Día 22

Viernes, 09 de junio de 2017

Día 22.

Son las 12:30 del mediodía. No creo encontrarme con Aldair, lo más seguro es que su clase ya terminó y vaya de camino a casa.

Antes de entrar a la universidad le aviso a mi mamá que ya llegué.

Cuando levanto la vista del celular, mi corazón da un vuelco y hasta creo que se detiene. Aldair está pasando justo en frente de mí.

Lo miro fijamente por un pequeño momento, pero luego recuerdo su intención conmigo: "intimidad". Alzo mi rostro y respiro para tranquilizarme, quito mis ojos de él y hago como si no lo conozco.

En el poco tiempo que mis ojos lo vieron, él no sabía qué hacer, tenía intenciones de sonreírme, pero solo me miro con esos ojos negros de forma fría, y cambió rápidamente de actitud.

Hubiese esperado que me hablará y me pidiera disculpas o aclarar las cosas Quizás mañana. Vacilo en mis pensamientos. Si, mañana es más probable que te hable. Ahora ya se va y no puede hablarte. Comenta mi lado positivo.

Me doy la vuelta y veo como él se aleja. Suspiro y muevo mi cabeza tratando de sacar todo pensamiento con respecto a él.

***

Mientras estoy en la fotocopiadora Liss me llama.

-Ahí esta.- dice ella, señalando con los ojos la dirección.

-No le creo.- digo sorprendida.

-Si.- me confirma moviendo su cabeza energéticamente.

Al salir de la fotocopiadora superviso la pequeña universidad. No es difícil de encontrarlo, está en el segundo nivel, en el pasillo de la biblioteca.

Clavo mis ojos en él durante mucho tiempo. Le sonrío pero él no me corresponde. Me está mirando pero tiene una expresión seria. Adquiero la misma actitud del él.

Te advertí que no llegarían a nada. Dice mi lado lógico con altanería, mientras el lado positivo esta callado, sentado en una esquina oscura, observando la situación, canalizando sentimientos de dolor.

Él solo me busco para eso. Y yo no soy  de las que se entregan de esa forma. Me invade una gran decepción por creer que eras perfecto, pero salió tu mala intención. Yo no puedo hacer lo que él quiere. No me arriesgaré.

Esto es definitivo: hay que empezar a olvidarlo.

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