Capítulo Veinte
Miércoles 1 de Febrero de 2023
New York City, EU.
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Casi 5 horas después, por fin arribo a New York. Ahora sí puedo tachar este elemento de mi lista de deseos.
Ahora bien, estaba esperando que mi primera experiencia en la ciudad no fuera mala, pues hasta ahora solo caminaba como loca por el aeropuerto intentando encontrar al chófer que me había mandado Max.
El neerlandes se suponía que llegaba a la misma hora que yo, el problema era que él llegaría a un aeropuerto diferente, en dónde su avión privado pudiera aterrizar. Así que ambos estuvimos de acuerdo en que nos encontraríamos en el lobby del hotel.
Ay Dios (Taylor), porque no lo mandaste a llegar antes, así me evitaba problemas de incomodidad social.
Después de un rato, llegamos a las puertas de llegadas, en donde una cantidad de gente se aglomera. Algunos traen algún letrero en sus manos, otros cuantos compartían momentos muy sentimentales al reencontrarse con sus seres queridos. A una distancia moderada veo a un hombre alto y demasiado abrigado con un letrero en el cual se encuentra mi nombre. Camino con mi maleta hacia este, y después de las presentaciones adecuadas, nos encaminamos a la salida del aeropuerto.
El viaje había sido demasiado tranquilo, más de lo que esperaba –claramente yo esperaba un tráfico infernal al mero estilo de la CDMX–. Aunque eso sí, iba viendo todo a mi alrededor con la baba casi saliéndose de mi boca, si mi mamá me viera diría que pareciera que nunca me sacaron del rancho.
El hotel estaba muy cercas de Manhattan, por lo que los últimos metros antes de llegar al lugar fueron un poco más difíciles de atravesar. A pesar de esto, llegué sana y salva, y con demasiado frío. Casi 7° C y yo sentía mis dedos de los pies entumiéndose, ahora sabía muy bien que los tenis no eran ideales para andar por aquí.
Justo cuando estaba ingresando al edificio –el cual era precioso–, recibí un mensaje de Max disculpándose por su tardanza y avisando que llegaría en unos minutos más. Yo había decidido esperar por el para registrarnos a ambos, así que tomé asiento cerca de la recepción y me dispuse a esperar por el piloto.
5 minutos, 10 minutos, 15 minutos... y nada de nada. Había llegado al punto de aburrirme de ver todo lo que había alrededor, que preferí perder el tiempo viendo TikTok. Al poco tiempo alguien se acercó al sillón frente a mi.
–Disculpa, ¿puedo sentarme aquí?– Me preguntó una mujer de unos veintitantos con una maleta en sus manos.
Ella iba vestida muy pulcramente, con un abrigo demasiado largo y unas botas que parecían muy acogedoras. Me llamó mucho la atención sus ojos de color verde ~o tal vez azules, no sé, seguía siendo muy mala para adivinar los colores de los ojos de las personas~. Se veía amigable y era muy linda, no tenía problema con tener su presencia cerca de la mía por unos minutos.
–Claro, sin problemas.– Sonreí de boca cerrada y volví mi vista brevemente a mi celular, esperando ver un mensaje del maldito Max. No pongo mucha atención a lo que pasa a mi alrededor por unos segundos hasta que la otra chica vuelve a hablar.
–¿Vienes desde México?– Pregunta ahora en un perfecto español.
Levanto mi cara de inmediato con un poco de incredulidad, antes de poder preguntarle como diablos sabía eso, ella señala con su mano mi maleta, más específicamente la etiqueta que colgaba sobre ella con mi nombre y mi país de origen. Por poco entré en pánico.
–Sí, vengo desde México, ¿y tú?– Apago la pantalla de mi celular y ahora pongo toda mi atención en la chica.
–También, desde Guadalajara. ¡Ay! No me he presentado aún, me llamo Carola, mucho gusto.
Ella me ofrece su mano y yo la estrecho. Se sentía bien conocer a una paisana al otro lado del charco.
–Yo soy Melissa y vengo de la CDMX. Me da mucho gusto conocer a alguien más que habla español, luego me vuelvo loca con tanto inglés.~ Ambas reímos cómplices, por el gesto en su cara me gustaba creer que ella se sentía igual.
–Ni me digas, lo bueno es que vengo con mi esposo y unos amigos, sino me volvería loca de tanto inglés.
No puedo evitar hacer un puchero, a veces me encantaría que Max hablara y comprendiera el español perfectamente para yo poder comunicarme así. En mi opinión el español era insuperable e incomparable, pero bueno.
–Me gustaría correr esa suerte, lástima.
–Oh, ¿vienes sola?
–No, es solo que vengo con eh, mi novio, pero el no habla español así que nos comunicamos en inglés.– Ahora trago saliva y trato de sonar lo mas convencida posible.
Tenía que dejar de ponerme nerviosa a la hora de decir que Max era mi novio. Que si que era falso, pero al final de cuentas era novio. Yo solita me puse la soga al cuello y yo solita tenía que lidiar con ello.
Carola no parece dudar de mis palabras, así que solo me da una pequeña sonrisa compasiva.
–Vaya, lo lamento cariño. Se lo difícil que es para nosotros los mexicanos no poder decir nuestras palabras tan ingeniosas a los extranjeros.– Ambas volvemos a reír. Me alegraba saber que no era la única que sufría esto.
»Pero bueno, cuéntame que te trae a Nueva York.
Estaba a punto de contestar cuando oigo un par de risas acercándose a donde ambas nos encontrábamos. Una de ellas no la reconocía, pero a la otra le puse rostro de inmediato, ¿cómo no iba a saber de quien era? si esa risa ponía a mis hormonas como locas.
Mi vista se mueve a unos metros, y veo la sonrisa de Max en sus labios. Casi no le pongo atención a su acompañante, pero al verlo de reojo casi se me sale el alma del cuerpo. Junto al neerlandés no venia nadie más que Checo Pérez.
Ay Taylor ayúdame de nuevo, ahora si puedo estar viviendo un momento fan. Y eso que no era fan fan como Jaqui.
Conforme ambos se acercan, Max por fin me ve. Su sonrisa se vuelve aun más grande, y sus ojos lo demuestran. La Sonrisa ha vuelto.
–Mira, parece ser que las chicas ya se nos adelantaron.– Dice Max demasiado alto a su acompañante. Checo pone su atención en mi y me sonríe brevemente para volver su atención a Max.
Yo por mi parte veo a Carola, quien me ve con una ceja alzada.
–¿Vienes con Max?
–S... sí. ¿Tu vienes con, erm, con...?
–¿Sergio?, sí, el es mi esposo.
Bueno, ahora tiene un poco más de sentido algunas cosas.
No decimos nada más porque los dos hombres al fin llegan a donde estamos ambas.
Yo me pongo de pie y camino hacia Max. El sonríe con tanta intensidad que yo no puedo evitar no sonreír. De repente abre sus brazos y yo le correspondo, por lo que ambos nos unimos en un abrazo. Sus abrazos eran tan cálidos, que me daban ganas de no salir de ahí.
Nos separamos un poco, lo suficiente como para vernos.
–Hola.– Le saludo mientras doy unas palmaditas en su espalda.
–Hola linda.– Su sonrisa se ensancha un poco más. Ayuda Taylor.
Antes de que otra cosa pasara, una garganta se aclara cerca de nosotros. Por un momento se me olvidaba que no estábamos solos. Nos separamos un poco a regañadientes, pero el mantiene uno de sus brazos sobre mis hombros, lo cual nos mantiene cercas.
–Ya que Max no planea presentarnos, lo haré yo mismo. Mucho gusto, soy Sergio y ella es mi esposa Carola, aunque ya veo que ya se conocieron.– Habla mi compatriota en inglés mientras estrecha su mano en mi dirección.
Mientras correspondo el gesto mi cerebro se congela por unos segundos, ¿y ahora que le digo?
–Hola, yo soy Melissa y es un placer conocerlos, a ambos.– También respondo en inglés, aunque por un momento me entra el miedo de que no me salgan las palabras como deberían de ser.
–Igual ya sabes que con nosotros puedes hablar en español cuando quieras.– Ahora interrumpe Carola en la conversación, regalandome una sonrisa cómplice.
–Aunque luego se enoje el güerito, eventualmente tendrá que aprender para entendernos.– Dice ahora su esposo.
Los tres mexicanos nos reímos, mientras que Max quita su brazo de mis hombros.
-–Espero que sepas que he estado mejorando mi español, ahora ya comprendo algunas cosas de las que dices.– Dice el excluido de la conversación mientras señala a Checo.
Los tres volvemos a reír, pero antes de que podamos contraatacar un hombre que no reconocía se acercó a hablar con Checo. Max toma mi maleta y empieza a avanzar con ella en su mano. Por su parte, Carola hace lo mismo y se coloca a un lado de su esposo.
–¿Cómo estuvo tu viaje?– Me pregunta Max.
–Pues, bien, muy tranquilo.– Sonrio y él hace lo mismo.
De repente a lo lejos veo a Brad y a Tom platicando entre ellos. El fisioterapeuta nos ve de inmediato y se acerca a nosotros, Tom por otra parte prefiere quedarse ahí.
–Bueno bueno, pero si es mi cómplice del crimen a quien veo.– Los dos nos abrazamos en forma de saludo. De reojo veo a Max girando sus ojos, pero eso no quita la sonrisa de su boca.
–En vivo y en persona, ¿qué tal está llendo todo? ¿te ha estado dando muchos dolores de cabeza este hombre o ya se comporta?
–A veces es como un niño pequeño al que le prohíbes comer dulces, muy llorón. Fue muy difícil que dejara de comer pizza o pancakes casi diario. Eso, y que ahora escucha música de Taylor Swift para entrenar...
Sonrío inocentemente mientras que Max se pone rojo como tómate.
–En mi defensa, yo solo le enseñé las canciones, que el las escuche diario ya no es problema mi problema.
Un bufido sale de la boca del piloto, mientras avanza con mi maleta en sus manos. Brad y yo nos reímos, a esto mismo nos referimos con ser cómplices del crimen.
Avanzamos los tres con dirección a los ascensores. En el camino se nos unen Checo, Carola y otros dos hombre que después sabría que sus nombres eran Jo y Alberto, y que trabajaban con Checo.
–Estaba hablando con Christian, y pensamos que era buena idea cenar mañana en el restaurante del hotel, para ya sabes, iniciar la temporada prudentemente.– le comenta Max a Checo mientras los siete esperamos por el elevador.
–Bien, ¿ya pusieron hora?– Max niega. –Entonces, ¿te parece si nos ponemos de acuerdo por mensaje?
–Perfecto.
El elevador llega y los siete entramos muy apenas. Lo bueno es que este era un elevador muy grande. En el piso ocho Checo, Carola y su equipo bajaron despidiéndose de nosotros. Un piso arriba bajamos nosotros.
–Entonces, ¿te veo mañana a las 8 en el gimnasio?– Brad le pregunta a Max cuando estábamos a punto de llegar a nuestras habitaciones.
–Pues sí. Te veo ahí.
–Excelente, nos vemos mañana chicos. Descansen.– Brad abre la puerta de su habitación, pero antes de adentrarse guiña un ojo en mi dirección. ¿Debería preocuparme?
Max abre la puerta de la habitación en la que ambos aparentemente nos quedaríamos. Independientemente de que el cuarto era gigante, lo que llamó mi atención al instante fue la única cama que había en el cuarto.
Sí, si debía preocuparme.
–Antes de que digas algo, yo pedí una habitación con dos camas, pero como puedes observar, no me cumplieron la petición.
Max se rasca la cabeza y me ve con un gesto suplicante. A pesar de que sentía unas ganas inexplicables de desaparecer de la faz de la tierra, no podía dejar de ver su cabello recién cortado y su rostro afeitado. Se veía demasiado joven.
»Si quieres puedo dormir en el piso...
–¿Qué? No, no dormirás en el piso, te vas a congelar.– Igual, el cuarto tenía calefacción y probablemente ninguno de los dos moriría de hipotermia hoy, pero no iba a permitir que pasara eso.
Digo, tampoco nos moririamos por dormir juntos, tampoco hay que exagerar. La cama es lo suficientemente grande como para que cada quien tenga su espacio suficiente. Respiro y lo vuelvo a pensar, y no le queda de otra que aceptar mi realidad.
»Los dos cabemos perfectamente en la cama. No tendría problemas con dormir juntos.
Max solo parece tratar de reprimir una risa, y cuando lo logra me responde.
–Yo tampoco tendría problemas. Si quieres podemos poner un muro entre los dos.
Ahora yo si me rio, eso sonaba a algo que haría si no fuera porque quiero parecer una mujer madura que no hace gran escándalo.
–No vamos a hacer esa tontería. Vamos a ser respetuosos con el otro y vamos a dormir como si no hubiéramos dormido en dos días seguidos.
Después de charlar brevemente y de cenar en la habitación, ambos nos fuimos a dormir y precisamente dormimos como si no lo hubiéramos hecho en días.
Cada uno le daba la espalda al otro cuando ambos nos acostamos, pero al despertar yo estaba recargada en su costado mientras su brazo rodeaba mi espalda, justo como aquella vez en Mónaco.
No sabía que me iba a causar un infarto, si la alarma de Max retumbando por toda la habitación, o el hecho de que esto volviera a ocurrir.
–Buenos días linda.– Dijo el despertando muy tranquilamente. Mira nomás.
–Buenos días. ¿En qué momento...?
–¿Llegamos a dormir abrazados? No lo sé, solo recuerdo despertar en medio de la noche y verte así...
–¿Y por qué no me quitaste?
–Porque parecías muy cómoda.
Ambos nos levantamos sin decir más. El se dirigió a cambiar de ropa, yo solo me paré en medio del lugar, pero casi de inmediato sentí el frío calar, así que no me quedó de otra que volver a la cama.
Minutos después, el neerlandés ya estaba listo para iniciar el día. Llevaba puestos unos shorts azules simples y una playera del mismo color pero con el logo de Red Bull en una esquina. Su cabello era un desastre, pero un desastre pasable.
Mis hormonas no me dejaban en paz, no me atrevía a repetir todo lo que pasaba en mi mente en esos segundos.
–Me voy a entrenar antes de que Brad me mate. ¿Necesitas algo?– Negué con mi cabeza como pude. –Bien, prepárate porque más al rato iremos a explorar la ciudad.
Un simple "Ok" salió de mis labios, lo cual para Max parecía ser suficiente. Se despidió y se fue, y yo me quedé pensando en lo tonta que me sentía y que de seguro me veía. Odiaba estos días en los que mis hormonas se comportaban así.
Estaba tan confundida, que ni siquiera pude volver a dormir. Al contrario, toda mi mañana se fue en pensar tonterías.
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hola hola gente bellaaaa! 🤍
primero q nada, buenas nochesss :)
el capítulo? no me gustó, siento q le faltó algo pero bueno, ya está listo para todes ustedes <3
la verdad es que mi cerebro está un poco seco, estoy cerrando el semestre y mis esfuerzos andan allá, así que aquí me paso cuando necesito un respiro.
opiniones sobre el cap? ya al fin la meliss está aceptando que está confundida 😔 mientras que la besuqueada más esperada por la audiencia de este fic está cercasssss, jejejejeje.
quiero agradecerles a toda la gente que está aquí leyendo, independientemente de si sean nuevos o ya tienen su tiempo aquí, estoy demasiado agradecida con ustedes. estos días difíciles sonreí como tonta viendo y leyendo sus interacciones, gracias, gracias, gracias, lqmmmmmm 🥰
eso es todo por hoy, y espero nos leamos muy pronto :))
besos bai<3
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