Te estoy pidiendo que lo dejemos todo y aun así sigues sin prestar atención a mis señales...

Era evidente que cada noche que nos comíamos el mundo, sentíamos un placer inigualable, o cuando tú y yo jugábamos a querernos bien, no nos hacía falta envidiarle la relación a nadie, de seguro Mr. Darcy y Elizabeth odiarían la especie de amor-odio que mantenemos, o peor que eso, nuestras discusiones paralizarían el mundo, provocando una serie de eventos inenarrables.

Asumí el papel de quien se da por vencido, porque esto de mantener un sentimiento a flor de piel, me está resultando un eterno castigo, ni Jack recorrió media Europa para desilusionarse ni yo medio mundo para odiarte.

Aprendí entonces que quién siempre entrega más de lo que debe, es quién siempre sale perjudicado, porque a veces la razón no entiende lo que el corazón siente, y el sentimiento de haber guardado más de lo que se pudo dar, resulta ser un cargo de conciencia inigualable.

Por eso aprendí de ti, 

que así como la más hermosa rosa adorna un jardín, 

también sus espinas pueden causarte un y mil heridas.