido voy a empezar a toser desaforadamente por el ataque de risa que acabo de tener.

—Mira, Lore, lo que tienes que hacer es olvidarte de planes tontos de seducción, que es obvio que no te salen, y ser como eres. Invítalo a tomar algo, salgan a cine, no sé, hagan lo que hacen los amigos normales. Tal vez hasta corras con suerte y dejes esa obsesión que tienes con él solo porque te dijo que no, y descubras que es un buen amigo y una persona que te gustaría tener en tu vida, más allá del sexo o el amor.

—¿Por qué eres tan sabia? —pregunto torciendo mis ojos con hastío y exagerando mi voz para darle más dramatismo a la pregunta.

—Porque una de las dos tiene que serlo.

—A pesar de que tu consejo se oye bien, hay una cosa que no has tenido en cuenta, amiguita... Vladimir es un engreído, por algo Pablo es su único amigo, ¡Ah! y ese es otro de la misma calaña.

—Y entonces, ¿para qué andas como acosadora detrás de él seduciéndolo con bananos?

—Solo quiero una revolcadilla, no quiero ser su amiga ni nada. —De hecho lo que menos quiero es que me mande a la friendzone.

—Entonces díselo de frente.

—¡Ya lo hice y me dijo que no! ¿Entiendes lo desesperado de mi situación?

—Ay, amiga, entonces ¿qué haces insistiendo en donde ya te sacaron como volador sin palo?

No sé que contestarle y me doy cuenta de que es porque tiene razón.

—Supongo que es porque no me gusta perder —confieso después de un largo silencio, a lo que mi amiga prefiere cambiar de tema y decidimos quedarnos descansando un rato frente al televisor.

Ya conozco el techo de mi habitación de memoria. Tendré que decorarlo para que sea más divertido mirarlo la próxima vez que no pueda dormir porque mi mente no puede dejar de pensar. Le doy y le doy vueltas a lo que me dijo Lu y cada vez le encuentro más sentido a sus palabras.

Reviso mi celular. Aún no me ha aceptado la solicitud de amistad en Facebook. Eso me da un poco de rabia. Está bien, lo acepto, me da mucha rabia. ¿Qué le cuesta aceptar una simple invitación de amistad? Ni que fuera una acosadora o algo así.

«Engreído».

Apago el aparato y me volteo para tratar de dormir un poco, mañana tengo ensayo y no quiero sentirme cansada, ahora que por fin mi energía y mi apetito han vuelto.

La semana transcurre sin muchas novedades. De vez en cuando veo a Vladimir y se me ocurren unas cuantas formas más de ser sexi frente a él, pero recuerdo que soy pésima coqueteando y se me pasa. Definitivamente ahora entiendo eso de "El arte de la seducción". Pues seré una artista bailando, pero he demostrado que en eso de la seducción me rajo.

Vladimir se está haciendo el esquivo. Cuando lo veo siempre va de salida o está concentrado jugando en el casino. Me he vuelto invisible para él.

«Pues bueno, querido, tú también puedes ser invisible para mí».

Hola :)

Hoy además de agradecerles por estar acá y darle amor a mi novela, quiero hacer una pequeña encuesta.

¿Qué capítulos les gustan más, los que narra Loreta o los de Vladimir?

Dejen su votito en cada gif... que por cierto me quedaron lindos, ¿o no? XD (modestia aparte jajaja)

Espero que sigan disfrutando esta historia y les prometo que ahora sí que va a comenzar lo interesante...


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