Capitulo Treinta y Ocho
Sábado 6 de Mayo de 2024
Miami, USA.
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Si dependiera de mí, hoy hubiera dormido hasta el mediodía. Desgraciadamente, la alarma de Max me despertó a eso de las ocho de la mañana.
–Max... Max...– susurro sin abrir los ojos. La única respuesta que obtengo es un suspiro, el cual deja un rastro de aire caliente en mi cuello.
Abro de a poco los ojos, y veo que seguimos acostados de la misma manera en que nos habíamos quedado dormidos. Sus respiración era calmada, e incluso podía sentir los latidos de su corazón.
Si no fuera porque su alarma estaba empezando a ser desesperante, me hubiera quedado admirandolo un buen rato.
–¡Max!– alzo la voz, logrando que despertara de golpe.
–¿¡Qué!?– levantó la cabeza mientras parpadeaba varias veces.
–Apaga la maldita alarma... por favor–. Siento como gira encima de mí, para por fin apagar la alarma de su celular.
–Lo siento, no la escuché.
–No hay problema...– dije bajando la voz de nuevo.
Me propuse a dormir de nuevo, pero después de cinco minutos me dí cuenta de que ya iba a ser imposible.
–¿Problemas para dormir?– me pregunta Max al verme abrir los ojos de nueva cuenta. El ya estaba completamente despierto.
No pude evitar soltar un gruñido. Yo solo quería dormir, lo necesitaba para ser feliz.
–Todo es culpa de tu alarma–. Es lo único que respondo.
Max solo suelta una pequeña risa, para después levantarse de la cama y caminar directo al baño. Yo por mi parte me quedo en la cama otro rato, tratando de tomar valor para pararme e iniciar el día.
Tomo mi celular y reviso varias notificaciones y mensajes. Primero me encuentro con un par de fotos mías que al parecer me habían tomado ayer durante la segunda práctica. Odié verlas, especialmente porque mi cara lucía horrible, tenía los ojos súper hinchados, así como un montón de granitos en las mejillas. Además, se alcanzaba a distinguir mi raspón en el brazo.
Quité mi cara de la pantalla y mejor me propuse leer los mensajes que tenía de Daniela. Al último ella había decidido acompañar a Jaqui y los demás a Puebla, más que nada para asegurarse de que no volvería a pasar un incidente como el de mi cumpleaños. Aunque leyendo el par de mensajes que tenía de Jaqui, estaba segura de que algo había pasado.
“amoga estoy muy ebria creoq ue ya la caguee”
“Poeque yengo tan mala suerte??????”
¿Ahora que carajos pasó?
Leo el par de mensajes que tenía de Daniela, pero no me da las respuestas que estaba necesitando. Respondí sus mensajes con la esperanza de que contestara pronto, pero luego recordé la diferencia horaria entre Miami y México y perdí las esperanzas.
Max salió del baño con ropa ya cambiada. Llevaba puesta una simple camisa blanca, pantalones de mezclilla –si, skinny–, y tenis negros. A falta de lentes no podía verlo muy bien, pero había algo en el que no se sentía del todo bien.
–¿A qué hora tienes que estar en el circuito?– le pregunto mientras estiraba lentamente mi pierna lastimada.
–Más o menos, a las diez, diez y media a lo mucho.
Reviso el reloj, dándome cuenta de que ya había perdido alrededor de cuarenta minutos. Como pude me levanté de la cama y me encaminé al baño para darme una ducha.
Aunque claro, no pude darme un simple regaderazo de diez minutos por el mero hecho de que gastaba mucho tiempo lavando mi rodilla, además de que era un estorbo gigante.
Con tan solo cinco minutos en bajo la regadera, escuché un suave toque en la puerta del baño.
–¿Melissa? ¿Ya casi terminas?– habló él desde el otro lado de la puerta.
–Algo así... ¿Qué sucede?
–Mi papá me llamó para que bajara a desayunar con él... Ahora mismo. ¿Te espero para que vayas conmigo?
Bueno, tengamos en cuenta que no solo tenía que terminar de bañarme, sino también cambiarme, arreglarme y limpiar mis heridas. Si me esperaba íbamos a durar una hora en la habitación.
Eso, y que no estaba muy lista para conocer a su papá. Ni siquiera sabía si quería conocerlo, todo lo que sabía de Jos Verstappen eran cosas bastante negativas. Tampoco me olvidaba de los gestos que se había atrevido a hacer durante la carrera en Arabia Saudita.
–Vete, yo aún me voy a tardar un poco.
–¿Estás segura?– preguntó dudoso.
–Si, ya ahorita desayuno aquí, no te preocupes.
–Ok. Te veo en un rato–. Poco después escuché la puerta de la habitación cerrarse.
Trato de relajarme debajo del chorro de agua caliente, pero había algo que no me dejaba hacerlo, al menos no del todo.
Al salir de la ducha me tomo mucho tiempo para arreglarme. Limpio mis heridas y luego procedo a vestirme. Hoy me había decantado por un vestido rosa pastel con estampado de flores, el cual llegaba hasta la mitad de mis piernas y era holgado, ideal para no tener problemas con mi rodilla y para el calor infernal que hacía. Complemente el vestido con unos tenis blancos y con mi montón de aretes.
Me ví en el espejo del baño y quedé satisfecha con como lucía hoy. Esperaba no perder la confianza que estaba obteniendo ahora mismo.
Una hora después, la puerta de la habitación se volvió a abrir, entrando por ella Max con un gesto algo tenso, el cual se borró al verme.
–¡Wow! Luces hermosa...
–Gracias...– le respondí sin poder esconder el sonrojo que se apoderó de mí. Max se acercó a mí y depositó un beso en mi frente, para después caminar hasta sus maletas.
–¿Ya estás lista?– Asentí, buscando las cosas que llevaría al circuito conmigo. –Muy bien, porque ya se nos hizo tarde... Por cierto, ¿desayunaste, verdad?
–Claro...– no había desayunado nada, pero no pensaba decirle a Max. Ya lo haría en el circuito.
La verdad es que se estaba empezando a formar un hueco en mi estómago. Sentía que en cualquier momento devolvería la escasa comida que había en él.
Salimos de la habitación, para después entrar al elevador. Ninguno de los dos hablamos en el camino, había algo de tensión en el ambiente. Antes de salir del ascensor, Max tomó mi mano y sin decir palabra, empezamos a caminar hacía el lobby.
A lo lejos reconocí la figura de Brad y Tom. Junto a ellos estaba una tercera persona, un hombre vestido completamente de azul marino.
Mis pasos se volvieron más lentos, y mis nervios empezaron a dispararse. Justo entonces sentí un apretón en mi mano, así como la cálida mirada que trataba de transmitirme Max.
Finalmente alcanzamos a los demás hombres, logrando que el tercero volteara a vernos. De inmediato lo reconocí como el padre de Max.
–Papá, ella es Melissa, mi novia–. Dijo Max mientras soltaba mi mano para después posarla en mi espalda baja.
Traté de comprender la situación de manera rápida. Podía notar los gestos que Max y su padre compartían. Estiré mi mano por inercia, pero entonces leí la expresión que tenía el mayor. Indiferencia total y hasta me atrevería a decir que un poco de desagrado.
–Un placer–. Es la única respuesta que obtuve, mientras agitaba muy ligeramente mi mano y me dedicaba una sonrisa demasiado falsa. Por mi parte, traté de forma una sonrisa, pero creo que no lo logré.
–Muy bien chicos, es tiempo de irnos–. Interrumpió Tom, rompiendo el ambiente incómodo que se había formado.
Afuera del hotel había unos cuantos fanáticos, los cuales buscaban reclamar la atención de Max unos segundos. Afortunadamente, la camioneta que nos llevaría al circuito ya estaba afuera del hotel esperando por nosotros.
No puse mucha atención de lo que pasaba afuera, quería evitar el caos. En cambio, me metí a la camioneta de inmediato, en donde terminé aplastada entre Brad y Max.
El camino al circuito fue aún más incómodo para mí. La única conversación que se desarrolló fue entre Tom y Jos, de la cual no puse ni un céntimo de atención. Cuando al fin llegamos al lugar, me atreví a dar gracias a Dios (Taylor).
Salí del auto mientras me colocaba la identificación que me daba acceso al paddock, justo frente a mí estaba esperando Max para juntar nuestras manos y empezar a caminar.
–¿Nerviosa?– preguntó el rubio en mi oído.
Iba a ser honesta, si estaba nerviosa, pero ya no por estar caminando fingiendo una sonrisa mientras sentía los clicks de camaras en mi cara. Ahora había algo más que me provocaba un vacío en el estómago, y no terminaba de saber que era.
–No, estoy bien–. Sonreí tratando de lucir convencida, y al parecer funcionó.
Seguimos avanzando hasta el punto de acceso, una vez lo pasamos, caminamos rumbo al interior del estadio de los Miami Dolphins, en donde estaba ubicado el paddock.
Max caminaba a un ritmo no tan acelerado, lo cual le agradecí en silencio. Caminar en este estado no era nada fácil. Aunque me dí cuenta de que solo lo estaba atrasando cuando Gemma apareció frente a nosotros.
–Hola chicos. Lamento tener que apurarlos pero Max, te están esperando en el hospitality.
–Mierda–. Respondió tratando de apurar el paso y jalando de mi mano un poco más. El raspón de mi mano empezó a picar y llegué a la conclusión de que tendría que dejarlo ir.
–Vayan, yo los alcanzo después...
–¿Estás segura?– preguntó volteando a verme.
–Ayer no me perdí, yo creo que puedo llegar hoy sana y salva. No te preocupes.
El piloto solo asintió rápidamente, para después soltar mi mano y empezar a caminar más rápido detrás de Gemma, quien ya estaba dando instrucciones.
Tom, Jos y Brad venían caminando detrás de nosotros. Los primeros dos salieron caminando al instante detrás de Max, ignorando mi existencia prácticamente. Brad por su parte se detuvo brevemente.
–¿Todo bien?
–Sip. Vete, yo los alcanzo después.
No se lo tengo que decir dos veces, porque casi de inmediato ya está apretando el paso detrás de los demás hombres.
Saco mi celular para revisar la hora, y entonces me doy cuenta de que definitivamente habíamos llegado demasiado tarde. Faltaba aproximadamente una hora para las prácticas libres número tres, y ya había mecánicos caminando por todos lados.
Emprendí mi camino al hospitality de Red Bull a paso lento, tratando de no forzar mi rodilla. Una vez pisé la cancha del estadio me quedé inmóvil por unos segundos, no podía creer que el paddock cupiera en un estadio.
–¡Mel!– escuché un grito detrás de mí. Giré mi cuerpo y me encontré con Lando caminando hacia mí.
–¡Hey! ¿Cómo estás niño?– le pregunté cuando por fin se me acercó.
Su brazo rodeó mis hombros, para después caminar junto a mí lentamente.
–El que debería preguntar soy yo. Daniela me contó lo que te pasó, incluso me dijo que te cuidara de lejos.
No pude evitar levantar mis cejas en un gesto sugerente. Estaba de más decir que yo ya los shippeaba.
–Pues supongo que estoy bien... Espera, ¿cuando fué la última vez que hablaste con ella?
–Hace como quince minutos...
Y a mí seguía sin contestarme la muy cabrona.
–¿Estás listo para la qualy?– cambié de tema, pero de inmediato me arrepentí al ver los gestos del británico.
–Digamos que yo estoy listo, pero el auto tal vez no.
–¿Tan mal están?– Lando asintió en mi dirección.
Las últimas carreras el Mclaren apestaba, seamos honestos. No habían podido dar un buen rendimiento últimamente y sabía que eso estaba frustrando a Lando, bastaba ver su expresión al hablar del auto para saberlo.
–Si llegamos a pasar de la Q1, será un milagro. Y ni hablar de obtener puntos esta semana... Pero yo no debería contarle esto a la novia del campeón del mundo.
Una carcajada salió de mi boca al escuchar lo último.
–Lando, con trabajos entiendo lo básico del deporte, ¿tu crees que yo voy a entender como funcionan los monoplazas?
–Uno nunca sabe–. Dijo en un tono de voz sombrío para después guiñar un ojo. Justo nos acercamos al hospitality de Mclaren, en donde soltó su agarre de mi hombro. –Me tengo que ir, cuídate Mel.
Se despidió con un gesto de la mano, y se adentro en el pequeño edificio. Seguí caminando a mi destino entre la gente que paseaba por el lugar.
Cuando finalmente llegué al final del camino me encontré con otra cara conocida.
–¡Melissa! Hola cariño–. Me saludó Carola mientras se acercaba a mí. Una vez nos encontramos frente a la otra compartimos un abrazo.
–¡Hola Caro! ¡Que gusto verte!– le respondí durante el abrazo.
Si bien Carola y yo no manteníamos un contacto constante, la apreciaba. De vez en cuando reaccionaba a lo poco que subía a mis redes sociales, y siempre se portaba de una manera respetuosa y amigable conmigo.
–El gusto es mío, al fin se nos hizo juntarnos de nuevo. Ya andaba necesitando alguien con quien criticar gente en español.
Ambas reímos mientras nos sentamos en una mesa ubicada fuera del pequeño edificio de Red Bull.
»Bueno pero dime, ¿qué tal te estás sintiendo esta semana?
No puedo evitar soltar un suspiro, tratando de poner en palabras como me sentía.
–Honestamente, siento unas ganas gigantes de vomitar.
–¡Uy! No es por asustarte, pero con el tiempo se pone peor–. Dice mientras me dedica una mueca.
Ahora suelto un pequeño gruñido, porque estaba muy segura de que en efecto, con el tiempo se iba a poner peor.
Nos quedamos otro rato platicando sobre cosas triviales, hasta que Checo salió del edificio con su mono de carreras ya puesto. Me dedicó un saludo afectuoso, para después dirigirse a su esposa. Decidí levantarme y dejarlos solos unos instantes, para después entrar por fin al hospitality.
Mi principal objetivo era buscar algo que comer, pero casi al instante me topo con unos ojos azules que ya conocía muy bien.
–Hola linda–. Max también ya traía su traje puesto. La cremallera de este solo estaba cerrada hasta la mitad, mientras que las mangas las había dejado amarradas en su cintura. Lucía un poco más tranquilo que hace rato.
–Hola Maxie. ¿Estás listo para correr?– asintió rápidamente. –Entonces, supongo que debo desearte suerte.
Me acerqué a abrazarlo, dejando mis manos en su espalda. El coloca las suyas en mi espalda baja, causando un pequeño escalofrío en mi cuerpo. También coloca su barbilla en la parte alta de mi cabeza.
–Gracias Mel–. Dijo mientras se separaba lentamente de mi abrazo.
De reojo ví a Brad parado a un lado de la puerta, viéndonos con un gesto de burla. Independientemente de eso, sabía que estaba retrasando a Max otra vez.
–Ahora sal y hazme sentir como una novia orgullosa, o lo que sea...
Max se rió, mientras dejaba un pequeño beso en mi sien. Se alejó de mí y poco después salió del lugar.
Los nervios y las náuseas han iniciado sesión.
[...]
Afortunadamente la última práctica del fin de semana había marchado muy bien para los dos Red Bull. Max había marcado el tiempo más rápido de la sesión, mientras que Checo quedó en tercer lugar.
Tanto Carola como yo habíamos preferido ver la sesión desde una sala privada, más que nada porque el garage del equipo estaba a reventar.
Las tres horas que pasaron entre la práctica y la qualy las pasé tratando de perder el tiempo. Los dos pilotos de Red Bull tenían que atender el Fan Stage, así que Carola y yo mejor nos habíamos ido a pasear por el paddock.
Durante esas horas muertas nos dedicamos a conocernos mejor. Terminé de confirmar que Carola me caía muy bien, y sabía que con el tiempo nos volveríamos buenas amigas.
Media hora antes de que empezara la clasificación, Carola me dejó sola por unos momentos para ir a charlar rápidamente con su esposo. Por un momento contemplé ir a buscar Max, pero la temía interrumpir algo importante, así que mejor caminé al garage y esperé a que iniciara la clasificación. No pude verlo antes de que subiera al carro.
La qualy empezó muy bien, al menos para los Red Bull. Ambos habían pasado cómodamente a la siguiente ronda y eso nos dejaba respirar tranquilamente. Aunque también me sentí un poco triste por Lando, que como bien había prevenido, no pasó de la Q1.
Antes de que iniciara la Q2 empecé a sentir la necesidad de taparme los ojos y evitar ver lo que pasaría. Aunado a el malestar en el estómago, no me la estaba pasando muy padre que digamos. Y sabía que no era la única, pues Carola ya estaba empezando a morderse las uñas.
–Te lo dije–. Acertó a decirme mientras yo tamborileaba mi pierna sin control.
La Q2 también resultó ser muy buena, el Red Bull tenía muy buen ritmo y todo apuntaba a que Max se llevaría la pole position hoy. Bueno, eso creíamos todos.
La tercera parte de la clasificación inició con Max y Checo siendo los primeros en salir a la pista. Ambos iniciaron su primera vuelta clasificatoria, siendo Max el que se llevaba todos los reflectores y marcando una muy buena velocidad, hasta que su auto se deslizó peligrosamente al pasar por dos curvas logrando que tuviera que abandonar la vuelta.
Debo admitir que el corazón se me paró por un instante. El hueco en mi estómago se hizo aún más gigante, pero al mismo tiempo traté de mantenerme positiva. Todavía tenía tiempo para clavar una buena vuelta, ¿verdad?
Por el otro lado, Carola también estaba al filo de su asiento al ver a su marido volando por el circuito. Checo terminó la vuelta con todos los sectores marcados en color púrpura y con un tiempo digno de pole position. A mi lado ví como Carola le daba las gracias a Dios.
Casi todos los autos salieron a pista e hicieron vueltas decentes, pero ninguna lo suficientemente rápida como para destronar a Checo. Debido al pequeño error de Max, ahora tenía que volver al garage y hacer pequeños cambios. Su nombre se colocó en el noveno lugar, solo arriba de Valtteri Bottas.
Me levanté del sillón en donde estaba sentada, solo para empezar a caminar impacientemente por el lugar. El reloj seguía corriendo y yo ya estaba al borde del colapso.
Entonces, cuando ya faltaba tres minutos para que terminara la sesión, la mayoría de los autos empezó a salir para hacer su segundo intento, el primero de ellos siendo el inombrable de Leclerc.
La cámara empezó a seguir la vuelta del piloto de Ferrari, el cual estaba llevando un buen ritmo. Max por su parte ya estaba listo para empezar su otro intento de vuelta rápida. Todo parecía marchar muy bien, hasta que el inombrable hizo un trompo que terminó con él en el muro.
De inmediato sentí mi corazón parar por un segundo. El impacto a mi parecer fue muy intenso, luego ví a Charles salir del auto como si nada y me relajé. La tranquilidad me duró un segundo, cuando la bandera roja fue señalada.
–No mames...– dije ya sin control de lo que salía de mi boca. Carola seguía sorprendida por el accidente, pero al oír mi comentario volteó su vista al televisor.
–No me digas que...
Antes de que pudiera terminar la oración apareció un mensaje de la FIA en la parte superior de la transmisión. La sesión no se reanudaría, siendo Checo quien arrancaría primero... y Max que no había podido dar una vuelta, noveno.
Carola soltó un grito ahogado mientras se levantaba del sillón, en la pantalla aparecía el coche número 11 con su conductor siendo felicitado por sus mecánicos. La otra cara de la moneda era la radio de Max en donde se lamentaba su suerte.
No voy a mentir, un 10% de mi cerebro estaba pensando en su lado más patriótico, agitando una bandera mexicana mientras empezaba a sonar el Himno mexicano y empezaba a antojarse de un shot de tequila. Estaba feliz por Checo, definitivamente, pero mi otro 90% estaba en el suelo rodeada de la miseria pura por su güerito de ojos azules.
Y bueno, también había una pequeña parte de mi que quería golpear a Leclerc, pero más que nada por lo que le había hecho a Jaqui, lo que pasó hoy solo era una excusa para encender más mi enojo con el Francés –soy muy consciente de que no es francés, pero estoy muy enojada con él que seguiré pensando que lo es–.
Me tragué el enojo y mejor me acerqué a Carola para felicitarla. Nos fundimos en un abrazo breve mientras veía de reojo la televisión.
–Lamento mucho lo que pasó con Max... ¡Pero estoy tan feliz!
No pude evitar reír al escuchar su comentario mientras hacía un gesto de despreocupación.
–No te preocupes por eso. Checo tiene muy bien merecida la pole y estoy feliz por ambos. Ahora será mejor que bajes a ver a Checo, estoy muy segura de que se pondrá feliz al verte.
Su cara se iluminó aún más al oír mis palabras. No lo pensó dos veces y bajó de inmediato, no sin antes despedirse de mí. Yo también tomé mis cosas y bajé de la sala rumbo al garage.
En el camino me permití imaginar el estado de ánimo actual de Max. No era como que pudiera leer su mente, pero suponía que ahora mismo estaría frustrado consigo mismo por no poder lograr esa primera vuelta. Lo bueno es que esto es una situación controlable y mañana podría remontar.
Por ir perdida en mis pensamientos, casi paso de largo a Max, quien caminaba sentido opuesto al mío. Aún llevaba puesto su traje de carreras, así como cargaba un termo en su mano. Su cara brillaba por el sudor, mientras que su expresión era completamente neutral.
–¡Hey!– grito tratando de llamar mi atención.
–Ay dios... Lo siento no iba poniendo atención–. Le dije parando frente a él.
Él hizo un gesto de despreocupación, mientras se acercaba un poco a mí.
–Me tengo que ir a atender la prensa pero te veo después, ¿ok?– asentí. Max ya estaba a punto de volver a caminar, pero lo que sea que vió en mi cara lo hizo volver a hablar. –Todo está bien linda, no pasa nada.
Volví a asentir, para ver cómo se marchaba junto a Gemma, quien parecía a punto de un colapso.
Caminé de regreso al interior del estadio, para después llegar al hospitality. Treinta minutos después Max entró al edificio, haciendo contacto visual conmigo al instante. Hizo un gesto que daba a entender que lo siguiera, y justamente eso hice.
Lo seguí por un par de pasillos, hasta llegar a una puerta con su nombre en ella. Entramos para de inmediato sentarme en el sillón que había en el lugar, Max se sentó junto a mí. Una vez sentado, recargó su cabeza en el respaldo del sillón para después llevarse ambas manos a la cara. Me quedé inmóvil unos minutos, sin saber que hacer.
–Que mierda de clasificación...– dijo mientras soltaba un suspiro.
Recargo uno de mis codos en mi pierna para ver directamente al piloto. Al sentir mi mirada destapa sus ojos para mantener contacto visual conmigo.
–Lo bueno es que mañana se reparten los puntos, no hoy–. Digo lo primero que se me ocurre. Ahora mismo seguía sin encontrar las palabras correctas.
Max sonríe un poco al oír lo que he dicho, para después acercar una de sus manos a mi mano disponible. Le doy un pequeño apretón en el cual busco transmitir todo lo que no puedo decirle.
–Lamento no haberte hecho sentir orgullosa hoy...
–Ay Max...
–Pero te prometo que mañana voy a ganar esa maldita carrera.
Su gesto se volvió más serio, así como podía notar la determinación en sus ojos.
–No me importa si ganas o pierdes, siempre te estaré apoyando–. Le respondí acercándome a él, así como apreté un poco más su mano.
Podía jurar que sus mejillas se habían pintado un poco de rojo, así como sus ojos adquirieron una chispa. Se estaba acercando de a poco a mí y juraba que estábamos a punto de besarnos, sino fuera porque la puerta del pequeño cuarto se abrió abruptamente. Nuestro momento había sido interrumpido por el padre de Max.
–Papá...
–Lamento la interrupción...– el mayor nos ve a ambos, para después tragar saliva. –Emilian, ¿crees que podamos hablar un momento? A solas...
Por pura inercia me levanto de inmediato del sillón. El ambiente se estaba volviendo cada vez más tenso, Max parecía estar incómodo mientras que Jos estaba completamente serio así como su cara estaba pálida. Yo estaba empezando a querer desaparecer, pero al mismo tiempo sentía mis pies pegados en el suelo.
No me hubiera ido si no fuera por el gesto de aceptación que había hecho Max en mi dirección, así que sin más salí del pequeño cuarto.
Justo antes de poder dar más de dos pasos en el pasillo, me encontré a Carola a punto de entrar a la que parecía ser la habitación de Checo. Tenía una sonrisa gigante en su cara, así como prácticamente brillaba.
–¡Meli!
–Hola, ¿qué tal todo?– dije abrazándola por un corto tiempo.
–Todo bien, solo ya estoy cansada–. Asentí más que nada porque yo también ya lo estaba. –¿A dónde ibas?
Me tomo un par de segundos para contestar, pronto me doy cuenta de que no sabía a donde demonios iba.
–La verdad, no sé. A lo mejor voy aquí afuera a que me de un poco de aire fresco.
–¿No quieres entrar un rato al cuarto? Ahí Checo tiene un ventilador, además no te quedas solita...
Me quedo un rato pensando en que hacer o decir, pero termino aceptando la invitación de la mexicana. La sigo dentro del cuarto, el cual era prácticamente igual al de Max, a excepción de que una de las paredes estaba tapizada con fotografías de Checo y su familia. Carola prende el ventilador y de inmediato se acuesta en una camilla. Yo me dejo caer en un sofá, dejando mi cabeza recargada en la orilla.
El aire tibio del ventilador me empieza a causar sueño, y podía jurar que Carola ya hasta estaba dormida. Mi cerebro parecía estar en otro lado, pensando un montón de cosas al mismo tiempo. Mi momento de ensoñación terminó cuando escuché un grito a lo lejos, acompañado de un golpe seco en la que parecía ser la pared detrás de mí.
De inmediato recordé de quién era la habitación contigua.
Me levanté rápidamente para salir de ahí. Justo cuando me disponía a salir del cuarto un furioso Jos Verstappen pasaba frente a mí sin poner la más mínima atención. La puerta de al lado seguía abierta, así que me asomé ligeramente.
Desde mi lugar podía ver a Max, quien seguía sentado en el sillón con la vista fija en la pared frente a él. Estaba pálido y parecía no notar mi existencia.
Me interné un poco más en la habitación, logrando captar su atención. De inmediato se puso de pie, pero su rostro seguía sin rastros de color.
–Yo...– su voz estaba ronca, así como no salió nada más de su boca. Yo estaba empezando a tener miedo de que algo serio hubiera pasado.
–Max– interrumpió un hombre que no reconocía. –te están esperando para el debrief...
–Si... Claro ya voy...– tomó su teléfono y se propuso salir del lugar, no sin antes dedicarme una mirada breve. –Te veo luego.
Y sin más se fué, quedándome sola y con una sensación que no me gustaba ni un poquito creciendo en mi estómago.
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hola hola gente bellaaaa! 💗
qué tal nos sentimos con este capítulo? 🥴 sigo sin sentirme muy agusto con la manera en que escribí esto, pero bueeeeno...
el siguiente capítulo toca hablar de TRAUMAS 😔 así que prepárense
AHHH, y que chsm j*s hdspp 😠😠
y caaaaasi se me olvida decirles queeeee, daylight llegó a 100k lecturas esta semana 🥺 sigo sin creerme que algo que yo escribí tiene este nivel de atención, estoy demasiado agradecida con todxs los que le han dado una oportunidad a mi obra, los que comentan y votan y me mandan mensajitos bonitos sobre el fic 😭 esta semana me la he pasado chillando con tanta cosa bonita que me han dicho y ahhhhh, les amo un montón, les prometo que lo que se viene con daylight es algo muy muy bueno 💗💗
y bueno, me voy pq ya les di mucha plática, les mando un abrazo giganteeee y espero nos leamos pronto <3
besos, bais 💗💗
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