Vi a un chico andar bajo la lluvia con su perro. Parecía perdido y había algo en él que no terminaba de entender. Siempre me habían dicho que no saliera si tenía malos presentimientos, pero esta vez no pude evitarlo. Me volví invisible y salí por la puerta lateral de la casa.

Cuando estuve a unos pasos de él pude verle la cara y me resultó extrañamente familiar. Me despisté y una rama se partió bajo mis pies. Él se giró y miró en mi dirrección. "Superoído" supuse.

- ¿Quién hay ahí? - preguntó.

Poco a poco fui haciendome visible.

- Perdona no quería parecer una acosadora - me reí por lo bajo.

No dijo nada.

- ¿No eres de por aquí no?

Obtuve el mismo silencio que antes como respuesta.

- Creo que tu perro y tú deberíais entrar - dije señalando la casa - parece que va a llover bastante.

- No creo que sea buena idea - respondió de manera fría.

- No me dan miedo los chicos con poderes. Anda pasa.

Me di la vuelta y comencé a andar. Él se lo pensó unos segundos pero finalmente me siguió.

"¿Qué estaba haciendo? ¿Traer a un extraño a casa? Bueno ya había roto dos de las reglas del profesor: la número 9, no dejar nunca la casa sola y la número 2, que nadie me viera usando mis poderes. Por otra más qué podía pasar"