~To Me~

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 Japón, 1975.

Yeonjun no le falló a Soobin como antes, durante el transcurso de las estaciones le escribió y envió varias cartas, hasta le llamó dos veces; una cuando sus padres se descuidaron, y en otra tuvo que usar carita de gatito abandonado. Sus padres se encariñaron con el rubiecito desde que lo conocieron, por lo que tampoco era tarea difícil, e incluso su ya tradicional regalo para el menor fue más grande porque ellos le han ayudado.

Estaba añorando que Julio llegara junto a sus vacaciones, también estuvo practicando piano en casa de uno de sus primos, quien acababa de mudarse a la ciudad y se ha hecho más cercano a él. Taehyun, en definitiva, era alguien con quien congeniaba bastante, mejor que cuando eran unos pequeños bebés peleones.

Hubo cambios en su cuerpo durante aquel año, ya con catorce primaveras encima estaba casi por ir a preparatoria en el siguiente periodo escolar. Su grupo de amigos siguió aumentando tanto como sus "admiradoras", chicas que suspiraban por él y le obsequiaron chocolatitos y cartas en San Valentín, sacándole una risa apenada y un corto agradecimiento; no era alguien tímido, pero honestamente no estaba interesado en eso de las citas o las chicas, al menos no todavía. No entendía cómo sus compañeros ya estaban empezando a tener novias y a parlotear de lo linda que eran las jovencitas con falda o vestidos.

Obviamente, son comentarios bobos e inofensivos, nada subido de tono o muy grosero, por ahora.

–¿Porqué no vienes con nosotros este verano? Muero por mostrarte la posada de mis tías y los sitios que más me gustan.

–¿Lejos de la ciudad, en un pueblito? No lo sé, moriría de aburrimiento.

–Es lo mismo, tienen televisión y radio, Tae – ríe empujándole un poquito, sorbiendo de sus fideos calientes, el picor le hace ventilar su lengua en lo que prosigue: –. Además, confía cuando te digo que hay muchas actividades geniales ahí.

–Suenas a chico de campo, ¿Seguro que no es sólo porque quieres presentarme tu amigo Soobinnie? – bromea sorbiendo de su soda, no es que realmente le desagrade ir al pueblito, pero quiere molestar al mayor un poquito más –. Parloteas mucho sobre él, apuesto a que sólo me presumirás que tienes un mejor amigo muy cool.

–¡Yah! No seas fastidioso. No hablo de Soobinnie todo el tiempo – pausa porque el de cabellos castaño oscuro arquea su ceja, haciéndole bufar enfurruñado –. Ok, no tengo motivos para quererte cerca de MI mejor amigo, luego querrás que te prepare postres deliciosos y robarme su atención, ¡Mejor ni vayas!

Taehyun se carcajea y se mofa un poco más, convencido de que no sería tan malo hacer chistes constantes acerca de su primo y el tal Soobin durante todo el verano.

Deciden ir al pueblo juntos cuando las clases culminan, los padres del azabache les conducen hasta el lugar, y si antes sólo creía que el lugar era bonito en las fotos que Yeon le mostraba, ahora pensaba que era precioso, no se arrepiente ahora de hacerle caso, incluso cuando él es un amante de la vida urbana. Bajando del vehículo en aquel idóneo sitio vacacional, su atención fue captada de inmediato:

–¡Binnie!

–¡Junnie hyung!

Taehyun aprecia por primera vez la forma en la que el par de Chois se abrazan con pura alegría plasmada en sus rostros, había conocido de Soobin por fotos y mediante el montón de historias que su primo le relataba, mas ahora en persona, puede percibir lo cercanos que son; el pelinegro no solía ser tan abiertamente efusivo o cariñoso con cualquiera de sus amigos en Tokio, pero ahora pellizca las mejillas del rubiecito y casi jura que se contiene de besarle las mismas cuando los adultos precisamente se acercan a ellos. 

Yeonjun claramente tenía esa parte reservada para Soobin.

Parpadea con curiosidad y se encamina hasta las tías maternas de Jun para saludar con educación. Él pertenece a la familia paterna, motivo por el que hace mucho no las veía, ni siquiera recuerda la última vez porque estaba muy pequeño. Posterior a esto, va con el par de amigos.

–Es un placer, mi primo habla demasiado de ti – sonríe ladino para el penoso rubio que le da una cortés reverencia. Su comentario se gana un zape en la nuca por parte del de boquita de pato, se queja con un chasquido y continúa con malicia: –. Lloró todo el año porque te echaba de menos.

–¡No es cierto, idiota! ¡No escapes, ven aquí!

Entre los correteos, Soobin se carcajea sonrojado y divertido a causa de los revoltosos primos, se une para defender a su hyung e ignoran a los adultos, quienes rendidos se marchan a la casa y les permiten seguir en sus travesuras con una simple advertencia para que no drenen mucha energía. En medio de la persecución, precisamente se cansa y va a sentarse, es algo que nota Yeonjun y se le une para cerciorarse de que estuviese bien, desplazando a un jadeante Taehyun que se burla de ellos.

–¡Hyung, ya llegué! ¿Ya está aquí tu querido héroe?

–¡¿E-eh?! ¡Beomgyu!

Yeonjun se infla en orgullo y sonríe para el castañito claro que se les aproxima con una canasta de jalea casera, seguramente enviada por su madre. Soobin se le une para reprocharle el avergonzarle con su mayor, sin embargo, Taehyun estaba con la boca entreabierta, tal como sus grandes orbes; él creyó que el jovencito que se les acercaba era una chica, esto debido a sus bonitos rasgos faciales, incluso tenía el cabello un poco más largo de lo que ha visto en los niños, de no ser por su voz lo habría creído, y lo peor es que nunca conoció a alguien tan... Lindo.

Por supuesto que nadie se fija de nada, los mayores presentan a Beom y Tae para ofrecerles un postre adentro. Taehyun estuvo demasiado callado y apenado por sus anteriores pensamientos, prefirió desplazarlos y centrarse en la comida para después conocer la habitación que compartiría con su primo.

Por su parte, Beomgyu siente una genuina curiosidad por el ojitos marrones, no sólo porque le evitaba la mirada - o eso le parecía a él-, sino porque era demasiado tranquilo, luciendo como un príncipe de sociedad por sus movimientos gráciles y actitud.

*🌼*

Tras la despedida de los padres de Yeon, ya se hace de noche y los de ciudad descansa un poco, ambos residentes del pueblito se disponen a charlar un poco y auxilian con la cena que se serviría a las ocho como de costumbre. Soo le pidió a su amigo encarecidamente que no le abochorne con los chistecitos del héroe con su hyung, y Gyu se lo prometió, a cambio de un raro favor:

–¿Para qué quieres que te ayude a ser amigo del primo de Junnie?

–No preguntes tantas cosas tontas, ¡Sales ganando con esto! Si me vuelvo su amigo entonces ninguno de nosotros interrumpiremos tanto sus momentos juntos, ¿No te parece genial?

–¿Y debo imaginar que lo haces por mí? Además, no lo hagas sonar como que no quiero tenerlos cerca de nosotros, eso es egoísta.

–¿Y si Yeonjun hyung prefiere estar con él que contigo?

El puchero de Soobin rápidamente se transforma en una mueca de indignación, golpeando a su amigo con una manito. Cede ante este tras una discusión sin importancia y se guarda aquel malestar al pensar que su Yeyo hyung no la pasase tanto con él como con Tae, siente que es egoísta, pero se convence que ese par estuvieron juntos todo el año en la ciudad, ahora era su turno. Agregando el hecho de que, tal vez, Beom y Tae generen una gran amistad, con todo y que lucen como polos opuestos.

Así fueron él y Yeonjun, ¿Verdad?

*🌼*

Namjoon oye las melodías de su alumno al día siguiente, contento como era usual por sus avances, tanto, que le permite salir más temprano de su lección. El jovencito estaba más que alegre con la noticia, puesto que quiere estrenar junto a su mocosito el regalo que le trajo de la ciudad. Le ha traído un reproductor de casetes con dos tapes musicales de pop que sin duda le fascinarían. Ambos van al jardín para acostarse en el césped cercano a la fuente y se colocan dos audífonos compartidos para perderse en las canciones mientras conversan o comentan, de la melodía o temas aleatorios. Es un paisaje medio relajante, pues sufren de interrupciones por ruidos que les distraen a su alrededor, los llamados constantes y la gente de la vivienda yendo de un lado para otro.

–¿Dónde está Taehyun? Es extraño que todavía no ha venido por aquí, igual tu amigo.

–¿Quisieras que esté aquí?

–¿Honestamente? Me gusta estar a solas contigo – ladea su cabeza con una sonrisita, le era sospechosa la carita culposa de su menor –. ¿Tú tienes alguna pista de dónde está?

Soobin juega con sus dedos y se reincorpora, apartando la reproductora y mordiendo sus labios.

–Puede que hiciera un trato con Beomie para que se mantuvieran ocupados y así nosotros poder estar más tiempo juntos... S-sé que fue egoísta, pero ustedes han estado juntos por meses, y yo con Gyu igual, así que... ¡No te rías de mí, hyung malo!

Yeonjun se retuerce con su barriguita doblada entre carcajadas, le era tan adorable la conducta de su abochornado dongsaeng, a pesar de que lo esté golpeando el brazo -sin verdadera fuerza-, que no contiene su gracia ante el asunto.

–Ha sido brillante, no creí que fueses tan astuto, mocoso. Me encanta la idea de estar juntos, y si querías tener a hyung para ti solito, sólo debías pedirlo, Soobinnie~

Con todo y la vergüenza, Soo se une a sus risas y se venga con cosquillas, los dos terminan sin aliento en una guerra hasta que les llaman adentro. Se quedan perplejos al percatarse esa tarde que en el jardín estaban un Taehyun silencioso y a un Beomgyu parlanchín, ambos sentados en el borde de la fuente, mojando sus pies y comiendo fruta picada.

Era una escena hilarante, pero no parece que ninguno se estorbe, por ende, les dejan ahí hasta que se los cruzan en las comidas.

*🌼*

Los días venideros transcurren de una misma manera las primeras dos semanas, otras veces entre los cuatro se juntan a hacer juegos o algo, y para sorpresa de los dos mayores, el par de nuevos amigos se lleva bastante bien entre ellos.

–Es muy conversador y divertido – le comentaba Tae tranquilamente a su primo por las noches.

–Es muy inteligente y amable – explicaba un sonriente Beom a su rubio amigo por las mañanas.

–Son una amistad muy extraña – coincidían Yeon y Soo con gracia mientras hacen las compras en la tiendita de víveres.

Todos se complementaban de una forma u otra al final del día. Estaba siendo un verano novedoso y genial, de no ser porque, a la tercera media semana, Soobin estaba teniendo muchas más labores al haber enfermado su padre, las lecciones de Yeonjun se postergaron a consecuencia de esto, sumando el que Taehyun tuvo que regresar a la ciudad con sus padres porque su abuela les visitaría de improvisto, y Beomgyu tuvo una fractura en el pie por una caída descuidada.

Yeonjun estaba más que aburrido porque no siempre puede ayudar a Soobin debido a lasórdenes de sus tías, no tenía las clases de piano, su primo se fue y ahora se empeñaron en hacerle repasar matemáticas y física por sus notas decadentes; le advertían que ya entraría a preparatoria y serían años más exigentes, por lo que, a pesar de sus quejas, no tuvo más opción. Añadiendo que el mocoso de Bin se lo pidió con una carita de corderito que no pudo rechazar.

–Mis padres me prometieron que te traerían revistas de arte cuando me fuera a la ciudad – masculla un adormecido pelinegro en la sala, tratando de juntar las piezas del rompecabezas junto a su amigo –. Anunciaron muchos lanzamientos de videojuegos fantásticos para el próximo año en las revistas que leí de entretenimiento. Quizás el siguiente verano pueda traerte algo muy cool.

–No quiero que gastes todos tus ahorros en mí, siempre me das regalos increíbles y los míos son sencillos – suspira tendido, con su mueca concentrada en lo que finalizaba una unión del rompecabezas tedioso de su padre –. Ni juntando todos mis ahorros podría comprarte algo tan especial como lo que me das.

–Binnie, todo lo que me das es valioso – informa con seriedad, frunciendo su ceño para captar la atención del cabizbajo. Detalla su alrededor y toma un clip metálico que estaba abandonado en la mesita de té, en concentración saca su lengua por una comisura de su boca mientras moldea un corazoncito que le extiende satisfecho al rubio al culminar –. Mira, te obsequio esto, ¿Crees que no es valioso?

–C-claro que lo es, lo guardaré en un sitio especial – apresura a decir, apegando el corazoncito de su pecho, como si fuese una pieza elaborada de oro puro la que está entre sus manitos. Entonces el mayor le pregunta el motivo, y sólo logra responder con dulzura: –. Porque lo hiciste tú para mí.

–Todo lo que venga de ti es sumamente importante y valioso para mi, mocoso. ¿Recuerdas el dibujito que me diste cuando nos conocimos? Lo tengo en mi habitación colgado – sonríe acariciando los rubios cabellos con ternura, con naturalidad –. Puedes darme una piedrita decorada con una carita graciosa, y la pondré sin dudar en un museo, lo juro.

Soobinnie experimenta un saltito en su pecho, ahí donde estaba el clip que acababa de recibir por Yeonjunnie, comprende que es de lo que su maestra de primaria le conversaba, y la calidez se expandió por su ser con una linda sonrisa de hoyuelos que cautivó a su mayor, como un gatito gustoso de las caricias en su cabecita.

–Gracias, hyung.

Hubo más momentos compartidos entre el par de amigos, no tantos como hubiesen anhelado, pero los suficientes para tener un verano grato que recordarían como el resto de ellos.

Cuando llegó la hora de la triste despedida, ambos se abrazaron con mismo cariño, uno que el resto veía como uno de hermanos, de amigos, muy fraternal, sin pista de que aquello iría cambiando a partir del siguiente verano.

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Japón, 1976.


Si a Yeonjun le preguntaran el cómo describir sus quince años en una palabra, sería definitivamente: Cambios.

Iniciando porque la mayoría de sus amigos estaban obsesionados con tener novia y hasta charlaban sobre revistas que robaron de sus hermanos mayores, unas que no eran como las de autos, videojuegos, entretenimiento ni animaciones, sino con fotos de mujeres muy irrespetuosas y subidas de tono que le hacían sentir su bilis colapsar. Lo peor es que muchas veces tuvo que seguirles la corriente para que le dejaran tranquilo. Él no tenía hermanos para desahogarse al respecto, lo más cercano era Taehyun, pero era un año menor y prefería no traer tal tema a colación con él. Comenzaban a lloverle chicas insinuantes con exagerado maquillaje, ropa justa, y hasta en su salón estaban unos pequeños grupitos charlando de métodos anticonceptivos y cigarros como si fuese una rutina a seguir, mundana. 

¡Tienen quince años, por dios! Es lo que gritaba a la almohada cuando se siente demasiado frustrado de la rutina diaria. Claro, no todos eran así, no era como que cada charla giraba entorna a ello, pero sí tuvo que tolerar mucha basura a lo largo de su primer año en preparatoria. Lo que más deseaba era que llegaran las vacaciones para irse a Takayama, en las cartas de Soobin no le relataba nada de esto, por supuesto, pero se pregunta cómo vería al menor ahora que sus ojos han visto tantas cosas repulsivas a consecuencia de sus amigos y compañeros de clase.

–No podré ir este año, pero he estado escribiéndole a Beomgyu hyung como tú lo haces con Soobin-ah. Suelo enviarle postales y fotos, le gustan mucho – Taehyun escapa un gruñidito por el teléfono –. Tendré que vivir el verano en Seúl con mi hermana mayor o mamá se pondrá furiosa. Eres realmente afortunado de ser hijo único, hyung.

–Tal vez lo soy, me toca ser el mayor a mí – ironiza con su libreta repleta de tachones –. Le diré a Beomgyu que le echas de menos, pero tengo entendido que este verano tampoco estará en el pueblo, algo me mencionó Binnie en la carta anterior... Agh, ¿No tienes dinero extra que puedas regalarme?

–El dinero no se regala, sopenco.

–Yah, es para el regalo de Soobin. Quiero comprarle una consola de las nuevas, las portátiles de Mattel, como las que tenemos tú y yo – lloriquea depositando su lapicero en el escritorio –. Mamá y papá me dijeron que era costosa y que esperara al año entrante que bajarían de costo, ¡Pero necesito darle una!

–Trabaja, aún faltan tres meses para verano – bromea inocente, pero ante el silencio en la línea, se incorpora de la cama –. Espera, era un chiste.

–¡Eres un genio!

Sí, Yeonjun por primera vez en su vida hizo algo que le diera dinero que no provenía directamente de sus padres o familia, no eran billetes del suelo ni mucho menos robados, sino que bailaba en secreto en el metro y realizaba tareas extras a los chicos de secundaria para reunir lo suficiente para su obsequio. Estaba muy emocionado y agotado, pero vale la pena cada que deposita en su alcancía de conejito cada centavo o billete. Sus padres creían que sólo vendía chicles y dulces con Tae, puesto que era claro que ellos no le dejarían estar danzando como un callejero por ahí, ni haciéndole los deberes a irresponsables pubertos. A la final, le ayudaron con una parte, y sus mesadas acumuladas también sirvieron lo suficiente.

Cuando tuvo la consola a su alcance, la forró con un lindo papel de regalo, totalmente orgulloso de sí mismo y anhelando ver pronto la expresión del rubio. Por ello, el día en el que iba en su auto hasta el encantador pueblito, abrazaba la cajita con una sonrisa que enternece a su madre y divierte a su padre.

Hacen una parada en la placita cercana para comprar algo para la cena de sus tías, sus padres se quedarían esa noche porque ya era tarde, entonces se cruza con el ojitos claros que anda junto a una niña de su misma edad, charlando fuera de la tienda de periódicos. Se baja del auto por impulso, sabiendo que sería regañado por incumplir la única petición de sus padres, pero curioso yendo hasta el par.

–¿Hyung? – Soobin se asombra de hallar a su amigo, no duda en ir hasta él para abrazarle, el mismo le recibe gustoso, pero no tan efusivo. Lo otorga a que están en público, recuerda a la niña a sus espaldas y regresa a ella apenado –. Lo siento, Eui. Éste es Yeonjun, es mi mejor amigo.

–H-hola, oppa – la menor de adorables trenzas da una reverencia sonrojada, embelesada por el lindo chico alto que le sonríe por cortesía –. Soy Jeong Eui, es un gusto.

A Yeon no le pareció inusual que la chica le examinara tanto, más atento a la explicación de Soobin sobre su amiga y el cómo se conocían, contando a su vez que estaba a punto de ir a la casa de sus tías para recibirle pero que tuvo que acompañar a la pelinegra. Está ansioso porque sólo quiere darle su regalo y conversarle tantas cosas. Le echó de menos, lo hizo de una manera particular al haber estado todo el año escolar tolerando a su grupito de traviesos amigos. Estaba apreciando más que nunca tener un mejor amigo como Soobin, único.

Los señores Choi les encontraron y reprendieron a su hijo por haberse bajado sin permiso del automóvil, se aplacaron por toparse a Binnie y les ofrecieron a los dos menores llevarlos en el auto. Dejaron a la niña en su casa, la cual está cerca de la posada, y posteriormente fueron a su punto de llegada principal. Todo va como tradicionalmente es entre saludos y comentarios, sus tías parecen deslumbradas porque su sobrino estaba más alto y apuesto con los años, su voz estaba cambiando como su estilo de vestir, estaba comenzando a verse como un hombrecito, y aquello tiene al mismo avergonzado y al rubio divertido.

Soobin sí se fijó en los cambios físicos de su hyung, le preocupaba un poquito el que también fuese un impedimento para su amistad, porque, así como el aspecto, la gente suele ir cambiando su personalidad al crecer y él sigue siendo un año menor. Su ansiedad baja cuando Jun le pide acompañarle a su habitación y le da aquella consola portátil que le deja mudo y boquiabierto por unos buenos segundos. Yeon le relata lo que hizo para conseguirla, sumamente emocionado, sin darse cuenta que sólo ocasiona que comience a llorar.

–No, no, ¿P-por qué lloras? ¿No te gustó? – le abraza de inmediato, alarmado por su dongsaeng y obteniendo negativas entre sus hipidos. Sonríe aliviado cuando comprende sus balbuceos –. No ha sido nada, claro que haría eso por ti y más. Te quería comprar unos colores igual, pero no hice el dinero suficiente a tiempo...

–E-es que es demasiado – musita contra el pecho de su mayor, apartándose para estrujar sus ojitos –. Sé lo que dije la vez anterior, p-pero esta vez ha sido muy costoso, hyung.

Soobin admiraba a su hyung, siempre lo hizo, pero ahora que le cuenta todo lo que logró, lo que ha hecho por y para él, sus sentimientos de respeto y cariño aumentan; no era por el videojuego en sus manos, sino por el noble y desinteresado gesto, el que le considerara y aprecie tanto. Se promete a sí mismo que seguiría sus pasos y haría un obsequio especial para él en la próxima oportunidad, era una meta que debe cumplir.

La meta que tiene Yeonjun ahora mismo era distinta, ya que estaba algo obstinado de que les interrumpan tanto en sus ratos libres del día, no se siente del todo cómodo recientemente estando con su dongsaeng siendo rodeado de tantas personas, no tiene pista de cómo explicarlo, sencillamente desea más privacidad para ambos.

*🌼*

Esas ganas son la razón por la que ha convencido a Soobin para irse con él a explorar algún sitio cercano en lo que andan en sus bicis un viernes no tan caluroso y bastante fresco. Se pierden un poco al alejarse y se contiene de ignorar los asustados comentarios del ojos claros, deteniéndose al entrar en una parte boscosa bastante preciosa y solitaria, cerca de un lago de agua cristalina que les roba el aliento.

Depositan sus bicis a un lado del césped, adentrándose al sitio con una sonrisa encantada.

–¡Declaro este lugar como el territorio privado de Yeonjun y Soobin!

–Es como Nunca jamás, ¡Es hermoso, hyung!

Estaban explorando el nuevo escondite cada vez más fascinados, no hay nadie cerca, solamente insectos, animalitos inofensivos y ellos. Se distraen un rato y ya están planificando las actividades que harían y los objetos que traerían para complementar el sitio, era como un refugio que les emocionaba de sobre manera. Tan sumidos en sus planes andaban, que no se percatan cuando cerca del lago hay un montón de enredaderas acumuladas que hacen caer al pelinegro y hacer que el mismo se hiciera unos raspones bajo el pantalón, pero sobre todo en sus palmas al haber barrido el suelo rocoso en medio de la caída.

Al segundo del accidente, Bin le llama asustado y se arrodilla al lado de su mejor amigo, examinándole angustiado con todo y que el mayor trata de calmarlo; las expresiones adoloridas para nada alivian al preocupado corazoncito del más bajito.

–No es nada, estoy bien, Soobin.

–No, no estás bien. Te dije que ya estaba oscureciendo y que regresáramos, por eso te caíste.

–Hey, es sólo un- ¡Auch! – sisea con mandíbula apretada por los toques del inquieto chico de camisa amarilla, intentando mantenerse por dentro el dolor que le ocasionaron los raspones, sus palmas están rojas y sangrando por los cortesitos que el otro escanea con tristeza –. Te dije que estoy bien, y-ya suelta que va a ser peor.

No lo hace, en su lugar opta por sacar un pañuelo de su bolsillo y limpiar muy cuidadosamente a su hyung, mojando la tela blanca en el lago y facilitando el trabajo mientras el herido se remueve con gruñiditos que intenta opacar. Yeon le observa en todo momento, deja de luchar contra él unos pocos minutos, lo que le proporciona más tiempo para vendarlo con el ahora roto pañuelo en cada mano.

La cuestión es que no acaba ahí, ya que inesperadamente -como si se tratase de un instinto natural-, Soobin acuna cada mano para besarlas con suavidad y sumo cuidado sobre la improvisada venda, causándole a Yeonjun un calor en su rostro y un cosquilleo que acompaña al palpitar repentinamente acelerado de su corazón, su boquita entreabierta mínimamente. 

Perceptiblemente no fue algo más que inocente para el dongsaeng, al percatarse de que quizás fue muy excesivo, el mismo se pone tímido y sonríe nervioso por su arrebato.

–Dijiste que los besos curaban las heridas, yo... Tampoco quiero permitir que hyung se lastime ni caiga, deseo siempre curarte.

En tal edad no tiene un nombre para la sensación en su pecho, atina su sonrisa a su gratitud exclusivamente, pero sí es participe de que adoraba a su mejor amigo, y que sus heridas ya no estaban doliendo, está tan conmovido que traga el nudo en su garganta para evitarse una escena bochornosa que le haga lucir como el verdadero mocoso llorón entre los dos. Prefiere abrazar al menor y regresar a casa con él, más que feliz de haber hallado un sitio único que era ahora parte de ellos dos.

*🌼*

Durante las lecciones con el señor Choi a la tarde siguiente, Yeonjun aprende datos importantes e interesantes acerca de los relatos históricos del hombre, se entera ahí que Soobin es amante últimamente de la lectura como su padre, se pregunta por qué no le dio tal dato, pero disimula haber sido participe de ello con Namjoon, sólo para no hacerle detener de sus relatos acerca del rubio, y de él. Lo admiraba y respetaba, el hombre era un modelo a seguir para Jun, le gustaba que, cuando sonreía, también poseía aquel par de hoyuelos que su hijo cargaba en sus lindos cachetes. Quiere jalar las mejillas estirables de Soobin.

–¿Piensas en una chica? – Joon saca al adolescente de su mente, aturdiéndole. Se ríe de tal gesto y le provoca como todo un cómplice: – Estás de pronto sonrojado, Yeonjun-ah. Si necesitas hablarlo con alguien que no sea tus padres, o si requieres algún consejo, no dudes en buscarme. Sé que es un tanto vergonzoso a estas edades tratar asuntos relacionados al romance y las chicas.

–¿C-chicas? No, oh, no es algo como eso – corrige con un titubeo, riendo por inercia –. No pensaba en nadie, profesor Nam.

Quizás fue su primera mentira, una que cree blanca.

–¿Estás seguro?

–Sí, no hay nadie por quien sienta tales cosas... No me siento preparado para experimentar un romance o citas con las chicas.

–Nadie está preparado, Yeonjunssi. Cuando el amor y el romance toca a la puerta, no hay nada que podamos hacer para frenarlo – opina con sus dedos tocando una melodía suave en el gran piano, sin apartar su vista del jovencito –. Si no te ha llegado el momento, pronto lo hará, o tal vez más adelante. Ni siquiera es algo de físico o que ocurre a primera vista, al menos no en muchas ocasiones. Las mariposas te lo dirán.

Era ajeno a los conceptos que le fueron dictados, no le toma tanta relevancia ahora mismo, más concentrado en aprender la canción que practican. Sin embargo, sí está algo contrariado porque el impulso de ansiar besar las mejillas del tierno Soobin se hacen mayores -como éste hizo con sus heridas el día anterior-, y sabe que es raro cuando ya no es un pequeño niño con su amigo. Es extraño al percatarse que, a lo mejor, no sería cómodo para el menor y que luciría mal para el resto verle hacerlo, ¿Verdad?

*🌼*

Inocente ante los pensamientos que invaden a su hyung, el ojitos miel le ofrece un picnic en su lugar secreto, una escapada luego de días de labores tediosos y clases de música o dibujo, prepara todo en una canasta con manta, vasos, platos, servilletas, frutas, brochetas de carne con arroz, jugo de fresas y tartas miniatura; todo fue elaborado con ayuda de Arin, aunque ya él era más experto y no requiere de tantos consejos para realizar tales platillos, pero compartir con ella tiempo de calidad era lo mejor. Trae consigo el radio de su padre y una linterna por si oscurece, no siéndole atractiva la idea de que lo de la vez anterior aconteció.

Yeon no pone retención alguna, está emocionado por la idea y su estómago ruge por el sorpresivo banquete que su amigo le narra, se asombra por lo mucho que avanzó, igual que estuvo sumamente orgulloso de que su mocosito le mostrase sus dibujos mucho más estilizados esa mañana antes de ir al bosque, era un hyung alegre y radiante por el rubio. Le enternece que le preparase algo especial, le encanta todo lo que degusta y siente que desfallece por los manjares, la música de la radio a pilas les acompaña con algo de distorsión que les causa gracia, el sonido de la naturaleza, la brisa bajo la sombra, el paisaje del lago, las risitas de Bin y su presencia tan gratificante, todo es como un sueño muy bonito.

–No me malinterpretes, amo Takayama y todo esto, es sólo que me fascinaría poder ir algún día a Tokio, todo suena genial ahí – se encoge con un suspirito ensoñado –. Jamás he salido de aquí y pienso que sería un sueño para mí.

–Prometo que algún día te llevaré conmigo a la ciudad. Te mostraré todas las tiendas, te compraré dulces, iré contigo a los arcades, ¡Oh, iremos a la feria y verás también las pantallas grandes de los centros comerciales! – alardea con ojos brillantes de sólo imaginarlo todo, es un deseo de su alma que va a cumplir algún día para hacer feliz a su amigo – Tokio será un mejor sitio contigo ahí, Soobinnie.

–¿En serio? Si lo haces te cocinaría todos los días por el resto de mi vida – carcajea ilusionado por lo contento que luce su mayor.

–¡Trabajaré desde ya mismo si es así!

Continuaron compartiendo anécdotas y divagando, recientemente darían un festival en el pueblo y comentan sobre ello, antes no habían ido por ser unos niños, pero ahora que tenían catorce y quince años podrían ir un rato. En dicha celebración hay una feria en el centro donde hay diversos comercios andantes y locales, sirven mucha comida, golosinas, hay pequeños jugando con globos de agua o pistolitas de la misma, los adultos pasean en familia con sus hijos y las parejas aprovechan el romance del ambiente floral, igual que los grupos de adolescentes gozan entre bromas y reuniones. Soobin y Yeonjun disfrutan entre ellos y con las tías del último mencionado, el padre del primero se quedó por decisión propia en casa.

Se encontraron con Jeong Eui, la chica les visitó otros días anteriores y estaba más que flechada por el pelinegro, sin que ellos se percatasen del suceso, por lo que naturalmente le buscó mucho todo el festival y trató de captar su atención, desde su atuendo y maquillaje, hasta con comida preparada en un lindo bento y demás. Ya a tal punto no pasa desapercibida su conducta para ninguno de los Choi. 

Yeonjun no era tonto, ya conoce a las chicas en preparatoria que le seguían entre suspiros ensoñados con cartas y chocolates, le es un poquito triste que la muchacha lo buscase por misma razón cuando la apreciaba como una nueva amiga. Soobin por su parte se siente tenso y raro por los intentos de su compañera de clase con su hyung, le es algo inapropiado, y de pronto, ya no la quiere tan cerca de ellos.

Pero no era fácil que Eui se apartase de Yeonjun, más cuando las cómplices tías notan todo y distraen a Soobin durante los fuegos artificiales por la noche. El rubiecito estaba añorando compartir la experiencia con su amigo, pero no es que fuera viable desobedecer a las señoras que le hospedaban amablemente, y para el pelinegro estaba siendo muy lamentable el no poder ver el espectáculo de colores con su dongsaeng, menos cuando su familia le empujó prácticamente a estar con la chica con peinado floral.

Lo que no esperaba ninguno, es que Jeong se atreviese en un acto de valentía a besar fugazmente los labios del azabache, quien abre sus orbes en asombro y queda mudo ante tal acto. La jovencita se disculpa por el impulso, totalmente apenada antes de irse lejos, dejando a un aturdido chico alto que, por más que supo que lo indicado era buscar a la muchacha, prefiere regresar junto a Soobin y sus tías.

Bin percibe algo inusual en su amigo, espera que le diga algo, mas nunca le narra lo acontecido. Jun aún está procesando todo, se supone que era su primer beso con una chica y no está nada claro de lo que ha sentido, porque no experimentó nada, tal vez porque fue en un parpadeo, o porque no está acostumbrado, tal vez y realmente no le atrae la chica, por más que es muy bonita. Sencillamente no comprende nada y escoge no atormentarse, ya lo hablaría con Eui, si se atreve.

*🌼*

La pelinegra no se presenta por varios días, Soobin sospecha que tuvo que ver con el comportamiento silencioso de Yeonjun en el festival, sólo que le daba algo de nervios indagar demasiado; elige ignorarlo, disfrutar de las escapadas al bosque... Pero debe preguntarle algo a su amigo durante la semana final de vacaciones:

–Hyung, el hermano mayor de uno de mis compañeros nos dijo que los chicos desde preparatoria empiezan a tener parejas y cosas así... – traga el nudito que se le forma en la garganta, no describe su estado y el porqué resulta complicado completar: – Tú n-no tienes una n-novia en la ciudad, ¿O sí?

–¿Novia? ¿Dices que si me gusta alguna chica como para salir con ella? – titubea con un estado de intranquilidad por el cuestionamiento, no quiere que su mocoso sospeche de lo ocurrido con Jeong, no lo entiende, nada más es consciente de que no es un dato que desee revelarle –. No, no me interesa ninguna chica, tampoco tengo novia, Binnie. No todos tenemos que hacer lo mismo por tener una edad, ¿Sabes? Quizás cuando inicies la preparatoria este año habrán muchos chicos que quieran creerse rudos o adultos, no tienes que escucharlos o hacer lo que ellos hacen.

–Lo sé, no lo haría – sonríe vagamente, suelta el aire que no sabe había contenido y ya no pesa tanto respirar, los nervios se disipan para reemplazarse por un extraño alivio –. Tampoco tengo novia, por si quieres ponerte sobreprotector, Junnie.

Fue un chiste claramente, Yeon se ríe, pero le causa cierto recelo el imaginar que su Binnie pudiese tener a alguna chica detrás suyo, después de todo, es alguien muy apuesto y con demasiadas cualidades como para contarlas con sus dedos y articulaciones.

–Tú eres mi mocoso, diles a las chicas que se aparten si no quieren a un molesto oppa detrás de ellas – señala con diversión, sin embaro, debajo de sus palabras, hay una pizca diminuta de verdad.

–Entonces diles a las chicas en la ciudad que hyung es mío también, y que si no quieren que vaya a pegarles chicle en el cabello, mejor deben alejarse de ti – juega con una sonrisita malévola que hace carcajear a su mayor.

Inicia algo nuevo ese verano, al acabar los dos chicos estaban más unidos, es algo notable cuando comparten un abrazo más largo, cuando Yeonjun se atrevió a besar su mejilla al todos distraerse; también al captar el sonrojo y la sonrisa de Soobin, la forma en la que se apartan más entristecidos y por el cómo el pelinegro no se aparta de la ventanilla trasera del auto hasta que no divisa al menor, manteniendo su palma en el vidrio, con un mohín que aprecian sus padres con curiosidad.

Más que nada, el ceñudo señor Choi Chanyeol.

Japón, 1977.

¿Cómo terminó en una estación de tren, escapando para irse hasta su paraíso personal? Fácil, tuvo una discusión con su padre, quien desde su anterior visita al pueblo había estado atosigándolo sin consideración. Empezando por sus comentarios acerca de su vida "amorosa" adolescente:

–¿No hay ninguna jovencita que te guste?

–Estoy ocupado escribiéndole a Soobin, papá. Te dije el mes pasado que nadie me gusta.

–¿De verdad? Hay muchas chicas bonitas aquí en la ciudad.

–No se trata del físico –explica entre dientes, intentando no perder el hilo de lo que escribe en el papel con bonitos stickers –. ¿Cuál es tu empeño de pronto en esto? No es como si viviéramos a principio de siglo para buscarme un compromiso siendo prácticamente un niño.

–No exageres, hijo. Simplemente quisiera que lo charlaras conmigo – insiste con un suspiro agotado, yendo a sentarse sobre el colchón de sábanas azul marino –. Hoy una chica llamó a casa preguntando por ti, estaba nerviosa y tartamudeaba, supongo que es porque le gustas.

–No significa que tenga que gustarme a mí – corta en tono borde, ya sabe quién era la chica fastidiosa –. No comprendo porqué no puedes ser como...

Hay un silencio pesado, la tensión palpable entre ambos Choi.

–¿Como quién? – reta, ya a sabiendas de lo que diría.

–Como el padre de Soobin. Él no me insiste y me dijo que no debo presionarme – admite, volteándose resignado hacia el hombre. Se esfuerza por no agachar el rostro, intimidado con la expresión seria del opuesto –, que si llega una persona especial, yo lo sabré.

Sin embargo, Chanyeol salió del cuarto sin nada más que aportar, el menor creyó haber acabado con aquel martirio, hasta meses después cuando, tras tantas semanas de incomodidad entre ambos, le informó que esas vacaciones de julio y agosto no iría con sus tías.

Yeonjun sintió que el alma le caía al piso con semejante injusticia, discutió con su padre, incluso trató de rogarle en medio del desespero:

–No lo entiendes, necesito ir a ver a Soobin.

–Pensé que ibas por las clases de piano, dijiste que son tu prioridad.

–D-desde luego que quiero las lecciones de piano, pero yo le prometí a Soobin que iría cada verano, sin falta – espeta con la angustia palpable en su inestable tono, como si fuese motivo de peso para que lo comprendiese su promesa. No llora, no es capaz de hacerlo frente al implacable par de ojos frente a él, pero sus orbes se humedecen y su semblante era de pura mortificación –. No puedes hacerme esto, papá.

El señor Choi estuvo tentado a descartar su castigo, le deja atónito el estado del azabache -le trae recuerdos que prefiere no tener ahora mismo-, pues Yeonjun era un chico muy relajado y sonriente, no lloraba desde que era un pequeñito. Sabe que estaba siendo muy duro y cobrándole caro a su hijo por haber lastimado su orgullo paternal meses atrás, pero no cedió al creer que hacía lo correcto. Por ello se arrepintió cuando Jun le declaró la ley del hielo, y no conforme con esto, se escapó apenas terminó sus clases.

Ahí retomamos los hechos actuales:

–Como estamos en Tokio tendrás que tomar primero el ferrocarril hasta Nagoya. De ahí puedes tomar otro a Takayama o irte con algún buen samaritano por carretera, aunque eso es algo peligroso, jovencito.

Yeonjun le agradeció al hombre y se ajustó más la mochila al hombro, verifica su reloj de muñeca y va corriendo posteriormente a la cabina de boletos para pagar. Era su primer viaje en solitario, por suerte teniendo dieciséis y siendo chico de ciudad no le es tan complicado, a su beneficio está el que sólo desea llegar a su destino y eso le mantiene despierto, pero una parte de él se siente mal por el susto que le estaba dando a sus padres. 

No era un mal chico, pero uno hace locuras cuando quiere y es joven, ¿No? 

Apenas termina su tediosa travesía, suelta aliviado el aire contenido, no pierde oportunidad y va hasta la dirección de Beomgyu con ayuda de un amable sujeto que le llevó en auto. El castañito queda confundido con su presencia, pero acata sin rechistar a su pedido cuando llama a Soobin por teléfono, quien no tarda en llegar sin aliento y con expresión petrificada al toparse con Yeonjun en la habitación de su amigo.

Yeon no espera ni un segundo para abrazar al perplejo rubiecito, Gyu les deja solos y les advierte que no tarden demasiado, ya estaba enterado de la huida alocada del mayor y era cuestión de tiempo para que los descubran.

–¡¿Acaso estás demente?! Hyung, no deberías estar aquí – se separa para ver el sonriente y cansado rostro del mayor, aún así el brillo emocionado en sus orbes verdosos no se esfuma; aquello le pone más nervioso, sí –. T-tus tías dijeron que no vendrías este verano.

–No iba a permitir que me castigaran así, Soobin – ladea la cabeza con desgano–. ¿No estás feliz de verme?

–Lo estoy, sabes que sí – muerde sus temblorosos labios, estaba preocupado – ¿Por qué te escapaste así? Ha sido un riesgo enorme.

–Por ti, tenía que verte – simplifica con una sonrisita perezosa, la presencia del menor al menos le estaba dando fuerzas, sobre todo cuando acaricia sus mechones alborotados por la segura carrera que dio para venir a su lado. Ahora está más que aliviado y quiere descansar con su presencia cerca –. Te prometí que cada verano estaría contigo y que no rompería más promesas, ¿Cierto?

Soo no lo aguanta más, largándose a llorar en los brazos de su hyung como todo un bebé, siendo consolado entre risitas enternecidas que le reconfortan. Desde que se enteró de que el azabache no estaría esa temporada como era usual, se había sentido horrible, el corazón le dolía, luego fue una agonía cuando lo reportaron desaparecido, pero ahora era como si los pedacitos se unieran a reconfortarlo.

Estuvo muy asustado, tenerlo cerca era como un respiro.

–¿Qué sucede? – inquiere al estar más sereno y notar la exaltación del otro – Tienes cara de zorro triste.

–Demonios, es que olvidé tu regalo – gimotea en lamento, pasando una palma por su cara –. Con todo esto no lo recordaba.

–¿Bromeas? Hyung, el que estés aquí ya es el mejor regalo, todo lo que hiciste por mi – contesta con toda sinceridad en medio de una risa aireada, quedando pasmado por el beso que repentinamente recibe en la mejilla –. U-uh...

Yeon se cohíbe ante su impulso por la reacción del menor, lo hizo antes de siquiera cavilarlo dos veces.

Fue como una necesidad.

–P-perdón, ¿Hice algo malo?

La sonrisita de hoyuelos aparece en los sonrosados mofletes del más bajo, aquel revoloteo de insectos en su estómago regresando con insistencia.

Su hyung nervioso era muy adorable.

–De hecho, estoy tan feliz que también quiero besarte, hyung...

Y apenas el opuesto le da autorización con una sonrisa encantadora que le contagia, de igual modo besa su mejilla fugazmente.

Ambos dejan los saludos de lado y elaboran un plan para que Jun se quede en casa de Arin, puesto que nadie sospecharía ahí, sin embargo, ella se negó con un reproche y les pidió que avisaran a los padres del jovencito; esto era algo que Soo también opinaba, tiene miedo de que las consecuencias sean peores para su amigo y que sus padres tengan un infarto ante la falta de noticias.

–Puede permanecer aquí está noche, pero deben avisar, chicos. No es justo para los señores Choi – fue su última palabra, viéndolos para dar un suspiro–. Puedes irte a casa, yo lo cuidaré, Binnie.

Soo se sintió mal al llegar a la posada y hallar a las mortificadas tías del travieso Junnie. A pesar de haberle prometido al mismo, antes de irse de casa de Arin, que no abriría la boca, termina siendo quien llama a los señores Choi y les informa el paradero de su hijo a primera hora de la mañana.

Chanyeol y Rose llegaron en tiempo récord, yendo en la casa de la maestra de primaria en búsqueda de su hijo con claras expresiones de desvelo y mortificación. El adolescente estaba muy intranquilo y descolocado por el cómo le ubicaron, hasta que entre reproches y abrazos le informan quien fue el que les llamó. Justo al oír su nombre, el susodicho aparece cabizbajo por la puerta.

–Prometiste que no lo harías, lo hice por ti, Soobin.

–Lo sé, p-pero tenía miedo y tus tías estaban muy preocupadas.

Yeonjun no pudo culparlo, le perdona al minuto y los cuatro regresan a la residencia. Se ganó un jalón de orejas por parte de todos, se encierra con fastidio en su recamara y espera el severo veredicto que no tardará en llegar. Cuando su padre entra a la hora, le enfrenta con decisión, anticipándose:

–Sé que me harás irme y no querrás que venga más aquí, pero hasta que tenga mayoría de edad, y de ser necesario, mil veces más me escaparé, así sea de una academia militar.

–Yeonjun...

–No puedes impedirme que venga aquí cuando todo el año me la paso estudiando duro y siendo un chico obediente. Lo lamento si te ofendí, pero esto no se trata sólo de Soobin o las lecciones, es por mí, papá.

Chanyeol, paciente pero tajante, le interrumpe antes de cualquier otra palabra:

–Te quedarás aquí. No me vas a retar o a amenazar porque soy tu padre, Yeonjun, pero comprendo que fui muy duro contigo. La condición que tengo es que, volviendo a la ciudad, vas a estar castigado y sin salidas por cuatro meses, ayudarás más en los quehaceres y te recortaré tu mesada a la mitad. ¿Queda claro?

Yeonjun supo el precio que pagaba por su osadía, oyó todo, sólo que nada de aquello le importó ni le arrebató la alegría de quedarse en Takayama durante sus vacaciones. Estaba muy impactado por lo condescendiente que se mostró Chanyeol cuando el presente año fue pesado entre ellos, decae su postura defensiva y le agradece a su padre con un abrazo efusivo antes de ir corriendo a contárselo todo a su mejor amigo.

Soobin está feliz por él, su padre igual le ha castigado por no haber hablado antes, pero valió la pena arriesgarse para cumplir sus objetivos.

*🌼*

–¿Tae? – Yeon, dos tardes siguientes de labores compartidas por solidaridad a su dongsaeng favorito, se sorprende gratamente de recibir a su primo sentado en la sala de sus tías – ¿Qué haces aquí? ¡No me avisaste!

–No eres el único que visita el pueblo cuando quiere, bobo – recibe el abrazo en saludo con una risita. Al separarse da un encogimiento desdeñoso –. Vine a saludarlos a todos. Quise verlos a Soobin-ah, a ti y a Beomie.

Jun entrecierra sus ojos con diversión.

–Admite que viniste porque adoras a Beomgyu.

Taehyun le revierte la jugada:

–Al menos no se me ocurrió huir de casa cómo un héroe al rescate.

–Cállate, estúpido.

–No te enfades –tararea con un guiño amistoso en lo que regresa al cómodo sofá –, y descuida, les dejaré tranquilos para que estén tiempo juntos.

Jun carraspea y se lanza a su lado.

–Tampoco lo digas como si no quisiera compartir tiempo contigo.

–Tenemos meses para hacerlo, mejor tú disfruta con Bin estas semanas. Para eso escapaste, ¿Mm?

–Niño irrespetuoso, ¿Te crees astuto?, ¡Ven aquí, escurridiza ardilla!

La guerra que es desatada por los primos en plena sala acaba apenas comienza, pues Eunhi les manda a desempacar lo del castaño.

Tal como ha comentado Kang, no se inmiscuye demasiado en los planes de Soo y Yeon, sino que se junta con la persona por la que, en efecto y en secreto, ha venido.

–Es lindo de su parte haber venido por Gyu – alega con una sonrisita que hace a su mayor fruncir los labios en desacuerdo, abriéndose sus ojos para observarlo desde su puesto, ya que tiene su cabeza reposada en su regazo.

–Yo soy lindo, no mires a ningún chico si no soy yo, mocoso.

Soobin aprieta sus labios para no soltarle una afirmativa, demasiado abochornado por sus propios pensamientos. Opta mejor por incitar a su amigo a nadar en el lago y olvidar su comentario, el calor estaba insoportable y desea aliviar su temperatura corporal, más que nada la que aumentó en su rostro y orejas.

Yeonjun se quita la camisa y sus shorts como en otras oportunidades, a diferencia de que ahora, siendo un reflejo involuntario, Soobin no aparta su mirada del cuerpo del mayor; ha cambiado desde la vez anterior, estaba obviamente ejercitándose un poco, por lo que se moldean sus brazos delgados de una manera ideal, su abdomen y pectorales estaban ligeramente más marcados y sus costillas no se ven como con alguien simplemente escuálido. Decide apartar su escrutinio y concentrarse en sacar su ropa para ir primero, tragando pesado debido a los nervios. Por alguna razón hace más calor ahora.

Justamente el contrario queda bajo el mismo embrujo cuando se topa con el cuerpo de su dongsaeng, está en condiciones parecidas a las suyas, no tan ejercitado, pero su piel blanquecina que parece resplandecer con los reflejos que se cuelan del sol bajo las sombras, tal como sus rubios cabellos brillan por aquella luz, y su linda y pequeña pancita llena de los recientes postres degustados por ambos le generan una sensación nueva por dentro. Aparta su rostro con una tos incómoda cuando es atrapado, lanzándose al agua cuando le quema la piel y su pulso da un salto.

"Soobin luce como un ángel celestial con toda esa luz sobre él..." 

"Yeyo hyung es como una escultura de los libros Griegos de papá..."

Ninguno menciona nada al respecto, ni siquiera cuando se descubren mutuamente observando el cuerpo del otro en ocasiones, porque no comprenden qué ha sido y temen descubrirlo.

*🌼*

Soobin va a la tienda una mañana para que su hyung no se distraiga con su presencia en sus clases de piano, vuelve por un atajo entre las calles para no llegar tan tarde, es esa decisión la que hace que se paralice cuando va cerca del terreno de su escuela, pues aprecia como dos chicos, escondidos entre las sombras, están...

Besándose en los labios de una manera muy cariñosa.

Los reconoce al instante como Min Yoongi y Kim Seokjin, dos muchachos de último año que trabajaban en la pescadería. Los dos comparten sonrisas cómplices al apartarse, debe correr sigilosamente para que no lo vean, tropezándose y con el pulso desbocado, hay un cosquilleo en su barriga y no tiene cómo describir su estado...Pero aquella imagen, que se supone debe disgustarle, sólo le pareció muy tierna y bonita.

Sacude tales ideas y se regaña por leer tantas novelas de romance de la señorita Yewon. Si alguien se entera de lo que piensa acerca de lo que presenció, sin duda le dirían que era un pervertido afeminado, como una vez escuchó por ahí a un borracho de la plaza que discutía con otro sujeto, tal como ese, ya predice perfectamente los apodos crueles que gritarían los demás.

No diría nada, tanto por el bien de la parejita como por suyo. Sin embargo, el karma tal vez se lo cobra durante la noche, porque esa misma noche sueña que estaba en su lugar secreto, el bosque de Nunca Jamás, acompañado de su hyung...

Besándolo en los labios, acostadas en el pasto.

Bin se despertó sudando frío y respirando aceleradamente, tal como si hubiese tenido una terrible pesadilla que le hizo temblar, sólo que no se experimenta como una, sino que le ha agradado más de lo normal o adecuado.

Se hace un ovillo e inventa que estaba enfermo del estómago para no bajar cuando el amable Yeon le visita más tarde, sus amigos en la planta de abajo esperando también por su presencia, la cual les niega. Intenta ignorar al ojos verdes y pedirle espacio, insultándose mentalmente por ser perezoso y no haber puesto cerrojo a la puerta, a lo que el mayor da un puchero y se acuesta a su lado, haciendo que su organismo entero se alarme.

–Cálmate, sólo quiero hacerte compañía, mocoso.

–T-tús tías se van a enfadar si te ven conmigo en mi cama.

–¿Por qué? Siempre hemos sido cercanos – frunce su entrecejo, contrariado por la conducta del que ahora se esconde bajo las sabanas. Levanta las mismas y con un forcejeo deja al menor debajo de su cuerpo, sujetándole las manos contra el colchón y viéndole de cerca con preocupación –. ¿Qué te pasa, Soobinnie?

Se aterra porque vuelve a sufrir del placer culposo muy dentro ante la presencia opuesta, disculpándose con su amigo al lanzarle al suelo con un arrebato de fuerza y volviendo a insistir por tener su espacio. No debe estar tan decepcionado cuando Yeonjun se marcha con malhumor, no está bien que extrañe que esté tan cerca de él...

Decide despejarse al día siguiente, aún no estaba listo para enfrentar a su hyung con todos sus inmaduras e ilógicas evasivas. Se cruzó con Beom, pero logra evadirlo y pedirle encarecidamente que no mencione nada a Yeon, a lo que, rechistando, el castaño acepta. En la biblioteca se desconecta un poquito de su conflicto, charlando con la ancianita de la recepción que tanto aprecio le tiene.

Le toma desprevenido el llamado de Eui, quien en todo el año estuvo en Osaka como estudiante de intercambio, y ahora le sonríe en saludo en lo que se aproxima por el sitio. La jovencita se sienta a narrarle toda su experiencia con ilusión, estaba más alta, con un cuerpo en pleno desarrollo, era muy linda y aquello despierta interés de varios chicos de la zona que le miran a él, envidiándolo.

Y comprendió aquel sentimiento de ellos, pero por otra causa más complicada:

–Y-ya veo, entonces Yeonjun oppa está aquí... Supongo que te contó lo que sucedió durante el festival del Obon – coloca los mechones detrás de su oreja, la timidez plasmada en sus movimientos –. Me temo que fui muy impulsiva al expresarle mis sentimientos tan bruscamente...

–¿A qué te refieres?

–A que, bueno, n-nos besamos... ¿N-no te lo dijo?

Una punzada aguda en su pecho le roba el oxígeno por unos segundos, la muchacha lo detalla con extrañeza, por ello se recompone para fingir que conocía el dato, inventando que tal vez su hyung estaba apenado o la respetaba suficiente como para no divulgar lo acontecido. Ella lució más que fascinada por aquello, y con la esperanza renovada le pide su ayuda para conquistar al azabache.

Su primera respuesta mentalmente fue una rotunda negativa, pero no es correcto hacer algo tan absurdo e irracional, no con su amiga, quien estaba confiándole un problema que la agobia. Como todo ser noble, le promete ayudarla, y más tarde, al refugiarse en el bosque por un momento de calma, no necesita voltear para imaginar que las pisadas próximas son provenientes de un chico en específico.

–¿A dónde estuviste todo el día? Tu padre dijo que estarías paseando por el pueblo – Yeonjun se sienta en la grama junto al rubio, examinándole con atención –. ¿Por qué no me invitaste contigo? Desde ayer estás actuando muy raro, Soobin.

–Quise estar un rato a solas, es todo – susurra con la vista clavada en el lago. Inhala un poco de la fresca brisa y decide enfrentarlo, cara a cara: –. ¿Hyung, no tienes algo que decirme? No sé, algo que hicieras y nunca me contaste...

Lo primero que se cuela en la mente del pelinegro es el beso con la castaña, un año atrás. Lo descarta de inmediato, tragando pesadamente y apartando la vista.

–No, no hay nada...

Otro golpe de decepción para Bin, una mentira de su hyung. Sí, cabe posibilidad que la muchacha sea la mentirosa, pero conoce demasiado a Yeonun como para leer su mirada, como para recordar lo raro que actuó en el festival cuando terminó.

–Ya, comprendo... – se esfuerza por recomponerse de su aura apagada al deducir que no hay otra opción, enderezándose y comentando con tono casual: – Por cierto, me encontré con Jeong hoy en la biblioteca, estuvimos un rato charlando porque estuvo de intercambio en Osaka como estudiante durante todo el período escolar – le da una mirada de reojo–. Te echa de menos, quizás deberías de ir con ella y salir un rato.

–¿Salir con Eui? No sé si sea buena idea –perceptiblemente le aturde el repentino giro, le intranquiliza que la chica contara lo sucedido en el festival, no quiere que él se entere. Por reflejo niega quedamente, a pesar de que el otro no le presta aparentemente atención –. Prefiero compartir tiempo contigo, salir con Tae y Beom.

Soobin se obliga a soltar una risita, desplazando lo que verdaderamente anhela, totalmente fingiendo:

–¿Prefieres gastar tu verano con un amigo a que estar con una linda chica? Que raro eres, hyung.

Yeonjun es ahora el que sufre un golpe en su interior, más doloroso de lo que imaginó.

–Nunca antes te había molestado compartir tu verano conmigo.

–No me molesta, también me gusta estar con ustedes – aclara con culpa, se contiene de no especificar que en especial le gusta estar con él.

–¿Soy raro por pasar tiempo contigo? ¿Lo consideras un gasto de tiempo? – pregunta con cierta indignación, triste – Porque para mí no lo es, Soobin, ¿Para ti?

–N-no, ¡Por supuesto que no! Me entendiste mal, era un chiste tonto – explica alarmado, riendo sin ganas para disipar la tensión –. Es sólo que siempre hacemos lo mismo, tal vez sea divertido intentar salir con otras personas – se empeña por sonar convencido, gesticulando mientras lanza pasto y piedritas como si fuese lo más entretenido que hacer para calmar su ansiedad –. Tengo una amiga que me invitó a comer helado en su casa durante el mes pasado, quiere enseñarme un truco de cartas que aprendió de su tía.

–No mencionaste que tuvieses una amiga – tuerce su boca en desacuerdo, no le es atractiva la idea de buscar más amistades que sólo les robarían tiempo, uno que es limitado por ser sólo aquella temporada en el pueblo. Sin embargo, si es lo que quiere su menor, y con miedo a no aburrirlo o atosigarlo, se resigna a complacerlo con una sonrisa forzada: –. De acuerdo, suena genial.

Tal conversación basta para que se origine un muro de incomodidad entre ambos Chois, se esfuerzan por cumplir su parte, por más que tiene confundido a sus amigos y familiares el gran vuelco de acontecimientos; nunca Yeonjun y Soobin se separaron en los anteriores veranos.

Y ellos mismos se sentían confundidos por lo que aquello les provoca.

*🌼*

Transcurre una semana sin que casi se dirijan palabra, ocupados en sus nuevos asuntos, pero añorando poder ceder y buscar al otro. Soobin fue el que estuvo a punto de terminar la estúpida propuesta, rumbo a tocar la puerta de su hyung, de no ser porque se detuvo en la sala de estar del segundo piso al escuchar algo que le deja desconcertado:

–Rose está algo preocupada por el futuro de Yeonjunssi. Hoy me llamó por teléfono y me contó que desde el invierno pasado él planea venir a conseguir empleo aquí tras su graduación, parece que quiere aplazar la universidad hasta dentro de un par de años. Eso que los jovencitos hacen un en día y llaman "periodo sabático" – Eunhi suspira tendido, reposando la taza de café sobre su regazo –. Yeonjun ha estado investigando acerca de universidades en Nagoya porque están más cerca de aquí, pero no es un secreto que no educan tan adecuadamente como en la capital.

–¿Por qué haría algo así? Tiene oportunidades de oro en Tokio, para algo se ha esmerado en sus estudios y Chanyeol los ha mantenido allá con su empeño en el trabajo.

–Bueno, considerando que se escapó por ver a Soobinnie, creemos que es capaz de eso – comenta con expresión neutral –. Es obvio que es por él, está muy apegado.

–Comprendo que son como hermanos, pero es algo precipitado – Minji da una mueca de incomprensión, extrañada –. No es como que estuviese dejándolo todo por una chica, no tiene sentido para mí.

Soobin no se quedó a escuchar el resto, no lo soportó. Se encerró en su habitación un buen rato, totalmente en blanco, sin percatarse que las lágrimas se desplazaban silenciosas a lo largo de sus mejillas pálidas y labios temblorosos y resecos. Se salta la cena y se mantiene acostado en su cama, viendo hacia un punto fijo en el techo. La culpa, la tristeza, la impotencia y la confusión hacen un remolino en su ser.

Sorpresivamente se duerme por varias horas, únicamente despertando por los toques a su puerta durante la mañana siguiente.

Namjoon le da a su hijo el recado de una amiga de la escuela y aprovecha de preguntarle cómo estaba, ahorrándose el regaño por dormir hasta las nueve de la mañana sin realizar sus quehaceres pendientes, ya que el rubiecito luce bastante drenado de energía, muy distraído y decaído.

–No es nada, ya bajaré, padre.

–Pareces estar algo enfermo, hijo – cuestiona tocando su frente, pero no hay síntomas de calentura – ¿Seguro que todo está en orden?

Asiente quedamente y se excusa yendo al baño tras despedirse con un intento de sonrisa. Se da una larga ducha y se cepilla los dientes para luego vestirse, todo en automático. Decide comer nada más una manzana y se marcha de casa para hacer sus labores, después visita a su amiga, otra rubia de ojos azules que le mandó con su padre aquella carta con perfume femenino y linda caligrafía.

En la bonita vivienda almuerza como invitado de la abuelita y la chica, trata de no denotar su estado, de limitarse a no sentir nada y sólo distraerse.

–Si te parece bien, me encantaría ir contigo a la feria de esta noche – sonríe radiante, jugando con sus trenzas y parpadeando repetidas veces –. Habrán degustaciones por el festival del arroz y mostrarán muchos platillos deliciosos... Sé que t-te gusta mucho la cocina, Soobin oppa.

Haerin es una jovencita muy dulce y simpática de su escuela, la misma de la que le comentó a Yeonjun. Y sí, Soobin no es tonto, desde que ella le conoció -a inicio del ciclo escolar- ha estado lanzándole indirectas con regalitos y notitas. No era alguien osada, sino alguien introvertida como él; comparten gustos en común, le cae de maravilla, pero si intenta verla como algo más, si trata de corresponder a lo que ella siente por él... Entiende que no existe posibilidad.

No siente nada por la preciosa rubiecita que gusta de él.

–Suena genial – le da una sonrisa amigable, dándole un vistazo a la ancianita a su costado –, iré contigo si a tu abuela lo permite.

–¡Claro! Vayan, querido – anima con unas palmaditas cariñosas, encantada con el jovencito –. Espero me traigan una muestra del platillo ganador del concurso.

Mientras, Yeonjun está en una situación similar junto a Eui en el jardín de la posada, la muchacha parlotea de varias anécdotas en su gran círculo de amistades, también le comenta acerca de revistas que su tía le envía desde Kamikochi, el pueblo vecino, y sobre el festival que se daría por la noche. Personalmente, a él no le apetece asistir, no es que le desagrade estar con ella, han sido días divertidos, pero no opaca el que extraña estar con su mocoso llorón, a su lado en su lugar especial, o donde sea, pero juntos.

–Haerin le iba a hacer la invitación a Soobin-ah. Sospecho que le gusta.

La risita y el comentario de la ojitos marrones captan su atención de inmediato.

–¿Ella te lo ha comentado?

–Sip, y tú y yo deberíamos de ayudarla a conquistarlo – susurra en tono travieso, como si fuese un secreto –. Soobin es alguien muy tímido y ella también, así que hay que darles un empujoncito, ¿No opinas?

–No – de inmediato se corrige por haber sonado tan borde y honesto, porque la chica luce confundida: –. Es decir, n-no sin consultarle.

La castaña le da la razón con una mueca triste, ya que le prometió a su amiga avances con el tierno rubio y no parece que el azabache esté tan dispuesto a ayudarla, quizás sabe de algún otro interés del menor. Sin embargo, no sospecha en lo absoluto del desagrado que causa en Yeonjun aquella información, demasiado contenta porque éste acepta acompañarla al festival culinario a las siete de la noche, sin percatarse de que no ha sido del todo por ella.

*🌼*

Las dos jovencitas se arreglaron para su cita, lucen muy bonitas ante cualquier chico, mas no captan el interés que desean de parte de los educados chicos que van a su lado, con sus cabezas en otro sitio.

Yeonjun buscaba inconscientemente a Soobin en la multitud. Soobin anhelaba hallar a su hyung del mismo modo.

Entonces los cuatro se reúnen y terminan en una cita doble propuesta por las amigas, inevitablemente aquello les incómoda, haciéndoles desear huir rápidamente del festival. Resisten por cortesía más que nada, no es su intención ser crueles o groseros con las inocentes adolescentes que tan amables son con ellos.

La noche pudo transcurrir tranquilamente con todo y la rara tensión entre los chicos, de no ser porque Yeon presencia el momento exacto en el que Haerin besó la mejilla de Soobin, muy cerca de sus labios, y el mayor no comprende porqué el tiempo se congeló y un amargor desconocido se adueñaba de cada parte de él.

Yeonjun tiene un nudo en la garganta, un molesto golpeteo en el pecho y unas ganas descomunales de irse de ahí con su dongsaeng.

¿Qué le ocurre? ¿Por qué le afecta

Mientras aquel debate acontece en el más alto, Soobin experimenta un inquietante sentimiento de no pertenencia, una especie de remordimiento que le genera un conflicto interno, como si estuviese cometiendo un error con la ojos azules. De no ser porque conoce las intenciones detrás del inocente beso, no estaría tan triste, si no anhelase que aquella acción viniese del chico que evade su mirada, no estaría tan asustado. Le preocupa que Jun fuese testigo del gesto de la chica... ¿Por qué?

Es demasiado para Bin el indagar la respuesta que tanto le atormenta, y lo más sensato que logra hacer es -diez minutos después de la incómoda situación- excusarse con todos y acompañar a su amiga a casa antes de irse al bosque.

¿Por qué? Porque no tiene pista alguna de dónde ir cuando está totalmente perdido y aterrado.

Yeonjun hace lo mismo, deteniendo el beso que Eui pretende darle de despedida y acabando la mentira definitivamente para no lastimarla peor a futuro. Ella claramente termina abatida, pero se abstiene de llorar frente al joven y se despide velozmente.

Apenas sale de la propiedad de la chica, se dispone a ir tras el rubio; no tiene un plan, actúa por impulso como era usual en él, guiado por la incertidumbre, la bruma de emociones y la inquietud de no estar cerca suyo. Sabe que necesita verle, hablarle, oírlo, lo que sea. No duda en donde estaría, encontrándolo parado cerca de uno de los primeros arboles de su escondite secreto en el bosque.

–¿Por qué no me dijiste que te gustaba Haerin? ¿O acaso es tu noviecita? – fue lo primero que se coló de su filtro, no midiendo su tono acusador y sobresaltando al más pálido en su posición –. Se supone que éramos mejores amigos, Soobin.

–¿Mejores amigos? De serlo no asumirías que siento algo por alguien más llegando de esta forma – se defiende, bastante ofendido y nervioso por la aparición –. ¿Por qué me acusas? Que ella me dieran un simple beso no...

–¿Simple beso? – carcajea sin gracia, elevando sus manos para dejarlas caer en énfasis – ¡Por poco se te lanza en plena calle! Asumo lo que veo, Soobin.

–¿A qué viene eso? Estás exagerando. Ni siquiera tendría que importarte – eleva su voz por primera vez, tal como lo hace el mayor y acercándose con la exasperación presente. Quiso hallar serenidad al aislarse, y ahora no soportaba el comportamiento del contrario, le confunde que lo busque para formar un alboroto absurdo. Sin poder controlarse, le reprocha con lo que se guardó por tanto, a la espera de que el contrario confesara: –. ¿Porqué mejor no hablamos de ti? Porque quien no confió en mí para contarme acerca del beso con Jeong en el festival el año pasado, fuiste tú.

Silencio. Pesado y confuso. Tenso y asfixiante.

–... ¿Quién te lo ha dicho? – formula torpemente tras salir del shock, su malgenio se aplaca y abre camino al cargo de conciencia por la imagen de su decepcionado dongsaeng –. Bin, iba a contártelo, ¿De acuerdo?

–¿Cuándo? ¿Piensas que soy un simple mocoso que no comprende de los temas de chicos "grandes y cools"? ¡Es que ni siquiera tiene que ser mi problema! Y tampoco tiene que ser el tuyo el que yo bese a una chica o haga lo que sea con ella – defiende con dificultad, apretando sus puños y luchando contra el tormento que se desata dentro suyo, pero sin doblegarse a pesar de su creciente ansiedad –. S-somos mejores amigos solamente, Yeonjun. Esto, l-lo que sea que sucede aquí, no es correcto.

–¿Y crees que yo lo decido así? – inquiere en entonar lastimado, jalando ligeramente su camisa en frustración para remarcar sus palabras – ¡Maldición, deseara que no me importara! Que mi corazón no se sienta de esta forma tan extraña y pesada todo el tiempo, que no se acelere tanto contigo, que no me duela cuando estás lejos o con esa chica, pero lo hace, Soobin. Me importa demasiado.

Ambos Chois temblaban, con un nudo aprensivo en sus gargantas.

–¡Pues detente, ya basta! ¡Vas a arruinar tu vida por seguirte interesando en mí más de lo que deberías! – grita mortificado, sus cuerdas vocales se quiebran y sus orbes se empañan, su respiración se vuelve errática sin lograr contenerse más aquel torbellino desatado dentro suyo –. No q-quiero que vengas a trabajar después de graduarte sólo por estar cerca de mi, n-ni que vayas a Nagoya cuando hay tantas universidades para t-ti en la ciudad.

–Soobin, no – ablanda su expresión, preocupado por el estado de alteración del contrario; es una crisis de pánico, la primera que presencia de su parte, estando en persona al menos  – ¿Quién...?

–N-no quiero ser culpable de que te confundas o que te señalen – retrocede a medida que el ojos verdes se aproxima, tratando de apartarlo con sus manos al frente –. Quiero q-que te detengas, ya deja de pensar en mí y no...

Yeonjun nunca invadió el espacio personal de ninguna persona, él siempre ha sido alguien respetuoso, educado -con todo y que solía ser afectuoso y abierto con los demás-, sin embargo, no se trata ahora de un ser ordinario o más del montón. No, por ello no se contuvo al presenciar a su mejor amigo en tan mal estado, soltando tantas palabras lastimadas entre sollozos casi histéricos, colapsando frente a él y por él, lo que le impulsó a hacer lo único viable que encuentra para aliviarlo, sin pensar en consecuencias o nada:

Unir sus labios en un beso que detiene todo a su alrededor, incluyendo la histeria entre ellos, reteniendo el aliento que se les había escapado.

Soobin se queda petrificado, sus ojos abiertos en par y las lágrimas cesando por el impacto, su anteriormente inestable respiración se paraliza y su pecho brinca en medio del cosquilleo en su estómago; siente que explotará ante tantas emociones y que sus piernas cederán.

El beso apenas es un roce, no hay movimiento de sus labios, estaban nerviosos, asustados, sintiendo muchísimo para ser dos inexpertos y simples amigos, demasiado como para ser indiferentes a sentir algo así por otro hombre...

Al separarse, se ven igual de sonrojados y no emiten palabra durante varios segundos, únicamente oyendo los sonidos de la naturaleza a su alrededor y el de sus latidos mientras se ven aturdidos.

Soobin sólo confirmó lo que sospechaba. Yeonjun sólo descifró lo que no captaba.

–Lo lamento... – suelta en un susurro, no porque se retracta de su actuar, sino porque dejó al menor atónito y porque desea poder volver a besarlo. Al percatarse que el rubiecito planea escaparse, el temor a ser despreciado o repudiado por él, hace que se adelante en un llamado desesperado: – ¡Espera! Soobin no, no te vayas, perdóname, ¿Ok? N-no quise...

–Necesito ir a casa, Yeonjun – musita a duras penas, no tiene fuerza para nada, era una carga inmensa que procesar. No quiere complicarlo o causar más conflictos para el mayor, así que lo encara suplicante –. O-olvida esto, por favor.

Por más que Soobin fue llamado por Yeonjun, no atendió ni una vez, se marchó tan apresurado, como si estuviese ardiéndole el estar cerca del otro, y es que, contradictoriamente, su cuerpo quiere abrazarse al más alto para sentirse seguro.

¿De qué? Si es quien le provoca aquel miedo...

Soobin se encierra en su recamara y no hace más que llorar acariciando sus labios, rememorando lo que fue su primer beso, culposamente plácido, uno que le encantó y le calmó en pleno ataque de ansiedad; un beso que quiere repetir por más que no deba, uno que soñó noches anteriores, pero que siendo real fue más de lo descriptible. Fue así que se durmió agotado de tanto pensar.

En su propia habitación el otro Choi hace lo mismo, igualmente mortificado, pero taladrándose la mente al creer que tal vez su mocoso estaría asqueado y furioso, se odia por ser tan impulsivo, y a la vez también añora por volver a repetirlo todo... Probar la manzana dulce del árbol que se supone es prohibido.

*🌼*

La magnitud de lo que sucedió cae sobre ellos. Ni siquiera son capaces de enfrentarse en tres días, todos imaginan que se han peleado, no intervienen mucho, ya que los mismos chicos estaban muy callados y desganados.

Saben que nadie puede descubrir lo que pasó.

Mediante todo el tiempo a solas se martirizaron con aquello que les tiene perdidos y sin respuestas, tantas sensaciones y deseos, tantos prejuicios y lo que se les ha inculcado, luchando contra todo lo que son. Y es que son dos niños reflexionando lo más complejo que han vivido en su corta edad.

Sólo queda una semana para acabar el verano, y no soportándolo más, los dos van en busca del otro para solucionar las cosas, citándose con una cobarde -o valiente, desde otra perspectiva- carta en el puente cercano a la posada por la noche. Ninguno considera adecuado ir al escondite del bosque tras lo acontecido, por lo que no hay refutar alguno de ninguno de ellos.

Apenas llegan al punto de encuentro, se miran fijamente varios segundos, no tienen idea mínima de qué decir o cómo abordar el tema tan delicado en el que se sumergieron.

Simplemente querían verse.

–Soobin, antes que nada, quiero que sepas que jamás ha sido mi intención propasarme contigo o causarte repulsión – formula con detenimiento, por más que lo practicó es difícil confesarle lo que ha estado cavilando los recientes días –. No tengo excusa válida para mi actuar, fue un impulso y yo...

–Fue un error, lo sé – interviene, ya le duele mucho como para soportar oírle decir que se arrepentía. Está haciendo una hazaña milagrosa al mantenerse en su postura serena. Ya tomó una decisión para los dos, una donde no tienen que sufrir, o eso ilusamente desea –. Lo que sea que haya sido, no debe repetirse, no... N-no es normal.

Es inútil pelear sobre ello, se supone que Yeon estaba dispuesto a arreglar todo como el hyung razonable y responsable que es, se mentalizó previamente sobre diversos escenarios, ni siquiera era la peor reacción que pudo tomar Soo, pero sus contradictorios impulsos le ganan nuevamente:

–¿Lo piensas tú o lo repites del resto? – inquiere con impaciencia al ubicar su voz. No está nada satisfecho con las palabras que le lastiman más de la cuenta –. Tú y yo somos mejores amigos y siempre hemos confiado en el otro, dime lo que...

–Esto no es un juego, Yeonjun, es algo que sale de nuestras manos, es una confusión. Tal vez somos muy cercanos y eso nos ha hecho enredar las cosas, somos jóvenes sin conocimiento de la vida, unos  inmaduros – olvida los honoríficos y atropella cada sentencia para convencerse de lo que dice, cruzando sus brazos para tal vez sostenerse a sí mismo y alentarse a continuar: –. Pero ante cualquier cosa, primero somos mejores amigos, tú mismo lo estás diciendo, ¿Verdad?

–Lo somos, es que...

Yeonjun nunca se había quedado mudo, jala su cabello hacia atrás en frustración, era una batalla en su interior que no dimensiona, y cuando al fin quiere volver a hablar, es nuevamente interrumpido por Soobin:

–No quiero que eso cambie, sé que tampoco tú, y significa que lo más sensato es dejarlo en el pasado y concentrarnos en repararlo – hace una pausa para suplicarle al par de verdosos orbes que tanto le encantan un poco de comprensión, aunque se regaña por mentirle y provocarle malestar a su hyung. Ya no tiene fuerza de seguir ahí sin llorar ni flaquear, reza porque el otro lo entienda –. Prométemelo, p-por favor...

De haber sido honestos en ese encuentro, se habrían besado tiernamente, no estarían conteniendo los pedazos de sus corazones, listos para romperse por primera vez.

De haberse confesado el anhelo de sus jóvenes y poco experimentadas almas, Yeonjun pudo haber mandado todo al diablo, e incluso si Soobin se lo pedía, haber planeado un futuro lejos de los demás.

Si tan sólo no existiese tanta duda e inseguridad por un mundo corrosivo, Soobin le hubiese gritado a Yeonjun que soñaba constantemente en compartir aquellas escenas que lee en sus libros...

Pero ninguno sabe lo que el otro siente, porque ellos mismos se acallaron por el bien de un mundo egoísta que no comprende el verdadero significado del amor. No estaban listos para afrontarlo, tenían mucho miedo a perderse, a terminar siendo rechazados por quienes más adoran, porque ninguno se aceptaba a sí mismo todavía.

–De acuerdo, yo... – otorga totalmente rendido, abatido – Prometo que seremos sólo amigos, nada de esto pasó.

Y lo peor quizás fue el fingir, el forzarse a continuar como si nada, con una normalidad enfermiza que se pintaba como ideal, el tener que despedirse con ganas de un casto beso, digno de un primer amor, y que se reemplaza por un abrazo y una sonrisa melancólica.

Beomgyu fue testigo de lo afectado que estaba su mejor amigo la noche que el pelinegro regresó a la ciudad, recibiéndole confundido ante su estado nervioso.

–¿Qué pasa, Binnie? Estás temblando...

–Prométeme que si te lo cuento no vas a a dejar de quererme y ser mi amigo, que no vas a odiarme, ¿Sí?

Gyu nunca vio tan desesperado y aterrado a Soobin, le parece absurdo todo lo que dice, pero le tranquiliza con un suave asentir.

–Jamás te odiaría, Soobobo... ¿Qué tienes?

Y Soobinnie le contó acerca del beso, de los sueños, de cada detalle que acarrea como una cruz. Le narró entre sollozos y lágrimas lo que su atormentado corazón estaba viviendo.

–Es enfermo, n-no... Yo no debo estar así por él, no tengo motivos p-para ansiar que vuelva a hacerlo, no está bien q-que sienta celos de Eui, Beomie... S-soy un niño idiota y muy joven como para gustar de alguien, ¿C-cierto?

Beomgyu le escuchó sorprendido, aunque no del todo, sin interrumpirle, conteniendo sus propias lágrimas por el estado de Soobin, brindándole caricias y abrazos a pesar de que éste cree no merecerlo.

–Hey, no seas tan duro contigo... No es enfermo, no pienso que lo sea, y no creo que exista una edad para querer a alguien.

–B-Beomie...

–Llora, aquí estoy contigo, hyung.

Mientras tal escena conmovedora se daba en Takayama, Yeonjun se traga todo entre lágrimas de desamor en su cuarto, añorando que su mejor amigo tuviese razón y que todo quedara en el olvido, que pudiese volver el siguiente verano sin sentirse de esa adictiva manera...

Son muy jóvenes, todo va a pasar y volverá a la normalidad, ¿No?

¿Por qué se siente incorrecto entonces para ambos el darle la razón al resto?


13513 palabras👀

Editado el 21-12-23.

¿Llorando desde ya? Cajita de desahogo.

Este fic es sumamente dramático y triste, pero en el siguiente cap se viene lo bonito, lo prometo ;;

Me gusta ir moldeando sus personalidades y que vayan creciendo con sus propios ideales, es una época y situación muy dura, son muy pequeños y es difícil comprender todo, su amistad es lo que no lo vuelve del todo peor.

¿Con quien se identifican mejor de todos los personajes hasta ahora?

Coloqué al YoonJin (BTS) porque amo mucho a mis bebés.

https://youtu.be/sBOfRAx-XvQ

Cabe aclarar que los celos ni la posesividad son buenas, en la historia se plantea que los personajes son chicos jóvenes con diversas inseguridades y, por si no está ya  lo suficiente resaltado, luchan contra una situación en exceso compleja (su propia identidad y preferencia). Yeon y Soo no se celan con todos, sino que, al haber generado sentimientos románticos por el otro, y a sabiendas que las niñas tienen mismas intenciones con ellos, es natural que les produzca celos. A lo largo de la trama se irán viendo diversas situaciones mientras se moldean como personas.

¿Les está gustando la narración y la historia? Espero que sí, es hecha con mucho amor uwu

Nota: Eui es la compañera MC de Yeonjunnie en el Ingikayo, y Haerin es una de las chicas de New Jeans :3

Si ven cualquier error, me avisan ^^

¡Voten y comenten!🌻

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