Extra


TW: Este capitulo contiene escenas sexuales explícitas, recomendadas para lectores mayores de 18 años. Si este tipo de escenas te incomodan, puedes saltarte al siguiente capítulo sin problema alguno, pues estos acontecimientos no volverán a ser mencionados.
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Martes 4 de Julio de 2023
Londres, Inglaterra.
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Nuestra escapada a Windsor había sido más que perfecta.

Después de una mañana visitando el emblemático castillo y una tarde en la cual habíamos comido a la orilla del Tamesis, así como visitando el pequeño pueblo, estaba más cansada de lo que me hubiera imaginado.

El sol se estaba metiendo para cuando regresamos al auto, pero por alguna razón yo tenía más calor del que era posible. Apenas había entrado al asiento del copiloto cuando ví un letrero sobre la acera. Al parecer el local de enfrente vendía helados. Me salí del auto sin dudarlo siquiera.

–¿A dónde vas?– dijo Max al mismo tiempo que cerraba la cajuela.

–Quiero un helado–. Señalé el letrero y sin esperar respuesta caminé hasta el local.

Entré al pequeño lugar, el cual parecía querer evocar alguna heladería en Italia. Una adolescente me dió la bienvenida desde detrás de un mostrador, mientras que la puerta se volvía a abrir. Poco después Max se colocaba a mi lado mientras su mano se posaba en mi espalda baja.

–¿De que sabores tienes?– preguntó a la vendedora, mientras mis labios de curveaban en una sonrisa.

Después de tomar decisiones difíciles –el sabor de mi helado–, salimos del lugar. Yo con un cucurucho con dos bolitas de helado de chocolate con chispas, Max con una paleta de hielo sabor cheesecake. Mi helado era delicioso, pero la paleta de Max era más que deliciosa, tanto que él se la terminó en unos cuantos bocados.

–Tienes que estar de broma, ni siquiera hemos salido del estacionamiento.

–Soy el conductor, necesito mis dos manos libres–. Solté un bufido mientras lamía mi helado.

Yo estaba más que decidida a disfrutar mi helado, así que me dediqué a dar suaves lengüetazos mientras me dedicaba a ver distraídamente por la ventana.

Los primeros kilómetros me la pasé viendo embobadamente los verdes prados a la orilla de la carretera, así como los colores que estaban pintándose en el cielo. No había puesto mucha atención a lo demás, hasta que de pronto pude notar a Max volteando su cabeza en mi dirección de manera esporádica.

Al principio no le puse mucha atención, supuse que solo estaba tratando de ver lo mismo que yo. Pero cuando yo voltee a verlo por unos segundos descubrí que sus ojos se clavaban un par de segundos en mi boca.

–¿Qué?– pregunté girandome en su dirección, sorprendiendolo.

–Nada...– volvió a fijar sus ojos en el camino, al mismo tiempo que su cuello se pintaba rosado.

No le tomé mucha importancia y seguí comiéndome el poco helado que me quedaba.

Pronto llegamos a un cruce de caminos, en donde el tráfico había empezado a acumularse. Nos quedamos detenidos de manera momentánea, ahora siendo yo quien veía a Max. Su cuello parecía más rosado aún, así como su pierna había empezado a brincar rápidamente.

–¿Qué?– ahora preguntó él. Yo encogí mis hombros mientras daba otra lamida a mi helado. Sus ojos de inmediato se movieron en esa dirección y su boca se abrió.

Fruncí el ceño sin terminar de entender que pasaba. De pronto el brincoteo de su pierna se detuvo y me dejó ver su entrepierna. Finalmente entendí lo que estaba sucediendo.

Volví a fijarme en su rostro, mientras metía el helado a mi boca para después succionar lentamente. Sus ojos y su boca se abrieron un poco más, casi podía jurar que también había soltado un jadeo.

Una parte de mi quería soltar una carcajada, pero la otra parte...

–Dios mío–. Solté algo burlona.

–¿Qué pasa?– subió su vista para fijarse en mis ojos.

–¿Estás excitado?– pregunté mientras aguantaba la risa.

–¡No!– soltó alargando la vocal, queriendo sonar convincente. Sus manos se aferraron fuertemente al volante.

–Ya–. Me incliné un poco hasta el, tratando de ver bien sobre su entrepierna. Max al descubrir mi propósito trató de ocultarla con su pierna derecha. –Te va a crecer la nariz como a Pinocho.

Para fortuna de él, los carros empezaron a moverse lentamente. Le dí un lengüetazo rápido a mi helado, evitando que se empezara a derretir, acción que no pasó desapercibida por Max.

Revisé la pantalla con los datos del GPS, específicamente los minutos que calculaba que faltaban para llegar a Londres. Iban a ser unos largos 40 minutos.

Cambié las canciones que iban sonando en el auto, poniendo algunas canciones de Ariana, The Weeknd, algunas de Hozier y así. También había empezado a comer más exageradamente lo que restaba de mi helado, especialmente cuando me topé con un pedazo pequeño de hielo, el cual me hizo soltar un gemido.

De reojo veía a Max moverse constantemente. Sus manos estaban aferrándose al volante como si su vida dependiera de ello, así como el color rosa no abandonaba su rostro. Su cuerpo se movía inquietamente y cuando me escuchó gemir volteó a verme como si estuviera sufriendo.

–Dios mío...– soltó por lo bajito.

Finalmente terminé con mi helado, cosa que provocó un suspiro de alivio del piloto. Yo por mi parte me quité la sudadera que traía puesta, mientras exclamaba inocentemente el calor que de repente me había dado. Luego recordé otra manera de hacerlo perder la cabeza.

–Ah, y por cierto, ya me dejó de bajar–. Solté tranquilamente. Max tragó saliva.

La realidad es que no habíamos tenido sexo desde que estuvimos en Austria, especialmente porque estaba en mis días.

–Eso... eso es muy bueno–. Volteó a verme por milésimas de segundo, como si verme fuera lo peor que podía hacer.

–¡Si! Ya puedo hacer varias cosas...– soltó un jadeo que me puso los pelos de punta.

–Claro... dios santo.

Volví a revisar el GPS, otros 20 minutos de camino.

Era más que claro que estaba divirtiéndome con toda esa situación, pero también era de tontos si no admitía que las reacciones de Max me jugaban en contra. Lo bueno es que yo si podía ocultar mi excitación.

Después de un rato, finalmente llegamos a Londres. Mientras Max entraba al estacionamiento del edificio de departamentos empecé a ponerme algo nerviosa. El auto se detuvo en el oscuro lugar mientras que ambos nos quedábamos quietos de la nada, yo pensaba que el iba a ser el primero en salir corriendo. Me empecé a estirar en mi asiento, diciendo lo primero que se me cruzó por la mente.

–Bueno, eso fue...– no pude terminar la frase pues Max jaló de mi cuello hasta que sus labios chocaron con los míos.

Me tragué un jadeo de sorpresa al sentir sus labios reclamando ferozmente mi boca, logrando que de inmediato correspondiera el beso. Su mano disponible arrancó la gorra que el traía puesta para después besarme aún más intensamente. Yo por mi parte busqué a tientas desabrochar mi cinturón de seguridad, logrando finalmente hacerlo y acercándome aún más a él.

Su mano izquierda empezó a bajar por mi espalda hasta llegar a posarse en mi trasero, sacándome un suspiro que fue tragado por su boca. Yo bajé mi mano hasta que se quedó parada por encima de su entrepierna, sintiendo la erección que se había formado.

Nos separamos momentáneamente en busca de aire. Mi vista se posó en la ventana, la cual me enseñaba lo desierto que parecía estar el estacionamiento, y entonces una bombilla se prendió en mi cabeza.

Un estacionamiento oscuro y unos vidrios tan oscuros que no se podía ver que pasaba adentro, había que aprovechar.

Me volví a acercar a Max para dejar un par de besos en su boca y poco a poco dejar un camino hasta su cuello, en donde aproveché para chupar esa zona. Al mismo tiempo mis manos viajaron a la bragueta de su pantalón, en donde traté de desabrochar el botón.

Max soltaba suspiros y uno que otro jadeo, provocando que una sonrisa se instalara en mi boca.

Mis manos estaban temblando más de lo que me hubiera gustado, pero finalmente logré desabrochar su pantalón. Me alejé de nueva cuenta para desabrochar su cinturón de seguridad, así como para amarrar mi cabello en una coleta.

–¿Melissa?– preguntó con la voz ronca. Me saqué los lentes dejándolos cuidadosamente en donde no pudiera romperlos. Una vez que mis manos estuvieron vacías tomé la tela del pantalón y de sus calzoncillos y empecé a bajarlos, dejando su miembro al descubierto. –¿Qué...?

–Voy a hacer lo que querías–. Mi mano empezó a subir y bajar por su miembro, sacándole un par de gemidos ahogados. Paré de golpe, queriendo llamar su atención, la cual conseguí. –Te la voy a chupar como si estuviera comiéndome un helado.

Acerqué mi boca hasta su punta, besándola, mientras que mi mano seguía masturbandolo. Un gemido ahogado salió de su boca así como sus ojos se cerraron de golpe.

Poco a poco empecé a marcar un ritmo, tratando de hacer los mismo gestos que había hecho cuando estaba comiéndome el helado. Sin los lentes era algo difícil ver sus expresiones, pero por los ruidos que salían de su boca podía dar por seguro que estaba disfrutando todo.

Sus caderas empezaron a subir y bajar, acomodándose al ritmo que había tomado mi boca. De reojo podía notar como tenía una mano aferrada en el volante, mientras que la otra estaba clavada en su pierna.

–¡Dios mío! Esto es...– de reojo podía ver como su garganta subía y bajaba mientras tragaba saliva. –Esto es muy bueno.

Su mano que tenía sobre su pierna se movió hasta mi pequeña coleta, para después empezar a guiar mis movimientos. Pronto sus gemidos se convirtieron en gritos ahogados.

–Me voy a correr...– al oírlo aumenté el ritmo, mientras su mano soltaba mi cabello. –¿Te lo vas a...?

Ni siquiera dejé que terminara la oración, solté un ruidito de afirmación y seguí con mi tarea. En un par de minutos finalmente llegó al orgasmo, siendo el resultado de este lo que invadió mi boca. Al mismo tiempo tuve el privilegio de escuchar como gritaba mi nombre, cosa que seguramente me provocó un cortocircuito.

Me separé poco a poco, tratando de recuperar algo de aire. Max por su parte se quedó tendido sobre el asiento, cerrando sus ojos y respirando agitadamente.

Regresé a mi asiento, ignorando un poco el dolor que mis rodillas estaban experimentando. Traté de enfocar las reacciones de Max, quien parecía que había pasado a mejor vida. De vez en cuando murmuraba palabras que no terminaba de entender, pero en general le tomó un buen rato recuperarse.

Poco a poco sus ojos volvieron a abrirse y sus labios se curvearon en una sonrisa. Volteó a verme, regalandome una sonrisa que me calentó el corazón.

–Bienvenido de vuelta–. Murmuré mientras me contagiaba su sonrisa. Una risita salió de su boca.

–Hola hermosa–. Buscó mi mano a tientas y entrelazo nuestros dedos. Quería alejarla, pues era la mano que había utilizado, pero parecía que a él le daba igual. –Eso fué... increíble.

Fue mi momento de soltar una risilla. Pronto volví a sentirme un poco cohibida, como si hasta ahorita estuviera cayendo en cuenta de lo que había hecho.

–Es bueno saberlo–. Me moví incómoda, sin saber si era prudente decir lo que estaba pasando por mi mente. –Esta fué la primera vez que hacía... eso.

Dios Melissa ahora vienes a ponerte tímida.

Si a Max le sorprendieron mis palabras, no lo demostró. En cambio su sonrisa se ensanchó un poco más.

–Bueno, pues fue más que increíble, diez de diez estrellas.

Podía sentir mis mejillas calentarse en reacción. Quería decirme a mi misma que no debía importarme tanto su opinión, pero joder, me importaba y mucho.

Su mano me jaló suavemente hasta quedar frente a frente. Sus ojos examinaron mi cara lentamente, mientras su sonrisa seguía ahí. Lentamente recortó la distancia y posó sus labios en los míos.

Al inicio solo nos dedicamos a besarnos lentamente, pero al mismo tiempo la mano de Max empezó a avanzar por mi espalda, provocando una sensación eléctrica que recorría toda mi columna.

De a poco el ritmo volvió a cambiar, llevé mi mano a su cabello acariciando sus mechones e hice un esfuerzo demasiado grande como para evitar clavar mis dedos. Su mano finalmente llegó a mi trasero, en donde se posó unos segundos hasta que decididamente metió la mano dentro de mis pantalones. En respuesta no pude evitar morder su labio, lo cual le provocó un jadeó que no ayudó a mi situación.

Me separé en busca de aire, mientras que su mano se internó en mi ropa interior, apretando suavemente mi trasero. Pasé mi mano disponible por su barba de varios días, para después acariciar suavemente en donde acababa de morderlo. Sus ojos se habían oscurecido y algo de sudor había empezado a aparecer en su cara.

Su otra mano libre se metió dentro de mi playera, acariciando mi piel y dejándome con deseo de sentir esos dedos en otra parte. Paró hasta que llegó al broche de mi sostén, tentándome con desabrocharlo.

Bajé mi vista con el propósito buscar un buen lugar en donde clavar mis rodillas, pero mi vista se detuvo en su aún desnuda entrepierna.

–¿Cómo...? Apenas y nos besamos.

Una risa tonta salió de su boca. Su mano abandonó mi espalda y se colocó en mi pierna.

–A veces con solo verte me pongo así. Eso y que literalmente tengo mi mano en tu trasero, el cual me gusta mucho.

¿Me podía mojar más? Ya no dejen hablar a este hombre en mi presencia.

Literalmente me quedé sin palabras, lo único que pude hacer fue volver a besarlo. Su mano ahora se movió hasta mi pantalón, quedándose ahí unos segundos hasta que finalmente los desabrochó.

–Dime–, se separó de pronto, dejando sus labios a milímetros de los míos –si ahora mismo metiera mi mano y te tocara, ¿cómo te voy a encontrar?

Su mano separó la tela de mis bragas pero esperó hasta que respondiera. Mis rodillas estaban temblando y yo estaba sin aliento, pero traté de recuperarme lo suficiente como para responderle.

–Muy, muy mojada–. Sus ojos brillaron y su expresión se volvió feroz, como muy pocas veces lo había visto. Su mano bajo lentamente hasta que sus dedos por fin me tocaron.

–Definitivamente lo estás–. Su pulgar empezó a hacer movimientos circulares, provocando más ruidos de mi parte. –¿Tan mal te pongo?

–Oírte gritar mi nombre no ayudó mucho–. Sus movimientos aumentaron al mismo tiempo que su boca se encargaba de silenciar uno de mis gemidos. Debajo de mi pude sentir como uno de sus dedos se estiraba para entrar en mí. –Te necesito.

Su mano paró por unos segundos, pero su sonrisa volvió a aparecer, confirmandome lo mucho que amaba verlo sonreír.

–Entonces túmbate atrás cariño.

Su mano salió de mi zona íntima para dejarme ir. Me moví hasta los asientos traseros, en donde me senté. Max apareció frente a mí en un abrir y cerrar de ojos, para de inmediato encargarse de quitarme por completo mis pantalones y mis bragas. Sus ojos se detuvieron a verme detalladamente, logrando que la timidez volviera por unos segundos a mí.

–Menos observación y más acción–. Solté llamando su atención. Sus ojos se movieron hasta posarse en los míos. Hasta entonces empezó a despojarse de la ropa que tenía de la cintura para abajo.

Sacó su billetera, de la cual después sacó un condón con las manos temblorosas. Me acerqué a él, arrancándole el envoltorio plateado de las manos para después yo abrirlo. Con su mano tomó su miembro, masturbándose un par de veces para hacer las cosas más fáciles. Sin mayor problema coloqué el preservativo y regresé a mi posición, al mismo tiempo que el se inclinaba encima de mí.

Sus ojos se clavaron en los míos mientras sentía como entraba en mí, acción que nos provocó una serie de gemidos a ambos.

De inmediato sus embestidas tomaron un ritmo acelerado, sorprendiendome para bien. Mis manos de inmediato fueron a parar a su espalda, sin poder evitar clavar mis uñas en su piel, cosa que pareció importarle muy poco a Max. Una de sus manos se recargó en el cristal detrás de nosotros, mientras que la otra se internó debajo de mi playera para después juguetear con mis pechos.

Max empezó a sudar, así como podía notar que estaba luchando con el poco espacio que tenía para moverse. Después de unos minutos tomé la iniciativa y cambié nuestras posiciones, siendo ahora él quien se sentó en el asiento mientras que yo me coloqué encima de él.

Sin mayor problema me monté y continúe con lo que ya no tenía vuelta atrás. Mientras yo hallaba la manera de moverme sin golpear mi cabeza con el techo, Max se encargó de despojarme de mi playera, para después liberar mis pechos de mi sostén y llevarse uno hasta su boca.

Podía sentir como mis músculos empezaban a tensarse, y el ver como Max jugaba con mis senos no ayudaba para nada. Sus ojos me veían ferozmente, casi irreconocible, pero tan malditamente excitante.

Sabía que el también notaba lo cerca que estaba del orgasmo, por eso mismo su boca empezó a actuar más salvajemente, así como su mano disponible bajó hasta mi clítoris, en donde empezó a trazar círculos con su dedo pulgar.

No necesite mucho más para correrme, no sin antes gritar el nombre del hombre que me había llevado hasta el límite. Unos segundos después Max también llegó al clímax, soltando varios gemidos cerca de mi oído, provocando que mi piel se pusiera de gallina.

Recargué mi cabeza en el borde del asiento, tratando de recuperar el aire que habían abandonado mis pulmones. Max parecía estar haciendo lo mismo, así como sus manos se aferraron a mi cintura.

Quería quedarme así por siempre, sintiendo su tacto en mi piel, llenandome de la calidez que me daba su cuerpo. Lamentablemente no era posible, más que nada suponiendo lo incómodo que de seguro estaba él. Cuando por fin algo de aire volvió a llenar mis vías respiratorias, me tiré a la parte de asiento disponible a su lado.

Una ligera mirada en el espejo retrovisor sirvió para demostrar que estaba vuelta un desastre y Max tampoco se quedaba atrás. La diferencia era que Max se veía aún más guapo sudado, ruborizado y despeinado, yo en cambio parecía indigente.

–¿Cómo te sientes?– dijo Max mientras dejaba su mano en mi muslo.

–Como un fideo–. Solté sin pensarlo mucho. A Max le provocó una risa lenta, seguramente exhausta.

–Yo estoy igual–. Recargó su cabeza en mi hombro, no sin antes dejar un breve beso en él.

Llevé mi mano hasta su cabello y empecé a acariciarlo sin poner mucha atención. Sabía que podía quedarme dormida aquí si me lo proponía, así que preferí volver a hablar para evitarlo.

–Tampoco había tenido sexo en un auto antes. Para ser la primera vez, fue increíble.

Max levantó su vista, algo sorprendido por mis palabras.

–¿En serio?– asentí, sintiendo algo de timidez muy de repente. –¿Algo más que no hayas hecho antes? No me importaría ayudarte a cumplir algunas fantasías.

Mi cuerpo se estremeció de tan solo pensar en las posiblidades. Antes de Max solo había tenido dos experiencias sexuales y no habían sido lo suficientemente satisfactorias. Antes de él solo había tenido orgasmos provocados por mi misma. Y ahora con él todo era increíble, y gracias al cielo el sexo lo era también.

–Hay una gran, gran lista, te pasaré una copia–. Soltó otra risa perezosa, la cual me hizo despertar.

Reacomodé mi sostén y jalé mi playera para volver a ponermela, a continuación empecé a subir mis bragas por mis piernas hasta que Max me interrumpió.

–¡Espera! Necesitamos limpiarnos–. Su vista se movió por todo el carro, tratando de encontrar algo útil, pero no lo encontró. –¿Dónde quedaron las servilletas que llevaste al picnic?

–En la cajuela–. Max soltó una maldición por lo bajo, para después quedarse en silencio otro rato. Unos segundos después empezó a sacarse la playera. –¿Qué haces?

–No creo que ninguno quiera salir a abrir la cajuela así como estamos, ¿verdad? Esta es la mejor solución que encuentro.

–Vas a arruinar tu playera...

–Como si no tuviera otras cinco iguales–. Y sin más pasó la suave tela por mi zona íntima, tratando de no lastimarme o volver a estimularme. Cuando terminó conmigo dobló la tela y empezó a limpiarse él.

Terminé de vestirme mientras él escondía el condón utilizado en la playera. Jalé mi sudadera y me la coloqué al mismo tiempo que Max terminaba de subir sus pantalones. Ahora sí, abrí la puerta y salí hasta la cajuela, la cual se abrió después de unos segundos. De ahí saqué una chamarra de Red Bull y todas las cosas que había que subir.

De vuelta en los asientos traseros aventé la chamarra en dirección a Max, quien no tardó nada en ponérsela. Volví al asiento del copiloto y me dediqué a arreglar un poco el desastre que era. Con una toallita húmeda limpié lo mejor que pude el sudor y el maquillaje corrido, así como las marcas de saliva en mi cuello. Mañana seguramente amanecería con algunos chupetones, pero al menos el maquillaje los cubría bien.

Le ofrecí una toallita a Max, quien también limpió los rastros de sudor, aunque el chupetón que empezaba a salirle en la base de su cuello no iba a ser tan facil de limpiar. Le ofrecí un poco de mi agua, la cual aceptó sin rechistar, para después devolverme la poca que quedaba. Arreglé lo mejor que pude mi cabello, me llevé una pastilla de menta a la boca y tomé todas mis cosas para salir del auto.

Con Max detrás de mí, empezamos a caminar en dirección al elevador, mientras sentía como mis piernas seguían algo débiles y mis rodillas me pedían un descanso.

–Recuérdame bajar temprano a limpiar los asientos y llenar de perfume el lugar–. Asentí a las palabras de Max, aunque debía decir que me divertía un poco toda la situación.

Subimos hasta que por fin llegamos al departamento, en donde Tom ya esperaba algo impaciente a Max.

–¡Al fin llegas! Tenemos que prepararnos para mañana...– los dejé hablando en la salita de estar para caminar hasta la habitación.

Una vez sola, por fin me pude tomar unos segundos para descansar. Aunque la verdad era que necesitaba bañarme lo más pronto posible, asi que sin más me desnudé y me fuí hasta la ducha.

No tenía ni idea de cuanto tiempo llevaba bajo el chorro de agua tibia cuando la puerta corrediza se abrió, revelandome a un Max que solo llevaba boxers puestos.

–Oí que te estabas bañando y me pregunté si el sexo en la ducha está en la lista que me habías mencionado antes...– me tomó un solo segundo entender sus palabras y antes de siquiera reflexionarlo, empecé a asentir.

–Bueno, entonces será mejor que empiece a cumplir mi promesa–. Y sin más, sus boxers desaparecieron al mismo tiempo que entraba a la ducha, para después empezar a besarme sin perder el tiempo.









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hola hola gente bellaaaa! 💗

nos volvemos a leer, esta vez con un extra muy spicy 🥵 este es mi manera de agradecerles que sigan aquí, así como todo el apoyo q le dan a esta historia 🤍

espero hayan disfrutado mucho de la lectura, de la misma manera en que yo disfruté escribir el extra. gracias por leer, comentar y votar, les mando un abrazote y nos leemos pronto (espero) <33

baisss! 💗




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