Hank andaba por la calle sin rumbo fijo. Necesitaba despejar la cabeza y esperaba que el aire frío de la coche le ayudara. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no vio al hombre borracho delante de él y se chocaron. La ropa de Hank ahora estaba empapada de alcohol.

Este no hizo caso a nada de lo que el desconocido le decía y siguió andando.

Durante un segundo pensó en ir a casa a cambiarse, pero luego se dió cuenta de que no podía. No ahora. No después de lo que había pasado.

En ese momento vio una lavandería y entró dentro.

Mientras la chaqueta de Hank daba vueltas en la secadora vio que unos hombres a su lado veían las noticias.

- Tío, Witch es genial - dijo uno señalando a la enmascarada que esa mañana había impedido un robo.

- Y está buenísima - le respondió el otro.

Hank no pudo aguantarse y les preguntó:

- ¿Qué pensáis de Hawk?

- No sé, no está mal.

- ¿Ya está? - quiso saber el hombre.

- A ver, mola pero no creo que fuera tan fuerte sin su compañera.

- ¡Claro que lo es!

- Y encima creemos que ya no están juntos, es decir, casi no se les ve juntos y cuando pasa ni siquiera cruzan miradas. Estoy seguro de que Witch le ha dado la patada.

- ¡Él la ha dejado a ella! - soltó Hank.

- Seguro que es eso lo que él se dice.

Los dos amigos empezaron a reírse. En ese momento la secadora pitó. Hank cogió su chaqueta y  masculló un "gilipollas" antes de salir de la tienda dando un portazo.