Capítulo 11: Ascensores & tenis.




           

OLIVIA

El altercado con el señor Styles me deja agitada, es difícil proseguir con el trabajo cuando el mismísimo presidente acaba de admitir que se quiere acostar contigo. A pesar de esa tensión que sentía entre nosotros jamás pensé que escalaría a más, que él haría tal proposición y que admitiera abiertamente que me desea. Estoy descolocada pero con un ardor en la entrepierna que me llega a dar rabia de mí misma.

MJ me mete conversación y trato de seguirle pero tengo la mente en otra parte. Hago todo lo posible para concentrarme y cuando ha terminado la jornada estoy hasta paranoica de salir de mi puesto de trabajo. No quiero pillarme aunque hasta ahora nunca nos hemos pillado casualmente. Respiro profundamente, dejo mis tumultuosos pensamientos a un lado y me largo de la oficina.

Me pregunto en qué estará pensando, su cara era un poema cuando lo abandoné y sé que estaba molesto por mi actitud pero ¿Qué diablos esperaba? ¿A qué cediera sin más? Debe estar loco. Pero me ha sometido a una encrucijada, claro que una parte mía está dispuesta a caer rendida a su petición porque parece el tipo de hombre que te da sexo del bueno y tiene pinta de ser insaciable. Por otra parte es mi jefe, placer y negocios son la peor combinación y para él esto es una simple transacción. Él no tiene nada que perder, en cambio, yo sí.

Estoy toda acalorada y confundida, naturalmente como una mujer me siento atraída hacia él pero mis temores están a la vuelta de la esquina. Ha pasado tres años desde Jason, he sanado las heridas me he rehabilitado pero el miedo es latente y me quita la razón a veces.

Estas situaciones complicadas las afronto realizando ejercicio. Llevo unos días debatiendo la idea si ingresar a algún gimnasio o tomar clases de zumbas y creo que es el momento. Tori me ha indicado que hay un gimnasio en a un par de estaciones de la nuestra y que puedes pagar por la clase al acudir y me parece perfecto. Normalmente terminar agotada me deja sin energías para pensar, parezco estropajo y realizo las funciones más básicas como bañarme, comer y dormir y me parece perfecto. Necesito agotarme mentalmente para rehuir esos ojos verdes intensos y penetrantes.

Llamo a Calvin, el chico gay con estilo que me dio su tarjeta de presentación, y charlamos un rato.  Le ha ido bien en el trabajo, le gusta trabajar con Niall y se ha hecho amigo de algunas personas de marketing. Lo cuento que quiero hacer ejercicio y dónde es y cuanto sale y él acepta acompañarme. Acordamos la hora de juntarnos antes de que me meta al metro y la señal baje.

Al llegar a casa reemplazo el atuendo de trabajo por una blusa desteñida, un pantalón deportivo negro y zapatillas. Me encuentro con Calvin a las afueras del metro, caminamos al gimnasio y lo escucho parlotear. Pagamos por una clase de zumba y de yoga y dos horas después estoy sudada pero un poco más tranquila.

Nos tomamos un jugo en el local que está cercano al metro y calificamos a los hombres que pasan frente al local. Hay unos muy guapos que me dejan boquiabierta, Calvin y yo concordamos en varios. ¡Vaya! Tenemos el mismo gusto.

Paso una hora más con Calvin, después nos metemos al metro y nos despedimos. He pasado una buena tarde, he hecho ejercicio hasta el cansancio y Calvin es una buena persona y buen distractor.

De vuelta a casa tomo una ducha fría. Me miro al espejo y no puedo evitar recordar la mano de Harry por mi mejilla, por mi labio y como, tiernamente, me besó los nudillos. Después recuerdo su cruda mirada cuando me metí en su conversación pidiendo que no cancelara su reunión y luego mi contraataque insolente que lo dejó boquiabierto. Fui fuerte, estuvo bueno y admito estar orgullosa de mí. Lo único malo es que tengo deseos de que me toque otra vez, la cara, los labios y todo lo que él quiera. ¡Por dios Olivia! ¡Controla esas hormonas!

Me dirijo a mi habitación, me pongo el pijama y seco mi cabello lo mejor que puedo. Abro mi laptop y comienzo a trabajar en la tarea que nos asignaron.

**

Al otro día camino nerviosa hacia el imponente edificio de Styles Connection. Estoy tratando de acostumbrarme al acelerado estilo de vida que incluye casi trotar por las calles durante la mañana entre la multitud.

Paro en seco en la entrada del edificio. Me pregunto cómo voy a actuar frente al señor Styles de ahora en adelante aunque para ser honesta no debería preocuparme porque nunca me lo pillo por aquí. Después de mi declaración me pregunto si olvidará su ridículo capricho por mí pero él dejó claro que no se rinde fácilmente. Es un hombre seguro y parece ser determinado, debe serlo si ha logrado tomar el control y mantener la empresa familiar, él solito, afrontando cualquier obstáculo. ¿Será determinado con respecto a mí? ¿Me gustaría? Debo admitir que los hombres que luchan  por lo que desean suman mil puntos para mí.

Me golpeo suavemente la mejilla saliendo de mis cavilaciones. ¡Tierra a Olivia! ¡Deja de fantasear, no pasará!

Sí, ya es suficiente por hoy...no puedo andar el día dándole vueltas al asunto con el jefe. Tema pasado.

En la gran entrada del edificio tienes que pasar con tu tarjeta y los ascensores están en un pasillo, son cinco ascensores por lado para tratar de abastecer la demanda de la cantidad de trabajadores. Son rápidos, espaciosos y eficientes.

Me acerco al ascensor con la fila más pequeña. Tarareo una canción observando cómo desciende. Cuando se abren las puertas siete personas ingresamos ascensor, apoyo la espalda contra la fría pared y contengo un bostezo. Antes de que se cierren las puertas alguien apoya su mano para evitarlo. Se me abren los ojos como platos ante la figura masculina del jefe. Su mirada inmediatamente se fija en mí, como si advirtiera mi presencia.  Mantiene el semblante serio pero su mirada es...especial, algo oscura y tentadora. Trago saliva audiblemente.

—Buenos días señor Styles—saluda una chica tímidamente. Los demás empleados saludan con respeto y él imita el gesto con amabilidad.

Se mete al ascensor situándose a mi lado, apoyando su espalda contra la fría pared.  Me mantengo en mi lugar pero él me roza con su cuerpo como puede, hombro con hombro y brazo con brazo. Dejo de respirar cuando se inclina hacia mí.

—Buenos días preciosa—murmura en mi oído.

Recorro a las otras personas del ascensor pero no se han percatado de sus movimientos ni de sus palabras, la música del ascensor amortiguó su saludo personal.

Casi me muero cuando las seis personas que se subieron conmigo se bajan en el piso siete, lo que significa que estaremos solos por once pisos más. Le envío una mirada echando chispas y él me corresponde pero está sereno, calculador y algo le da vueltas por la cabeza.  De pronto saca un conjunto de llaves del bolsillo y la inserta en el tablero del ascensor y se detiene con las luces encendidas.

¿¡QUÉ!?

¡¡DULCE JESUUUUUSS!!

Se da la vuelta hacia mí con la mirada peligrosa, su usual cabello chocolate alborotado, labios atractivos y cutis perfecto. Admirarlo me resulta doloroso y la tensión previa despierta todo mi organismo de manera positiva. Definitivamente no se va a rendir y la idea de estar aquí encerrados resulta estimulante, nunca he estado en una situación así. Mi sentido común empieza a abandonarme.

Contengo la respiración sin poder retroceder.

—Esto es a-acoso.

—No si tú también lo deseas y lo consientes—susurra él con voz ronca.

Avanza hacia mí y entro en cortocircuito. Al no emitir ni un solo sonido estoy aceptando lo que va a ofrecer, no sé qué es lo que desea pero aquí en este ascensor las opciones son limitadas pero la imaginación no tiene límites. De lo que estoy segura es que no puede echarme un polvo aquí mismo y eso me tranquiliza, si cedo ante él estaré perdida.

—Linda—declara luego de revisar mi atuendo.

Su halago me hace sonrojar. Estoy utilizando mi típica falda negra ajustada, una blusa manga larga celeste con escote en V y unos tacones bajos muy cómodos. Nada fuera de lo normal.

Estoy por decirle que él luce como para que me dé un infarto pero me trago las palabras. Se inclina hacia mí y yo cierro los ojos instantáneamente. El olfato se potencia, su aroma fresco y varonil me noquea de inmediato. Siento su nariz recorrer desde mi clavícula hasta mi cuello, sigue el camino llegando a mi lóbulo derecho y lo mordisquea suavemente. ¡Dios mío! Me tiemblan las manos por esta cercanía tan íntima y pausada y por sentir su contacto.  Su mano se acerca a mi cuello y descansa el pulgar en mis labios. Abro los ojos recibiendo de impacto toda su belleza de adonis, tiene un rostro muy atractivo para que legal.

La idea del ascensor me excita, claro que está entre uno de los lugares inusuales dónde me gustaría tener relaciones aunque es imposible. Sin embargo, este momento que estamos compartiendo resulta sencillamente satisfactorio para mí.

Ha sido atrevido y yo decido igualarlo. Atrapo con los dientes su pulgar de manera juguetona. Él sonríe a medias y su sonrisa crece más cuando envuelvo los labios en su pulgar y chupo suavemente y luego más duro.  En su expresión veo clara lujuria y eso me excita, sé que bien en el fondo quiero que él me desee.

—Um Olivia...esa boquita debería estar en otra parte—gruñe. ¡Uy, qué directo! Le doy otra mordidita—. ¿Sabes en lo que he estado pensando desde que entré al ascensor y te vi?

Niego con la cabeza con los labios apretados y las manos temblorosas.

Styles mantiene el contacto visual agachando el rostro quedando a la altura de mi escote.  Sus manos aparecen en mi visión y revela la copa de mi sujetador moviendo el escote a un lado.  Aspiro profundamente al sentir sus húmedos besos por mi esternón y por encima de la piel expuesta de mi pecho cubierto por el sujetador. Me muerde suavemente pero luego chupa con dureza la zona y yo suelto un quejido de asombro. De pronto se aparta de mí sonriendo con orgullo, bajo la vista y ¡me ha dejado un chupetón! Chico y bien rojo.

Vuelvo la vista a él con una mezcla de indignación, sorpresa pero emoción. Ahora tiene el semblante serio y ha adoptado la postura de presidente de corporación.

— Yo que tú me arreglo eso—señala mi blusa desaliñada.

Saca la llave y el ascensor se pone en marcha nuevamente. El golpe de la realidad me deja sin aliento y nuestra previa escena inicial de película porno se queda atrás. Desesperada me arreglo el escote a la velocidad de la luz y las puertas se abren en mi piso.  Intercambiamos miradas, él está controlado y serio y yo estoy pálida y con el busto caliente pidiendo más.

—Hasta luego Olivia—dice educadamente y veo un ápice de sonrisa.

Ha hecho esto para provocarme deliberadamente y probar un punto importante: Yo lo deseo a pesar del rechazo. ¡Cabrón inteligente!

Ni me despido, me voy enfadada conmigo misma por el calor sofocante que me invade y por la facilidad a la cual me he dejado caer. ¡Dios! ¡Estoy atónita! ¡¿Qué mierda?! Mi jefe no me puede estar causando esto y ¿cómo he podido ser tan zorra permitiéndole ese acercamiento a mí? ¡Joder! ¡Me ha hecho un puto chupetón!

Voy al baño y le doy una patada al basurero vacío un par de veces liberando la tensión del momento. Cuando se me pasa la efusividad salgo como una señorita, para mi buena suerte recién ahora están llegando todos a sus puestos de trabajo.

Me desplomo en mi asiento y enciendo mi laptop. Me froto las sienes con fuerza regulando mis alocados pensamientos. Mis compañeros aparecen minutos después y estoy avergonzada como si hubiese hecho algo malo.

¡Tengo que ser profesional! ¡Estoy en el trabajo y no puedo dejar que el encuentro cercano con mi jefe me deje tan descolocada!

Me tomo una enorme taza de café y me pongo a trabajar, logro avanzar pero la mañana es muy lenta.  Estoy tranquila, se me ha pasado el sofoco pero percibo el cosquilleo constante del chupetón como si necesitara que lo hiciera otra vez. ¡Qué ridículo! Me doy una bofetada mental.

No puedo volver a permitir lo que ha pasado esta mañana, sigo recriminándome por mi falta de voluntad. ¿Qué me pasa? ¡Yo no soy así! Y menos a la primera dejo que un hombre de esa calumnia se abalance sobre mí y me marque como si fuese un objeto.

Es un alivio cuando es la hora del almuerzo.  Logro distraerme con la conversación de mi grupo habitual de almuerzo. Niall y yo hablamos del torneo de Wimbledon que ha empezado esta semana. ¡Me encanta el tenis! Ayer vi la repetición de un partido luego de terminar de trabajar y llamé a Alberto, mi padrastro, para hablar sobre el torneo ya que también le fascina el deporte.

Esta tarde habrá otro partido, del trabajo me iré volando a la casa. Hoy juega Serena Williams y ¡soy su fan! Es una tremenda tenista.

Meredith me pide que la acompañe a comprar un par de cosas y nos retiramos de la mesa 35 minutos antes. Quiere comprar maquillaje en una tienda cercana y a mí también me gustaría llevarme algo.

Nos metemos a una tienda llamada "República de la belleza" y me quedo asombrada con la diversidad de marcas y todo lo que ofrecen. Meredith se dirige a la zona de maquillaje y yo me voy a la parte de las cremas, una corporal me vendría bien porque creo que la mía ya caducó. Una vendedora se acerca a mí, le pido su ayuda y de inmediato recita todo sobre los distintos productos. Me decido por una crema de durazno y flores y un exfoliante, elijo las de precio razonable porque no cago dinero.

Voy en busca de Meredith que está en la fila para la caja. No se demoran en atendernos y minutos después ambas salimos con nuestras bolsas. Todavía tenemos tiempo por lo que nos dirigimos por un café antes de regresar al trabajo.

La cafetería a la que entramos está llena de hombres de trajes y mujeres embutidas en faldas y tacones. Todo muy con aire de negocios. Elijo un capuchino y Meredith un Expreso doble. La chica se retira al baño y yo me quedo en la parte de espera.

El olor de café es delicioso y me distraigo con el bullicio de las conversaciones indescifrables y el sonido de las máquinas cafeteras que tienen.

De pronto siento que alguien me está mirando, me enderezo y doy media vuelta. Harry Styles está sentado, solo, con un café en mano, con un periódico y sus ojos sobre mí. Baja, brevemente, la mirada a mi escote y luego sonríe recordando probablemente lo acontecido en la mañana. Me quedo boquiabierta ¡menudo sin vergüenza!

Le entrego una mirada furibunda. Al parecer esperaba que yo me acercara a él pero ni loca, no actúo muy racional frente a él y hoy fue la prueba. Al captar mi negación a moverme segundos más tarde el jefazo se levanta y avanza hacia mí.

—Qué inesperada sorpresa señorita Grace, un placer volver a verla—murmura con una sonrisa.

¡Señorita Grace! ¿A qué se debe este cambio?

Su dedo se apoya sobre mi mentón y me cierra la boca. ¡Qué vergüenza! Me recompongo enseguida, con mirada más indiferente y le sonrío educadamente.

—Sí, qué sorpresa. Pensé que su secretaria hacia esto por usted.

—Estar mucho en la oficina es agobiante. Aparte quería renovar la vista y ha valido la pena—declara antes de lamer su labio inferior. ¡Ay me va a dar algo!

—Ah mire qué bueno. Que se divierta descubriendo lo que es una cafetería.

Me doy la vuelta dispuesta a alejarme de él pero me coge del brazo.

—Graciosa andas. ¿Qué planes tienes para hoy?

Su pregunta me deja nerviosa. ¡Ay no! ¿Qué se está tramando?  Mi subconsciente revisa su agenda vacía y sonríe maliciosamente. La ignoro.

—Eeh... déjame revisar mi agenda—saco mi teléfono  y lo veo por dos segundos sin encender la pantalla—. Tengo la agenda llena.

Gruñe en descontento pero hay una chispa distinta en su mirada jade.

—Mentirosa. No me gusta la mentira, ¿sabes lo que me gustaría hacer cuando me mientes?

—No.

—Follarte claro está para que no puedas sentarte al otro día—responde sin rodeos. Lo dice en voz baja pero con seguridad y con ojos enigmáticos—. Y tu boquita también y dejarte marcada mi mano en tu bello trasero ¿qué te parece?

Suelto un jadeo ahogado y un frío sudor emana por mis manos. No estoy horrorizada, soy una fan de los azotes durante el acto sexual porque es muy sensual. Mi subconsciente asiente con vehemencia esperando a que yo diga que sí. Antes muerta a que sucumbir. 

—¡Oh pero qué lenguaje más romántico!—exclamo irónica—. ¿Así conquistas a las mujeres? —Trato de suprimir una sonrisa y mantengo un semblante serio.

—Normalmente es más fácil, no tengo qué decir todo esto. Contigo es distinto. Entonces ¿quieres ver el partido de hoy conmigo? Me he enterado por fuentes confiables que te gusta el tenis—pregunta adquiriendo una postura más alta e intimidante y ya no con el tono de voz más candente.

¡Vaya cambio de tema! No me esperaba esta invitación. Esta mañana nos encerró en el ascensor, me marcó un chupetón como un crío, acaba de decirme que me follaría hasta que no pudiera sentarme y ahora está todo formal y en plan de presidente invitándome a salir.  ¿Habrá letra chica en esto? Ver un juego de tenis no parece su forma de "cita", tiene pinta de un hombre que sabe a lo que va, candente y seductor.

— ¿Por qué estás invitándome?

—Porque me gustaría pasar la tarde contigo.

— ¿De verdad? Yo soy insoportable. Soy chillona para los partidos debo admitir.

—No me importa, me pareces adorable señorita Grace— encoge los perfectos hombros.

Definitivamente puedo concluir que no se rendirá fácilmente, hoy ha estado al ataque, primero en plan candente y ahora más educadito.

Omito su comentario, mi subconsciente se ruboriza.

—Por Niall te has enterado.

—Sí. Sé que lo verás sola hoy así que ¿por qué no lo ves conmigo?—se mordisquea el labio atento a mi respuesta.

— ¿En su casa?— Inquiero con desconfianza.

—Eh...no. Podríamos ir a un bar, conversar y comer algo ¿te parece?

Una salida a espacio abierto me genera confianza de que mantendrá las manos para sí mismo. ¿Debería aceptar? Es algo inofensivo, para nada profesional pero lo estoy deseando. ¿Será lo correcto? Se puede decir que gozo de su compañía pero ayer lo rechacé rotundamente, me estoy contradiciendo a mí misma y a él eso parece no importarle. ¿Qué debería hacer?

—Nos encontramos en mi coche después del trabajo—afirma él sin darme tiempo de responder. Parece que ha notado la inseguridad en mi cara —. No seas testaruda. Te estaré esperando señorita Grace, no aceptaré un "no".

—No soy testaruda—defiendo con el ceño fruncido.

La verdad es que lo soy pero es mi mecanismo de defensa para mantener una distancia razonable entre los dos, estoy tratando de evitar que terminemos liados entre sábanas.

—Uy sí lo eres. Estoy ansioso por esta tarde contigo.

Lo dice con sinceridad, linda sonrisa y frase prometedora. Me provoca escalofríos su perfecta belleza.

De pronto él retrocede un paso y se yergue en la posición de autoridad de la corporación, recto y tenso. Por el rabillo del ojo detecto a Meredith, ya nos ha divisado y está estupefacta aunque logra disimularlo bien.

—Buenas tardes señor Styles.

—Buenas tardes—saluda educado pero frío—. Que tengan una buena jornada —Hace un gesto con la cabeza antes de retirarse.

¿Es así como se comporta en la actitud de jefe? Completamente distinto al Harry Styles que estoy acostumbrada, ahora que lo noto es mucho más suelto, todo ojitos y jovial conmigo y lo ha sido desde que me rescató de la lluvia esa mañana. Aunque es de esa manera porque quiere follarme, sino fuese así me trataría como a Meredith.

— ¿Qué hacía él acá? ¿Qué te dijo?

—Un recado para Niall—miento sin encontrar mejor excusa.

Justo en ese momento anuncian nuestro pedido y lo retiramos. Vuelvo a mi puesto de trabajo con aire nervioso. Me paseo de un lado al otro antes de desplomarme sobre mi asiento. ¡Qué nervios! Voy a salir con el jefe por segunda vez. Al menos no se pasará de listo ¿o sí? ¿Tratará de besarme? ¿Será coqueto? ¿Me gustaría que lo fuese? ¡Qué confusión más grande! Pero tengo claro que no le dejaré sobrepasarse tan atrevidamente cómo lo ha hecho hoy. ¿Qué se ha creído? ¿Y qué mierda me pasa a mí que no se lo eché en cara en la cafetería? ¡Pues le diré cuando lo vea, sin filtro!

Me doy unos suaves cabezazos contra la madera del escritorio hasta que se me pasa el enojo que siento por mí misma.

Paso la tarde sumergida en la expectación y el temor. Hago fotocopias, organizo archivos y reviso documentos pero trabajar no me quita las ansias. No hay mucha conversación entre compañeros porque estamos todos ocupados pero MJ me habla ocasionalmente y me gusta oír su voz.

Palidezco cuando dan las cinco de la tarde. Me despido de todos y me apresuro al baño. Me aplico desodorante, mi perfume barato y me dejo el cabello suelto. Con eso será suficiente no me voy a retocar el maquillaje y arreglar para él, espero que mi descuido lo espante. Bueno no voy tan fea tengo el rostro decente simplemente no estoy producida.

Con pasos firmes pero manos temblorosas salgo al estacionamiento. De repente el corazón me late a mil pero lo ignoro decidida a no dejarme dominar por la debilidad del cuerpo. 

Voy hacia la zona donde estaba su coche la vez que me fui con Niall. Diviso su enorme camioneta Hummer del año y su chofer está afuera esperándome. Me abre la puerta con educación, lo saludo e ingreso.

Él está sentado con el móvil en mano y me sonríe abiertamente. Me desconcentra pero logro sentarme y saludarlo sin titubear. Lleva una gorra negra con temática de tenis y se ve encantador.

Scott pone en marcha el coche y rápidamente nos incorporamos al tráfico de la gran manzana.

—Linda gorra.

—Tengo una para ti—dice antes de entregarme la gorra que estaba escondida a su lado. Es la misma que la suya pero de color azul, ¡me gusta!

—Gracias señor Styles—murmuro tímidamente.

Me la pongo pero la doy vuelta enseñando la parte de atrás con la intención de lucir más ruda.

—Ya estaba nervioso por tu atraso pensé que no vendrías.

— ¿Atraso? Apenas llegué cinco minutos después...

—Contigo nunca se sabe—niega con la cabeza—. Ayer me rechazaste pero hoy has aceptado salir conmigo.

—Usted dijo que no aceptaría un no como respuesta, no quiero disgustar al jefe del jefe de mi jefe—me encojo de hombros.

Me pone mala cara y se guarda el móvil al bolsillo.

— Que sepa que lo veo como mi jefe y no como un hombre— aclaro. ¡Toma! Sé que no le gusta saber eso, la primera vez que salimos de lo mencioné y parecía herido.

Resopla molesto y durante todo el viaje nos quedamos en silencio.  Aprovecho de mirar por la ventana y admirar la vista aunque el hombre que ignoro sentado a mi derecha es la mejor vista que puede haber.

Scott aparca frente a un bar llamado Müller. Nos despedimos y el señor Styles intercambia unas palabras con él antes de que caminemos hacia el recinto.  Me quedo impresionada con la fachada del exterior, muy bonito y ostentoso, estas características deben estar en todos los recintos que frecuenta este hombre.

El lugar se está llenando, hay varios grupos de amigos principalmente de hombres pero también hay mujeres y la gente presente bordea un amplio rango de edad, desde jóvenes a señores. Sonrío al ver que nos somos los únicos utilizando algo con la temática de tenis, hay gente con camisas, gorros o hasta un banderín. ¡Qué divertido!

Elegimos una mesa al medio del recinto pero en una esquina, frente a nosotros hay un enorme proyector para poder transmitir el partido, todavía no comienza los comentaristas hablan sobe los jugadores y lo que podría acontecer hoy.

Tomo asiento y él coloca su silla al lado mío, su rodilla queda rozando la mía. Trago saliva.

Un camarero se acerca rápidamente, nos entrega el menú y recita las promociones que ofrecen para esta tarde. Harry pide una cerveza de marca alemana y de entrada una tabla de carnes y papas fritas y yo pido una Coca-Cola.

— ¿Por qué no has pedido una cerveza? —Inquiere él una vez que se marcha el camarero.

—De copas con el jefe no es buena idea—niego con la cabeza.

Me fulmina con la mirada y resopla. Le disgusta mi actitud y decido aprovechar eso a mí favor.

— ¿Lo ve? No sé por qué ha querido salir conmigo si sólo lo disgusto señor Styles.

—Para ser honesto me gusta tu carácter difícil, vale la pena perseguirte—confiesa sonriendo a medias.

¡Ay! ¿Por qué dice esas cosas? Estoy buscando la manera de alejarlo pero lo revierte. Tiene buena labia, sabe cómo jugar a esto porque tiene respuesta para todo. ¡Uy ahora le callo esa boca linda que tiene!

— Hablando de eso...Señor Styles tengo que dejarle algo bastante claro. No vuelva a abalanzarse sobre mí como lo hizo en el ascensor—espeto. Lo señalo con el dedo y él pone gesto de inocencia señalándose a sí mismo—. ¡No me venga con esa cara! Ha estado mal ¿se sobrepasa así con el personal?

Se le borra el gesto socarrón que tiene y se pone en plan serio y responde:

—No, sólo contigo. Pero no me vengas con esa advertencia mentirosita, si no hubieses querido me hubieras apartado en dos segundos—dice sereno y con una sonrisa tan seguro de sí mismo—. Admite que deseas esto, me deseas a mí tanto como te deseo yo—murmura.

Se inclina en mi dirección desafiándome con su mirada jade.  Sus olores maravillosos empiezan a invadirme. ¡Dulce Jesús! ¡Este hombre huele increíble!

—Tienes la piel bien suavecita— habla en tono bajo.

Doy un respingo al sentir su mano fuerte y capaz sobre mi rodilla. Me acaricia pero se mantiene ahí, una caricia discreta y lo aprecio porque si se sobrepasa aquí en público le doy una bofetada.

— ¿Así como trasero de bebé? —Cuestiono con ironía tratando de quitarle la importancia al tema.

—Mejor—declara sonriendo más abiertamente—.  Me muero por probarte Olivia. Cada centímetro. Y que me hayas dejado hacerte ese chupetón... ¡Dios! Me pone muchísimo, tú me pones muchísimo— confirma él.

Se inclina todavía más hacia mí y no me muevo porque no me puedo. El corazón se me empieza a acelerar. ¡Nuestras narices se rozan! ¡Me va a dar algo!

De pronto nos sobresaltamos ante una ronda de aplausos y silbidos. Miramos alrededor y el partido está por comenzar. Mi corazón aún late fuerte. Suelto un suspiro que tenía cargado por la tensión y los músculos de mi entrepierna se contraen agitados por las palabras de Harry. ¡Diablos! ¿Qué me está pasando? Estoy...excitada y tan sólo con palabras, su cercanía intimidante y una caricia discreta en mi rodilla. ¡Tengo que controlarme!

Me sobresalto por segunda vez cuando el camarero aparece de la nada con nuestro pedido.  Lo deja todo con eficiencia y se marcha. Miro la comida que hay en nuestra mesa boquiabierta.  Hay un bol de papas fritas y al lado tres tipos de salsa distinta y la tabla de carnes me hace silbar de la emoción. Dos tablas con tres tipos de carnes, está aliñada sola, otra tiene un tomate cherry encima tostadito y la otra tiene cebolla.

Doy un respingo por tercera vez cuando Harry atrae mi silla lo más cercano a la suya, ahora sí no existe distancia entre nosotros.  Pasa un brazo por mis hombros y me sonríe encantador.

—No entraré más en detalle en lo que me gustaría hacer contigo...por ahora—me guiña un ojo—. Pero sé que te ha gustado tienes las mejillas sonrojadas—me señala y acerca la mano para tocarme. 

Le doy un manotazo. —Ya me ha tocado mucho por hoy señor Styles ¿no lo cree? —Enarco una ceja.

—No—pone morritos y ¡se ve para comérselo! 

Con la garganta seca cojo la Coca-Cola y le doy un buen sorbo.

—La inocencia no le queda señor Styles—niego con la cabeza.

Estoy mintiendo porque sí le queda, se ve adorable y te dan ganas de... ¡comértelo a besos! ¡Diablos sí lo he dicho! ¡¿Y qué?! Es inevitable no sentir deseos así cuando un hombre de esa magnitud de está prestando atención.

Desvío la mirada hacia la pantalla y los jugadores están ingresando a la cancha.

—Disfrutemos el partido—señalo nerviosa mirándolo.

Él coge un trozo de carne con el mondadientes, creo que se lo va a comer pero me lo mete en la boca a mí. Estoy sorprendida, lo fulmino con la mirada pero mastico, saboreo y trago y ¡está fantástico!

Para devolverle la mano cojo yo otro trozo y también se lo doy en la boca. Él, divertido, lo acepta gustoso.

El partido comienza, lo vemos pero a cada cierto tiempo alimentamos al otro divertidos y absortos hasta que un cartel de "¡Peligro!" se ilumina en mi cabeza. Dejo de seguir el juego y me concentro en el partido. Noto que me mira pero finjo estar concentrada. ¿Qué diablos me pasa? ¿En qué estoy pensando? Estoy tratando de evitarlo pero también soy yo misma la que se mete en su jueguecito. ¡Menudo lío! ¿Qué voy a hacer ahora?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top