02
Jungkook de nuevo sentía que sus piernas le temblaban y que no podría llegar a su hogar, lluvia estaba desglozando sus lágrimas sin parar y su marca le ardía demasiado, su piel estaba muy caliente, estaba a un pasito de dejarlo completamente noqueado, por esa razón salió apresurado, corría pero sus huesos estaban débiles, quizá el no haber comido nada también le hicieron perder fuerza. Su anatomía comenzó a temblar y sentía una ansiedad abrumadora, observaba las desiertas calles, ni siquiera traía dinero para pedir un taxi y su móvil se quedó sin batería. Se sentía en una enorme desesperación ¿que pasaría si algún tipo de ser lo hallase en ese estado?. Él no traía nada con que defenderse y eso significaba que podrían usarlo y prefería morir antes de que lo tomasen así aprovechando su debilidad, aunque había tomado sus últimas pastillas para calmar sus malestares sabía que no lo ayudaría tanto.
Corrió de nuevo sin mirar hacia las aceras, sin percatarse de que un automóvil venía, sólo sintió un punzar en su vientre, sus huesos temblaron, sus ojos solo veían luces muy borrosas, luego sólo pudo sentir un impacto.
Sus ojos lentamente se abrieron, rápidamente un acogedor aroma a un café y alguna flor que no pudo captar muy bien lo inundó, su interior se removía entre una sensación embriagadora, algo saltaba emocionado dentro suyo sin entenderlo muy bien, ese aroma lo tranquilizaba demasiado, su piel no ardía tampoco sentía una molestia en su vientre bajo, observó su alrededor y notó un enorme e lujoso cuarto. A pesar de que antes estaba tranquilo ahora comenzaba a asustarse. Lo último que recordaba era correr porque su hëtzt estaba próximo y luego todo estaba borroso.
— ¿Cómo te sientes?—una potente pero aterciopelada voz resonó y lo puso en alerta—¿tienes hambre pequeño?.
Delineó la silueta del hombre que le hablaba y ese aroma ahora lo impactó con más fuerza, era una fragancia inigualable, atrapante e dulce, pero no cualquiera, sin dudas. Salió rápidamente de la cama, si bien había tomado sus pastillas algo cosquilleaba en su hombro y sabía que pronto se acabaría el efecto de las píldoras, no durarían más de una hora, además no sabía quién era ese hombre que no parecía muy mayor que él.
—¿D-dónde estoy y quién es usted?— no quiso que su voz saliera a medias y tan sumisamente pero no pudo evitarlo, tenía pánico. ¿Si lo había raptado?. ¿Si sabia que era un kurandi y lo maltrataba o usaba para saciarlo en contra de su voluntad?. Eso lo puso aún más ansioso.
—Te traje ayer, te desmayaste en medio del camino y parecías de una buena familia así que deduje que estabas enfermo así que decidí traerte y hacer que descansaras—los ojos celestes de aquel hombre eran jodidamente seductores, sin contar con su porte tan masculino, su cabello rubio caía en rizos desordenados que lo dejaban en un aura relajada.
Jungkook lo observó fijamente, su aura destilaba miedo pero ese hombre no parecía inmutarse, la verdad parecía incluso desinteresado, aunque sus finas facciones demostraban una leve preocupación, tal vez era verdad y él no fuese más que un ser humano normal.
—Si ya te sientes mejor puedo llevarte a tú casa, bueno antes puedes darte una ducha, te puedo dar ropa si quieres... —esos profundos ojos lo revisaban sin chistar ante su ser, dio un espacio a que dijera su nombre.
— Jungkook— respondió el azabache observándolo con cierta incomodidad.
—Bueno Jungkook, dejaré que te pongas más cómodo, cuándo estés listo puedes bajar, tendré preparado el desayuno.
Jungkook siguió a una lejanía prudente, asintió y agradeció levemente observando cómo ese hombre salía. Agradecía que fue recogido por ese ser, y estaba aún más calando al saber que no percibía su atrayente aroma, significaba que era un ser humano y no un maldito inmor tal.
Aunque no negaba que sus manos cosquilleaban al mirarlo, era un hombre sin dudas demasiado atrayente, demasiado excitante a la vista, sacudió su cabeza como dejando de hacerse ideas y fue directo a ducharse. Con un poco de prisa se desvistió y lanzó sobre si un poco de agua artificial, dejando que su cuerpo se relajara un poco.
El aroma de la comida lo llamaba, su estómago rugía hambriento, sintió leves mareos y una extrañeza en su dermis, maldijo por lo bajo, no podía ser, cerró la ducha y fue a mirarse al espejo, su hombro estaba rojizo y las líneas comenzaban a extenderse sobre su cuello, estaba perdiendo el efecto de sus pastillas y eso significaba muchos problemas, no dudo en apresurarse y en vestirse de la misma manera, olfateó esas prendas y su interior se removió gustoso, esa esencia era placentera, su mano recorrió su abdomen y su mente comenzaba a jugarle malas pasadas, sintió de pronto un horrible dolor en su estómago y nuca que lo hizo chillar e arrodillarse, no podría salir así, no sin que ese chico notara que algo estaba mal. Pero ¿cómo le explicaría que sólo un ser inmortal podría calmar su creciente ardor que se debía a una maldición que los humanos creían eran sólo cuentos y además era un juego lujurioso?. No podría claramente no.
—Demon... ¡Ah!— exclamó jadeante perdiendo completamente la batalla contra su ser, no tenía fuerzas para levantarse, de sus labios caía una leve línea incolora los mismos que estaban pintados de un rojo de tanto que se los mordía por contenerse, la leve capa de sudor mezclada con el agua que aún impregnaba su piel se disolvía entre sus curvas, con agileza tomó una camisa que estaba dejada en la cama, intento ponerse los pantalones cuándo una ola enorme de calor lo dejó en el suelo. Escuchó unos pasos y luego un golpeteo inundó el pesado cuarto. Su excitación y extremo quemazón se propagaban por toda su anatomía con prisa, eso era lo que él más detestaba de su etapa de hëtzt.
Eran fuertes, extremos, veloces sin tregua a tener una leve compostura.
— Jungkook ¿estás bien, oí unos sonidos fuertes te golpeaste, necesitas ayuda?.— oyó de pronto pensando que si la necesitaba pero no de él, o quizá si.
—N-no mmm...— respondió tratando inutilmente de silenciar sus jadeos—d-dejame solo...—pidió haciendo escapar en penuria su voz, ya que su cuerpo estaba entre leves espasmos, sin contar que estaba perdiendo su conciencia, la necesidad de ser tomado por alguien lo estaban haciendo sucumbir a la pérdida de su razón—¡ah!—gimió al rozar sin querer la mesa que descansaba allí, golpeándose levemente el muslo, mordió sus labios de nuevo tratando de mantener sus jadeos escondidos. Sintió como la perilla giraba y el mayor ingresaba preocupado.
—¿Qué rayos te...—esa voz quedo sobrevolando los aires al ver a ese esplendido y pecaminoso joven retorcerse en el piso levemente tapado por su pedazo de tela blanca, con los belfos a extremesa del carmín, su níveo cuerpo entre espasmos leves y sus ojos cegados por una lujuria necesitada, el hombre tragó duro ante esa vista, a él no le atraían los de su género pero ese chico era demasiado para él. De pronto algo lo aturdió, era un aroma que jamás había olfateado en su vida, algo que lo inducía no sólo a lo visual ante sus deseos más profundos.
Era cómo si ese perfume estuviese chocando contra sus orificios nasales internándose en su inconsciente ordenándole que siguiese en ese compás del libido del infierno, sus ojos se obscurecieron y relamió sus labios.
—P-orfavor—pronunció suplicante el bello joven—tómame ya—suplicó incitándolo a caer en sus redes, debía internarse entre sus piernas, caer entre el compás del sudor y del deseo.
—¿Así que necesitas de un inmortal precioso?—sus orbes se posaron maliciosos entre esas clavículas que danzaban en su frente algo lo estaba dejando aturdido y confundido, cómo si algo más lo estuviese rodeando llamándolo a poseer ese cuerpo—pues si quieres que este ser te atienda lo haré—comenzó a aproximarse y a desabrochar sus pantalones, corrió sus cabellos rubios dejando a la vista una sonrisa impiadosa, el arrodillado chico lo miraba ansioso—haré que me ruegues por parar y que jamás olvides mi nombre pequeño, jamás olvidarás el nombre de Kim Taehyung—se aproximó al muchacho completamente cegado por querer complacerse, su pantalón había caído al piso y su hombría chocó contra ese rostro tan angelicalmente demoníaco.
Entendió apenas vio su hombro descubierto que él era un kurandi, ahora comprendía esa extrema sensación de necesidad por sexo que lo estaba clavando.
Los desesperados labios del menor buscaban apresurarse por tener más contacto con aquella piel, rápidamente entre besos que repartía sobre la tela se deshizo de ese algodón que le impedía todo, ante su rostro se alzó aquel pedazo de carne que él trago gustoso y apresurado. Taehyung observaba cómo Jungkook lo devoraba, chupando, degustando cuál delicia, cómo si fuese lo que más hubiese anhelado durante tanto tiempo, no se cansaba de llenarse la cavidad bucal con esa gran textura caliente que expedía aquel líquido que le era delicioso.
Tae apresuró los movimientos de su cadera, aquel chico era la gloria del pecador y aún no habían comenzado nada, pero las palabras eran jadeos y gemidos agitando sus deseos más escondidos. Él no era de los que caían en los encantos de los kurandi pero este chico era diferente, era especial, su piel se encrispaba con sólo rozarlo y ni hablar de esa vista tan obscena mente placentera que tenía en ese instante, mientras observaba lo desesperado que estaba de tenerlo. Sus mejillas abultadas de él, de ese leve tono carmín, esos sonidos y los gemidos de ambos absorbiendo lo poco que quedaba de cordura, sentía las manos del menor abrazarlo y clavarse en su piel, de sus ojitos salían leves lágrimas pero sin perder el ritmo.
—E-eres jodidamente bueno en esto— dijo Taehyung buscando más y más, las embestidas eran más profundas, podía sentir perfectamente cómo su miembro era abrazado cálidamente por esas paredes, tomó los cabellos del kurandi haciendo que fuese aún más profundas las estocadas, lo vio sacarse su miembro de la boca y comenzar a repartir besos por toda la extensión para luego volver a tragárselo—Oh ¡mierda!—dijo apenas conteniendo que su esencia empapara el rostro de ese chico, se corrió , él cual lo saboreó desde sus dedos, lo que cayó sobre su piel y le regaló una sonrisa.
—Te necesito dentro—rogó Jungkook sintiendo sus piernas ser mojadas con su líquido pre-seminal. Normalmente él era muy apenado pero cuándo estaba en esa desesperación era el chico con menos inseguridades del universo, el más osado y desinhibido, Tae lo miró acercando su mano al chico, quién no dudo en meterse esos dedos largos en su boca, creando la escena más morbosa que Kim podría ver y superando a cualquier película de triple xxx que podrían hacerse, Jungkook se toqueteo a medida que seguía chupando esa mano, suplicó en un gemido, con los ojos brillantes se recostó en el piso con las piernas abiertas y su miembro completamente hambriento de placer, con un tono delicado y dulce, acompañado de un leve puchero, como si fuese un niño pequeño anhelando su premio—Taehyung~— gimió tocándose de nuevo—hazme tuyo...—pidió dejando esa línea de agua caer de sus labios mezclados con esa aún fresca marca de la esencia del mayor.
Tae se sacó la ropa lentamente torturando al joven quién con sólo imaginarse ser tomado por el feroz Kim Taehyung se podría correr, lo levantó del suelo lanzándolo en la cama, haciendo que rebotará y ni bien abrió sus ojos vio al mayor romperle la ropa y lanzándose a devorarlo con sus belfos, mordiendo levemente su cuello, orejas, pasando su lengua entre su quijada bajando hasta sus clavículas y sus manos posarse en su entrada que clamaba por ser llenada.
—Ruegáme que te haga mío, ruega— exigió Tae bombeando el despierto miembro del dueño de esos ojos expectantes que se retorcía de placer y siendo un caos de gemidos que no atinaba a decir nada coherente ya que transitaba las calles del absoluto placer carnal.
—Hágame su-suyo ah ¡ah!—los dedos de sus pies se contrajeron y las de sus manos se aferraron a las sábanas que estaban sudorosas, al sentir que esa entrada suya era tentada con dígitos y su hombría siendo bombeada con fiereza.
Tae sintió su ego inflarse al extremo. Él nunca se había sentido así de embriagado por tener sexo cómo en ese instante. Pero ese niño era completamente fuera de cualquier tipo de estereotipo de pecado endante. Además de que no sabía que existían kurandi hombre.
Se posicionó sobre él alineándose listo para llenar al niño de sí, lo tentó levemente haciendo que el contrario le suplicara. Luego entró lentamente haciendo que Jeon se retorciera aún más aferrándose a sí, clavando sus uñas en la almohada tratando de acallar sus gemidos algo que hizo que Tae gruñera. Se sentía tan cálido y delicioso, casi no esperó para comenzar a embestirlo y sacarle aún más súplicas al ido chico.
—M-más ah ¡ahí, ah!—le encantaba oír la manera en que el disfrutaba de su toque.
—Dime Taehyung si lo quieres más dentro— gruño Kim testeando el cuello del menor aumentando el ritmo.
—Tae-Taehyung ¡más rápido!— suplicó Jeon sintiendo que era levantado de la cama.
El mayor lo sujetó de los glúteos, bajándolo de la cama entre besos, salió de él haciendo que un chillido de molestia se hiciese paso entre la guerra que se reñía entre sus belfos. Lo guió volteándolo haciendo que su pecho chocara contra algo frío, y sus mejillas fuesen aplastadas con la misma, era la ventana, sintió ese aliento cálido colisionar ante su tez sacándole escalofríos placenteros.
—Ahora sí me rogaras—Tae mordió el lóbulo del contrario fuertemente a la par que de una embestida se internaba por completo en él haciendo que fuesen uno de nuevo.
Levantó una de sus piernas y lo empujó aún más contra el cristal haciendo que Jungkook se debatiera entre lo helado de aquella ventana y lo candente de esa escena. Ya que era de día y cualquiera podría verlos en plena escena avergonzante, siendo ambos presos del placer humano y más primitivo.
Sentía el ardor de su parte trasera por la brutalidad de las embestidas, Tae tomó el miembro de Jungkook subiendo, bajando y también esos besos ser repartidos por toda su espalda e nuca creando aún más extremo placer a su cuerpo Jungkook sentía que fallecería de tanto que estaba experimentando.
—Rápido Tae ¡ah, ah!—sus gemidos, el sudor, los aromas contrastando, su falta de pudor, su hambre por el contrario, los espasmos, temblores, era todo un conjunto abrumador. Ambos desfallecerían por todo lo que sus cuerpos y almas estaban sintiendo, ambos sabían que no era simple sexo, era algo más. Algo más peligroso y delicioso que sólo sexo carnal.
—Eres magnífico Jungkook—dijo Taehyung tomando fuertemente de la barbilla del contrario besándolo sintiendo cómo él se corría haciendo que sus contracciones mezclados con sus movimientos pélvicos no sólo crearan ese sonido tan erótico sino también haciendo que él perdiese toda la cordura, afilase sus dientes y alienandólos ante esa piel, sintió su orgasmo golpearlo de tal manera que clavó sus dientes sin rechistar, dejando sus colmillos marcarse en medio de esa maldición —pero también debes de ser libre— la sangre que brotó de su hombro rápidamente disolvió aquella marca que lo mantuvo preso por tantos años, cómo si se borrase a pasos lentos.
Sujetó a Jungkook que aún gemía y se estremecía entre sus brazos, tomándolo fuerte para que no cayera ya que tal fue la magnitud de su llegada al paraíso del placer que no sólo lo dejo agitado sino que lo debilitó en sus piernas, sin contar que de su cuerpo había sido retirado ese sello que lo cernía a ser solo diversión de los inmortales.
Pero nadie habia vivido tanto como para asegurar que el final seria feliz, que la marca retirada seria el inicio de una vida llena de alegria.
Las maldiciones como tal mantienen un cierto hilo de sinceridad, pero ese no era el caso, el rapido latido de Jungkook iba descendiendo drásticamente, pero Tae en ese instante no podia notarlo.
Quien diria que aquellas palabras de libertad serían tan efímeras como la vida misma. Ya que Tae al pensar que lo liberaba solo marcó su final.
Lo llevó a la cama haciendo que se recostara sobre su pecho, sintiendo el ritmo de sus latidos, ya casi inexistentes, y se apresura a tocarlo esperando una respuesta.
Coloca su espalda contra el colchón llamándolo una y otra vez, tocando su rostro, gritando.
Pero para Jungkook el tiempo había acabado, la maldición solo se llevó su vida, de una manera pacífica, sin dolor como siempre deseó.
Nadie sabía que el precio a pagar por la libertad sería irónicamente la muerte.
Desdichado final de almas condenadas al dolor.
" La vida tiene extrañas maneras de demostrarnos que cuándo estamos destinados a alguien, nada ni nadie podrá impedir ese reencuentro ".
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