•Prólogo: Escape fallido•
Historia dedicada a THE_JIMENEZ
Saludos cordiales, villanos.
Nuevamente sean bienvenidos al spin-off que existe solo para que yo pueda contar cosas acerca de mis personajes favoritos del AU de Cats. Como ya dije por instagram, y por el tablero de anuncios de Wattpad, ando modificando esta historia, por lo que seguramente se van a encontrar varios cambios en este prólogo.
Vamos a empezar directamente con los datos para ustedes. Todos los amamos, y a mí me ayudan a escribir, así que, comencemos.
Primero que nada, hablemos de las heridas de bala en las extremidades. Es posible que una herida de bala en una extremidad cause daño en los huesos, tendones , ligamentos, músculos, nervios o a los principales vasos sanguíneos. En estos casos, es crucial verificar su hay herida de entrada y salida, pues el que la bala siga o no dentro del cuerpo cambia el tipo de tratamiento a seguir.
Para las heridas de bala graves, pues una herida leve no necesita mayor tratamiento, lo principal es suministrar medicamentos que ayuden al manejo del dolor y la prevención de infecciones potencialmente mortales. En ocasiones, podrán necesitarse transfusiones de sangre para compensar la perdida que deje la herida; especialmente si se vio afectado un vaso o arteria principal.
En casos extremos, se considera la cirugía como una opción necesaria para la reconstrucción de tejidos dañados; también podría ser necesaria para limpiar la herida o para remover la bala. El médico puede tomar la decisión de cerrar la herida con puntos de sutura o grapas; es posible que sea necesario dejarla abierta para permitir que la inflamación disminuya y los tejidos sanen.
No encontré mucha información de lo que me interesaba, pero se que, en caso de presentarse un daño irreparable, debido a la trayectoria o calibre de la bala, la amputación debe ser consideraba, para garantizar el bienestar del paciente. Y es esto lo que me interesa, de lo que voy a hablarles a continuación, de la amputación.
La amputación se trata de la perdida parcial o total de un miembro del cuerpo. Están asociadas principalmente a la diabetes, sin embargo, los accidentes traumáticos y el cáncer pueden ser también causantes de la perdida; puede ser necesaria también en casos de infecciones o lesiones intratables. Así mismo, se consideran factores genéticos.
Normalmente, se considera un ultimo recurso a tomar en cuenta, como alternativa a tratamientos convencionales inefectivos; el proceso inicia con un dialogo entre los médicos, el paciente y algún familiar o tutor a cargo del paciente. Se debe discutir el tipo de anestesia, la clase de cirugía y el qué viene posterior a la amputación.
Estos procesos suelen generar en los pacientes frustración, enfado, tristeza o incluso depresión, y dependiendo de que parte sea la que se ampute, un proceso de adaptación largo y complejo. Por lo general, el proceso más complejo se da con la perdida de una pierna, pues implica el aprender a moverse en silla de ruedas, caminador y el uso apropiado de una prótesis para volver a caminar.
Los dolores fantasma son considerados un efecto secundario de la amputación, y se dan debido a que el cerebro es incapaz de procesar correctamente la ausencia del miembro. El daño a los nervios, especialmente en lesiones, es de tal magnitud que el cerebro puede quedarse atrapado en el estado de daño permanente, sin entender que allí ya no hay conexiones nerviosas.
Enfrentar los dolores fantasma, o la sensación de conservar aun la extremidad, es una de las partes más duras de la recuperación, y puede traer consigo una dependencia a los analgésicos, debido al tipo de dolor que procesa la memoria.
Se recomienda a las personas que han pasado por un proceso de amputación no descuidar sus actividades diarias, pues esto les ayuda a mantener la motivación; lo ejercicios para fortalecer la extremidad que permanece son necesarios, pues ayudan al cerebro a procesar mejor la ausencia. De igual modo, hay tratamientos psicológicos (como la caja de espejos) que facilitan el procesamiento del miembro fantasma.
Buscar todo esto es intenso, porque mucha de la información está destinada a sobrevivientes de guerras o minas antipersonales. ¿por qué les cuento esto? Porque el Slug de Cats no tiene brazos humanos, al menos en la versión que yo uso, y necesito una razón para ello. Ya después abordaremos el tema de las prótesis conectadas a los nervios.
⚠ ️Este capítulo contiene descripciones de violencia, toma de decisiones medicas sin el consentimiento del paciente y mención a respuestas al trauma. Por favor, lean con prcaución⚠
Sin más que decir, por favor, disfruten la lectura.
Corría pese al dolor, luchando contra la fatiga y la pérdida de sangre, forzándose a seguir despierto con la única intención de salir con vida. Se apretó el brazo al sentir de nuevo el punzante dolor de sus huesos moviéndose y rasgando sus músculos. Necesitaba llegar cuánto antes a la playa, era su única posibilidad de supervivencia.
Se detuvo un momento, apoyando la espalda contra un árbol y respirando pausado, intentando recuperar el aire perdido. Podía escuchar los gritos a lo lejos, acompañados por gruñidos infernales y ladridos de ultratumba; necesitaba descansar, pero eso podría matarlo. Reanudó su camino, corriendo más lento y respirando con pesadez, parpadeando más de lo normal para enfocar la vista. La perdida de sangre empezaba a pasarle factura.
— ¡Lo veo! — Escuchó a lo lejos, una voz vagamente familiar, anunciando su posición. Era difícil decir si amiga o enemiga — ¡Está herido señor!
Algo en su camino le mandó al suelo, el golpe dejándole sin aire y sin fuerzas para seguir reteniendo las lágrimas que llevaba forzando a no fluir desde que había escapado, resignando a su destino. No sabia si los pasos en la hierba eran amigos o enemigos, tampoco podía reconocer de que dirección provenían, solo los escuchaba, cada vez mas cerca, listos para dictar su sentencia. Las manos que lo obligaron a levantarse se sintieron como un castigo incluso peor que la muerte, su brazo no estaba en condiciones de ser manipulado con tanta brusquedad; empezaba a ver colores por el dolor.
— Vamos...— Pidió alguien, pasando su brazo bueno por sus hombros, ayudándole a ponerse en pie y seguir avanzando, huyendo de la muerte, que parecía aferrarse a su cuello— Aún no has dado tu último aliento.
Apenas podía mantener los ojos abiertos, rostros y voces se mezclaban en sombras sin sentido. El cambio en el suelo le dijo que estaba en la playa, el inestable mecer de un bote y las órdenes y el pánico solo volvian el mundo aun más borroso; partieron a un destino incierto, procurando mantenerle vivo. No quería que fuera así, no cuando imaginaba cuál seria su imagen al despertar.
Cerró los ojos al sentirse a salvo, al sentir las olas del mar meciendo el bote, escuchando el eco de voces llamando su nombre, con la imagen de unos brillantes ojos verdes grabada en la mente.
"Lo siento, Kenny" pensó antes de finalmente abandonarse a la inconsciencia.
•×•×•×•×•
No tenía idea de donde estaba, y no sabía si realmente quería saberlo, solo podía escuchar voces desesperadas dando ordenes, dialogando y monitoreando los signos viales de alguien a quien, aparentemente, le habían disparado.
¿Hablaban de él? Podía recordar el dolor de la bala atravesando su carne, el eco del disparo y los llamados de alerta que aquello había ocasionado ¿Intentaban salvarlo a él? Le parecía tonto, había fallado en su misión, alguien lo había atrapado. No tenía sentido que le salvaran.
Se sentía elevado, como si su cuerpo y su alma estuviesen separados, una parte de sí aun en la tierra, mientras la otra flotaba junto a las nubes. Podía ver, a medias, el rostro de su jefe entre manchas blancas y azules que se movían a toda prisa, deseando confrontarlo por su error ¿A caso le importaba lo que había ocurrido, o solo deseaba reprocharle sus fracasos?
Sonrió cerrando los ojos para que la luz dejase de cegarlo, suponiendo que aun creía que todo aquello era culpa de El Sombrero. Había tenido una oportunidad por la que su jefe habría matado, había logrado hablar con él y comprobar, en carne propia, que nada de eso era culpa de Black Hat.
Deseaba decirle que Kenning, habría tomado aquella decisión porque estaba cansado de la vida que los héroes le habían dado.
Ya tendría oportunidad, si lograban salvarle.
Lentamente, posiblemente por la máscara que tenía en el rostro, dejó de prestar atención a su entorno, a lo que decían y lo que ocurría. Estaba volviendo a dormir, o a estar fuera de combate. Estaba volviendo a estar tranquilo.
•×•×•×•×•
El continuo pitar del monitor cardíaco, el goteo del suero y el fluir del oxigeno que asistía su respiración fueron las primeras cosas que sus sentidos registraron al despertar; se sentía pesado, como si hubiese corrido por días sin descanso, desorientado y ligeramente mareado. Intentó levantarse, por inercia, aún sin abrir los ojos, deseando captar algo más que el irritante sonido de sus latidos en el monitor.
Todo se sentía como relleno de algodón, adormecido y ausente.
— Doctor — Una voz femenina, suave, casi maternal, se hizo cargo de callar un instante el sonido de sus latidos, captando su curiosidad — El paciente despertó.
Los pasos apresurados de una tropa acercándose con, el eco de voces y peticiones por silencio fueron una buena pista de que clase de centro le tenía recluido ¿Cómo había llegado allí? Apenas podía recordar los eventos previos a la inconsciencia; ni siquiera podía imaginar que clase de alma compasiva le había arrastrado hasta un hospital.
Un hombre, bastante mayor que él, le dio instrucciones para poder retirar el tubo que tenía en la garganta; sintió nauseas cuando aquel sujeto haló el tubo de plástico, quedándose con el amargo sabor artificial en la boca, y un deseo de vomitar apenas controlable. Ni siquiera había notado el respirador.
— ¿Cómo te sientes? — Interrogó,elevando la cama hasta tenerle sentado con ayuda de un control, aguardando por su respuesta mientras se sentaba en un banquito, seguramente para proceder a examinarle.
— Mareado — Confesó sin ánimos, queriendo estar solo un momento para evaluar la situación, ignorando al medico a su lado — ¿Dónde estoy?
— En el hospital para héroes y agentes del Departamento de Seguridad— Explicó con calma, tomándole el rostro y apuntando una lucecita directamente a sus ojos un par de veces por cada lado — Las pupilas reaccionan normalmente a la luz ¿Algún dolor?
— No...— Debía dejarse hacer, era el protocolo y todo suele ser más fácil cuando coopera, pero deseaba poder pedirle que lo dejase en paz; detestaba los hospitales, y el aroma estéril; le traían malos recuerdos.
— Los pulmones funcionan con normalidad, y el ritmo cardíaco es estable— Daba el reporte como si no estuviese verdaderamente allí, paseando un estetoscopio por su espalda, haciéndole cosquillas— ¿Algún síntoma inusual? ¿Fiebre? ¿Visión doble? ¿Nauseas?
— No— Entre más tiempo estaba despierto, más sentía que volvía a ser él; deseaba estar a solas, que dejaran de mirarle como si fuese un animal herido o algo similar. Estaba vivo ¿Qué más querían de él? — ¿Puede dejar de tocarme? No me gusta.
Un escalofrío recorrió su espalda en cuanto intentó levantar los brazos para arreglarse un poco el cabello, algo no estaba en su sitio, le faltaba algo importante.
Bajó la mirada a su brazo derecho, esperando encontrarlo enyesado o inmovilizado, esperando algo usual en una herida de bala como la que había sufrido. El monitor aumentó su horrible pitido cuando entendió el motivo de aquella sensación.
— ¿Dónde...? Mi...— El nudo en su garganta empeoró las nauseas que sentía, incrementaba el deseo de soledad y la sensación de abandono ¿Dónde estaba su brazo? ¿Qué le habían hecho? — ¡¿Qué mierda pasó?!
— Necesitas calmarte— Pidió la que supuso era la enfermera, ofreciéndole un baso de agua que, de forma arisca, rechazó de inmediato. No podía confiar en ellos, no cuando lo primero que hacían al ver un agujero de bala era despejarlo de su brazo.
— La bala dañó gravemente los nervios y el hueso— Informó el hombre a su lado, poniendo una mano sobre su hombro como si con ellos pudiese arreglar las cosas, como si un gesto fuese a solucionarlo todo— Intentamos reconstruir pero... el daño era demasiado. La única opción viable fue amputar...
La falsa empatía de su voz no ayudó a calmar su enojo.
— ¡¿Y quien fue el maldito hijo de puta que autorizó esto?! — En realidad no necesitaba una respuesta, la única posibilidad estaba parada en el umbral de la puerta, aparentando una normalidad que le enfermaba— Cooper... ¿A ti quien coño te dijo que podías hacerme esto?
El maldito no era su tutor legal, pero cualquiera en el Departamento tenía potestad sobe él. Por supuesto que Cooper iba a tomar esa decisión, era su castigo por haber fallado.
El silencio reinó tras su pregunta, demostrándole con quien estaban las lealtades en aquel momento, era lógico, Cooper Slys era el jefe, o al menos estaba por serlo, debían respetar la cadena de mando si deseaban conservar su trabajo.
Golpeó con el puño el colchón de la cama una y otra vez, mordiéndose el labio para no llorar. Quería estar solo, quería llorar sin que lo viesen ser débil, lamentar la decisión de abandonar aquella escuela con todas sus fuerzas. Estaba seguro que, al menos allí, no le habrían cortado el brazo sin preguntarle antes.
Uno a uno, sabiendo que no iban a obtener más que insultos que solo él entendía, los intrusos se fueron retirando, dejándole solo, permitiéndole lamentarse en silencio. Podía sentir la mirada de Cooper sobre su lastimera figura, esperando algo diferente a las lágrimas o las palabras ariscas de quien ha sido herido y traicionado.
— Agradece que te salvamos la vida— Fue su sugerencia antes de retirarse, cerrando finalmente la puerta, permitiéndole llorar libremente.
Queria creer que todo aquello era una pesadilla, un juego de su mente para castigarle por las malas decisiones; tenía la sensación de que su brazo simplemente estaba dormido, que en algún momento el cosquilleo desaparecería y volvería a mover la mano como siempre, insultando a todos los que hace un momento estuvieron con él por haberle jugado tan horrible broma.
Algo en él se negaba a aceptar que todo eso era real.
Lloró en silencio por lo que le parecieron horas, intentando escuchar las conversaciones que ocurrían justo tras la puerta, esperando que alguien le dijese a Cooper lo desgraciado que había sido con él, soñando con que alguien tendría el valor de abogar por su causa, por más perdida que fuese, y le apoyarse un poco.
Nadie parecía tener intenciones de hacer algo así.
No le sorprendió el silencio que unos elegantes pasos trajeron al pasillo, había escuchado antes el eco de aquellos zapatos y suponía que, como siempre, todos cuidaban sus palabras en presencia de aquel ser al que no había tenido el privilegio de conocer. Observó la puerta, expectante, aguardando a que alguien tomase la palabra.
— ¿Qué está haciendo aquí? — Gruñó Cooper, bajando la voz como si deseara no ser escuchado— Nadie ha solicitado sus servicios, lárguese de una vez.
— Mi presencia no tiene nada que ver con usted, agente Slys — No reconocía aquella voz, pero sentirla familiar fue una de sensación extraña en instante. Sabía perfectamente que no era Black Hat, pero se sentía tan similar a él que daba escalofríos— Ahora, permítame pasar. Deseo tener una conversación con el muchacho al que acaba de arruinarle la vida.
La verdad, en labios de otro, era incluso más amarga.
No esta muy seguro de por qué aguarda a que alguien diga algo para refutar aquella afirmación, no es como si alguno de esos agentes haya tenido los huevos de intervenir previo a ese momento. Aún así, parecía como si el tiempo se hubiese congelado en aquel tenso instante; ni él tenía el valor de hablar, de solicitar al intruso entrar o de mandarlos a todos a la mierda.
— Bien, pero no olvide, sigue siendo mi agente— Sentenció su superior, apartándose y abriendo la puerta, permitiéndole finalmente conocer el rostro de quien solicitaba acceso a su habitación— Cualquier decisión que tome debe consultarla primero conmigo.
No prestó atención a la respuesta del intruso, estaba demasiado ocupado analizando su apariencia. Definitivamente era similar a Black Hat, era aterradoramente similar al demonio que había habitado en sus pesadillas por meses, pero tan distinto que no sabía que pensar. El blanco de su traje y su sombrero le hizo pensar en una ilusión, un engaño creado para convencerlo de confían en aquella entidad ciegamente.
Posiblemente, lo que más lo inquietaba era la suave sonrisa que adornaba su rostro, era demasiado cordial para ser de un demonio. El ojo que se cruzó con su mirada le ponía los pelos de punta, posiblemente por el tono claro de la pupila, o por lo que imaginaba que habría tras el monóculo al lado izquierdo. No podía negar la elegancia que desbordaba, era tanto o incluso más elegante que Black Hat.
La puerta se cerró lentamente tras él, llevándose los murmullos y protestas, como si una barrera les protegidas de las habladurías del mundo. La habitación se cargó de un aura calma, casi hipnótica, que le hizo olvidarse un instante de donde estaba y que ocurría.
—¿Quién... quién es usted?— Logró preguntar en un susurro, ofreciendo la silla a su lado, siguiéndole todo el tiempo con la mirada, esperando a que algo traicionase tan tranquila imagen y revelase al demonio despiadado que conocía. No conocía a Black Hat personalmente, pero no creía que hubiese un mundo en el que algo tan similar a él pudiese ser inofensivo.
—Puedes llamarme White Hat, es un placer conocerte— La calma con que habló le hizo pensar en alguien mayor, alguien que había vivido lo suficiente como para estar cansado de tolerar el mundo — ¿Cómo te sientes?
—Mal — Algo en el ente lo invitaba a ser honesto, a no guardarse ningún secreto, soltar la lengua y entregar toda la información que tenía guardada. Aquel sentimiento solo aumentó su desconfianza— ¿Qué es lo que quiere? ¿A caso a los altos mandos les importa la misión fallida de un carajito cualquiera?
—Oh, muchacho, yo no dirijo está lamentable organización — Estudió sus movimientos, sintiendo que todo ocurría en cámara lenta. Le observó retirarse los guantes con calma, dejarlos sobre la mesa a su lado para exponer unas garras afiladas, oscuras, que esperaba no estuvieran allí para lastimarlo— Si lo hiciera, Cooper Slys no estaría apunto de ser director de un departamento.
Buscó la brillante mirada del eldritch, esperaba encontrar burla o algo similar que en su voz no estaba, ignorando la picazón que su brazo ausente experimentaba, deseaba poder rascarse y sentir alivio. Nada, no habia nada distinto a la controlada calma de su voz.
Retrocedió por instinto en cuanto la mano del demonio acarició su mejilla, sintiendo un escalofrío debido al suave tacto, a lo sutil y cariñoso que había resultado. Se dejó acariciar al comprender que no pensaba lastimarlo, sintiendo nostalgia. No había sentido nada así en años.
—Supongo que no te preguntaron nada— Murmuró con suavidad, retirando lentamente la mano, siempre con una suave sonrisa en los labios. No sabía que era, pero algo en aquel ser le hacía sentir en paz— Slys es un verdadero idiota
—Un malparido es lo que es— Gruñó en respuesta, apretando la sábana que le cubría las piernas, controlandose para no insultar como era su costumbre — ¿Qué es lo que quiere, señor White Hat?
El eldritch chasqueó los dedos sin contestar, apareciendo una simple hoja de pergamino escrito a mano, y una pluma. Le tomó un momento entender que aquello era un contrato, le estaba ofreciendo un trato a cambio de algo. La idea de poder pedir su brazo de vuelta, incluso si era imposible, casi lo lleva a firmar en el acto.
—Estoy buscando un científico con sus capacidades, doctor— Sabía que le estaba endulzando el oído, que aquellas palabras, aquel título, estaban para hacerle considerar la oferta, o aceptarla ciegamente. Leyó detenidamente las palabras en el papel, suponiendo que en alguna parte habría una trampa, una cláusula que le tendría para la eternidad, o le robaría el alma. No podía confían en una criatura tan similar a Black Hat.
—¿Dónde está el truco?— Cuestionó con cautela, dejando la hoja sobre sus piernas. No es como si quisiese llamar a Cooper, pero debía estar atento aun motivo para hacerlo, o firmar el contrato en el acto— No sé que le hace pensar que un manco le será útil para semejante trabajo. Era diestro.
—Lo sé, conozco toda su historia — Confesó con una sonrisa ligeramente menos cordial, dejando ver ese lado que tanto buscaba, ese lado de demonio que parecía ocultarse a plena vista. Un lobo en piel de oveja— Sus capacidades no sé limitan a un brazo, y creo que le permitirán hallar una solución al problema en tiempo récord. Después de todo, esto es lo que se encontraba estudiando, ¿No?
Dudaba que este ser supiese algo acerca de la tesis que se encontraba desarrollando hasta el instante en que tuvo que tirar todo al caño y huir, no había forma en que alguien fuera del Instituto tuviese acceso a su investigación. Sin embargo, no encontraba en su voz rastro de duda, el eldritch genuinamente creía en sus capacidades, parecía estar ansioso por explotarlas, a diferencia de Cooper, que seguramente estaba más ansioso por condenarlo a una vida de papeleo que a ayudar en su recuperación.
Más castigos por haberle fallado.
Se llenó los pulmones de aire antes de tomar nuevamente el contrato y leer con calma las clausulas y condiciones, si algo le había enseñado el Instituto era a ser cuidadoso con los contratos que uno firmaba. No había letra pequeña, ni espacios para malentendidos, las palabras eran claras y directas; a todas luces era un contrato justo y confiable. No quería creer que algo salido de un demonio pudiese ser tan inocente, algo debía estarse escapando a su entendimiento, pero entre seguir trabajando eternamente para P.E.A.C.E. y tomar el riesgo de cederle su alma a un ente sobrenatural, la decisión no era particularmente complicada.
Tomando la pluma que aún flotaba frente a él, se forzó a mantener un trazo firme y legible; su nombre lucía ajeno sobre la linea punteada.
—¡Espléndido! — Celebró una vez que la hoja hubo desaparecido, sonriendo sinceramente y juntando las manos en una especie de aplauso, su postura una que, en cierta medida, desbordaba inocencia y sinceridad, aumentando sus sospechas — En cuanto te den el alta, vendré por ti para llevarte a tu nuevo hogar. No te arrepentirás, lo garantizo.
Suspiró con algo de alivio, notando que todo parecía seguir en orden con él, tanto como la situación lo permitía; no se sentía vacío, ni incompleto, simplemente sentía un enorme alivio. Cooper había dicho que debía consultar antes cualquier decisión, pero podía meterse esa orden por el culo si quería; tenía 16 años, podía decidir que hacer con su vida sin tener que preguntarle al hijo de puta que le había cortado el brazo sin esperar a conocer su opinión.
•×•×•×•×•
Se removía incómodo en el asiento del copiloto, frotando su pierna de vez en cuando y moviendo la mirada a puntos aleatorios en el paisaje, deseaba poder distraer su mente de los problemas que aquello había causado. Era libre del mando de Cooper, incluso si tenía la sensación de que no iba a poder librarse de él tan fácilmente. El bastardo era como una plaga en su vida después de todo.
—Tengo que advertirte, no vivirás solo conmigo — Informó el eldritch, rompiendo el silencio y ayudándole a pensar en además de su complicada situación — Hay una pequeña que vive conmigo ahora serás su compañero de piso.
—Mientras no se meta con mis cosas, no habrá problema — Quería fingir indiferencia, pretender que ese detalle no interesaba, incluso si la información solo dejaba más dudas sin resolver ¿A caso White Hat tenía la manía de recoger niños de la calle? ¿Sería su hija? Realmente quería preguntar, pero no creía que fuese correcto. Ya habría tiempo para descubrir más, iba a vivir con ellos después de todo.
—Descuida, te acostumbraras pronto— Tranquilizó con amabilidad, ofreciéndole una sonrisa, eligiendo no hablar de más. Agradecía la amabilidad del demonio, le hacía sentir mejor, pese a que aún no confiaba en él del todo; no podía, su mente siempre estaba tan distante a su alrededor que sentía que debía desconfiar— Por cierto ¿Cómo debo llamarte? Me dijeron que cambiaste el nombre con que te conocían en la agencia.
Sabía que no podría evadir el tema por siempre, y en realidad prefería que aquella pregunta llegase cuando no había nadie más escuchando. Una parte de sí sentía culpa por haber tomado aquella decisión, sus padres probablemente estarían dolidos de saber que había abandonado su legado, pero era un cambio necesario.
Si este era un nuevo inicio, prefería dejarlo todo atrás y, por una vez, tener el control de su vida.
—Slug...— Murmuró con algo de vergüenza, imaginando que se burlaría de su nuevo nombre, o le pediría que fuera más serio al respecto; no iba a cambiarlo ahora, era una especie de homenaje y eso debía bastar— Mi nombre sigue siendo el mismo, pero... dejemoslo en Slug
—Bien, Slug— Celebró al detener la marcha del auto, ofreciéndo la más amplia de las sonrisas que había visto; escuchar su nombre sin una pizca de burla o ironía le hizo sentir bien, le hizo sonreír también— Bienvenido a White Hat Organization.
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Volver a leer lo que hace cuatro, casi cinco años me daba tanto orgullo se siente extraño. No es exactamente que sienta que era horrible, en realidad me sabe bien el ver que mi escritura se ha mantenido estable desde entonces, mejorando aquí y allá, pero wow, hemos llegado muy lejos.
A ver, les voy a dar una aclaración extra que se me pasó incluir en las aclaraciones: la historia originalmente iba a tener solo dos capítulos centrados en el pasado de Slug y su periodo de adaptación en la mansión de White, pero releyendo todo lo que había escrito, me doy cuenta de que eso no funciona, por lo que voy a dividir la trama en tres partes. La primera es el pasado.
No sé cuantos capítulos haré de este periodo de tiempo en el que Slug se adapta a vivir con White y Feli, mi mejor predicción son diez, pero pueden ser más o menos. La intención es sentar las bases para el desarrollo de su relación con todos los demás personajes (incluido Flug) para poder abordar el presente con la historia clara. Ya veremos que pasa.
De verdad les agradezco mucho estar aquí, ya sea que están volviendo o que entran por primera vez, significa mucho que mi historia les haya llamado la atención lo suficiente para querer leerla y saber más.
Espero verlos en comentarios y votos.
Nos leemos luego :)
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