~The End~

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Japón, 1985.


Dimensionar cuan agonizante fue para Soobin el conseguir la fuerza de voluntad suficiente para regresar a su lugar natal, es casi imposible, ¿Y cómo explicarlo? Claramente ha hecho lo correcto al no ceder y tomarse su tiempo alejado de todo y todos. De igual forma, era su tiempo de volver del viaje, pero no significa que haga las cosas más fáciles cuando se estaba regresando a Takayama tan embargado de todos aquellos sentimientos que pensó eliminados y enterrados.

No se suponía que las cosas fueran de ese modo, no tenía que desarrollarse todo de aquella terrible manera; era como si viviera una repetición de los hechos que le marcaron como una quemadura permanente años atrás. Fue como si todo lo que construyó con arduo esfuerzo, se derrumbó en un minuto.

Se culpa por haber dejado todo escalar hasta ese punto, Kai tuvo razón, y ahora paga las consecuencias de sus actos; fue un niño impulsivo y destapó algo que le consume cada vez más por segundo. Por eso tuvo que irse, detenerlo, o más bien pausarlo. Aún no tiene idea de qué decisión es mejor, sólo sabe que tuvo que correr lejos.

Yeonjun fue como una paradoja, un efecto rebote, todo gritaba una advertencia, pero Soobin no quiso dar la vuelta. Fue insensato.

Hay demasiado rondando en su mente, ese "¿Por qué?" Le rebota con insistencia. Es decir, si su hyung no lo superó en todos aquellos años, ¿Por qué actuó como lo hizo por tanto tiempo? ¿A qué cartas se refería y por qué nunca las recibió? ¿Era todo mentira y sólo buscaba recuperarlo porque se arrepintió a último minuto? ¿Cuál fue el motivo de su ida? Estaba sumamente confundido.

Lo peor de todo, es que ni siquiera quería oír las respuestas, no estaba listo, le temía. Pudo exigirle, pudo dejarlo hablar, pero si lo interrumpió todos esos días que compartieron juntos, fue porque, a la final, se dio cuenta de que la cicatriz sigue abierta. Está más que traumado y se bloqueó a revivir todo.

Beomgyu se preocupó apenas él llegó al departamento de sus hyungs, y es que su estado no podía ocultarse tras una ausencia de toda la noche, llegando con los ojos hinchados de tanto llorar. Le acribilla con cientos de pregunta sobre los hechos, por lo que le resumió todo muy brevemente y sin ánimos de más. Fue consolado un rato por su amigo, quien, a pesar de siempre ser alguien presionador, esta vez le permite llorar en silencio.

Beomgyu insistió en que regresara luego a Takayama, no sólo por su estado actual, sino también porque le admitió que decidió quedarse un poco más para decidir su siguiente paso con Tae a futuro, pues no querían estar tan alejados ahora que eran una pareja oficial, tenían cosas que planear.

–Me alegro por ustedes, pero francamente me quiero ir hoy mismo, Beomie.

–Entonces iré contigo, hyung.

–No, no. Estaré bien, no tienes que venir conmigo si eran esos tus planes. No los cambies por mí, puedo viajar solo, no estoy incapacitado ni enfermo.

Quizás enfermo de amor y con el corazón quebrantado, pero eso no mataba a nadie, o no a corto plazo... ¿No?

–Lo fueron antes de que llegaras así – suspira pesado, aún no le convence dejar que Bin viaje solo tras un suceso tan triste. Sabe que se hace el fuerte, pero sólo quiere impedir que Yeonjun vuelva a buscarlo para terminar esa charla que por tanto tiempo da vueltas en círculos; quiere realmente golpearlos a los dos –. No me sentiré bien dejándote solo por unos días.

Pasaron un rato largo discutiéndolo, hasta que el rubio convenció al obstinado castañito. Yoongi y Seokjin al terminar su jornada laboral igualmente le consintieron con un montón de comida deliciosa, aunque comió más por obligación que por gusto, no tenía el más mínimo apetito.

Soo se fue a bañar y a preparar todo para el viaje. Gyu le ayudó y acompañó, poco a poco el enfoque se fue distanciando, y volvió al tema que le causa tanto por dentro.

–Es lo que siempre has querido – resaltó con un suspiro pesado –, te ofreció algo de nuevo. Pueden recuperar lo que tenían, hyung.

–¿Crees que podríamos tener algo de nuevo cuando todavía hay tantas heridas y agujeros? ¿Siquiera es posible recuperar lo que se rompió? Nada es igual a como lo era, Beom – refuta con desgano, ya ni energía tiene de reaccionar –. No estamos listos para nada, fuimos impulsivos al vendarnos como si nada, y yo fui un idiota por creer que podría manejar mis sentimientos.

Nunca lo superó, está más claro que el agua del lago bajo el puente del pueblo -ese que fue testigo de muchos momentos de su historia-, por más que trató de negarlo.

Beomgyu se retracta de haber presionado demasiado bajo las circunstancias actuales, no era momento de angustiarlo más. Reposa una mano en su cabello y le otorga caricias leves, siendo más empático.

–¿Por qué no le exigiste que te dijera la verdad? No sanarán si no lo hablan, Soobin.

El mencionado cierra sus ojos y suelta el aire nuevamente, contestando en un susurro:

–Porque me aterra saberlo y terminar peor. No quiero hablarlo ahora, y él tampoco me negó cuando le pregunté si estaba listo para contármelo todo – conecta miradas con el menor y sonríe vagamente –. No todos corremos tu suerte, Beomie.

Cortaron la charla porque ya estaba sobre la hora de ida. Una minúscula parte suya quiso que Yeonjun fuese por él, contradiciéndose a sí mismo con lo que piensa, mas aquello no sucede. Corrobora que, en efecto, aún no están listos... ¿Algún día lo estarán?

Bin se despide de sus hyungs con pesar, como de Tae y Beom en un respectivo abrazo, agradece por todo lo vivido con ellos y se alegra un poquito cuando Hyuka llega a último minuto con una sonrisa tímida y un obsequio para desearle feliz viaje. Se abrazan a pesar de que no todo esté bien entre ellos, en esos instantes nada quisiera más que corresponderle al hawaiano, casi lloró en sus brazos por toda esa desafortunada situación, pero se contuvo, y en su lugar, fue a su vagón para partir rumbo a Osaka.

Antes de marcharse, claro que le pide a Kang que cuide de su primo, incluso con todo lo que ocurrió, por supuesto que le preocupa el estado en el que le dejó en el departamento tras su discusión. Para su sorpresa, Tae no opinó nada, sencillamente le sonrió con labios sellados y un asentir.

–Cuidaré de Yeonjun hyung, no te preocupes. Hablaré con él más tarde, si no me ha llamado hasta ahora, es mejor que tenga su espacio.

–Claro, muchas gracias, Taessi.

–Hasta luego, Soobin hyung.

Soobin se permitió en una parte del camino escuchar música en la casetera portátil, sin embargo, era tortuoso que el reproductor justo era uno de los miles de obsequios que le solía dar Yeonjun en sus veranos, y aún peor, que todas las canciones de amor le recordasen al azabache.  Motivo por el cuál optó por no oír más lo que quedó de trayecto.

*🌼*


Yeonjun permaneció encerrado en su departamento lo que restó de día, no se movió de la sala más que para ir al baño, no tenía siquiera apetito, estaba en un debate mental que sólo Soobin era capaz de causarle. Aún escucha el cerrar de la puerta cuando se marchó.

Fue tan fuerte como el torbellino que se desató durante su adolescencia aquella vez que tuvo que alejarse de Takayama, de Soobin. Fue tan doloroso como cuando le envió las cartas y no obtuvo respuesta. Por más que tuvo un pequeño consuelo, por más que el chico le pareció dar un atisbo de esperanza mínima para un futuro, no le convencía de que fuera posible, podía arrepentirse, porque la vida pasa.

Era irónico, años atrás fue él quien se fue por la puerta y dejó a un Soobin destrozado, suplicando porque no se fuera de su lado, y ahora todo se invirtió. Quizás era el karma.

Se mantuvo en su vivienda llorando y lamentándose, incluso quedó dormido y le valió faltar al trabajo, dando la excusa de estar enfermo. Estuvo autoconpadeciéndose de sí mismo hasta que dieron las cuatro de la tarde. Estaba por salir corriendo de aquel asfixiante espacio, de esas cuatro paredes, del sitio que despertó luciendo como un hogar y que ahora parece ser un hueco vacío, uno cargado por los cuadros de su artista favorito, mismo que se había ido horas atrás.

Salió sin abrigo, mal vestido y con pésimo aspecto, los vecinos del edificio y el portero le miraron entre asombrados y preocupados, realmente nunca fue tan cercano a nadie, pero sí mantenía una relación amistosa, muchos le tenían cariño, y nunca lo habían apreciado tan desorientado. Los esquivó a todos, por primera vez no queriendo ni ser educado para responder, saludar o explicar.

Fue sin rumbo alguno, le interesa muy poco la opinión de la gente que lo detalla en el autobús, no quiso manejar siquiera. Se bajó afuera de una galería de arte conocida, buscó la cabina telefónica más cercana y llamó a Lea, ella se impresionó por la llamada y ante su tono, pero cedió a darle la dirección de su hermano sin muchas interrogantes, cosa que agradeció enormemente.

Fue directo hasta allá y se anunció con el portero, le sorprendió que el chico le permitiese el paso, pero no le tomó mucha importancia, subiendo por el ascensor y parándose frente a su puerta. El hawaiano le recibió con expresión neutral, ambos se vieron fijamente, a ver quién decía algo.

Yeonjun es quien rompió el silencio:

–Golpéame. Hazlo, por favor.

Kai lo examinó de pies a cabeza, de brazos cruzados, hasta que soltó el aire y negó con calma.

–No te voy a golpear, aunque ganas no me faltan, Choi.

–¿Por qué no? – presiona en confusión – Lo lastimé.

–Lo sé, lo despedimos en la estación por la tarde – admite con ese tono pesado, notó la expresión que puso el mayor al escuchar de la ida del rubio; tampoco quiere rememorar ese momento –. Mira, no te golpearé porque si lo dejaste ir, aun cuando claramente te afecta, es porque hay un motivo de peso, ¿O me equivoco?

Yeon traga el amargor que se acumula en su garganta, tan anudada que ya le dolía. No sabe qué aportar, lo único que tiene presente es lo que siente por el otro Choi.

–Yo lo amo, más que a nada.

–¿Y viniste a decírmelo a mí y no a alguien cercano?

–Porque tu me vas a entender y no serás blando conmigo. Quiero un trago.

Kamal le permitió la entrada al desganado pelinegro, sin mucha resistencia. Cerró y fue con él a la cocina, en la barra puso la botella y le sirvió en un vaso, el chico esperando sentado en la silla, como todo un bar.

–Toma – indica en un susurro, el contrario agradece con un gesto y se bebe todo el contenido del vaso como si nada, de golpe, antes de depositar de nuevo el vidrio en la barra. Lo volvió a llenar en el silencio sepulcral, viéndolo de reojo –. Dudo que me cuentes el gran motivo secreto que por años has retenido, es decir, si aún cuando tuviste la oportunidad de no perder a Soobin no lo dijiste...

–El mundo es una mierda.

–Las personas son una mierda, o al menos algunas – le corrige, deteniendo todas sus acciones para analizar los escenarios en su cabeza. Hay uno que particularmente le ronda con constancia, se pregunta si estaba acertado –. Tiene que ver con su padre... ¿No?

Ya ni siquiera hay tensión en Yeonjun, se quedó estático y sin mediar ni una palabra por varios segundos.

–¿Por qué lo supones?

El más alto resopla también sirviéndose un trago, estaba sin ganas de nada más, realmente.

–No lo negaste... Lo conocí en Takayama, es un señor muy imponente y sobreprotector con Soobin. Nunca supo que yo era homosexual, pero no me veía muy aprobatoriamente, supongo que mi aspecto cumple el estereotipo.

–Cuando era niño él era mi modelo a seguir. Quería tener un padre igual, creí que era la persona más inteligente, aún lo creo, para ciertas cosas – informa con voz bajita, medio resentida, pues la decepción no se aplacaba ni con el paso de las estaciones. La herida de Namjoon seguía ahí como constante –. En parte no juzgo sus intenciones...

–Pero sí sus acciones – aclara, dando un trago profundo que amarga y poca su garganta por la bebida. Nuevamente llena sus vasos y apunta al mayor –. No tienes que contarme, pero por algo viniste, no sólo por un golpe y el alcohol.

Jun lo reconoce, aunque francamente no quería estar en ningún lugar o hacer nada en específico, sólo hizo lo primero que se le vino en mente.

–¿Cómo estaba Soobin? – saca su más temerosa pregunta.

–Triste, pero no estaba llorando desconsoladamente al menos – dice al instante, también decaído. Haber despedido al rubio en ese estado, luego de lo que aconteció con ellos esas semanas, fue un golpe duro.

–No sé ni qué decir ahora mismo.

Ambos se toman el contenido de los vasos, quedaron unos minutos sin decir más, bebieron dos tragos y luego Kai reflexionó antes que nada.

–Deberías replantearte todo, no sé qué mierda te hizo Namjoon o qué pasó, pero tuvo que ser fuerte para que alguien tan decidido, y que luce tan seguro como tú, esté pagando una condena tan grande – le encara con seriedad –. Habla con Soobin cuando ambos se calmen, no todo está tan perdido, pero no lo atormentes ni lo hagas sufrir más si no pretendes ir directo a la verdad, si no vas a tratarlo y repararlo. O lo acabas de una vez antes de que los acaba a ustedes, o lo dejas. Enfréntalo, Yeonjun.

Era un buen consejo, Choi no está razonando del todo, no tiene energías ahora, pero no descarta sus palabras. Con intriga escanea al extranjero, esto antes de murmurar:

–Tú lo quieres.

Kai ni vaciló.

–Mucho, sí.

–¿Por qué me ayudas entonces? Si hay una mínima posibilidad para él y yo, sabes lo que implica.

–Implica que sea feliz, y que yo me conforme con mi puesto – explica meneando su vaso con un encogimiento, sonriendo sin ganas, rendido –. Supongo que el amor de mi vida merece ser feliz con el amor de su vida, Choi.

Yeonjun debía admitir que si sentencia fue más que admirable, le provocó un respeto inmediato por el menor, y hasta le hizo arrepentirse de juzgarlo por tanto tiempo. Es claro que Soobin se hizo su amigo porque es una buena persona, ahora lo ve.

–No eres tan malo – suspira, bebiendo lo último en su vaso antes de chocar con el del otro en un brindis corto –. Gracias, Kai.

Huening agradeció el reconocimiento, los dos lucen agotados, mental y emocionalmente. Apartó la botella y los recipientes, señalando el sofá.

–Ya, no te emborraches. Vete a casa, te pediré un taxi. 

Ni refuta, asiente y espera a que el vehículo lo busque, una vez está en su edificio va arrastrando los pies en el camino. Ni siquiera vio los recados del portero, fue como un alma en pena hasta arriba, sacó sus llaves y fue hasta su puerta...

Sin embargo, a Yeon le toma totalmente desprevenido el abrir la puerta de su departamento, puesto que consigue a su padre esperándolo sentado en el sillón de la sala. Los dos se miran con parpadeos desconcertados.

El hombre mayor queda pasmado ante el lamentable aspecto de su hijo, examinándolo consternado de arriba a abajo. Luce terrible y deprimido, como esa vez que regresó de su último verano feliz.

–Yeonjun... ¿Qué te pasó, hijo? ¿Estabas tomando? No sabía dónde estabas y no atendías las llamadas. Abrí con la llave de repuesto, perdón que no avi...

Debió de estar muy mal como para largarse a llorar frente a su padre apenas cruzó de tres zancadas la sala, acción que no hacía desde que era un niño pequeño; supo ahí que no podía retenerlo más o se ahogaría en emociones, en pesar, en agonía.

–P-papá, lo siento, no s-soy lo que ustedes esperan que sea. Me gustan... A-amo a Soobin, ni siquiera sé si soy gay, p-pero estoy enamorado de un hombre. Yo se los oculté por años...

–Yeon...

–P-pero ya no puedo con esto, me está matando. N-no quiero dejarlo ir de nuevo, no q-quiero tener que pedir disculpas por amar, papá...

Chanyeol permaneció impasible escuchando los sollozos de su hijo, quien no quiere dejar de hablar atropelladamente, de gritar a los cuatro vientos lo que su alma contuvo por tanto tiempo.  Lo está viendo tan destrozado como hace mucho no lo estaba, como las veces que el muchacho disfrazó su pesar y él se percató en silencio de su sufrimiento... Sin interrumpir, sin cuestionar.

No había sido el mejor padre, la prueba de ello es que su hijo se está quebrando frente a él.

Yeonjun sólo rezaba que su padre no lo apartara, que no le gritara ni dijera que era una aberración, que no lo mirase con puro odio y decepción, no ahora que necesita de su consuelo, del hombre que lo crio y al que, aunque no lo admitiese, siempre quiso hacer sentir orgulloso de él, de alguna manera.

Se mostró toda su vida como un alma libre, rebelde, retaba a su padre y solía no demostrar su malestar, pero en el fondo, quería ser aprobado por el hombre, porque era su papá. Al fin y al cabo, lo amaba.

Chanyeol no lo apartó de su cuerpo, se quedaron así por cinco minutos enteros. El llanto del chico no cesaba, sus súplicas silenciosas para que no se alejara, y sin percatarse, él también está llorando en silencio, con la diferencia de que su hijo no se inmutó de aquella acción.

Inhaló profundamente y limpió sus lágrimas para sujetar al azabache por los hombros, haciendo que lo encarara con sus verdosos ojos hinchados y rojos a consecuencia del llanto, cargados de un dolor que él mismo ha sentido en carne propia, y que ahora regresa desde el fondo de su ser -donde lo enterró- al tener que lidiar con que su propio hijo lo experimente también.

Es absurdo que Yeonjun le pida perdón por ser quien es, cuando son él y su madre, el mundo entero, los que le tienen que pedir perdón por hacerlo creer que es una persona fallida. Por reprimirlo, por dañarlo por el simple hecho humano de amar.

Su hijo no está mal, los que se dicen llamar humanos, sí lo están.

–No tienes que hacerlo, Yeonjun, no tienes que disculparte ni explicarme nada – comienza con serenidad, brindando un poco de consuelo al devastado pelinegro que luce perdido mientras le da un apretoncito en sus hombros; es como disculparse con él, estrechándolo lo suficiente como para reponer esos pedazos rotos de los dos –. Ya lo sabía, siempre lo supe.

Perplejo, desconcertado, enojado, aliviado... Yeon transitó entre una marea de emociones que detuvo sus sollozos. Con su expresión es obvio que le exige una explicación a su progenitor, mismo que en un parpadeo le estaba volviendo a abrazar como cuando era un pequeño asustado de la oscuridad y tenía una buena relación con su superhéroe favorito: Con su padre, el ser que consideraba más grande, fuerte, valiente, inteligente... Cuando todavía era un chiquillo capaz de darle un beso en la mejilla a su padre, de abrazarlo sin que le dijeran que ya estaba muy grande y que los varoncitos no hacían eso; antes de que le contaran que hay colores para niños, que los juguetes son para bebés, que el llorar es de niñas, cuando le comentaron que la violencia es varonil, y que dormir con luz era de debiluchos.

Las niñas no eran débiles, el rosa es bonito color, la violencia no es la solución de nada, los padres y sus hijos pueden mostrarse afecto sin necesidad de que un género o la edad intervengan, los juguetes no quitarían su masculinidad ni tendrían relevancia en su madurez mental, la luz no es mala, el llorar es sanador... Yeonjun siempre llevó la contraria, no entendía nada, todos estaban equivocados para él, pero si era el único pensando así, si nadie le apoyaba, sólo le quedó tragárselo y ser rebelde, apartarse...

Hasta que conoció a Soobin, con el único ser que compartía todo lo que es, sin máscaras. Compartían opiniones, y las que no, las respetaban y apoyaban, un vínculo tan difícil como hermoso de encontrar.

Y eso también se lo quitaron.

Su padre lo continuaba estrechando mientras todos los recuerdos y fragmentos venían a su cabeza cargada de nubes grises. Nunca esperó que le pidiera una disculpa, que no le maltratara, tal vez estuvo más que equivocado con Chanyeol, porque se dejaron apartar con el paso de los años, hasta el punto de no conocerse y desconfiar. Es triste que debe de estar en su peor momento para sentirse más cerca de él nuevamente.

–¿Por qué no me lo dijiste? ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Fingiste que no ocurría nada conmigo para evadir la realidad? – le reprocha con voz rasgada, amortiguada contra su hombro mojado por las lágrimas que ensuciaron la camisa blanca y cara, apretando la misma tela con sus manos –. Tú... P-por eso cancelaste esa vez mi viaje al pueblo, ¿Cierto? – se le escapa un tenue sollozo cuando el hombre le estrechó más contra sí; no respondió verbalmente, pero esa acción le dijo mucho – P-pero no entiendo... No lo odias, no me separaste de Soobin después.

–Creí que podían ser suposiciones y perjuicios erróneos de mi parte, que estaba malinterpretando tu amistad con él, hasta que te escapaste y te enfrenté en esa oportunidad. Iba a ordenarte regresar, fui con esa idea en mente, pero no me ví capaz cuando te encontré tan decidido a quedarte a su lado, pasara lo que pasara – comenta en un susurro estrangulado, sobando su espalda sin moverse del lugar aún; ese abrazo lo necesitaban hace demasiado tiempo –. ¿Odiarlo? No es posible guardar sentimientos negativos contra alguien como Soobin, es un buen chico.

Jun aprieta sus ojos y muerde su labio tembloroso.

–Es el mejor.

Lo roto que suena su hijo le hace soltar un suspiro tendido que borra la leve sonrisa que se le formó al mencionar al rubiecito al que tanto estimaba.

–Quien conoce del amor y ve detalladamente cada acción entre las personas, más allá de los prejuicios de la sociedad, puede fácilmente deducir cuando hay un vínculo romántico, o incluso mayor a ello. Lo de ustedes dos es innegable y especial... Me recuerda a mi primer amor.

–A mamá – adivina sorbiendo su nariz.

Chan niega con lentitud. Ya era hora de ser honesto con Yeonjun.

–Me refiero a otro hombre, hijo.

El ojos verdes se apartó despacio, más que impactado ante semejante noticia una vez la procesa. Chan no demuestra nada más que un aire desolado en sus orbes grisáceos, ¿Desde cuándo no brillaban? ¿Cuándo su padre comenzó a tener ciertas arrugas en su rostro y pequeñas canas en su cabello? Es aprensivo darse cuenta que en medio de su rutina, no se percató de tales rasgos, ni mucho menos de una verdad tan grande. 

¿Uno realmente conoce la verdad completa de sus padres alguna vez?

¿Significa que su padre era homosexual? ¿Por qué se casó con su madre y lo tuvo a él, en ese escenario? ¿Cómo es que nadie lo sabía? ¿Su madre o sus abuelos conocían ese dato?

Cada interrogante era mayor que la anterior, estaba en demasía confundido. Agradece que tomaron asiento en la mesa del comedor, se dispusieron a poner de lado sus emociones para empezar con el relato en un intercambio de miradas mutuo.

Chanyeol le cuenta acerca de su juventud, cuando en plena adolescencia conoció a Byun Baekhyun, quien fue nada más y nada menos que su tutor de clases particulares; tenían 4 años de diferencia, fue un dato que remarcó para su atónito hijo. Ellos habían entablado una gran amistad y poco a poco fue rozando los límites amorosos, cabe destacar que más que prohibidos, por diversos factores.

Debido a esto, de por medio hubo mucho drama. Ellos ocultaron lo suyo, el mayor más de una oportunidad flaqueó al sentirse culpable de "corromper" a un chico tan joven, sin embargo, lucharon por lo suyo.

–Pero ¿Qué sucedió para que acabara? Porque se acabó, por algo estoy yo aquí – cuestiona aún impresionado, por más memoria que trata hacer, no hay indicios de nada alusivo, nunca escuchó aquel nombre de parte de nadie en casa, de hecho, se le dificulta pensar que el jovencito de la narración se trata del mismo hombre; ni qué decir de los escenarios en su cabeza, su padre junto a otro sujeto, viviendo un romance riesgoso. El de canas rió carente de energía por sus palabras, manteniéndose cabizbajo – Nunca me lo presentaste, no recuerdo conocerlo.

–No tendrías que conocerle, hijo, nunca lo mencionaron en tu presencia.

–¿Y por qué...?

–Sucedió que fui un imbécil al dejarlo irse, esto respondiendo a tu primera pregunta. Tú no lo creerás, por la manera en la que me he comportado desde que llegaste al mundo, pero siempre fui un rebelde despreocupado, no me importaba el resto del mundo ni sus opiniones, era Baek quien en todo minuto se preocupó por no ser descubiertos para no afectarnos. Él sin duda era el lado maduro y responsable en la relación. Irónicamente, yo fui quien se acobardó al último instante – simplificó con la desdicha en cada palabra –. Íbamos a escaparnos, lo dejé plantado a pesar de que fui yo quien le convenció de mandar todo a la basura y huir... No quiso saber más de mí y yo no pude hallarlo más al haberse marchado lejos, no lo culpo en lo absoluto.

Es decir, Chanyeol de haber sido Baekhyun, lo seguiría odiando por semejante desplante.

Yeon tragó el nudo que todavía se instalaba en su garganta, le era tan similar la situación, nunca imaginó que tuviese cosas en común con su padre, menos la personalidad que éste alega haber tenido alguna vez en su juventud.

¿Así acaban las personas cuando son adultas, arrepintiéndose toda su vida de los errores de sus versiones jóvenes? Si él ya llevaba años torturándose por su metida de pata, no imagina lo que debe de sentir Chan.

–¿Por qué lo hiciste? – se atreve a preguntar en medio de su debate mental.

–Yo no había visto las cientos de advertencias que nos ponían en riesgo con nuestra relación, siempre Baek tuvo razón, pero era mejor olvidar la realidad y embriagarme en lo nuestro. No sólo fue la edad, o que éramos dos hombres, ni siquiera su trabajo, sino que mi padre era un hombre más que estricto, un militar de alto rango que me impuso seguir las normas, si se hubiese enterado, nos habría matado sin rechistar, a ambos – con cierta angustia, y tomando la mano del menor que luce consternado ante la información, añade: –. Tu abuelo es un gran sujeto, pero fue educado a la antigua y no es capaz de entender lo que sale de sus criterios y creencias.  Yo recibí los golpes y cada enseñanza que él tuvo también, sólo que me resistí, hasta que me doblegué. 

Porque el amor nos hace tener miedo a la perdida, ambos Choi lo saben bien.

–No puedo creer que el abuelo fuese capaz de hacer semejante cosa, ¿Estás seguro? Él te ama, papá.

–A veces hay cosas más fuertes que la razón y el querer, Yeon – sonríe entristecido –. Una vez reunido con sus amigos tocaron el tema de la homosexualidad, las barbaridades que decían, los chistes, el odio... Dijo que prefería que si hijo estuviese muerto antes que aceptar el que sea un torcido.

Yeonjun negó dolido, imagina que fue hasta peor a como lo relata su padre, es más que palpable en sus ojos. ¿Cuánto peso cargaba esa mirada opaca? ¿Cuál es el motivo de esas ojeras de desvelo que no parecen de simple rutina diaria?

–¿Qué pasó luego?

–Conocí a tu madre, y no quiero que dudes de mi amor por ella, mucho menos de mi amor por ti, porque son lo más grande que tengo en la vida. No me arrepiento de absolutamente nada, porque eso te trajo a este mundo, y eres lo más perfecto que he creado – tras decirle aquello con total convicción, suspende el contacto visual para mirar un punto fijo en la madera, más apagado al entonar: –. Solamente me gustaría que las cosas no hubiesen terminado tan mal, poder decirle a él que lo lamento mucho, tan sólo verlo, saber cómo está y...

No hubo necesidad de culminar la oración cuando era tácita la implicación: Un amor así no deja de arder con la añoranza de la cercanía. No se deja de amar cuando se amó profundo.

Hay una pausa corta donde padre e hijo se sumergen en los recuerdos con aquella persona especial en sus vidas. Cada historia distinta, con un desenlace similar, era increíble y triste. Es el menor quien pregunta bajito, únicamente para confirmar:

–¿Todavía lo amas?

–No hay día en el que no lo recuerde y me pregunte un "Y si..." – sus comisuras se levantan para mostrar una sonrisa de puro aprecio con tintes de tristeza – Uno jamás olvida el sitio donde fue feliz, su lugar seguro, su amor.

–Yo también lastimé y destruí el mío, papá – expulsa con voz ronca e inestable, nuevas lágrimas se acumulan en sus orbes. Se golpea el tórax con un dedo, brusco y mortificado –. Tengo un "te amo" atascado dolorosamente aquí en el pecho que no me permite decirle por todo el daño que le provoqué. Hice algo muy parecido con Soobin, él no lo merecía, no tenía por qué salir tan lastimado por mi culpa.

Narra toda la historia, o un resumen de ella con lo más relevante -aunque para Yeon todo lo que ellos han tenido lo sea-. El otro pelinegro le oye atentamente y sin interrumpir hasta que termina, le brinda una que otra palmadita cada que se detiene por las emociones.

–No imaginaba que Namjoon tuviese que ver con todo esto.

–Siempre creí que serías tú el que sería capaz de hacer algo como eso, jamás lo vi venir de él. Ahora me siento culpable porque el abuelo pudo ser peor contigo, y yo te leí mal – confiesa con arrepentimiento, a pesar de ello, Chanyeol no luce con rencor, al contrario, le sonríe con calma – Aunque francamente no puedo juzgar del todo al padre de Soobin, ¿Cierto? 

–Los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, a pesar de que no tenemos en todo momento la razón – corrobora con mismo sentir que el otro. Lo más triste es haber olvidado quien era, no quiere que le pase eso mismo a su primogénito –. Quise cambiarte para que no vivieras mi martirio, olvidé qué se sentía estar en tus zapatos y pagué mi frustración como no debía. Cometí un grave error al estar ausente y dejar que pasaras por todo solo, debí intervenir. 

Jun chasquea sin ganas.

–Descuida, igual estaba reacio a abrirme, supongo que no estaba listo. Siempre estuve dispuesto a tantear y exponerme frente a todos, a burlar y romper las reglas, pero cuando se trataba de personas que me importan, era muy difícil.

–Es normal, y eres valiente por admitirlo.

–Ojalá sentirme valiente, papá – resopló con una mueca sin gracia.

Chanyeol lo medita por unos dos minutos, listo para opinar, captando el interés del abatido orbes verdes:

–Intuyo por qué no le dijiste la verdad a Soobin, pero creo que tiene derecho a saberlo, o al menos a que le expliques una parte. No te tragues esa confesión, no dejes que se marchite, lo de ustedes es más que una amistad valiosa, es un tesoro que no todo el mundo logra conseguir en este mundo – da un apretón en su agarre, incitándole a tomar coraje –. La vida es muy irónica, se ríe de nosotros cuando nos consigue un punto débil, pero somos los únicos con el poder de sobrellevarlo... Ve por Soobin si es tu sueño, Yeonjun.

Fue suficiente para conmoverlo y derribar sus paredes, el empujón necesario, un impulso que le guió para no hacerlo sentir solo, para comprender que no es una opción dejar que se le escapa nuevamente la felicidad, no por segunda vez, no si agarra el timón.

Yeon estaba tan agradecido que se lanzó a abrazar al hombre en lo que se limpia las lágrimas, ya no quería seguir llorando y lamentándose sin hacer nada, su padre le ayudó a armar un poquito algunos pedazos de su ser.

–Gracias, papá... ¿Me debería de ir ahora?

–No, espera – remarca con parsimonia –. Puede que Soobin se cierre en un inicio, dale unos días para procesar lo de hoy y que eso le permita tomárselo mejor, al menos aguarda una semana.

–¿Y si es muy tarde? – abre sus ojos asustado de sólo imaginarlo – ¿Y si desaparece del pueblo y luego no hallo cómo encontrarlo?

–No lo hará, confía en mí. Respeta su espacio, piensa bien lo que le dirás al estar allá.

Jun suelta el aire en resignación, su padre tenía un gran punto. Soobin estaba reacio a oírlo, acababa de irse, y lo mínimo que le debe es respetar su espacio, ya fueron muchas emociones por hoy. Además, es de noche, y era mejor pensar adecuadamente lo que le diría, prepararse para enfrentar sus demonios.

Soobin lo valía, así el resto no lo comprenda.

–¿C-crees que mamá lo entienda como tú?

Chan afianzó su agarre y limpió igualmente sus propias lágrimas.

–No lo sé. Ella te ama por sobre todo, pero me temo que no está lista... Algún día lo estará, hijo.

Yeonjun afirma, ya es hora de tomar el mando de su vida.

–Quisiera hablar con ella antes de irme.

*🌼*


Después de llegar a Osaka, tomó un autobús para ir directo a Takayama, quería llegar lo más pronto posible, ya estaba entrando la noche. Una vez en su destino, no le asombra tener a su padre y a la señorita Arin esperando por él, recordaron la hora a la que llegaría, porque Beom les contestó el teléfono esa mañana, mientras él estuvo en casa de Yeon.

Namjoon le saluda algo tenso, examinándolo en silencio y dándole la bienvenida, su ex maestra fue más cálida y lo abrazó, llenándolo de preguntas sobre el viaje. Él aparentó normalidad, aunque era obvio su abatimiento, su padre estuvo totalmente callado y pensativo todo el regreso.

–¿Seguro que no quieres comer, Soobinssi?

–Estoy agotado, prefiero darme una ducha y dormir.

–Cariño... ¿Seguro que estás bien? No luces muy contento, ¿Pasó algo en Tokio o es porque Gyu no vino contigo?

Bin examinaba aquella vivienda con ausencia, no tenía esa sensación de cuando se regresa a un hogar tres estar tiempo afuera, apenas puede seguir sosteniendo la conversación. Tiene un agotamiento mental enorme, lo libera en un suspiro.

–No, sólo es cansancio.

–¿Y por qué Beomgyu no vino contigo? – Nam cuestiona con genuina curiosidad, era lo primero que decía en un largo rato. Su hijo les daba la espalda, pero se percató de que su interrupción le tensó en su sitio – Se fueron juntos.

–Porque se quedó con su pareja.

–¿Tiene pareja?

Arin permanece borde entre el intercambio, a la expectativa. Por dentro desea que se trate de Taehyun, ella conocía muy bien esa historia, y en una ocasión que habló con Gyu por teléfono, éste le mencionó que su viaje iba de maravilla, que las cosas con el chico iban bien. Claro, le preguntaría en privado, no frente a Namjoon...

La cuestión es que jamás esperó que Soobin volteara a ver a su padre con una sonrisa ladeada, tan exhausta como su mirada.

–Dudo que quieras hablar de esos temas. Se trata de un él, no un ella.

Tan pronto lo dice, cae un silencio en la estancia. No esperó ni diez segundos para dar las buenas noches e irse a su recámara, los dos adultos quedaron mudos, poco le importa. Es primera vez que menciona abiertamente un tema homosexual frente a su padre, primera vez que habla de la sexualidad de Beomgyu frente a él, pero no parece importarle menos ahora, fue una expresión de su ya obstinado organismo.

Se dio una ducha y se acostó, viendo el techo por horas en la penumbra. No escuchó ruido afuera, apenas murmullos cuando los otros dos cenaron, y la puerta de u habitación al cerrarse, nada más.

Se durmió en cierto punto de la noche entre sus divagaciones. Estuvo dormido por diez horas, le sorprende que nadie lo despertara, estaba acostumbrado a trabaja y madrugar desde muy temprana edad, pero supone que Yewon intervino para que descansara por el viaje. Desde que está con su padre, él se calmó más con sus órdenes... Aunque tal vez por su comentario de anoche el hombre no quiso verlo demasiado.

A pesar de dormí todas esas horas, todavía está cansado, como si pudiese acostarse por mil años y olvidar todo, no sentir, estaba seco. Se levantó para ir al baño a arreglarse, después salió a tomar el desayuno, sólo estaba Arin tomando su café con su sonrisa cordial de todas las mañanas. Seguramente ya desayunó, y su padre era obvio que no estaba.

Ella le preguntó su estado y si pudo descansar, él se limitó a asentir y comer cabizbajo.

–Lo siento, anoche no estaba de humor.

–Pude notarlo, a causa de ello te di tu espacio – se concentra en pelar una manzana y poner los pedazos de la jugosa fruta en un bol, haría una tarta para el rubio por la tarde. Lo examina con preocupación mientras éste come en automático. Una vez termina, va a lavar todo y comienza a secar con un trapo para guardar lo utilizado. Es ahí que se atreve a sacarlo a flote: –. Tu padre se sorprendió mucho con la noticia de Beomgyu, no esperé que la soltaras así.

Soobin detuvo sus accionar con lentitud, apretando inconscientemente en su palma un cuchillo que secaba.

–No debería de ser un tema prohibido.

–Lo sé... Hey, lo sé, querido, pero no todos lo comprenden – al darse cuenta de lo que el chico hacía sin siquiera inmutarse, se levanta deprisa y va a su lado para retirar el cubierto, Soo parece salir del trance con una mueca cuando corrobora que su palma tenía un pequeño corte, el paño había impedido que tuviese contacto directo al menos. Rápidamente le ayuda a lavar la herida con consternación –.  Namjoon no dijo nada, sólo quedó impactado.

Bin negó en silencio, apenas y le arde la mano mientras la más pequeña y femenina le coloca un paño a su cortada, la sangre cubriendo la tela floral.

–Es de esperarse.

Fue más sano acortar el asunto ahí, los dos concuerdan con una mirada. Van a la mesa nuevamente, y para aliviar la tensión, la nerviosa profesora le sonríe al chico que fue alguna vez su pequeño gran alumno estrella.

–Te queríamos dar una noticia, pero él está en el trabajo ahora, y como anoche no cenamos juntos...

–Dime por favor que es algo bueno.

–Lo es, o eso espero – escapa una risita nerviosa ante la expectativa del menor. Inhaló hondo y tocó por inercia su abdomen muy ligeramente abultadito –. Estoy embarazada de tu padre, Soobinssi. Vas a tener una hermanita o hermanito en cinco meses.

A primera instancia abrió sus ojos a la par de su boca, balbuceando sin sentido. Se levantó tan apresurado, que con su torpeza se golpeó con la mesa y la silla chirreó, la mujer rió por su reacción y se paró también, el alto fue hasta ella para mirarla, intercalando entre esa mano en su abdomen y su rostro alegre.

–¿Qué? ¿Desde cuándo lo saben? ¿Por qué no me dijeron?

–Me enteré justo al día siguiente de que fuiste a la ciudad, quisimos esperar a decirte en persona – presenta con serenidad, observándolo con cariño –. ¿Te agrada la idea?

–¿Cómo lo dudas? – escapa el aire, finalmente sonriendo sin forzarse. Se acerca más para abrazar a la más bajita y posteriormente le toca su mini pancita con aprecio, no iba a ocultar que le emociona la idea; recuerda que le solía decir a la señorita Arin cuánto hubiese querido un hermanito o hermanita – Por supuesto que me agrada, estoy muy feliz por ustedes.

Yewon lo sabe, sus nervios ante su reacción no eran porque creyera que a Soobin no le haría gracia la idea de su bebé, sino que le consterna el hecho de que el rubiecito luzca tan decaído y no esté feliz por su estadía en la capital, no se supone que llegaría en ese estado. Es más, esperaba que con esa noticia la estuviese cargando y riendo, parloteando de cómo pintaría las paredes del cuarto para su futuro hermanito, sin embargo, sólo miraba con tristeza su pancita embarazada.

–Pero no luces muy contento en general, cariño... ¿Todo en orden?

–Vi a Yeonjun – musita después de unos segundos, se cruza con la sorpresa en la castaña, así que sacude levemente su cabeza –. No me hagas explicarlo todo ahora, por favor.

–De acuerdo, no te preocupes – concede en gesto solidario, acariciando de puntitas los cabellos rubios alborotados de su hijastro, él se recostó un poquito en su palma, haciendo un ademán con la boquita que le recuerda a cuando era un pequeño. Al apartarse, le regala una sonrisa apagada y se excusa para irse, antes de que lo haga, le dice: –. ¿Acabó?

Titubeó vagamente en medio del marco de la cocina.

–Creo que acabó – contestó bajito, saliendo sin más.

*🌼*

Tal como fue su petición, Chanyeol acompañó a su hijo al día siguiente hasta la casa donde vivían él y Rose, esta última les recibió aliviada. Se había quedado en el departamento de Yeonjun para brindarle compañía, el pelinegro no es que estaba en su mejor estado, está más que nervioso, por más que lo aparente, pero se encuentra menos alterado que el día anterior tras la charla de honestidad que tuvieron.

Yeonjun mismo propuso acabar con eso de una vez, si seguía dándole vueltas, jamás estaría listo, ¿Quién va a tener un momento exacto para enfrentar a las personas que ama, corriendo el riesgo a perderlas? Lo haría de una vez, y al menos tenía el apoyo de su padre.

Pensó toda la noche en su conversación, en unos días iría por Soobin, pero primer debe arreglar los cabos sueltos y hacer bien las cosas. Se dijo que, así su padre no le hubiese brindado su comprensión, igual estaría enfrentando a todos, incluso de no haber tenido esa charla con él, porque ya estaba obstinado de ocultarse, nunca fue así, no continuaría dejando que el mundo lo aplastara.

Por supuesto que Rose se percató de que algo andaba mal con su hijo apenas lo recibió junto a su esposo, sabe que no tuvieron una buena noche la última vez, y supuso que era debido a ello, quizás fue el motivo por el cuál Chanyeol se quedó con él por la noche. Ella no dudó en disculparse y abrazar a Yeonjun, siendo gratamente bien recibida con el gesto.

Al fin hablaron de tantas cosas que los tres necesitaban, fue una charla emotiva y reveladora, por más que hay mucho que no salió a relucir, por ahora; eran pasos de pingüino, lo importante era darlos como familia.

–Está bien, mi healing – sonríe con derrota –, tendré que entender tus decisiones y respetarlas.

Yeonjun vuelve a los brazos de la mujer que le crio, que le guio y vio crecer toda su vida, quien le trajo a aquel mundo, donde antes se sentía seguro, tratando de hallar todo el valor para el siguiente paso que daría a continuación, espera que siga pensando igual tras darlo. Porque, por más que le duela, sabe que si tiene suerte es posible su madre no lo quiera ver por un buen tiempo, y que con el paso de las estaciones logré asimilarlo hasta estar lista y aceptarlo.

Muy probablemente no tenga su apoyo incondicional si se entera de lo que haría, por lo que aprovecha cada segundo de ese abrazo, porque seguramente, en mucho tiempo no volvería a tener aquellos brazos pequeños y femeninos rodeándole con devoción.

Chanyeol también lo sabe mientras presencia, con el alma encogida, la escena de su esposa e hijo. Conoce a Rose desde hace muchos años, no es una mala persona, ama a su hijo, pero también es consciente de que no será nada fácil para ella digerir semejante verdad que escapa de su control. Él estaría listo para darle a ellos dos su consuelo, pero no se quedaría callado a la hora de tomar el bando de Yeonjun.

–T-te amo, mamá. Por favor, no dudes de ello, h-has hecho un gran trabajo como madre, ¿Sí?

–Claro que sí, crie a un gran hombre, Junnie.

"Los hombres también se enamoran de otros hombres, no por eso dejan de serlo, no por ello no son varoniles o geniales seres humanos. No dejas de ser hombre por amar, al contrario" Sin duda es algo que le hubiese encantado aclararle a Rose, a su abuelo, a todos los prejuiciosos que no comprenden sobre el amor y sus dimensiones.

Y él iría por el suyo, por su Soobin

Namjoon les dio punto y final, pero los puntos también pueden ser suspensivos.

–Entonces debes saber a quién ama este gran hombre que criaste, mamá – se separa despacio, sonriendo con orgullo hacia la confundida mujer. Limpia sus lágrimas con delicadeza y besa su frente, dando un paso atrás para sujetar las pequeñas manos –. Amo a una persona encantadora.

–¿A quién, hijo? ¿La conozco?

–Es Soobin, mamá.

Nada, ninguna palabra se escucha tras la sentencia. Rose y Yeonjun se veían fijamente, el menor ansioso, la mujer estoica, hasta que ella escapa una risa.

–Hijo, no bromees con esas cosas.

Se lo esperaba, era normal que la primera reacción fuera la negoción, y dolía. Se mantuvo firme y dijo con misma seguridad:

–No es broma, estoy hablando en serio.

Entonces la de falda entallada se quedó pasmada, su sonrisa se borra y se reemplaza por una expresión pálida, seria y sin emoción.

–Soobin es un chico, Yeonjun – remarca con cautela, templado.

–Lo sé – afirma, sin embargo, aquello causa que su madre comience a caminar de lado a lado con inquietud, el sonido de los tacones acompañando a sus respiraciones aceleradas, todo le estaba alterando los nervios a los tres. A pesar de ello, no se retracta, Rose se sentó en el sofá y él aprovecha de dar unos pasos cerca, con palmas sudadas –. Él te quiere mucho, mamá.

–Dios, ¿Qué hice mal? – reniega en voz baja, estaba atónita, no quería aceptarlo.

Auch.

–No hiciste nada mal, Rose – intercede el señor Choi, yendo junto a ella, es ahí cuando su esposa le miró con ojos llorosos y heridos; traición, se sintió traicionada y decepcionada porque él ya lo sabía –. Escúchalo.

–Sigo siendo la misma persona de hace cinco minutos – insiste esperanzado, con voz temblorosa, pero con una convicción que no iba a flaquear. Quiso ir con ella, fue a su lado –. Soy ese mismo gran hombre, ma...

La mano de Yeon queda suspendida en el aire como su oración inconclusa, pues Rose se ha levantado para marcharse y encerrarse en su habitación. No hubo gritos, llantos, reclamos, golpes... Sólo silencio.

Pudo ser peor, ¿No?

–Dale tiempo, Yeonye, yo hablaré con ella.

Yeonjun agradeció la presencia de su padre en esos momentos. Con todo y lo sucedido, sintió que se quitó un peso enorme de encima, ya lo primero estaba hecho, sería un efecto dominó, pero estaría listo.

*🌼*

–Lo llamé, está sobrellevando todo – musita adormecido, soltando el aire con gusto ante las caricias de aquellos dedos en su espalda desnuda –. Confío en que está bien, pero...

–Lo extrañas, sé que quieres volver por él – completa en entendimiento, besando la cabeza del mayor con afecto –. Sabes que puedes hacerlo y que yo te acompañaré.

–Pero tampoco quieres dejar a Yeonjun hyung solo.

–Su padre ha estado con él... Estoy orgulloso de mi primo, ¿Sabes? Se le vendrán muchas cosas encima, pero a pesar de todo, lo noto menos abrumado – comenta con verdadera admiración –. Está convencido en arreglarlo definitivamente todo con Soobin hyung.

Beomgyu lo secunda con un sonidito, incorporándose un poquito para ver mejor a su novio, se remueve entre las sábanas con una mueca adolorida por la actividad física de más temprano.

–Fue muy valiente al decirle todo a sus padres. Debemos estar cuando su familia y el resto se entere.

–Lo estaremos – asegura sin rechistar –. También les diré lo nuestro en algún punto. Mis padres no son tan comprensivos como mis tíos, pero lidiaré con ello – en algún instante del silencio, voltea hacia el sonriente y radiante castañito que aún tiene mejillas sonrojadas y ojitos cansados, viéndolo con devoción. Se le escapa una sonrisa también, porque Beom es hermoso en todo momento, pero más después de hacerle el amor –. ¿Qué?

–Es que te amo mucho – simplifica bobamente, dándole un beso casto en los labios y posteriormente en el pecho descubierto a su dongsaeng. Vuelve a reposar su cara ahí, los brazos más ejercitados rodeándole al instante –. Aún no sé cómo me he guardado de no decirle todo el plan de Yeonjun a Soobin.

–Porque eres un buen amigo, cariño – masculla embelesado por los mimos de su pareja –. Te amo mucho más.

Por un rato más estuvieron melosos, hasta que Beom saca algo antes de dormir:

–Soobin hyung tendrá un hermanito o hermanita en unos meses, me dijo hoy cuando lo llamé. Está feliz, creo que por eso no ha decaído tanto.

–Me alegro mucho por él, será un gran hermano mayor.

–El mejor, y nosotros seremos los primos cool.

Taehyun se ríe bajito para enrollarse como un gato sobre su Beomgyu hyung.

–Claro que sí.

Los dos confiaban en sus hyungs.

*🌼*


El simple hecho de pisar nuevamente el lugar donde vivió tantas experiencias a lo largo de su niñez y adolescencia lo tenía muy sentimental, agregando que también es por la razón principal de su visita. Se perdió en examinar cada detalle con diligencia, muchas cosas cambiaron y otras se mantuvieron intactas, sacándole una sonrisa melancólica. 

La brisa aún huele a frutos y flores, a campo, a pasto mojado, a café y tierra.

Yeonjun estaba ya en Takayama, sin nada más que una mochila y un centenar de sentimientos y emociones en su interior. Había transcurrido una semana exacta de los sucesos con Soobin en la ciudad, se tomó el tiempo de poner todo en orden, metalizarse y planear todo, así como de igual forma le dio espacio a su mocoso para pensar y procesar.

No tardó demasiado en ir a la casa de la mujer a la que tanto aprecio le guarda, puesto que sus tías le comentaron que ahí residía el chico al que busca ahora. Las visitó a ellas muy brevemente, ellas se extrañaron por su urgencia de visitar a Soobin, pero sólo le dieron indicaciones y ya, era un hombre y sabía lo que hacía.

Su madre no le contó aún nada a la familia, tampoco sabía nada de ella. Chanyeol estuvo en su departamento con él esos días previos a su confesión, puesto que Rose no quería verlos, y tuvieron que darle espacio.

Con el corazón en la boca tocó la puerta con palmas sudadas, se peinó el cabello y acomodó su chaqueta con inquietud. Esperó hasta que la castaña a la que esperaba ver le recibió con cara de sorpresa, causándole un revoltijo en el estómago. Obviamente lo reconoció.

¿Qué pensaría de él? ¿Lo detesta por haberle hecho aquello a Soobin? Supone que sí, es lo más razonable, a decir verdad...  Entonces, ¿Por qué le invitó a pasar a su hogar y le ofreció una sonrisa cálida de la que no cree ser merecedor?

–Es lindo tener tu visita después de tantos años, Yeonjun-ah. ¿Cómo has estado? Tus tías no me comentaron que vendrías.

–Vine de improvisto, nadie lo sabía... Todo está bien, señora Choi.

Yewon asiente quedamente, no pasa por alto el nerviosismo que carga el pelinegro que conoció cuando era un pequeño galán, ahora convertido en un hombre igual de apuesto, pero con una mirada triste que le acongoje. Estaba ojeroso y con clara incertidumbre en sus orbes verdes, no luce con aspecto descuidado, pero sí agotado. Tal como su hijastro.

El joven escanea discretamente el área, ella le relaja un poco al darle una taza de té, pero el azabache está muy ansioso, por ende decide ir directo al grano:

–Intuyo que buscas a Soobinssi, ¿O me equivoco? 

Yeon posa su enfoque en ella con prisa, asintiendo al instante.

–¿Está aquí?

–Me gustaría decirte que sí, pero Soobin salió a hacer unas diligencias desde la mañana.

Yeonjun se decepciona por su descubrimiento, pero no desiste:

–Necesito hablar con él, es muy importante que lo haga.

–Debe serlo para que regresaras después de mucho – no fue su intención a que sonara como una acusación, pero por los ojos de cordero que puso el más alto, intuye que se lo tomó como tal. Da un ademán delicado con su mano, soltando un suspiro –. No, no es un reclamo, no estoy enfadada contigo, o al menos no del todo. No te voy a juzgar por lo que hiciste porque supongo que lo consideraste una decisión sabia y prudente en su momento, es así que crecemos y aprendemos, pero me hubiese gustado una despedida o una explicación, un poco más de tacto con Soobin, no lo niego.

La cobardía de su adolescencia le hizo ser egoísta, y eso es otro peso que llevaba: No fue sólo a Soobin a quien dejó, sino a Beomgyu, a la profesora Yewon, a sus tías... 

–Lo lamento, créame que lo lamento en demasía. Lo lastimé a él, a usted, a todos ustedes con mi comportamiento impulsivo y mi irresponsabilidad. No tengo excusa, sé que todos deberían de odiarme por mis actos.

–¿Odiarte? Esa es una palabra demasiado fuerte y fea, ninguno de nosotros podría odiarte, Yeonjun-ah – contradice con tristeza, acercándose hacia el arrepentido muchacho para ofrecerle confort con una caricia en su hombro –. No seas tan duro contigo mismo, si estás aquí dispuesto a arreglarlo, sin importar los años que pasaron, significa que eres una gran persona que simplemente se levantó de una caída dura. No todos tienen valor para plantar la cara a sus errores como tú lo estás haciendo. Además, Soobin no te odia, alguien como él no podría hacerlo, mucho menos podría contigo. Solamente está herido, cielo.

Jun muerde sus labios con un temblor de estos, estaba conteniendo sus emociones ante las reconfortantes palabras de la docente.

–C-creí que hice lo mejor por su futuro. 

–¿Recuerdas cuando les comenté acerca del escritor Oscar Wilde, la vez que los descubrí? – a pesar de su desentendimiento, el menor le da un gesto positivo que le alienta a proseguir: – Wilde se casó y tuvo dos hijos, tuvo varios romances de joven con varias chicas, era un escritor muy famoso y reconocido, tuvo bastante fama. La cuestión es que, aún con todo eso, a los años mantuvo una relación con un hombre llamado Alfred Douglas, y cuando el padre de éste se enteró, expuso la sexualidad de Oscar al público. Wilde decidió denunciar al hombre por difamación, pero ocurrió en el juicio todo se centró en su homosexualidad, en lugar ver el acoso y difamación del marqués.

Jun frunció su entrecejo en indignación.

–¿Qué? Eso es injusto.

–Lo es, lamentablemente la historia está manchada de injusticia, Yeonjun-ah – concuerda con pesar –. Oscar escribía una crítica social sobre la hipocresía humana, incluso le aplaudían a sus ingeniosas respuestas en los juicios, pese a ello fue encarcelado por su homosexualidad y le prohibieron escribir poesía o libros, pero hizo una carta muy larga llamada "De Profundis", se la dedicó a su Douglas.

–¿Y luego? – consulta con un nudo en su garganta.

–Salió dos años después en libertad, pero estaba enfermo, quebrado, embargado y todos le dieron la espalda, ya no era famoso, sólo criticado, hasta su esposa se fue con los niños y les cambió el apellido..."Todos estamos en la alcantarilla, pero algunos miramos las estrellas", eso decía él, y a pesar de todo, no dejó de ser quien era. Murió con poca gente a su alrededor, pero muchas personas quedaron con su legado – posa su palma suavemente sobre la mano derecha del contrario, la tan siente fría que la masajea cariñosamente con su pulgar. Yeon miraba la acción con sus labios presionados –. No se los conté en ese entonces porque no estaban listos, no quise asustarlos porque tan sólo eran un par de chicos descubriendo y explorando acerca del amor, el más puro e inocente – sonríe de lado al tener los orbes desbordantes de lágrimas sobre los suyos –. Pero algo me dice que necesitas saberlo ahora. Tú no estás en la cárcel, eres libre, Yeonjun.

El primer sollozo escapa del atormentado azabache, baja la cara apenado y se limpia con la mano libre. La historia le removió mucho por dentro.

–Necesito v-verlo, explicárselo todo.

–Dijo que al terminar sus labores iría al bosque, tú conoces el sitio.

La castaña se conmueve ante el abrazo que recibió en su pequeño cuerpo por parte del más alto, lo corresponde de inmediato.

–G-gracias, señora Choi.

–Sólo dime Arin, cariño – ríe enternecida, apartándose al rato para quitar los mechones negros de la frente contraria, sus propios ojos tenían lágrimas debido a lo afectada que está por el estado de sus dos niños; siempre serían su Junnie y su Binnie –. Los dos merecen una oportunidad, no creas que vales menos que el resto de los seres humanos.

La nobleza de la ojos almendrados le hace sonreír antes de darle un beso en la mejilla y despedirse, con más motivación para lo que haría. Ella seguía estando tan hermosa como la recuerda, incluso con el paso de los años, tanto por dentro como por fuera. Para Yeonjun ha sido un milagro haberse cruzado con Arin antes de todo.

Nadie se percató de cierta presencia afuera de la casa Choi, misma que no titubeó al seguir al pelinegro que caminando anduvo hasta su próximo destino. 

Deja vu.

Soobin ponía toda su atención en las libélulas e insectos andando de acá para allá. Los pájaros se posaban en los bordes del lago para beber agua o remojarse entre sus cantos y sacudidas de alas, son pocos animalitos en el bosque los que se atreven a venir cuando él está cerca, pero se queda tan sereno, que los mismos hasta parecen a gusto con él.

La brisa mece sus rubios cabellos, cualquier sonido de la naturaleza que alcanzase a percibir era distracción válida para poner su cabeza en blanco y olvidar sus penas y preocupaciones, o eso intenta. Le daba paz estar en su escondite, ciertamente es contraproducente e irónico al ser el punto de encuentro con la persona que justo trata de no traer a sus memorias, mas es inevitable no querer estar en su lugar seguro cuando estaba tan perdido ahora. Aquel lugar en el bosque lo sanó incluso en su peor tormento, confiaba en que haría lo mismo ahora. 

–Soobin.

Pensó que era un molesto recuerdo, una voz en su mente, mantuvo sus ojos cerrados y mascullando insultos a su subconsciente por tener presente a Yeonjun en su cabeza.

–Soobin, en el mundo real las hadas no mueren por más que digas que no existen.

Lo que no esperaba en lo absoluto, era que el llamado a sus espaldas se repitiera con más cercanía y fuerza, acompañado de esa risita tenue ante el mal chiste. Aquello le deja congelado y le eriza la piel.

–T-tú...

 –Luces tal cual que como lo recordaba al estar aquí, como en tu pintura – le otorga una sonrisa vacilante, había tomado una boconada del aire fresco antes de interrumpir al muchacho, e inclusive de ese modo se siente sin aliento al apreciarlo entre las flores que crecían a su alrededor, la misma clase de las que usaron para las viejas coronas que hicieron juntos, seis veranos atrás, el rubio reposando ahí, tan etéreo y precioso –. Hola, Soo...

–Yeonjun... ¿Qué h-haces aquí? – balbucea incomprensible, tal vez estaba soñando despierto o se durmió sin inmutarse y aquel instante es producto de la ensoñación; no imaginó volver a tenerlo en ese mismo prado, en su país de Nunca jamás. Ahora que se pellizca y comprende que es real, es como si sus paredes de contención estuviesen tambaleándose. No se supone que se verían pronto, ni siquiera sabe si volverían a cruzarse, se había mentalizado tras su último encuentro – ¿No tienes cosas que hacer en tu rutina? ¿Y tus amigos?

–Sabrán entender, todos tendrán que hacerlo, tengo prioridades. Fuiste tú quien me sugirió organizar mi vida, es justo lo que hago ahora.

–Espera, espera, te dije que no podía hacer esto ahora – lee las intenciones de acortar la distancia que tiene el mayor, ante ello se antepone con gesticulaciones inquietas para que se detenga –. ¿Por qué viniste?

–Porque iba a ser el peor de los idiotas si te dejaba ir de nuevo. Tú hablaste, pero no me cediste el turno para yo darte mi versión de los hechos. Te di tiempo para procesarlo, yo también me tomé mi tiempo, y creo que ya ha sido muy prolongado – enfatizó cada palabra, dando dos pasos decididos, pero cuidadosos, hasta el de camisa blanca –. No ha habido un sólo día donde no me arrepienta de lo que hice, donde no te piense, donde no te adore como el primer día que me diste ese dibujo de la tarta que te comiste.

–¿Vas a contármelo todo entonces?  – fue lo único que se ideó para retarlo, probar si iba en serio o no, incluso cuando no corresponda a lo que le dijo la semana anterior en la capital. Fue suficiente para que éste parara su andar, y como no hay retorno, no controla su osadía: –. ¿Me contarás por qué te fuiste? Porque si no es así, vete de nuevo, lo sabes hacer bien.

Cuanto le costó a Soobin decirle aquello...

El pelinegro se ve acorralado ante la orden, es diferente el haberlo ensayado que vivirlo, sufría de esa paralización al tenerlo de frente, inocente y ajeno de todo lo que carga la realidad. Eran sus demonios, era su trauma, estuvo tan adaptado a estar callado, que se volvió su rutina.

Pero esta vez iba a decirle, se lo prometió a sí mismo, no había vuelta atrás ni nada que lo impidiera. La cuestión es que no sabe cómo hacerlo sin destruirlo, a él y a su ya de por sí debilitada relación paternal.

"No hay un cómo no causarle daño, hijo, pero debes hacerlo"

–Soo, es un tema delicado – advierte primero.

–Dímelo, por algo viniste hasta acá luego de muchos años de haberte marchado, después de no pisar este jodido lugar, ¿No? – iba a desfallecer ante los rodeos, estaba comenzando a irritarle que viniese para hacerlo pasar dos veces por el mismo martirio. Creyó que toda esa frustración y dolor se habían aplacado, pero surgían de nuevo, y quizás esa semana fue suficiente como para decidir que sí quería saberlo todo.

–Te lo voy a decir, pero...

Soo tensa su mandíbula y le observa con severidad.

–No digas ningún pero, Yeonjun. Si no me lo dices voy a asumir cosas, y eso no es justo, no lo es que me atormentes con esto a tales alturas, así que hazlo ya o...

–Yo le ordené rotundamente que se alejara de ti, Soobin.

Antes de que Yeonjun tuviese la oportunidad de reaccionar y verbalizar, aquella oración que resume el inicio de su tempestad fue dicha por nada más y nada menos que el causante directo de ello, quien precisamente sale de entre los arbustos y se posiciona decidido a las espaldas del azabache. Los dos Choi le miran con asombro, pero el rubio tiene matices de confusión y de horror.

Kim Namjoon estaba ahí, dándoles cara por fin a los dos jovencitos que obligó a ponerle un punto y final a su relación.

–¿Papá? – titubea entre el shock, sin apartar su vista del más moreno – ¿C-cómo que tú le pediste alejarse?

–Descubrí lo que ambos tenían al seguirlos, supe lo que tuvieron en aquel entonces, y no fui capaz de aceptarlo o siquiera soportarlo – reconoce sin agachar la cabeza, sosteniendo el contacto visual con su desconcertado hijo, por más que le cueste –. Le exigí a Yeonjun que te dejara, le infundí miedo y le dije cientos de cosas que sabría lo harían alejarse de ti, lo hice porque consideré que era por su bien – ahora intercambia miradas con el ojis verde, y con cierta culpa, confiesa: –. Yeonjun te llamó el primer año cuando te graduaste, le advertí que no se atreviese a aparecerse o tendría consecuencias. También escondí algunas de las cartas que le enviabas, y tomé todas las que te envió él a ti antes de que las encontraras.

Cabe decir que Soobin no concibe el tremendo descubrimiento, tan atónito como decepcionado, furioso y consternado. Apenas y se da cuenta que escapa un ahogado y sin sentido:  

–¿Qué? 

¿Qué más iba a decir con semejante verdad?

Nam no juzga el cómo el chico se tomaba la noticia, no era nada sencillo de digerir. Pudo percibir las emociones que transitan en su expresión, la respiración tornándose inestable, como si estuviese colapsando despacio ante su presencia, y se le oprime el pecho de sólo verlo de esa manera, como todas aquellas noches de desvelo que tuvo por la ida de Yeonjun.

Para Yeonjun estaba siendo duro el quedarse callado en su posición, sin embargo, es claro que el intercambio era más prudente entre padre e hijo, por los momentos.

–Tenía miedo a que compartir una relación de sodomía acabase con tu futuro.

Esa palabra... Le golpeó horriblemente. A lo largo de su descubrimiento como persona y la aceptación de su orientación, la "sodomía" y el oír ese despectivo "sodomita" le hacían hervir la sangre tanto como el escuchar esos "desviado" "enfermo" y "errado", lo detestaba. Soobin no toleraba que etiquetaran como demonios a los homosexuales, no soportaba que impusieran que Dios los odia y los quemaría en el infierno. 

¿Que no se supone que el amor es lo que el mundo necesita para sanar?

La hipocresía social era masiva y groseramente descarada.

–Y decidiste que era mejor acabar con mi felicidad, ¿Cierto? ¿Cómo si quiera puedes decirle de una manera tan despectiva y sucia a la relación que tuve con él? ¡No tienes idea alguna! – escupe con todo el rencor colándose junto a la rabia –. Pero de lo que sí tenías una idea clara es de lo que padecí, tú me viste sufriendo día y noche por mi ruptura, durante todos estos años lo supiste y me lo ocultaste, te importó una mierda si yo me moría por dentro, si me quemaba en silencio por complacerte a ti y al resto – da una risa sornosa, uno que suena más que dolida –. No le hacíamos daño a nadie, ¿Por qué lo hiciste? ¿Tan difícil es aceptar lo que soy en voz alta? ¿Tan duro es decir que tu hijo nació siendo homosexual? No lo elegí, sólo es lo que soy. 

Nam tuvo un atisbo de pesar en sus orbes. No fue su intención herirlo, sólo era la costumbre al usar etiquetas que le enseñaron a emplear.

–Hijo... Creí que sería algo que se te pasaría con el tiempo, nunca tuve malas intenciones para ti.

–¿Por eso piensas que te perdonaré por esto? ¿Que tu supuesta buena voluntad resuelve esto? – prácticamente lo grita como un ladrido furioso que deja al hombre mudo, nunca le había alzado la voz, nunca se dirigió a él con tanto irrespeto -ni en todas sus disputas del pasado-, ¿Y qué? Namjoon también le faltó gravemente a él –. ¿Crees que esto es algo que se borra con golpes o con doctores? ¿Rezando como un loco metido día y noche en la iglesia que debería de amarnos a todos sin distinción? Golpéame entonces.

–Soobin – llama en un intento de apaciguarlo. Sin embargo, el chico lo ignora y avanza hasta él con velocidad, respirando errático y con cólera en sus ojos, con puro sufrimiento en el fondo de aquel color miel que su madre solía portar.

–¡Vamos! ¡Hazlo!

Yeonjun se tensó y avanzó un poco, listo para intervenir de ser requerido, pero el mismo Namjoon actuó rápido, desgarrando sus cuerdas al gritar en mismo tono dolido que su hijo:

–¡No te voy a golpear! ¡Nunca lo haría! 

Padre e hijo se observaron fijamente, igual de afectados, por breves segundos. El reclamo, el arrepentimiento, la decepción y el lamento. De Soobin hay un atisbo devastador: el amor que cuelga de un fino hilo que empieza a rozar el rencor y el odio.

Fue como las discusiones que Namjoon tuvo con la madre de Soobin antes de abandonarlos, pero lo que en ese entonces pensó que sería lo peor de su vida, se opaca con este momento; este sí es más duro de afrontar, y tiene un miedo mayor a cualquier otro por perder a su hijo.

–Hubiese dolido menos recibir tus golpes antes de ocasionarme esto, papá – escapa finalmente, limpiando bruscamente las lágrimas que le salieron y continúa con desprecio: – Ni siquiera sé si puedo seguir considerándote mi padre, no cuando jugaste con dos adolescentes que solamente se querían, no al quitarme el derecho de decirte quien era yo, por mi propia cuenta – rechista con resentimiento –. Pero qué sabes tú de amor si quedaste seco cuando la mujer con la que me engendraste te abandonó, dime, ¿Tanto te arrebató ella cuando se fue, Choi Namjoon? ¿Tanto lo hicieron todos los que te dieron la espalda?

Soobin contuvo durante toda su vida cualquier reclamo o acusación. Fue un niño obediente, tímido y cariñoso, responsable, maduro y muy trabajador, cada actitud bien pensada para hacer sentir orgulloso al sujeto que le crio y brindó lo necesario para su desarrollo y subsistir. Nam fue duro pero amoroso con él, le enfundó cierto miedo en medio del respeto paternal, pero jamás lo golpeó o castigó excesivamente. En la adolescencia fue más sinuoso, aún mantenía cautela, hasta que poco a poco empezó a despegarse y comenzaron los conflictos con su padre. Tenían errores y diferencias que habían creado una distancia con el inicio de su adultez, era participe de que Nam no aceptaba su forma de ser, sus cambios al crecer, y con todo y que el hombre no admitía en voz alta el conflicto que tenía ante su orientación, esto fue más que evidente...

Pero, de allá a enterarse que fue el culpable de su martirio por aproximadamente sesenta y cinco meses, fue un quiebre muy grande, uno que terminó por romper su relación paternal, sin importar lo bueno o lo malo.

La vida es así de frágil a veces. La torre de naipes ya no aguantó más.

Joon lo supo al tener frente a él los ojos de su hijo, sintió una presión descomunal en su pecho. Siempre fue alguien que guardaba sus emociones perfectamente, mas le es casi imposible ocultar lo mal que está debido a la contestación del rubio de hoyuelos al que solía acunar con torpes tarareos cariñosos y al que cuidaba con su vida. Por primera vez no tuvo fuerza para gritarle o exigirle respeto, no lo merece, es consciente de que provocó un daño probablemente irremediable. Seguía creyendo que fue por el bien del menor, pero tal vez no fueron las mejores formas de actuar.

No, no lo fueron en lo absoluto. Pero los padres no son perfectos, en nombre del amor que sienten por sus hijos, suelen cometer muchos pecados.

Yeonjun fue espectador de la triste escena, pues considera que no tenía derecho a interferir entre padre e hijo, por más que indirectamente fuera el detonante del incontenible estallido. Sus intenciones de contener los daños yacían en vano frente a ellos, fue muy iluso y tonto no darse cuenta de que era cuestión de tiempo para que algo como aquello sucediera entre ellos, con o sin su interrupción. Lamenta que los dos Choi terminaran lastimados, nunca creyó ver a su ex profesor de piano llorando, tampoco pensó que el dulce y obediente ojos miel fuese capaz de alzarle la voz tan volátilmente.

Lo único que le queda es reducir los daños lo máximo posible.

–Soo...

La atención del nombrado paró ahora hasta el pelinegro, su semblante, más allá del enojo, muestra una triste decepción. No lo mira con odio, mas sí con reclamo.

–Y tú, t-todo este tiempo lo guardaste y n-nunca me lo dijiste. 

–Yo...V-voy a dejarles a solas para que hablen, pero antes creo que deben de tener esto, les pertenece a ustedes, no a mí – Nam interrumpió con lo que le quedaba de contención, ya no tiene que hacer nada más en el sitio. La última de sus tareas fue entregarles lo que cargaba en su bolso, un montón de sobres clasificados que se resumen en las cartas de Soobin con un lazo rojo, y las de Yeonjun con un lazo azul. Los dos le detallan boquiabiertos, él se concentra en observar a su hijo con toda la sinceridad existente en su ser –. Lo lamento, espero puedas perdonarme algún día, Soobin.

Sin más que aportar, Namjoon se marcha por el mismo sendero por el cual llegó, saliendo del bosque y dejando atrás un silencio agonizante entre los chicos. Soobin lloraba en silencio, limpiando sus ojos con el dorso de su mano, exasperado, no quería llorar ahora. Quería gritar y patear algo.

–Soobin... Sé que mucho de lo que diga no servirá de nada, no puedo revertir los hechos, sólo necesito que sepas que no quise que esto ocurriese – formula con toda la suavidad del mundo, la estaba pasando mal de tener a Soobin tan afectado –. No quería que te pelearas con tu padre, era tu única familia.

–También te consideraba a ti mi familia, Yeonjun – acusa con su labio temblando, lo mordió tanto que estaba rojizo y el sabor a sangre le llenaba la boca; poco le importa, está más ocupado en soltar un sollozo entrecortado –. Te fuiste por su culpa, tú no... Es que no me lo contaste, no me dijiste que te amenazó, p-pudimos hablarlo, hallar una solución juntos – resalta con tono lastimero –. ¿De te olvidó que esa era nuestra promesa?

–Era un chico asustado, tenía miedo a que todo fuese real. T-todo lo que tu padre me dijo era una gran posibilidad que ni yo mismo podía cubrir con una venda – se apresura a responder con angustia, no dudando por reflejo en ir a sujetarlo en consuelo, su propio tono inestable –. No quería que huyeras o te aterraras, que te culparas por enamorarte de un hombre. No quería que discutieras con tu padre o que... – se le quebró la voz inevitablemente, estaba exponiendo su cobardía a la persona que siempre lo consideró su héroe, era de las peores pruebas que le ha tocado afrontar, porque se trata de su Soobin – Que me odiaras si por mi culpa tu futuro se afectase.

–¡¿Y crees que ya no tenía miedo desde que descifré lo que sentía por ti?! ¡¿Pensaste que era un iluso que no tenía claro lo duro que sería afrontar las consecuencias de ello?! ¡Idiota, incluso si me pedías escaparme contigo lo habría hecho con los ojos cerrados! – estaba tan afectado que no le interesó casi rasgarse la garganta, tampoco el golpear el pecho del pelinegro hasta apartarlo entre su llanto y empujones – ¿Cómo pensaste que te odiaría por lo que te dijo él? Te odié porque te fuiste, t-te odio por esto que me enteré, ¿No pensaste eso? ¡Yo sí creí que tú me odiabas porque me hiciste pensarlo!

–No, n-no digas eso, ¡Nunca quise que pensaras eso, Soobinnie!

–¡Pero lo hiciste! Me hiciste lo que temías que y-yo te hiciera.

Yeon negó con la garganta aprensada, le destruye pensar que Soobin tomara ese rumbo de los hechos. No, él nunca lo dejó para evitar ser el abandonado, lo dejó porque temía que el mundo lo hiciera sentir despreciado.

–No es a-así, Bin.

Y Soobin lo tenía presente, porque nada ni nadie podía romper su seguridad cuando miraba la sinceridad en los ojos de Yeonjun, estaba mostrando su arrepentimiento. Decir que no confiaba en que sólo quiso protegerlo, sería negar que fue ese chico ojos verdes quien lo protegió toda su infancia, sin fingir.

Pero estaba tan, pero tan enojado y herido...

–Esto no sólo era sobre nosotros, sino sobre mí, sobre quién era yo – resopla en lo que sorbe su nariz, seguramente roja como sus mejillas por el llanto –. Iba a pelear con Namjoon tarde o temprano.

–No lo pensé, y-yo... Me plantee la posibilidad de que cambiáramos estando lejos del otro.

–¿Tan poco confiaste en lo que sentimos?

–No, Soobin, no – defiende con un semblante de súplica –. Fue una estupidez, te juro que cada día he pagado ese error.

–Éramos una relación, Yeonjun, h-hacíamos todo juntos. T-tú dijiste que estábamos juntos en todo... Debiste decírmelo, comunicarte conmigo, era nuestra decisión, mi decisión – resalta con un dedo golpeándose a sí mismo, ya nada le lastimaba más que lo que ya tenía desatado dentro suyo en ese instante. Soltó una risita ahogada y sumamente lamentable –. Pero te fue más fácil huir lejos, hacerme sentir como una basura descartada.

–No, p-por favor no lo mires de ese modo – también estaba llorando en dado punto, intentando que no se le escape su mocoso ahora que lo acunaba desesperadamente del rostro, limpiando las desbordantes gotas saladas de las mejillas esponjosas que tanto adora, mismas donde esos hoyuelos, ahora ocultos, nacen con sus preciosas sonrisas de conejito feliz –. Has sido lo más hermoso que he tenido en toda mi vida, con seguridad sé que no habrá nadie más como tú para mí... Cariño, lo siento, n-no debí hacerlo, creí que era lo m-mejor para ti.

eras lo mejor para mí, tú eras mi futuro, mi hogar y mi amor – cierra sus ojos ante el tacto agridulce, con sus puños aprieta la tela de la camisa del contrario, el dolor que experimenta es más que físico, estaba quebrándose y no haya de dónde sostenerse. Antes era el ojos verdes quien le daba soporte, ahora mismo los dos estaban derrotados y con una carga tan grande que no sabe si podrá esfumarse alguna vez. Un nuevo sollozo se le escapa con una sacudida de sus grandes hombros –. Sé q-que era un mocoso asustadizo, p-pero por ti hubiese hecho lo que fuese, hyung.

–Binnie... – imita su llanto con su corazón golpeando tan fuerte a pesar de estar siendo estrangulado. Detesta ver a su mejor amigo, a su amante, a su todo en tan deplorable estado, y para peor, por algo que era en gran parte su culpa. Tiene una necesidad imperiosa en protegerlo, abrazarlo, pero sabe tristemente que es quien también le causa aquel pesar tan inmenso, sólo es capaz de besar su nariz enrojecida y sus párpados, seguir con las caricias en su linda carita – También eres todo para mi, m-mi hogar, por eso estoy aquí. Me arrodillaré, te lo compensaré como desees, no habrá día donde no lo haga... Joder, dime qué hacer para reponerlo, Binnie...

Con toda la poca valía y voluntad que le quedan, Soobin se armó a sí mismo, recogiendo los pedazos fracturados para darse el ánimo de proseguir.

–Me arrebataste la parte de elección que me correspondía en nuestro futuro juntos. Decidiste por los dos, fue tu elección y ya no hay nada que hacer – declara lo más firme que puede en tales condiciones. Se aparta de la caricia y le observa con pesadez –. Entonces ahora déjame ser quien escoja.

Una daga final se clava en Yeonjun, fue como un salto en su tórax, otra vez lo mismo. Quiso lanzarse al suelo y suplicarle de rodillas, llorar como un niño perdido y asustado en pleno bosque, pero ni siquiera tuvo energías.

Tenía que intentarlo.

–Soobin, bebé...

–Vete.

Una última vez...

–¡Pero yo te amo!

Aunque fueron años añorando volver a oír a Yeonjun decirle esa frase, Soobin retrocede como un animalito herido y desconfiado, ordenando con filosidad y en alto:

–El amor no consume al otro hasta volverlo cenizas. Lárgate de aquí, no quiero hablar ahora, Yeonjun.

Por más que quiso hallar una chispa de piedad en el otro, no había nada; fue como si toda vida, sentir o emoción hubiese escapado de repente del rubiecito. Le destrozaba tanto que la alternativa más razonable es que le dejara enfriarse, que como mínimo le dejara en paz en aquel momento. Como dijo Kai, debe aceptar si perdió y dejar de obstruirlo, por más que signifique sentirse vacío sin él.

Jun acató su petición a duras penas, con capa caída, y se fue sin decir nada más junto al bulto de cartas que le pertenecían, dejando atrás las que le escribió al chico en caso de que éste buscase leerlas al menos. Arrastra sus pasos y alma casi en automático hasta conseguir la salida del bosque, cruzándose nuevamente con el moreno que hace unos minutos los acompañó, sentado en una vieja banca de madera abandonada en el borde del sendero hacia el pueblo, manteniendo su escrutinio en unas mariposas blancas que revolotean juntas.

No sé supone que su primer instinto fuese ir con él para tomar asiento a su lado, debería de irse e insultarlo, pero no tiene ganas de ello, ni moral.

–Lamento haber llegado sin avisar, otra vez. Te vi conversar con Arin y supuse que los buscarías a él – Joon informa al percibir la presencia del azabache a su derecha, el mismo se encogió de hombros con desgano. Por un minuto entero ni siquiera dialogan, hay una cuestión que le martillea en la mente, y la saca con duda: –. No ibas a decirle nada acerca de lo que hice, pudiste hacerlo.

–En realidad lo iba a hacer antes de que llegara, sólo que no tenía claro el cómo iba hacerlo minimizando los daños colaterales – contesta con ronquera, le ardían los ojos mientras los estruja – Eres su padre, buscabas lo más sano para su vida, creíste que era lo correcto. Pudiste ser mucho peor, golpearme, perseguirme, matarme... – conecta miradas con el mayor, dando una mueca torcida que carece de energía – Sólo me exigiste distancia, y yo te hice caso.

–Bueno, lo que hice no fue lo más condescendiente...

Vuelven a quedarse unos instantes sin palabras, ahora los dos Choi examinan a las mariposas revoltosas.

–¿Por qué no rompiste las cartas? – preguntó de repente, con notoria intriga – ¿Por qué conservarlas con riesgo a que las descubriese?

–Porque de sólo leerlas es imposible no convencerte de cuánto ustedes dos se quieren – exhala profundo a la vez que talla su rostro con ambas manos, carga una fatiga profunda en su interior. No es fácil admitir todo aquello –. Yo no creo que sean una aberración de la naturaleza, sólo no me es un acto correcto, así te lo dice la humanidad desde que llegas al mundo – al verbalizarlo se fija lo irónico de la última sentencia, mas no dice nada al respecto. Vuelve a encontrar los orbes verdes, recuerda con nostalgia cuando se sentaba al lado del otro durante las lecciones de piano - tal como están ahora ubicados -, cuando el chico le sonreía feliz por sus halagos y palmaditas amistosas al reconocerle cuando había mejorado en su práctica. Por supuesto que recuerda a ese Yeonjun, su querido alumno estrella –. Aunque no lo creas, te estimo, eso nunca ha cambiado pese a todo lo demás. Tampoco quise que arruinaras tu futuro, no sólo fue por mi hijo que hice lo que hice.

–Lo sé, me costó comprenderlo, pero mi padre me ayudó a hacerlo – apenas y le regala una vaga sonrisa, mas no es nada deshonesta. Nam le detalla medio desubicado.

–¿Tu padre conoce...?

–Lo hace – admite con sencillez, sumiendo al otro en su mente. De igual forma estaba rememorando los viejos tiempos junto al hombre que ahora luce tan abatido y cansado como él, afligido y cabizbajo; le daba pena su estado, a decir verdad –. Oiga, Soobin está enfadado ahora, pero le va a perdonar cuando se calme.

–Dudo que sea una opción para él – le brinda el mismo gesto, sus hoyuelos vagamente apareciendo y las arruguitas debajo de sus ojos sólo proyectan una imagen triste –. Contigo lo hará, tienes mayor esperanza de ello, quizás hasta lo merezcas mucho más que yo.

–Alguien como su hijo no es capaz de arraigar odio a su corazón, señor Choi.

Ahora Yeonjun y Namjoon comparten una sonrisa más grande y enternecida, porque concuerdan en la oración; Soobin era muy especial y noble.

Están un ratito más en su puesto, el momento se interrumpe por las nubes que cubren el sol y desatan una brisa que mece a los cientos de árboles y flores alrededor. El azabache se levanta con intenciones de advertir el clima, pero es detenido por lo que dijo el profesor:

–No puedo aceptar lo suyo como si nada, necesito adaptarme, hacerme a la idea si es que sucede de nuevo... Pero no me voy a oponer más – fue más que clara su intención, da un asentir con su cabeza en señal de despedida, luchando por sostenerle la mirada al perplejo pelinegro –. Espero tú también me perdones algún día, Yeonjun.

–Yo... Ya lo hice hace tiempo – otorga con tranquilidad, imitando el gesto del otro –. Gracias, profesor Choi.

Joon nuevamente sintió las gotas acumuladas en sus cuencas, le habían conmovido el apodo y la actitud del muchacho al que había herido tanto como su hijo, ¿Cómo lo trataba con respeto después de lo que les hizo?

Hay cosas que ni la ciencia logra explicar, el ser humano es un enigma muy complejo.

Lo único que Nam esperaba es que, aunque sea, Yeonjun le abriera una partecita diminuta a futuro...

Ya a la final su trabajo estaba hecho, ya lanzó las piezas al tablero, les tocaba a esos dos dar el último juego.

*🌼*


Soobin no exagera al asegurar que está más que perdido en una vereda que le carcome profundamente, nublándole el juicio. Estaba más que lastimado, no dimensiona lo defraudado, confundido, molesto y abatido que está, pues en un pestañeo todo se derrumbó al frente suyo sin siquiera preverlo; nunca, ni en todas las noches de insomnio hilando mil escenarios, se imaginó que su progenitor tuviese relación con aquel suceso que marcó su vida, que aquel hombre que siempre le protegió, justo fue quien apartó de su lado al chico que tanto amaba, todo por un simple pensar egoísta y cerrado.

Ni siquiera de niño, cuando le daba miedo el carácter de su padre en ciertas circunstancias, creyó que fuese capaz de herirlo como lo ha hecho. Tuvieron conflictos, sí, pero esto era otro nivel.

Oh, y con respecto a Yeonjun... No puede si acaso pensar en él sin volverse a romper en llanto.

Se le escapa un nuevo suspiro desolado, la brisa había secado las lágrimas que se pegaron de su piel, gritó, maldijo y lloró tanto que ya no tiene ni energías para seguir soltando más lágrimas. No quiso ir a ningún lado en específico, permaneció en el bosque por un rato antes de perderse por el pueblo, vagando como alma en pena, receloso de todos, ya no confiaba ni en las sombras. La amargura le calaba hondo, hasta los huesos.

Estaba perdido, ni siquiera sentía que su mundo, su Nunca jamás, fuese un lugar seguro, jamás experimentó una sensación de abandono y desamparo tan grande, ni cuando supo la verdad de su madre. Estuvo así hasta finales de la tarde, ni se molestó en comer nada, simplemente evadía preguntas de la gente o contacto con estas, no le apetece dar explicaciones de algo que seguramente escaparía de su comprensión, porque fue la hipócrita sociedad la que creó las reglas de la infelicidad para seres como él, que únicamente aman distinto.

¿En qué les dañaba que amase a otro hombre? ¿Qué lo hace diferente verdaderamente del resto? ¿Por qué vale menos? ¿Cómo llegaron a considerar que era una aberración para dios, que se supone ama a todos sus hijos, por el haberse enamorado de alguien igual? ¿Existe algún lugar donde sería aceptado sin ser señalado tan despectivamente? ¿Para qué dicen que nos amemos sin temor, y proclaman que somos libres, si ellos mismos cortan las alas cuando lo haces? ¿Algún día será posible que las personas no juzguen el amor del que él leyó toda su vida en los libros, sin importar el género? 

Sin embargo, no eran aquellas preguntas las que más le perforan el alma, no era la sociedad la que más le desconsolaba, contrario a lo que pensaba de niño... Sino que su propio padre fuese parte de ellos, y peor aún: Que su Yeonjun hyung, su querido rebelde que tan seguro de sí mismo era, aquel que le convenció de ser libres sin miedos, quien le conocía mejor que nadie, lo cuidaba, protegía e irradiaba su propio brillo, precisamente fue el que corrió sin confiar en él, el que permitió que le arrebataran una parte de ellos mismos al caer en ese agujero social juzgador.

Hasta ahora comprende con la impotencia palpitante que su mayor dejó de ser feliz, de ser él, cedió a una mentira descomunal para mantener al resto satisfecho, ¿Y ellos qué? ¿No eran ellos dos los que más importaban en su relación? 

Pff, Yoongi y Jin han logrado mantener su noviazgo sin prestar atención al mundo, han sufrido desprecios y escalaron juntos, ¿Por qué carajos ellos no podían? Ah, porque su estúpido hyung decidió que no valía la pena, no hay más excusas. Él no se había enamorado de un chico así, ese no era su Yeonjunnie. Era su culpa que fracasaran sin siquiera intentarlo en serio.

En dado instante sólo le nacen las ganas de charlar con su mejor amigo, el real, quien jamás de los jamases le escondería algo tan bestial a sabiendas de que le apuñalaría por el pecho, como hicieron aquellos dos. Marcó por esto el número de sus hyungs en un teléfono público y esperó recostado del borde, cerrando sus ojos irritados.

–Residencia Kim y Min, ¿En qué puedo ayudarle?

–¿Taehyun? Ah, disculpa, no sabía que estabas con Beomgyu.

–Soobin hyung, que agradable oírte – contesta con jovialidad –. Y no, descuida, estábamos pasando a buscar unas cosas que se le quedaron aquí. Estará conmigo dos días más antes de volver contigo, así no molestamos más a los hyungs.

–Vaya, suena increíble – su alegría no llega a percibirse mucho pese a su intento, y no era nada personal en contra de la pareja, en lo absoluto; deseara tener la suerte que ellos ahora –. Cuídalo mucho, ya conoces como es Gyu de inquieto.

–Por supuesto que sí... ¿Todo bien, Soobin hyung? Suenas decaído – aventura con preocupación al captar el aura triste del rubio –. Digo, Beom hyung va a tardar un rato en salir de la ducha y puedes confiar en mí si necesitas desahogarte.

Tal vez estaba tan mal que le tomó la palabra, sin rechistar o titubear:

–Acabo de enterarme de que mi padre fue quien ahuyentó a Yeonjun de mi lado, ninguno me contó la verdad en todos estos años. Me confesó todo, fue quien escondió mis cartas y las de Yeonjun, quien desvió las llamadas... 

Kang soltó el aire retenido y se acomodó en su puesto.

–Así que te contó todo finalmente. 

–¿Lo sabías? – no contiene su asombro ni desagrado, a tal altura no debería de sorprenderse por nada.

–Me enteré a mitad del proceso, y antes de que asumas cosas, no me correspondía a mí contártelo – corrige con voz apacible –. Beom no conoce nada de esto tampoco, por si te lo preguntas... ¿Estás enfadado conmigo?

–No, comprendo tus motivos, es un tema delicado y ajeno – concede a regañadientes, resoplando al peinarse los cabellos hacia atrás con la mano que tiene disponible –. Es mucho que procesar, me engañaron durante tanto tiempo que no puedo perdonárselos.

–¿Ni siquiera a Yeonjun? Es comprensible que estés herido ahora, pero debes pensar con la cabeza fría para tomar una decisión definitiva, hyung.

–Yeonjun no lo hizo años atrás – reclama arisco –, simplemente escapó y no me dijo nada.

–Porque te amaba, realmente te adoraba y por eso cometió su error. Se aterró con causarte daño, así que optó por desaparecer al creer que sería lo mejor para ti a largo plazo – indica cada afirmación con toda empatía –. Estuvo muy mal de su parte y fue un grave error que arrastró cada día que ha pasado desde entonces, incluso te apuesto a que ahora mismo se está muriendo por dentro al causarte tanto daño. 

–Debió decírmelo todo, Tae – farfulla apretando más el agarre al aparato, colocando su frente entre su brazo doblado y apoyado en la pared del frente –. Sé que en varias oportunidades lo intentó, pero n cuando le pregunté, o las semanas que estuve en Tokio, ¿No?

–Es un tarado de primera, no lo discuto, pero me pongo en su lugar y opino que ha sido un chico muy valiente que, a pesar de todo, asumió sus fallos y se arriesgó para reponerlo – defiende –. Ha sido muy fuerte, por más que él mismo no lo crea, tiene una gran voluntad. Enfrentar un miedo de tal magnitud no es fácil para nadie.

–Si, bueno, la sociedad siempre ha sido una mierda y era algo que ya teníamos en cuenta, como el que mi padre posiblemente fuese un impedi...

–Su mayor miedo no es ese, Soobin-ah, es que lo odies y tuvieses una mala vida por él estar a tu lado – intercede logrando desarticularlo un instante –. Era consciente de que se exponía a que lo hicieras al enterarte de toda la verdad, con todo y ello lo está asumiendo. Te repito y aseguro que lo pagó caro desde el primer día, ha sufrido tanto escondiendo esto, siendo quien cargue el peso – ablanda su voz sin dejar de lado su honestidad –. Por más que tenga en parte gran responsabilidad de ello, no ha sido con mala intención, lo conoces bien. 

Soobin siente como su molestia va alivianándose de a poco, dando paso a la incertidumbre y al raciocinio, se enfría para recordar hechos valiosos que surgen gracias a la intervención del castaño: Yeonjun siempre fue un héroe con él, nunca lloraba en su presencia y se acallaba sus pesares para no angustiarlo, solía ser el más valiente para afrontar lo difícil del camino y ser quien recibía el choque de frente sin quejarse, tomaba todos los golpes y carga por él. No fue distinto en este asunto, claramente su intención principal fue hacer lo correcto para él, aunque significase lastimarse a sí mismo.

Estuvo muy mal, no solamente porque se lo ocultó, sino porque cargó el dolor de la angustia solo.

Expulsa todo el oxígeno con un gemido inquietante.

–No sé qué hacer ahora...

Taehyun sonríe esperanzado.

–Haz lo que no hizo Yeonjun hyung cuando eran inexpertos, lo que ahora está haciendo. 

No tuvo que esmerarse en indagarlo demasiado, la respuesta era muy sencilla: Luchar, confiar, comunicarse... Porque jamás fue por falta de amor hacia él que se fue, sino por escaso amor propio; su hyung le entregó todo a él, olvidándose de sí mismo.

–Gracias, Taehyun, me alegro que Beomie consiguiera a alguien como tú de sabio – reconoce en gratitud.

–Y yo que Yeonjunssi tenga a alguien como tú de encantador – a gusto con su hazaña, aporta con cierta gracia: –. ¿Quieres aún hablar con Beom?

–Dile que llamé y luego le contaré – decide con una risita ligeramente más animada, todavía tiene muchas dudas y la mezcla de emociones, pero ya se siente más encaminado en el oscuro túnel –. Disfruten de su luna de miel improvisada, los quiero.

–Nosotros a ti.

Al colgar, Tae escucha los movimientos a sus espaldas, carraspea y reza para que el rubor no se le note debido las palabras "luna se miel" de su amigo. Gira para hallar a su novio con la cabeza ladeada, secando sus húmedos cabellos.

–¿Quién era, Taehyunnie?

–Te cuento si me dejas decirte que te amo.

Gyu rechista entre divertido y halagado, aceptando el abrazo por su cintura y colocando sus propios brazos en el cuello del más bajito.

–Ya lo hiciste, idiota.

Tae finge confusión, sin parar de sonreír.

–¿Sí? No recuerdo.

Bueno, sí están en una luna de miel, porque sus besos saben muy dulces para ambos.

Mientras aquello, en Takayama yacía un rubio regresando al bosque, se supone que era seguro, pero al ya estar el cielo nocturno iniciando su aparición en lo alto, no era lo indicado estar afuera solo; claro, hace mucho ya no teme de los demás tipos del pueblo, como de más joven, ya puede más que defenderse. Se adentró y buscó donde abandonó el gran bulto de cartas amarradas con una cinta desteñida, supuso Namjoon extrajo del cajón de costura de su esposa o algún sitio por el estilo, que él obviamente nunca sospecharía; obviamente se pregunta si la mujer era participe de lo que ha hecho el hombre, pero desiste.

Arin sin duda alguna se lo habría dicho, incluso se atreve a apostar que ella se hubiese separado indignada de su progenitor de tan sólo saberlo. Igual es asunto aparte.

Se lleva todo hasta un pequeño y modesto restaurante del pueblo que no le quedó tan lejos de su ubicación, se apartó al fondo en una mesa junto a la discreta iluminación, nada similar a los locales de la ciudad. Con dedos temblorosos desató el nudo y comenzó a leer algunas de las cartas, afuera se había desatada una lluvia que por suerte evitó a tiempo, sin embargo, era lo de menos cuando su rostro se comienza a empapar por otra causa: Sus lágrimas incesantes de puro lamento.

Nadie le importuna en su lectura, nadie le presta atención, y profundamente lo agradece, no desea contestar preguntas cuando está tan afectado al leer las más sinceras y amorosas palabras de su hyung a través de versos, nunca creyó que fuese tan excepcional para la escritura, eran largos párrafos en los cuales experimenta cada emoción que escribió a pulso y tinta; sonríe, solloza, maldice, ríe y se sumerge por completo en la lectura como un fanático. Yeonjun siempre fue expresivo, decía todo en alto y sin tapujos como parte de su naturaleza, pero esto eran pensamientos más profundos, como si leyera su alma, tan maltratada y agonizante todos esos años, confesándole sus sentimientos.

En un principio aclaraba en todas las cartas que no se las enviaría, pero a la final, sí lo hizo, sólo que él nunca las recibió a tiempo. De haberlo hecho, sería otra historia.

Era más que claro ahora que Yeonjun se sacrificó, irrefutablemente, vivió un infierno como él, hasta se podría decir que uno peor por ser quien cargara semejante cruz para no pasársela a él. Se asustó porque él saliera herido y no ser suficiente para defenderlos, cuando olvidaba que era una batalla de dos.

No lee cada una de las cartas, terminando con la que le pretendía enviar antes de la exposición de arte, no había mentido con aquello, perfectamente lo narra todo y la fecha lo corrobora. No tiene tiempo que perder, ya las terminaría todas después.

Fue extraño, como si todos sus pedazos se esparcieran más diminutos, y de pronto se unieran en un intento para sobrevivir, disipando un poco la bruma de emociones negativas que le embargaron todos aquellos años, y sobre todo durante aquel día tan duro. Fue un alivio, como si algo del peso que carga su ser cediera y le diera una epifanía de lo que tiene que hacer:

Soobin debe ir por su Yeonjun hyung, necesitan sentar una base sólida de una vez por todas, era una demanda de su propio corazón que ahora no piensa acallar o ignorar, no al comprender varias cosas gracias a las cartas.

Ni la lluvia de afuera lo detendría.

"Yo también puedo ser tu héroe, mi héroe, nuestro héroe, hyung".

*🌼*


Reprime el estremecimiento que le produce la fría brisa que se cuela por las ventanas, según le contaron sus tías, las noches primaverales del pueblo a veces se cargan con una llovizna, él sólo había pasado las temporadas veraniegas en el sitio y casi nunca vio lluvias en Takayama. Sin embargo, ahora lo que cae es más fuerte que una llovizna, acarreando ventiscas que sin duda hacen sacudirse a los árboles de cerezos.

El cielo lloraba como Yeonjun, el clima era un reflejo de su sentir mientras se refugia en la vieja cabaña con tantos recuerdos, el único lugar en Takayama donde quería estar ahora mismo, sin nadie a su alrededor. A la única personita que quería tener a su lado es justo a quien no tenía ni remotamente cerca suyo, en ningún sentido.

Había leído unas cuantas cartas que nunca le llegaron de Soobin, no fueron muchas, la mayoría sí le llegaron y eran las que tenía en la ciudad resguardadas, estuvo todo lo que quedó de día encerrado en la abandonada propiedad hasta que cayó la noche en soledad, perdió la cuenta de la cantidad de lágrimas que derramó o las veces que se insultó, cada sentencia escrita por su rubiecito favorito calándole hondo. No sería suficiente en esta vida para culparse y recriminarse de todo lo que le generó por sus errores, merece estar ahí revolcándose por dañar a un ser tan etéreo y precioso.

No iba a desistir, lo decidió por más egoísta que fuese, sencillamente no era siquiera considerable para él irse sin tratar de resolverlo, al menos conseguir una promesa de perdón a futuro. Por los momentos nada podía obtener, su mocoso está apenas enterándose de la verdad y ahora mismo debe estar detestándole, aborreciéndole con cada entraña de su ser al sentirse traicionado y defraudado.

Pero, ¿Realmente no era opción para el destino darle una única oportunidad para remediarlo? Ya ha aprendido las lecciones, ya sufrió bastante, ¿Era pretencioso rogar a los cielos que intercedan en el corazón de su Binnie para que considere disculparlo? ¿Es su castigo pasar una vida arrepentido y lamentándose por haber tenido un error? Sus intenciones no fueron más que cuidar a su mocoso...

Tal vez lo amó tan febrilmente que su boleto para amar en la tierra se consumió, precisamente como dijo su dongsaeng: Lo convirtió en cenizas. Estaba convencido que exclusivamente amaría con aquella parsimonia, entrega e intensidad a una persona en su vida, no volvería a querer a alguien como lo hace con Soobin, pues su corazón se ha tatuado irreversiblemente el nombre del chiquillo que se comió su tarta de bienvenida esa noche que se conocieron.

Era masoquista al rememorar las vivencias con su menor, mas le es inevitable, era una exquisita tortura que le quema y a la vez le sana el alma. En honor a esto, tacha mentalmente el antiguo título de su vieja composición y lo reemplaza por "Farewell Neverland", decidiendo posteriormente tocar las teclas del viejo piano en la estancia, una melodía que conoce de memoria y hasta el cansancio, ya que la tuvo en su cabeza rebotando, tal y como ahora lo hace en las paredes de la pequeña cabaña. La diferencia es que ahora sí le ha conseguido una letra a la canción, cantándola con el alma en un hilo enmarañado de emociones:

Neverland, my love, ijen annyeong

And I'm free falling

byeoldeura modu pyeonhi jaryeom

Till I be calling

No matter where I go

yeogin no home

duryeowodo nan deo araero

annyeong, neverland, my love

ttasaroun maeil maeil gateun gyejeol

sonyeoneun jaranajil ana

jamdeuljido anneun taeyang-ui immatchum

nugudo byeoreul boji ana

A paradise is full of lies

oemyeonhago sipeosseo nan

nae majimak pinancheo

barasseo endless flying

It's the end, it's true...


Yeonjun suspende la nota en el aire y libera un suspiro tendido, y se habría quedado en esa posición con las nuevas lágrimas queriendo nublar su vista...

–Aún recuerdas nuestra canción. 

De no ser porque se sobresalta ante la presencia de la ronca y suave voz a sus espaldas.

Soobin se abrazaba a sí mismo por el clima exterior y como un intento de enfundarse valor a sí mismo. Todavía su malestar era muy reciente, y estar frente al chico que se levantó torpe y apresurado entre confusos parpadeos le hace querer volverse una bolita en la esquina de la cabaña. 

–Soobin, ¿D-desde cuándo estás ahí? 

–Desde que empezaste a tocar.

Jun entrecruza sus cejas al examinarlo de pies a cabeza, no estaba empapado, pero notoriamente no estuvo lo suficientemente abrigado para la circunstancia. Le es instintivo secar rápidamente sus lacrimales e ir hasta él para colocarle una vieja manta posada en el mullido y antiguo sofá, notando la tensión en los amplios hombros una vez lo cubre. Retrocede unos pasos para no abrumarlo, sintiendo una punzadita por dentro.

–Está lloviendo fuerte, no debiste mojarte de esa manera.

–Estoy bien, no tienes que alarmarte – musita quedamente, mantiene su cabeza gacha y se encoge en la cálida manta, sus mejillas ligeramente teñidas ante el recuerdo de la misma; es obvio que su mayor no se percata que fue la que precisamente usaron para cubrir sus cuerpos desnudos durante la mágica noche que compartieron en total entrega en su último verano juntos como pareja. Reina nada más el sonido ambiental por unos segundos, hasta que se digna a proseguir, esforzándose a sonar neutral y no denotar lo afectado que está, sobre todo tras haber escuchado la canción tocada tan emotivamente un minuto atrás por el otro: –. Es una letra muy triste...

–Proyecta lo que siento – su estado era la replica del que tiene el alto y apuesto docente frente a sus narices, le avergüenza verlo a la cara con todo lo que se desató por la tarde. Sin embargo, la necesidad que le cala hasta las entrañas es tan voraz que se mantiene leal a su porte, sin titubear –. Nunca tuve la intención de que fuese así.

Y se refiere a todo, no exclusivamente a la canción, ambos son participes de esto. Tal como que Yeon sí rememora como Soobin la historia de la manta que está sobre el gran cuerpo del rubio, a excepción de que no le apena como a éste último. Le es hasta tierno divisar sus preciosos y acolchados cachetes pintados de un rosado suave, sus húmedos mechones pegados a la frente, con una cara de cachorro mojado -casi literal-, y de no ser por los hechos actuales, ya le habría comido a besos, abrazos y empalagosas palabras que le apenarían soltar si no fueran sólo para él.

Soo no concordaba entre sus acciones, personalidad y su aspecto, era una mezcla tan inusual de cientos de factores, que a la vez era tan fascinante que le robaba el aliento sin importar cuánto haya transcurrido de conocerlo. Siempre le enamoraba una vez más, orbitaba como los aros de Saturno alrededor suyo.

–Leí tus cartas – lo había expulsado tan repentinamente que hasta a él le tomó desprevenido. Hace acopio de sus fuerzas para sostenerle la mirada unos segundos antes de exhalar, demostrando más su vulnerabilidad –. Hace unas horas estaba tan furioso contigo, tan dolido y decepcionado que pensé que era incapaz de verte a la cara de nuevo sin querer golpearte o llorar entre insultos... C-creí que te marcharías por mi rechazo.

–No volveré a cometer el mismo error otra vez. Comprendo cómo te sientes ahora, no te presionaré – se arriesga a aproximarse unos centímetros para sostener su mentón con delicadeza, viéndolo con todo su arrepentimiento y, su vez, con determinación pura. Es un avance que no se distancie del contacto –, pero no me iré de aquí, voy a insistir hasta que sepa con certeza que te has rendido, hasta que ese último brillo de esperanza que todavía diviso en ti, se esfume.

Bin traga con dificultad, relamiendo sus labios con inquietud. Había simplemente corrido al encuentro con el azabache sin un verdadero plan en específico, tuvo la imperiosa urgencia de hacerlo después de leer sus escritos, y ahora transita en un montón de caminos que no sabe cuál es el correcto a emprender... El anhelo de tomarle la palabra es como un afrodisiaco poderoso que casi le hace aceptar sin miramientos.

–No sé si estoy preparado ahora para esto, Yeon.

–Pero viniste hasta acá, Soo – insiste con una sonrisita esperanzada, con manos temblando al acunar el rostro del ojos miel, dándole caricias con sus pulgares, como si se tratase del tesoro más valioso en el planeta; y lo es, desde su perspectiva –. ¿En serio ya no sientes nada por mí en medio de toda esa rabia, bebé? ¿Me odias de verdad?

Lo que le dijo más temprano, definitivamente le afectó a Jun.

–Estaba molesto y dije de más. Es imposible odiarte, incluso si me molesto contigo, mis sentimientos por ti continúan siendo tan fuertes como el primer día – lo dijo casi desesperado, apresurado a aclarárselo mientras posa sus manos más grandes sobre las opuestas, entregado a su suave tacto, a la mirada esmeralda tan suplicante y la belleza del chico que le descontrola el ritmo cardiaco –. El Junnie del que me enamoré sigue ahí dentro, aunque dejó que lo escondieran – el tema hace centellar un brillo abatido en los bonitos pares, le duele lo realmente lastimado que estaba el pelinegro –. Todo lo que hiciste... Quisiste cambiar y sacrificarte por mi, idiota.

–He sido un imbécil y el peor idiota, pero no hice nada con intenciones de herirte – está igual de inestable al expresarse, no le gustaba que su mocoso estuviese al borde de lágrimas de nuevo. En medio de su batalla, se da ánimos para no decaer, no cuando lo tiene ahí con una pequeña esperanza a la que sin duda se aferraría –. Si me das una oportunidad para demostrarte que he cambiado, solamente una, Binnie... Prometo que seré mejor para ti, para , para nosotros. No puedo remediar el pasado o desaparecerlo, sólo me queda aprender de él y darte una versión más sabia, fuerte y madura donde luchemos juntos por esto tan especial que compartimos. 

Soobin se pierde en su mirada durante todo su discurso, oye su pulso tan fuerte como el del chico que le sostiene con una devoción que le hace casi derretirse como una absurda gelatina, pues el efecto del más bajo es algo a lo que no se acostumbra, a lo que no se resiste desde que eran unos niños inocentes y sin pista alguna de todo lo que el destino les depararía, nunca dejaría de ser vulnerable ante su tacto.

Ahora tiene a su alcance la decisión que tanto le exigió a la vida, su mayor se la está dando y pone todo en consideración suya, peligrando del rechazo, pero teniendo tanto coraje al ser impulsado por sus sentimientos hacia su persona, e incluso prometiendo con su aplomo que no se rendiría, ya no. Ese era su Yeonjun hyung.

Supo que no tenía nada que decidir en ese minuto, ya fue suficiente tiempo perdido, hablando con inestabilidad por sus emociones zarandeadas:

–N-no tienes que ser el único héroe, hyung, no estás solo en ello. Quiero dejar todo atrás, no quiero discutir sobre el p-pasado o sobre Namjoon. Sólo estamos tú y yo.

Yeonjun lo descifra como una aceptación que le hace recobrar la alegría de su alma en un segundo, demostrándose en sus frenéticos asentires y por cómo se esmera a brindarle más caricias al ojos miel.

–Dijimos que nos cuidaríamos mutuamente para no caer ni lastimarnos, ¿No? Sanaremos juntos, no más separados ni con mentiras o secretos, el pasado es pasado. Los demás son lo de menos relevancia, conversaremos lo que nos agobie o incomode, ya no más mierda de huir de los problemas... 

–¿Lo prometes? – pregunta conteniendo un sollozo por la alusión a su propia frase de niños, afianzado a las muñecas del opuesto, quien vuelve a asentir con seguridad. Finalmente cierra sus ojos, sus alientos entremezclados por la cercanía opacan el frío por su calidez. A pesar de que quería enfrascarse y disfrutar ese momento de goce, le mira de nuevo para ordenarle, sonando más como la queja de un niño: – No se te ocurra volver a irte, Yeonjun.

–Me quedaré toda la vida si así lo deseas, cariño – corrobora con una sonrisa de genuina emoción, más que satisfecho cuando el menor le rodea con sus brazos por el cuello, trazando su piel expuesta, desde su anterior agarre hasta aquella nueva ubicación. Lo estrecha contra su cuerpo con todo el aprecio –. Y si no, te convenceré de no cansarte de mí al enamorarte de nuevo.

El Choi menor pasea su lengua por sus labios al detallar los contrarios, el dueño de estos lo capta y le imita, a la expectativa. Estaban tan cerca que le cosquillea el aliento del más bajo, el cual ahora rodea su cintura con una de sus varoniles manos y mantiene otra en su mejilla sonrosada, unen sus frentes y le es inevitable no sentir la anticipación con una demanda instintiva de su organismo. Expresa en un susurro, sus parpados ya parcialmente cerrados:

–¿Sabes? Creo que necesito curarme aquí.

Jun iba a saltar en euforia, quiso gritar de emoción por la petición, porque a pesar de que el chico no especifica la zona o la acción, era implícito y tácito para ambos. Sin un segundo más que perder estrella sus labios con los suaves y acolchados de su menor, en conjunto sueltan un suspiro gustoso y se abrazan más al cuerpo opuesto, cientos de estallidos en su sistema, casi sentía que flotaba sobre sus pies, venciendo uno de los más grandes obstáculos que ha vivido, y aunque aún faltan más, sabe que el trayecto ya no les daba miedo, ya no estaban en un túnel oscuro y sin salida.

Al separarse del dulce y emotivo beso, los dos se aprecian sin apartarse del todo.

–¿Mejor?

–Mucho mejor – mueve en positivo su cabeza, era como si acabase de recobrar el aire en sus pulmones tras nadar durante demasiado tiempo, irónica metáfora cuando estaba jadeando ligeramente por el beso reciente. Una sensación de pertenencia y seguridad que hace mucho no experimentaba se apodera de él, y no se contiene más de decirle: –. Hyung, yo a ti mucho.

Yeonjun sonríe enternecido, besando el mentón, la nariz de botón y las mejillas acolchadas con pequeños hoyuelos que posee Soobin, todo con amor.

–Mocoso adorable.

Es de aquella manera en la que ahora el par de Chois se sonríe en medio de un nuevo beso de sus pares, sus manos acariciando al otro con parsimonioso afecto, y con ojos cargados de lágrimas de plena alegría, donde finalmente sienten que esos casi seis años nunca hubiesen sucedido, donde no pesan ni les generan una agonía aprensiva. 

No existe pasado ahora, no existe un mundo en contra, todo puede esperar e irse a la mierda, ellos estaban bien en los brazos del otro.

Y afuera de la vieja vivienda, ya no estaba lloviendo tampoco.

Antes de la nota, quisiera decir unas palabras muy importantes aquí.

La persona a la que le he dedicado este fanfic, la primera que supo la idea, la primera que comenta, lee, vota y a quien amo inmensamente, está pasando por un momento muy duro, pero a pesar de todo, está luchando, y no sabe cuánto la admiro y adoro por eso. 

Mey, mi casita, mi primavera azul, mi Binnie, mi autora y lectora, todo estará bien, podrás con todo, créeme que sí. Espero que al menos puedas encontrar un momento bonito y de paz leyendo este capítulo, como siempre, dedicado para ti.

we're both going to make it, because if I make it, you're coming with me, yes baby? Hold on 💙

Te amo muchísimo, ¿Sí?

🌻

Ahora sí: Necesito saber sus opiniones ya mismo.

¿Se esperaban este desarrollo? ¿Se esperaban lo del padre de Yeonjun y la confesión de Namjoon?

¿Chanyeol homo? Sí, es homosexual.

Siempre quise usar la historia de Oscar Wilde en una trama, es muy triste y uno de los mil casos de injusticia a nivel universal. Casualmente la agregué a fondo en este cap, y cuando la leí bien bien, me fijé que tiene similitudes con el fic.

La razón por la que Soobin y Yeonjun tuvieron tan difícil su camino, se debe a muchísimos factores, pero ¿Por qué en estos caps finales estuvieron ellos mismos, sobre todo Soobin, siendo impedimento? Es una respuesta humana ante los traumas, nos autosaboteamos y nos hundimos en lo negativo. No lo culpo, es un sentimiento humano.

Lo importante es que al final amo como quedó nuestro Taegyu y que por fin Yeonbin se diera una oportunidad TT Muchos podrían considerar un final más realista el que no queden juntos, pero pienso que no todo lo real acaba mal, siento que esta historia queda mejor con happy ending (inserte happily ever after)

Y sí, en teoría este ha sido el último capítulo del fic PERO queda el epílogo, y no sólo eso, sino que haré tres extras que son muy esenciales (dos del pasado para rellenar huecos, y uno que en definitiva es el final) en resumen, después del epílogo, habrá más ;) Aún hay Daydream para rato ajdidodp

Haré luego del epílogo y los extras un apartado para resolver dudas y detalles que de curiosidad, si tienen preguntas pueden hacerlas aquí para agregarlas a esas respuestas uwu 

Tienen que escuchar esta orquesta de Farewell neverland, me inspiró en la escena del piano :( 

Gracias si siguen aquí y al pendiente del fic, los tqmmmmm, es un honor brindarles este proyecto , al que tanto amo🥺

Hablando del comeback, YO ME MORÍ AJWKDPX ¿CUÁL ES SU CANCIÓN BIAS? Amé todo, pero Growing Pain, Dreamer, Chasing that feeling y Deep down me ganaron TT Todo el álbum xd

Voy a poner en la playlist del fic esta canción, porque habla perfectamente de la aceptación, un tema MUY importante en esta trama:

https://youtu.be/kS8mTsi59n8

¡Voten y comenten! 🌻

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