~Heavenly~
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Japón, 1983.
Soobin fantaseaba en visitar Tokio desde que era un pequeño, lo dibujaba constantemente en su block o en cualquier hoja de papel que se cruzara, leía sobre el sitio en la vieja biblioteca, se fascinaba con narraciones de cada cosa, ¡Oh! Y los regalos que le traían de tan magnífica ciudad le originaban aún más emoción e ilusión acerca de lo que ofrecía la capital. Sin embargo, nada se compara con el estar ahí por su cuenta, apreciando con ojos abiertos y brillantes la majestuosa capital de Japón. Todos sus sentidos concentrados en semejante esplendor de magnificencia.
Las cientos de luces y la tecnología, los autos más actuales, las cientos de tiendas para cada cosa imaginable, la cantidad de bullicio y personas en las calles, todo era un constante movimiento que parecía incrementar mientras más se metía el sol en el horizonte. La ropa era el último grito de la moda según el estilo de cada ciudadano, tan pulcros y sofisticados, hasta se sentía un poco insulso frente al resto; lo gratificante es que nadie parece notarlo, sumergidos en su propio mundo.
Nunca había viajado, no había salido más que a sitios cercanos entre los límites del pueblo, más que nada por el dinero. Era independiente, pero la ciudad era otro nivel de aventura. Aún así, estaba tan ensimismado que no daba tiempo a ponerse nervioso por la inexperiencia de un joven turista de pueblo pequeño.
Soo llegó al edifico de su amigo para no agotar mucho dinero en hospedaje, fascinado con lo pulcro y bonito del minimalista espacio. Era un departamento modesto para dos personas, pues ya Kai le explicó que lo comparte con un compañero de piso que, actualmente, estaba de viaje en su país natal por las próximas festividades, por lo que ahora tienen comodidad para ambos, no había problema.
Igualmente era alguien adaptable, no pretende ir a molestar a una casa ajena, y menos al amable dongsaeng que le abrió sus puertas con desinterés; que va, Soobin era muy sencillo, se conforma con estar ahí cumpliendo uno de sus sueños más dorados.
Huening le mostró el entorno con cálidas sonrisas, era un chico centrado, pero adorable a su manera, un contraste único que le hace sentir familiarizado y en confianza, incluso cuando Soo tiene problemas para confiar en los demás. Es fácil con Kai.
Le ayudó con las maletas y le asignó la habitación de su roomie, ya le había avisado a éste y no tuvo problema, puesto que le explicó que Soobin era decente y muy ordenado.
Siguió el consejo de llamar a su padre apenas arribaran a la capital, por supuesto que éste estaba enojado y alterado por su escapada, lo tuvo que persuadir y le juró regresar para el domingo en la noche, cien por ciento seguro de que se llevaría un gran regaño en persona. Lo que le atrapó particularmente la atención, fue que su padre sonó algo ansioso, como si algo le intranquilizase. No supo si era porque él se marchó sin conocimiento a la ciudad o si se trata de otro tema, a lo mejor está exagerando y viendo reacciones no existentes en el hombre.
¿Qué tendría que temer Namjoon de que Soobin esté en Tokio? No tiene lógica.
Hyuka interrumpe sus pensamientos al elevar su voz desde la cocina, sirviendo la comida que pidieron por teléfono en lo que Soobin ordena la pequeña mesa.
–Mañana será la exposición por la noche, los sábados se llena más la galería. Habrán varios artistas locales principalmente, no hay competencia con concursantes famosos, sino una demostración con talentos en ascenso – expone con diligencia, no saltando ningún punto –. Es una oportunidad para darles reconocimiento, algo de dinero y contactos, además de recomendaciones y orientación personalizada.
–Es muy generoso que hagan cosas por el arte, más por los artistas desconocidos – sonríe entre nervioso y emocionado, ha transitado en esas dos ramas por los eventos recientes –Traje los cuadros que más me gustaron en mi colección, pero no sé si sean suficientemente buenos...
–Son maravillosos, a más de uno dejarás con la boca abierta, descuida – afirma con total convicción, asomándose para que el chico le vea desde su posición.
Soo se relaja y sonríe nuevamente para el pelirrojo cuando están juntos para comer en la mesa.
–Gracias por todo esto, Kai. En serio, es más de lo que consideraba posible en tan poco tiempo, así que prometo que estaré feliz y agradecido contigo por ayudarme a dar este paso, sin importar el resultado final.
–Eres demasiado lindo, hyung – confiesa con su vaso en alto, correspondiendo al gesto del mayor con una calidez en su pecho –. Brindo por ti y tu esplendido trabajo.
Los vasos de vidrio chocan entre las risas del par.
*🌻*
Ese sonido de los vasos chocando fue similar al que emite el frasco que se estrelló accidentalmente contra el suelo, producto del mal agarre de un chico -ahora pelirosa- en la sala de su casa.
–Carajo, mamá...
Yeonjun se encarga de limpiar cuidadosamente los cristales rotos y la alfombra, estaba muy distraído desde los recientes meses y por ello solía cometer algunos fallos de coordinación, como el botar el jugo por tropezar con un montón de revistas de moda que la dueña de la propiedad había abandonado descuidadamente esa mañana.
No eran una familia de desordenados, mucho menos Rose, pero ella ha estado muy ocupada durante la semana y se le había olvidado acomodar aquello por una llamada de alguna amiga al teléfono.
Chanyeol también estaba muy concentrado en su propia llamada desde su estudio, a diferencia que esta era de trabajo, ni siquiera se percató del ruido que hizo su hijo en la sala, así que al menos no hubo reproches para Yeonjun por haber roto un vaso y manchado la alfombra.
El mismo ahora recoge fastidiado las revistas y las apila a un lado. Se fija que una de las revistas era turística, y lo que capta su atención es que la portada muestra fotos del pueblito que tanto conoce, y se le escapa un suspiro largo y pesado. Hojea las páginas con una expresión nostálgica y sólo se da ánimos cuando recuerda su meta impuesta desde el mes anterior: Iría a Takayama, tenía que visitar el sitio y buscar a Soobin. No tiene certeza de lo que le diría o haría, sólo era un instinto que le nació y una idea que no se ha esfumado desde que la tuvo decidida.
Estaba cansado, harto de seguirse guardando todo, si las cartas no tuvieron respuestas y el chico paró sus intentos, debe hacer algo. Fueron años ya, ¿No era suficiente para tomar el valor de ir a enfrentar a Namjoon?
Si no se iba de inmediato a Takayama, es porque aún tiene obligaciones pendientes con la universidad y en su casa, a Soobin no le gustaría que deje todo tirado irresponsablemente, pero muy pronto se iría a buscar lo que le hace feliz. Ya luego improvisaría qué hacer.
–¿Todavía estás aquí? Pensé que ibas a la exposición de tu amigo – Chanyeol se percata del sobresalto en su hijo al girarse y dejar de lado una revista apenas ha salido de su oficina. Enarca una ceja por inercia, intrigado –. ¿Qué ves?
–Mamá olvidó arreglar las revistas, les echaba un vistazo – resta importancia en lo que se levanta del sofá –. Jay anda ocupado y estaba esperando a que esté libre para ir por él. Su auto está en el taller, así que...
–Hmm, está bien, pero irás en mi auto, no es temporada para andar en moto – concede con advertencia, el chico asiente en acuerdo y acepta cuando le da las llaves –. Diviértete allá, sé que te gusta asistir a museos y exposiciones recientemente – carraspea, yendo de largo hasta la isla de la cocina –. Es mejor que esos clubs y fiestas a las que asistes.
–Ujum.
La comunicación entre ellos, cabe destacar, había ido en bajada con el paso de aquellos años. Chanyeol intenta como puede que los intercambios no sean nulos, ha estado insistiendo en darle apoyo y orientación a su hijo, pero es muy difícil que Yeonjun se abra a él, o a alguien.
La paternidad no es nada fácil de manejar.
–Hijo, recuerda saludarme a la madre de Jay y enviarle estos modelos de la colección del próximo otoño – Rose se asoma velozmente, seguía en llamada, pero tuvo que recordarle aquello a Jun antes de que se marche. El chico afirmó con aburrimiento, ella, sin poderlo contener, observó con desaprobación su cabeza –. Y cámbiate ese color de cabello cuanto antes, ha sido de todos el peor y no me gusta que te ven así, Yeonjun.
Ja, como si no se lo repitieran desde el último mes que se hizo el cambio de color. Usualmente buscaba innovar con tintes que no duren mucho, por eso de las reglas del campus y las críticas de sus padres, pero en un arrebato quiso probar aquel color específico que tanta controversia causó.
"El rosado no es un color de hombre" "el rosado no es masculino" "el rosa no les luce a los chicos", de todos ha escuchado basura, ¿Tanto drama por un color? Debe confesar que en parte lo hizo en un impulso de rebeldía para molestar a los estereotipados. Detesta la poca libertad de expresión.
Más la detesta porque fue precisamente la que le robó la suya.
Yeon se limita a guardar las llaves y el sobre de su madre para luego despedirse vagamente de ella y su padre. Siendo franco, sólo va a la galería porque su amigo se lo pidió, y es uno de las pocas amistades reales que tiene y le importan. Además, iba a exposiciones porque era una forma de tener presente su meta, de sentirse cerca del ojos miel que inunda su mente a cada instante. El arte era un gusto adquirido desde hace mucho, y que se avivó desde el año anterior, aprendió a enamorarse de él y estudiar un poco sobre el tema.
Claro, para nada esperaba que, aquella noche, el dicho evento le acercará a Soobin, más allá que por medio de un recuerdo...
*🌼*
Describir como incómodo el convivir en un mismo espacio era ser muy modesto, piadoso y, definitivamente, sería quedarse corto, ya que para Beomgyu era una vívida tortura el soportar situaciones como la que aconteció la mañana del día siguiente a su reencuentro topless con Taehyun:
–¿Entonces ustedes se conocían?
–Fue hace mucho, perdimos contacto con el tiempo.
–Hmm, vaya pena... – Sakura navega en los rincones de su cabeza y repentinamente da un brinco en su asiento, dejando la cuchara de su yogurt en la taza como si acabase de tener una epifanía monumental – ¡Espera! ¿No es el tal Beomgyu del que me vivías parloteando? El tal átomo de no sé qué cosa.
"Átomo de helio, noona chismosa" Era un apodo demasiado personal que le puso a Beom años atrás, no se supone que lo sacarían a flote.
–Eh, sí – Tae casi se levanta de su silla para ahorcar a su hermana, se aseguró de darle una mala mirada que le haga captar la indirecta –. Vivir parloteando sobre ello suena un tanto exagerado, Sakura noona.
La de cabello corto se queja con una sonrisita, fija en el muchacho al que hospedaba y quien yacía encogido en su puesto.
–Es una lastima que se distanciaran, te aseguro que a mi hermano le has hecho mucha falta – da un sonidito de emoción, obviamente ignorando las cuchillas imaginarias que le lanza Tae –. Lo bueno es que se han reunido aquí en Osaka, ¿No es genial el destino?
–Ves demasiados doramas.
Por primera vez en un rato, Beomgyy aclara su garganta y levanta la cara, únicamente para despedirse de forma veloz y dar una inclinación educada. No estaba tolerando eso.
–Disculpen, debo irme al instituto para realizar mi jornada del día.
Los dos Kang aprecian al castaño irse luego de que agarrara sus pertenencias y colocase sus zapatos en la entrada. Es la mayor quien trata de persuadir a su hermano para ponerse al tanto de los detalles "jugosos" que generaron el distanciamiento con Gyu, siendo ignorada olímpicamente por el malhumorado, y un tanto sonrojado, Taehyun.
Los dos chicos casi no se cruzan por diferencias en sus horarios, milagrosamente Beomgyu no tenía que soportarlo por más que unos pocos días que dure la estadía de Taehyun en la ciudad, pero hay oportunidades donde es inevitable cruzarse de frente y darse una mirada tensa y, de nuevo, incómoda.
Ya iban tres días en esa rutina cansina, no se quería cambiar de alquiler porque pagó adelantado todo el mes, y no era su intención ser grosero con la muy cordial Sakura, por lo que opta a sobrevivir la experiencia casi surrealista.
La vida era una tremenda ironía, porque él fantaseó durante años el poder vivir bajo el mismo techo que Tae, y ahora desea salir huyendo de ahí, como si estuviese en el interior de un volcán.
Beom necesitaba distraerse desesperadamente, porque estaba siendo un cúmulo de ansiedad. Esa fue la causa por la que esa noche aceptó la invitación del atento y divertido Hoseok, un intento para olvidarse del problemita que se apellida "Kang".
Para Taehyun era todo lo opuesto, su más grande deseo ahora mismo era retener a Beomgyu lo máximo posible para recuperar un poquito del tiempo perdido, preguntarle sobre aquellos casi cuatro años de vivencias en los que estuvieron apartados, abrazarlo y reír hasta que les doliese el estomago por las ocurrencias del otro.
Era irónico que al inicio él rehuyera de toda la personalidad energética y conversadora del chico, de toda esa bomba de afecto físico que derrochaba su mayor, de las carcajadas aleatorias por sus chistes alocados y las charlas diversas -pues éste no era a fin con sus propios rasgos personales-, porque su fachada recelosa no duró mucho al irse acercando al castañito. Se acopló idóneamente al mayor con la primera visita a Takayama, esa donde se conocieron.
Descubrió personalmente que Beomgyu no era tan extrovertido como todos creen, se abre sólo con quienes confía, si bien es la energía del grupo, también es muy tranquilo; escuchaba y tenía una manera preciosa de decir "Ya, entiendo" antes de aconsejar o brindar consuelo, porque se preocupa por los que ama de una manera muy genuina.
Beomgyu era romántico, berrinchudo en ocasiones, comprensivo, inteligente, elocuente y divertido, tenía cierta melancolía, pero no opacaba su alegría; esa sonrisa y su risa eran los rasgos que más aprendió a querer Taehyun.
Y qué decir de sus ojos café claro, que era mucho más claros cuando les daba la luz. Solía bromear con Gyu diciéndole que había un poquito más de leche en su taza, pero eso le gustaba mucho. A cambio, Beom le decía que él tenía exceso de café. Lo echaba de menos, el verse a los ojos y mezclarse...
Ahora mismo está formulando una excusa viable para arreglar las cosas entre ellos, no es participe de si su hyung continúa sintiendo algo por él, las circunstancias de su separación fueron bastante malas, sólo quiere indagar para ver qué terreno está pisando y a lo que se afronta. Está más que claro que lo extraña, su hermana lo dijo por algo.
Porque, sí, hablaba tanto de Beomgyu con ella que, hasta ahora que Sakura lo exteriorizó en alto, es que lo comprende. Beom siempre ha sido una persona muy importante en su vida, una a la que le dolió inmensamente tener que perder y lastimar, no sabe cómo ha logrado estar tanto tiempo sin siquiera intercambiar una palabra con éste, conformándose con lo que Soobin le escribe.
¿Qué haría si seguía gustándole a su hyung? No sabe, quiere cruzar los puentes cuando se presenten.
Sin embargo, Taehyun poco se esperaba ver más tarde a Beomgyu salir de su habitación con un atuendo en tonalidades oscuras, nada como lo colorido que solía usar antes, bien peinado y con un aspecto muy atractivo. No era indiferente a su cambio de look, pero si bien siempre le lució guapo, ahora lo reafirma mas.
El más alto le ignoró en lo que fue al baño, Tae ni siquiera tuvo chance de seguirle para preguntarle a dónde iría luciendo tan arreglado. Justamente el timbre suena y debe ir a regañadientes hasta la puerta, del otro lado consigue a un atractivo chico pelinaranja con buen porte y a su misma altura, arreglado con ropas coloridas, muy a la moda de esa temporada.
–Buenas noches, soy Jung Hoseok – da una inclinación amistosa, sonriendo con sus hoyuelos apenas marcados –. Vine a encontrarme con Beomgyussi.
–Eh, hola – corresponde con cierta extrañeza, escaneando disimuladamente al sujeto –. Soy Kang Taehyun, ¿Tú eres su amigo?
–¡Hobi hyung!
–¡Beomgyussi! – contesta con ojos brillantes, su sonrisa ahora sí levanta sus pómulos y marca sus hoyuelos de manera encantadora. Dejó suelta la interrogante del otro muchacho presente porque su atención es acaparada por su cita – Wow, luces espectacular.
Taehyun observó el intercambio que era completamente ajeno a él, el par estaba todo sonrisas radiantes, hay miraditas y gestos que indican lo que muy posiblemente significa, y no le comienza a agradar en lo absoluto.
–Igual tú – Beomgyu imita a Jung, no le ruboriza porque está acostumbrado a la transparencia y jovialidad del mismo –. Ya estoy listo, podemos...
–Él puede esperar un minuto ahí afuera – Kang interrumpe al sujetar el brazo de su amigo en lo que cierra la puerta en las narices del confundido Hoseok. Levanta una ceja en cuestionamiento apenas encara a su mayor –. ¿Quién es ese tipo?
–¿Disculpa? – su indignación está presente en cada gesto, debe dar una risa aireada en medio de la confusión – No es de tu incumbencia.
–Lo es si él busca tener intenciones más allá de las amistosas contigo – defiende con recelo, sin flaquear en su postura –. No tienes esa clase de miradas y palabrerías con un simple amigo, a menos que seas...
–Oh, bueno, ¿Acaso te es un inconveniente? – contraataca con tono borde, no podía ser real que Tae le esté armando una escena injustificada, ¿De Qué? ¿De ex amigo preocupado? – Sí, es homosexual como yo, no tiene nada de malo, y tampoco nos molesta decirlo a los cuatro vientos.
Taehyun exasperadamente resopla, entrecerrando sus ojos y con su lengua golpeando la cara interna de su mejilla.
–¿Y confías en cualquiera que te diga que lo es? Hay gente muy mala y aprovechada.
–¿Cuál es tu problema? No soy un idiota, ¿Vas a comportarte como un hermanito mayor? – le reta con la irritación creciendo, dando un paso e irguiéndose en su posición, luciendo más alto que el dongsaeng que trastabilla ahora ante su porte – Porque te recuerdo que, entre los dos, el hyung aquí soy yo, Kang. No soy un mejor amigo al que celes, mucho menos familiar tuyo – su actitud se torna dolida con ese amargor llamado realidad, el volumen de su voz decae entonces –. En realidad, no somos nada, Taehyun.
"Bien, esto es lo que llaman Karma... Es doloroso"
–Tú me importas, no digas eso... – afirma con pleno convencimiento, decayendo su expresión por el remordimiento que le da el haber tocado una herida que ni han sanado o tratado siquiera –. Sólo quiero que estés bien, hyung.
"Claro, sigues viéndome con lástima, pero eso se acabó hace mucho, Tyunnie"
–Y lo estoy, lo he estado en estos años aunque es diferente a lo que piensas, así que te agradezco si me dejas tranquilo. Antes lo hiciste, no puede ser difícil ahora.
Tae casi se estremece por la sombría mirada de esos pares cafés que de a poco se alejan de su alcance, tal como lo hace su dueño.
–Beom hyung...
El portazo resuena al desaparecer Choi del departamento, yéndose junto a su acompañante cuando lo tomó de la mano y lo jaló lejos de ahí sin explicación alguna, Taehyun permaneciendo con una sensación desagradable que le hace tragar pesado y apretar sus puños en frustración.
No se suponía que el día iría así, debería de ser él quien saliese con su hyung, el que esté con alguien más en su lugar, le remueve las entrañas. Está enfadado sin razón lógica aparente, porque Beomgyu tuvo razón en lo que dijo, y eso le lastimó más de lo normal; claro, ahora estaba más consciente que cuando eran adolescentes asustados, confundidos y descubriéndose a sí mismos.
¿Y qué hizo entonces Tae? Una persona adulta y coherente debería de quedarse ahí, resignarse, pedir disculpas y seguir adelante dejando todo por lo sano, pero él no lo estaba ejecutando así. De hecho, se fue detrás de los otros dos para vigilarlos como un imbécil sobreprotector, manteniéndose bajo perfil y desplazando a su voz de la razón a algún rincón de su mente. Trataba de buscar fallos o debilidades en esa "amistad" mientras les observaba, pero era exasperante que el tal Jung fuese tan radiante como un sol, ¡Hasta su sonrisa forma un corazón y su risa es contagiosa!
Al día siguiente, cuando ese par volvió a salir, no soportó continuar siendo ignorado por Beomgyu, ni el hecho de que volviese a tener una "cita" con aquel pelinaranja de hoyuelos. Ahora se ubican en un karaoke famoso de la zona, hay una pista de patinaje con rueditas y barra de bebidas, además de máquinas expendedoras.
Estuvo a la distancia y en incógnito, como el día anterior, cada vez acrecentando esa desagradable sensación dentro suyo con cada interacción de esos dos, se siente sumamente raro al estar espiándoles y luciendo como alguien... ¿Celoso? ¿Lo estaba? ¿Por un chico?
Y no uno cualquiera, sino al que rechazó al habérsele declarado años atrás, mismo que se supone era su gran amigo y hyung... Se pregunta si ese recuerdo dejaría de dolerle fuertemente.
Beomgyu ni siquiera se había percatado de la sombra que se le pegó desde ayer, estaba demasiado entretenido con su hyung como para fijarse, además de que quiso distraerse del tema que tanto le sacaba de quicio y tenía por nombre Kang idiota Taehyun. No comprende la repentina faceta que tuvo el chico, lo evadió para no volver a tener una absurda charla, no dudó en irse de nuevo a otra salida con Hoseok apenas tuvo la propuesta esa misma mañana. Sin embargo, fue imposible no cruzar miradas con el otro castaño al instante que estaba patinando junto al mayor.
Taehyun intentó pasar desapercibido patéticamente, porque Beomgyu fue directo hacia él en busca de explicaciones, hecho una fiera.
Su hyung le atrapó yendo hacia una de las salas desocupadas del karaoke, jalándolo de la oreja a pesar de sus quejas.
–¡¿Me seguiste?! Eres increíble, Kang Taehyun – regaña con un gruñido severo –. ¿Qué diablos haces tú aquí?
–Quise cantar un poco – miente con cara plana. Esto le hace obtener un golpe en la nuca que le hace sobarse de mala gana y con un suspiro derrotado –. De acuerdo, vine a verificar que todo esté bien para ti. No conozco bien a ese sujeto y sabes que se me dificulta confiar en otros, ¿Sí?
–Y yo creí que fui muy claro contigo, porque se supone sabes que detesto repetir las cosas. ¿Qué mierda te interesa lo que hago o dejo de hacer con mi vida sentimental?
Kang parpadea incrédulo, desubicado por un instante.
–¿Sentimientos? ¿Admites que te atrae ese sujeto?
–¿Y qué si así fuera? ¿Qué esperabas, que continuara enamorado de ti cuando jamás ibas a corresponderme? – bufa una risa aireada con aquel reto, su garganta tiene un nudo desagradable que le dificulta no lucir afectado; siempre sería un talón de Aquiles, quiera o no admitirlo – Te lo prometí, te dije que te olvidaría y que tú seguirías con tu vida, ¿Cuál es el problema ahora? Estamos bien de esa forma.
–No, no estamos bien con ello, al menos yo no. No te he olvidado, y la vida ha seguido para mí con ese peso, Beomgyu – le confiesa, porque no sabe cuando tendría de nuevo una oportunidad para sacar lo que le acongoja –. A mí no me gusta esa solución de mantenernos lejos.
–¿Qué tiene que ver eso con Hoseok y que estés aquí? – señala con brazos cruzados en defensa, tratando de ignorar sus palabras, porque le proporcionan puñaladas por dentro, reviviendo lo que tanto le costó enterrar.
–Que no me agrada que estés con ese tal Jung en una cita – exclama con gesticulación de sus manos, demasiado ofuscado sin motivo claro. Nunca ha tolerado no comprender algo que escapa de su razón e ingenio, una persona como él no conoce cómo navegar en el mar de emociones, y eso siempre le ha jodido –. Ese es el problema, porque no hallo cómo explicarlo, sólo es lo que siento.
Gyu niega incapaz de asimilar, mordiendo su labio para contenerse en de un arrebato emocional en pleno local.
–No hagas esto, no seas un egoísta de mierda... N-no borres la imagen que conservaba de ti. Esto ni siquiera tiene sentido, Taehyun.
El aludido asiente en acuerdo, dando un paso cerca, totalmente serio como lastimado.
–No tiene ningún sentido, tienes razón. Yo siempre le busco coherencia a todo, pero no la hallo ante esto.
–¡Desde luego no lo tiene! Acabamos de volver a vernos después de casi cuatro años, ¿Y ahora vienes con todo esto? – espeta con el cuerpo como una piedra, tenso hasta la médula –. Me rechazaste, no te gustan los chicos y menos te gusto yo, lo superé...
Exactamente, las heridas no estaban del todo sanadas como ellos mismos pensaban. No cuando fue algo tan fuerte lo que les pasó, lo que se metió entre ellos.
–Tres años y medios en los que me he sentido una mierda por lo que pasó – Tae aclara con lamento, ver en persona lo mucho que hirió a su mayor, era peor que cuando lo enfrentó por esa llamada que tanto le marcó, porque ahora podía apreciar en sus orbes cada emoción; Gyu siempre le era fácil de leer, aunque ahora se muestre más reacio a permitírselo. Por ello, necesita sacarle las ideas erróneas que se produjeron en él por lo sucedido entre ambos, por la falta de tacto en sus palabras y su pésima habilidad para expresar sus sentimientos –. No te rechacé por ser tú, Beomgyu.
Porque si algo entendió Tae en esos casi 48 meses de distancia, es que, de atraerle los hombres, sería su Beomgyu hyung el primero en el que se fijaría, sin dudar.
–¿Para qué haces este espectáculo innecesario y carente de razón? – explota con la paciencia al borde, retrocediendo con el rencor palpable – Es por tu ego, te gusta el que esté enamorado estúpidamente de ti aunque no me correspondas, ¿Es eso? ¿Tan egoísta eres, Kang?
–¡No, claro que no! – frunce el entrecejo con una mueca afectada, tuvo una punzada de indignación ante aquella deducción – Me conoces, no soy así.
Hay una pausa corta donde los dos nivelan sus emociones para calmarse y no captar más la atención de todos alrededor. Beomgyu vuelve a darle frente al chico, con menos hostilidad.
–La verdad, por más jodidamente triste que suene, es que dejé de conocerte hace mucho, Taehyun – expulsa el aire al decirlo, apartando la mirada unos segundos y frotando sus ojos para evitar a las lágrimas salir, detesta ser sensible en circunstancias como aquellas. Inhala y trata de que no le tiemble la voz, sonando más profundo al demandar: –. ¿Por qué estás aquí? ¿Qué demonios quieres realmente?
Taehyun quiso ser claro en sus intenciones, sólo que ni él mismo descifra lo que le ocurre. No dimensiona lo que estaba sintiendo, porque jamás lo experimentó, menos con un chico. Se enamoró de su primera novia, le han gustado otras pocas -dos cuando mucho desde entonces-, pero nada fue caótico o le desestabilizó, nada le daba insomnio o dolor de cabeza, nunca tuvo celos o sintió un miedo descomunal de perdida.
La mirada intensa del más alto le roba el aliento, su pulso elevado, y sus nervios creciendo por algo sin nombre.
–N-no lo sé...
Entre decepcionado y molesto, Choi le examina una vez más antes de rendirse con un farfullo.
–Hazme un favor y piérdete, ¿Quieres?
Taehyun es abandonado en el Karaoke, tal parece que aquella era la nueva rutina de su convivencia, y la odia. Urgentemente necesita resolver lo que le pasa para solventar rápido la situación con una de las personas que más apreciaba en el mundo. Lo perdió antes, no quiere hacerlo de nuevo.
¿Qué estaba sintiendo por Beomgyu, y por qué hasta ahora es que lo siente?
*🌼*
De todo lo que se esperó, Yeonjun nunca creyó como algo siquiera remotamente probable que su experiencia en la galería de arte trajera consigo la aparición de Choi Soobin, de su Soobin.
Principalmente, se cuestionó si aquello era producto de un espejismo, una fantasía de su cabeza o hasta un sueño -de esos constantes que suele tener-, incluso con anterioridad le sucedió el confundir personas con el chico debido a su anhelo de encontrarlo, pero ninguna de esas opciones era el caso. Él estando ahí, en un mismo espacio compartido, tal como antes, era tan real como la falta de oxígeno y el vértigo que tuvo a causa de la gran impresión.
Yeon hace un enorme esfuerzo para apaciguar las reacciones de su cuerpo, que sólo pueden provocarse por el muchacho que tímidamente se mueve por el área. Lo sigue a cada movimiento, como si orbitase alrededor de él, preguntándose mil interrogantes, como el qué hacía ahí, cómo estaba, y su pregunta más recurrente es si sería prudente el acercarse a abrazarlo y besarlo como si no hubiese un mañana, porque es todo lo que quería hacer, así como el llorar de goce.
¡Soobinnie estaba cerca suyo!
A la final, sus pies se movieron por propia cuenta debido a la emoción, y al percatarse que estaba en un segundo a espaldas del alto y muy apuesto rubio, sólo atinó a llamarlo por su nombre en sinónimo de pregunta, sonando tan anhelante que su voz en tonos alegres casi se rompe. Soobin volteó velozmente con una mueca de confusión que en un segundo se transformó a una de pura perplejidad, estaba tan pálido como de seguro él lo está.
Ambos Choi se detallan con fijeza y bocas entreabiertas, como si el tiempo y su entorno se hubiesen desvanecido en aquel instante.
Y es que Soobin no lograba hacerse a la idea de que tenía en frente a Choi Yeonjun, quien la última vez que lo tuvo cara a cara le destrozó el corazón, mismo órgano que ahora late desbocado en su pecho y resuena en sus oídos, sus piernas casi tiemblan y el aire se le retuvo en los pulmones. No sabe siquiera cómo sentirse o actuar ahora, todo era más que irreal...
El mayor luce un aspecto totalmente diferente a como lo recordaba, los dos lo hacen, era hasta emotivo que hubiese rebasado otros poquitos centímetros la altura del chico, tanto como era impresionante el que Yeonjun tuviese un muy llamativo color de cabello rosa, perforaciones en sus orejas y ropa juvenil a la moda; camisa blanca debajo de un cárdigan negro, jeans del mismo color, ligeramente rasgados en la rodilla, y tenis a juego, en su brazo reposa un gran abrigo gris oscuro que seguro usaría en el exterior. Sin duda era casual pero adecuado para la ocasión. Tiene muy claro que Yeon está más atractivo de lo que ya de por sí era, si eso era posible, un cambio sorprendente, pero por alguna razón, eso duele.
¿Cuándo pasó el tiempo?
–Y-Yeonjun hyung – masculla casi sin oírse a sí mismo, pasando pesadamente saliva y luchando por no flaquear en su sitio ante la abrasiva marea de emociones –. Ha pasado mucho.
¿Qué más iba a decirle si su cerebro se apagó?
–Lo ha hecho – le responde en similar estado, sólo que más aprensivo por lo que implica la mera sentencia. Escanea de pies a cabeza al rubio que ahora está más alto que la última vez que se vieron, sus rasgos son iguales, pero más definidos y maduros; sus mejillas ya no son tan redondas, sus hombros son más anchos y fornidos como su cuerpo, y aquellos orbes miel que le hacen perderse tienen la misma chispa que solían tener, pero más opaca. Estaba vestido con un pantalón azul marino, un suéter beich, un abrigo largo en tonos café y zapatos combinados. Suelta un suspiro bajito porque está más hermoso de lo que recordaba, y es mucho decir, más apuesto que cualquiera ahí, sin duda. Le cuesta siquiera respirar cerca o sostenerle la mirada –. Luces diferente.
Sí, a Yeonjun se le apagó el uso de la razón también, porque no estaba diciendo lo que realmente piensa.
–Tú igual – formula nervioso bajo el escrutinio opuesto. Sigue anonadado por el estupor, Jun estaba realmente distinto en todo aspecto, hasta el aura que solía tener y el brillo vivaz en sus rasgados ojos, ya no estaba, detalle que le causa un vacío inmenso. Igual tenía unas leves ojeras que tal vez sean otorgadas por la vida universitaria, ¿No? Sin embargo, no deja de remarcar que luce genial con ese look actual que le hace ver como toda una celebridad, a su parecer, rasgos más definidos y un cuerpo un tanto más delgado que la última vez que lo vio -su instinto preocupado quisiera saber si está alimentándose bien o si tiene una dieta como para haber perdido peso-, pero no deja de ser envidiable y bonito; aunque a él le es más deseable que cualquier otra cosa. Ante ello ya se estaba ruborizando –. C-cambiaste tu color de cabello y... ¿Te perforaste? Digo, c-claramente que lo hiciste, no son temporales...
"¿Te gusta?" Yeonjun se muerde el labio inferior para no soltarlo, jugando con un mechón detrás de su oreja. Quizás si debió cortarse el pelo o algo.
–Sí, eh... Quise cambiar de aspecto.
Bin asiente quedo, finalmente cruzando miradas.
–Lo hiciste... En realidad, has cambiado mucho desde hace un tiempo.
Hay cierta tensión entre ellos ahora que asimilan estar frente a frente, una más que justificada, no tienen pista mínima de cómo actuar o proceder. Es una situación compleja en un entorno concurrido, ajeno a lo estupefacto y absortos que están los dos.
¿Cómo se deben tratar después de todo? Nunca creyeron llegar a aquello sin ser planeado, e incluso de haberlo planeado, el momento de la verdad era distinto a lo imaginado.
Yeon da una tosecita que cubre con el puño de su mano libre, rompiendo la atmósfera pesada. Debe ir por el inicio, eso hará.
–¿Y qué estás haciendo en la ciudad? ¿Desde cuándo llegaste? – se traga la duda de dónde se estaba quedando, por ahora no es prudente, no está sobre tierra firme con el rubio todavía. Reemplaza la interrogante con otra: – ¿Qué haces aquí en la galería?
–Apenas llegué, es que vine a exponer mi trabajo como principiante... – está moderando su tartamudeo, era muy irreal la situación, apenas está captando lo que dice – U-un amigo me ayudó a conseguir un cupo, me acompaña esta noche.
Yeon se embargó de intriga.
–¿Qué amigo?
–¡Soobinssi! Hay unos artistas y amigos que quisiera presentarte – al percatarse de que su efusividad interrumpió la burbuja del par de mayores que le apreciaron con distintas reacciones, sonríe ladino en una incómoda disculpa –. Oh, lo siento. ¿Qué tal, Choi?
–¿Viniste con Huening? – Yeonjun no se molestó en fingir su desconcierto, desplazando a segundo plano el saludo del hawaiano y fijando su mirada en el rubio. Corroborar que Kai sí conoce tan íntimamente a Soobin era tentar más su inestabilidad emocional actual.
Soobin se sintió atrapado en esos orbes verdes gatunos que exigen una contestación, tuvo que relamer sus labios y posar su vista en Kai para salir de ese hechizo y conectar su boca a su cerebro.
–Voy en un minuto contigo, Hyuka – promete apenado para el pelirrojo, quien afirma y se despide con una última sonrisa para él, y una mirada fría para el pelirosa. Toma un poco de aire para enfrentar de nuevo la situación, apretando dentro de sus bolsillos la tela del pantalón en un mísero intento de limpiarse el sudor frío que los nervios le producen –. Admito que no sé cómo actuar ahora mismo. Juro que no imaginé hallarte aquí, no consideré siquiera posible encontrarte en una ciudad tan grande.
–Mi sorpresa es mayor que la tuya – apacigua un tanto su expresión, permitiéndose sonar más cálido ahora que están nuevamente solos –. ¿En serio estás exponiendo algo? – al obtener un asentir tímido del más alto, le otorga una leve sonrisa cargada de nostalgia – Eso es sumamente grandioso, Soobin, debes de esta feliz.
–L-lo es, y lo estoy, gracias... – susurra conmocionado, sus latidos no se acompasan y es difícil mantenerse por un minuto más en su puesto sin largarse a llorar frente al mayor, ¿Por qué tiene que sonar orgulloso y verle así? Se niega a exponerse más de lo que ya lo ha hecho, así que carraspea y le da una sonrisa que sale más como una mueca, intentando no titubear excesivamente –. Escucha, fue agradable verte, pero estoy apurado y debo irme.
Yeonjun iba a detenerlo, se contuvo cerrando su mano en el aire, muriendo las palabras en su boca, porque Soobin casi había corrido lejos de su presencia, huyendo como si le quemara el estar a su lado, y francamente no lo culpa por ello.
¿Qué iba a decirle, en todo caso? Sí, planeaba ir al pueblo en unos meses, pero haberle hallado ahí en la ciudad le ha desestabilizado toda su existencia, cualquier diálogo se esfumó teniéndolo cara a cara.
Examinó en ambas direcciones, las personas totalmente ajenas a lo que sucedía, yendo y viniendo entre los cuadros, le dieron unas incontenibles ganas de apreciar los que el rubiecito montó, por lo que no duda en incursionarse por todo el lugar, tal como si fuera su misión de vida.
Al cruzarse con la exposición de "Choi Soobin", se le creó un nudo en su garganta y juró que frente a él tenía lo que sólo puede catalogar como las piezas de arte más preciosas del jodido planeta, después de su propio artista, por supuesto. Yeonjun estuvo un buen rato estático, examinando cada detalle de los tres lienzos expuestos, sobre todo el más grande, una presión en su pecho siendo un contraste contradictorio que iba entre una bonita familiaridad y una terrible desolación; el motivo, es que en la pintura estaba plasmado su precioso escondite secreto, con un título en la placa que era demasiado para él.
"Neverland, my love"
Quiso largarse a llorar ahí mismo sin importarle mínimamente el resto, se contuvo unicamente porque estaba demasiado ocupado en recorrer con sus dedos temblorosos cada trazo que su talentoso mocoso había realizado en el lienzo, había mejorado bastante su técnica desde su ausencia, es seguro. De todos aquellos años siendo un observador y amante del arte, nunca consiguió una obra tan majestuosa que le erizara y robara el aliento, sólo Soobin lo conseguía, y no exclusivamente porque le adoraba con todo su ser, sino porque el ojos miel transmite esas emociones en cada gota de pintura que extiende sobre los lienzos, y en cada trazo de carbón que proporciona en las insípidas hojas de papel a las que le otorgaba vida luego de usarlas.
Está convencido que no puede ser la única persona que opina como él, y hasta siente envidia de no ser el único ser en apreciar semejante maravilla, como también se siente afortunado y feliz de que otros lo presencien; es un viaje de contradicciones, pero en serio era lo que experimentaba su alocado corazón. Sólo sale de su embelesamiento cuando a sus espaldas oye el llamado de su amigo:
–¿Yeonjun? ¿Qué haces aquí? Te estaba buscando por todo el complejo.
–Necesito que me hagas un favor, Jay – explica sin perder un instante, extrayendo de su chaqueta una billetera torpemente y contando todo el efectivo que cargaba en esta, era más que lo que costaban los lienzos y eso le indignaba enormemente, ¿Por qué tan poco valor para tal belleza? No trastabilla al darle todo al chico –. Compra estos cuadros por mí, ten.
–¿Los de este artista? ¿Por qué no lo haces tú? – pestañea desorientado, otorgando una rápida mirada a los cuadros señalados y recibiendo una cantidad de dinero que a simple vista se nota era mayor a la cifra estipulada por el artista. Es decir, le eran pinturas muy bonitas, aunque personalmente le gustaban más los de su querido Jungwon – Digo, no tengo problema en hacerte ese favor, pero es extraño.
Yeon negó y lo vio suplicante.
–Sólo hazlo, por favor. Has un cheque y dale todo al artista, quédate tú con mi efectivo, y si quieres algo extra...
–No, no, hombre. Está bien así, lo haré.
Jay no une las piezas del rompecabezas, nunca había visto a Yeonjun tan... ¿Inestable? Siempre controlaba sus emociones, proyectándose como un chico cool y relajado, ahora ante él luce afectado y hasta ansioso. No quiso indagar e importunarlo, se limitó a hacer el cheque y a rastrear al pintor con indicaciones de los encargados de las obras, dándole el pago al rubio de lindos hoyuelos, quien reacciona muy asombrado junto a Huening Kai.
Su amigo ni siquiera estuvo cerca a la hora del pago y entrega. Jay tampoco cuestionó aquello, no era posible que tuviese pena alguna siendo alguien tan socialmente abierto, tan suelto, ¿Entonces qué le pasaba con aquel artista?
Soobin posterior a haber escapado del Choi mayor, se encerró en uno de los cubículos del -gracias al cielo- solitario baño de hombres, estando ahí por un buen rato para que apaciguar su llanto, sigue temblando pero con mayor fuerza ahora que está solo y se deja ser. Su pecho dolía y sus ojos ardían irritados, la nariz le goteaba al soplársela y también se tornó enrojecida. Se sintió terrible por abandonar a Kai y actuar tan poco profesional en una galería de arte que le ofreció abrir sus puertas para sus cuadros, pero ¿Cómo podía siquiera haber previsto tal reaparición en su vida, precisamente esa noche?
Se lavó la cara y se mentalizó para salir, no era un adolescente, había transcurrido mucho como para flaquear ahí y ahora, tiene que afrontar la realidad y no rehuir de ella. Milagrosamente nadie luce molesto con él al reincorporarse, su acompañante pelirrojo sólo muestra genuina preocupación por su desaparición y la clara señal de que estuvo llorando.
Porque por más que se esfuerce Soobin en sonreír, Kai sabe que es en cierta parte una mentira, el actuar intranquilo del mayor era levemente notorio si se le presta atención. Y él siempre está muy pendiente de su hyuhg.
–Estoy bien, no es nada. Estos eventos me ponen emotivo porque jamás había asistido a uno.
Bin detesta mentirle a alguien tan amable como Hyuka, y más cuando éste finge creerle con una sonrisa animada al brindarle una caricia cariñosa en sus cabellos, acompañándolo al salón para presentarle a otros de sus camaradas, pero no quiere arruinar más la exposición.
Tanto Choi como Huening se llevaron una gran sorpresa ante la compra repentina de los tres lienzos que trajo consigo el más alto a la galería, una noticia que llegó tan pronto cuando llegaron al salón, fue un impredecible suceso que pasmó al artista. Aunque, por lo menos, aquel gesto subió sus ánimos un poco y le ayudó a sobrellevar la situación.
Sin embargo, para Kai no pasa desapercibido el tenue miedo de Soo al estar atento a sus alrededores para, posiblemente, no cruzarse con el mismo Jun que los mira entre intervalos de tiempo. De nuevo, el hawaiano era un buen observador; no dice nada porque no le incumbe, a pesar de la gran curiosidad que le envuelve el tema que tiene relación con su hyung de lindos hoyuelos y el cretino de ojos verdes.
Ujum, realmente Kai no tiene mucho agrado ni aprobación por Yeonjun desde que se conocen.
Mientras, más temprano fue Yeon quien recibió los cuadros en secreto, colocándolos con sumo cuidado en la cajuela de su auto y agradeciéndole al pelinegro que le ayudó, mismo que asiente sin inquirir nada más, algo que le agrada mucho del sujeto; Jay daba espacio y nunca presionaba para exigir información. Y es que no tiene ganas de ahondar en los motivos de su raro actuar.
Durante el resto del evento estuvo entre las sombras como todo un idiota acosador, espiando al dueño de sus suspiros, pues es un cobarde que no se atreve a acercarse, con miedo a espantarlo, porque es claro que Soobin mantenía distancia. No oculta que le descoloca la cercanía que tiene el rubio con Kamal, quien casi no se le separa en toda la noche, sonriendo y presentándolo con orgullo ante los demás artistas y amigos.
Ese debería de ser él, se siente como un estúpido.
A la hora de finalización todos se van dispersando entre despedidas, fotos para la prensa local y una que otra sonrisa amigable. Huening lleva a su hyung al estacionamiento, pero debido al frío del cercano invierno le indica que le espere para traer el auto hasta donde estaba.
Soo permanece abrazado a su abrigo, su aliento se cuela con una nubecita de humo, está acostumbrado a las bajas temperaturas porque en Takayama suele nevar la mayoría de las veces, más al ser un sitio montañoso, pero no le agrada mucho el frío excesivo, tampoco le gusta tanto la nieve como a muchos. Examina los copos blancos que caen al estirar su mano fuera del techo, piensa que la temperatura no es tan baja como en el pueblo, o tal vez es su percepción. Claro, nada le estremece hasta los huesos -ni siquiera aquel frío de invierno- como el llamado que evitó desde hace dos horas atrás:
–¡Soobin! – Yeonjun se aproxima a paso rápido, respirando ligeramente agitado al estar ya cerca del rubio que se giró en su dirección, cerrando su sonrosada boca y manteniéndose estoico en su puesto. Cara a cara sólo se las idea para sonreír nervioso – ¿Planeabas irte sin despedirte de mí?
–No sabía si querías verme de nuevo – da un encogimiento incómodo, mordiendo ansiosamente sus labios. Ahora tiene una bufanda y el abrigo cerrado, Yeonjun también portaba un gorro y su abrigo encima, a lo mejor estaba más consciente de detallar aquello para evitar lo demás.
–¿Por qué no querría?
"No sé, dime tú, hyung abandona novios"
–Creí que te habías marchado más temprano – improvisa para zafarse del tema y prevenir que sus emociones, esas que está reprimiendo desde hace mucho, se cuelen a la luz.
–Vi tus cuadros, pintaste nuestro bosque – responde en su lugar, tomando desprevenido al menor por el repentino cambio; usaron misma técnica persuasiva. Da un paso más cerca, su sonrisa ahora melancólica –. Está igual a como lo recuerdo, lo plasmaste preciosamente.
–¿Lo recuerdas? Hace mucho que no voy ahí, siendo franco – Soobin no pretende ser seco ni sonar resentido, pero se le escapó la aseveración, incapaz de frenarla; tampoco podrían culparle si estaba herido –. Seguí tu ejemplo, aunque yo nunca abandoné el pueblo.
"O te abandoné a ti, Junnie"
Yeonjun entrecruza su ceño disconforme con la contestación, era obvio que los reclamos y los parches de contención comenzarían a ceder entre ellos apenas se tomarán un minuto de reflexión. No obstante, él también estaba herido, amargado por haber tenido que cargar tanto peso, y su lengua actuaba en defensa antes que su filtro cuando se siente atacado:
–¿Entonces no se lo enseñaste a Kai cuando fue de visita a Takayama? Lucen muy cercanos entre ustedes.
–Eso no tiene relación aquí – también frunce su ceño, contrariado por el rumbo de la confusa conversación –. Me he enterado que ustedes dos no se llevan del todo bien, pero no sabía que fuera tan borde su trato. Le rechazaste el saludo y los dos se miran casi con hostilidad.
–No es hostilidad de mi parte, es desinterés. Estoy sorprendido de que tú seas amigo de un chico como él.
–¿Y cómo es un chico como Kai? – le reta con sus brazos cruzados, no entiende cómo demonios todo se dirige hacia aquel lado. Su temperamento está en subida ahora – Para empezar, ¿Qué chico eres tú? Porque no tenía idea de que te gustaran esta clase de sitios.
–Suelo ir a varias exposiciones de arte en la ciudad, no es tan extraño – se abstiene de agregar que lo empezó a hacer por él, porque fue un gusto adquirido, y que, más allá de sólo por amor al arte, es para sentirlo cerca suyo. Tampoco le dice ese "tú sabes que chico soy", porque a veces hasta él se cuestiona el quién era hoy en día; claro, que su mocoso lo diga, golpea distinto. Opta por ir seguro y continuar desviando todo con su escena de celos, la cual surgió sin refreno alguno de su razón –. Es sólo que ustedes son tan distintos, no lo comprendo.
La verdad, eran excusas, porque Kai y Soobin sí tenían cosas en común. Además, no es como que Yeonjun conozca de trato íntimo al pelirrojo.
–Tú y yo éramos distintos – masculla con un habla agridulce, como un animalito lastimado viendo a su agresor –, y fuimos amigos un largo tiempo sin inconvenientes.
–Pero eso era diferente, nosotros... – se calla abruptamente con una mueca que tensa su mandíbula y une más sus cejas. Debajo de ese dolor, hay rabia, desesperación, miedo e inseguridad, una mezcla peligrosa que le hace escupir la exigencia con una risa carente de goce: – ¿Vas a decirme que tienen otras intenciones?
–¿Qué? ¿De dónde sacaste esa conclusión? – deja caer sus brazos a un costado, enojado por la actitud tan cambiante que está adoptando el mayor. En sus oídos escucha el resonar de sus palpitaciones, estaba de verdad alterándose con aquello –. Con todo respeto, no es de tu incumbencia si estoy con Kai o con alguien más. En cambio, tú sí andas con varias chicas libremente sin que nadie te diga nada, ¿No?
Yeonjun no tenía idea de que la afirmación no fue con certeza alguna, pues Soobin sencillamente lanzó el comentario con una leve esperanza a que no fuera cierto y pudiese desmentirlo, de que todo fuese como un cuento donde la pelea se detuviese por uno de esos besos que soñaba volver a compartir con el mayor, que sobre ellos cayesen los copos de nieve entre risas dulces y que se abrazaran resolviendo todo el conflicto que los apartó; porque el menor estaba dispuesto a perdonar, a olvidar, a todo si era recuperar a su hyung...
Pero la realidad es más dolorosa a veces, demanda lastimarnos para abrir los ojos y crecer.
Porque Yeonjun no fue el único que cambió, sino que Soobin tuvo que hacerlo, y hasta ahora se daría cuenta el pelirosa de esos daños colaterales que dejó marcados en el chico.
–¿Quién te contó eso? – gruñe en medio de un bufido irritado – De seguro que fue ese idiota de Kamal.
No lo negó.
El alto tardó unos segundos en reponerse, todas las ilusiones se hicieron trizas frente a él, nuevamente la punzada que describe la ruptura de su corazón le hace entender lo que no quiso durante tantísimos meses:
Yeonjun había avanzado, lo dejó atrás hace mucho, mientras que él seguía guardando los anhelos de un pobre niño enamorado que no supera ni suelta a su primer amor.
Soo se armó de valor para inhalar y exhalar sin dejar caer lágrima alguna, escondiendo su malestar tras una máscara de frialdad.
–Kai no es ningún idiota, Yeonjun. Te agradezco que, al menos frente a mi, lo respetes.
El otro Choi se percató de la transformación en la mirada y aura del dongsaeng, se arrepiente entonces de su actuar inapropiado al entrar en razón. No tiene derecho alguno para hablarle así ni exigirle nada, fue quien rompió todo, no por gusto, pero lo hizo. Se supone que debe de disculparse y comprenderlo, y sólo estaba volviendo a lastimar a la única persona a la que le haría un altar eterno en su alma. ¿Qué carajos le pasaba?
–Soobin...
Pero ya fue suficiente, fueron casi cuatro años, y ya Soobin no se contuvo un segundo más. Hasta ahí llegaba su límite, la falta de tacto y esas conductas erráticas fueron la gota que derramó el vaso, ya debe moverse.
Fue muy tarde para Yeonjun retractarse.
–No, es que esto es absurdo. Primero, dices que es estabas más sorprendido que yo, porque imagino que es impactante que un chico de pueblo como yo consiga venir a tu impecable ciudad.
–Jamás dije...
–Segundo, insinúas cosas e insultas a alguien a quien aprecio, metiendo más la pata – interrumpe con tono tajante, firme a pesar de que no se siente nada estable por dentro – ¿Sabes cuánto pasé imaginándome este reencuentro? Era obvio que nada de lo que fantaseaba era real, pero esto es el límite.
–No es mi intención...
–Creo que cuando te fuiste dejaste en claro tus intenciones, así que adelante con tus cambios y la vida que buscabas, pero no pretendas quererte involucrar en la mía cuando ya perdiste todos los derechos – traga el nudo en su garganta que está haciendo a su voz temblar, conteniéndose de ser más suave con el que ahora luce tan arrepentido y abatido; no, el abandonado fue él, no el ojos verdes –. Si tú eres un desastre con tus relaciones y con esa aura de chico cool y descuidado, arréglalo, pero no cerca de mí. No somos más que... Que un par de desconocidos con recuerdos en común – era una patada aguda decir la verdad en alto, hasta flaqueó por un segundo, porque quiso llorar ahí mismo; no lo haría, no frente a él –. Te pido encarecidamente que te mantengas al margen de mi vida y de mis decisiones, de todo lo que gire entorno a mí. E-es lo mínimo que me debes después de todo, Choi Yeonjun.
Dios, Soobin era más fuerte de lo que creyó, porque no comprende cómo no estaba rompiéndose ahí mismo frente a quien siempre fue su debilidad.
Era caso perdido, incluso alguien como Yeonjun lo reconoce para sus adentros. Era patético que una torre de naipes no se cayese cuando la soplas y hay un temblor a su alrededor, por más esperanza que albergase en su ser.
¿Qué creía, que Soobin le besaría los pies como el niño que admiraba a su hyung años atrás, después de que él mismo fue quien le destrozó sin piedad? El rubio nunca respondió a las cartas que le mandó, por su actitud era muy probable que nunca las abriera siquiera, ¿Iba a hacerlo ahora? ¿No fue lo suficientemente claro el que Soobin dejase de enviarle recados o llamadas, que ignorase sus escritos? ¿No decía lo suficiente que esté con Kai de paseo en la ciudad que él le había prometido conocer? Ya otro cumplió su promesa por él, vaya.
Lo merecía por ser un egoísta, el muchacho no iba a correr a sus brazos ni frenaría su vida por él, no sería justo, y sabe que debe hacerse responsable por las decisiones que tomó, aunque nunca fue por voluntad propia.
Jamás quiso dejarlo, el destino le obligó.
¿Qué cambió en todo ese tiempo como para volver a intentar algo que antes iba a fallar? Sólo estaba albergando expectativas ilusas en lo mismo que fracasó antes. Entonces... ¿Qué caso tenía? Sí, su vida era un desastre, con toda certeza, pero no dañaría la de Soobin, no más de lo que ya lo ha hecho. Eran un par de desconocidos con muchos recuerdos especiales en común, sí... Pero es todo lo que quedó.
–No tiene caso explicarlo, pero sigues siendo importante para mí, ¿Ok? – fue todo lo que le salió decir con un tono más grave de lo usual, derrotado. Justo detrás del menor se detuvo el auto de Huening, y se contiene de maldecir ante ello, ya ni ganas tenía de molestarse con la vida por su constantes burlas y patadas. Sonríe con pesar, sus comisuras tiemblan en la acción, sin apartar sus ojos de aquellos de color miel que le regresan la mirada, vidriosos pero voraces – No... No dudes de eso, sólo... Nunca lo hagas, Soobin.
Soo está demasiado indignado y agobiado como para retractarse o siquiera analizar el trasfondo de esa petición, estaba muy lastimado como para ver más allá, porque fueron tantos años que pasó intentando comprender al mayor, que ya simplemente estaba agotado. Ya no quería buscar explicaciones o ser el chico bondadoso que le perdonaba por todo, no ahora.
Se dispuso a marcharse sin decir nada más, subiendo al vehículo por la puerta del copiloto, sin darle una despedida decente a su ex novio, ex mejor amigo, ex todo...
–¿Está todo en orden Soobin hyung? – chequea de vez en tanto a su amigo con preocupación, manteniendo su concentración en la carretera. El artista luce como si estuviese por largarse a llorar en cualquier segundo desde que entró en su auto, su instinto protector se enciende – ¿Pasó algo con Choi?
Bin aspira una boconada de aire con sus párpados cerrados y negando quedamente al recostarse en el respaldo del asiento, finalmente regresándole la mirada al pelirrojo con una sonrisa sincera, por primera vez en toda la noche.
–Todo está perfectamente, Kaissi.
O eso cree. Había demasiado que tratar, y quizás no fue esa la única oportunidad -ni la más indicada- que tendrían los dos Choi para hablar de su historia pasad.
*🌼*
Fue terriblemente difícil tener que, prácticamente, esconderse por dos días enteros del dongsaeng con grandes ojos, similares a los de un personaje de esos juegos de arcade que probó ahí en la ciudad, ¡Hasta peor, porque es Kang Taehyun el villano de la partida!
Puede que exagere un poquito, pero en verdad así lo sentía. Sin embargo, fue tarea fallida continuar sus evasivas al ser interceptado una mañana por el más bajito antes de irse a la universidad donde estaba realizando sus pasantías.
–Buenos días, Beomgyu hyung. Necesito que me des un minuto antes de irte, por favor.
Beom se tomó una respiración profunda y le miró con indiferencia.
–¿Qué quieres ahora, Taehyun?
El mencionado camina más cerca, mostrando con un gesticular de manos las maletas a un costado del recibidor, que por lo visto no habían sido captadas anteriormente por el chico.
–Darte una disculpa por mi comportamiento irracional, principalmente. No quiero estar molestándote en tu estadía, llegaste primero aquí, así que decidí irme a un hotel para hospedarme hasta mañana que sale mi vuelo a la capital.
–¿Un hotel? – queda en blanco de manera automática, su actitud insolente se aplaca porque le desagrada el que el castañito multifacético se vuelva a marchar lejos, por irónico que parezca al haber sido él mismo quien lo despreció desde su reencuentro. Trata de no denotar sus emociones reales, rascando su nuca en un intento de lucir despreocupado – Hey, no tienes que irte así, es el departamento de tu hermana. No es que me molesta tu presencia por un poco más, no es para tanto.
–Ambos sabemos que no es verdad, Beomgyu, y yo tengo toda la culpa de tu incomodidad ante mi reciente conducta, sin mencionar los hechos del pasado – sonríe con lamento, preparándose mentalmente para afrontar un tema tan delicado para ellos –. Me ha costado comprender esto, todavía no lo hago del todo, pero reconozco que estaba celoso de tu cercanía con ese chico Jung.
Gyu estaba muy desconcertado.
–¿Por qué lo estarías?
–Porque soy un imbécil.
–Dime algo que no sepa ya, Taehyun.
–Bueno, creo que me gustas, Beomgyu hyung.
Hay una gran pausa tras la sorprendente confesión, por poco se puede escuchar el latir de ambos corazones desbocados por distintas razones, que fueron causadas por el mismo suceso.
Beom tardó en encontrar su voz, ajeno a su propia existencia y preguntándose si seguía soñando y babeando su almohada.
–¿E-es una broma?
Tae exhala largo y tendido todo ese peso acarreado, admite que, posiblemente por los nervios, la situación le causa cierto humor.
–Puedes golpearme si gustas, siendo sincero, yo lo haría de ser tú.
–Es que no quiero golpearte, quiero ahorcarte – corrige con tartamudeos que viajan entre la rabia y el desasosiego–. T-tu ni siquiera estás seguro de lo que dices, es imposible, ¡T-tienes novia!
A Tae durante toda su existencia le resultó difícil proyectar sus sentimientos verbalmente, sobre todo con el par de orbes que le ponen ansioso desde incluso la primera vez que los vio; podía ser un genio en otros ámbitos, menos en las emociones y relaciones humanas. Recuerda que fue Beomgyu quien cambió mucho su perspectiva, hasta siendo el introvertido entre los dos era quien más transparente se comportaba, tan suelto y fresco que fue capaz de enseñarle a mostrar afecto sin pensarlo demasiado.
Porque Taehyun sobrepiensa mucho y divaga en su mente hasta perderse, en oportunidades. De hecho, había estado cavilando tanto aquello, inclusive antes de reencontrarse con el castaño, y ahora los acontecimientos recientes le aclararon un poco más las ideas.
–Terminé con ella pocos meses después de que hablaste conmigo por teléfono – inicia con cierta ternura por las palabras de su hyung, tan considerado como para recordar al resto –. Yo sé lo que dije en esa llamada, pero también recuerdo que te mencioné lo jóvenes que éramos, no entendemos del todo las relaciones ni los sentimientos... Aunque tú siempre has sido más inteligente que yo en ello – confiesa con una risita lastimera que poco a poco se apaga en un suspiro –. No intento confundirte, lo pensé más de lo que imaginas. Esto no es un impulso por mis celos o algo por el estilo, sé que hace mucho no nos tratábamos siquiera, pero lo que estoy sintiendo ahora mismo, aquí frente a ti, es real, hyung.
–T-tú no... – todas sus barreras se derrumban estrepitosamente al tener a tan escasos centímetros al menor, su vista se empaña y su respiración se desestabiliza; siente que es una gelatina a punto de desvanecerse por lo que nunca imaginó tener a su alcance. Sus manos se posan patéticamente en el pecho ejercitado del que le atrae por la cintura con docilidad, lentamente, como tentando hasta cuánto le permite tocar; no es que tenga fuerza para empujarlo o resistirse ahora mismo. Empuña entre sus dedos la tela del suéter rojizo con una súplica baja: – No hagas esto, Tae.
–No te voy a besar sin tu consentimiento – le tranquiliza, relamiendo sus propios labios en reflejo, sus temores a lo desconocido no son mayores a sus ganas en aquel instante, sólo que se contiene por respeto al castaño. No hay indicio para que terminen de explorar la situación, segundos transcurren y sus esperanzas se van cayendo de a poco por lo aturdido que luce el nervioso mayor. Se aparta con dificultad y la derrota proyectada en sus orbes, no pretende incomodarlo –. Entiendo, yo... Perdón, Gyussi.
Beom no está siendo muy lógico o racional con sus contradictorios pensamientos, porque se supone que no debe decepcionarse de haber sido liberado por el más bajito, no debía de querer llorar como un bebé por el beso que recibió en su mejilla a cambio, tan cuidadoso y afectuoso que le hormiguea en la piel.
Tampoco tuvo que sentirse devastado al oír la puerta o las ruedas de la maleta alejarse, ni mucho menos era la idea el que esté corriendo un minuto después como un loco por el pasillo del edificio, entrando al elevador que estuvo a punto de cerrarse -bloqueando la imagen del chico que sostiene su equipaje con expresión abatida-, gritando su nombre para captar su atención.
Pero todo eso, lo hizo. El amor nos hace cosas extrañas, y una de esas, es aferrarnos a arriesgarnos por una probada.
–¡Maldición, espera! – Gyu ni siquiera tomó casi aire a la hora de estampar sus labios con los contrarios en un anhelado beso que por poco los hace caerse por el impacto. Los brazos más fuertes le sostienen, sus pies casi no pegan del suelo, no se fijó en haber saltado técnicamente, ni siquiera prestó atención cuando el pitido que cerró las puertas provocó un eco, porque de haberlo hecho, como no se aseguró de si había alguien más en el espacio, estaría como un tómate; él odia los tomates. Apenas puede lidiar con el cosquilleo y la explosión en su cuerpo, con el tacto cálido de los pares que le responden en un principio con cierta timidez, antes de volverse receptivamente fogosos, controlando el beso.
Taehyun besaba como imaginó, y hasta mucho mejor, sintió celos de las chicas que probaron semejantes labios en el pasado. Un beso podía parecer igual con cualquier persona, es una misma unión, pero las sensaciones y sentimientos eran distintas; corrobora que es cierto que besar a quien deseas es más que genial. Es decir, le roba el aire exquisitamente, su sabor único a menta y esos brazos firmes contra él, su lengua explorando en sitios exactos, era todo un maestro, le daba vergüenza sentirse a explotar en goce por un simple beso.
Al apartarse de a poco, los dos están agitados, sin abrir sus ojos ni soltarse.
–Beom...
El llamado, con el aliento cálido de Tae sobre sus labios y su nariz rozando la suya, le hace tener un escalofrío que lo regresa a la realidad. Fue más de lo que alguna vez fantaseó posible. Se apartó otro poquito más -lo que los brazos del dongsaeng le permiten- para recobrarse y encontrar su mirada, los dos siguen agitados y jadeantes, con sus labios rojos y brillosos.
Probó la manzana, se supone que ya no tendría que tentarse más luego de saciar sus ansias...Pero ahora quería más.
Se sonroja ahora más por caer en cuenta de su acto, había hasta despeinado un poco al castaño y arrugado el cuello de su camisa, pero ya que no hay vuelta atrás, mantiene su dignidad en alto apartándose unos centímetros.
–Tenía que hacerlo al menos una vez.
–No tiene que ser la última vez.
Por inercia, Tae acomodó los -también- mechones desordenados en el otro, tenía urgencia de tocarlo. Fue un gesto rápido pero que le otorgó un poco de alivio.
–Taehyun...
Aquel beso le había dejado a Kang temblando por dentro, con un fuego casi adictivo que viaja por sus venas con sensación de euforia, nunca creyó que se experimentaría como tal, nunca le sucedió con alguien más, ni con su primera novia donde todo fue "intenso"; todo era más carnal y por atracción, esto era distinto, Beomgyu es algo más. Se siente un idiota por haberse abstenido de los lindos pares del chico que tiene en su agarre, es ridículo haber pensado que conocía lo que era conectar con alguien cuando esto sí lo era. Tae no lo quiere soltar sin intentar y explorar aquello que hasta ahora despierta en él. Si desde un inicio se experimenta tan genial como para hacerlo replantearse todas sus decisiones pasadas -y para casi mandar al demonio su autocontrol, que siempre estuvo bien medido por él-, no imagina lo que sería luego.
Mejor tarde que nunca.
–Dame una oportunidad para descubrirnos de nuevo, de conocernos y saber qué podría ser. No soy el mismo Taehyun, no estoy cerrado a nada. Sólo no quiero acabar todo contigo otra vez, hyung – alega más convencido que antes, es consciente de que debe borrar las inseguridades que él mismo le sembró, incluso para sí mismo es desconcertante su renovada postura ante el tema, pero está más confiado ahora a aventurarse en ese misterio que sin duda es valeroso. Piensa que lo más sensato es darle confianza a Gyu siendo honesto con él, algo que bien sabe apreciaba más que nada: Transparencia –. Puedes llamarme, comunicarte conmigo como gustes. Sé que ahora no vivimos en un mismo sitio, pero si haces eso, lo tomaré como tu aprobación... Y si decides ignorarme, no te voy a presionar en lo absoluto. Te doy mi palabra de que lo aceptaré.
Beomgyu vacila, una parte suya quiere aferrarse, comerle la boca sin vergüenza alguna y aceptar sin miramientos extras y tediosos, pero la sensatez le susurra que le haga caso a la razón y a su cerebro, porque ya salió lastimado antes, y no es seguro que Kang no cambie de opinión luego.
Quizás sólo debe probar hasta cuánto está dispuesto a dar.
–¿Lo prometes?
Taehyun a duras penas se aparta unos pasos de su cuerpo y se recompone, de reojo capta que los números del ascensor están por llegar a su fin.
–Trataré. Sólo te soltaría si tú no quieres que tome tu mano – afirma con una sonrisa de labios sellados –, pero quiero intentar luchar por ti hasta donde me lo permitas.
Choi quedó sin palabras mientras las puertas se abrían con un pitido, retrocedió sin más y prácticamente se fue como un tonto por las escaleras para subir de nuevo. Taehyun no pudo contener una risita boba, porque sí que había echado de menos las actitudes aleatorias de su átomo de helio.
*🌼*
–Te extrañé demasiado – Soobin no se contuvo de aplastar en un abrazo a su mejor amigo apenas se reunieron en la estación de buses del pueblo, siendo recibido con misma efusividad; de hecho, Beom es quien más lo aprieta, pero él es más grande y, por lo tanto, sus brazos igual, sostener a su amigo y cubrirlo no es difícil. Eran las cuatro de la tarde y estaban en un sitio público, milagrosamente nadie les prestaba atención y no tuvieron que contenerse de prolongar la acción que tan cómoda era, como volver a casa y que tu mascota te reciba tan alegre -sin sonar ofensivo, Gyu no es su mascota, pero es la misma sensación cálida-. Sin embargo, no dura mucho el analgésico, su ansiedad está al borde cuando se distancia del otro –. No creerás lo que pasó, Beomie.
–Ni tú creerás lo que me pasó a mí, hyung – ríe sin ganas, igualando el estado de su mayor –. Te apuesto a que lo que te diré es más impactante.
Coinciden en ir a la casa del dongsaeng para tener mejor privacidad, sus padres estaban trabajando y le prometieron llegar más temprano a recibirlo, pero no eran tan cercanos, menos desde que salió cierto tema a la luz. Gyu no quería ocultar lo que era, sus padres estaban al tanto se su orientación, pero lo hicieron jurar que el "secreto" no saldría de casa, por lo que nadie en Takayama lo sabía.
Ellos aparentan ignorancia, como si no existiera tal cosa, esperando que algún día "recapacite", pero Beomgyu se conforma con eso, piensa que pudo ser peor. Al menos no lo echaron ni maltrataron, aún así, duele un poco su distanciamiento, como si fuera un enfermo mental que se niega a recibir tratamiento.
No esperaron a cerrar la puerta de la habitación de Beom para expulsarlo todo atropelladamente:
–En Tokio me crucé con Yeonjun durante la exposición de arte que hubo en la galería.
–En Osaka encontré a Taehyun porque la habitación que alquilé era de su hermana.
Nuevamente, a la par abren sus ojos al máximo de su capacidad.
–¡¿Qué?!
Sería una escena divertida para cualquier espectador externo al problema, menos para ellos.
Sin dar muchas vueltas al asunto, los dos toman su turno para relatar lo que aconteció en la estadía de cada uno, eso que se ocultaron hasta la fecha; no es que fuese adecuado hablarlo por medio de una llamada telefónica, tuvieron que esperar a que sus viajes acabaran, y los dos concuerdan en que fue lo correcto. El primero en llegar por supuesto que fue Soobin, a la media semana lo hizo Beomgyu, y el mayor lo estuvo esperando ansioso para contarle todo lo que ahora le dice.
Están incrédulos por la sincronía que tuvieron esos dos primos para reaparecer justo al mismo tiempo y volver a desorganizar sus vidas.
–¿Y qué vas a hacer ahora?
–Nada, no pienso hacer nada. Ya sufrí una vez, ¿Quién dice que no se repetirá?
No sonó tan convencido como pretendía, y su mejor amigo lo atrapó.
–Pero no fue lo que te dijo, Gyu.
–Él está confundido, Soobin. No sé, quizás le hice mucha falta, como dijo su hermana, y por eso piensa que la única manera de tenerme de vuelta en su vida es forzarse a verme de otra manera – escapa una boconada desolada luego de su titubeante discurso, viendo las manchas del techo mientras juega con los dedos más largos de su amigo, ambos se mantienen acostados en su cama –. Estuve dándole vueltas desde que nos, bueno, n-nos besamos...
–¿Y qué sentiste? – cuestiona con voz apacible, aunque ya conoce la respuesta.
–Lo suficiente como para saber que no lo soportaría de nuevo, todo lo que sucedió al separarnos, el que se fuerce a ser quien no es y se dé cuenta de que no siente nada por mí... Perderlo – sonrió sin ganas, en un día todo se jodió de nuevo para él –. Creí que lo había superado, pero no es cierto, hyung. Así que prefiero alejarme antes de retroceder más de lo que ya lo hice.
Bin da una mueca en desacuerdo, mas no hace más que asentir, volteando su rostro para ver al contrario.
–Si es tu decisión, lo comprendo, aunque no la comparto del todo. No subestimes lo que él siente por ti, la gente cambia, Beom.
Sí que lo hacen, Soobin lo sabe.
Gyu lo observa muy brevemente antes de desviar el asunto con otro interés en mente:
–¿Y tú qué harás con Yeonjun hyung?
Fue una buena pregunta de parte del astuto castañito. Después de su encuentro con el chico pelirosa, Soobin lo estuvo pensando, no mucho, porque prefería sepultar el tema para no quedarse atrapado -de nuevo- en él, y con ello llegó a un acuerdo consigo mismo.
–Me di cuenta de todos los años que pasaron, Beom, y hasta ahora que lo tuve frente a mí es que caí en cuenta de que no lo he superado mínimamente en tantísimos meses – suspira al cubrir su rostro con el antebrazo, enderezándose en su sitio. Le costaba reconocer las cosas, pero se motiva con pensar que era lo mejor para él el no seguirse agobiando tras todo lo acontecido, dejarlo ir –. Pero hablarle como lo hice, enfrentarlo de esa forma, se sintió jodidamente bien. No pienso volverme a enredar en sus juegos o lo que sea que le suceda, me echó de su vida y no confió en mí para ayudarle, así que eso es bastante claro para mí. Yeonjun cambió porque así lo quiso, y yo debo también hacerlo antes de seguir estancado en un pozo sin salida, Beomie.
–Pero me sigue pareciendo raro. Tal vez debiste presionarlo a contarte lo que le pasó, hyung.
–No, nada de eso – vuelve a descubrir su cara para observar a su menor con ojos humedecidos, a diferencia de que, en esta oportunidad, no es por pura tristeza. Su voz ya estaba algo inestable cuando retoma: –. Yo fui una parte de su vida, él fue parte de la mía, pero fue mucho tiempo, y ya acabó.
Beomgyu se arrima con un puchero y se vuelve una bolita, aprisionando con brazos y pierna a su hyung, oculto en la curvatura entre su hombro y cuello. Tampoco está al cien por ciento de acuerdo con su elección, pero la respeta, tal como él lo hace con la suya.
Eran unos jóvenes asustados de salir nuevamente heridos por aquella palabra llamada "amor", misma que los hizo soñar de día y llorar de noche.
–¿Crees que podamos lograrlo? Dejarlos ir, superarlos...
Soobin acaricia el brazo contrario, refugiado en el abrazo reconfortantes que aliviana la carga en su pecho y retiene sus lágrimas, cerrando otra vez los ojos con una exhalación tendida.
–Creo que lo haremos esta vez, juntos, tú y yo.
Al menos ese juntos no sería como el que tuvo con Yeonjun...
*🌼*
Lo siguiente en la rutina del rubio fue un cambio radical, desde cierto punto al menos.
Soobin dejó el trabajo en la bodega por cuestiones de tiempo con sus clases, sin embargo, suele hacerle favores al jefe del local porque así se ocupa la cabeza al tener espacios libres; era casi una obsesión que adquirió el estar haciendo actividades tras otra, como su padre. También se concentró en ejercitarse, le tomó algo de gusto -incluso cuando siempre se consideró flojo en actividades físicas-, pero más que todo lo hace como un método de prevención para defenderse si así lo requiere; la golpiza de aquella noche aún resuena con eco en su cabeza, por más que fue un hecho de años atrás. No quiere sentirse tan inútil, débil e impotente otra vez.
Tampoco es que su rutina de ejercicios fuese estricta o agotadora, ni siquiera tenía una meta para lucir como todo un fortachón que intimida hasta a los presidiarios, sólo corría cada mañana muy temprano, comía más balanceado, hacía sus estiramientos, dormía a sus horas luego de acabar las tareas, jugaba baloncesto, y desde luego que las pocas labores de fuerza en la posada -que ya casi no visita- le auxilian a mantener una musculatura modesta, así como le ayudan los encargos que sí toma en la bodega ocasionalmente.
Es probable que el hecho de que sonriera sin que fuera una obligación, o sin poner demasiado esfuerzo, era una de las mayores pruebas de que se siente más renovado y en paz. Se convenció de que la historia de su primer amor era una etapa pasada que debía superar, una página de su libro y no toda la trama de este.
Y lo hizo, lo superó, porque ya no soñaba tanto con Yeonjun ni sus pensamientos giraban en torno a él, dejó de fantasear con un reencuentro ideal o cartas mágicas aterrizando en su buzón, ya no espera a que los teléfonos suenen o que los autos afuera de la posada fuesen él buscándolo. Aunque, en el fondo de su alma, una parte que se esmeró en enterrar, seguía aferrado a sus sentimientos, a sus memorias y a la idea de verse otra vez algún día, así sea como amigos y no como extraños con muchos recuerdos en común.
Los dibujos cambiaron en su libreta, empezó a pulir su talento al motivarse por la atención que recibió en la ciudad; y es que, poco después de aquella exposición en la galería, justo el mismo chico que le compró los cuadros comenzó a realizarle pedidos. Dudó de tomarlos, pero se animó a hacerlo a la final, así que por paquetería le enviaba los lienzos, recibiendo un pago por cada uno, a veces hasta le daba un poquito más del valor que él les ponía. Se lo agradece enormemente, porque le ayudó a ahorrar para su nueva meta a futuro: Tokio.
Porque quedó tan encantado con la capital, que se prometió volver a pisarla, retomando ese sueño de infancia. Claro que ahora no tenía ese empeño de querer ir junto a cierto hyung, sino que, como todo lo que hace ahora, es por él y para él mismo.
Otra cuestión notoria, es que se atrevió a regresar al bosque que tanto amaba y extrañó. Fue una sorpresa que no se largó en llanto como imaginó, al contrario, rió como si se reencontrara con un viejo amigo muy querido. Pasaba mucho tiempo a solas ahí, ya sea leyendo, pintando, mejorando su técnica de dibujo o estudiando.
Mantuvo su amistad con Kai a distancia, alegre de coincidir con el muchacho que tanto le hace reír. Se llevaban de maravilla y a veces hasta Gyu se ponía un poquito celoso de su cercanía.
Ya no estaba tan triste, fue el encuentro con Yeonjun en la ciudad lo que le impulsó a no estancarse, a no autocompadecerse y esperar en vano, y lo corrobora una tarde que Arin estaba comentándole acerca de un libro que estaba leyendo recientemente.
–Se puede seguir viviendo después de un desamor o una perdida, es un instinto humano, porque el tiempo no se detiene por nada ni nadie, las vidas tampoco tienen que hacerlo. Por supuesto que existen diversos casos de desamor, algunos se rinden ante la perdida, otros no aguantan y se dejan consumir hasta morir, pero sea cual sea el caso, todo sigue su cauce en el mundo, con o sin alguien – ella sonríe con lamento –. Hay personas que se quedan en el corazón y no en nuestras vidas, Soobin-ah. El destino se toma su tiempo para ponernos en el sitio adecuado, justo en el instante más indicado.
En aquel entonces no entendió por completo a lo que su ex profesora se refería en esa última frase, o el porqué se lo dijo tan repentinamente, pero la hermosura de la vida no se la perdería al continuar sufriendo por alguien más.
Y para Yeonjun no fue tan distinto, porque ese encuentro también le sirvió de mucho. Sí, le arrebató lágrimas y las vanas expectativas de recuperar a su querido mocoso, pero éste le ayudó a orientarse y percatarse de que su vida era un caos rotundo que tenía que arreglar. Soobin le inspiró a recomponerse de su camino torcido, de intentar realmente superar el pasado y formar una mejor etapa a futuro, o eso es de lo que se ha convencido.
Ninguno de ellos realmente estaba listo. Creen mucho, pero no saben todo, no todavía.
Editado el 24/03/24.
13529 palabras.
¿Opiniones del reencuentro entre el Taegyu y el Yeonbin?
¿Parte fav del cap?
De Yeonjun sabremos más en el otro cap, como del cambio de Taehyun respecto a lo que ha descubierto de sí mismo 👀
¿Notaron que hay una leve mención de Jaywon? Amo a mi ship de Enhypen asjaks
Una de las canciones es MUY TaeGyu, la otra es MUY YeonBin (Adivinen):
https://youtu.be/w88ajEvSgts
https://youtu.be/zp4zKw7P9as
Pdt 1: Mey, estoy orgullosa de ti, bienvenida a casa con Healing uwu
Pdt 2: Sakura de Le Sserafim es la hermana de Tae porque son CLONES:
Pdt 3: STREAM DO IT LIKE THAT Y SWEET.
Si ven cualquier error, me avisan ^^
¡Voten y comenten! 💚🌼
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