~Extra III: Reality & Lullaby~
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Japón, 1990.
–Y-Yeonjun...Ah, hyung...
La habitación estaba cargada de calor, los sonidos lascivos y fuertes siendo un claro indicativo de lo que era una rutina mañanera muy movida. Las sábanas alborotadas y las cuatro paredes eran testigos de la unión donde ambas pelvis saltan para encontrarse desde su posición, articulaciones apretando al cuerpo contrario, alientos combinados, gemidos y jadeos en coro, contrastando entre lo diferente de sus tonos varoniles. Tenían rato de ese modo, bastante rato.
El de mayor estatura se aferra al cuerpo ajeno, cerrando sus ojos por unos segundos, nublado ante las sensaciones fogosas y electrizantes dentro de él, esas que le recorren desde la cabeza hasta la punta de sus pies en un gran éxtasis. Da brincos al impulsarse y mueve su pelvis a la par de la de su hyung, siente el calor en su vientre expandirse junto a un nudo ya conocido y que hace un tiempo estuvo privado de experimentar. Abre sus ojos para cruzarse con la preciosa y seductora imagen del pelinegro, conectan miradas directamente porque éste último no había despegado su vista de él -suele hacerlo, mantener el contacto para no perderse detalle, por más que a él le avergüence tal escrutinio- y se sonríen apenas para juntar sus labios en un beso desordenado, suspirando en la boca contraria. Su interior se aprieta y aquella reacción hace gruñir al mayor, las manos del mismo se aferran a su cintura y sus embestidas aumentan, llegando más hondo y provocando que él gima profundo y tendido; estaba muy cerca de la liberación.
–Falta poco... Oh, m-mierda... Soo...
–Voy a-a...
Un poco más del choque, besos y esas caricias, palabras descaradas y....
Con un gemido ronco que tiene el nombre del rubio, Yeonjun termina en una liberación que drena toda la necesidad y el estrés de esas semanas acumuladas, entre espasmos placenteros y el fuego recorriendo por todo su organismo, aquel calor concentrado en su vientre siendo expulsado en el otro, sin apartar los ojos del rostro que demuestra mismo deleite que el suyo, pues no quiere perderse cada expresión que él le ha generado al menor. Aquellos movimientos de su parte, productos del orgasmo, son los que hacen que, a los muy pocos segundos, su pareja termine también con un gemido estrangulado a su nombre, las uñas cortas del chico clavadas en la piel de su espalda y sus piernas temblando a cada costado suyo, su cuello expuesto hacia atrás y el sudor perlando cada poro de su nívea y tersa piel.
El peso del cuerpo más grande cae sobre él como lo hace la esencia de éste, lo sostiene entre sus brazos igual de agitado, ambos recomponiéndose con temblores y respiraciones erráticas, sin soltarse del abrazo que los une por completo en la cama, hasta el martilleo de sus corazones era palpable.
Yeonjun, con delicadeza y músculos un tanto agarrotados -extrañamente relajados a su vez-, recuesta al menor en el cómodo colchón, sus cuerpos agotados por la reciente actividad agradeciendo el gesto; estar sentados, el otro a horcajadas suyas, podía ser bastante cansino si consideran la actividad física realizada. Se encarga de repartir besos cortos en el pecho algo sudado del otro, así como en su cuello y labios mallugados por las continúas mordidas y succiones.
–¿Estás bien? – pregunta con tenue preocupación y dulzura, apartando los mechones húmedos en la frente del rubio. La imagen de su pareja después de tener relaciones era algo que no le dejaba de embelesar y estremecer en misma medida; era como un pecado de tentación a su alcance, lo enmarcaría de poder hacerlo.
Aunque, sin mentir, cualquier imagen del chico le dejaba enamorado y como todo un fanático; como cuando está despeinado, en camisas viejas y holgadas con estampados diversos, hasta manchado de pintura y estresado por su trabajo -dejando ver su ceño atractivamente fruncido y esos tics en sus expresiones que son sexys sin intención-, incluso estando sudado por una agotadora jornada de ejercicios o cargando con pantuflas y pañuelos desechables por culpa de algún resfriado del cual él tenía que cuidarlo. El caso es que siempre se las idea para lucir esplendido.
El más alto claro que se burlaba de Yeonjun y le decía que el amor lo ha cegado, pero él cree que no se trata sólo del amor que le tiene, estaba muy sano de la vista como para reconocer sin más miramientos que tiene al dongsaeng más deslumbrante de todos a su lado.
–Perfectamente bien – asiente con una sonrisa tanto cansada como realizada, recobrando el ritmo normal de sus latidos y respirar, sus extremidades todavía resentidas por lo que acaban de hacer recientemente. Acaricia la espalda amplia con lunarcitos dispersos que conoce por completo, como si hubiese estudiado cada constelación en aquella gloriosa piel blanquecina, y atrae por el cuello al azabache dueña de esta. Le fascina la consideración que siempre pone sobre él en todo momento –. Ven aquí mejor.
Yeonjun acepta más que gustoso la invitación y une sus labios nuevamente a los de Soobin, un beso lento y apasionado donde se toman el tiempo de saborear y sentir al otro sin la prisa de rato atrás, prolongando el momento y disfrutando cada instante del mismo, como tocar un pedacito del cielo.
Todavía no había salido del cuerpo del menor, era una costumbre que a veces mantienen luego de terminar, y los movimientos del otro mientras le aprieta ahí abajo, sumando los besos que viajaron a su cuello, hace que suelte una boconada de aire.
–Mmg, vas a matarme, Soobin.
El rubio se ríe contra la piel que acaba de marcar, otra vez, y da un beso más dulce sobre la misma, permitiendo que el mayor salga finalmente de él, con el cuidado de siempre.
–El que estuvo en el papel recesivo esta vez fui yo. Soy quien está más sensible, hyung.
–Igual dominaste un poco hoy, chico conejo – se burla un poco, ganándose un empujón del que ahora disimuladamente se cubre con el antebrazo para no demostrar su sonrojo. Sonríe estirando su brazo para sacar unas toallitas del cajón de la mesa de noche, con intención de limpiarlos a ambos. Besa el mentón del menor en lo que pasea por la piel de su actualmente un poco más marcado abdomen y vientre; a veces le dice que deje un poco el ejercicio para volver a su pancita suave, pero de igual forma disfruta tocarlo. Hay épocas en las que la rutina absorbe a Soo y regresa a recuperar la forma de antes; como sea, lo ama –. ¿Quieres que sea el recesivo a la próxima?
–Disfruto de cualquier manera si es contigo – susurra ya menos ruborizado, relajado por las atenciones de su mimoso esposo, gozaba de tener toda su adoración, sin importar cómo luce.
Y es que es verdad lo que dice, durante su relación no sólo experimentaron un mismo rol en la intimidad. Yeonjun había estado abajo en otras ocasiones porque quiso que Soobin tuviese todas las experiencias, que no se limitaran o cerrasen, le comunicó que su opinión era muy importante para él y que no lo veía como alguien sumiso con un único papel en su relación. Al principio Bin estuvo inseguro, hasta que aceptó.
El rubio fue cuidadoso en todo momento la primera vez, le preguntó mil veces si estaba seguro de aquello, y es que le halagaba y conmovía en misma medida el nivel de confianza que deposita el mayor en él. Fue bastante especial, y desde ahí, se turnaban sus roles según acordaban mutuamente.
La mayoría de las veces Yeonjun estaba al mando y era quien entraba en Soobin, puesto que los dos coinciden en que les gusta más de esa manera, pero de vez en cuando cambiaban las fichas del juego. Por ejemplo, el que domina no es precisamente quien es el activo, como sucedió esa mañana donde Soobin dirigió a Yeonjun entre saltos, entre los dos cooperaron, pero fue más trabajo del más alto el guiar la unión, aunque fuese el receptor al fin y al cabo.
Cuando gozan de l calma para experimentar, también hacen cosas locas como tener intimidad luego de una guerra de pinturas desatada por el trabajo de Soo en un lienzo, o como la vez en la que Yeon y él bailaban por una coreografía y terminaron en algo más allá. Han tenido encuentros sexuales de diversos tipos, pero en todos los casos eran más que felices y quedan satisfactoriamente complacidos en cada cosa que experimentan juntos.
–Sigo sin entender cómo soporté tantos años lejos de ti – da una caricia en sus cabellos, trazando un camino en descenso –, de tu cuerpo – pasea su mano por la piel expuesta del pecho y torso, erizando la misma, ahí donde estaban las marcas que le ha hecho esa mañana –, de tu sonrisa – ahora sube el tacto a su labios hinchados y enrojecidos cuan cerezas apetecibles. Relame los propios y aleja la mano para tomar más toallitas y proseguir lo que anteriormente era su labor, ahora yendo en su cuerpo – y de todo tú.
–Tampoco entiendo cómo toleré la espera – concede con sinceridad, sonriendo con labios sellados por la bonita imagen de Yeonjun despeinado, lleno de sus marcas, sudado y tan atento por él. Ya tocar el tema del pasado no dolía para ellos, seguía estando la melancolía en sus ojos, pero era algo mínimo que no opaca ni perturba su felicidad de ahora. Agarró la toallita de las manos contrarias y se irguió un poquito para terminar de ser quien limpie el cuerpo del azabache –. Pero ya estamos juntos, hyung, no te voy a soltar de nuevo.
–Ni yo a ti – concluye con seguridad, botando todo en el cubo de basura cuando el menor termina. Tiende su mano para incentivar al dongsaeng a salir de la cama –. Vamos a bañarnos, ven.
Soo estira sus brazos al sentarse, sonriendo angelical y con tono juguetón:
–Cárgame.
Yeon escapa una risa con una negativa de su cabeza, solían bromear con ser como esas parejas empalagosas -Tae y Gyu, por ejemplo-, pero honestamente sí tenía bastante malcriado a Soobin, y era algo mutuo. Hoy le toca consentirlo a él, tampoco se queja.
–Vamos, Binnie.
Soobin se regocija cuando su hyung le carga en la espalda y le permite aferrarse como un koala, en esa posición le costaba menos. Era más alto y pesado a comparación del mayor, aunque, recientemente, Yeonjun estaba ejercitándose más entre el baile y su rutina para mantenerse en forma, tenía una buena cantidad de músculos, pero nada exagerado o excesivamente notorio; claro que, para él, cualquier diminuto cambio que tenga el chico era inmediatamente captado y adorado.
No hay parte del otro que no amen y no conozcan. Gracioso que justo compartan aquellos pensamientos a la par, en el mismo momento.
En el baño sólo hizo falta que encendieran la regadera y meterse a esta, ya estaban desnudos por su anterior actividad. Al menor se le escapó un estremecimiento por el agua cuando la misma hizo contacto con su cuerpo, por más que Yeonjun adaptó la temperatura antes de entrar a la ducha, era una reacción que tenía al ser más vulnerable.
Jun sonrió ante la reacción y besó el hombro de su pareja, frotando sus brazos para que entrara más en calor, no quiso poner muy caliente la temperatura del agua porque les dañaría la piel.
Los dos se bañan en silencio, disfrutando del agua y el sonido de esta al estrellarse en la loza, era relajante. El más alto se gira para quedar cara a cara con su novio al éste apagar la regadera, buscando la barra de jabón. Antes de que la alcance, le toma delicadamente del rostro y lo acaricia con misma diligencia, más concentrado en el cortesito de la frente y el pómulo ya desinflamado donde, días antes, hubo un moretón.
–¿Te duele todavía?
Yeonjun besa la palma y muñeca de Soobin al tomarlas entre sus manos, no quiere que tenga plasmada esa cara de preocupación y culpa que ha estado desde que la semana anterior llegó a casa con aquellas pequeñas lesiones.
–No, ya no.
Aunque quisiera contar con algún superpoder que fuese capaz de borrar cualquier daño en el mayor, debe resignarse a asentir con un mohín involuntario, besando cuidadosamente las zonas que hace un minuto atrás acarició. Su hyung había llegado al anexo luego de su típica jornada laboral, hace una semana atrás, la diferencia fue que ocurrió algo que muy pocas veces han tenido la mala suerte de experimentar: Un sujeto le golpeó porque descubrió que estaba en una relación gay.
Era un cliente de la panadería que recientemente estaban frecuentando por la zona. Intercambiaron palabras muy pocas veces, y el tipo les cayó bien, no como para entablar una amistad profunda, pero sí como un amigo casual que solía hablar de a ratos con ellos al cruzarse. Sin embargo, el hombre se les había alejado una temporada sin explicación aparente, viéndolos con repudio, sin motivo explicado, y no fue hasta esa noche que Yeonjun llegó cabreado, con un pómulo hinchado y un pequeño corte en la frente que entendieron la causa.
El idiota estaba borracho y rondaba las calles cercanas a la panadería, Yeon había ido a comprar unos dulces para Soobin y él, cuando fue interceptado por el temperamental homófobo. Porque, sí, al parecer descubrió que eran pareja, quizás porque los vio con algún gesto amoroso, Yeonjun se reservó los detalles que le escupió el sujeto al atacarle.
Afortunadamente no pasó de dos golpes e insultos, el pelinegro llamó a la policía y no se dejó amedrentar, también le dio un buen puñetazo en la nariz antes de que se lo llevasen las autoridades; tuvo que omitir e ignorar las acusaciones del tipo ante los oficiales, porque por más que en el país actual en donde están no es ilegal su orientación, no todos apoyaban, incluso aunque vaya en contra de sus principios como defensores civiles. Soobin desde luego que estaba muy alterado y furioso, estuvo a nada de ir detrás del imbécil para partirle la cara, pero el pelinegro le convenció de que no valía la pena; ya han tenido en otras ciudades percances con gente hostil, nada muy grave. Se supone que estaban acostumbrados porque era el día a día de ser una pareja homosexual, no todos les iba a a aceptar, estén dónde estén, sólo que a veces lo olvidaban.
Habían casos peores, recuerdan siempre lo mortificados que estuvieron el año pasado cuando Yoongi les llamó llorando porque Seokjin fue apuñalado en un costado, todo a manos de un homófobo que llevaba tiempo amenazándolo para que terminaste su relación "pecaminosa" con su pareja.
Afortunadamente no fue de vida o muerte y se quedó como un mal susto, Jin se recuperó rápido y la herida no había comprometido ningún órgano importante, no hubo roce siquiera. Yoon por supuesto que tomó previsiones y, de paso, se mudó a otro estado con él. Tristemente no pudieron hacer una demanda porque, con el nivel de intolerancia de Asia, seguramente el tipo de algún modo saldría ganando, más al ser hijo de un político.
A Soobin le tocaban malas miradas o empujones si alguien sospechaba lo suyo con Yeonjun, se sabe defender, tal como su novio se defiende a sí mismo, pero no pueden evitar ese impulso de querer proteger al otro, de atacar a cualquiera que atente en su contra; es entre los dos que logran apaciguarse, se recuerdan mutuamente que estaban bien, que el mundo no podría romperles, ya no. Eran precavidos, no es que tienten a la suerte o sean unas palomitas amorosas en público, pero quien sabe leer entre miradas y gestos...
Por eso, momentos como aquel baño compartido en la calidez resguardante de su anexo eran los que ellos atesoran, en la calma del tacto contrario, en la libertad de ser.
Yeonjun despertó bastante mimoso y complaciente ese día, por algo tuvieron relaciones como un "Buenos días". Así como era la razón por la que ahora, dejando morir el pasado amargo de las lesiones físicas, enjabona diligente el cuerpo de su menor, y éste se deja risueño, enternecido por cómo el mayor le pregunta constantemente si no le duele la cadera o algo más, pasando sus dedos apenado por las zonas que marcó en su piel con su boca y manos.
–Cariño, ya estoy bien – repite con serenidad, haciendo que el más bajo quede frente a él nuevamente. Estaba sonrojado, no sólo por la temperatura del agua, sino porque Yeonjun había estado pasando la barra de jabón por sus piernas, trasero y, por poco, sobre una zona más. Relame sus labios y atrae por el cuello al contrario, como hizo en la cama, un temblorcito de anticipación le embarga levemente – Acércate para sentirte, hyung.
Un nuevo beso se da en el espacio con losas, el agua cayendo sin mucha fuerza hace eco golpeando en el suelo y contra sus cuerpos húmedos, opacando los sonidos lascivos de sus labios en aquel beso lento y profundo. Sus dedos y manos en el cuerpo opuesto, acariciando, apretando, deleitándose.
Al ojos verdes se le escapa un jadeo contra los labios del rubio, pues este último inició un vaivén entre sus cuerpos, lento y sutil, pero que rápidamente despierta el calor que viaja por su cuerpo. Todavía estaban sensibles después de su reciente encuentro en la habitación, era obvio por cómo reaccionaban los dos ante el mínimo estímulo.
–Soobin... – gime ronco y más profundo, una advertencia que carece de fuerza, ya que ni siquiera hace esfuerzo por apartarse del tacto ajeno. El menor besa su cuello y clavículas, regresa a su mentón y aspira su aroma con respiración pesada, enloqueciéndolo. Besa su lunar de lágrima y acaricia sus caderas, su pecho y abdomen, pero sube a sus hombros de nuevo y continúa el vaivén de sus partes íntimas ya despiertas, doliendo. Por un impulso, ágilmente lo presiona contra la pared, el más alto gime bajito y estrangulado por el cambio de dominio y posición. Ahora es él quien ataca su cuerpo con besos, hasta en la intimidad le parece adorable su mocoso, seductor o no, le era una ternura –. Dios, te amo, ¿Te lo he dicho?
Es mutuo, Soobin no halla explicación y le avergüenza el considerar que Yeonjun es tierno incluso al tener sexo. Estaban estúpidamente enamorados del otro.
–A diario – responde falto de aire, sonriendo ladino y gozando del contacto que le da ahora el otro, no le importa haberle cedido el mando, le encanta la devoción de Yeonjun al tratarlo; cuidadoso, pero nunca como si fuese una muñeca frágil, manteniendo esa dureza y pasión propia de él. Pueden hacerlo amoroso o fogoso, ahora mismo estaban en un intermedio que le hace ladear su cabeza y ver el descenso de besos por su torso y abdomen, sus manos sobre la cabellera negra, otorgando caricias entre las hebras enredadas en sus dedos –, pero tienes permiso decirlo cuántas veces...Mmg, h-hyung.
Yeon escapa un risita por su travesura, sabe cuán sensible es la zona V de su esposo, sobre todo cuando inicia una bajada hasta sus aún más sensibles muslos y su semidespierto miembro. Le hubiese gustado quedarse ahí y terminar con lo que apenas inician, pero la mirada dilatada y suplicante -y a pesar de todo, deseosa- del rubio, le hacen apartarse y erguirse del suelo.
–Lo siento, ya paro.
No mentirá, se muere por continuar y hasta ser el activo esta vez, cargar a Yeonjun por sus hermosas piernas y unirse como antes, pero Soobin es responsable. Ya están retrasados y hay cosas importantes que hacer. Su dolor ahí abajo y sus ganas tendrán que esperar.
–Salgamos antes de que terminemos teniendo sexo de nuevo.
–Tienes permiso de tener sexo conmigo cuántas veces quieras, bebé.
Bin entorna sus ojos en medio de un sonrojo apenado por el continúo descaro del azabache y pone el agua más fría, estaba algo entumecido ahí abajo, pero puede soportarlo.
–Bobo.
Yeonjun da un puchero y asiente en acuerdo, recibiendo un beso en la mejilla de parte del más alto y dando un brinco por el agua más fría, siendo enjabonado muy brevemente -y entre besos más castos- por su pareja. Salen de la ducha y se secan con prisa para ir a vestirse, no sin antes darle una nalgada suave a su mocoso, siempre le remarca la obsesión que tiene con ese trasero de bebé, el otro se queja o ríe cada que lo dice, pero estaba más que adaptado a sus actitudes.
Soobin se cubrió el cuello y cualquier parte suya que denotase las marcas que provocó su hyung, ruborizado al verse en el espejo y hallarlas. Realmente se descontrolan mucho estando juntos, porque hasta el mismo Yeonjun tenía un suéter que cubre sus propias marcas, causadas obviamente por su culpa. El desvergonzado azabache le solía decir que no le daba pena, eran "matices de amor"; no de un dominio tóxico, les gustaba marcarse, pero nunca por posesión o celos, sino porque se demostraban lo que sus cuerpos exigían en pleno acto cargado de sentimientos y sensaciones.
No es que Soo tampoco tenga problemas con los chupetones y zonas enrojecidas, su piel era menos sensible que la de Yeon, pero siempre recibía varias marcas, en oportunidades hasta las porta orgulloso para el mayor, los días en los que la seguridad le gana y se pasea por el espacio compartido con una camisa holgada y con botones suelto -agregando las mangas recogidas-, provocando, complaciendo y seduciendo a su esposo. Otras veces sonríe al mirarlas en el espejo o le reclama apenado al contrario por ser tan desconsiderado y hacerlo cubrirse con maquillaje o con capaz extras de tela, porque tenía trabajo y no podía demostrar sus actividades personales el público.
No intiman mucho en días laborales tampoco, pero en ciertas circunstancias les gana la pasión.
Actualmente parecían de luna de miel, fueron dos meses de arduo trabajo y viajes en américa por las exposiciones de Soobin y los reportajes de Yeonjun, o sus presentaciones de baile. Increíblemente hasta ahora tenían unas pequeñas vacaciones. Durante todas esas semanas estaban apenas y viéndose o besándose siquiera, así que ahora aprovechaban.
Su relación por supuesto que no sólo se basa en momentos sexuales, eso era un aditivo más. Tenían aquella misma amistad tan especial de siempre, esa complicidad y compatibilidad que les enganchó desde el inicio. Las citas y charlas, mas también se otorgan su necesario espacio, salen con compañeros u amigos del trabajo, hacen sus actividades laborales o personales, y vuelven a los brazos del otro después.
Solían ir al cine, al parque, de compras, a museos, planetarios y mucho más, siempre innovan y tienen nuevas experiencias -así como lo hacen en la intimidad, emplea en todo-, eran más que plenos con todo lo que han hecho. Era hermoso llegar del trabajo y contar con el otro para brindarse consuelo, incluso en los días más pesados donde llegaban a dormir o compartir un té antes de hacerlo, sin intercambiar palabras ni nada más, pues era suficiente abrazarse y babear la almohada juntos.
Si les pregunta si se cansan del otro, de la monotonía del día a día, negarían a la par y con certeza ciega. De hecho, varios solían decirles lo mismo que han oído desde que se conocían: Que estaban juntos hasta que se aburrieran del otro, que era una etapa confusa de su vida, que hay más personas -sobre todo enfatizan el calificativo "mujeres"- en el mundo y que era cuestión de tiempo.
Los ignoraban y omitían los comentarios como si nada, sólo ellos deben entender, sentir y saber lo suyo. Para ninguno era momentáneo, porque Yeonjun sabe a ciencia cierta que no amará a nadie como a Soobin, y Soobin sabe con plena seguridad que no habrá nadie a quien ame como a Yeonjun. Por algo están sacando ventajas de ser todo lo pegajosos que sea posible con el otro, disfrutarían sus vacaciones.
Saliendo del edificio, luego de su delicioso desayuno -cortesía esta vez de Yeon-, saludan al portero con una inclinación cordial que es correspondida con educación, y van hasta el parking para ubicar su auto alquilado.
–¿Quieres manejar tú?
–Yo lo hago – ofrece con jovialidad, atrapando las llaves cuando el más bajo se las lanza desde el otro lado del vehículo. Ambos entran y el motor es encendido, se colocan cinturones y luego pone algo de música en la radio para distraer a su hyung, chequeando de vez en cuando lo ansioso que está. Maneja con serenidad, las calles se ven un poco distintas a como las recuerda; definitivamente Tokio estaba siempre en constante evolución al ser la capital de Japón. Llegaron apenas ayer, pero lo asegura al aventurarse por la avenida principal. Sonríe nostálgico y sigue las indicaciones de su pareja hasta que entran en la calle de su destino – ¿Es aquí, Junnie?
–Es aquí – confirma con una sonrisa creciente, sacándose el cinturón con emoción y esperando a que el otro Choi estacione el vehículo.
Van juntos por el barrio residencial con diversas casas a los costados, el área está despejada por ser de mañana, posiblemente las personas estaban en la escuela o trabajos. Era una zona bonita y tranquila, uno que otro pequeño negocio modesto, habían preferido caminar la poca distancia de la casa que buscaban para estirar sus cuerpos y disfrutar del sol que no les dio Chicago ante la temporada lluviosa.
Una vez en la puerta de la vivienda ya ubicada, con tonos pasteles relajantes y sencilla decoración, Yeonjun no reprime sus ganas al presionar el timbre tres veces seguidas. Soobin lo jala con una risita y le pide que sea paciente, alegando que parecía un niño a veces.
Un sonriente hombre los recibe con mismo brillo emocionado en sus ojos casi ocultos por la acción.
–Dime que estoy viendo a mi hijo y no es por televisión o alguna postal.
Jun resopla divertido, haciendo un ademán de sus manos para enfatizar:
–Exagerado, ven a abrazarme.
Sin esperar más, Chanyeol estrecha a su único hijo entre brazos, palmeando su espalda con cariño.
–Te extrañé mucho, Yeonye.
–Le diré que venga más seguido – aporta Soo para dar una inclinación respetuosa, sonriendo cordial para su suegro –. Hola, señor Choi.
–Cuando me llames por mi nombre y sin tanta formalidad, seré feliz – remarca con notorio afecto, yendo ahora hasta el alto y abrazándolo de igual forma que hizo con su hijo, siendo correspondido al instante –. También te extrañé, Soobinnie.
–Traje libros nuevos para usted – comenta al separarse, captando la figura de otro hombre que espera medio tímido a las espaldas del señor Choi. Se le escapa una risita apenada por no haberse percatado de su presencia –, o bueno, para ustedes.
Chan comprende la corrección al girarse, riendo igualmente y atrayendo por la cintura a su hyung, dándole una caricia discreta para infundirle confort.
Tanto Soobin como Baekhyun eran introvertidos, tengan la edad que tengan eran tímidos, y sus respectivas parejas les observan con ternura.
–Él es Byun Baekhyun, se moría por conocerte, Soobin.
–Igual moría por conocer al hombre que es capaz de sonrojar a mi suegro – bromea el rubio para entrar en confianza, lo consigue por la sonrisa divertida que Baek le concede.
–Ya me caíste bien – extiende su mano para que el otro la sujete, era más familiar que una simple inclinación. De soslayo ve que aquel gesto de confianza le agrada a Yeol, y es que era raro que la primera vez que conocía a alguien fuese tan suelto, pero es inevitable si el rubiecito lucía tal y como se lo narraban. Le proyectaba una bonita vibra hogareña –. Un placer, Soobin, me han contado mucho de ti.
Aquello le genera calidez y orgullo en su pecho, sus hoyuelos formándose mientras termina de estrechar la más pequeña mano.
–Yeonjun también me ha contado mucho de usted, señor Byun.
Ahora es el turno de Yeonjun para dar un paso y saludar a Baek, se mantuvo al margen esperando, y ahora le dirige una sonrisa de labios sellados antes de darle un abrazo.
–Hola, papá.
Baekhyun enrojece y escapa una risa, palmeando ligeramente en reproche la espalda del chico, aquel chistecito empezó desde la primera vez que se conocieron, tres meses atrás.
–Yah, eres tal como tu padre.
–Es bueno verte de nuevo, gracias por acompañarlo.
–No soy un vejestorio al que le mandes chaperona, Yeonjun – Chanyeol explica con una ceja en alto, su hijo era un confianzudo como para hablar de él aún estando en sus narices. Claro que sólo le causa gracia y no enojo, porque la comodidad entre ellos fue mejorando luego de que fueron honestos entre ellos hace ya un buen tiempo –. Más bien debo darle gracias a Soobin por soportarte y cuidarte.
–Lo hago de gratis y con gusto, no se preocupe por su bebé.
Un quejido de parte de Yeonjun hace que Soobin se encoja de hombros con fingida inocencia, como si su bromita no hubiese hecho reír a los otros dos mayores a propósito.
Todos entran a la vivienda y comenzaron una charla amena para ponerse al día. Los Choi menores narraron acerca de sus viajes más recientes, les dan los obsequios y muestran las fotos entre vasos del jugo que Soobin hace y Chanyeol ama. Los menores también oyendo más detalladamente la explicación de los otros dos y del cómo luego de su reencuentro iniciaron una añorada relación y se mudaron juntos a esa propiedad. Las llamadas de teléfonos no siempre alcanzaban para contar tanto, y las cartas tampoco, nada es comparable como verse cara a cara.
Más tarde cocinan juntos el almuerzo, Soobin y Chanyeol fueron los encargados de preparar todo, Yeonjun y Baekhyun fueron ayudantes y los que acomodaron la mesa con lo correspondiente. La reunión iba bastante entretenida, Soobin estaba maravillado con el increíble y culto Baekhyun, y viceversa, comparten gustos por arte y docencia. A su vez, padre e hijo estaban contentos por estar de nuevo en un mismo espacio juntos tras la larga temporada lejos, hace un año Chan visitó a los chicos en London, pero fue por pocos días y antes del reencuentro que Yeon planeó entre Baek y su padre. Era muy reconfortante y les daba mucha paz reunirse.
La pareja les ofreció quedarse a pasar esa noche, los menores gustosos aceptaron, terminando de compartir el día juntos. Cayendo la tarde, padre e hijo fueron al pequeño balcón de la modesta casa, compartiendo un trago mientras Soo y Baek compraban unas cosas en la tienda de convivencia a dos cuadras de ahí.
De momento a otro, Yeonjun le comentaba a su padre lo mucho que le alegraba su aspecto, porque el hombre estaba en su mejor época, hasta luce rejuvenecido; no se ve nada agotado ni ojeroso, tiene un brillo peculiar en sus ojos, sonríe y ríe más, claramente estaba viviendo plenamente al fin. Claro que no fue exclusivamente Baekhyun el causante de ello, sino que Chanyeol trabajaba independientemente, no rendía cuentas a la familia, tomaba clases de actividades que siempre quiso probar, se tomaba sus vacaciones y, además, vivía en una zona pacífica y modesta. Nunca quiso vivir en barrios lujosos, ni en una enorme casa, como la que tuvieron toda su vida y en donde Yeonjun se crió.
Fue entonces que, inevitablemente, el nombre de Rose salió a la luz, y Jun no pudo contener su intriga:
–¿Ella lo sabe?
–No tengo ningún problema en admitirlo frente al resto – comienza con un suspiro. Nada le gustaría más que poder contarle a Rose, quien fue su compañera por mucho -y a quien le tiene sumo cariño-, acerca de su bonita relación con Baekhyun –, pero me temo que si lo hago...
–Ya tuvo suficiente conmigo – aporta tras la suspensión de la oración, con un susurro un poco apagado. Su padre niega con esas usuales palmaditas de aliento en su hombro.
–Ella ya te aceptó.
Quisiera que fuese de ese modo, porque para algo vino principalmente a la capital. Si bien fue para visitar a todos, el reencuentro con su madre era el más esencial, porque desde que abiertamente le confesó su relación con Soobin, cortaron todo contacto. Luego de que su padre le contara los avances que ella hizo, en aquella llamada telefónica desde Seattle, tomó la decisión de afrontarlo.
–La visitaré el viernes, llamaré para avisarle primero.
Yeol afirma complacido, estaba orgulloso de que su hijo tome las riendas y la iniciativa. Su ex esposa disimulaba bien, pero ella notoriamente extrañaba a Yeonjun, sencillamente que no sabía cómo dar el primer paso.
Los otros dos llegaron finalmente para preparar un postre y la cena, esta vez Yeonjun y Baekhyun se involucraron más en la preparación. Durante la amena cena, otra interrogante surge en medio del intercambio verbal:
–¿Irán a Takayama?
–Primero iremos a Kamakura para ver a mi familia – informa el más alto de todos, dando un sorbo a su copa de vino para aparentar que no estaba nervioso ante el hecho. Sintió la mano de Yeonjun en su rodilla, proporcionando un apretón de apoyo que regresa con una mirada afectuosa de reconocimiento.
–Me parece una grandiosa idea – Chan les sonríe y pasa una canasta de pan con ajo, siendo agradecido por los chicos –. ¿Cómo están ellos? ¿Qué tal la pequeña Hanni?
La mención hace que Soobin eleve sus comisuras y adquiera una luz de puro orgullo en sus facciones.
–Están excelente. Cursará el primer grado en el siguiente ciclo escolar, es de las primeras en su clase y le gustan mucho sus clases de ballet.
–Hasta quería tomar unas de Karate.
El aporte de Yeonjun hace reír a todos con ternura, Hanni era imposible de no amar desde que la conocías.
Posterior a la cena, todos ven unas películas en la televisión, comiendo el postre y dejando las conversaciones de lado. Cada pareja estaba acurrucada, no había restricción alguna que les privase del gusto.
Nada mejor que estar en paz con la familia, que no son más que aquellos que te dan libertad en el alma, sean de sangre o no.
*🌼*
Tal como ha prometido, dos días transcurridos de la reunión con Chanyeol, llamó al número de su madre para saludar y preguntarle si estaría bien visitarla por la tarde del día siguiente, el viernes. La mujer en un principio no podía creerse que se trataba de él, fue un poco incómoda la conversación debido a los nervios de ambos, pero ella no dudó en darle pase a su casa a la hora acordada.
Soobin y Yeonjun cocinaban constantemente juntos, en ciertas oportunidades comen en la calle o piden a domicilio. Ahora mismo comieron en la cafetería cercana a su hospedaje actual, y aunque el mayor no tenía mucho apetito ante la intranquilidad de lo que le esperaba, el ojos miel le insistió en que comiese algo ligero por lo menos.
Por la tarde, ya desocupados, vestidos y listos, Soobin volvió a ser el conductor designado para ir a la residencia de la madre de Yeonjun. Este viaje no fue tan relajado como los previos que realizaron durante la visita de sus amigos y la del padre del azabache, sino que tuvo cierta incertidumbre, de parte de ambos. Lo que sí, es que Yeonjun agradecía las sonrisas y los intentos de Soobin por distraerle en el trayecto, funcionaron un poco para que la maraña en su estómago se mantuviese al margen.
Al estar frente a la nueva dirección de su madre -un vecindario igual de adinerado como en el que vivió por años junto a sus padres, hasta con estrecha similitud a este-, inhaló una gran boconada de aire y bajó del vehículo. No se da cuenta de que quedó un rato como estatua en su posición, hasta que siente la mano más grande y cálida que se aferra a la suya. Girando el rostro se cruza con aquella sonrisa hogareña y mirada cargada de consideración que, día a día, le hace agradecer al cielo por su existencia.
–Estoy aquí – Soobin lo verbaliza también, se contiene de besar la mejilla de su hyung o su mano, porque estaban en público y no sabe si Rose los estaba viendo desde su ventana, o si aquello podría traerle problemas en su nueva residencia. Por algo se mudó lejos de su anterior casa, de su familia, así que no iba a importunar –. Vamos, Junnie.
Paso a paso se aproximan a la puerta y tocan el timbre, el agarre de manos iba a soltarse, pero Yeonjun lo apretó y le dio un vistazo al menor para que sepa que estaba bien así, que no quería soltarlo, ni siquiera por la presencia de su madre. Sus palmas sudaban por igual, y entonces, la mujer salió a recibirlos mucho más rápido de lo que imaginaron, la espera no fue prácticamente nada.
Nadie habló por unos pocos instantes, como si los tres contuviesen el aire a su vez, examinándose y en espera.
Yeonjun aclara su garganta y da un una muy corta reverencia que rompe el silencio.
–Hola, ma...
El saludo se suspende al Rose lanzarse en un abrazo sobre el estático Yeonjun, estrechándole con fuerza, como si temiese a que se marchara de su lado, otra vez.
–Junnie, mi cielo...
Sus manos la recibieron inmediatamente, pero Yeon se había quedado unos segundos congelado mientras su madre le abrazaba, hundiendo su cara en su pecho, sobre su suéter. Sus ojos se cristalizan por el apodo y el afecto que hace años no experimentaba de su parte, sintiéndose nuevamente aquel niño mimoso al que Rose arrullaba y consentía. La abrazó con misma diligencia, al menos lo hizo hasta que ella poco a poco se apartó, limpiando unas lágrimas que se le escaparon, cabizbaja.
Soobin sonreía movido ante la escena y se mantuvo al margen para no interrumpir, pero una vez la mujer se recompuso, reposó su vista en él. Tragó discretamente y le dio una respetuosa reverencia, intentando otorgarle una sonrisa de labios sellados.
–Buenas tardes, señora Choi. Si gusta puedo irme y dejarlos a solas.
–No, no es necesario – Rose lo intercepta de inmediato, impidiendo que el chico se de la vuelta. Los dos jóvenes esperan atentos a sus palabras, ella se recompone en una inhalación más tranquila –. Quédate, quisiera... Hablar con ustedes dos.
Hay un suspiro suave de parte de todos, entran a la casa y van a la sala para beber café. El tema surgió rápido y sin tapujos, fue la misma Rose quien inició contando lo que habían sido sus años luego de que ellos se vieran por última vez. Muchos detalles ya los sabían por el mismo Chanyeol, pero no la interrumpieron en ningún momento del relato.
Rose no tuvo problema en sentarse junto a su hijo y que éste le sostuviese la mano, de hecho, ella lo quería cerca, se lo demostró con su lenguaje corporal, y él no la rechazó. Tampoco le fue inconveniente que el rubiecito se quedase con ellos y escuchó unos pocos datos de sus vidas actualmente, todo narrado por Yeonjun, claramente su hijo le contaba moderadamente lo necesario.
Ella fue muy clara en todo momento, incluso para explicarles que, si bien no los rechazaba y lamentaba sus actitudes pasadas, era difícil para ella comprender lo suyo del todo, necesitaba acostumbrarse con el tiempo.
–Somos conscientes de ello, y lo respetamos totalmente, señora Choi.
–Soobin y yo no queremos importunarte – secunda el ojos verdes, dando una caricia en el dorso de la frágil mano de su madre. Estaba siendo lo más blando posible con ella, mas no flaquea o se doblega –. Sólo quiero que sepas que es mi decisión, realmente no voy a retractarme de ello, mamá. Espero lo sepas comprender, no te forzaré, pero me gustaría que lo tengas en consideración.
Ella es participe del hecho, supo desde hace tres años que no fue una simple etapa o capricho, su hijo era muy decidido y obstinado, tuvo diversas facetas, pero sabe que todo fue por luchar contra sí mismo y por el haberse distanciado del menor. La firmeza, valentía y honestidad con la que habla de Soobin, desde el primer día que le plantó cara con su verdad, le demostró que iba muy en serio con aquella relación. El mismo rubio luce igual de convencido, por más que se mantenga respetuoso y neutral, hay una chispa en sus ojos que le dice que adora a su hijo, que no se iría, que incluso daría la batalla por él.
Rose quisiera ser amada de esa manera, ni siquiera su esposo la miró así, jamás, y duda que muchos sepan de ese nivel de amor. Para ella es complicado aceptar que aquello podía nacer entre dos hombres, pero era igual de difícil el mantenerse escéptico cuando los dos Choi existían junto al otro. Discretos con sus miradas, con una conexión innegable, apoyo mutuo y un lenguaje tácito sin necesidad de palabras.
¿Como antes no se dio cuenta, si desde niños fue así?
Lo reflexionó arduamente, se preguntó si hizo algo mal en medio de la crianza del pelinegro, si los pobres muchachos estaban confundidos por su estrecha cercanía, por la comodidad que tenían con el otro, pero no. Si eso sucedía entre hombres y mujeres, podría suceder entre un mismo género. No hizo nada malo, no era una etapa, simplemente era de ese modo, se enamoraron sin retenciones, y muy fácilmente los demás se hicieron los ciegos, ella contándose en el montón... Entonces le remordió mucho la conciencia el imaginar cómo fue para esos pobres jovencitos, para su propio hijo, el sentirse rechazados por todos, el sentirse que estaban cometiendo un delito, lo que era sentirse solos en un mundo ciego donde ellos eran los únicos capaces de ver la belleza de lo suyo.
Y fue cuando Rose aprendió que, así todos los señalen, así ella no lo entienda, estaría para su Yeonjunnie, y para Soobin, ese que hace feliz a su retoño. No hay nada más que meditar.
–Hijo, sé que no he sido la más comprensiva y reconozco que he tenido un impulso controlador contigo, pero todo lo hice pensando que era lo correcto para ti – dice finalmente, su arrepentimiento era sincero – No me di cuenta que yo te hacía daño, que todos lo hacíamos, y lo lamento. Imagino lo duro que fue para ti, para ustedes, que todos los que decíamos amarlos les diéramos la espalda luego de su elección...Lamento eso igualmente, en serio.
Yeonjun eleva un poco su comisuras, asintiendo con empatía, le quitaba un enorme peso el que su madre al fin reconozca lo suyo con Soobin.
–Lo sé, mamá.
–Si tú eres esto, si estás feliz junto a Soobin y tienes una vida plena...
–Lo soy, la tengo.
Rose observa el temple en las esmeraldas de su hijo, definitivamente heredó aquella característica de Chanyeol. Observa cómo sin miedo sujetó en su mano libre la de Soobin, quien no apartó la suya, aún cuando luce un poco nervioso, seguramente porque le preocupaba lo que ella pensara ante el contacto.
Y así confirmó una vez más que esa era la única realidad de esos dos.
–Entonces yo lo respeto y estaré para ti – concede para darles calma a los dos, sonriendo con sus ojos cargados de nuevas lágrimas nacientes –. Te amo como seas, eres mi hijo.
Fue el turno de Yeonjun para envolver a su madre entre sus brazos, más que feliz de gozar de su bendición.
–Gracias, en serio significa mucho para mí.
Duró unos breves segundos para que la unión acabase, ahora la mujer de corto cabello y elegante vestir da un vistazo al rubio que se mantenía a la espera. Lo sorprende al extender su palma y acariciar su brazo, sonriendo para brindarle tranquilidad. No quiere que no se sienta bienvenido.
–Soobin, me disculpo porque la última vez fui muy grosera contigo.
–No se preocupe, es entendible que fuese una noticia ingrata – comenta por primera vez en un buen rato, se había esperado prudentemente para intervenir. No esperó que la madre de su esposo tomara tal iniciativa para hacer el primer contacto, y no puede evitar conmoverse –. Usted es su madre, yo no tuve una figura materna por mucho tiempo, pero comprendo perfectamente el amor que le tiene a Yeonjun, y quisiera que... – se detiene para cerciorarse de que sus palabras sean las adecuadas. Su hyung asiente para darle aprobación, así que continúa con toda honestidad: –. Que entienda que yo le quiero también, nunca le haría daño. Lamento causarle problemas, nunca quise lastimarla, en verdad le tengo mucho aprecio.
–Sé que es de ese modo. Yo también te estimo, más si eres quien mantiene a mi hijo sonriendo... Pero mi prioridad será siempre velar por su bienestar, no es mi decisión ni puedo controlarlo, sólo les pido que en todo momento tengan prudencia y comprendan lo duro que es de digerir algo de tal magnitud – aclara con toda la condescendencia que puede tener en dadas circunstancias, examinándolos con preocupación y pena –. Yo los acepto, pero si incluso yo me tardé en asimilarlo, siendo alguien que les adora, siendo una madre que ama a su hijo...
No era necesario terminar la frase, era implícito.
–Lo tenemos más que claro, mamá.
–Iremos paso a paso, señora Choi.
Y la madre de Yeonjun les creyó, esos dos eran muy fuertes y unidos como para dejarse romper.
*🌼*
El sonidito que emite el walkie talkie y la vocecita que susurra con temblor lloroso tras la línea les hace expulsar un suspiro al unísono y quejarse al retorcerse un poco en las sábanas. Habían estado despertando varias veces de aquel modo en las recientes noches, sus sueños no son demasiado pesados cuando están alertas ante la misma razón.
–Te toca a ti – gime ronco contra la almohada, removiéndose con cansancio y apartándose del satisfactorio abrazo que compartía segundos atrás con su pareja.
–Fui la última vez – protesta sin mucho empeño. Al abrir sus párpados, encuentra el semblante descontento y adormilado de su hyung, así que no le queda más que levantarse de su cómoda posición, resignado a acatar la orden mientras se pone las pantuflas de ardilla que el mayor le regaló en su último cumpleaños –. Ok, me toca.
Beomgyu sonríe victorioso y perezoso en lo que la silueta de Taehyun se pierde por la puerta. Era bueno obligarlo a ponerse camisa para dormir, por lo menos mientras tienen un pequeñito en casa. Le hace sentir cierta culpa mandarlo a atender el llamado de esta vez cuando, en efecto, era su turno, pero fue un día tan exhaustivo en su trabajo que no tenía ganas ni de pararse de la cómoda cama, menos cuando afuera llovía en un clima tormentoso tan delicioso para él. Ama la lluvia, le recordaba a Soobin y a Takayama.
Al menos Tyunnie aceptó sin rechistar a su petición, siempre siendo tan atento con él, incluso le hizo un masaje antes de ir a la cama y preparó té para que tuviese un sueño reparador. Suspiró complacido, era un consentido por su esposo, y no pone ninguna protesta al respecto.
Tras unos cinco minutos, la puerta se abre y un castaño entra con cuidado. Igualmente, la melena despeinada de Beom se asoma entre las sábanas, aún despierto y a la espera de una explicación, pues el otro tardó menos de lo esperado.
–¿Qué era?
–Quiere dormir con nosotros.
Justo al informarlo con dientes apretados, el pequeño aparece detrás del gran cuerpo de Tae, abrazando su peluche de lobito. Observa como el mayor en la cama da un resoplido bajo y abre las sábanas, palmeando en medio de la cama matrimonial.
–Salta aquí, fastidioso.
–¡Yay! – exclama en victoria, saltando hasta lanzarse en el colchón, dando más brincos hasta entrar debajo de las calientes sábanas que el mayor le coloca. Sonríe acurrucado en el pecho del chico, restregando su nariz ahí y tocando con una manito el lóbulo suavecito en la oreja del mismo –. Te quiedo mucho, tío Gyu.
–Hazte a un lado, Sunoo.
Beomgyu da una risita al Taehyun demandar aquello, entrando a su lado de la cama y viendo con resentimiento al pequeño que se aferra a él.
–Celoso.
Tae se arropa con un chasquido inconforme, desde ahí no puede abrazar del todo a Gyu, a menos que aplaste al niño en medio de ellos. Era gracioso -no para él- que su sobrino también tenga una manía con los acolchados y lindos lóbulos de Beomgyu, justo como él.
No hubo más intervenciones, a excepción de un felino que se subió a los pies de la cama para unirse a la escena familiar, todos cayeron en los brazos de Morfeo a los pocos minutos y la lluvia quedó en segundo plano junto a sus truenos, ya el infante no teme estando entre la protección de sus tíos. Los adultos abrazaron al pequeñito y se complacen de poder dormir plácidamente sin interrupciones del walkie talkie lo que resta de noche.
Al despertar, cada uno sale de la cama con cuidado de no perturbar el sueño del niño, y se turnan en el baño para cepillarse los dientes. Sunoo continúa durmiendo en la gran cama junto a Hobak cuando Taehyun sale del baño, aún en pijama, ya que era fin de semana y trabajaría en la tarde solo a media jornada.
Salió de la habitación y observó a Beomgyu sirviendo dos tazas de café y, por otro lado, un tazón de leche tibia para acompañar los cereales coloridos del infante una vez despierte. Afuera ya no llovía y las ventanas tienen las persianas abiertas, dejando entrar luz natural y otorgando calidez al entorno.
–Adoptamos un gato como hijo y ahora mi sobrino nos invade.
En el rostro del mayor se forma una sonrisa, sobre todo cuando su cintura es rodeada y su hombro -descubierto por la manga que se rodó- es besado. Continuó mezclando la azúcar en las tazas y dio una breve mirada a la tostadora, el pan aún no estaba listo y faltaba freír los huevos con jamón.
–Lo adoras, aunque simules que no.
–Adoraría el tener la capacidad de poner un hijo aquí – susurra en su oído, viajando sus manos al vientre del chico y propinando masajes con sus dedos, sonriendo cuando nota el abdomen ligeramente abultado por la gran cena con la que lo consintió ayer –, pero ya que los intentos han sido fallidos...
–Eres un descarado y sucio como tu primo – se ríe con las orejas calientes, no sólo por el aliento del menor, sino por su comentario. Gira con suficiencia, retándolo al tomar entre su mano derecha el abdomen de Taehyun, sobando en círculos la ejercitada piel –. Yo podría poner uno ahí.
–Tienes pase libre – le sigue la broma, manteniendo su coqueteo con misma cara de poker que hace a Gyu darle una palmadita antes de proseguir con sus labores.
No bromeaban, uno de sus más grandes sueños era el poder ser padres, pero conociendo la naturaleza de su relación, era imposible; las adopciones no eran válidas para personas de un mismo sexo, y la concepción natural tampoco. Estaban contemplando un vientre en alquiler, pero no era nada sencillo, aparte de costoso. No cualquier mujer aceptaría semejante trato, además de que tenía que ser una persona de suma confianza, y ellos no es que conozcan a muchos.
El deseo les surgió más que nada por el sobrinito menor de Tae, el niño era un sol en sus vidas y les dio un aporte distinto; cada que los visitaba y tocaba cuidarlo, era un tiempo tanto agotador como bello. Sunsun era un buen niño, pero requería de mucha atención por ser super apegado y miedoso. Su gato también ayudó a que el deseo de ser padres creciera, y si es franco consigo mismo, a Tae le sorprende mucho añorar aquello, más aún no estando en los treinta siquiera.
El amor hace cosas raras, siempre lo comprueba junto a Beomgyu.
Otro punto agregado a aquello, es el que ambos han establecido en su relación eso llamado versatilidad y el no imponerse un rol; los dos eran hombres por igual, no querían ni iban a cambiarlo, estaban mutuamente de acuerdo en ello. Partiendo de ahí, era así en su vida íntima y en todos los ámbitos, puesto que también se reparten tareas y gastos, eran justos y funcionaban idóneamente en su convivencia. Por eso mismo iniciaron los chistes tales como el embarazo, cosa que, de ser posible, no titubearían de tomar. Decían que "Quien se embarace primero, gana".
Ellos mismos se ríen de sus locas ideas, eran tontos felices. Taehyun era más suelto y expresivo por la ayuda de Beomgyu, y este último era más comprensivo y analítico por el aporte del menor.
Lo suyo era sano y precioso, no iban a mentir, son un derroche constante de miel sobre hojuelas, y han otorgado crecimiento personal a la vida del otro. Eran dos opuestos que funcionaban perfecto juntos, un equilibrio en la balanza, tal como lo era la relación de Soobin y Yeonjun, con quienes constantemente están en contacto.
–Sabes que Sunoo te ama, como Hyunjin, como tu hermana, los chicos, Hobak... – suspende la sentencia para entregarle su taza al ojos marrones, besando castamente su mejilla – Como yo.
Taehyun sonríe con sus enormes ojos cargados de destellos, sus comisuras se extienden y sus manos se calientan con la temperatura de la taza humeante, era una mañana fría post lluvia, pero Beomgyu siempre se las ingenia para mantenerlos caliente. Incluso su pecho estaba cálido con su alusión.
Es cierto, los hijos de su hermana lo aman, y Sakura igual, es el único miembro de su familia -a parte de Yeonjun- que no cortó contacto con él luego de admitir que su pareja era otro hombre, tal como hicieron la mayoría en su círculo social; irónico como todo se reduce cuando eres tú mismo. Para Tae no fue problema alguno, no le interesaba mantener personas que no lo aceptaran como era, con su esposo incluido en la ecuación.
Fue muy fácil para él admitirlo todo, de hecho, mas con su madre fue la peor parte. El hecho de que la mujer hasta intentase cometer suicidio posterior a su declaración, era algo que le atormentaba hasta ahora. La mujer estuvo en rehabilitación por un tiempo para asimilar la noticia y no dominarse en la depresión. Su padre, por otro lado, lo desheredó y por poco lo muele a golpes, de no ser porque él tiene buenos reflejos y tomó precauciones ante la reacción de ambos. Beomgyu por suerte acató a su petición y no fue esa noche que los confrontó, porque su hyung de seguro se pondría en medio, y si su padre lo golpeaba, ahí sí se hubiese puesto todo muy feo.
Ya ninguno de sus padres le hablaba, se fueron del país y tenía entendido que le inventaron a muchos en su amplio círculo social que él había muerto en un accidente, preferían eso a aceptar su realidad frente al resto. Su hermana fue la única que luchó con uñas y dientes para hacerles saber que no le importaba si también la desheredaban, ella no lo iba a abandonar. Tal cual, Sakura quedó sin apoyo de los adultos por una larga temporada, hasta que dos años atrás retomaron contacto y se mantenían muy esporádicamente al tanto de ella.
Su noona le comentó que una vez su madre preguntó por él, pero no dijo cosas nada gratas, realmente le gustaba fingir que había muerto para ellos. Y él no iba a rogarles perdón cuando no cometió ningún pecado; que va, si ellos lo querían lejos, sería así, lo aceptó y lidiaba con ello.
Su motivación seguía siendo el apoyo que Beom le brindaba, para él fue incluso más duro que para el mismo Taehyun la separación de la familia Kang, puesto que constantemente se sentía como el culpable total, trató de mediar en el asunto, sin éxito alguno. Fue difícil convencer a su hyung que estaba bien, que no se arrepentía, y por lo tanto, tampoco él tenía que tener remordimientos.
Taehyun ni siquiera se considera homosexual, ninguna persona le ha gustado ni atraído desde que estaba con Beomgyu, quizás algún día la ciencia le ponga un nombre a eso. Él estaba perfectamente bien de aquella manera, está feliz.
–Y yo los amo a ustedes.
Dicho y demostrado, el más bajito va hasta el de pijama a cuadros y acuna sus mejillas antes de depositar un beso dulce y prolongado en sus esponjosos labios. Gyu lo rodea con una sonrisa en medio del beso, había echado de menos las mañanas tranquilas, sin pilas de trabajo ni prisas, los brazos de Tae le resguardan con firmeza y lo vuelven una gelatina.
–¡Iugh, tíos!
Junto a la queja, unos maullidos se hacen oír, los adultos se separan justo cuando su mascota corre hasta ellos en busca de atención, y el infante a unos pasos venía con la nariz arrugada en asco, cubriendo sus ojos con una mano y abriendo una parte con sus dedos para ver dónde pisaba.
–Me retracto, no quiero hijos – farfulla al separarse de Tyun e ir por el desayuno de su sobrino. El niño se sienta y le saca la lengua, a lo que lo imita al ponerle el tazón de leche junto a la caja de cereales en la mesa –. ¿Ya te cepillaste?
–Sip.
Tae se divierte por las actitudes infantiles de ese par, Gyu se adaptaba a la edad del pequeño, y aunque parece que se pelean entre sí como perro y gato, se amaban y consentían enormemente. Prueba de ello es que, tras la comida, Sunoo estaba en la espalda de Beomgyu mientras éste último lo llevaba al sofá, cargando también a Hobak entre brazos.
A veces Taehyun se pone celoso de cómo Beomgyu consiente al gato y al niño, luego se le pasa porque le daba vergüenza su propio tren de pensamientos.
Más tarde, cuando se alista para ir un al trabajo, Beomgyu agarra el teléfono fijo para marcar despacio un número, Sunoo se estaba vistiendo y Hobak tomaba agua de su tazón.
–Llamaré a Soobin a ver qué tal su viaje, antes de salir con Sunoo y Hobak.
–Estamos a tiempo de unirnos a ellos – ofrece con una sonrisa ladina, atando su corbata y chequeándose en el espejo de la sala, ese bonito que Beom compró cuando recién consiguieron su primera habitación. Fue difícil escalar hasta tener ahora un departamento, trabajaron arduamente para tener lo que tienen ahora. La adición más maravillosa, claro, no deja de ser el gatito que encontraron en la calle una noche y les robó el corazón –, hoy adelantaré en el trabajo para estar libres esa semana.
–¿Puedo ir con ustedes? – el chismosito y sonriente Sun se une a ellos, ya vestido y peinado, su mochila de zorrito en la espalda. Su tío Terry se acerca y lo carga, dándole toquecitos en el estómago que lo hacen reír de cosquillas.
–No, pero te traeré algo.
–Quiero una novia bomnita.
–Aprende a hablar para conquistarla primero, galán – se ríe enternecido, le divierte la sonrisita sin algunos dientes que le da el menor, señal de que estaba creciendo rápido y sano.
–Es tal como su tío~ – tararea Gyu desde el comedor, riendo cuando Soobin responde y le pregunta para quién iba dirigido el chiste.
–Yah, habla tranquilo con hyung.
Otra risa se escucha en la distancia. Taehyun amaba ver a Beomgyu sonreír, más si él era el causante de esa linda curva en sus encantadores labios rosados.
Cada uno hace sus labores aquel día, Taehyun regresa a las seis a casa y es recibido por su ronroneante y meloso gatito, su esposo y su sobrinito, lo que le carga de suma alegría. Mañana tendría que llevar a Sunoo con Sakura de nuevo, pero por ahora iba a disfrutar de los peinados que le hacía el pequeño que acaricia su cabello y le pone ganchitos que Beom le compró en la tarde mientras él estuvo en su jornada.
Beomgyu le relata a su dongsaeng todo lo que conversó con Soobin en la llamada, los chicos estaban excelentes y le contaron sobre la reconciliación con la madre de Yeonjun, días atrás ya le había dicho sobre la visita en casa de Chanyeol. En todo momento mantienen estrecho contacto, les echaba de menos, por eso le hace ilusión planear unas cortas vacaciones a Takayama.
Porque Soobin le informó que irían primero a visitar a su hermanita en Kamakura y que luego irían hasta Takayama, ese pueblito que tantos recuerdos les trae. Obviamente no iban a desaprovechar la ocasión para encontrarse, hace un buen tiempo no se ven.
Ambos esperan ansiosos para que a Soobin y Yeonjun les vaya bien con el gran reencuentro que tendrían en la costa.
–Merecen que todo marche bien con ellos.
–Irá bien con todos, Terry.
Puede que no todos los padres se reivindiquen y acepten a sus hijos, a Taehyun en el fondo le gustaría que su madre fuese más como Rose y Chanyeol, pero le alegra que Yeonjun sea apoyado y aceptado por sus progenitores al menos, es consuelo suficiente que sus tíos les acepten.
Además, tener a quien ama abrazándolo tan amorosamente, viendo películas de Disney y bebiendo chocolate caliente en una manta, su gato en piernas y su sobrinito recostado en su hombro tras haberle peinado con sus manitos cuidadosas, era la definición de plenitud, ¿Qué más iba a pedirle a la vida?
–Rezo por eso cada día, hyung – susurra antes de darle un beso en la mano, consiguiendo una nueva sonrisa de su hermoso Beomgyu hyung.
*🌼*
La brisa salina se cuela en su fosas nasales y mece sus cabellos a la vez, el sol penetra tenue en sus gafas de sol y hace resplandecer sus pálidas pieles que ya añoraban un poco de color y vitamina D.
Kamakura es una ciudad situada en prefectura de Kanagawa, aproximadamente 50 km al suroeste de Tokio, la temporada turística estaba presente y se denotaba por el flujo de transeúntes que se mezclan entre los habitantes del sitio, algunos bajando del tren o yendo entre buses y diversos vehículos, otros sencillamente iban caminando de lado a lado por las aceras. Todos visten atuendos ligeros por el ambiente costero, era refrescante y un cambio distinto del ajetreo urbano o el ambiente rural -una mezcla de ambos, pero al estilo costero-, tan perfecto como probar uno de los helados y bebidas frías en los locales que estaban en disposición del público en cada zona. La vieja capital de Japón era muy concurrida y popular, sin duda.
Los Choi habían tomado un tren en Tōkyō Station y su viaje duró menos de una hora, fue bastante tranquilo y ameno, comieron diversos snacks para pasar el rato y dormitaron en los hombros del contrario, sumergidos en la vista por la ventanilla. Ahora se desplazan directo a los taxis aparcados en su línea de trabajo, metiendo las maletas en la cajuela y degustando un granizado de hielo cada uno, teniendo cuidado de no ensuciar los asientos del amigable y parlanchín conductor con bermudas coloridas. Ya habían estado ahí una vez con anterioridad, cuando Hanni nació, las otras pocas veces que han visto a la niña ha sido Arin quien se las lleva de visita hasta su destino, siempre que este fuese dentro del país.
El ojos verdes está al pendiente de Soobin, porque aunque sea bueno disfrazando su ansiedad, conoce los pequeños tics de su lenguaje corporal que demuestra su inquietud, mas no muestra arrepentimiento ni temor, y eso es excelente señal. Él no estaba del todo sereno tampoco, tiene ciertos nervios, pero está mucho mejor de lo que esperaba. Los dos están a la expectativa, pero no fuertemente afectados.
Yeonjun hasta se concentró más en apreciar las bonitas calles y el gozar del atractivo aspecto de su mocoso, portando ropa ligera en tonos azules y blancos, prendas juveniles y cómodas, con aquel bálsamo de labios con olor a piña y los mechones de cabello alborotados por la brisa salina que entró al bajar las ventanas; a Soo le gusta respirar aire fresco, un detalle cautivador que denota su origen. Por más que el chico adora lo urbano y las aventuras, conserva costumbres y gustos que le hacen ver más genuino. Se encuentra suspirando y sacándole una foto instantánea que hace al otro sonreír con una negativa de cabeza un tanto tímida.
Sí, tienen muchos álbumes de fotos guardados. Aman plasmar sus vivencias en fotografías, inmortalizando momentos en sus vidas, aunque no es que olviden nada, gozan de una excelente memoria que atesora cada instante. Simple es el hecho de querer tener memorias tangentes, como esas que pueden colgar, guardar o pegar; llámenlos románticos.
El auto aparca afuera de una bonita casa en un vecindario que bordea una playa de aguas cristalinas y arena blanca a unos cuantos metros de distancia. Era tranquilo y decente, pocas viviendas rodean la zona, cabe resaltar que es un avance gigantesco a comparación de la vieja casita que tuvieron en Takayama, incluso más impresionante que la casa en la que vivieron los Choi al mudarse con Arin tras el matrimonio de ella.
Yeonjun se da cuenta de que Soobin observaba la propiedad sin moverse, perdido en los rincones de su mente y con la maleta bien sujetada, sus nudillos pálidos por el apretar excesivo, probablemente el menor ni se inmutó de esa acción. Para sacarlo se sus pensamientos, hace lo que éste hizo en la visita a la ciudad, sosteniendo su mano más grande contra la suya y captando su mirada.
–¿Listo?
–No sueltes mi mano.
–No planeaba hacerlo – afirma de inmediato, regalándole una sonrisa cálida antes de besar el dorso de la mano opuesta, un roce suave y devoto que tiñe de rosado las mejillas de pan que tanto adora en el rubio –. Estoy contigo.
Soo no necesitó nada más para borrar la bruma de divagaciones y vaciar su mente, estaba emocionado también, no sólo nervioso. Avanzó con Yeonjun hasta la propiedad pintada de blanco y azul celeste, había una cerca con puerta primero y un lindo jardín frontal que rodea el camino de piedras hasta el porche una vez se entra, las flores sembradas le recuerdan a las que su ex profesora tenía en su pequeña casita de Takayama, hasta encuentra pequeños adornos que le pertenecían a la señorita Yewon y juguetes de niña dispersos por ahí que le hacen sonreír y aminorar el golpeteo de su pecho. El poco pasto estaba recién regado y el buzón de atrás, en la cerca de antes, tenía un tierno conejito con lacito rosa pintado, un garabato que era obra de la misma niña dueña de la bici y las cosas esparcidas.
Sin duda todo daba un toque que remarcaba quienes eran los que habitaban ahí, y tras el escrutinio superficial a medida que avanzaban, su vista se posa en una gran y vieja camisa blanca con palmas pintadas -una notoriamente más grande que la otra- que estaba tendida sobre una banca del porche. Vaciló en sus pasos al recordar que ese fue un regalo que le hizo a cierto hombre hace muchos años atrás, cuando fue el día del padre y en la escuela hicieron una actividad sobre ello; fue la primera inversión que hizo de sus nulos ahorros.
–¡Soobinssi!
–¡Soobie boobie!
Los recuerdos le son interrumpidos por el abrir de la puerta y las voces femeninas que gritaron alegremente al verle, la niña saliendo detrás de su madre y corriendo para abrazarlo con todo el cariño, adelantándose para no perder su turno. Soobin se agachó rápidamente y cargó a la pequeña en un efusivo abrazo también.
–¡Hola, Hanni! Estás bastante grande, eh.
La de coletas de lacitos se ríe y besa la mejilla suavecita de su hermano mayor, hundiendo un dedito en uno de sus encantadores hoyuelos; a ella le hubiese gustado nacer con esos, como su oppa y su padre.
–Tú eres más grande.
–Algún día me podrás cargar – bromea con una risita, besando la naricita de su hermanita y girando después hacia la sonriente Yewon, abrazándola al bajar a la pequeña, muy a duras penas por sus protestas –. Me alegro mucho de verlas.
–Nosotras a ti, te extrañamos mucho – iguala en tono sincero y contento, estrechando en sus brazos al muchacho que considera como un hijo. Tenerlo ahí con ella le revuelve una fibra que humedece sus ojos, más al separarse porque el chico le besa la frente y le sonríe para que no derrame las lágrimas emotivas. Le corresponde con una risa emocionada y ahora detalla al otro muchacho –. Junnie, cariño – es su turno de recibir al encantador pelinegro que le acepta con misma valoración entre sus grandes brazos, los examina a ambos una vez acaban los saludos y sostiene una mano de cada uno –. ¡Dios, los dos están tan guapos y enormes!
–Usted cada día está más hermosa, señora Choi – Yeon dice con toda franqueza y caballerosidad, asomándose un poquito para ver a la niñita que no le quitaba la mirada de encima, apenada y escondida detrás de su gigante hermano mayor. Contiene una sonrisa por la ternura que le provoca, fingiendo un mohín triste –. Como cierta princesita que estoy viendo ahora, ¿No hay un abrazo para mí?
La pequeña Hanni se espabila en preocupación y sale de su escondite para abrazar al apuesto príncipe de ojos esmeralda y boquita de patito, como ella le ha apodado en su cabecita creativa. El chico la carga como anteriormente hizo Soobin.
–¡Claro que sí, Yeonjunnie oppa!
–Tan tímida y encantadora como su hermano – tararea complacido, guiñando para su esposo mientras éste sonríe ladino y entorna los ojos. La niña se distancia de su hombro para verlo, ahí aprovecha de darle una sonrisa y un besito en su cabeza –. Te eché de menos, princesa.
–Y yo a ti – asegura con un lloriqueo, saltando un poquito y sosteniéndose del mayor cuando éste camina adentrándose en la casa como los otros dos adultos. Hace mucho no los veía, pocas veces eran las que se encontraban, se le hacía difícil por eso romper el hielo al inicio, más que nada con Yeonjun, y por más familiarizada que esté a recibir las llamadas, cartas, regalos hermosos y postales constantes de los dos Choi, tenerlos en persona era como un milagro de hadas para ella. Le hace poner un puchero el creer que estaban de paso –. Ya no se vayan.
Para los mayores fue un golpecito de ternura en su pecho, les encantaría poder estar siempre con la niñita que robó sus corazones desde que nació, por algo se tomaron unas largas vacaciones, para estar a su lado una temporada. Les encoge el alma esa carita suplicante y de anhelo en la mini copia de Yewon.
–Nos quedaremos un poco, descuida.
A Hanni se le ilumina el rostro y sus comisuras se levantan enormemente, más que entusiasmada por la noticia.
–¿En serio? ¡Papi estará muy feliz!
La alusión hace que los chicos intercambien breves miradas, apenas consiguen abrir sus bocas cuando una nueva presencia se suma a la reunión, principalmente dejando de piedra al rubio.
–¿Soobin?
La inocente infante es ajena a la tensión en el ambiente, dirigiendo su vista hacia su padre, con su dulzura característica.
–¡Papi, Soobinnie y Yeonjunnie oppa vinieron a visitarnos!
–Vaya... – Namjoon asiente en comprensión y juega con el libro en sus manos, cerrándolo mientras examina el rostro de su hijo mayor, quien se mantiene callado y como estatua. Ninguno se había visto desde el nacimiento de Hanni, y aquel día apenas y se dirigieron palabra alguna, pues todo el peso de su último encuentro en el espacio boscoso en Takayama era reciente todavía en esa etapa. Ahora su presencia repentina le tomó por completa sorpresa, una grata, por supuesto – No tenía conocimiento de que vendrías.
–Lo consideré pertinente, lamento no avisar.
–No, no, eres bienvenido. Son bienvenidos.
La instantánea corrección no pasa desapercibida para Soobin, por más que se preparó para ese momento, no puede contenerse de permanecer recto e inexorable, por dentro reteniendo los nervios de volver a tener a su padre cara a cara. Siempre que se juntaban con Yewon y Hanni era únicamente con ellas dos, no con la presencia del de lentes, también es primera vez que van a la casa que apenas conocía por fotos o dibujos de su hermanita enviadas por correo. No habían mantenido ningún contacto directo con el hombre, no desde que las confesiones quedaron entre los arboles y el viento de aquella oportunidad ya lejana, cinco años atrás.
Yeonjun testificó todo en total silencio, tal como Arin a un costado suyo, la mujer estaba mucho más serena, claro, pendiente de sus acciones solamente. Despacio, ahora baja a la niña a la cual cargaba y se endereza en su puesto, tiene sobre él los ojos del que alguna vez fue su profesor de piano, por lo que da una corta y respetuosa reverencia.
–Señor Choi.
–Hola, Yeonjun – corresponde sin ningún tono en específico, neutral. Su esposa seguramente le está lanzando miradas para que actúe, pero él prefiere no confirmarlo y esperar a que ella rompa el incómodo momento, cosa que, afortunadamente, hace con un suspiro y una sonrisa para los recién llegados. Nadie daba el brazo a torcer.
–Chicos, vamos a dejar sus maletas en el cuarto de huéspedes, deben estar agotados con el viaje.
–¿Puedo ir con ustedes, oppas?
Los mayores querían que así fuese, pero iban a responderle con poca seguridad, la presencia de Namjoon les hace estar un poco cohibidos. Sin embargo, es el mismo hombre quien resuelve con voz amena la duda de la infante:
–Por supuesto, acompáñalos, linda.
Hanni no pierde tiempo para jalar a Yeonjun de la mano y encaminarlo hacia donde su risueña madre le guía. El azabache la sigue, chequeando precavido por Soobin, quien se queda ahí en lo que ellos siguen.
Confía en que estará bien, le proyecta su consuelo antes de perderse en el pasillo del fondo.
En su puesto, Bin aprieta sus labios y bolso de manos con discreción, su vista en cualquier parte del entorno, menos en el hombre. Supone que es de mala educación quedarse así, apenas y había dado una oración corta para el otro, por lo que se esmera en tomar aliento y aportar lo primero que captó:
–Luces cansado, ¿Estás cuidándote adecuadamente?
–Lo hago, descuida. El trabajo no es nada como lo de antes – Nam sonríe ladino, la disimulada preocupación en su hijo le conmueve. El rubio asiente quedo, haciendo esa arruguita en su frente y ceño como cuando era niño y se le dificultaba hablar con el resto, era obvio que estaba haciendo un esfuerzo. Queda en él dar otro paso –. Tú luces bastante bien, te sienta ese estilo de corte.
–Gracias, fue idea de Yeonjun – su respuesta fue natural y hasta casi sonríe por el cumplido, mas se muerde la lengua por no haberlo meditado antes; estaba pisando terreno fangoso y aquello le pone estoico al no tener claro lo que pensaría el de lentes por la mención de su hyung. Igual no debe de ser extraño, era obvio que son más que cercanos, detesta sentirse de esa manera. Nuevamente aparta la cara para no revisar la reacción ajena y aclara su garganta para recobrarse, estaba sobrepensando mucho –. No vamos a quedarnos tanto, si deseas que estemos en otro lado, podemos alquilar...
–Soobin, no, espera – interrumpe en desconcierto, al instante negando con su cabeza. Ni siquiera se le ocurrió echarlos a otro lado, y aunque le sea muy complicado expresarse verbalmente, tiene que hacérselo conocer –. Me alegra que vinieras, no tienen que irse a ningún lado si tienen una casa con las puertas abiertas para ustedes.
–...¿No es molestia?
–¿Para ti lo es? – aguarda ansioso a lo que el orbes miel diría, éste sólo niega leve, y él se limita a suspirar más relajado – Para mi tampoco.
Era uno de los intercambios verbales más raros que Soobin ha tenido con su padre, ni siquiera se imaginó que sería de aquel modo su encuentro. Estaba yendo bien, les dio la bienvenida, a los dos... Definitivamente necesitaba procesarlo todo y corroborar a que no se equivocó de casa, de Choi Namjoon y de situación, quedarse ahí con esa expresión boba no hacía más que abochornarlo frente a su progenitor.
–Voy a ir con ellos.
Namjoon se contiene de no llamarlo o pedirle un minuto más, el chico titubeó con una corta reverencia y se marchó con torpeza por el pasillo, no luce intimidado, pero sí abrumado ante su presencia. Escapa una nueva exhalación y se recuerda que no era para menos, requerían de tiempo y una conversación profunda de padre a hijo. No era nada sencillo reencontrarse, no esperaba menos.
Era un milagro que lo visitara, a sabiendas de que estaría ahí, significaba que su hijo todavía alberga algo de perdón en él, y se aferrará a esa esperanza mientras pueda.
*🌼*
Se instalaron en el modesto y cómodo cuarto de huéspedes que les ofrecieron, durante la noche cenaron todos en la mesa, no fue tan complicado de sobrellevar porque Yewon y Hanni eran parloteadoras y animaban mucho la mesa, impidiendo instantes en blanco. Namjoon se mantuvo al margen y escuchaba todo, interrumpiendo muy poco, no fue grosero ni demostró ninguna expresión negativa en contra de ellos dos. Durmieron placidos y juntos luego de ayudar a lavar todo, se excusaron temprano al estar cansados por el viaje, además que habían salido por ahí por la tarde. En la cama conversaron sobre el tema pendiente, entre las sabanas con olor a recién lavadas y los cálidos brazos del otro. Coinciden que estaban igual de asombrados por la actitud del hombre, pero Yeonjun insistió en que era un punto a favor.
No es que el pelinegro esté consternado o agobiado por estar bajo el techo del sujeto que, por años, le atormentó con sus palabras y causó -en parte- la separación de Soobin y él. Su cercanía no le afectaba ya, fueron muchos meses de terapia personal y el apoyo de su mocoso, lo afrontaba muy bien, sencillamente estaba más preocupado por cómo lo lidiaría precisamente el rubiecito. Confía en que sabrá manejarlo, comprueba que, incluso después del reencuentro, no lo percibe asustado ni afligido, ninguno lo está, ellos eran muy fuertes y capaces de defenderse, defender lo suyo ante cualquiera, pero es comprensible que el punto débil de Soobin fuese su padre.
Ya no le guarda rencor a Namjoon, también avanzó como persona y estaba más que orgulloso de aquel logro, pero su Binnie tiene una herida sin sanar, una que sólo tratando con quien la originó es que podrá sanar.
No depende de él, sino de Soobin.
Es la razón por la que le dio su espacio aquella tarde, luego de estar toda la mañana paseando por los templos de Kamakura e ir con Yewon y Hanni a la gran estatua del famoso buda Daibutsu. Su esposo estaba en la playa leyendo y meditando, según le informó antes de separarse una hora atrás, por la charla que sostuvieron anoche supone que se estaba preparando mentalmente para la conversación con su padre, y tiene también entendido que el de lentes estaría en la casa. Ya habían transcurrido dos días desde que llegaron, y prolongarlo no era muy conveniente.
Él ahora descansaba con Arin y la pequeña de trenzas, comiendo un postre en la mesa del pequeño patio trasero en la floristería perteneciente a la familia, en lo que aprecian cómo la niña danza con sus falsas alas amarillas colocadas, combinada con a cetro y coronita de cartón, jugando con su perrita -que insistió llevarse cargada hasta el negocio-, la cual ganó el corazón de Yeonjun y Soobin apenas la conocieron; otro motivo por el que adoptarían pronto a su propio perro.
El otoño estaba comenzando primero ahí en la costa, por lo que la linda imagen de hojas naranjas, marrones y amarillas sobre las que juega la niña la hacen ver como una hadita saltarina junto a su mascota, hasta la paleta de colores le favorece con su atuendo.
El local estaba cerrado, sólo lo usaron para pasar un rato ahí y que Yeon lo conociese, también era un complot para darle tiempo a solas a los otros Choi. La floristería era a su vez una repostería, lo que les hace degustar ricos postres en su asiento, era muy agradable ahí, no quedaba tan lejos de la casa y cuenta con espacios idóneos para ellos, como para los clientes.
–Creo que eres el primer enamoramiento de mi hija, Yeonjunnie. Ya van dos de mis hijos a los que les robas el corazón, eh.
El mencionado parpadea al girar hacia la mujer que trae una sonrisa divertida tras su comentario, señalando los stickers de corazones y adornitos brillantes que la niña le pegó en la mano al chico, junto a la coronita de cartón que le dio para que sea su "príncipe".
En efecto, Hanni a duras penas se despagaba de él, siempre lo buscaba para llamar su atención, le regalaba dibujitos, pegatinas y besitos tímidos en las mejillas, le tomaba la mano y a veces hacia que la cargase, sin hablar del cómo le pedía leerle cuentos en la noche junto a su hermano mayor y el hecho de que le prestaba su peluche de vaquita, como si él se lo estuviese pidiendo; adorable, eso es. Sus ojitos brillaban cuando lo miraba y le decía cumplidos que le hacen querer gritar de ternura y reír encantado con la bolita de amor que es la pequeñita, con esas caritas que le recuerdan a su Soobinnie. No comparten estrechos rasgos físicos, mas sí se notaba que eran hermanos por gestos y ciertas actitudes.
–No le diga eso a su esposo o me termina de estrangular – sonríe de medio lado, un poquito ruborizado. Que una pequeñita de casi seis añitos tenga un flechazo por él le era muy dulce, como la rebanada de pastel que come, y lo gracioso es que se trataba de la hermanita de su esposo, pero le daba cierta pena que la madre de esta lo resalte.
–Shh, no juegues con eso – le da una palmadita juguetona, acallando una risa ante el chiste pesado. En cambio, escapa el aire con un sonidito –. Hanni los ama a ustedes dos.
–Nosotros a ella, siempre la tenemos presente. Es como una versión pequeña y femenina de Soobinnie – indica con cariño. No es falso, la niña es la adoración total para Soo, y para él igual, una lucecita que llegó a su vida para hacerla más radiante. Es fanático principal de ver a los dos hermanitos compartir tiempo juntos, a veces hasta quiere llorar sobrepasado por la imagen –, pero tiene mayor parecido a ti.
–Considérenla su hija – dice con apacibilidad. Capta la mirada impresionada del ojos verdes al éste ahogarse ligeramente con unas migas de su pastel, a lo que ríe un poquito –. ¿Qué? No me mires así, es cierto. Ha crecido con ustedes, no como nos gustaría, debido a que están lejos físicamente, pero pueden estar con ella tanto como gusten – no hay ni una pizca de mentira en sus palabras, estaba muy agradecida por la constancia de los chicos en la vida de su hija, a pesar de la distancia, y es conocedora de cuánto se quieren los tres. Le entristece que no sea mas fácil mantenerse cerca –. De ser por mí, hubiesen sido los padrinos del bautizo.
Ellos, lamentablemente, ni tuvieron oportunidad de asistir, siguen siendo creyentes, pero no suelen entrara a templos religiosos con muchas personas hipócritas que les mirarían mal de enterarse de lo suyo. No todos eran de esa manera, de hecho, han realizado labores comunitarias en albergues y hasta Soobin cantó como todo un ángel en una misa el año anterior, el chico rezaba todas las noches, por lo que han conocido a gente amigable y más sinceras. El problema fue que hubo una tormenta el día que viajarían al bautizo, y no hubo manera de asistir.
–Me honra que nos tenga tanto aprecio, usted siempre nos apoyó en todo. Sé que Soobin estaría muy conmovido de oírla ahora mismo – reconoce con gratitud, examinando a la pequeña que trata de cargar la gordita felina y sonriendo ante ello –. Ciertamente ella es como nuestra pequeña Campanita.
Arin debe dar una nueva risita por el ingenioso y lindo apodo, era perfecto para su pequeña calabacita. Hanni tenía el cabello negro como ella y conductas iguales a las suyas, pero contaba con los ojitos miel, estatura y dedos de Soobin y Namjoon, como también ciertos gestos. La niña amaba pintar, decía que era una artista como su hermano mayor, pero lo suyo era más el cantar y el crear historias a montones, fantasear y cuidar a su perrita. Tenía una hija muy inteligente y servicial, en la escuela ayudaba a todos y era participativa, le gustaba dar propinas y llevarle galletas a los pobres feligreses de la iglesia, también le daba comida a los perritos en la calle, le ablanda el recordar que así era su Binnie cuando era su maestra, con la divertida diferencia de que la pequeña era un tanto más extrovertida. No podía pedir nada más hermoso, Hanni era un tesoro para ella y para su esposo.
Pero no todos tienen esa fortuna. Ella por años quiso tener hijos, pero era posible, en cambio, para parejas como Binnie y Junnie...
Bueno, la tenue expresión melancólica y cariñosa de Yeonjun al ver a Hanni, lo dice todo.
–Sé que apenas estás entrando en tus treintas – comienza con todo el tacto y la comprensión que posee – y que es imposible todavía realizar adopciones con parejas de mismo género, pero deduzco que lo has considerado.
–Lo he hecho, claro que sí – confirma sin vacilar, no es algo que habla con su mocoso porque es difícil lidiar con la realidad, pero los dos saben que amarían tener esa oportunidad en sus vidas, a futuro o pronto. Era injusto que por su género se les impidiera tal júbilo, a ellos y a un pequeño o pequeña que necesita amor, uno que ellos darían por completo y sin miramientos; por algo les gustaban los niños, más que nada a su mocoso –. Sé que Soobin amaría tener hijos, pero no puedo dárselos, no al menos si se trata de un ser humano – se encoge de hombros para tratar de darle humor a la triste situación –. Adoptaremos una mascota como hicieron Tae y Beom, sólo que será un cachorrito en lugar de un gato... Y tenemos a Hanni, ¿No?
–¡Por supuesto! – acaricia su mano con dulzura, más que complacida de ese optimismo en ellos – No sabes lo mucho que me alegra la manera en la que están lidiando con todo el asunto. Son tan valientes y fuertes, muy admirables, Yeonjun.
–Somos muchos en esta lucha, pero vale la pena si tienes un motivo por el cual salir victorioso.
Ambos adultos se giran por las carcajadas de la hadita que corre hasta ellos, con sus mofletes sonrojados y extendiendo un diente de león. Arin sonríe y asiente en lo que su hija se aproxima.
–Tienes toda la razón.
La de trenzas toma una boconada de aire y muestra sus dientecitos al entregarle la flor al mayor.
–Mira, te traje esto, Yeonjunnie oppa.
–¿Para mí? – inquiere con exagerada admiración, sentando a la pequeña en sus piernas y aceptando el diente de león que le trajo recuerdos gratificantes – ¡Wah, que hermosa!
–Como tú – adula, oyendo el carraspeo de su madre a su lado. Se encoge con una sonrisita tímida y le da otra florecita a la mujer –, y como mami.
Yewon la acepta y le hace un gesto para que se acerque, la pequeña se baja de las piernas de Yeonjun y va con ella para abrazarla, moviendo sus alitas en cada saltito. La mujer la llena de besos entre sonrisas.
–Eres toda una Campanita.
El sonido de la casi escasa marea chocando contra la base de las rocas, junto al sonido de las gaviotas, la brisa con aroma a sal marina y los últimos rayos de sol reflejados en el agua, reposando cálidamente en su piel, la espuma del mar arrastrando la arena, todo creaba una atmosfera sumamente preciosa y relajante para Soobin. Había dibujado unos bocetos y tomado varias fotos que le servirían de inspiración para futuros lienzos. Ahora tenía un libro en su regazo, ya cerrado como su libreta de dibujos y apuntes, estos últimos descansando sobre su bolso.
Debía tener aproximadamente tres horas ahí sentado. Anduvo por la extensión de la extensa playa, mojó sus pies y pensó, sobre todo aquello último. Tener un momento de reflexión y a solas consigo mismo era gratificante, más en tan reconfortante paisaje, porque estar ahí le hace meditar el rumbo que ha tomado en su vida en los recientes años de su adultez. Recuerda que de niño fue su sueño conocer el mar, ir a la playa y descubrir todo lo que le ofrece, desde especímenes hasta las maravillas que la naturaleza arrastraba hasta la orilla, el caminar por la arena y sentir el agua en sus pies; la costa de Japón era la primera que quería conocer, y era increíble poder cumplir aquella meta, como logró alcanzar muchas otras.
Ya anteriormente visitó las playas en América, junto a Yeonjun o solo, esto último se reservaba a las pocas veces cuando iba con amigos que le invitaban o por asuntos del trabajo. Cada destino donde viajaban y exploraban era un lugar tan distinto y mágico a su vez, con una esencia única, tal como cada persona, animal, elemento y partícula de oxígeno, todo conviviendo en un mismo planeta; le maravillaba siempre el mundo y sus creaciones. Como artista era lo que más le gustaba, el ver y aprender de cada matiz, Yeon solía decirle que es un don el ver más allá, como lo hace él. Con ello confirma que la playa en donde está ahora, ahí en Kamakura, era diferente a las que fue previamente, y quizás lo que más le embarga de melancolía ahora, ante tan bonita vista, es el motivo por el cual está ahí de visita.
Rememorando el pasado, su niñez, lo que fue su pequeña familia conformada sólo por él y su padre...
No se arrepiente de ninguna decisión que le alejara de todo, sin embargo, a veces desearía que todo fuese un tanto distinto para tener la oportunidad de corregir tantos fallos, decirle a su versión de niño tantas cosas. Simplemente contar con la capacidad de cerrar los ojos y ser de nuevo ese niño, un pequeño en Nunca jamás, entonces entendía que ese sentimiento de anhelo era a lo que llamaban con temor el crecer.
Por eso Peter Pan no quería irse del país en la segunda estrella a la derecha, allá en lo alto y sobrepasando el amanecer.
Escapa una sonrisa apagada por sus pensamientos y -hablando de cuentos infantiles- examina nuevamente el libro entre sus manos, la cubierta estaba decolorada y vieja, pero estaba bien conservado, tal y como lo recordaba; las ilustraciones, el relato, y las páginas pegadas que su padre repuso cuando era niño. El uso que le dio a aquel libro hizo que fuese el más deteriorado de su pequeñita colección, se sorprendió que aún estuviese en poder de Namjoon.
Fue Yewon quien se lo mostró esa misma tarde, antes de irse a la floristería, alegando que su esposo lo guardó y que ni siquiera Hanni lo tocaba. Y más allá de aquello, su padre retrató varios recortes de periódico sobre sus exposiciones de arte, tenía unas cuantas fotos suyas colocadas por la vivienda -viejas o incluso las que les mandaba en postales durante sus viajes-, incluso en su habitación de invitados habían muchos de sus artículos personales que creyó haber perdido en Takayama luego de la mudanza, hasta juguetes y adornos que le hizo a su padre y ni recordaba, sólo lo hizo con algunas al verlos de nuevo. Al interrogarla sobre ello, le aclaró lo que ahí saltaba a la vista: Namjoon le tiene presente en su vida.
Le causó la imperiosa necesidad de preguntarle al hombre sobre aquello, así como una punzadita en su pecho. No imaginó que fuese de aquel modo, sino que su progenitor desecharía todo para evitar la nostalgia, para no tenerlo como un recordatorio de lo que tal vez consideraba un fracaso...
Debería de acabar con todo e ir ya a buscarlo de una vez, Yeonjun le sugirió que no se comiese la cabeza con pesimismos e incertidumbre o nunca actuaría y no obtendría resoluciones a sus agobios, y tiene toda la razón, ¿Por qué entonces, si lo sabe perfectamente, no se levanta y va a la casa?
–¿Leyendo?
La voz del más moreno hace que Soobin se voltee de inmediato, justo para captar al mismo acerándosele lentamente, como si probase cuánto podría avanzar antes de ser rechazado, lo que no sucedió.
Namjoon tomó asiento junto a su hijo en la banca de madera blanca, limpiando con sus dedos un poco de la arena que voló hasta la superficie. Le ganó al irlo a buscar primero, porque ninguno tuvo certeza de las intenciones contrarias, sólo fue tácito, pero ya Nam dio el primer paso.
Ambos Choi se mantienen en silencio por unos largos segundos, apreciando la puesta de sol y el mar. Habían un par de gaviotas revoloteando juntas en el cielo, una más pequeña que la otra, quizás eran parientes, tal y como ellos.
–No sabía que conservabas esto – modula al fin, moviendo el libro en su regazo con todo cuidado, era como una pieza valiosa. Nam lo observó y pareció extrañado con la pregunta, como si fuese obvia la respuesta.
–Desde luego que lo conservo.
–¿Recuerdas que nuestro sueño era conocer el mar?
–Tu historia favorita era la de los piratas, por eso la conservé. Esa, la de Peter Pan y la del Principito – afirma con una sonrisa nostálgica, señalando el libro que tanto ha preservado. En los años que colocó los adhesivos en las esquinas rotas sintió mucha frustración por no poder darle más a su hijo, manteniendo lo poco para no perderlo. Binnie siempre fue muy agradecido y cuidaba todo con diligencia admirable a su corta edad. Ahora, lo que todavía conserva, era una prueba tangible de todo lo que han superado, una conexión valiosa a la cual se aferra para sentirse cerca de su hijo, de ellos –. Te inventé tantos cuentos cuando eras un niño...
–No recuerdo muchos de ellos... – musita con pesar, le gustaría traer a su mente cada momento de su vida, sin olvidar nada, por más que cuente con una excelente memoria, es normal que muchos fragmentos de pierdan con los años. Solía escribir todo en una libreta para impedirlo precisamente, o dibujarlo. Su infancia tuvo muchos matices, los primeros años fueron duros, pero no todo lo tiene presente, era un infante apenas.
Namjoon, en cambio, fue un adulto a temprana edad, por él y su hijo.
–Yo recuerdo todos – asegura con añoranza, riendo bajito –. Recuerdo tu felicidad al relatarte cada cosa detalladamente, por más que a veces se me agotaban las ideas o careciesen de sentido, y luego caías rendido con un montón de baba en mi pecho.
–Debiste estar muy cansado de trabajar.
–Era mi mejor momento del día, me llenabas de energía.
La suave entonación y la sentencia hacen que Soobin muerda la cara interna de su mejilla y pose su escrutinio en la blanca arena, ahí donde hay algunos caracoles de mar que recolectó.
–Vi a mi madre, en Ansan. Me contactó por una noticia local cuando estuvimos en Corea para una exposición de arte en la cual me presenté, ella misma me rastreó – confesó de repente, dirigiendo la conversación en otro sentido –. Dijo que lo sentía por abandonarme y que estaba en tratamiento por bipolaridad y alcoholismo. No le fue posible tener más hijos después de mí porque quedó irremediablemente afectada, cosas del descuido y las pésimas condiciones en las que eligió darme a luz – se alzó de hombros, de reojo comprueba que tiene la atención total del hombre mientras él le informa todo sin ninguna emoción palpable –. Al final se casó con un empresario y adoptaron a dos niños, supongo que sigue en tratamiento.
–Bueno, era la vida que soñó y cosechó – comentó con ironía. No guarda rencores, ni siquiera alberga odio o algún sentimiento por aquella mujer, simplemente le da pena por ella, por todo lo que se perdió de su hijo sólo por dominarse del miedo y su peor versión de sí misma –. Admito que no la creí capaz de ir tras de ti después de todo, pero ha sido bueno para los dos, debo de suponer.
–Dijo que era infeliz – expresa con un suspiro tendido, removiendo las ostras en la arena –. No tuve más contacto conmigo luego de eso, sólo quiso desahogar su culpa, imagino... Pero realmente ahí me di cuenta de lo duro que fue lidiar con tantas cosas por ti solo – le otorga una breve mirada al de lentes, aclarando aquello que tenía por dentro; la admiración que ni el tiempo, la distancia o la mala situación que tenían, podía opacar –. Siempre lo reconocí, pero cuando eres adulto, te das verdaderamente cuenta de lo difícil que es el mundo.
–Tenía una gran recompensa cada día, como te dije.
–Pero no fue fácil, no seas modesto.
–Estaba bien estando contigo, Soobin, pese a todo realmente era feliz con tu mera existencia. Tu madre se lo perdió, y siento pena por ella.
Fue como un respiro escucharlo, porque Soobin cargaba el peso de la culpa al haber sido una adición costosa que complicó la vida de Namjoon, por más que no fuese su elección el haber nacido en una época temprana para sus padres. El que ahora su progenitor le diga aquello, sin lucir forzado o falso, era una palmadita que le hacía sentirse como el niño que fue una vez, cuando hacía algo bueno y su padre sonreía orgulloso para abrazarlo, cuando todo entre ellos era más simple y menos recto.
–Considero más como una madre a Arin, si te soy franco.
–Eres su hijo, siempre lo dice.
Soobin es conocedor del hecho, tuvo mucha suerte de encontrar a Yewon, que ella se sumase a sus vidas.
Ciertamente Misaki, su madre, compartió un breve tiempo con él en Ansan, pero no sintió más que lastima por ella; detestaba decirlo, repele la palabra, pero era lo que la mujer le proyectó. No era iluso, ella lo buscó por sanar su alma, por interés personal, quizás, Yeonjun no necesitaba decirlo en alto para denotar que compartía su punto; aún así, su hyung estuvo al margen y le brindó todo el apoyo en su decisión de hablar y ver a la mujer. Fueron muy pocas veces en las que se citaron, no hubo una conexión especial, no sintió un amor maternal, no lloró, no hubo confianza ni sacaban temas a cada minuto: Sólo eran extraños con lazos sanguíneos en común.
Nunca fue esa sensación que su padre le dio desde que tiene memoria, y eso le hizo extrañar a Namjoon por primera vez en mucho tiempo. Para ese entonces habían transcurrido tres años de la discusión en Takayama, aquello aconteciendo dos años atrás, pero no fue hasta ahora que decidió dar el paso de visitarlo. Se supone que estaba ahí por una causa específica, no exclusivamente para ver a su hermanita y a Yewon, pero todavía no tiene claro cómo abordar cierta parte de la charla, es complicado profundizar.
Por eso deja que el silencio vuelva a llenarlos, ahora las dos gaviotas que antes volaban se posan sobre la arena y caminan juntas, despacio. Era una imagen graciosa y emotiva, a Bin le recordó a su padre y a él, pero aquello sólo le trajo más melancolía.
–Es muy fresco aquí, comprendo por qué dejaste Takayama y viniste a un sitio tan lejano.
Namjoon, por su parte, también estaba ahí con intenciones de enmendar la precaria situación en la que estaba con su primogénito, mas está siendo prudente al no presionar a Soobin. Esperaba paciente, por más que la ansiedad le acongoje, viendo también la escena de las gaviotas frente a ellos y haciendo la misma asociación que su hijo, inconscientemente.
–Tuve varios motivos.
–Supongo que yo fui el más grande.
Fue la primera apertura de la caja de Pandoras, una melodía que se mantuvo prohibida suena en pleno silencio, esa con tonos de incomodidad que no son más que arrepentimientos, dolor y tristeza. Ya no eran sentimientos dispersos y fuertes como durante su pelea en el bosque, no hay odio o ira en Soobin, pero sí un amargor producto de la daga que se le clavó en el alma, y por un segundo, se regaña por haber sacado de ese modo aquel asunto, como un reclamo que no pretendía serlo. Sin embargo, Namjoon lo respondió antes de arreglarlo:
–Lo fuiste, pero no por las razones que imaginas.
–...¿No?
–No, no hui del pueblo porque me dabas vergüenza o aversión, sino porque no toleraba que todos te acusaran y repudiaran.
–Esas personas no me importan.
–A mí tampoco.
–Yo creí que sí.
–La única opinión que me importa realmente es la tuya, y la de Hanni, por supuesto – hace una pausa para que lo que ha dicho llegue a su hijo, da su empeño por demostrar que no son simples palabras, sino que en realidad es lo que honestamente siente. Aspira el fresco aire y lo exhala despacio, preparado para todo lo que vendría: –. Ser un buen padre no es fácil, tiendes a equivocarte por el miedo a fallar, te tropiezas y no hay una guía que te lo explique, que te diga cómo levantarte sin temer a volver a caer, esto mientras alguien más pequeño depende de ti. No la tuve en mi caso, al menos, trabajé contigo como mejor pude en medio de los fallos... Pero ahí estabas tú viéndome como un héroe, aún con todo... – agarra un puñado de arena y lo aprieta en sus manos, dejando deslizar por un agujero la misma, con expresión lastimera – Aceptar que los hijos crecen y que toman sus propias decisiones es una tarea muy dura que comprendes cuando te llega la hora de afrontarlo, y más cuando sabes cuán cruel es el mundo.
–No siempre es cruel – añade con un susurro, centrado en los granos blancos que se escapan de la mano de su padre, esa misma que trabajó día y noche por darle todo lo que necesitaba, la misma que le acariciaba el cabello mientras dormía, preparaba su comida, lo cargaba y sostenía la suya más pequeña. Siempre fue su sueño estar en una playa así con su padre, como la del cuento de los piratas, caminar con él de la mano, por la orilla junto a la espuma del mar que llegaba a los pies, pero ni de lejos imaginó que sería bajo circunstancias así, hablando sobre un tema tan complejo. Le mueve mucho por dentro cada cosa que dice el otro –, hay gente noble y respetuosa también.
Soobin en serio quiere que su padre lo tenga presente, que no todo era dolores e injusticias. Sí, él le tocaba una parte dura y corrosiva de la sociedad por su orientación, pero también ha conocido gentileza y amabilidad, decencia humana, gente que tiende la mano sin importar quién la recibirá entre las suyas. Tiene conciencia de que su padre tuvo una vida injusta y dura en demasía, desde niño fue su deseo que su appa Namu consiguiese una amistad bonita, o una mujer que le amase, que borrase esa mirada triste y endurecida que poco a poco fue creciendo hasta volverse en desconfianza y una inmensa coraza.
"No tienes que tener miedo, papá, te prometo que el mundo no nos va a romper" eso era algo que su alma gritaba, pero no sabía vocalizar.
Sin embargo, parece que el mensaje le llegó más que claro a Namjoon, porque dejó lo que hacía de lado cuando el último granito de arena se deslizó de su puño, limpió su mano y encaró al menor con una sonrisa ligera, pero afectuosa.
–Lo sé ahora, hubiese querido aceptarlo más fácilmente antes – sus comisuras bajaron lo poco que se levantaron – como el comprender que, en mi egoísmo, te estaba encarcelando entre mis manos.
Se están adentrando más en el bosque desconocido, repleto de enormes árboles, en un sendero penumbroso...
–Te retractaste, no todos hacen eso – amerita cabizbajo, sus palmas estaban frías y debe frotarlas, manteniéndose ocupado para no ceder al nudo que comienza a crecer en su garganta.
–No borra todo lo que te provoqué – revierte con un siseo amargo –. Vi en Yeonjun un villano, cuando el villano era yo.
–Ninguno fue un villano, somos humanos con defectos, es mi punto de vista al menos. Es como la escala de grises, no todo es negro o blanco – expone con un suspiro pausado, el viento que mece las palmeras incrementó junto al frío, o esa es la sensación que tiene, la sombra en sus pies subió más, el sol ya bajó un poquito más. Tal vez está muy consciente de su alrededor porque le es preferible a tener que sostener la mirada con su padre después de tantos años, con aquel tema en específico, por más adulto y seguro que sea ahora –. Yo no soy padre, dudo que pueda serlo algún día por mi orientación, pero sé qué es el amar fervientemente. Estuvo mal lo que hiciste, pero consideraste que fue lo más prudente para mí, el cambiarme...
–Yo nunca quise cambiarte, Soobin –prometió no interrumpir a su hijo, pero no se contuvo al escucharlo.
Soo cerró su boca por un segundo con desconcierto, el hombre tenía su entrecejo fruncido como si estuviese atónito, hasta se atreve a decir que ofendido.
–Quisiste cambiar lo que yo era.
Namjoon no termina de perdonarse todo lo que provocó en la vida de su hijo durante aquellas etapas de su desarrollo. Constantemente lo recuerda, más ahora que es padre nuevamente de una personita. Sin embargo, el que el rubio tuviese esa perspectiva suya, le hace regresar a su versión vieja y consumirse de culpa en matices de dolor, porque aquella equívocamente proyectaba un repudio hacia su propio hijo, una nula aceptación hacia él, cuando no era de esa manera.
Debe remediarlo.
–Quise, pero una vez lo analicé mejor llegué a la conclusión de que mi deseo realmente era cambiar el mundo para que estuvieses a salvo, no a ti.
–¿Nunca odiaste lo que era?
–Yo jamás podría odiarte, hijo, ni siquiera odié a Yeonjun – expone sin vacilación, la mirada esperanzada y confundida de su hijo mayor le caló por dentro; causó perceptiblemente un daño en su Binnie, y por más fuerte que éste sea, lo divisa en el fondo de aquellos ojos miel que Misaki tenía, una de sus mayores debilidades. Esa cicatriz que se metió en su relación de padre e hijo hace que su impotencia sea perceptible al decir: –. Odiaba no ser capaz de protegerte de ella, el no ser ese gran héroe que viste en mi alguna vez.
Ahora fue el turno de Soobin para encarar al hombre y unir sus cejas, contrariado y confundido por lo que el otro asumió.
–Siempre has sido mi héroe.
Ambos quedan en medio del bosque y el mar ya no tan desconocidos, metafóricamente hablando, dando el primer paso para verse, poniendo una primera venda en la grieta ya cicatrizada, pero existente.
–Y Yeonjun – completa con su voz bajando unos decibeles, su garganta se cerró un poquito por la emoción. Dio una tenue sonrisa para demostrar que aquel hecho no es que le molestara, ayudando a que el rubio destense levemente sus grandes hombros.
–También, pero lo nuestro me ha enseñado muchas lecciones – indica con más serenidad, volviendo a apreciar el mar que refleja los ya opacos rayos del sol. Sus dedos se trasladan por inercia hacia el anillo dorado en su dedo anular, un gesto que pretende ser discreto, pero no se da cuenta en que el mayor ha captado –. Nos respetamos y aceptamos mutuamente, con todo y defectos, trabajamos cada día en mejorar como pareja y como personas. Juntos o separados, tenemos nuestro propio valor como humanos, y es por eso que no dependemos del otro, sino que elegimos estar en el mismo camino a la vez – la alianza proyecta un destello al mover su dedo, brilla justo en el diminuto grabado de sus iniciales, similar al de adentro que marca la fecha de cuando se han conocido él y su hyung. Una sonrisa se forma naturalmente en sus labios, sin pretenderlo –. Nos damos espacio cuando lo necesitamos, nos disculpamos y dejamos el orgullo de lado cuando reconocemos que el otro está equivocado, y lo considero como una fortuna.
» Aprendí a que yo soy mi propio héroe, así como Yeonjun es el suyo, y al unirnos formamos una alianza más fuerte. No nos necesitamos para vivir, pero sí queremos coexistir junto al otro – detiene sus movimientos por el ruido cercano de algunas personas que iban de paso por ahí, cayendo en la realidad de todo lo que ha confesado frente a su padre. Se endereza de nuevo y reposa ambas palmas en sus rodillas, relamiendo sus labios y dándole una breve mirada al que hasta ahora permanece callado –. Sé que no lo entiendes porque somos hombres, pero...
Soobin no se arrepiente ni le avergüenza ,replantea, se considera dichoso por tener una pareja como Yeonjun a su lado, pero no es un inconsciente; sabe que con muchas personas debe callar, porque su versión real no es la misma que otros tienen o comparten.
–Continúa hablando, quiero oírte – Joon intercede pacífico, quiere que Soo sepa que no le incomoda nada de lo expresado. De hecho, quizás suena un poco desesperado al completar: –. Estuve mucho tiempo sin hacerlo.
Tal vez debe tomar la oportunidad, guiar a su padre por el sendero del bosque, hacia esa melodía que es su verdad. Le sorprende que esté tan dispuesto a escucharlo, le remueve una fibra sensible; y es que, el que le permitan ser libre con sus pensamientos a alguien a quien se le ha mandado a silenciar tanto, significa demasiado.
–Yo no he dejado de ser hombre, ¿Sabes? Nunca quise dejar de serlo. Me frustraba que de esa forma hubiese sido más fácil estar con Yeonjun, como una pareja normal, pero me gusta haber nacido así – explica con convicción, soltándose por un minuto –. Muchas personas creen que el ser gay se traduce a sentirse mujer o a querer serlo, eso no es cierto, no en todos los casos por lo menos. Es decir, Yeonjun es hombre como yo, nuestros gustos y personalidades no radican en nuestra orientación o género – enfatiza con sus manos para destacar su objetivo, ponerlo en palabras a veces es tedioso para él –. Sólo somos dos seres humanos normales que se enamoraron, ninguno lo pretendía, simplemente pasó.
–Lo entiendo – concluye luego de meditarlo por un instante, hallando la manera adecuada para dar a conocer su opinión –, no me visualizo con un hombre, por supuesto, ni siquiera lo imagino, pero lo que tu sientes por Yeonjun es lo mismo que siento con Arin, sólo en géneros distintos – y no teme a admitirlo, no sería lógico ni muy imparcial de su parte cuando su hijo mayor se expresa con madurez y sinceridad, con una luz en sus ojos que muestra el afecto que siente por su pareja, independientemente de sus géneros. Le tomó tiempo asimilarlo, mas ya no tiene problema al empatizar y reconocerlo –. Muchas veces la ignorancia del ser humano es guiada y esparcida por la sociedad, me incluyo ahí dentro.
» Creí conocer todo, pero no conocía mucho, y lamento ser ignorante al considerar alguna vez que la homosexualidad implicaba muchas de las cosas que dijiste. Es como... Como lo de la escala de grises que has mencionado hace un rato, eso me gustó – se acomoda mejor en su puesto, girando su cuerpo más hacia el ojos miel. Su hijo tenía una forma de ver las cosas muy especial desde que era un pequeño, le parece lindo el que se exprese como todo un artista. Es una pena que hasta ahora retomen esa costumbre de charlar de la vida como cuando eran cercanos, esto mermó por la distancia que fue creciendo por su culpa. Eran los mejores amigos, adoraban hablar, estar así es como recuperarlo un poco. Soobin se ha vuelto un hombre increíble y maduro, lo que le enorgullece enormemente –. Es una buena forma de medir la vida. Todo es relativo, pero a veces se nos olvida y terminamos por encasillar en negro o blanco las cosas, no vemos el intermedio entre ambos.
¿Cómo reaccionar ante los continuos halagos y reconocimiento de Namjoon? Durante toda su niñez, y la mayoría de su adolescencia, Soobin estuvo acostumbrado a las felicitaciones de su padre, la cuestión es que su afecto y confianza fue en decadencia, al extremo de casi no dirigirse la palabra, de no contarse o confiarse nada, lo que significó no siempre tener una palmadita en su hombro que le indicase que sus logros eran reconocidos, no como antes.
Como cuando abandonas una taza de café hirviendo en pleno verano; por la temperatura externa, tarda en enfriarse, pero eventualmente lo hace.
Por cinco años no mantuvieron contacto alguno, sino por terceros, lo que fue mucho peor. Su encuentro en Takayama y posterior despedida fue explosiva, terrible, una grieta que Bin creyó en su momento era un efecto colateral irremediable. Le dijo a Namjoon en medio del rencor y la decepción que ya no lo consideraba su padre, desde aquello ni siquiera le llama como tal, no en alto. Es normal y comprensible que ahora esté un poco torpe a la hora de comunicarse con él, no por miedo, sino porque perdió la costumbre.
Era muy triste, sí...
–Descuida, suele pasar – masculla lo único que se le vino a la mente, estaba analizando todo lo que el más moreno le dijo, cabizbajo y jugando con sus manos. Pensó que tal vez estaba siendo descortés y que pudiese reflejar que está cerrado a un intercambio, cuando no es así. Creía que ya había vencido un poco la timidez de su natural introversión en la vida, no solía tener los mismos conflictos para expresarse, pero esto era distinto –. Y g-gracias...
Lo bueno fue que Nam lo notó, para él también es distinto, y le parece enternecedor que su hijo, aún luciendo como todo un hombre grande, continúe teniendo los gestos y actitudes de cuando era un niño. Conoce esa faceta, así que da un empujoncito al rescatarlo:
–Retomando lo de la sociedad, descubrí que en la historia hay muchas figuras homosexuales que resultaron influyentes y aportaron mucho, pero vivieron consecuencias terribles por su orientación, me sorprendió enterarme. Considero que fue injusto el trato que se les dio, eso y el que su sexualidad fuese algo que muchos ocultaron al contar sus historias, el cómo omitieron hablar en las escuelas de tantas figuras relevantes a nivel universal, todo por sus gustos.
–¿Tú... En serio investigaste?
–Investigué muchas cosas a lo largo de los años, más que nada después de que te fuiste de Takayama con Yeonjun. Es decir, si aprendí sobre cambiar pañales y cómo criar solo a un niño, ¿Por qué no aprender sobre aceptarlo? Por eso comparto que el amor es algo que todos los humanos sentimos, de una forma u otra – especifica, sonriendo vagamente por la cara atónita de su primogénito, sus orejas incluso estaban más rojas y se contuvo de abrazarlo ante esto. Primero tiene que proseguir su discurso: –. Por ejemplo, yo amé a tu madre, fue mi primer amor y, en la cúspide de lo nuestro, creí ciegamente que sería el último. De hecho, de ella obtuve un milagro hermoso que prueba lo que digo, algo que de alguna manera inmortalizó lo bello dentro de lo que tuvimos. Sin embargo, puedo afirmar sin ningún remordimiento que Yewon es mi amor eterno.
–Del que hablaban en la iglesia – secunda en comprensión, no experimenta más que alegría y satisfacción porque su progenitor comienza a entenderlo. Era impresionante su cambio, estaba quedando gratamente sorprendido y adulado por sus palabras, admirando lo que dice. Siempre fue fanático del cómo Namjoon se explicaba, incluso le generó más confianza para sonreír un poquito y aportar con minúscula timidez, pero felicidad: –. Las canciones de amor suenan a Yeonjun, y me siento muy afortunado de haberlo hallado, como tú encontraste a la profesora Arin. Hanni tiene mucha suerte de tenerlos como padres, ella es la prueba de lo que les une.
–Somos tus padres igual – resalta con sutileza –. Ustedes dos son mis hijos, lo más importante para mí. Que estén reunidos en un mismo espacio es lo que más me llena como padre.
Vaya... Que reconfortante se siente para Soobin oírlo.
–¿No te molesta que Hanni esté con nosotros?
–Para nada, pueden estar cerca de ella sin problema.
–Con discreción – imagina, no va a ponerse codicioso si es la norma y si de por sí está obteniendo más de lo que...
–Ella lo sabe – acaba de raíz con lo que parece rondar en la cabeza de su hijo, espantando todos los molestos pensamientos. En un parpadeo, Soobin le mira con perplejidad, como si quisiera confirmación o un amplio contexto. Se lo da sin inconveniente: –. Lo suyo, se lo dije.
–¿Por qué? – no esconde siquiera su asombro, el que su hermanita de cinco años sepa que Yeon y él son pareja, suena tan irreal y... De ensueño.
–Porque no quise que creciera con esos feos prejuicios que te hicieron daño desde pequeño. Por algo se empieza a cambiar al mundo, ¿No? Hanni te ama tal y como eres, a Yeonjun igual.
–Yo... – ahora sí se le estaba formando una gran bola de emociones que hacen que el tragar sea algo complejo. Pestañea porque está conmovido, los sentimientos le estaban sobrecargando – Significa mucho, en serio, gracias.
Los dos Choi se mantienen en un nuevo silencio por un minuto, no uno tenso o pesado, sino reflexivo, una pausa necesaria para tomar aire en medio del bosque, del mar... Nunca jamás y el mundo real se fusionan para crear una etérea sinfonía que empieza a vendar más y más la herida.
–Soobin, lamento todo lo que te hice, lo que les hice a ambos – destaca, ya no lo consigue retener más. Fue una carga de conciencia acarreada por mucho, la que generó la mayoría de sus insomnios, ojeras, llantos y disculpas al aire, prolongado por años. Ahora que tiene a Soobin en frente, debe decirlo; con urgencia, con arrepentimiento, sin bajar la mirada de los pares meliáceos que le regresan la mirada –. No hay ni un día donde no me deteste por eso.
–No lo hagas, yo no te detesto – le pide, su cuerpo se gira y debe morder su labio para apaciguar sus ganas de llorar, no esperaba una disculpa tan elaborada de parte del mayor, era palpable que Namjoon estaba siendo genuino y que tenía gran remordimiento. Le dolió verlo así, él igual estuvo los recientes años cargando con la pena y el pesar de su separación, de todo lo feo que le gritó en el bosque, buscando recoger los pedazos de lo que se rompió ahí –. ¿Cómo hacerlo? Siempre quise ser como tú, un enorme árbol de roble fuerte. Q-quise que todo lo que hiciste por mi valiese la pena... Y lo lamento, por lo que dije, por mi reacción, p-por... Por no ser el hijo que soñaste.
Por más que se aceptaba y no vivía por nadie más que él, por más que aprendió a dejar atrás las comparaciones, el autodesprecio y los deseos de cambiarse a sí mismo, Soobin siempre iba a tener clavado en el alma a aquel niño interno que anheló con todo su ser el crecer como alguien tan grande como su padre, su primer héroe. Porque amar lo que era, significaba no ser amado por su padre, o eso creyó por casi dos décadas.
Fue más de lo que Nam pudo tolerar, su corazón hizo un "crack", como el de aquella noche donde creyó haber perdido todo y luego encontró a su pequeño bebé en una cajita de cartón, llorando a la intemperie. Ahora no es muy diferente, porque sabe cuando su hijo está por partir en llanto, y él también está en mismo estado.
No tienen que recoger solos los pedazos si estaban ahí para apoyarse.
–¿Que dices? Si eres mejor que lo que soñé. Eres un hombre valiente, alguien decidido que lucha por quienes ama y no se doblega ante el resto. No tienes que ser como yo, eres tu propio bosque, uno lleno de arboles que tú mismo floreciste, y sé que lo sabes ahora – posó su mano sobre la del otro, un primer contacto que, milagrosamente, el menor no rechazó, sino que regresó con ojos cargados de agua salada, como ese mar que es testigo de la muy sentimental escena –. Nunca hubo nada malo en ti. Eres inteligente, luchador, fuerte y admirable, y yo estoy orgulloso de ti, Soobin. Sea como seas, te amo porque eres mi hijo y un ser humano increíble. Alcanzaste tus metas por tu cuenta, sin importar lo que yo u otros dijeran, amaste sin miramientos y sin prejuicios, ¿Quién es tan valiente rodeado de tanto odio?
» Te lo dije de pequeño, y mantengo mis palabras. Nada hará que yo deje de amarte – resaltó cada palabra, como apretó el agarre de sus manos, intentando brindarle consuelo al rubiecito, esos cabellos brillan con el sol y se mecen con la brisa, haciendo que luzca como un ángel; para él, su hijo lo es. Tanto, que las lágrimas se le acumulan desbordantes también, y su voz tiembla –. Tu encontraste a los amigos y pareja que merecías, y me disculpo por no haber sido el padre que te apoyó desde un inicio, lamento haberte hecho pensar que era como el resto del mundo del que te juré proteger.
–Eres el mejor padre para mí, no importa la edad que tenga, yo siempre me sentiré mejor con tus abrazos – apela con voz igual de inestable, con ambas manos ahora sobre la del contrario. Se siente de nuevo un niño asustado, llorando con su padre, dejando salir su temor más grande con angustia:–. Pensé que ya no era parte de la familia.
Namjoon negó, con su mano libre tomando el rostro de su hijo para que lo viera, sonriendo como puede en medio de lágrimas.
–Eres el engranaje más importante, sin ti, nuestra familia no existiría. Tú eres mi héroe, conejito.
La marea se calmó, el bosque ya no estaba oscuro, las gaviotas volaron juntas y el sol estaba a nada de esconderse, dejando apreciar diminutas estrellas en un cielo que pintaba el firmamento con diversos colores.
La calidez se extendió por el pecho de Soobin en un segundo, el viejo apodo fue como regresar a casa luego de una época larga, la cicatriz desapareciendo por completo al ser drenada por lágrimas que quizás pueden unirse al mar, viajando por la tierra y haciendo florecer arboles. El tiempo se paralizó, pero en realidad todo fue muy rápido.
Su padre le dijo que era su héroe, que lo amaba por ser ese árbol que era, con todo y sus lágrimas de imperfección... Namjoon estaba orgulloso de todo él.
El rubio se lanzó a los brazos de su padre a la vez que éste los abría, recibiéndolo gustoso, un abrazo que por años necesitaron, uno que significa aceptación, perdón, amor.
–S-somos un par de llorones.
–Los hombres lloran, e-está bien.
Y los dos rieron en medio del llanto y los hipidos, estrechándose con todo el cariño que un padre e hijo pueden tener.
–Te amo, papá, gracias por todo.
–No imaginas lo mucho que necesitaba escucharte llamarme así, hijo.
Eran mar y bosque, juntos y siendo distintos, sólo Namjoon y Soobin. Tal como cuando eran dos niños, tal como cuando el padre de Wendy la abrazó después de llegar de su viaje hacia Nunca jamás.
*🌼*
–No malcríes al niño, Taehyun.
–Es sólo un poco de pan, cálmate.
–Los animales no comen dulce, para eso lo llevamos a consultas y chequeos. Hobak tiene una dieta en el refrigerador, ¿Para qué tienes ojos tan grandes si no lees, Kang?
La carcajada escapa del castaño, por más que haga que se gane un golpe con el cojín del sofá. Estaban en la sala terminando de limpiar, descansando mientras comen nueces con maní y tostadas con mermelada, Gyu en el sofá y Tae en la cómoda alfombra.
Taehyun había tomado un pedacito de pan dulce para darle al pobre minino que le miraba suplicante, con orejas gachas y llantos chiquitos, poniendo su patita en su pantalón para convencerlo de darle una probada, ni siquiera arañó fuerte la tela. Por supuesto que Beomgyu lo atrapó y regañó totalmente indignado, con ese puchero enfadoso y acento que empleaba al molestarse. No se resistió para levantarse, sacudir sus manos e ir detrás de su esposo, quien se llevaba su plato al mesón de la cocina, siguiéndolo con una sonrisa boba que sólo demuestra lo enamorado que está de su hyung.
–Mis grandes ojos están puestos en ti. Eres un excelente padre, Beomie.
–Yah, no te zafas de tu castigo – contiene una sonrisa igual de enamoradiza, escapando de los fuertes brazos que buscan rodearlo. Regresan a la sala entre sus evasivas para hallar a su gatito jugando y esperando por ellos, acercándose a sus pies como para pedirle perdón, entre ronroneos y un movimiento de su colita enroscada entre sus piernas, llenándolos de pelos. Sonríe amoroso y lo carga, yendo a sentarse con él en piernas, repartiendo caricias en su gran pelaje –. Has estado haciendo cosas a mis espaldas, sé que lo estás malacostumbrando mucho.
Taehyun observa embelesado la imagen. Hay una fotografía familiar en la pared de la sala donde salen ellos dos y el felino en medio, esa vez estaban en el parque cercano al edificio, esta se convirtió en su favorita para exponer, pero cuando él es quien aprecia a la bolita de pelos junto a Beomgyu, sin él estando en el recuadro -justo como ahora-, siente que su pecho se llena de miel desbordante. Nunca imaginó llegar a sentir tanto, volverse lo que él consideraba cursi e improbable, porque realmente siente que puede vivir por ellos, que amaría a su hyung por toda la vida.
Como en esas películas de acción o superhéroes donde el protagonista se desvive por quienes ama, a ese nivel había llegado. No sé arrepiente, claro, más bien toma lo que la vida tan bondadosamente le ofreció y se une a la escena tan bonita frente a él. Se posiciona a un lado de Beom y lo rodea con su brazo, atrayéndole a la vez que le da un beso en la cabeza, su mano igual yendo hasta el minino que yacía acostado y disfrutando de la atención de sus padres humanos, desde el cómodo regazo del mayor.
–¿Cuál es mi castigo? – pregunta con voz aterciopelada, cerca del oído del otro. Choi giró un poquito para ver sus labios y lamerse los propios, sonriendo con coquetería y haciendo que su organismo cosquillee en anticipación.
Hasta que el astuto y travieso castaño le susurra con dulzura:
–Abstinencia de mi parte.
–¿Qué? – pestañea aturdido por el cambio de atmósfera, su esposo se levantó y cargó a Hobak para dejarlo en la camita acolchada que estaba en un rincón de la sala, a pesar de que la bolita de pelos se quejó por ser interrumpido de sus caricias.
Igual Hobak amaba dormir, así que no le hizo más caso al asunto apenas su cuerpo tocó la acolchada superficie, ajeno a lo que los humanos hablaban.
Beom se mantuvo serio al ir a la habitación que comparten, divertido a costa de la expresión contrariada de Taehyun al ir con él por el corto trayecto, como si comprobase lo que decía; pasen los años que pasen, el chico era tierno sin proponérselo, incluso con sus lentes de lectura y corbata sexy, hasta cuando entrena en el gimnasio o estando desnudo mientras hacen el amor. ¡Oh! y ni mencionar cuando está envuelto en tiernas pijamas que demuestran que dentro de esa masa de músculos e inteligencia había un hombre dulce y sensible. En cada faceta, lo adora.
Sin embargo, debe continuar su reproche para que aprenda la lección.
–Como me escuchas.
–Debe ser un mal chiste.
–Mal chiste fue que me rechazaras por años y aparecieras en último minuto como un tonto acosador, Kang.
Auch, golpe bajo. Beom lo usaba sin malicia real, se volvió un chiste negro para ellos, amaban tener mismo sentido del humor.
Por esto, Tae hace una jugada en venganza, adelantándose frente al mayor y cargándolo en sus brazos. Por inercia y la rapidez de su acto, el chico enreda sus extremidades en él, gritando una queja.
–No me apartes de tus ojos color caca.
Beomgyu se rinde y escapa una risa al recibir besos seductores de Taehyun por todos los sitios que alcanzaba, siendo atacado por más que patalee; no es que ponga mucho empeño en zafarse, estaba sonrojado como un horrible tomate, pero plácido de recibir tales atenciones.
–No te va lo Shakespeare, Tyunnie.
–La frase la inventaste tú, hyung – dice en plena risita, deteniendo su ataque para recostar al más alto en el colchón de su cama, ambos suspirando tendido.
Beomgyu aflojó la fuerza de sus agarres y repartió caricias en los hombros y espalda contraria, permitiendo que el dongsaeng le aparte mechones de cabello del rostro. Tae igual ponía atenciones de las que él siempre se daba cuenta, como no dejar caer todo su peso -por más que él fuera lo suficientemente fuerte y hasta más alto para sostener al menor- o estar pendiente de su comodidad.
Pero ahora tenía una disputa que ganar.
–¿Sabes que hizo Jay la última vez que metió la pata y Jungwon no lo perdonaba? ¡Lo llevó a vivir a Canadá! Pueden ver las cataratas del Niágara cada que se les antoje.
–¿A dónde quieres que te lleve? – simplificó apacible, dispuesto a negociar para hacerlo feliz; por supuesto que, aunque estén jugando un poco, él conoce cuando su hyung en verdad está molesto, porque ni le deja tocarlo o acercarse como ahora, pero no está de más complacerlo – Tú dime lo que quieras y yo lo hago, o lo construyo si no existe.
Beomgyu también se derrite como la azúcar cada que Taehyun ponía esos enormes ojos sobre él, con toda devoción y seriedad al quererlo consentir. Recuerda la primera vez que lo vio, como todo un príncipe llegando a su rescate, ahora lo percibe más como un príncipe que pelea junto a él, unidos y más fuertes.
–Mi arquitecto favorito – vencido por las circunstancias, besa los labios del más bajito al atraerlo por el cuello, enreda sus dedos entre las sedosas hebras marrones, degustando con lentitud y parsimonia la cavidad contraria. Al separarse con un sonidito lascivo, susurra contra los humedecidos labios: –. Llévame a París, así viajamos en tren hasta España y visitamos a Jisoo y a Lisa, me deben dinero.
–En el viaje gastarás mucho más de lo que vas a recuperar, pero una escapada romántica a Europa no nos vendría mal – sonríe besando casto los pares ajenos, recibiendo una lamidita traviesa del otro, él igual succiona los labios de su esposo con cuidado. Ama la libertad de ser todo lo chicloso que quería al no tener que correr acelerado por el poco tiempo que las obligaciones les dejan, y sabe que es mutuo –. Te cantaría en la torre Eiffel, comerías croissant, iríamos de la mano hasta Pont des Arts para colocar uno de esos candados en forma de corazón con nuestro nombre.
–¿Es todo tu plan más original? – ladea su cuello para recibir ahora besos ahí, estremecido y gustoso, aguantando una sonrisa cuando el chico se traslada a su lóbulo; sí, sigue adulándolo con esa extraña fascinación por sus orejas. Es obvio que está molestando un poquito más a Kang al mantenerse estoico en todo momento, hacerse el difícil era gracioso – Que cliché y empalagoso.
–Bailaríamos afuera de le pyramide de louvre y te haría el amor en...
De repente, Beomgyu invierte posiciones y deja a Taehyun debajo de su cuerpo, aprensándolo entre sus muslos y poniendo sus codos a cada costado. Fácilmente Tae podría volver a someterlo, pero se dejaba dócilmente.
–¿Sabes que en París la gente tiene sexo en las plazas? – persuade con tono más profundo. Taehyun pasa saliva, moviendo su manzana de Adán de una manera sensual a su vista.
–¿Quieres que seamos nudistas?
El entrecejo de Gyu se arrugó en desacuerdo, por un momento lo caviló mejor.
–No, no quiero que vean lo que es mío.
A Tae se le crea una nueva sonrisa y sus manos rodean la cintura contraria, masajeando de arriba hacia abajo con diligencia.
–Tampoco quiero que vean lo que es mío, mon amour.
–Dios, no hables francés así de repente sin avisar~ – gime quejumbroso, riendo en el pecho de su esposo por la pena, sintiendo que éste tiembla también por una risa, los dígitos largos enredados en su pelo. Desde que Yeonjun le dijo a su primo sobre aquella palabra, y el cómo Soobin de niños nunca se percató sobre su significado, Taehyun no paraba de decírsela. Una de sus debilidades es el inmenso intelecto del menor, pero cuando habla en otro idioma... Descubrió que era como una flecha directa a su corazón, incluso el descarado lo usaba en su contra cuando tenían intimidad o si quería tenerlo sonrojado, como ahora; el idiota decía que era un fetiche, y él se avergonzaba en demasía de admitirlo –. Me estás atacando.
Taehyun cubre el cuerpo de Beomgyu con sus brazos y, delicadamente, los gira para quedar recostados, cara a cara y abrazados. Le encanta perderse en esos ojos tan acaramelados como un café azucarado, en su nariz, labios, lunares, pestañas, cabello... Todo lo que conforma a la persona que ama, a quien aprendió a amar sin importa si era un hombre como él.
Su átomo de helio, su hyung trepa árboles y quien se volvió su familia.
–Je't aime, Beomgyu.
El corazón del aludido da un saltito dichoso, la luz colada entre las persianas hacen que el iris de Tae se vea más claro y atrayente, puede divisar constelaciones que se le formaron al menor, y a él mismo le conmueve tanto aquello, que también sus cuencas se humedecen. Pero ya no por tristeza como en el pasado, sino por plenitud, porque su sueño se cumplió, era tan real como esas canciones románticas que Taehyun le cantaba a veces.
Sin importar que sus familias no estén satisfechas con ellos para acompañarles con su bendición, sin importar las adversidades ni constantes luchas, la alianza plateada en sus dedos era sólo una prueba material de lo que saben, como lo es su hijito felino: Eran un equipo.
Tanto ellos como sus dos hyungs, Yeonjun y Soobin. Y tal como los dos mayores decían entre burlas afectuosas, ellos eran un par de cursis románticos, así se quieren a diario, con todos y esos arranques sentimentales que les desbordan.
–Je't aime, Taehyun.
Una sonrisa en medio de un beso fue lo que selló la promesa, una de un mañana y futuro al lado del otro.
*🌼*
Yeonjun observa con profundidad y veneración cada cuadro, foto u objeto que esté en la casa y tenga relación con su mocoso Binnie. Ha tenido la satisfactoria libertad de rondar por ahí entre ratos y apreciar los detalles, le contenta que Namjoon guardase recuerdos y demostrara la presencia de su hijo en su casa, era un toque muy familiar y deleitante. Quisiera ver una foto de todos colgando en la pared, pero tal vez eso era mucho soñar, mucho pedir.
Estaba complacido por cómo resultó esa tarde todo, Soobin y Namjoon llegaron juntos desde la playa a eso de las ocho de la noche, listos para cenar. Él y Yewon se mantuvieron expectantes desde que pisaron la vivienda, y suspiraron alegres cuando padre e hijo se rieron entre chistes, desapareciendo toda esa tensión incómoda y el brillo de triste añoranza en sus ojos, mostrando sus hoyuelos y miradas de serenidad.
Amaba la paz de Soobin al compartir una cena todos juntos, aunque debajo de todo, aún hay algo más. El rubiecito tras tomar una ducha refrescante y hundirse entre las sábanas, y sus brazos, le narró todo el intercambio verbal y afectivo con Namjoon en la playa, lloró feliz y conmovido, y él secó cada lágrima con ojos igual de lagrimosos, porque le brinda mucha tranquilidad que las cosas al fin se solventaran. Él por años fue testigo de lo unidos que eran ese par de Chois, sabe de primera mano lo que vivieron y siempre los admiró, así como también lidió con la distancia que se impusieron después de Takayama; el rencor de Soobin, el dolor, la decepción, todo eso que en matices fue adquiriendo tristeza, remordimiento y anhelo a lo largos de los años.
Se sentía culpable, fue un detonante y daño colateral en esa relación, no a propósito, pero lo fue. Todos esos años consoló y apoyó a su pareja, sirvió de intermediario, respetaba sus decisiones y le daba empujoncitos para sanar. Le complace saber ahora que todo ha sido conversado y curado, al menos para esos dos.
Sin embargo, Soobin, luego de detener sus emotivas lágrimas y discurso, en medio de un beso casto que compartieron, le miró a los ojos y susurró con cierta tristeza:
–Sólo...Me gustaría que tú también te perdones, hyung, que ustedes dos se perdonen.
–Yo ya lo perdoné, amor – suspira bajito, apartando los mechones rubios en el rostro contrario. Ya entendía ese algo que faltaba en Soobin, mas no tiene claro si puede complacerlo en ello; no porque no quiera, sino porque no depende de él solamente –. Y creo que, de cierta manera, igual me perdonó, por todo lo que te dijo.
–Pero sólo cuando se perdonen a ustedes mismos serán capaces de remediar todo, y para eso deben hablar entre ustedes. Sé que lo aprecias mucho todavía, Junnie.
Los dos se miran en silencio, no hay prisas en sus acciones. El menor estaba en el regazo del azabache luego de que, rato atrás, se sentaran en el colchón, éste último lo sujetaba de la cintura mientras el otro traza figuras imaginarias en su nuca y hebras. Los dos tienen esa conexión que, sin palabras, hace que se comprendan sin inconvenientes. Se sumergen en una atmosfera calmada para debatir el punto planteado.
Porque Soobin tiene presente cuánto Yeonjun quiso y admiró a su padre desde que le conoció, incluso cuando los separó de cierta forma por años. Y eso no ha cambiado, así que hay remordimiento de los dos lados.
–¿Quieres que hable con él? – ofrece, dándose por vencido y besando la muñeca del menor cuando éste posó una mano en su rostro para sujetarlo. El chico le regaló una sonrisa de labios sellados, reconfortante –. Planeaba hacerlo de todas maneras, sólo quería que primero lo hicieras tú por tu cuenta, no meterme en medio sin tu permiso.
–Gracias por siempre respetar mi ritmo, y tú nunca estás en medio... Sin forzarlo, ¿Sí? Es una observación, no tienes que ir con él ya mismo.
–De acuerdo...
Posterior del par de sonrisas cálidas de gratitud, el ojos miel recordó la notita que la pequeña de la casa le entregó a su esposo antes de irse a dormir, sonrojada y sin que su padre la atrapase. La leyó cuando Yeon la depositó en la mesita de noche, junto a la coronita de papel y un diente de león ya reseco que le trajo otros recuerdos de su infancia en el pueblo.
Enfrentó al chico con ceja enarcada, medio divertido e intrigado.
–Ahora que recuerdo, ¿Por qué Hanni te escribió que eras su príncipe?
Jun da una risita y se alza de hombros con desdén.
–Creo que tu hermanita quiere que sea su novio cuando ella crezca.
El más alto se posicionó mejor, con una pierna a cada extremo de las caderas opuestas, y expulsó un resoplido enfadoso.
–Se quedará esperando esa mocosa.
–¿Celoso? – pregunta con gracia, recibiendo gustoso los besos en su cuello y clavícula.
–¿De mi hermana de cinco años y medio? – inquiere con suficiencia, separándose de la piel de su pareja por unos segundos, viéndole directo a los ojos antes de depositar un beso apenas perceptible en los labios opuestos. Su voz se vuelve más profunda al demandar: – No, sé que eres mío.
A veces Yeonjun siente que va a perder la cabeza cada que Soobin se pone autoritario y osado, atrevido al besarlo y tomar las riendas de la situación, moviendo muy leve sus caderas y guiando el ritmo. Eran muy escasas las veces que quiere estar arriba, en todo sentido, pero obviamente ahora está de mucho humor.
Es admirador de todas las facetas que su mocoso ha transitado desde niños.
–Soo... – consigue musitar, sosteniendo el cuerpo del rubio y aspirando su adictivo y exquisito aroma – ¿Aquí?
No es que quiera detenerse, pero si continuaban por esa vía -que es lo más seguro-, terminarían teniendo sexo a unos metros del cuarto de Namjoon y Arin, y, por si fuera poco, de la recámara con stickers que pertenece a la más que dormida Hanni. No es la primera vez que les ha ganado la pasión, como esa ocasión en la que visitaron a Tae y Beom, o en casa de Jay y Jungwon, pero esto era otro nivel.
Las consecuencias con ellos eran simples quejas, mofas e insultos, pero aquí...
–A ti nunca te ha importado dónde o cuándo, cielo – pese a sus afirmaciones y a las ganas que de pronto le invadieron, todo por un par de besos y caricias de ambos, se aleja un poquito de su hyung y recobra un poco de su postura, algo inseguro una vez meditó el asunto – ¿Me detengo? ¿Crees que escuchen?
Ahí estaba su Binnie penoso y prudente, ruborizado, con pupilas dilatadas y mordiendo sus rojos y humedecidos labios en nerviosismo.
Yeonjun no se contuvo y se recostó en la cama a la entera disposición de Soobin, sonriendo seductor en medio de un guiño.
–Seremos silenciosos.
Cabe decir que fueron sumamente precavidos y sigilosos para impedir que les atrapasen en tan bochornosa e intima situación. Soobin fue cuidadoso con Yeonjun -no porque su hyung fuese frágil, en lo absoluto, sino porque debían mantener el volumen al mínimo-, esta vez él estaba a cargo y arriba.
Había algo muy romántico y único al hacer el amor en una casa frente a la playa, la decoración de la habitación resaltaba aquello, como las velitas que encendieron en la mesita de noche. También hubo un toque excitante ante la adrenalina de sentir que estaban cometiendo un pecado que sólo las cuatro paredes cubren; intimar en casa de sus familiares era demasiado extremo, y ni siquiera se explican de dónde salieron esas ganas de perder los estribos, si el día fue muy emocional.
Suponen que son cosas que pasan cuando están tan felices y estúpidamente enamorados.
*🌼*
Al día siguiente despiertan más tarde que los días previos, mas nadie les tocó la puerta ni importunó. Se alistaron y agradecieron no tener indicios de su travesura, no se dejaron marcas ni nada visible, a Yeon le dolía un poquito la cadera, pero no era algo que saltase a la vista.
Bajaron juntos y tomaron el desayuno, Yewon fue la única que les saludó, puesto que Nam y Hanni salieron de paseo para hacer unas compras. La mujer está totalmente ajena a lo que hicieron, así que se dan una mirada cómplice que logra ruborizar al abochornado Soobin.
Más tarde, Yeonjun aprovecha que no hay moros en la costa, porque su esposo estaba charlando por teléfono con Beomgyu mientras que la profesora Arin hacía labores en el jardín, dirigiéndose a una de las cosas que más captaba su atención desde que cruzaron la puerta días atrás: El hermoso piano blanco que está en una esquina de la sala.
Le es una ubicación ideal, pues una ventana sobre el piano daba luz natural y por esta entraba la ventisca marina, la vista daba directo a la playa que está a unos metros. Con sigilo, y esa emoción electrizante surgiendo en él, toma asiento en la banqueta y reposa sus largos dedos en las teclas. La última vez que tocó fue hace casi un año, lo echaba mucho de menos.
Sus dígitos se movieron por cuenta propia y empezó a tocar una melodía de cuna que guardaba especialmente en sus memorias de infancia, porque fue la primera que consiguió completar perfectamente, allá en Takayama. Su corazón se calentaba y sus ojos se cerraban, estaba sumergido en la música y el ambiente, la sensación reconfortante en sus yemas y el movimiento contento de su pierna derecha. Realmente ama la música, ama el piano.
Una vez finaliza la pieza, tiene ganas de tocar más, vacila porque no quiere ser irrespetuoso y abusador si no se le ofreció tal libertad con el instrumento, ¿Debería...?
–No perdiste la práctica, conservas la chispa.
Yeonjun encara de un leve salto a Namjoon, quien reposa en el marco de la sala, atento y con brazos cruzados.
–Tuve un buen profesor de piano cuando era niño – contesta limpiando sus palmas de sus rodillas, aclarando su garganta con intenciones de levantarse de la banqueta –. Lo siento, no fue mi intención abusar.
–No tengo problema en que toques el piano, para algo está ahí. De hecho, me extrañaba que aún no lo hubieses hecho. Me alegra de enterarme que no fue porque perdiste el entusiasmo en él – con un ademán y sus sentencias consigue que el chico no se mueva de su puesto. Es obvio que estaba un poco nervioso, así que se le acerca con actitud amistosa hasta pararse a su costado, con una palma sobre la superficie blanca del instrumento – ¿Recuerdas lo primero que te dije al entrar en nuestra primera clase?
–Un piano es un instrumento musical de cuerda percutida que se toca a través de un teclado de 88 teclas – dice unos breves segundos después de la interrogante. No sabe a qué iba la pregunta, pero sería descortés no responderla –. Produce sonidos al golpear las cuerdas con pequeños martillos de fieltro, y tiene tres pedales para variar el tono y la duración de las notas.
Nam no se sorprende de la información tan exacta que memorizó su ex aprendiz, sino que sonrió complacido. Yeonjun siempre fue muy atento a todo lo que le decía en las lecciones, agradece que no lo olvidase.
–¿Y qué me contestaste?
–No recuerdo las palabras con exactitud – confiesa un tanto apenado, detallando las teclas para tratar de recuperar la pieza de memoria, su ceño unido en concentración. Algo se le viene a la cabeza, un tanto difuso, y lo expone con una inusual timidez: –. Creo que dije que usted sería las cuerdas.
–Dijiste que yo era las cuerdas y tú serías las teclas – completa en confirmación, paciente y con misma sonrisa de nostalgia –. Para un niño de diez años era una analogía bastante lógica, tus tías se rieron, pero yo guardé esas palabras con sumo aprecio. Nunca tuve un alumno como tú, ni en ese entonces, ni después.
El fragmento perdido regresó a su cabeza entonces. Su tía Eunhi había jalado sus mejillas por la ternura que le generaron sus palabras para el profesor al que apenas acababa de conocer y ya adoraba, las demás le abochornaron por completo. En aquel tiempo fue una metáfora bastante ingeniosa y bella, ha de admitir, pero ahora tras todos los sucesos previos en sus vidas, era melancólico: Las cuerdas y las teclas hacían funcionar al piano, trabajaban juntas para crear la música, eran igual de necesarias, por eso eran inseparables.
Irónico que las cuerdas casi ahorcan a las teclas...
Aquello le rememora lo que Soobin le comentó anoche. Tal vez abrir el tema era requerido, por algo Namjoon se acercó a él, es un indicio, ¿Verdad? No le teme, simplemente es prudente para no dañar las cosas que ya parecen estables para Soo y su padre.
Pero se lo ha prometido, por lo que se atreve a abrir el tema:
–¿Incluso ahora guarda ese aprecio?
–Más ahora – no duda siquiera en hacérselo participe, el menor lució asombrado por un instante, y no lo culpa en lo absoluto. Visiblemente el niño que conoció había crecido, dentro y fuera. Tampoco era el mismo al que asustó e intimidó cruelmente hasta doblegarlo a su voluntad impuesta. No, él había captado desde que llegó junto a Soobin que Yeonjun era un hombre hecho y derecho, dispuesto a todo por quienes ama, alguien respetuoso y expresivo, quien no tenía miedo en su mirada al verlo, de hecho, tiene sus ojos fijos en los suyos. La determinación del pelinegro era increíble, todos esos años también estuvo al tanto de su vida, y no hizo más que callarle la boca con hechos. Era más que digno de estar con su hijo –. Mi esposa dijo que estabas buscándome.
Nam le estaba cediendo el turno, le dio el gusto a sabiendas que Yeon deseaba ser el que hablase primero. En efecto, el chico le plantó cara y lo observó con decisión, sin titubeo, como cuando era un adolescente y le admitió amar a su hijo, sólo que más templado.
–Señor Choi, estoy muy agradecido por su recibimiento y con la charla que tuvo junto a Soobin, él lo ama y yo nunca he pretendido apartarlo de su lado. Siempre los admiré y consideré personas muy importantes para mí, no sólo iba a Takayama por él – inicia con toda la cortesía que su porte le brinda –. Yo nunca haría nada para lastimar o irrespetar a su hijo, sostengo el decir, sin vergüenza alguna, que lo amo, al punto de dar mi vida por la suya de ser necesario.
» En todos estos años compartiendo junto a Soobin tengo la plena certeza de que nunca amaría a nadie de la manera en la que lo amo a él, es especial para mí desde el mismo instante en el que lo conocí, sigue siendo también mi mejor amigo. Cada día trabajo para ser una mejor versión de mí, por nosotros, por él. Una vez cometí el error de alejarme, pero ya no lo haré, a menos que él me lo pida, y de ser el caso, lucharé para enamorarlo de nuevo, si él me da la oportunidad.
Vaya, eso es valentía.
–¿Me das tu palabra?
–Le doy mi irrevocable palabra, y más que eso, le doy hechos sólidos.
–¿Y si yo te pido nuevamente que te alejes de él? – era un cuestionamiento tramposo, desde luego que era mentira su petición, se mantiene inmutado y a la espera de lo que el menor diría.
Acertó al tener una respuesta seria y sin titubeos en el mismo segundo:
–Nunca lo haría, por más que le guarde respeto. Soobin es mi esposo, aunque ante los ojos de la iglesia y de usted eso no sea posible, y entre mis votos está el serle fiel y honrarlo. Le juré quedarme, y eso haré – se puso de pie frente al de gafas, soltando un suspiro corto, porque esperaba que fuese una prueba y el hombre fuese más flexible, o sería más complicado –. Quiero que las cosas estén bien entre nosotros para que sea todo más tolerable de sobrellevar. Le debo una disculpa por mis fallos en el pasado, pero tengo la responsabilidad de decirle que, si no me acepta, por más que lamente el mantener distancia de usted y de su familia, no dejaría a Soobin.
–Bueno, ya yo hablé con él, y sería muy deshonesto de mi parte exigirte alejarte luego de todo lo que le dije. Además, siendo honesto, tampoco quiero que te apartes de nosotros – verbalizó al fin tras un breve instante. Por más que el azabache disimuló con su postura erguida, lo vio destensar sus hombros y bajar las defensas. Señaló la alianza en el dedo del otro –. Soobin me contó lo de la boda, no importa lo que cualquiera diga, es una unión simbólica para ustedes, así que tiene el mismo valor que cualquier otra. Te sorprendería cuantas personas rezan y se casan en un templo religioso siendo malas personas, o la cantidad de matrimonios carentes de amor, confianza y respeto que terminan por fracasar, incluso después de dar sus votos en un altar.
–Lo acepta – prueba un poco dudoso, obteniendo un asentir leve pero firme del más bronceado.
–Siempre quisiste reflejar lo mejor de ti frente a mi, y yo te defraudé al pagarte con el censurarte y apartarte sin derecho a nada. Lo siento profundamente, como el haberme tardado en decírtelo, y aunque la última vez me dijiste que ya me había perdonado, lo repito. Sé que es mucho pedirlo, pero confía en que mis palabras son sinceras – asoma un poco sus hoyuelos para demostrarlo –. Debes tener claro que tú me enorgulleces a mí como profesor y persona, Yeonjun, y espero que estés orgulloso de ti mismo también.
Fue una boconada de alivio cerrar aquella página tan pesada y oscura entre ellos, las cuerdas se alinean nuevamente con las teclas del piano, una fortuna que ambos agradecen mientras son iluminados por la luz natural que entra por ventana a su costado.
–Lo estoy, y sus palabras son preciadas para mí, sé que son sensatas – acepta con gratitud, relajando su postura y correspondiendo a su sonrisa. Ellos deben darse paz mutua, como dijo su mocoso: –. Usted no nos separó del todo, yo tomé mis decisiones, así como decidí regresar a luchar por su hijo. Ya es un tema del pasado, aún así debe saber que no le guardo rencor u odio. Hizo lo que un padre haría para proteger a su hijo cuando consideró que sufría una amenaza, sé que fue por amor y no por mala intención en nuestra contra. También le debo una disculpa por mentirle y hacer que se enterase de lo nuestro por su propia cuenta.
–Eras sólo un chico, y creo que fuiste muy valiente en todo momento como para enfrentarte a quien considerabas alguien respetable y honorable. No cualquiera me habría dado la cara de las formas tan obstinantes en las que tú lo hiciste, y aunque agradezco tu nobleza, sé que tomaste esas decisiones por mi presión. Puede que lo hice por amor, pero no justifica que yo fallé, reconozco mis culpas – le dio mérito a su modestia, movido por la gentileza de su yerno –. Tú te mantuviste firme a pesar de que yo fui contundente, eso no ha cambiado hasta el sol de hoy, y en serio lo considero una virtud. Sólo un hombre de verdad es capaz de pelear por quienes ama, contra cualquier adversidad.
–Vaya... Confieso que ahora mismo no sé qué decir – los halagos le adulan y hacen que agache un tanto su mirada. El hombre rió bajito ante esto y dio un paso para sostenerlo por los hombros.
–Mi hijo te ama como tú a él. Te merece como tú lo mereces, es lo que me importa en el ahora y en el mañana.
Aunque el mismo Soobin constantemente se lo dice -y él también lo sabe-, el tener la aprobación y el reconocimiento de Namjoon es como remover aquel algo que faltaba. Su mocoso era muy inteligente, tuvo razón al decir que sanarían al dar un pasito más.
Yeonjun se amaba a sí mismo, se había perdonado por la mayoría de las cosas que hizo, claro que tendría que cargar con otras como cualquier ser humano que cometió errores, sin embargo, la última pieza se liberó cuando su conciencia se limpió.
Namjoon y Yeonjun se perdonaron mutuamente, y eso fue lo que hizo que terminaran por perdonarse a sí mismos, porque el aprecio seguía, no fue su intención lastimarse.
–¿Significa que soy bienvenido? – su pregunta la acompaña de una risita entrecortada, la emoción hizo que sus ojos se empañaran, el tacto afectuoso todavía sobre sus hombros. Por un diminuto segundo contuvo el aliento por la sacudida de cabeza que dio el hombre, hasta que las comisuras de éste se alzaron.
–Eres familia desde que llegaste a nuestras vidas, lamento si en un momento te hice creer lo contrario, Yeonjun.
Entonces Namjoon lo estrechó primero, era impresionante que hacía tantísimos años no se abrazaban hasta el punto de olvidar la última ocasión en la que lo hicieron, pero fue tal y como lo recordó.
–Gracias, señor Choi.
Yeon realmente era un healing, porque terminó por darle la paz que necesitaba una vez le correspondió con mismo aprecio.
El emotivo momento terminó con una propuesta del de lentes, quien ofreció tocar para su ex alumno, el chico no duda de aceptar entusiasmado. Hace mucho no oía a Joon tocar, y volver a hacerlo le teletransportó a su infancia y juventud. Seguía creyendo que era el mejor maestro.
–¡Papi, enséñame piano junto a Yeonjunnie oppa!
Hanni interrumpió al culminar la sonata que tocó su padre, delatando que estuvo espiando junto a su hermano mayor, los dos estaban en el marco desde un minuto atrás y sonreían ante la dulce escena de un Yeon embelesado y un Nam sumergido en las notas.
Soo iba detrás de la niña con reproche, aún sin borrar su enorme sonrisa por la resolución, porque si esos dos estaban tocando juntos significaba que se reconciliaron. Su hermanita se lanzó a las piernas de Yeonjun y ante eso tuvo que cruzarse de brazos, riendo como su padre y el azabache que la sostuvo en su arrebato.
Fue una tarde preciosa para todos, Yewon se sumó y toda la casa fue risas, historias y música. En la noche empezaron a preparar la cena juntos, optaron por aquel día permanecer en el hogar.
Los siguientes dos días sí salieron a explorar en familia, Kamakura contaba con diversos ecosistemas y sitios turísticos estupendos, una de las mejores experiencias fue el compartir un día en la playa. La cantidad de recuerdos preciados fue en aumento.
*🌼*
Les quedaban tres días nada más en la ciudad costera, pero Nam y Arin les repetían una y otra vez que siempre las puertas estaban abiertas para sus visitas, incluso prometieron ir hasta donde ellos estuviesen de vez en cuando, entre vacaciones. Por supuesto que Yeon y Soo aceptaron encantados, estaban decidiendo en quedarse una temporada larga en el país. Concuerdan en que echaban de menos todo, y ya no tienen muchas razones para irse tan indefinidamente.
Durante los días previos, Soobin y Hanni tuvieron varias peleas, obviamente eran minúsculas y absurdas porque ellos se adoraban y nada iba en serio, pero todo radicaba en la misma persona:
–Princesa, él es mi esposo.
–¡Comparte un poquito conmigo! Tú lo tienes siempre, hermanito.
–Ella sí es una mocosa llorona – Soo resopla en un entornar de ojos por la niñita que le sacó su lengua infantilmente. Al menos soltó finalmente la mano de su hyung.
–A mí me encantan así – sonrió con descaro y coquetería, susurrando sólo para que su dongsaeng lo escuche, esos días estuvo muy entretenido a costa de los tiernos hermanitos que parecían pelearse por él. Sin embargo, ante su comentario de ahora su mocoso le otorgó una mirada fulminante e indignada. Lo hizo reír con un mohín, yendo hasta él para rodearlo por la cintura –. Yah, hablaba de ti, siempre es de ti.
–Idiota... – Bin farfulló luchando por no sonreír, correspondiendo al abrazo brevemente y con su rostro levemente caliente.
–Vamos al parque – Hanni interrumpe con un berrinche antes de que sus mayores terminen por besarse ahí, ya estaban por hacerlo, ella conoce esas demostraciones de memoria –, no sean melosos como papá y mamá.
Los Choi salen de su burbuja con toda la pena, desde que se enteraron que la niña conocía su relación, eran más libres y demostrativos frente a ella. Se apartan con una risa abochornada y orejas enrojecidas, tomándola cada uno de la mano para llevarla al parque como prometieron; esa mañana los padres de la casa habían salido al trabajo. Tenían mucha popularidad y demanda en la zona, así que se ofrecieron a cuidar a Hanni mientras ellos atendían el local que estuvo cerrado durante una semana y media. Se acabaron sus vacaciones.
La pareja tuvo un día agotador, la pequeña era un derroche de energía enorme -se prometieron no darle más exceso de azúcar-, jugaron con ella hasta pasado el mediodía y la sacaron de varios aprietos por sus travesuras. Casi tuvieron mini infartos cada que se perdía de su periférico y aparecía haciendo cosas alocadas, en verdad es lo contrario a su hermano mayor.
–Así se siente, eh.
–Ser padres es difícil.
–Eres hermoso como padre, Binnie.
–¡Iugh, cúbranse!
Los adultos deben reírse en pleno beso, el rubio yendo a la altura de la de coletas.
–Hay un beso para ti también, Campanita.
Hanni era una dulzura que es bien consentida por ellos, aunque también es una carga de responsabilidad que les hace sentirse viejos y estropeados cuando llegan por la tarde a la casa, Soobin con la niña dormida en su espalda. La depositó en su cama con cuidado y la arropó, su padre seguro llegaría en un rato, debía de preparar el almuerzo ahora porque tendrían visita.
Ya de regreso en la cocina, Soobin sonrió bebiendo agua junto a Yeonjun.
–Escúpelo, hyung, tienes ese puchero de patito inconforme.
–Se sacó un beso tuyo con facilidad – dramatizó sólo por diversión, fingiendo rencor al ayudar a su menor a ponerse el delantal, una excusa para rodearlo por la cintura al amarrar la cinta –. Estoy un poco celoso.
–Yo soy el celoso – revierte indignado, golpeando el pecho del más bajo con gracia antes de escaparse del agarre –, mi hermanita tiene un flechazo por ti.
–Como su hermano~
–En mi vaciaron la armería de cupido, no compares, lindo.
Jun sonrió más grande y bobo, intentando alcanzar al mocoso que agitaba su corazón.
–Ven aquí.
Entre besos y empujoncitos, Soobin tuvo que obligar a Yeonjun a distanciarse para ayudarlo a cocinar, últimamente hasta le avergüenza admitir que estén tan melosos y descarados como para comerse los labios de plena cocina, él sentado en la encimera y su hyung aprisionándolo, ¡Su hermanita estaba dormida y en casa! No quiere ni pensar si su padre y Arin llegaban...
Ya estando casi todo listo, Yewon aparece junto a su esposo y ofrece su ayuda, trajeron varias cosas para la reunión, por suerte nadie fue atrapado en "fechorías". Prepararon todo y se fueron a arreglar, eran las tres y morían de hambre.
El timbre sonó puntual y todos fueron al recibidor, sólo que la pequeña de la casa se adelantó para abrir casi eufórica la puerta, saltando risueña hacia los brazos del invitado.
–¡Tío Jimin!
–¡Hola, preciosa! – carga a la pelinegra para darle un beso sonoro en la mejilla, sonriendo contento para la niña con vistoso lazo en su cabeza y vestido a juego. Con su mano libre muestra las bolsas de sus compras – Te traje estas galletas porque sé que te gustan mucho.
La Choi menor saltó gustosa al ser bajada para recibir obediente el paquete que abrazó, eran galletas rellenas de fresa y con formitas que le encantaban. Su hermano mayor se acercó junto al azabache en lo que ella seguía festejando.
–Tío, ¿Le trajiste algo a Soobinnie?
–Claro que sí – volvió a sonreír, acariciando su cabello y viendo al chico bastante alto y rubio que estaba junto a otro muchacho igual de atractivo. Ya había visto fotos suyas, desde luego, y claro que conoce muchísimo sobre él, pero nunca se habían reunido en persona, le conmovía al fin hacerlo; tiene los hoyuelos y aura de su amigo, como las características físicas de ser un Choi gigantón.
–Finalmente conozco al famoso Jimin que logró ser mejor amigo de mi padre.
–Y yo a ese hijo del que tanto hablaba Namjoonie – concede con cariño, por primera vez compartiendo un abrazo con el grandote que lo trata con mismo afecto, como si lo conociera de toda la vida, tal como sucedió con Hanni cuando la conoció. Le fue muy bonito que el chico resaltara que su amigo hablaba de él, le enternece que, incluso siendo dos adultos ya avanzados en edad, Nam aparte la vista con timidez a las espaldas de su hijo. Por años deseó ser recordado gratamente por su hyung, y le complace que así fue. Justo se fija entre sus pensamientos de un pelinegro que espera a un lado –. Y supongo que esta es tu pareja.
Bin se sorprende por un segundo, parpadeando por la naturalidad con la que Jimin preguntó aquello. Aventura a que su padre le comentó, y sólo pudo sonreír orgulloso para asentir complacido.
–Sí, su nombre es Choi Yeonjun.
Jimin y Yeonjun se presentan un poco más formales, dando una reverencia mutua y sonriéndose.
–Un placer.
–El placer es mío.
–Ok, ¿Y para mí no hay saludo? – Joon tosió falsamente para unirse a la escena, su amigo carcajeó achicando sus ojitos y negó, extendiendo sus brazos hacia el.
–Namjoonie, eres un dramático.
La escena era chistosa y adorable, Jimin era cubierto por el cuerpo mucho más grande de Namjoon y los dos elevaban radiantes sus comisuras entre comentarios. Para Soo era nuevo que su padre se mostrase tan suelto y cariñoso con otro hombre, descubrió que la imagen le fascinó y alivió por igual, porque por mucho tiempo quiso conocer al tal Mochi que fue el único mejor amigo de su solitario progenitor. Claramente tenían una hermosa conexión, le alegra que la retomasen esos años que él se ausentó.
–Vamos a comer antes de que se enfríe.
–Claro, tengo muchas historia que contar sobre ti.
–Jiminie, no me avergüences.
–Yo quiero oír eso – Yeonjun no se contuvo de intervenir, siendo seguido por Soobin y Hanni en complicidad, luego Yewon sumándose.
Fue sin duda un encuentro especial y hogareño, como cuando el día de primavera llega tras el frío invierno.
*🌼*
Era habitual para ellos el desplazarse por el mundo de destino a destino como un par de exploradores, era su rutina el dejar lugares atrás y darle la bienvenida a otros, mas el irse de Kamakura fue más difícil que en otras ocasiones, por más que acordaron en ir con más frecuencia. Hanni lloró y les hizo jurar que regresarían en vacaciones para su cumpleaños, hasta en su inocencia les suplicó que dejaran una cosa de valor como garantía de que irían por ella. Los dos le dijeron que lo que más importancia tenía para ellos era ella misma, la niñita se sonrojó como una fresa y los llenó de besos y abrazos que les hicieron más doloroso el despegarse. Si ya estaban los tres unidos, ahora el lazo creció más.
Su siguiente travesía prosiguió en avión, arribando directo a Nagoya, y de ahí, partiendo en autobús hasta Takayama, como acordaron con sus amigos. Fue cansino pero más rápido de lo que creyeron.
Pisando el sitio se percataron, y deben reconocer, de que el pueblo evolucionó y creció un tanto, mas conserva lo tradicional y los embelesantes paisajes naturales y hogareños que fueron testigos de su crecimiento cada verano, de su juventud. No quisieron adentrarse mucho a explorar por cada rincón, obviamente no todos les recordaban ahí, pero prefirieron ahorrarse malos ratos por si alguien lo hacía.
Coinciden sin necesidad de verbalizar el que no irían a la posada, no incomodarán a las tías de Yeonjun, quienes nunca dieron su aprobación a lo suyo -como el resto que ahí reside-. Era una lastima perderse el volver al lugar que fue su inicio, donde se transformaron en mejores amigo y se fueron enamorando lentamente en una caída libre, pero la vida es a veces un poquito injusta. No iban a quejarse tampoco, se hospedaron en una posada distinta y nueva, era una comunidad de apenas seis casitas muy pequeñas con lo necesario, cerca de la plaza principal, no era muy aislado pero sí tranquilo para estar y pasar desapercibidos en su discreción.
Taehyun y Beomgyu se hospedaron igualmente en la casita contigua a la suya, les habían cargado con efusivos saludos y abrazos, más que nada el segundo castañito, todos se echaron perceptiblemente de menos.
La pareja de menores llegó con antelación por la mañana, habían hecho previamente una parada en casa de la hermana de Tae para que cuidase de su Hobak mientras ellos están lejos. En cambio, los Choi mayores arribaron por la noche, ya exhaustos, así que sólo compartieron la cena en una barbacoa que ofrecía el área de convivencia de la posada, planeando al día siguiente hacer otras actividades de provecho para su estadía de una semana, debían tomar ventaja. Kai fue invitado, sólo que tuvo mucha carga de trabajo y les prometió reunirse en la capital en las prontas vacaciones que vendrían de nuevo, a lo que aceptaron comprensivos; planear un viaje desde Hawaii hasta Japón era complejo por la lejanía.
Era su primera vez en cinco años pisando el pueblo de nuevo, aún así, fue como si nunca se hubiesen ido de ahí. Yeonjun y Taehyun fueron los que menos estaciones estuvieron en la prefectura montañosa, a diferencia de Soobin y Beomgyu, que crecieron prácticamente toda su vida en el sitio, por lo que la percepción de aquella temporada lejos es similar, mas no igual.
Soobin solía estar aburrido, fastidiado y, hasta cierta instancia, agobiado y obstinado del recóndito lugar japonés. Vivió experiencias de todo tipo en el lugar, y antes solía creer que era sinónimo de estancamiento, que tuvo más historias tristes y dolorosas, que buenas y felices. Sin embargo, ahora como un adulto que está a punto de entrar en sus treinta, más maduro y con amplia visión del mundo, puede asegurar que había echado mucho de menos el mini paraíso natural. Ahí experimentó muchas cosas geniales, conoció gente a la que todavía ama, aprendió muchísimo y fue feliz. Gran parte de lo que es como persona se debe a sus vivencias ahí, Yeonjun se lo recordaba constantemente, y ahora comprende la melancolía de un adulto al volver a lugares donde fue niño; si bien no era del todo triste, significa un avance gratificante.
Quizás su aversión fue el asociar Takayama con la etapa en la que se reprimió por años de quien era, precisamente por la gente que habitaba ahí, como le sucedió a Yeonjun y Beomgyu, a Yoongi y Seokjin, hasta a Kai y Taehyun en dado momento, y quien sabe a cuántos más; se pregunta de vez en cuando cuántas personas estaban llevando el peso de vidas falsas por complacer a la sociedad, era lamentablemente injusto y cruel. Pero ahora es diferente, estaban bien ahí porque, en sí, todo rincón del mundo tiene algo de represión y odio -unos sitios más que otros-, sólo era cuestión de rodearse de las personas correctas y de aceptarse a sí mismo, mantener la prudencia y cuidarse entre todos.
Soobin también entendió porqué Yeonjun amaba tanto el pueblo: Era una desintoxicación de las grandes ciudades, una desconexión con todo el mundo, donde podía respirarse libertad.
Las aventuras empezaron por el grupito esos días, visitando viejos parajes conocidos y conociendo los nuevos que inauguraron por turismo. Todos se mantuvieron juntos, comiendo y bebiendo, pescando y nadando, recolectando flores y haciendo los picnics al aire libre -que eran mucho mejores que los que hacían en cuatro paredes de algún edificio-. De misma manera anduvieron en las bicicletas de los alquileres, fueron al remodelado autocine a ver un film de terror entre risas y, al final, caminaron descalzos antes de ver las estrellas en telescopios por la noches. Durante el día creaban formas entre las nubes, recostados entre el picoso y fresco pasto verde, compartiendo anécdotas y comida deliciosa.
Se estaba pasando el tiempo volando, todos concordaban en quererse quedar ahí y congelar todo, se sentían ese grupito de niños que fueron alguna vez.
Pero por supuesto que no iban a irse sin visitar un lugar especial, dos días antes de su regreso a la capital. Yeonjun le propuso a Soobinnie adelantárseles al par de tortolitos que la noche anterior bebieron más de la cuenta y casi irrespetan sus caras al tragarse la boca en SU cabaña; los tuvieron que echar y casi cargar hasta la de ellos, fue vergonzoso. Claro que el rubio aceptó la invitación para cobrarse lo que esos dos hicieron, yendo junto a su hyung hasta el bosque que tan bien conocían.
Sus rostros estaban radiantes como sus ojos al toparse con el país de Nunca jamás que seguía intacto pese al tiempo, por suerte nadie taló ni vandalizó nada, sigue tan privado que casi aseguraban orgullosos que era suyo; aunque ellos consideran que lo es, una parte suya está entre cada porción de tierra. Se adentraron con cuidado entre la maleza, había más pasto y arbustos que antes, los árboles parecen más gigantes y flores nuevas crecieron, pero era muy emocional que unos los troncos que les servían de asiento permanezcan en la ubicación justa en donde los dejaron, como las lámparas que escondieron. El lago tampoco sufrió cambios, era como esa fuente encantada que ellos en su niñez apodaron, y les brindó muchos momentos.
Rieron por las memorias pasadas de igual forma, pues Yeonjun casi se cae como la primera vez que estuvieron ahí al no advertir una enredadera. Soobin entre burlas lo sujetó y besó sus manos para que dejara ese puchero quejumbroso, diciéndole que le debía una por curarlo, incluso careciendo de heridas y raspones.
Otro hecho hilarante es que, mojando sus pies en el lago, fue el turno de Yeonjun carcajearse, porque Soobin maldijo en un sobresalto ante una ranita que le asustó al pasear por ahí. "Mucha ciudad, mocoso" fue lo que le dijo el burlesco hyung, el ojos miel bufó salpicándolo con agua, y así empezó una guerra de agua y cosquillas.
Estaban en su mundo por un rato, iban a besarse al Yeon aprisionar a Soo contra un árbol en impedimento de su escape, poniéndole dócilmente una florecita detrás de su oreja, tonteando cuando...
–Con que esta era su guarida secreta, ¿Eh?
–Muy bien escondida, lo admito.
Adiós aura romántica.
Tal parece que Taehyun y Beomgyu astutamente los ubicaron, se arrepintieron de darles la dirección previamente. Se separaron para ir junto al par de risueños que no lucen con resaca ya, era envidiable. Hasta se sujetaban de las manos y ayudaban a no caer entre los obstáculos, frescos como lechuga.
–¿Y ustedes qué? – acusa Yeonjun, gruñendo por la interrupción – ¿No usaban un lugar para esconderse?
–Un lago – Gyu expone con naturalidad, sonriendo con inocencia en lo que escanea el glorioso paisaje del que tanto escuchó relatos –, tu primo era medio nudista y yo sufría por su culpa.
Tae, lejos de estar abochornado, ríe antes de dar un brinco al bajar de un tronco, sujetando ambas manos de su pareja por reflejo.
Soobin sonríe -por la tierna y molesta parejita- a pesar de su mueca quejumbrosa, viendo a Yeonjun.
–Repíteme por qué los trajimos hasta aquí.
–Porque nos aman y porque íbamos a jugar a las escondidas – Beom vuelve a abogar, ensimismado con las flores y frutos que ve entre los arbustos, habían ardillas trepando en los árboles y eso le recordó a su adorable Terry. Aunque mantendría el comentario para cuando esté con el chico en privacidad, porque los hyungs se mofarían.
–No hay mucho donde esconderse tampoco, bobo.
Los cuatro ahora comparten miradas cómplices con sonrisas juguetonas. Yeonjun empieza a ir hasta un árbol de tronco grueso para cubrirse con sus brazos recostados en la superficie de madera.
–1, 2, 3, 4...
Los pasos apresurados y risitas resuenan en el área, mágicamente el bosque se transforma en una burbuja en el tiempo, donde son los niños perdidos nuevamente; sin responsabilidades adultas ni preocupaciones, a ninguno le importa ser infantil, estaban en plena confianza y conexión, la misma página. La vida no es un cuento de hadas, pero eso estaba bien, era hasta mejor de aquel modo si así ellos podían no ser personajes perfectos. Quieren continuar creciendo y mejorando día a día con cada experiencia desconocida.
Por un buen rato jugaron diversos juegos hasta que se agotaron de la actividad física, tomando un respiro para comer lo que trajeron en canastas y sentándose junto al lago. Una pequeña llovizna cae al rato que terminaron su comida, pero las gotas apenas son un rocío calmo que da un ambiente más mágico al celestial prado. La ventisca fresca, las gotitas en las hojas verdes, las imágenes adorables de animalitos refugiados y otros que salieron a disfrutar, el coro de ranitas e insectos, agregando el olor a lluvia y tierra mojada: Era un verdadero paraíso.
Soobin pasó un rato junto a Beomgyu, leyendo una historia de libro que trajo el mayor, haciendo cariño a las hebras castañas de su amigo, ambos conversando en su mundo y riendo de las flores que recolectaron sus parejas para ellos hace rato, era mutuo decir que tenían a esos primos muy enamorados como para romper sus fachadas serias y tenerlos tan sonrientes y serviciales ante ellos. Ya llegaría su turno de consentirlos.
Mientras, Yeonjun y Taehyun estaban charlando y caminando por ahí, se extrañaron durante la larga temporada distanciados y estaban gustosos de pasar rato juntos como antes. A la hora volvieron con sus parejas por un ratito a solas, los menores en el lago y los hyungs entre arbustos florales, tratando de dar con una de sus zonas favoritas entre sonrisas.
–Es tal como lo recuerdo. En serio aquí es como Nunca jamás.
–Solía tener miedo de crecer, pero me doy cuenta de que no es tan malo – su comentario despierta una mirada curiosa en el más alto, a lo que su sonrisa se expande mientras se encoge de hombros. Se recuesta del tronco a su lado para apuntar a los dos que les acompañan desde lejos, y luego haciendo lo propio con ellos mismos –. Seguimos todos juntos, somos nosotros mismos y cada pieza encaja perfectamente. No deseo nada más en mi vida que estar contigo, aquí o en cualquier lugar.
–Pensamos igual, hyung – concuerda con el pecho inflado en admiración por su mayor, una carcajada colándose en él al captar con sus ojos lo que tenían rato rastreando, y que, hilarantemente, tenía Yeon oculto debajo de su brazo. Da unos pasos y señala el grabado en la madera tras indicarle a su pareja que se arrimase, sus dedos trazan las letras que escribieron, con suma veneración y estima – Aquí está la promesa.
Yeonjun se para junto al más alto y le rodea con un brazo, inclinando su cabeza y riendo por las iniciales encerradas en el típico y cursi corazón que hicieron por puro chiste privado. Recuerda perfectamente cuando tallaron aquello estando algo subidos de alcohol, por eso no tenían tan claro la ubicación del árbol que ahora es un recordatorio de ese verano.
–Mejoré en caligrafía, admítelo. Además, por más que te reíste de mí, te dije que un día vendríamos y sería un reconfortable recuerdo.
–Lo admito, pero ahora que mencionas cosas lindas y nombres tallados... Al irnos vamos a adoptar a un perrito, ¿Sí? Gyu me ha dado envidia con tantas fotos de Hobak. Estuve hablando con él y Kai sobre eso, entonces se me ocurrió llamar a nuestro hijo canino como Sean, ¿Qué tal?
–¿En serio adoptaremos ya? ¡Amo la idea! Sean es un nombre genial para nuestro futuro cachorrito, Binnie.
Soobin se apartó despacio para posicionarse frente al ilusionado pelinegro. Entre las hojas y ramas se colaba el sol y daba justo en el lado izquierdo del rostro contrario, ahí en el lunarcito de lágrima que se formó por una herida cuando su esposo era un bebé, justo en una esquina de su hechizante iris verde, y en parte de sus mechones negros, radiantes por la luz solar. Completando la etérea vista, el más bajito estaba esplendido con la noticia del perrito, parece un niño ilusionado, y de pronto ya quería tener miles de cuadros y fotos de Yeon con su "hijo cachorro", seguro moriría de amor.
Siempre quedaba atrapado con la belleza física de su hyung, también la interior, pero hay ocasiones donde se pregunta embobado si Yeonjun es un ángel o el verdadero Peter Pan.
–Respóndeme algo, ¿Es posible enamorarse una y otra vez de la misma persona por cualquier cosa mínima que haga?
El más bajo pestañeó por el escrutinio y la repentina pregunta, le calentaba el pecho y las mejillas cuando Soobin le miraba con esos ojos destellantes y gestos dulces, como perdido en su mundo al apreciarlo. Estaba expuesto y vulnerable ante él, y le encantaba sentirse tan querido. Se le forma una sonrisa nueva y jala por el brazo a su dongsaeng, lenta y dócilmente, éste le rodea por los hombros al segundo.
–Lo es, me sucede contigo a diario.
Tal vez fue la atmosfera y la emotividad de la situación, el grabado en el árbol, los rayitos solares y las miradas cargadas de amor, pero ambos sintieron una derrochante alegría en sus corazones, como cuando se quiere gritar de euforia entre saltos y agradecer a la vida por todo. A pesar de esto, ellos permanecieron tranquilos en los brazos contrarios.
–Gracias, por no rendirte desde un principio a pesar de los obstáculos, hyung – Soobin tuvo que sacarlo de pronto, acariciando las hebras negras en la nuca del mayor, sin romper la conexión visual –. Por tus besos en mis cicatrices, por tus preciosos regalos, por las estrellas y constelaciones, por las citas, los picnics, flores y escapadas; por las fotos, apodos, coqueteos y enseñanzas – su garganta se anudó por la emoción, ríe bajito ante ello y junta su frente con la contraria, agachando un tanto su cabeza para alcanzarlo –. Gracias por aceptarme y amarme incluso cuando yo no me amaba, por inspirarme, por ser mi musa y escogerme para estar junto a ti en cada etapa. También por cada baile, juego, risa, lágrima, pelea, beso, abrazo y cada respiro que das... Gracias por los días de ensueño, por esta realidad y por luchar día a día conmigo, cariño – le apena que sus cuerdas tiemblan como sus labios, mas ni así se aleja del pelinegro. Puede hacer una lista enorme por su gratitud hacia su compañero de vida, pero terminaría llorando, por lo que fue al grano directamente: –. G-gracias por ser tú, Yeonjun, y por permitirte amarte con todo mi ser cada día de mi vida.
–Si estamos renovando nuestros votos matrimoniales entonces debo agradecerte por devorar mi tarta en un principio – Yeonjun imita con completa dulzura, no perdiéndose las reacciones de su angelical y sonrojado dongsaeng que logra remover todas las fibras sensibles en él –, por tus obras de arte tan especiales, por tus sonrisas de hoyuelos preciosos, por los postres deliciosos; por aceptarme y aceptarnos así, por darme dos oportunidades, por amarme cada día tal y como soy, por tus miradas destellantes, palabras reconfortantes y risas contagiosas – aspira el aroma a lluvia y claveles que nunca han cambiado en ese ser que ama, tragando porque está igual de conmovido que su mocoso. Sus palabras le arrugan el corazón, de la forma más cálida –. Debo darte gracias por ser mi hogar, mi inspiración, por ser mi mejor amigo, amante y compañero de vida, por elegirme y confiar en mí, por impulsarme a cumplir mis metas. Te agradezco cada beso, abrazo, caricia, respiro y por luchar conmigo... También gracias por las más hermosas y candentes noches de pasión.
Los dos dan una risa al unísono, el comentario fue para alivianar la carga emocional, Bin debió prever que su hyung diría algo así para impedir terminar como un par de llorones ahí frente a sus amigos. Le dio un empujoncito en el pecho en protesta a su mayor, sin alejarse ni un centímetro de su esencia a manzanilla y perfume.
–No lo arruines, hyung tonto.
Jun sujetó en ambas manos las mejillas de Soobin, dando un beso de esquimal al frotar sus narices muy delicadamente en juego, los dos ahora cerrando los ojos y disfrutando del tacto con una risa.
–Gracias por existir, por ser tú, por ser el hombre que más amo en el planeta, por ser mi día de ensueño y realidad cada día; lo primero que veo al despertar y lo ultimo que miro al dormir – prosiguió con su discurso con más seriedad, transparente en su palpable devoción. Al abrir sus párpados, tiene la encantadora mirada miel sobre él, las mariposas en su organismo y sensaciones en todo su cuerpo son las mismas de la primera vez que lo vio con otra perspectiva, hasta se intensifican con los años, tal parece, porque siente que flota entre las flores que testifican su ataque de romanticismo –. Gracias, Soobin, por quedarte a ser la estrella que dibujó mis cicatrices y la chispa que avivó mi alma.
¿De qué manera iban a sellar semejante intercambio verbal tan verídico? Compartieron pensamiento, porque los Choi acortan la poca distancia que quedaba en un beso vigoroso, un movimiento sincronizado que les estremeció y embargó de máxima dicha, se abrazaron sin dejar espacio en el cuerpo del otro, separándose sólo cuando el oxígeno quema en sus pulmones, sonriendo mutuamente entre respiraciones acompasadas. Yeon aparta del rostro de Soo un par de mechones un poquito humedecidos por la llovizna, le deleita que el típico aroma de su mocoso aumentase con la lluvia natural.
–¿Nosotros no éramos los que parecen un chicle industrial?
–Hermano, ustedes son excesivamente empalagosos.
Otra vez, Yeonjun y Soobin son interrumpidos por Taehyun y Beomgyu, sólo que ahora los cuatro se carcajean al regresar al centro del bosque.
–Si están celosos porque quieren tiempo a solas para besuquearse – Bin les reprocha sin real enojo, así se llevaban –, entonces vayan al lago y húndanse hasta el fondo con las ranas.
–Sabes que te adoro – Gyu da una risotada al abrazar a sus hyungs, posándose en el medio de ellos y con un brazo en cada uno. Estaba muy contento por tenerlos juntos, aunque no se los diga a diario –, y eso va para los dos.
Los mayores fueron suavizando su expresión, Beom hallaba la forma de enternecerlos después de desquiciarlos, no fallaba nunca.
Taehyun los detallaba con placidez, que los tres Choi se junten así y sonrían con afecto le trae fragmentos pasados de su niñez, le gustaba la manera que esos dos grandotes hyungs tenían para consentir o dar cariño a Beomgyu, o a él.
–Les sacaré una foto – informó atrapado en la imagen, poniendo su ojo en el lente y cerrando el otro, capturando las poses de los chicos. La primera imagen sale más natural porque fue desprevenida, y ha sido la que más le caló.
–¿Estás llorando, Taehyun?
Al estar revisando las fotos tomadas, Soobin se percató de las lágrimas silenciosas que se aglomeraron en los enormes ojos cafés del primo de su esposo, estaba entre sorprendido y consternado, porque nunca lo vio llorar antes.
El chico de orbes cafés rápidamente se estrujó los ojos y negó avergonzado.
–No, se me metió tierra en el ojo.
El esposo de Tyun no se resistió por ir a refugiarlo entre sus brazos.
–Bebé, ven aquí.
Yeonjun no se contuvo de unirse al abrazo, su primo no era para nada sensible, pero por más duro de roer que sea, era una persona con bellos y puros sentimientos, demostraba cuando quería a alguien, puede que no con cientos de palabras -eso está reservado para Beomgyu, quien saca su lado más parlanchín-, mas sí con hechos. El que esté conteniendo las lágrimas, significa que los tiene muy cerca de su corazón, y es más que correspondido.
–Te queremos, primito.
–Tyunnie – fue el turno del más alto en el grupo para rodear a los otros con sus brazos, ver a sus dongsaengs tan vulnerables le ponía sensible –, no me hagas llorar a mi igual.
–Mierda, realmente los adoro – Tae da una risita ronca, limpiando sus mejillas con timidez una vez rompieron el abrazo, sólo su esposo se quedó a su costado. Todos estaban en mismo estado de sentimentalismo tal parece –. Sin ustedes no estaría con Beom, no tendría amigos tan geniales y un sitio al cual llamar hogar.
–Fue el destino – planteó un sonriente Beomgyu, recostando su cabeza en el hombro del más bajito, éste posando su mejilla en su cabello.
–Así es, Beomie – afirma Bin al ir junto a su mejor amigo para sostener su mano, girando hacia el pelinegro que los observa a todos con adoración –. ¿Tú que piensas, amor?
Yeonjun no tiene que meditarlo mucho, no teniendo a tres personas tan reales a su lado.
–Que fue un milagro de las estrellas, Binnie.
No hubo objeción, todos aprobaban la palabra que perfectamente lo describe todo. Ellos eran un hogar, niños que ya no estaban perdidos, adultos que eran amigos inseparables en un mundo difícil, pero no horrible. Estando juntos, no era Nunca jamás, sino un mañana por siempre.
Regresando entre el sendero que les guiaba hacia la salida de su preciado escondite secreto, Soobin y Yeonjun iban de la mano, adelante de Taehyun y Beomgyu. El rubio tuvo el impulso de besar la mano de su esposo, ahí donde estaba el anillo que comparten.
–Yo a ti mucho, Peter.
Tal como la primera vez que se vieron, en aquel pueblo que fue testigo de su historia -Takayama, en las zonas montañas de Gifu en Japón-, Yeonjun elevó sus comisuras por el hermoso rubiecito ojos miel que no sólo robó su tarta de bienvenida, sino también su corazón.
–Yo a ti más, Wendy.
Todo estaría bien, porque eran una realidad, no un sueño; ya no tienen que desearse con estrellas fugaces o dientes de león, estaban juntos.
Además, ahí en el bosque, Soobin al fin se sintió como un gran árbol, fuerte como roble, y Yeonjun no tiene remordimiento alguno, porque la vida le premió con una segunda oportunidad, tan dulce como una canción de cuna.
🌼Fin🌼
Terminé de escribir esto a las 3:28 am del 19 de febrero de 2024, luego edité para subirlo el 26 de febrero del 2024.
31.912 palabras.
El cap inició hot y terminó emotivo JAJAJAJAJA
Quiero decir algo primero: Quedé impresionada cuando salió el cover de Soobin, porque justo estaba escribiendo este capítulo e iba en la escena de la playa junto a Soobin y Namjoon; Forest fue mágica, porque tal cual plasmé la escena en mi mente, y la letra quedó perfecta con la historia de ellos dos. Me parece una coincidencia preciosa, no he dejado de escuchar el cover, y fue una gran fuente de inspiración para que todo quedara mejor. Para mí es tal como una canción de cuna, melancólica, pero que te hace feliz, como conectar con tu inner self y decir "Está bien, esto soy, me acepto y me amo, y espero que me acepten los que amo también". Soobin es hogar, bosque y un ángel, mi Daydream :(
Hanni es integrantes de New Jeans, sí sahihd Es la hijita del Yeonbin, lloro :c Y Sunoo de Enhypen el hijito de Taegyu, amo TuT
Me pareció hermoso introducir a Jimin de nuevo, y el que Namjoon realmente tuviese un desarrollo enorme de personaje. Igualmente quise que Rose y Chanyeol fuesen felices por su lado, merecen eso 🩷
¿Qué escena les conmovió más? El cap fue demasiado sentimental, amé cada escena, di lo mejor para que quedase sin vacíos y que todo se plasmase con los sentires y pensares de los personajes 🥹
Publicaré la playlist de todo el fic y un apartado de datos curiosos por si los quieren leer uwu También ahora que acabé haré una revisión y edición de toooda la historia, corregir errores y eso.
Extra 1: Kamakura es una ciudad situada en prefectura de Kanagawa, Japón, a aproximadamente 50 km al suroeste de Tokio.
Extra 2: Hobak es el gato de Tyunnie y Sean fue el perrito de Soobin que nos presentó en 2019 (Lamentablemente, falleció hace tiempo :(). Fotitos por si no los conocen:
Gracias por seguirme en toda esta aventura, un año entero donde este fic se volvió una terapia para mi alma, una que me hizo conectar con lectores preciosos y con mi Mey bonita, estoy muy feliz con el resultado, y espero que esta historia les sirva de mucho, como a mi. Recuerden amarse por sobre todo, ustedes son primero que nada, son su propio bosque.❤️🩹'
https://youtu.be/V3ZUsCDkZZQ
¡Voten y comenten! 🌻
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