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LLAMAS GEMELAS

—Laena dice que regresaran cuando se recupere de dar a luz, ella y Daemon piensan reconocerte como su hija—como su bastarda—. Ellos tienen dos hijas, gemelas, Laena dice que están emocionadas de tener una hermana mayor.

Gemelas. Sin poder contener su reacción se tensó al escucharla, sus manos apretando los guantes que estaba por usar. El siempre recordatorio de su hermana hacía que su pecho doliera como si la estuvieran apuñalando repetidamente con una daga, sentía que su pecho estaba a punto de estallar en llamas. Con un asentimiento se recompuso y miró a la Princesa.

—Estaré esperando—fue todo lo que dijo.

No dijeron más nada en lo que restó del desayuno, Lord Corlys estaba ausente atendiendo una emergencia con las embarcaciones que dejarían el puerto ese día así que solo estaban ellas en la mesa. Ya llevaba casi un año viviendo con ellos, pero la incomodidad no había desaparecido. Por el contrario, parecía incrementar con cada día que pasaba. Así como crecía la incomodidad, también crecían los rumores sobre ella.

Que era una bastarda del Rey. Que era una bastarda del hermano del Rey. Que era una bastarda de la Heredera. Que era una descendiente de Saera. Un montón de basura si le preguntaban. Ella no se molestaba en entretener estos rumores, simplemente los ignoraba y pasaba su tiempo leyendo, pintando, o volando con Balerion. Lo segundo era algo que había comenzado a hacer durante la tercera luna que pasó en la fortaleza y desde entonces no dejaba de hacerlo. Aún no era muy buena, pero mejoraba con cada luna que pasaba.

—Rhaenyra vendrá a visitarnos hoy, ¿te unirás a nosotros en la cena?

Tuvo que resistir el impulso de poner los ojos en blanco. Esa era una de las cosas que menos le gustaba de toda la situación, Rhaenyra y su familia visitaban casa cierto tiempo para saber cómo estaba, como si una carta no fuese a solucionar eso. Ella sabía muy bien lo que estaba pasando, Rhaenyra la quería de su lado para apoyar su reclamo, también quería empujarla hacía su hijo mayor que era al menos ocho veranos más joven que ella. Sería una buena unión, Jacaerys sería heredero después de su madre y ella llegaría a ser su Reina una vez ascienda al trono, pero no quería eso. Quería paz, silencio, estar lejos de los fantasmas de su familia.

—Supongo—respondió en un murmullo.

Ya estaba por terminar su desayuno cuando el maester llegó luciendo consternado con una carta en sus manos. Rhaenys se levantó para hablar con el hombre y ella pretendió no prestarles atención cuando en realidad estaba intentando escuchar lo que decían. La Mano del Rey y su hijo han fallecido, fue lo que logró escuchar. Escuchó el apellido Strong y Harrenhal ser mencionado en la conversación, pero no le interesó poner más atención, no era sobre ella así que no le interesaba.

Terminó con su desayuno y se levantó para seguir con su día, se despidió de el maester y Rhaenys antes de salir. En su camino al exterior de la fortaleza se colocó sus guantes y se aseguró que su trenza estuviera bien recogida. Balerion ya estaba esperando por ella cuando puso un pie afuera, el dragón estaba en una colina, mirando hacía el mar. Sin esperar mucho se acercó para trepar en la montura. Cuando estuve sobre la silla se dio cuenta que Meleys estaba más abajo en otra colina descansando. La dragona roja los miró cuando alzaron el vuelo, pero no se movió para seguirlos.

Balerion voló directo hacía el mar y Aerea cerró los ojos disfrutando de la brisa marina. Descendieron hasta que la cola del dragón se arrastraba por el agua y volvieron a ascender. El mar y el cielo estaban tranquilos, habían algunos barcos cerca de la costa, pero se mantuvieron a distancia de ellos para evitar accidentes. Se alejaron de la costa hacía Dragonstone, regresando cuando vieron dragones volando en su dirección. Volaron hacía High Tide, pero no aterrizaron, siguieron volando sobre la ciudad antes de regresar al mar para dar una última vuelta. Regresaron a Driftmark poco después, cuando ya sabía que estarían esperando por ella, pero no fueron directamente hasta High Tide, fueron hacía la playa. Balerion aterrizó levantando arena a su alrededor, gruñendo mientras sacudía su cabeza para quitar la arena que cayó sobre él.

—¿Estás bien?—preguntó con diversión mientras se bajaba de la silla. En respuesta Balerion se sacudió haciendo que perdiera en equilibrio y cayera a la arena. —No soportas más la arena, ya lo entiendo, no tenías que tirarme.

El dragón gruñó y se movió para verla, ella dejó salir un bufido y se sentó sacudiendo su ropa. Sería un dolor de cabeza quitar toda la arena. Se levantó con un saltó cuando escuchó a Balerion gruñir, pero esta vez en advertencia, mientras giraba la cabeza para ver algo oculto por su cuerpo. Con pasos largos Aerea rodeo al dragón y se asomó por el costado de su cabeza para ver a qué le gruñía, no se sorprendió de ver a dos de los hijos de Rhaenyra de pie a una distancia segura.

No incendies la playa, no vas a deshacerte así de la arena—removió sus guantes y tocó las escamas del dragón llamando su atención. —Vendré a verte antes de la cena.

Se alejó de Balerion con pasos lentos, el dragón no alzó el vuelo hasta que estuvo cerca de los hijos de Rhaenyra, a una distancia considerable. Los tres levantaron la cabeza para verlo, los menores lucieron maravillados con la enorme bestia que cubrió el sobre ellos por segundos. Una vez Balerion se alejó Aerea regreso su atención a los Príncipes frente a ella.

—Princesa—saludaron ambos también regresando la atención a ella.

—Príncipes—los saludo siguiendo su camino—, espero que su vuelo haya sido bueno—se forzó a decir cuando pasó junto a ellos.

—Esperamos que el suyo igual—le regresó Jacaerys caminando a su lado.

—Lo fue—forzó una sonrisa.

—Trajimos un regalo—comentó Lucerys con un tono de emoción típico de él—, Jace lo escogió.

Sus ojos fueron al mayor de los dos que tenía las mejillas rojas y evitaba mirarla. Por eso no quería estar muy cerca de ellos.

—Aprecio el detalle, pero no debieron.

—No es nada, Princesa—Jace la miró con una pequeña sonrisa.

Ella asintió y apartó la mirada. Desde que cumplió su segunda luna en Driftmark le dejó en claro al Rey que no pensaba contraer matrimonio con nadie, no estaba interesada y no iba a estarlo nunca. Quería que la dejaran sola. Sin embargo, tanto la Reina como la Heredera parecían tener su propia agenda pues la primera la invitaba a la Fortaleza Roja cada cierto tiempo para tratar de presentarla con su hijo mayor y la segunda visitaba cada luna con su hijo mayor. Como era de esperarse, se negó a ir a cualquiera de las reuniones con la Reina y rechazó los avances por parte de la Heredera. Era grosero no aceptar las invitaciones de la Reina, pero no le importaba ser respetuosa, solo le importaba tener paz.

—Princesa—la voz de Rhaenyra la sacó de sus pensamientos, no se había dado cuenta cuando alcanzaron High Tide.

—Princesa—saludó con otra sonrisa forzada. —Balerion creyó oportuno lanzarme a la arena así que debo tomar un baño, si me disculpan.

Sus ojos pasaron por Rhaenys que asintió y eso sirvió como señal de que podía irse. Bajo la atenta mirada de todos ingresó a la fortaleza dejándolos en la terraza.

Tristemente, no pudo tardar como le hubiese gustado. Con ayuda de una doncella tomó un baño y se vistió, con un vestido propio que Lord Corlys le había obsequiado cuando cumplió la quinta luna en High Tide. La tela azul se ajustaba a la parte superior de su cuerpo y sus brazos, no tenía escote pues se extendía hasta cerrarse alrededor de su cuello, y la falda caía libremente a sus pies. De su cintura colgaban tres cadenas de plata que al final tenían rubíes incrustados. El vestido era sencillo, suficiente para ella que no quería llamar la atención más de lo necesario. Decoró sus dedos con un anillo de plata que compró de un comerciante lyseno en la ciudad y dejó que peinaran su cabello con distintos broches.

Regresó a la terraza lista para lidiar con los invitados. Todos giraron sus miradas hacía ella cuando salió y pudo sentir el ambiente incómodo que los rodeaba. Era normal para ella sentir esa incomodidad entre ellos y lo entendía, sobre todo al ver el parentesco nulo entre Laenor y sus hijos. Cosa que parecía ser la razón por la cuál Rhaenys no se llevaba del todo bien con la familia y siempre había incomodidad entre ellos. Ignorando las miradas fue hasta la mesa más cercana y se sirvió una copa de vino por la mitad, si iba a estar rodeada de incomodidad, al menos lo haría con un par de gotas de alcohol en las venas. Bebiendo de su copa se alejó hacía el muro de piedra cercano a las escaleras que llevaban a la playa y se recostó en el para ver el mar.

—Princesa—dejó su copa en el muro y se giró hacia su izquierda para ver a Jacaerys—, esto es para usted—por un momento se había olvidado del regalo.

En las manos del niño había un collar, dos cadenas de plata que sostenían un dragón pequeño, las alas estaban extendidas hacía arriba y el dragón estaba enrollado formando un círculo con su cola extendida hacía abajo formando un segundo círculo que sostenía un rubí. Sabía que todos los estaban mirando así que tomó el collar de las manos de Jace y lo observó de cerca. Apenas lo tuvo en las manos se dio cuenta que era acero valyrio y las cadenas tenían forma de pequeñas escamas de dragón. Era bonito.

—Gracias, Jace, es bonito—le sonrió con sinceridad por primera vez desde que se conocieron.

—No tienes que agradecer—murmuró el niño con las mejillas rosadas.

Apartó la mirada del niño y la llevó al collar acariciando el rubí con su dedo pulgar. Se quedaron en silencio, aquello era normal en ella y parecía que él estaba comenzando a aceptar los silencios después de pasar tanto tiempo a su lado. Agarró su copa de nuevo y se tomó el vino de un solo trago, no le gustaba tomar mucho, pero en ese momento lo necesitaba.

—Aerea, ¿podemos hablar?—Rhaenyra se acercó a ellos poniendo una mano en la cabeza de su hijo. —Jace, ve con tu hermano.

El niño se alejó y Aerea se volteo para ver al mar otra vez, realmente no quería hablar con ella, pero no quería hacer una escena. Respiró profundo dejando su copa sobre el muro, esperando en silencio a que Rhaenyra dijera algo. No tenían nada de qué hablar, ya habían hablado lo suficiente en todo el año que estuvo con los Velaryon.

—Jacaerys realmente ha desarrollado buenos sentimientos por ti—comenzó la mayor sin dejar de mirarla, como si esperase una reacción de su parte. —Sé que es difícil para ti, pero quizás puedas darle una oportunidad, tal vez puedas encontrar lo que buscas con él.

Quería reírse, ¿encontraría lo que buscaba con Jacaerys? No iba a negar que era un buen niño, desde esa corta edad se podía notar que sería el hombre que cualquier mujer soñaría tener, pero definitivamente no encontraría lo que buscaba con él. Jacaerys era el heredero de su madre, lo que menos tendría era paz a su lado. Si fuese heredero de Driftmark quizás lo aceptaría, sólo quizás.

—Jacaerys es un buen niño, pero no encontraré lo que busco con él—miró su copa vacía—. No estoy interesada en comprometerme ahora, ni lo estaré en el futuro, no quiero casarme.

Miró a Rhaenyra notando el destello de decepción en sus ojos. Eso era lo que más odiaba, que quisieran usarla como un simple muñeco en su juego por el trono, que la trataran como un arma que podrían utilizar en el momento que lo necesitaran. Por lo menos Rhaenys y Corlys parecían genuinos en su intento de complacerla, hasta podría decir que la mujer la trataba como a una hija, quizás para llenar el vacío que tenían por la lejanía con su propia hija. Eso era un poco más reconfortante porque al menos ellos no querían usarla para algo.

—No me importa ayudarte a fortalecer tu reclamo al trono, no me importas tu ni tu familia, así que no sigas insistiendo en algo que sabes no va a pasar—Rhaenyra parecía sorprendida e incluso ella misma se sorprendió de haber dicho eso, pero era la verdad y no iba a disculparse.

Sin decir más nada pasó a su lado para alejarse, ya no quería estar ahí, quería ir con Balerion y respirar en paz. Sus pasos se dirigieron hacía la puerta que la llevaría de regreso a High Tide ignorando las miradas de todos, estaba cansada de eso, de las miradas, de los susurros, de todo. Ignoró también a las personas que se encontró en el camino a su habitación. Había tenido suficiente de todo, tomaría sus cosas y se iría con Balerion. Quizás si regresaban a Valyria podrían regresar a su hogar.

Estaba frente a la puerta de su habitación cuando su mundo se comenzó a poner oscuro. Perdió el balance y se sostuvo de la puerta cerrando los ojos, respirando profundo para calmar su corazón acelerado. Las manos le temblaron cuando estiró una para abrir la puerta y sus piernas fallaron dejando caer su cuerpo al suelo. Un quejido se le escapó cuando sus rodillas hicieron contacto con el suelo, quizás no debió beber, pero solo había tomado una copa y eso no era suficiente para ponerla en ese estado. ¿La habrían envenenado? No, nadie tenía razón para hacerlo y tomó de la misma jarra que todos estaban tomando.

—¡Aerea!—escuchó el gritó de alguien en la distancia, pero no pudo responder—¡Llamen al maester!—la voz volvió a gritar, esta vez más cerca.

Sintió una mano en el hombro y eso fue todo, su cuerpo se rindió por completo cayendo en los brazos de la persona que se había acercado.

En medio de la neblina en su mente escuchó susurros y sintió manos tocándola, pero no podía hacer más que dejar salir un sonido de protesta. Las manos se alejaron y entonces pudo abrir los ojos, reconoció el techo de su habitación de inmediato, después reconoció al maester que se mantenía de pie junto a la cama mirándola. Rhaenys estaba de pie un poco más lejos con los brazos cruzados y lo que ella podía reconocer como una mirada llena de preocupación.

—¿Qué pasó?—preguntó en un murmullo.

—Se desmayó, Princesa—el maester le respondió con una sonrisa amable—, nada que un poco de descanso no pueda arreglar.

Suspiró con derrota y asintió, ya podría huir en otro momento. El maester se despidió después de asegurarse que no tuviera fiebre y Rhaenys se acercó para tomar asiento en el borde de la cama.

—Rhaenyra y Laenor se fueron, supuse que lo que hablaron no fue placentero—giró la cabeza para no verla, no quería hablar de eso. —También le pedí que dejará de forzarte a convivir con Jacaerys, aún no te acostumbras a estar aquí y no es bueno que te fuercen a hacer algo que no quieres.

—¿Cuándo se acabará todo?

—Laena dará a luz en los próximos días, posiblemente tardarán un par de meses más en llegar—asintió girando para acostarse sobre su costado, dándole la espalda a la mujer—. Tienes nuestro apoyo para lo que decidas en el futuro.

Esa noche durmió tranquila, no hubo sueños, así que durmió hasta el día siguiente. Cuando despertó se dio cuenta que la noche anterior no había cambiado su ropa, pero no le puso mucha importancia, ya le había pasado muchas veces desde que llegó a ese tiempo. Se dio un baño rápido cuando la doncella que la atendía le avisó que el desayuno ya estaba servido. Ese día optó por usar un vestido morado pálido, algo sencillo y rápido. Salió de su habitación con pasos acelerados y se dirigió al comedor dónde ya la estaban esperando, por suerte parecía que Vaemond y sus hijos recién habían llegado.

Tomó su lugar junto a Rhaenys como todos los días y procedió a comer su desayuno en silencio. Nadie habló de lo sucedido el día anterior y ella lo agradeció porque no tenía ganas de ser grosera con nadie en ese momento. En los días que siguieron tampoco lo mencionaron, pero una carta de Rhaenyra llegó para pedirle disculpas, ella ignoró el mensaje y siguió con su rutina como si nada hubiese pasado. Una semana después se encontró caminando por los pasillos para ir al comedor a cenar cuando notó que los sirvientes se movían de un lado a otro luciendo preocupados. Frunció el entrecejo al escuchar voces y alguien llorando cuando alcanzó el comedor, se asomó por la puerta y se congeló en su lugar al ver que era Rhaenys quién lloraba.

Con pasos lentos ingresó en la sala, pero nadie le prestó atención por primera vez desde que había llegado. El maester estaba ahí hablando con Lord Corlys y su hermano mientras Rhaenys lloraba desconsolada en una silla, los hijos de Vaemond estaban de pie junto a la mesa con el entrecejo fruncido y ella comenzó a ponerse incómoda. Pensó en salir y regresar a su habitación, pero entonces Lord Corlys la vio. Hubo una pausa incómoda en la que solo se escuchaba el llanto de Rhaenys y Aerea apartó la mirada porque no sabía qué hacer.

—Regresaré a mi habitación—anunció en un murmullo.

Dio un paso atrás, dispuesta a irse, pero entonces Rhaenys se levantó. Sus ojos fueron a la mujer que se movió desde la mesa a su lado y la abrazó con fuerza. Sin saber qué más hacer le regresó el abrazo y esperó a que le dijeran qué rayos había pasado.

—Mi pobre Laena se ha ido—escuchó el susurro amortiguado de Rhaenys.

Oh.

No conocía a Laena, pero podía simpatizar con Rhaenys porque sabía que posiblemente eso fue lo que sintió su madre cuando la dieron por muerta. Se quedó ahí con ella, abrazándola, tratando de darle su apoyo en silencio por un tiempo. Lord Corlys se acercó a ellas después de terminar de hablar con el maester y puso una mano en la espalda de su esposa para llamar su atención.

—Rhaenys, déjala ir—le pidió.

—Está bien—la menor asintió levemente.

Una hora después se encontró en la habitación de Rhaenys y Corlys. Estaba en la cama con Rhaenys que aún la tenía envuelta en sus brazos buscando el consuelo de la que había cuidado como a una hija por un año. Aerea se dejó hacer, entendiendo que en ese momento debía regresar la amabilidad con la que había sido tratada en el último año. Estar en los brazos de Rhaenys le hacía recordar a su madre. Por las circunstancias de su infancia no pudo tener una relación así de estrecha con ella, pero igual la valoraba y la amaba, no se podía imaginar lo mucho que debió sufrir cuando se fue con Balerion y nunca regresó.

Esa noche durmió con Rhaenys, dejando que la canción de cuna valyria que la mayor susurraba la llevase al mundo de los sueños. Soñó con Maegor otra vez, con Balerion y Dreamfyre, soñó con las paredes de la Fortaleza Roja, y cuando despertó lo hizo con lágrimas en los ojos. Por suerte estaba sola, Rhaenys estaba sentada en una silla frente al fuego y lucía como si no hubiera logrado dormir en toda la noche. Aerea no dijo nada, solo se levantó de la cama y se acercó para sentarse en la silla libre junto a ella.

—Llevarán en un mes, posiblemente, no lo sé—mordió el interior de su mejilla al escucharla—. Ya enviamos mensajes para avisar.

—Lo siento—susurró.

—Pensé que podría verla una vez más, pero parece que los dioses me han dado la espalda—apartó sus ojos del fuego para verla—. Supongo que es una misericordia que estés aquí para darme algo de consuelo.

—Los dioses sabían que necesitaba una madre y sabían que ibas a necesitar consuelo—estiró una mano y tomó la de Rhaenys—, podríamos decir que estaba destinado a pasar.

Rhaenys sonrió de forma débil y apretó su mano. Ninguna de las dos dijo algo más, no había más que decir, solo podían brindarse consuelo en silencio. Los dioses les habían quitado algo importante y solo se tenían la una a la otra para llenar ese espacio.

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NOTA:

Se murió mi Laena, siempre me duele escribir su muerte</3

La verdad iba a hacer que Aerea no tuviera relación cercana con ninguno de los Targaryen, solo con Daemon, pero me gusta la idea de que Rhaenys la viera como una hija después de cuidarla por un año y sobre todo después de perder a Laena.

El próximo será el funeral de Laena y Aerea conocerá a los hijos de la Reina.

Espero que les gustara, gracias por leer, lucienne.

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