~Are Like~
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Japón, 1979.
Cada tecla es tocada por ágiles dedos conocedores, con gracia y elegancia, la melodía moldeada por las notas musicales demuestra el dominio que el pelinegro adquirió en todos los años de práctica, y a pesar de no ser un maestro compositor o del piano – como según él lo es el hombre a su espalda, de hoyuelos y lentes -, ha transitado un largo camino que muestra más sus resultados ahora. Cierra sus ojos y reprime una sonrisita al traer a su mente el rostro etéreo de cierto rubiecito con ojitos miel, tocando inspirado por él, su musa, acto que no pasa desapercibido por el padre del mismo, el cual aplaude complacido al final de la sonata.
–Has improvisado mucho desde que viniste la primera vez, Yeonjun-ah. Tocas con sentimiento y con pasión, estoy orgulloso de ti.
El aprendiz se encoge modesto y alegre en su asiento.
–Gracias, es un honor que usted haya sido mi tutor todos estos años, señor Choi.
–Nunca aprendiste a decirme Namjoon, pero sí a realizar interpretaciones complejas ¿Eh? – niega con diversión, embargado de una nostalgia ante el chico que ha crecido tanto desde que le conoció; todavía recuerda al pequeño niño que le veía como un modelo a seguir, y quien, aún sonrojado como es esos entonces, es ahora su mejor discípulo musical. Suspira dándole una palmadita afectuosa en el hombro –. Te echaré de menos, chico.
–Bueno, no me alejaré demasiado – es un consuelo para él mismo, más que nada, recordándose no temerle al tiempo; no, tiene el control de su futuro, por más que no exprese su verdadero anhelo en alto. En cambio, da una realidad a medias: –. Todavía no tengo un plan plenamente trazado sobre lo que haré.
"Pero sea cual sea mi camino, su hijo estará en cada paso, conmigo"
Joon toma ventaja de que el tema se ha abierto para acomodarse a un lado del asiento, aconsejando al muchacho:
–Debes estudiar en la universidad si tienes la oportunidad de hacerlo. Créeme, las decisiones que tomen ahora repercutirán durante toda tu vida. No es un momento sencillo, pero tienes el apoyo de muchas personas que te queremos y nos preocupamos por tu bienestar.
–Soy consciente de ello, es sólo que... – no es capaz de concretar la sentencia, suspendida al aire con todo el peso que acarrea.
–¿Acaso estás enamorado de alguien? – adivina sin mucho empeño, tomando al joven desprevenido. Aquello le causa un ligero asombro que le hace reír – Vaya, al final sí te atrapó.
Yeon se remueve incómodo, tragando grueso.
–E-es complicado.
–¿Por qué? ¿No sabes si estás realmente enamorado? – aventura.
–...Supongo que lo estoy si deseo tantas metas – aclara con su atención fija en las teclas blancas y negras, le es ciertamente un reto abordar el asunto con precisamente el padre de su novio, mismo que por supuesto no tiene mínima pista de lo que se refiere. Intenta poner lo que experimenta en palabras, porque a pesar de todo, quiere charlarlo con alguien tan transparente como Nam: –. Tengo sueños con esta persona, quiero estar cada minuto a su lado, es como si me pusiera en los cielos con cualquier sonrisa o cosa diminuta que haga... Y-y la idea de separarnos me provoca un malestar inmenso aquí dentro que me desestabiliza por completo, como un miedo abrasador...
–Es amor, lo más complicado y sencillo a su vez – resuelve con una sonrisa ladina, compadeciéndose del chico –. Escucha, eres alguien sumamente joven, has vivido apenas dieciocho años en este planeta, y al ser un primer amor, sientes con mayor intensidad, con todo tu ser, sobre todo por tu personalidad terca y apasionada.
» Puede ser un arma de doble filo para ti, el sentir y no pensar, es así cuando vives experiencias fuertes a tu edad. Por la manera en la que tocaste ahorita, puedo leer que lo que digo es real. Sientes mucho por quien amas, te inspiras y vives... Hm, como en un sueño eterno, incluso si es de día.
Sí, era exactamente así como lo explicó al final, de esa forma se siente Yeon.
–Pero... – su ceño se frunce – Suena como algo malo.
–No lo es, si lo sabes manejar, he ahí lo difícil – inhala acomodando sus lentes y luego las partituras –. Yeonjun-ah, creo fielmente que, si esa chica es para ti, ella sabrá esperarte, y de no ser así, porque ninguna vida debe paralizarse por otra, ya el destino les unirá cuando concluyan lo que deben hacer, si es que sus caminos deben estar juntos.
Yeonjun escucha atentamente cada parte de la explicación, sumido en sus pensamientos en lo que su profesor se despide y le abandona en la sala.
Muerde su labio inferior y saca la libreta que trajo consigo para cada que las lecciones acababan, leyendo las letras que desde hace dos años han sido constantes; compone en silencio pero sin experiencia, son más como un diario de sentimientos que, en su mayoría, son generados por y para Soobin. Nadie conoce aquel secreto, ni siquiera el protagonista de los versos, pero la reciente conversación le hace disipar muchas dudas, ignora varias cosas relevantes, extasiado por la realización del enamoramiento que ahora sí está plenamente seguro de tener por el ojos miel.
En un mismo estado se halla el segundo involucrado, siendo atacado por una mujer y un castañito que le tienen tan rojo como las fresas que estaban degustando en la mesita del comedor.
–Estás enamorado, hyung.
–Beomie tiene razón, lo estás.
–Yah, ¿Cómo pueden saberlo tan fácilmente?
Beomgyu rueda sus ojos con obviedad, enumerando con sus dedos llenos de dulce:
–Tú ya lo sabes, sólo te haces el duro. Sonríes demasiado al siquiera hablar de Yeonjun, vives en una nube flotando con tus sueños a su lado, cantas y pintas a la vez, parloteas sobre todo lo que él hace por más minúsculo que sea, estás todo cursi, lees con una cara idiota...
–¡Oye, oye!
–Nah, en realidad esa siempre la has tenido.
–¡Profesora Arin!
–Ya, ya, niños – intercede con seriedad, pero sin dejar de lado su característica dulzura. Se enfoca ahora en el mayor de los Choi, preguntándole con serenidad: –. A ver, intuyo que estás enamorado de Yeonjun y no se lo has dicho, ¿Por qué?
Soobin estaba atrapado, era patético siquiera considerar el negar lo que ellos exponían cuando inclusive él lo descubrió desde hace un día; tal vez lo sospechaba desde antes y hasta ahora lo acepta.
Agacha su cara y suelta el aire bajito.
–Porque tengo miedo...
–Es obvio, lo que no entiendo es el motivo. Claramente eres correspondido por tu hyung, cariño.
–No le culpo, el amor es un asco –es inevitable que a Gyu no se le saliera un comentario amargo al respecto –. Estás expuesto a que la otra persona te pueda herir.
Arin le mira comprensiva, pasándole el tazón de fresas.
–No siempre es así, Beomssi.
–No, no siempre, supongo – susurra desganado, aceptando la fruta y sonriéndole apenas a su amigo –. Soo tiene mucha suerte, ya se lo he dicho.
–Y tú la tendrás en tu momento, Gyussi – añade el rubio, acariciando los castaños cabellos desordenados del menor. Ha estado visitándolo cuando tiene oportunidad, estando al pendiente de su estado, pues luce tan ojeroso y abatido que le oprime el corazón –. Yo siempre estaré contigo.
Beomgyu ahora levanta sus comisuras con más ánimo, cálido por las sentencias nobles de su mejor amigo. Se encoge y le da un trozo de fresas para que abra la boca, consiguiéndolo al instante; adora la forma en la que su hyung parece un conejito cada que come, contento y con mejillas esponjosas, abultadas.
–Y yo contigo. Soy feliz por ustedes dos, son las mejores personas y se merecen el uno al otro, hyung.
La maestra observa la escena con ternura, sus alumnos han crecido tanto, y a la vez, se mantienen tal como los mismos niños que robaron su corazón años atrás. Era afortunada de gozar momentos así, los considera a los dos como sus propios hijos, habían llenado su vida de colores y los adoraba con todo su ser. Consentirlos era algo que le nacía del corazón, como un instinto natural.
–Ambos serán muy felices, confíen en mí, niños.
Beom y Soo sonríen como dos pequeños.
–¡Sí, señorita Arin!
*🌼*
Hay muchos instantes a lo largo de nuestra existencia que deseamos congelar para mantener intactas esas buenas etapas donde somos pura alegría, ajenos a las cosas malas o que perturban esa burbuja embriagante. Pero tal deseo, no es posible, sólo queda ese "ojalá" suspendido en el aire.
Ojalá que todo hubiese permanecido como en esa tarde que los amigos disfrutaron con la mujer, que el día no tuviese un desenlace tan abrupto a último minuto.
Soo no descifra si el destino lo hace para burlarse de su inocencia o si es un favor de su parte para quitarle una venda que le envolvió por años los ojos, cegándole ante una realidad confusa y dura.
En el momento en el que regresó desde la casa de Beomgyu a la de Arin para buscar el libro que olvidó más temprano en el sitio, se extrañó de hallar la puerta sin llave y el auto de la posada que usaba Namjoon generalmente, y en efecto, una vez que se adentró más a la vivienda, quedó totalmente descolocado por la visita de su padre. Y no, no era raro el estuviese en donde reside su novia, sino que estaban conversando en plena sala con una seriedad preocupante, acerca de su madre.
–Sé que te pido mucho ocultándole esto, pero no soy capaz de contarle la verdad, Yewon.
–Soobin es un chico fuerte y que ya está lo suficientemente grande como para comprenderlo, Namjoon. ¿Crees que es fácil para mí mirarlo a la cara sin decirle todo? – señala con un exhalar culposo – Hace unos días me confesó que soñó con su madre, para él es un ángel que le acompaña y nunca le abandona. Y está bien, es su madre, pero...
–¿Y qué quieres que haga? Ahí lo tienes, su imagen de ella es lo opuesto a la versión real. Grande o no, Soobin no toleraría el hecho de que su madre era una mujer egoísta que se largó cuando él nació y lo abandonó a la buena de dios en la puerta de una pareja de ancianos – exclama con inquietud, le afectaba el suceso sin importar cuantos años hubiesen transcurrido de este –. Esa mujer era una cobarde, me enamoré de ella sin imaginar lo que sería capaz de hacer. Ah, y por dios que estoy convencido que se hubiese atrevido de vender a Soobin a cambio de alcohol de no ser porque la amenacé para impedirlo – escupe con resentimiento, golpeando su pecho con el dedo índice para resaltar su punto –. De no ser porque yo lo recuperé, no sé qué habría pasado con mi hijo.
Soobin no se contuvo más, la presión en su pecho crecía con cada palabra que era clavada como un puñal atravesando su ser. Enterarse por error de que la imagen que mantuvo por años sobre su madre, era falsa, es como un torbellino de emociones que le juegan amargamente para hacerlo caer en la cruda nada.
–¿Entonces preferiste ocultármelo durante todos estos años, padre?
Los adultos quedan paralizados ante la aparición del Choi menor en la estancia, quien está esperando una contestación en medio del ensordecedor silencio. Ambos palidecen por igual, sobre todo el hombre.
–S-Soobin, ¿Qué haces aquí?
–Pues vine a buscar mi libro – ironiza, con un nudo presionando sus cuerdas vocales en plena risa carente de emoción –, y ahora resulta que conseguí una historia mucho más interesante que la que está plasmada en el papel.
Yewon es la primera en acercarse con cautela, puede escuchar sus propios latidos incrementando.
–Cariño, yo te lo puedo explicar...
–¿Qué cosa, el que me engañó todo este tiempo o qué? ¿Desde cuando lo sabe? – presiona sin ser un poquito condescendiente, ni por las próximas lágrimas aglomeradas en los orbes de ella – Le exijo que me conteste, por favor.
–...Desde hace cinco años – murmura cabizbaja, cerrando sus ojos para prepararse a la reacción contraria, abrazada a sí misma con ambos brazos.
Oh, y obviamente que el volumen de Soo subió, escandalizado con aquella verdad:
–¡¿Cinco años?! ¡¿Y por qué no me lo dijo?!
Namjoon se interpone para apaciguar a su hijo, sujetando su hombro.
–A ella no le correspondía hacerlo, Soobin.
–¡Fue mejor para ti contarle a la maestra de tu hijo que decírselo a la cara! Dejaste que todos estos años conservase una imagen falsa de mi madre – bruscamente aparta el tacto, olvidando por primera vez el respeto y miedo hacia su progenitor, se siente que de pronto trata con un mentiroso, igual con la castaña que llora con cara de remordimiento. No quiere saber al respecto de nada, de ninguno, vivió una mentira desde el día que nació. Se queda sin aire, no se fijó ni siquiera cuando comenzó a llorar debido a la opresión en su pecho –. E-ella ni siquiera quiso tenerme...
–Pero yo sí quise, Soobin – Joon afirma con aplomo, luchando por no mostrar lo mucho que le duele tener a su hijo destrozado a causa de la misma mujer que le trajo a la vida, pero sobre todo por culpa suya, quien se supone es su héroe –. Comprendo que es complicado de entender para ti, pero si me permites explicártelo... Hijo, por favor.
–S-Soobinnie...
El nombrado retrocede en negación, su mente demasiado nublada por la sobrecarga de información en tan pocos minutos. Escanea a la pareja con toda la decepción y el rencor que le embarga en ese instante de desasosiego, con la mezcla de emociones que experimenta no le importa si lastima a alguno de ellos con sus palabras. Sólo se asegura de observar a su ex profesora, recriminando con tono acusatorio:
–Confiaba en usted, me refugiaba aquí porque era como una madre para mí, y ahora también me quitó eso.
Yewon juró que se le clavó una estaca en el corazón, tan duro como el portazo que propinó Soobin al marcharse, no atendiendo a sus llamados y dejándolos angustiados en la sala. Suelta las saladas gotas con sacudidas de sus hombros debido a un sollozo quebrantado, siendo reconfortada por el alto hombre con lentes que también luce mortificado.
Soobin se largó por las calles con una sensación asfixiante, yendo sin mínimo rumbo e ignorando al frío que recorre su cuerpo, no sólo a causa del clima lluvioso, sino por la pesadez de su alma.
Se siente desprotegido y sumamente perdido, no quiere estar en ningún lado ni en compañía de nadie, o pensándolo mejor, la única persona que le viene a la mente que es capaz de consolarlo en aquel estado, está ahora en la posada, y no desea pisar ahora mismo aquel sitio, ni siquiera para buscarlo.
Deambula por un buen rato de esa manera, se han detenido sus sollozos y la velocidad con la que caminaba, sus pasos haciendo eco en el suelo y sus suspiros desolados ahogando su nube de pensamientos.
Pero ha sido un mal momento para estar solo en los callejones a tales horas de la noche, durante un verano sin mucho que hacer para muchos.
–Pero miren quien anda aquí llorando como una nenita.
Soobin se queda estático por las risotadas burlescas a su espalda, gira con un revoltijo en el estomago ante el mal presentimiento y las miles de emociones que desde hace una hora -o más, ya perdió la cuenta- ha estado experimentado, apreciando a la pandilla de chicos que se encaminan en su dirección con esas auras peligrosas que le ponen la piel de gallina. Los conoce, son unos brabucones de su escuela que solían molestarlo a él y a Gyu, pero en la institución no podían hacer nada, aquí nada se los impide.
Por inercia, da un paso en retroceso, pero no muestra su miedo al hablar ni al gesticular.
–Déjenme en paz, no quiero ni busco problemas con ustedes.
Para su mala fortuna, choca con un cuerpo a sus espaldas que le hiela la sangre y le da un escalofrío desde la espina dorsal, sus brazos son aprensados por el mayor de todos, quien sonríe maliciosamente frente a él por tenerlo tan vulnerable.
–Oh no, no, tú no exiges nada, Choi.
Y en un segundo, los golpes le cayeron junto a todos los insultos, mofas y carcajadas.
*🌼*
Yeonjun no tiene que ser un genio para intuir que algo no marchaba adecuadamente, en lo absoluto. Tuvo un mal presentimiento desde que el sol se ocultó sin que su mocoso regresara de aquella reunión con Beomgyu y la señorita Arin, no entendía la demora innecesaria. No era un controlador o un dependiente de su novio, no tiene conflicto en otorgarle su espacio de vez en cuando, mas su intuición le dice que tiene razones para estar inquieto ante la falta de siquiera una llamada o algo, Soobin le dijo que no tardaría tantísimas horas allá.
Su preocupación incrementa al momento en el que la ex profesora de su mocoso y el padre de éste hacen acto de presencia en la posada, totalmente apresurados e intranquilos, y siente que se le saltan los latidos por la incertidumbre.
–¿Qué pasa? ¿P-por qué vienen así?
–Yeonjun... ¿Soobin no está aquí?
–Se supone que estaba bajo su techo, profesora, con Gyu y con usted... ¿Por qué pregunta eso, señor Choi?
Yeon obtuvo todo el relato base mientras sus tías llegaban preocupadas por el alboroto, presta atención a cada parte de la explicación con los nervios calándole fuertemente hasta el final. Le está siendo difícil respirar aire y mantener la cabeza concentrada cuando el eco de las palabras le tiene angustiado.
–Eso fue lo que...
–¿Cómo es posible que no sepan donde está Soobin? – interrumpe con atropello, por primera vez olvidando los modales frente a los adultos – ¿Por qué se iría tan alterado de su casa? ¿De qué hablaban?
Nam titubea al principio, pero termina de confesarle todo con resignación junto a la sollozante Arin, ella mortificada por la hora y el mal tiempo de afuera. El pelinegro era el único que no sabía la verdad en la sala, pero procesa rápido todo y no pierde un segundo más cuando toma su abrigo y corre hasta la puerta principal, siendo perseguido por Eunhi y Minji.
–¡Yeonjun, espera! ¡No puedes salir con este clima y a estas horas!
–No pienso dejar a Soobin solo allá afuera, tía – corta el sermón con gesto borde y su mandíbula tensa, jamás se dirigió de tal manera a las mujeres, pero no puede lidiar con ellas ahora o se retrasaría. Ya se disculparía después, hay prioridades –. Me vale un demonio el clima.
Era algo bueno que Jun no se detuviese ni con los llamados y reproches de los adultos, yendo al pueblo desde su bicicleta, pedaleando tan veloz como si su vida dependiese de ello; francamente, se trata del chico que considera su todo, así que no es muy alejada a la realidad tal alusión.
Aquel mismo muchacho al que tratan de rastrear es quien en ese justo instante estaba siendo maltratado por los buscapleitos de su preparatoria, eran un grado menor y no eran tan corpulentos, pero eran más en cantidad. Bin estaba tosiendo y mezclando sus lágrimas con la lluvia que cae sobre su cuerpo magullado, tendido en el suelo lleno de barro y charcos. Le dolían los huesos, el abdomen y el rostro, el sabor metálico en su boca comienza a surgir desagradablemente y a mezclarse entre su saliva.
No sabe cuanto ha pasado desde que está tirado ahí, no debió ser más de un par de minutos, pero siente que ha sido una eternidad.
–¡Niñita! ¡Eres un marica!
No se defendía ya de ningún insulto o golpe. Estaba cansado de todo, hasta de respirar. Se sentía humillado, patético, débil...
Es ahí que entonces, como un ángel guardián que abrió sus alas para descender del cielo, en medio del bullicio, hace aparición el pelinegro que corre desbocado y furioso hasta el grupito, lanzando su bicicleta a un lado con fuerza.
–¡Soobin!
–Hy... – no estaba seguro si terminó de formular la sentencia. ¿Estaba soñando?
–¡Alejen sus sucias manos de él, cobardes hijos de perra! – Yeon no duda siquiera en estampar su puño contra el más alto de todos, el mayor que tenía su pie contra uno de los brazos de Soobin.
–¿Q-Quién es...?
Dos de ellos salen huyendo ante el miedo de haber sido descubiertos por un senior que es más que conocido en el pueblo por su posición adinerada -todos conocen a las tías Choi-, sobre todo cuando él se esmera en darle una paliza a dos de ellos con toda la furia reflejada en sus acciones, tan fugaz que ni lo previnieron.
Son 4 chicos en total, quedaban dos, pero Yeonjun estaba irradiando tanta rabia, que les golpea con fuerza y esquiva como puede los golpes de respuesta, algunos puños le alcanzan, pero no se deja amedrentar o atrapar, la adrenalina hace que ni sienta dolor por los impactos. Escucha que su novio le pide detenerse, ahí sentado mientras sostiene sus costados, siendo empapado por la lluvia y con un moretón en un pómulo, sus labios temblorosos y con un corte, sus ojitos apagados; aquella vista sólo acrecienta más su ira en vez de aplacarla.
Soobin quería socorrerlo, o al menos lanzarse a detenerlo, pero su cuerpo no toma la fuerza de sus impulsos, era como si se hubiese drenado de la toda energía y nada respondiese, tal vez también otorgado a toda la carga emocional que lleva hace horas.
Jun deja a uno en el suelo lloriqueando por clemencia, el mayor del grupito huye adolorido, arrastrando al quejumbroso lejos del área como todo un cobarde, porque lo deja tirado a su suerte cuando le entorpecía el andar. Una vez los idiotas terminan de desaparecer, él recobra el aire y de inmediato va para arrodillarse junto al herido rubiecito, acunándole como a un pequeño contra su cuerpo, mortificado en lo que examina entre sus manos el rostro de éste.
–Bebé, ¿Estás bien? – habla atropellado por la angustia, temblando por la adrenalina y las emociones, sumando la fría lluvia que sigue mojándolos a ambos – Ya, ya estoy aquí...Tranquilo, no llores, cariño.
Yeonjun mece a Soobin en su abrazo mientras esos grandes brazos se aferran a él y su cabeza se esconde en su cuello, besa sus húmedos cabellos y le dirige a la parada techada de autobuses tras incorporarlo con algo de ayuda. Le coloca su chaqueta y limpia sus lágrimas con delicadeza, jamás vio tan abatido a su menor, siente que se le encoge el alma ante ese aspecto vulnerable y desolado.
Binnie se preocupa por los nudillos lastimados y los posibles moretones del mayor -a pesar de que es él quien está en peores condiciones-, siendo persuadido por el protector hyung que le pregunta con dulzura lo que ha sucedido, minimizando el altercado con aquel grupito para que se concentre en responderle a su interrogante. Le contó apenas los detalles de cómo el grupito de problemáticos le interceptaron, y le aseguró que no estaba tan adolorido como parece, aunque fuese una pequeña mentira para no preocuparlo.
–E-ella no me quiso, f-fui un error para mi madre, hyung.
–Soo... Espera, tenemos que ir a un sitio, estás helado y necesitas secarte – lo atrae en un nuevo abrazo por el costado, frotando su brazo sobre la chaqueta, consternado por el temblor en el cuerpo del menor. Besa su frente quedamente y examina la calle solitaria brevemente al apartarse un poquito, sosteniendo sus mejillas con una caricia de sus pulgares sobre estas –. Hablaremos cuando estemos resguardados, ¿Sí, bebé?
Bin debate que no quiere pisar la posada, se niega a hacerlo con todo lo acontecido, menos desea ir a la casa de Arin, tampoco a la de Beomgyu.
Los dos meditan algún posible refugio, están en la intemperie en plena noche fría y lluviosa, lastimados y expuestos. No es viable quedarse ahí sentados.
A Soobin de pronto le vinieron a la mente dos personas que nunca lo despreciaron, de los pocos que trató en su escuela al considerarlos decentes y nobles.
–C-creo que tengo un lugar en mente – se las apaña para levantarse e ir junto al mayor a la bici que éste trajo, no podían ir juntos por su tamaño y su condición, pero no la iban a abandonar ahí. Fueron lo más rápido que les fue posible hasta la dirección que recuerda vagamente, afortunadamente no está lejos de su ubicación actual y hay suficientes espacios techados que les resguardan de la lluvia que aminora piadosamente. A pesar de todo lo que le avergüenza, sabe que no tienen más opción que continuar su único plan –. Es esa casa.
Yeonjun asiente para tomar a Soobin de la mano y correr hasta la casa, previniendo no resbalar con los charcos o algo. Toca la puerta con los nudillos, mas se arrepiente con un siseo por las magulladuras en su piel, hasta ahora es que resiente los golpes. Soobin le sostiene la mano por reflejo con un mohín culposo, por lo que él le sonríe para tranquilizarlo y le rodea con un brazo, otorgándole aquel calor corporal que tanto necesitan ahora.
–Descuida, Binnie, sanará.
La puerta es abierta por dos muchachos en pijama, interrumpiendo cualquier conversación que pudiese formarse entre ellos.
El rubio es el primero que da una reverencia apenada.
–H-Hyungs, lo siento por llegar así d-de repente y sin avisar, pero...
Se sobre entiende, su estado lo dice todo.
–Soobin-ah, no te preocupes – Jin es el primero en reaccionar en medio del desconcierto, no requiere una resolución por ahora, más alarmado por el aspecto del par de adolescentes que están empapados, temblando y con unas cuantas heridas visibles en sus rostros, encogidos en medio de un abrazo consolador que le encoge por dentro. Abre más la puerta para ofrecerles resguardo, fue apresurado al actuar –. Ven, pasen, por favor.
Yoongi se encarga de traerles ropa seca y colocar las prendas mojadas en el cesto, les brinda unas tazas de chocolate caliente y busca su botiquín para examinarlos y curarlos, ni siquiera les pidió explicación. Así era él, resolvía en silencio y dando su espacio, mientras que Jin hacía el trabajo de reconfortar y empatizar. No es que no sea amigable, pero era más reservado. Al fin y al cabo, Seokjin se llevó más con Soobin que él.
Yeonjun no quiso separarse de Soobin en ningún momento, hasta que el mismo chico fue quien se lo ordenó con una petición suave pero convencida. Seokjin le aseguró que estaría en buenas manos, que curaría las heridas de su novio. No conocía a esos dos, apenas le dijeron sus nombres y era primera vez que los veía, pero si su mocoso confiaba en ellos, si les estaban atendiendo tan serviciales y gentiles, no iba a dudar. No tuvo más alternativa que acceder e irse con el otro chico, Min.
Transcurren varios minutos, el techo sonaba con la lluvia que impactaba otra vez con más intensidad, no había más ruido que aquel y el que ellos hacían. El ambiente olía a menta y mandarinas, una mezcla extraña pero agradable al olfato del rubio.
Están en la sala, tras ser curado, Seokjin le había ayudado a secar con el trapeador el desastre que causó. Soobin bebe de su taza ya no humeante, y se encoge en el sofá como un pequeño conejito desamparado. Al menos el chocolate estaba delicioso y le quita el frío de la piel, pero ni aquello consiguió hacerlo sentir mejor por dentro; esa clase de frío en su alma no se quitaba tan fácil.
–Gracias por todo, hyung – expresa con total sinceridad, le había relatado en ese rato lo acontecido en la pelea al otro rubio, era lo mínimo que le debía ante todo lo que estaban haciendo por ellos sin recibir nada en recompensa. Jin le insistió en que no tenía que hacerlo, pero ante sus insistencia, lo escuchó en total silencio y manteniéndose cuidadoso al tratar sus heridas. Se reservó exclusivamente el asunto que detonó su huida de casa, así como la naturaleza de su relación con Yeon –. No deseo ir a ningún sitio conocido por ahora... No tenía a donde más ir.
–Pues hiciste bien en venir aquí, nadie sospechará que están aquí, chico astuto. Es un gusto ayudarles – sonríe ladino, posteriormente soltando un bufido amargo –. No echo de menos para nada a los idiotas de la escuela, fue un milagro que Yeonjun llegara a socorrerte antes de que esos abusivos tomaran más ventaja de ti, son unos cobardes.
–Sí... – sus comisuras se alzan inconscientemente, sentía una calidez bonita y reconfortante por el recuerdo de la sonrisita del azabache – Él es mi héroe.
–Es muy bonito comprenderte – masculla con la frase suspendida, captando nuevamente la mirada del dongsaeng. Aspira una inhalación y completa con sutileza: –. Tú nos encontraste, aquella tarde de agosto en el terreno de la escuela.
–¿Me vieron? – exclama atónito, entre apenado por ser descubierto y confundido por esa reacción tan inmutada del otro. Su respiración se atascó por los nervios, referirse a ese tema frente a otros siempre era difícil – N-no entiendo, ¿Por qué no me enfrentaron?
Jin alza sus hombros con desdén.
–Confiábamos en que no dirías nada.
–¿Cómo? Apenas les conocía.
–No tengo que conocerte de toda una vida para saber que no eres como el resto – apela con sinceridad tras meditarlo muy poco. Tiene presente los años duros de escuela que vivieron él y Yoongi, sin amigos y siendo excluidos por las sospechas, que eran ciertas, acerca de su relación. Recuerda al rubiecito que tiene al frente, el que compraba en la pescadería donde trabajaba, quien les atrapó besándose en un descuido, ese mismo niño dulce que les felicitó al graduarse años atrás; lo hizo cuando nadie los quiso ni mirar a la cara, nunca dejó de ser gentil con ellos. Yoongi fue el más preocupado cuando fueron descubiertos, pero logró calmarlo porque sus palabras confirmaban con los hechos de Soo que el chico no era una amenaza. Le sigue pareciendo ese lindo chico inocente, a pesar de que haya crecido un tanto más –. Tú nos pudiste golpear, pudiste habernos gritado, burlarte o lo que sea, pero sin conocernos del todo, tú confiaste en mantener el silencio y nunca darnos una mirada de rechazo. Nunca nos viste de mala manera ni nos trataste con inferioridad o lástima como lo hicieron los demás.
A Soobin le calan profundas las palabras, aprieta sus temblorosos labios porque no quiere seguir llorando como un bebé sentimental.
–¿Qué haces cuando no puedes confiar en quienes sí pensaste conocer?
Seokjin acaricia los rubios cabellos del menor con aprecio y pesar, ese susurro quebrantado del chico le ha removido por dentro.
–Soobinssi, honestamente me diste esperanza en que todavía hay personas buenas afuera. A veces nos lastimamos entre nosotros a pesar de que no sea intencional, y no sé lo que te ha pasado como para huir a las calles y no querer volver, pero estoy seguro de que todo se va a solucionar. Tienes a tu hyung contigo, después de todo.
Tal como lo alega, justo Yeonjun regresa junto a Yoongi a su lado, verificando que su dongsaeng estuviese totalmente sanado como él. Jin les recibe con una sonrisa hogareña para calmarlos.
Los menores se excusan con la pareja y agradecen nuevamente la estadía en la pequeña habitación de invitados, la cama era individual, pero ambos están acostumbrados a compartir, más porque les encanta estar abrazados.
–Yoongi es callado pero amigable, me agrada.
–Seokjin hyung fue muy cuidadoso conmigo también.
Jun sonríe de lado.
–Son buenas personas, no me comentaste de ellos en el pasado.
Soo suspira tendido, un poquito culposo por no darles el valor suficiente a esos dos como para mencionarlos antes.
–Lamento no haberlo hecho, es una pena que los conociste en estas circunstancias...
–Está bien... – suspende la oración por unos minutos, la pastilla que les dieron a ambos para los dolores corporales del altercado reciente, más el cansancio del día y el sonido de la lluvia, sumando la cercanía contraria, consigue relajarlo – ¿Te sientes mejor? – cuestiona medio adormilado después de la breve pausa, trazando caricias en los rubios mechones que huelen aún más de lo usual a lluvia, ya estaban secos, pero el olor permanece agradablemente –. De los golpes, quiero decir.
–Duelen un poco menos, pero... Tus tías deben estar muy angustiadas por ti – masculla bajito y ronco, le ardía la garganta de tanto llorar y quejarse, no quiere angustiar a su hyung; está mejor de los golpes, pero no del torbellino dentro suyo. Respira hondo para no abrumarse, estaba muy cómodo en el pecho contrario, dibujando siluetas al azar con sus dedos en él –, no debiste quedarte conmigo.
–Yo estoy donde tú estés, mocoso – se incorpora un poco con su codo sobre el colchón, acariciando la mejilla del rubio con el dorso de sus dígitos, delicadamente. Lee perfectamente en esos ojos que los golpes no son la peor parte, más le preocupa otro tema –. ¿Quieres contarme ahora lo que sucedió con tu padre y la señorita Arin?
Bin no se esforzó en retenerlo más, le relató los acontecimientos con la decepción y el enojo palpables, detallando cada punto mientras Yeon lo escuchaba.
–Me engañaron todo este tiempo, y lo peor es que se trata de la señorita Arin, no lo esperaba de ella. Se supone que era mi lugar seguro, lo más cercano que tenía a una figura materna, pero me mintió por años a sabiendas de que detesto las mentiras. Le conté acerca de todas las veces que soñé con la mujer que me dio la vida, en muchas ocasiones me consoló y limpió mis lágrimas, ella sabía que mi... Que esa mujer me abandonó, estoy seguro de que incluso conoce su paradero o algo más.
En un minuto, ya no podía ni pronunciar la palabra "madre", la imagen ficticia se cayó en lo que Soobin se enteró de la cruda verdad. Para Yeonjun era doloroso verlo en ese estado.
–Entiendo que te sientas traicionado, es duro enterarte que alguien que amas te ocultó una verdad tan grande durante tanto tiempo – inicia comprensivo, resaltando luego: –, sin embargo, dices que la señorita Arin le dijo a tu padre que confiara en ti, que eras lo suficientemente fuerte para afrontar la historia ¿Cierto? No la justifico, pero estoy de acuerdo en que no le correspondía a ella decírtelo, era un tema delicado que tu padre debía tratar contigo personalmente – besa la punta de la nariz enrojecida y tiernamente arrugada por su expresión, cuidadoso de no tocar el reciente moretón en el pómulo del de ojos miel –. No olvides que ella te ama, sigue siendo tu lugar seguro. Tenías que haberla visto con lo abatida que estaba al llegar a casa... Dales una oportunidad de explicarse a los dos, no asumas cosas, Binnie.
–Está bien, tú ganas – expulsa el aire retenido en resignación, haciendo un mohín a pesar del corte que arde todavía en sus labios, ya no quería hablar de eso por ahora, suficiente tuvo por hoy. Hay una cosa más que le tenía consternado –. Me avergüenza no haberme defendido adecuadamente, que me vieras así de inútil y tuvieras que salir lastimado por mi culpa, se supone que era el más alto, pero soy un débil
–Hey, no vuelvas a referirte a ti mismo de tal forma, ¿Ok? No me molesta salir herido si es para protegerte. Eres precioso, fuerte, inteligente, valiente y sin duda un mejor ser humano que esos idiotas sin vida propia. Tienes tantas virtudes que puedo pasar todas las noches que quedan de verano contándolas – sonríe con adoración tras su muy serio discurso, juntando su frente con la del contrario, rozando cariñosamente sus narices –. Me tenías muerto de los nervios por haber huido así, no dudé en seguirte, lo haría aunque te dirigieras al fin del mundo. ¿No te das cuenta de por qué me enamoré tanto de ti, Soobinnie? Eres tanto para mí, mocoso...
–Hyung... – se le cortan las palabras ante la emoción y el alivio que causa una sensación hermosa por todo su cuerpo, siente bajo su palma el corazón desbocado de su novio, un ritmo que iguala al suyo. Sonríe con ojos nublados de nuevas lágrimas, con la diferencia que ahora son de plenitud. Era todo lo que necesitaba – También estoy enamorado de ti, mucho.
Yeonjun imita su sonrisa con un sonidito de felicidad, también experimentando esas sensaciones, como cuando se flota entre las nubes de puro goce.
–Es un milagro saberlo, bebé.
*🌼*
Durmieron plácidamente toda la noche, despertaron y desayunaron agradeciendo a la pareja que les recibió con tantas atenciones. Tristemente los mayores les informa que se mudarían del pueblo dentro de pocas semanas para evitar que enloquezcan cuando anuncien su relación públicamente. Estaban agotados de ocultarla, irán al extranjero y dejarían atrás a todos los que les juzgaban por amar. Aconsejaron a ambos Choi para que nunca temiesen del resto, de igual forma que les pidieron nunca dejarse amedrentar por otros.
Fue una sorpresa para Yeonjun y Soobin, porque esos hyungs se dieron cuenta de su relación amorosa a pesar de no haberla confesado, mas no lo negaron por la confianza que les dieron, sus consejos fueron bien recibidos y apreciados por ellos.
Por esto los menores les prometieron cumplir todo, recibirían luego sus datos al mudarse y mantendrían el contacto, eran personas valiosas que no todos los días se conocen.
Partieron de la casa hasta la posada, obviamente al llegar todos les recibieron ojerosos y mortificados, regañándoles y cuestionando miles de cosas, pero Soobin toma la iniciativa para dar frente:
–Lamento profundamente este malentendido y haberles angustiado, entenderé por completo sus reproches, pero por ahora les pediré un único favor – se dirige con seriedad hacia dos personas en específico –. Necesito hablar a solas con ustedes.
–C-claro, vamos – acepta Arin de inmediato.
Andan hasta el piso de arriba, Bin recibiendo una sonrisa alentadora de su hyung que logra darle fortaleza mientras va subiendo las escaleras.
En el destino que decidieron, los tres tomaron un poco de aire por la tensión de todo. Estaban desesperados por hablar, pero los adultos le cedieron el turno al menor porque es lo mínimo que le debían.
–Siento haberme desaparecido, no me sentía a gusto estando aquí. Necesitaba procesar las cosas correctamente, sólo lo haría estando lejos de ustedes – se sinceriza más sereno, pero sin bajar la guardia al proyectarles su severidad. Miró a la mujer primero –. Comprendo que no ha sido su culpa que mi padre me ocultara la versión real de mi madre, pero no me pida que le perdone el habérmelo escondido todos estos años, no por ahora. Mi confianza en usted ya no es la misma, señorita Yewon.
Ella se abstiene a aceptarlo con todo dolor, regalándole una desganada pero transparente sonrisa.
–Entiendo, Soobin-ah, y créeme cuando te digo que lo lamento inmensamente. Siempre estaré para ti, aunque no confíes en mí como antes, así que te daré tiempo... Créeme que lo único que he añorado es protegerte y verte feliz.
Yewon les dejó a solas cuando el menor asintió lentamente en respuesta, siquiera corresponder a la sonrisa le costaba, pero la mujer lo supo entender y cumplir su palabra. Ahora les tocaba a los Choi discutir acerca del tema pendiente.
Soobin tuvo que ser fuerte ante la verdadera historia, Namjoon narrándole el cómo su madre era una adolescente con problemas de alcohol. Le dijo del embarazo indeseado que muchas veces ella quiso frenar, supo cuando su padre le peleó para que no le diera en adopción o lo vendiera por unas botellas, se enteró del rechazo de sus únicos familiares -de ambos lados-, el cómo ella se escapó para darlo a luz y entregarlo en cualquier casa ajena; también sobre cuando Nam le recogió gracias a varios testigos que lo guiaron a los hechos y a su llanto de recién nacido...
Era muchísimo que asumir y analizar, demasiado para un chico que pensó que su madre lo quiso toda su vida, que murió por él, cuando fue todo lo contrario; a esa mujer no le importaba que él muriese por el descuido de ella, por su egoísmo e incapacidad de aceptarlo en su rutina.
–Debí contártelo, sé que estuve mal y erré con mi comportamiento – Joon limpia una lágrima que se le escapó al momento que su hijo no lo miraba, mantiene su cabeza en alto a pesar de su expresión lastimera, no puede mostrarse vulnerable delante de él –. Arin solamente lo retuvo porque se lo supliqué, quiso contártelo todos estos años, insistió en convencerme para hacerlo, pero fui yo quien le prohibió mencionar una sola palabra.
–¿Dónde está mi madre? – susurra apenas, no opinando nada de lo anterior. Una risita carente de emoción se le escapa al percatarse del apodo que ya es ajeno y venenoso en su lengua – Si es que se le puede llamar así.
–No lo sé, se marchó lejos y no supe más de ella – ante el escrutinio del rubio, no tuvo alternativa más que confesarle con pesar: –. Sólo oí que estaba en Ansan hace unos años.
–¿A-Ansan en Corea? – resopla con ironía, no sabe si reír o llorar más – Vaya, sí que se fue lejos de mí.
–No estaba lista para ser madre, éramos jóvenes y se asustó. Cometió un grave error, Soobin.
–Tú tampoco estabas listo, eras un joven con miles de sueños y sin familia. No tenías dinero siquiera y...
–Y no cometí el mismo error porque yo sí fui capaz de verte a la cara. Eras tan frágil y pequeño que no pude simplemente abandonarte o apartarte de mí – admitió con una sonrisa paternal que ablanda el gesto contrario. Era tan triste para Nam que, hasta en ciertos ademanes, el muchacho fuera una gota de agua con su progenitora, la misma que les destrozó a ambos el alma con su abandono y actuar. Aparta los pensamientos destructivos y se concentra en lo que exponía, porque la prioridad siempre es Soobin para él –. Iba a contarte todo más adelante, lo juro, hijo.
Bin medita unos pocos instantes, encarando a Namjoon con menos enojo.
–Gracias por ser sincero conmigo. Necesito tiempo, como ya he dicho, ahora mismo no me nace confiar en ti como antes, padre.
Joon se consuela con la promesa de ser considerado, al menos. Las heridas sanan, él sí nunca perdería la confianza en su hijo.
–Gracias, Soobin.
No estaban ebrios, o no del todo.
Ninguno era amante del alcohol o de los cigarros, como lo son muchos que han conocido, era un tanto usual a su edad con el tema de la "experimentación". Sin embargo, los dos disfrutaron por primera vez de una botella entera de Soju en su paraíso secreto del bosque, contándose anécdotas que desconocían del contrario y relajándose tras tantos acontecimientos recientes.
En ese instante, eran un par de jóvenes nada más, siendo reales y confiados, cuidando del otro entre sonrisas sinceras y compartiendo juntos otra experiencia nueva que agregan a la lista.
–Falta una semana para que regreses a la ciudad – Soobin toca la tecla prohibida cuando ya no consigue contenerlo, el alcohol lo había soltado más, ignorando el semblante de protesta del mayor por trae a relucir aquello. Se atreve entonces a sentarse en su regazo con movimientos torpes, sosteniéndose con soporte de sus manos en los hombros contrarios; parece que es un descarado cuando bebe, pero su novio no tiene problema en sujetarlo –. No te presiono, no tienes que tomar decisiones por mí o por los demás, hyung.
–Detesto irme de aquí, estoy harto de hacerlo. Empaco sin quererlo, me despido constantemente de ti en un auto al que no quiero montarme, vivo cada minuto prefiriendo sostener tu mano antes que apartarme lejos de ti una vez más... Sólo quiero irme contigo, Soobin – sisea impotente, acariciando delicadamente la cintura del más pálido, relamiendo sus labios para proseguir: –. Sé que no tengo que tomar decisiones por el resto, pero ellos quieren tanto, esperan tanto por cosas que yo en verdad no sé si deseo. Carajo, ¿Que la vida no se trata de ser felices? Tú me haces feliz cada minuto, eso sí lo sé.
–Pero no perdura así, no con alegrías momentáneas que se esfuman al final. Después estarás cargado de arrepentimientos, mira nada más a mi padre. Sé que son casos distintos, lo tengo presente, pero a la final se resume en un futuro que no podrás cambiar tan fácilmente una vez lo moldees – expone con sólida tristeza, masajeando los tensos hombros opuestos. La cara de su hyung estaba ligeramente roja en algunas zonas por el alcohol ingerido, posiblemente la suya esté igual, y no sabe si es ese líquido en su sistema, pero se embelesa más de la cuenta al escanear aquel rostro que fue esculpido por los dioses, según opina él. Le regala una tímida sonrisa, atreviéndose a confesarle algo que rondaba hace meses por su cabeza: –. Tal vez puedo alcanzarte luego de graduarme, no lo sé, ir a donde tú estés...
Los orbes verdes brillaron con ilusión.
–¿En serio?
El risueño estudiante asiente, con sus labios rozando los opuestos en un cosquilleo que les estremece por igual, exquisitamente.
–Una última despedida, sólo hay que aguantar una... Ya no habrán más, ¿Sí, Junnie?
Sonaba tan hermoso para los adolescentes, como un sueño prometido, como el cielo que todos añoran alcanzar. Tal lo siente con el beso amoroso que comparten ahora, irradiando esperanza, saboreando los pares ajenos con vehemencia y pereza por su estado. El alcohol no los embriagó, fue su amor, así lo escribiría un poeta.
Y es que estaban tan embriagados en su nube, intoxicados con el otro, que no se percataron de que un sujeto les observó cuando volvieron tomados de manos y entre risitas bobas a la posada.
*🌼*
Tres días los separaban del viaje a Tokio, la diferencia es que ahora que han trazado un plan, no les pesa como antes lo hacía. Estaban plenamente convencidos de reunirse y estudiar en la ciudad juntos, era el sitio más adecuado y más alcanzable, puesto que Yeonjun vivió toda su vida ahí y buscaría la manera de independizarse con Soobin.
Quizás no estudiarían las carreras que más deseaban, pero empezarían por algo y escalarían en conjunto por sus demás metas. Sólo deben aguantar un poco más.
Yeonjun y Soobin tenían mucha vida por delante, pero juntos.
Donde sea, Yeonjun lo sacaría de ese pueblito, se irían y serían felices como en esos cuentos que el menor lee. La vida no podía ser tan difícil como los adultos la pintan, ¿No?
–No seas miedoso, mocoso.
–No me digas así, hyung tonto. Ya estoy haciendo demasiado al seguirte en tu misteriosa travesía cuando sé lo propenso que eres a meterte en problemas, no me pidas más.
Jun le jalonea victorioso hasta el punto que diseñó para su cita, se cerciora de que Soo no se tropiece al tener una venda cubriendo su campo de visión, y al quitarle la misma, no se pierde ni siquiera por un parpadeo la reacción que éste tiene.
El lugar era una vivienda abandonada bastante acogedora, cercana a las montañas empinadas y distanciada de los residentes del pueblo. Yeonjun la encontró el año donde Soobin y él estuvieron distanciados por la negación de sus sentimientos, pero lo ignoró hasta ahora que la recordó. No habían habitantes ocupándola, tiene cerrojos confiables -Yeon sólo los forzó en la mañana y los reparó fácilmente tras hallar adentro de la propiedad un nuevo acceso por la ventana trasera-, y se esmeró en decorar la sala para ellos dos, fueron días de arduo trabajo que valió la pena.
Su intención fue hacer una cena romántica antes de la despedida que les aguarda. En el sitio hay lucecitas colocadas en la sala, mismas que le "robó" a una de sus tías del depósito donde tenían decoraciones festivas para la posada, también puso una manta en el centro con cojines cómodos, sobre esta colocó una tarta que compró, porciones de comida que preparó más temprano -cuando nadie estaba en casa-, jugo y un reproductor de música. Era una réplica de lo que Soobin le regaló cuando llegó los primeros días, pero con su estilo personal y en un espacio cerrado.
Se notaba lo mucho que Yeonjun se dedicó a la preparación del sitio por la forma en la que todo fue colocado. Siempre hacen picnics, pero este es único y distintivo.
–Sé que puedo ser un copión y ya hicimos algo similar, pero quise hacerlo más especial para ti, para nosotros – comenta en un susurro cerca de la oreja del rubio, rodeándolo por la cintura y reposando el mentón en su hombro. Olfatea su cuello con decoro, satisfecho por el estremecer del cuerpo ajeno que, involuntariamente, se pega de él y responde positivamente a su tacto, creando una burbuja relajante –. Situaciones como estas nos esperan en el futuro, quiero que lo tengas muy presente, así como yo lo tendré.
» Una casa para nosotros solos, los dos siendo libres, compartiendo cualquier cosa que se nos ocurra, porque quiero saber todo lo que pasa en tu preciosa e inteligente cabezota – sonríe al escuchar la risita extasiada del menor –. Sé que te lo he dicho antes, pero necesito que te grabes esto cuando la distancia te esté abrumando. Y es que no quiero compartir con más nadie algo así, ni ser tan patéticamente cursi o romántico con otra persona que no seas tú, Binnie.
Era parecida a la tentadora escena de Peter escapando con Wendy por la ventana, hacia Nunca jamás, tan inocente, bonita y con promesas idóneas para el futuro.
–Hyung... Es todo muy hermoso, no sé qué decirte – suelta una boconada con una tonta sonrisita, disfrutando de los besos castos en su piel y sosteniendo las masculinas manos en su cintura, otorgándole al dorso caricias con sus yemas. Aprecia por completo todo lo que ha decorado y hecho su mayor para él, le conmueve de tal manera que debe distraerse con una bromita para no terminar llorando como un patético niño ahí: –. Por eso estabas tan sospechoso con el recetario de Eunhi y me abandonaste unos días, ¿Seguro que no terminaremos envenenados con lo que preparaste?
Yeon le voltea con diversión, dando un intento de guiño.
–Sólo si prometes que me darás respiración boca a boca.
Bin carcajea, empujándolo ligeramente.
–Eso no tiene sentido, Junnie.
–Para mi cualquier excusa donde me beses, es válida.
La pareja degusta la cena entre risas y una breve charla, las palabras sobran cuando comparten tan cálida atmosfera. Era terapéutico ahí en la soledad de ellos dos.
Yeonjun convence a Soobin de que la vivienda es segura, nadie vendría ni se enfadaría de que estuviesen ahí, aparentemente siendo la ex propiedad de unos ancianos que se fueron del pueblo varios años atrás. Su mayor le muestra el viejo piano abandonado que aún suena, por más teclas dañadas polvo que acumule, fue una de las pertenencias del lugar que más le atrajeron a estar ahí.
El azabache interpreta una de sus composiciones para el chico dibujante, quien está suspirando con ensimismamiento por todo lo que le dedica, dándole cumplidos por su talento; solía tocarle el piano a Soo desde niños, y es melancólicamente hermoso el progreso del que han sido participes, tal como lo ha sido con los dones del muchacho pintor.
Porque para el otro, eran los mejores artistas.
–¿Te gustó? La compuse para ti, como la mayoría de las que hago – da un beso en la mejilla del más alto, con un sonido que hace eco en el sitio y les hace sonreír a la par –. Es nuestra canción, se llama "Daydream in Neverland".
–Es maravillosa, como todo lo que haces – halaga con admiración. Aquello le vislumbra algo que descubrió hace poco, y hace uso de su mejor carita suplicante para la ocasión – Junnie, ¿Algún día seré privilegiado de ver tu libreta secreta de composición?
–Hmm – finge pensarlo – quizás si borras esa cara de cachorrito mojado – viaja su boca hasta la oreja del menor, bajando el tono para ser captado sólo por él como cuando llegaron; una acción graciosa, considerando que están a solas ahí –. ¿Sabes un secreto más? Tú eres mi cosa favorita de hacer.
–Gracias, Peter – sonríe por inercia al darle un beso en la mejilla, tal como lo hizo anteriormente su mayor, sólo que menos ruidoso.
–Me gusta que me digas así. Quiero tener un apodo ingenioso y lindo para ti también – protesta con una mueca de sus labios.
Soo ladea su cabeza en respuesta.
–Bueno, no puedo ser Wendy porque soy un chico. Igual siempre me dices de muchas maneras que me gustan, hyung.
–Claro que no eres Wendy, Binnie. Sigues siendo un chico sin importar nada de lo que digan los demás – expone con dulzura, no quiere que piense que lo considera la parte "femenina" de la relación, era absurdo verlo de manera tan cerrada sólo por ser diferentes al resto, ¿No? –. A ver... Por ahora te llamaré mi mocoso llorón favorito – juega con sus cejas sugerentemente, causando una risita en el opuesto –. Soy un genio romántico, no lo niegues.
Entre más sonrojos y adulaciones, se dirigen a una nueva área. En el piso de arriba hay un telescopio viejo de madera por el cual aprecian las estrellas -aunque el lente estaba un poco agrietado -, consiguieron una amplia ventana donde se observaba Takayama entre sus luces, el aire sopla fresco y hay un riachuelo que suena tenuemente hasta donde se encuentran. La casa cuenta con un jardín descuidado con flores y pasto crecido que complementa de cierta forma el encanto del lugar, apreciado desde ahí arriba.
Era tan relajante que en verdad añoran poder quedarse ahí de por vida, como si fueran una familia en su propia vivienda...
–Podemos pasar la noche aquí, nadie estará enterado porque creen que estamos con Beomgyu. Ya lo hablé con él, sirve chantajearlo a cambio de dulces – propone con cierto nerviosismo que cuela en una risita, no entiende el motivo, pero de todas las veces en las que han estado juntos y a solas, la atmosfera se experimenta tan intima como nunca antes, su organismo cosquillea ante la cercanía con el precioso ojos miel –. Todo esto se siente como...
–Como un hogar – completa con una linda muestra de sus hoyuelos, sus ojitos volviéndose más pequeños por la acción. Siente tanta adoración por el mayor, eran tantos años vividos con éste mismo, que de pronto fue como una realización: Yeonjun era completa y devotamente demasiado importante, como preciado, para él –. Tú eres mi hogar, Junnie hyung, me quedaré contigo esta noche si tú me lo pides. En donde sea.
Harían todo lo que el otro le pidiera, la magia bajo la que estaban en dada etapa era enorme, más que cualquier razón.
–Y tú el mío, Binnie.
Por un rato están parloteando sobre sus vidas y metas, imaginando adoptar a unos cuantos cachorros como sus hijos a futuro, y al minuto siguiente, ambos se besan como si fuesen el oxígeno del otro, como si el tiempo ni nadie más existiese fuera de su atmosfera, fundidos en los sentimientos novedosos que les han vuelto tan adictos.
Son un lugar seguro, su zona de confort favorita. La calidez se vuelve un fuego que corre por sus venas y les hace jadear apasionadamente entre espasmos placidos, como dos amantes que sueñan con una vida igual a la del resto: Libre.
Soobin estaba recostado en la ahora un tanto revuelta manta, sus mejillas calientes y su vientre hormigueando con una presión nueva, le duele la entrepierna y está avergonzado por el origen de aquella reacción, sin embargo, no se detiene. Hunde sus dedos en las oscuras hebras para atraer al otro que tampoco se distancia de él, mientras contiene sonidos vergonzosos al morder sus hinchados y enrojecidos labios, disfrutando de los besos en su cuello, las succiones y lamidas un poquito tímidas e inexpertas que le propina su novio.
Sólo se están dejando llevar.
Yeonjun no estaba en condiciones distintas, respira mucho más pesado y su voz se profundizó unos tonos más bajos, susurrando dulces palabras para el rubio que despertó mil sensaciones en él. Está viendo fuegos artificiales, su vientre presionado y su ritmo cardiaco en aumento como su calor. La corriente placentera y eléctrica que le recorre llega hasta su zona baja y debe controlar sus impulsos en un momento de cordura y sensatez.
Era Soobin, su Binnie, él no podía propasar sus límites.
–E.espera, debemos detenernos – se aparta sentándose de pronto, agitado y acalorado, casi temblaba por tantos estímulos que le invaden por primera vez; quién diría que mantener la cabeza fría era tan complejo –, si continúo así contigo, y-yo no creo ser capaz de parar.
Era obvio que puso la decisión en sus manos, sobre las de Soobin, y francamente, en aquel instante no parecía algo que el rubio tuviese que meditar con mucho ahínco.
–¿Y si no paramos? – aventura al tragarse la pena y sentarse con unos leves espasmos de su cuerpo debido al tiempo que estuvo recostado y por las sensaciones que toda la atmósfera le generó, anhelando recuperar el momento que estaban viviendo juntos. Nunca creyó que fuese posible sentirse así de bien, ya estuvieron en momentos subidos de temperatura, pero ahora es algo mucho mayor. Imaginaba que las personas exageraban los actos carnales, pero ahora no consigue catalogar si es por la excitación de su cuerpo o si simplemente se trata de su hyung, quien fue el que desató aquello en él -está casi seguro de que sí es por él-, porque comienza a entender la emergente fascinación que demanda su organismo por la cercanía del otro. No se dimensiona en una situación similar con nadie más que con el azabache, y supo que aquel era su momento correcto, con él –. ¿Qué tal s-si seguimos, hyung?
Se saltó un respiro.
–Soobin, ¿Sabes lo que me estás pidiendo? – cuestiona incrédulo, tragando pesado por la visión tan atractiva que tiene de su dongsaeng, ¿Acaso se estaba ofreciendo? Era un deleite casi irreal.
Soobin posa su temblorosa mano en la nuca del ojos verdes, perdido en esas pupilas dilatadas que le desean como lo hace él con su portador, tocando con sus dedos en una subida y bajada que complace a éste.
Sabe lo que implica, que no hay retorno, pero... Vale la pena.
–Sé que somos inexpertos en todo este asunto, pero tarde o temprano sucederá. Yo... Quiero vivir cada experiencia contigo, nunca he estado más seguro de algo en mi vida. No quiero tener miedo de lo que me haces sentir, en ningún aspecto, hyung.
Es un claro: Quiero esto tanto como tú.
Yeonjun pestañea entre el asombro y la emoción de tener al chico tan dispuesto a darle algo tan importante, algo que te cambia y es especial, que no tiene retorno una vez se realiza; porque así es como lo ve su mocoso, conoce ese lado inocente y romántico que tiene el hermoso menor, quien, a pesar de ello, está confiando en él para depositar esos anhelos, aquella vulnerabilidad y esa parte suya. Es una demostración pura del amor que le tiene, y eso le sobrecarga el alma, no quiere darlo por sentado o dañarlo.
Agarra la mano que le otorga caricias y la besa con sumo cariño, con veneración.
–Soo... Sé lo que hay que hacer, pero yo no quiero lastimarte...
–No lo harás, desde que me conociste te convertiste en la persona que más me cuida – sonríe con plenitud, gateando de rodillas para acortar los pocos centímetros que lo separaban del cuerpo ajeno, no hay una pizca de vacilación en su ser, le acoge una convicción sólida cargada de valentía que le da el poder de darle cara –. Confío en ti, en lo que sentimos, y... – toma más iniciativa al sentarse en su regazo, rodeando el cuello contrario con sus brazos como soporte, sus labios tocando los opuestos en un roce que entremezcla sus respiraciones; está perdido en el momento, definitivamente nada más le es relevante que el aroma del mayor y sus firmes manos sosteniendo su cintura. Estaba muy sonrojado, pero es lo de menos – Estoy seguro de que no quiero compartir esto con nadie más que no seas tú, aquí y ahora, Yeonjunnie.
–También lo quiero, deseo estar contigo en todas las maneras existentes, Soobinnie – confiesa entre besos que reparte por todo el rostro del aludido, lo sostiene contra él con ímpetu, sin ser brusco –. No quiero a nadie más que a ti...
Ambos están anticipándolo con un hormigueo desde las raíces hasta las yemas.
–M-muéstrame... – pide bajito y mad ruborizado, incluso ocultó su cara en medio de la vergüenza, sacándole una risita enternecida a su mayor, igual de enrojecido que él –. Todo lo que dices...
Yeonjun lo recuesta nuevamente y se dejan llevar por los instintos de su cuerpo. Las camisas son abandonadas a un lado y sus pantalones son los siguientes, justo como sus calcetines y zapatos.
El mayor estaba endemoniadamente nervioso, para nada era experto, y al ser dos hombres la situación es totalmente distinta, no la enseñan en las escuelas y eso les hace vulnerables. Por ello investigó con preámbulo antes de aquel verano -como le fue posible y en secreto total-, por si se daba la ocasión que justo ahora estaban teniendo. Tenía la responsabilidad, y sólo espera estarlo haciendo adecuadamente para su dongsaeng.
Soobin no era tonto, se imaginaba cómo iba el proceso al ser dos hombres, no fue capaz de hablarlo antes con Yeonjun, pero en ese momento lo hicieron mientras iba aconteciendo. Acordaron su rol y lo que vendría, estuvieron mutuamente de acuerdo en todo.
Son conscientes de la magnitud de lo que hacen entre risitas tímidas y divertidas, la incomodidad es la típica de una primera vez, mas no es impedimento de sus ganas a probarlo.
Yeonjun está adorando la imagen ante él, temblaba de puro goce como sudaba en ese punto dado, pero antes de atreverse a más, debe confirmar:
–¿Estás convencido de esto al cien por ciento, bebé?
La respuesta llega con una unión de sus bocas que inicia el mismo rubio, sus dedos temblando en el elástico del bóxer del mayor, rodea con sus piernas al mismo y el choque de sus partes bajas les hace jadear. Se le sube más sangre al rostro por sus acciones, su pulso martillea en sus oídos, pero logra formular sin titubear:
–Siempre contigo estoy en un cien por ciento convencido de todo.
No hubo más contención, fue inevitable que quedaran expuestos; no sólo con su desnudez física, sino también las de sus almas enlazándose en el acto más puro de amor y pasión.
Adoraron el cuerpo del otro, Yeonjun besó cada rincón de la tersa y lechosa piel de Soobin, se deleitó de los gemidos extasiados, jadeos sorprendidos y suspiros amorosos del apenado, pero dispuesto ojos miel. Quedó por completo embelesado con toda su apariencia en pleno acto, algo que nada ni nadie jamás igualaría en su existencia, de aquello tiene plena certeza.
Lo confirma más cuando se hundió en él y se volvieron uno tras prepararle con suma delicadeza y paciencia.
Soobin estaba experimentando profundamente la gloria, con todo y el dolor del acto en un principio. Yeonjun tuvo mucha consideración y esperó por más ansioso que estaba, dando tiempo a que se acostumbre a la intromisión, fue un rato de ese modo. Una vez se adapta y comienza el suave movimiento, siente que está tocando el cielo con los dedos, todo era intenso y nuevo, tanto, que se prometió que atesoraría el recuerdo bajo llave durante el resto de sus días, justo como una de las mejores experiencias de su vida. Sobre todo por cómo era tratado por su hyung, quien no lo miraba como si fuese una muñeca frágil, pero sí que lo cuidaba como si se tratase de un tesoro precioso. Agradece en verdad lo gentil que era su novio, desplazando su propia satisfacción a cada minuto que actuaba, sólo por estar pendiente de él.
Excitación. Urgencia. Amor. Deseo. Tentación. Adoración.
Las sonrosadas marcas en la espalda de Yeon eran la prueba de que Soo estaba en el paraíso del estasis, inclusive en medio del dolor y la incomodidad del inicio, el placer le invadió hasta la punta de sus pies, creciendo por segundo. Comprueba una vez más que nunca imaginó que podría existir algo tan maravilloso que sea capaz de revolucionar todo su ser en tan especial magnitud, y definitivamente asegura que todo se debe a que es algo que hacen juntos, con amor. Porque se trata de Yeonjun.
La gran confianza que se tienen es un hecho mutuo, esto por el haberse transformado en mejores amigos a lo largo de los veranos, añadiendo la fortuna de haberse enamorado genuinamente en aquel floreado camino, y por ello descubrían a la par la magnificencia de tantas experiencias. Literalmente, crecieron juntos, y esta es una de esas vivencias de su sendero.
Ahora mismo estaban haciendo lo que popularmente denominan como "hacer el amor", ese acto tan cursi que solía darles vergüenza por su nombre y hasta provocarles cierto escalofrío y burla, pero que ahora comprenden la razón para titularlo de aquel modo. Por unos minutos eran ajenos ante el hecho de que son dos chicos, y que cualquiera tacharía la unión como una aberración pecaminosa.
Porque Soobin estaba más ocupado besando al pelinegro en cada parte que le era posible, le acariciaba inexperto, pero con diligencia. Se ensimismó con la semejante imagen del ser más atractivo y precioso que ha visto en su vida, gozó de sus sonidos lascivos, gruñidos, gemidos, sus oraciones afectuosas y halagos. Nadie más había visto a Yeonjun en aquella faceta, y él era bendecido de tenerlo.
Soobin deseaba que Yeonjun no saliera de él, en todo el significado que implica y abarca la palabra.
Los dos Chois están conectados más allá de lo físico con miradas amorosas y embriagadas de anhelo, en la cúspide de su acto, latidos igual de desbocados, sudor recorriendo sus blanquecinas pieles, movimientos y sonidos en sincronía. Eran una revolución espectacular para el otro.
Una vez el clímax les invade, caen exhaustos y más que complacidos. Se ríen flojamente entre respiraciones erráticas y sonrojos apenados, volviendo a caer en realidad de sus cuerpos desnudos y juntos, de sus esencias y lo que acaban de cometer.
¿Una travesura de niños? Quizás, pero no se sentían como tal, sino satisfechos y libres.
No se mueven más que para abrazar al otro, como si se les fuera la vida en ello. Oyen todos los ruidos alrededor mientras se acarician y dan pequeños besos, comparten sonrisas, sin formular verbalmente nada, no era requerido en su burbuja...
Pero hubo algo que Yeonjun ansiaba expresar, picaba en su lengua y martillea en su pecho. Y lo dice, con toda la transparencia y ojos fijos en los de color miel:
–Te amo, Soobin.
A Soobin se le nubla la vista, ahora por otro motivo que no es sólo placer, sonriendo perezoso, pero sinceramente feliz cuando contesta:
–Yo a ti...
*🌼*
Desde muy temprano volvieron a la residencia Choi, fue un punto a favor que nadie se percató de su ausencia y que la cuartada funcionase. Se despiden con un discreto beso fugaz que les hace irse risueños a sus habitaciones, donde permanecen hasta que deben hacer sus labores diarias.
Por alguna causa desconocida, el rubio está más cargado y ocupado con diversas órdenes que recibe, tanto así que ni siquiera se cruza con su hyung durante el resto de la mañana o al inicio de la tarde.
Yeonjun tenía las intenciones de encontrar un espacio para escapar e ir junto a su novio, también había estado ocupado porque lo sacaron raramente a pasear sus tías y le pidieron acompañarlas a casa de una amiga. Cuando regresó y estaba por ir tras Soobin, se cruzó con el padre de éste con una expresión inusualmente seria. Apenas lo saluda y le pide un instante para charlar algo en la sala de estar, el sitio donde dictaban las clases de piano.
¿Es normal tener el estomago revuelto de pronto? No tiene que temer, pero una inquietud se empeña en formarse en Yeon por primera vez al estar con su profesor, que lo encamina en total silencio hermético. El hombre cierra las puertas y se sienta en el sofá sin decir nada. Admite que estaba algo cohibido con la actitud, aún así lo imita, aclarando su garganta cuando el silencio fue pesado y largo.
–Profesor Choi, ¿Qué necesitaba hablar conmigo? ¿Todo en orden? Luce demasiado serio y...
–Sé lo que tienes con Soobin – decide romper la tensión sin rodeos, el muchacho palideciendo y cerrando sus labios al segundo, sus orbes abriéndose en un pánico casi inmediato. No se inmutó de ello y tomó una inhalación profunda, muy incómodo –. O más bien, sé lo que ustedes compartían en secreto, porque ya eso se acabó.
Yeonjun esperaba mil reacciones, sabía que algún día llegaría el momento de enfrentarlo, pero por más que se preparó, uno nunca está listo para afrontar situaciones así, su mente quedó en blanco unos instantes. Tenía muchas preguntas y dudas.
¿Cómo se enteró? ¿Desde cuándo? ¿Quién más lo sabe? ¿Cuál reacción tendría ante la idea? No debe ser buena si dijo una palabra que le aturdió y asustó por completo.
Haciendo acopio de toda su fortaleza, lucha por no colar sus nervios ahora, manteniendo su posición con cautela.
–Señor, permítame...
Pero Namjoon tenía también mucho que decir, con ese tono gélido y pausado.
–Te veía como un hijo desde que te conocí, confié ciegamente en ti durante todos estos años que entraste a nuestras vidas. Realmente pensé que cuidabas de mi hijo, Yeonjun.
Fue un golpe oírlo decepcionado, su desasosiego aumentaba.
–Y lo hago, siempre lo he hecho.
–¿Cómo? Soobin es inocente, confía en ti y en lo que le digas como su hyung. Todo eso para que lo convirtieses en alguien errado – sentencia con rencor.
–Comprendo que no lo entienda, que no sea normal para usted, pero ni Soobin ni yo estamos mal como lo creen los demás – expone con todo el respeto que tiene por su mayor, apretando sus puños y regulando su respiración. Tiene que mostrar aplomo, ser alguien grande y digno, si bien la situación no era la que esperaba para presentar sus intenciones con el hombre, no le queda opción que comportarse adecuadamente y no flaquear, su mocoso lo necesita; debe probar que lo merece –. Sé que es inusual algo como esto, pero debe saber que su hijo es lo más importante para mi, nunca le lastimaría ni me burlaría de él.
–¿Estás intentando convencerme y cortejarlo? – frunce su ceño con incredulidad al captar las intenciones, le parece insolente siquiera que el muchacho creyera que daría su aprobación ante semejante cosa –. No es una conferencia donde discutimos sobre mi hija, porque nos referimos a mi hijo, un chico – remarca lo último de manera tajante–. No esperas que yo acepte...
–Yo lo amo, profesor – interrumpe sin bajar la mirada, tragando grueso.
Ya está, lo dijo. Estaba comenzando a desesperarse y su cordura no estaba en el mejor estado de sanidad, no al sentir que las hojas se le escapa de las manos con suma rapidez ante una fuerte brisa.
Sólo que también estaba tentando el límite del adulto con su terquedad.
–¿Amarlo? No sabes lo que es siquiera el amor, Yeonjun. Son dos chicos confundidos, y nada de lo que me expliques hará que cambie de parecer – resopla con impaciencia, inclinándose más cerca en su puesto –. Dices que no deseas lastimarlo, pero ¿Acaso crees que podrá tener una vida normal estando en una relación con otro hombre? ¿Piensas que les darán trabajo, vivienda o estudios siquiera sabiendo lo que hacen? ¿Tolerará mi hijo que todo con el que se encariñe o respete le mire mal y le juzgue? Vivir de palizas, insultos y atropellos... Eres consciente de que alguien como Soobin no soportaría tal barbaridad.
Yeonjun agita la cabeza decididamente, no quiere que esas palabras entren en su cabeza para taladrarlo.
–Yo puedo protegerlo del mundo, jamás les dejaría tocarlo.
Namjoon suelta una risa seca, no mal intencionada ni burlesca como lo aparenta, sino por lo que le parece un disparate del pobre chico.
–¿Y quién te protege a ti? ¿Podrás contra todo el mundo? La realidad es más cruda que eso, más duro y voraz que las novelas que él lee, y si no me equivoco de nuevo contigo, creo que tú tienes más conciencia de eso.
Soobin lo protegía también, porque era todo lo que necesitaba... ¿Verdad?
–Usted me habló del amor, me dijo que fuera tras él, que luchase por alcanzarlo – defiende ahora con un titubeo nervioso, gesticulando con sus manos. No tenía defensa ante los cientos de ataques ahora mismo, pero aquello era seguro para aferrarse en medio de la deriva –. Dijo que si el destino lo quería me reuniría con esa persona. ¿Qué cambia ahora?
–Cambia el que eso fue antes de enterarme que no era una chica de quien me hablabas, sino de mi propio hijo. ¿Cómo siquiera me viste a la cara todo este tiempo? – farfulla con un golpe sordo de sus lentes sobre sus piernas, logrando con el acto callar al menor por un instante; casi rompió el cristal, así de fuerte fue su ademán – Estás siendo un iluso, temes perderlo y eso te hace egoísta. Si lo amas como dices, cosa que verdaderamente no puedo concebir, entonces déjalo ir, que sea feliz por su cuenta.
Jun abre sus ojos ampliamente, sin procesar tal petición. Un torbellino se desató en sus adentros, pero las emociones que deja predominar en el exterior son el enojo, la frustración y la indignación.
–¿Se da cuenta de lo que dice? ¿Cómo me pide algo así? No me pienso alejar de Soobin.
–No te estoy pidiendo nada, te lo estoy ordenando como el padre de Soobin, antes de tomar medidas más drásticas y severas, Yeonjun – corrige con frialdad e imponencia –. Aquí soy el que más tiene claridad de lo que dice. Ya mi hijo ha sufrido mucho en esta vida, no se la compliques más.
–No va a estar bien sin mi – pestañea para aplacar las lágrimas acumuladas, no quiere lucir débil ahora delante del más moreno, a pesar de que estaba quedándose sin recursos. Estaba muy impotente y empezaba a mortificarse, hasta sus cuerdas vocales temblaron levemente –. Soobin me quiere, está enamorado de mi, ¿Por qué le es tan difícil de aceptar?
–¡Soobin es un adolescente, Yeonjun! Está enamorado de la vida, de la idea del amor y el romance, pero no de ti – exclama con tenacidad –. Es una persona tímida e inexperta, se aferró a ti porque eres la relación más cercana que tiene con alguien. Sólo está siguiendo la corriente, no sabe lo que quiere.
» Sí, por un tiempo le dolerá el que te alejes, pero sé que lo olvidará. Cuando eres joven es de esa forma, sientes con intensidad y crees que conoces los secretos de la vida, es fácil caer en fantasías y placeres. Yo lo experimenté, cometí errores también.
Ante la desesperación que le invade, Yeon se levanta bruscamente de su asiento. Se sentía acorralado, atacado, no quiere que esas palabras calen como lo están haciendo. Alza el volumen, sin importar que le doliese la garganta o que el mayor le golpee por su arrebato:
–¡No puede comparar situaciones por sus vivencias o echarle basura a lo que sentimos por ser jóvenes! El no ser adultos no minimiza lo nuestro. Es injusto, no es su culpa lo que usted vivió.
–¡Será mi culpa si permito que esto continúe! – imita el anterior movimiento y se planta intimidante frente al pelinegro. Éste retrocede un paso con una suplicante expresión que le remueve por dentro, pues a pesar de lo sucedido, Jun no deja de ser una persona querida para él, con todo y fallos, pero se repite que lo hace por el bien de ambos muchachos. Estaba por irse antes de perder los estribos, pero el menor lo tomó fuerte y angustiado por la manga, haciendo que le mire, sorprendido por su estado; nunca vio al azabache así de afectado –. Yeonjun, suéltame...
–Señor N-Nam, por favor... – ya ni le importaba derrumbarse o rogar, de ser necesario se pondría de rodillas y aceptaría cualquier castigo, todo menos terminar de soltar la cuerda de su felicidad, aunque le esté rompiendo sostenerla ahora mismo con los jalones que tiran a sus espaldas –. P-por favor...
La cuestión es que ya el hombre presenció lo que eran capaces de hacer los demás en contra de los chicos. Juntó los puntos, les siguió más veces tras descubrir sus sospechas debido a una charla muy atípica entre ellos. Se fijó de los golpes en ambos, oyó comentarios malintencionados de parte de unos adolescentes en la bodega. Era hasta insólito, no sabe cómo fue tan ciego cuando habían tantas señales, y lo peor del caso es que todavía era un secreto.
¿Qué cuando se hiciera público? ¿Cómo se portarían con ellos los demás al enterarse?
Debe frenarlos, aunque signifique que le vean como el villano. No se apiadará, porque a veces al ser adulto hay que tomar decisiones duras y drásticas por el bien de otros. Tomó sus lentes y ablandó mínimamente su semblante, más no su voz llena de firmeza al apartar el agarre.
–Es un sueño, deben despertar, necesitan hacerlo. Te va a olvidar, y te sugiero que hagas lo mismo con él.
Frente a los ojos de Namjoon, la esperanza, ilusiones y sueños de Yeonjun se volvieron añicos y cenizas... Pero prefiere eso a que sean las de su hijo, por más cruel que suene.
Nam desplaza los llamados y ruegos de su ahora ex alumno, saliendo de la estancia y bajando por las escaleras. Yeonjun le persigue sin prestar atención a las preguntas confundidas de sus tías ante su aspecto, no deteniéndose hasta que el profesor que tanto admiraba se perdió en el viejo auto que usaba para trabajos en la posada.
Queda abatido en su puesto, las emociones y pensamientos siendo una carga intoxicante y asfixiante. Está llorando y respirando con dificultad, sentía que se ahogaba, así que corre sin rumbo por inercia; para perderse de la realidad, para evadir las voces que le llaman por explicaciones y exigencias, para escapar de todo, menos de sí mismo, pues aquello era imposible.
¿Cómo le dice a su corazón y a su mente que no tengan clavado a Soobin ahí, si él tiene hasta una jodida casita dentro suyo?
Sin embargo, por más que quiso evitarlo, la conversación resurge en su mente. Hasta ahora es que se cuestiona, medita y sufre porque está al tanto de que todo lo que ha dicho el señor Choi, doliese y no fuese justo, era totalmente cierto.
Si Namjoon, un hombre al que consideraba respetuoso, abierto, comprensible e inteligente, reaccionó así con ellos, a quienes estimaba y quería, ¿Qué quedaba del resto? Los chicos que les golpearon por simplemente antojo, de haber sabido lo suyo, de no haber llegado por Soo...
Estaba poniendo en riesgo la vida de la persona que ama. Las lágrimas bajaron con más fuerza y el aire faltaba, mareándolo momentáneamente. Él no podría cargar con el peso de que algo malo le sucediera a Soobin, menos por su culpa.
Estuvo siendo un niño egoísta e ingenuo todo el tiempo, ¿Qué estaba pensando al fantasear con una vida ordinaria junto a Soobin? Era absurdo, él no alcanzaría a defenderlo de todo, a protegerlo o a ocultarlo, al contrario, le robaba las posibilidades a un chico joven que, inocentemente, sueña con vivir, salir de aquel pueblo.
Quizás el menor estaba confundido, tal vez los dos lo están. Detesta poner en duda su amo, pero...
Más se odia a sí mismo por no ser capaz de ofrecerle algo mejor, normal, porque si permanece a su lado como hasta ahora, le traerá puras desgracias. No, ya no quiere que Soobinnie sufra, así él deba hacerlo.
Sabe que será duro, que la decisión no tiene retorno y desataría un huracán que arrasaría con ellos, pero ¿Qué elección tiene? Si le cuenta todo, el rubiecito renegaría y empeoraría la situación, lo conoce.
Tal vez los adultos tenían razón, tal vez sí estaban mal... O no, quien sabe, su cabeza es un lío que duele como su corazón ahora.
Se queda lo que resta del día en la casa de la montaña para no ver a nadie y serenarse- cosa que ve imposible, francamente-, esa misma donde experimentaron dos días atrás tantas vivencias valiosas y preciosas. Bueno o malo, atesorará cada recuerdo en su ser por el resto de sus días, lo sabe perfectamente.
–Mierda, duele mucho. Fue mala idea venir...
Su voz se ahoga en las paredes, estaba ronco de tanto llorar, no recuerda haber sufrido tanto nunca.
Yeonjun arrastró sus pasos al llegar a la posada durante la noche, inventó una excusa de su conducta y se tragó el regaño con total indiferencia.
–¿No dirás nada, Yeonjun?
–Tienen razón al molestarse, pero mi castigo no tendrá sentido –indica cabizbajo y desganado, sus ojos estaban irritados y cansados. No tiene que ver a nadie para adivinar su confusión, por lo que simplifica con todo amargor: –. He decidido regresar mañana a la ciudad.
–¿Cómo dices?
La inesperada noticia toma desprevenidas a sus tías, porque nunca se imaginaron, ni ellas ni él, que se marcharía a la ciudad antes de lo esperado. Ellas por supuesto que estaban sorprendidas, preocupadas por lo desolado que luce su sobrino, mas no refutan a su decisión porque ni chance les da éste de preguntarle la causa, pues se pierde en el segundo piso con rapidez.
Jun planeaba irse directo a su habitación, pero sus pies y él mismo se dirigen con urgencia hasta la recámara de quien hasta hoy consideraba su novio -algo que en el fondo seguiría siendo, tal como siempre sería su mejor amigo-. Con sumo cuidado se adentra en la penumbra y se sienta a su lado, supo por las mujeres que el rubio preguntó todo el día por él y le intentó buscar, hasta que se rindió agotado por las labores.
Esa habitación tan bonita y colorida, tan sencilla a su vez, llena de recuerdos y la escencia de Soobin... Joder, no tiene pista de cómo lidiar con no volver más.
¿Cómo se escapa la felicidad en un único minuto?
Sonríe entristecido al acariciar los rubios cabellos, velando por la tranquilidad del más alto, esa que se perturbaría por su culpa al despertar.
–Lo lamento, en verdad lo siento, Binnie... – masculla en un susurro inaudible y quebrado, entre lágrimas saladas que viajan por sus mejillas. Se inclina para depositar un beso en la cabeza del jovencito antes de levantarse con todo el pesar que acongoja su alma – T-te amo mucho, cariño...
Soobin sonrió entre sus inocentes sueños cuando Yeonjun salió, ajeno a que todo se había quebrado para ellos.
*🌼*
Fue sumamente impresionante y hasta descabellado que no compartiera el día anterior con su hyung tras haberse separado temprano, más el que no fuera por él a desayunar ni a darle un "buenos días" como solía hacerlo, incluso las tías del mismo estaban comportándose peculiarmente extrañas y no le dan ningún mensaje de su sobrino que le oriente sobre el asunto. Ellos no pasaban un día sin verse durante los veranos, a menos que algo malo pasase, pero no quiere llenarse de paranoia.
Soobin sin duda alguna era responsable en sus labores y no se saltaba sus deberes, pero hace una excepción para intentar conseguir a su mayor en su respectiva habitación. Toca dos veces y le es permitido el paso, no duda en adentrarse con un lloriqueo quejumbroso:
–Hyung, desde ayer no te he visto... ¿Qué haces?
Soo había quedado estático y desconcertado en medio del espacio porque Yeon estaba moviendo sus cosas, guardándolas sin siquiera inmutarse de su presencia.
Pero claro que el azabache se percató del menor, sólo que estaba preparándose para su mejor y más dolorosa actuación.
–Empaco para irme. Decidí adelantarme por mi cuenta, me esperan abajo para partir ya.
–¿Qué? ¿P-por qué? Dijiste que te irías mañana – hace una mueca descolocada, siguiendo los movimientos robóticos que da el que hace su equipaje sin darle ningún vistazo, tan borde y distante que le deja en un limbo de confusión – Imaginé que querías ir conmigo a jugar baloncesto y luego a nadar en el lago, lo querías hace unos días.
–La vida es más que juegos, Soobin – contesta agriamente y sin detenerse, estaba siendo más brusco al meter sus pertenencias, toda la situación le estaba presionando y sus dedos tiemblan, por lo que tiene que sostener todo con más fuerza –. Cambié de planes.
–¿Qué te pasa? Estás actuando muy extraño – se cruza de brazos con impaciencia, observando cada acción con exasperación.
Entonces, todo cayó como un balde de agua fría:
–Debemos terminar.
Soobin no lo captó al instante, no podía hacerlo cuando era imposible que se refieriese a su relación, ¿No?
–¿Terminar el qué? – los nervios le estaban pasando factura a su temperamento, por ende, le exige con temple: – ¿Podrías verme a la cara?
"Mientras más rápido, mejor..."
–Esto, lo que sea que tenemos. Ya no me convence, no me gusta el rumbo que está tomando – finalmente se gira para plantarle cara con una decisión que no siente en lo absoluto, sobre todo cuando Bin queda boquiabierto por el shock, lee la confusión en el fondo de esos orbes dulces que le derretían siempre. Sabía que sería difícil de hacerlo, de convencerlo, pero intenta no colar nada de lo que en verdad siente –. Fue genial mientras duró, ¿Ok? Pero creo que debemos madurar y concentrarnos en la realidad. Esto no es para mi, ni para ti tampoco.
¿Esto? ¿Su amor era un "esto" para Yeonjun?
–Y-Yeonjun no te entiendo, ¿De qué h-hablas? – formula al conseguir salir de la consternación, sentía su cuerpo flaquear al dejar caer sus brazos en perplejidad. No podía estar pasando semejante cosa, no a ellos; quizás se quedó dormido y esta es una pesadilla, o una mala broma del mayor –. Esto no tiene sentido, hyung.
–No tiene que tenerlo, creo que lo que estábamos haciendo era lo ilógico.
–Es que no entiendo – repite con aquel molesto nudo oprimiendo su tráquea y tentando a su cordura – Dijiste que me amabas, tú no eres así, nosotros hicimos... T-tú me prometiste...
Yeonjun estaba sufriendo al ver cómo Soobin ni siquiera conseguía mediar palabra. Le quema que el menor lo conozca lo suficiente como para percatarse de que aquello era un drástico e improbable cambio de su parte.
Por lo que, como sea, debía hacérselo creer.
–¿Y qué sabemos nosotros del amor, Soobin? ¿Qué sabemos de lo que hicimos esa noche o lo que veníamos haciendo todo este tiempo? – se ríe con ironía, peinando sus mechones hacia atrás con impotencia – Somos dos idiotas con diecisiete y dieciocho años, lo único que conocemos es que nos encariñamos porque nos sentíamos seguros con el otro. Lo pensé detenidamente, nosotros hemos sido mejores amigos desde niños, me di cuenta de que tal vez enredamos todo gracias a ello.
–No, no es cierto, no me hables así – demanda con irritación. Se desarma cuando el más bajo bufa y cierra sus maletas para cargarlas. Velozmente se interpone con angustia en su camino –. ¿Qué haces? No, no, mírame, no te vayas.
–Esto es un error – intenta esquivarlo con la vista clavada en la puerta, no estaba siendo capaz de tolerarlo y debe marcharse deprisa antes de romperse frente al rubio y arruinarlo todo, arruinarlo a él. No se había desaparecido a llorar todo el día anterior para volver a hacerlo ahora –, nos vamos a arrepentir de todo y luego nos vamos a odiar por dañar la vida del otro.
Y es lo que teme, eso sí no era mentira. ¿Lo peor? El dongsaeng lo lee perfectamente.
–¿Esto es por miedo? – cubre la salida con desesperación, sus piernas estaban débiles como sus cuerdas vocales, mas no se rinde, no puede – S-si me pides dejarlo todo para irme contigo, lo haré. No tienes q-que estar asustado, Yeonjunnie.
No, no iba a permitirlo. Debe ser más duro si es requerido.
–No quiero que me sigas, ¿De acuerdo? – espeta con un gruñido, su entrecejo fruncido y su mandíbula apretada. Resalta cada sentencia con crudeza: – No te quiero cerca de mí, Soobin.
El ojos miel permanece aturdido por unos segundos, las lágrimas ruedan sin aviso por sus mejillas y sólo atina a sujetarle las contrarias al mayor en urgencia, sus labios temblorosos, siente su corazón saliendo por su garganta.
Estaba claramente rogando por no perder al que él considera el amor de su vida.
–Pero... Y-yo te amo, hyung.
Yeonjun se obliga nuevamente a mentir, a no caer en la tentación de aplastar sus labios contra los de Soobin y abrazarlo egoístamente hasta el fin de los tiempos, llevándoselo lejos de todos hasta su paraíso personal. No, si quiere que le crea por completo, tiene que mirarlo a los ojos, así sea lo más tortuoso de su jodida existencia.
No había querido usar ese recurso, pero...
Inhala y posa sus manos sobre las muñecas de Soobin, no imaginó jamás tener tanta fortaleza para hacer aquello.
–Busca a alguien que sí te corresponda como deseas. No me busques más, no preguntes por mí, no me escribas ni me llames. Tengo planes y tú debes hacer los tuyos. Tienes que olvidarme como... Como yo lo haré contigo.
El crack de ambos corazones siempre era la peor parte de la historia.
–No, no digas... – solloza entre hipidos, le dolía mucho el pecho, quemaba, nunca había experimentado tal sentimiento tan abrasivo, como si luchara por oxígeno en medio de un incendio que devasta un bosque entero –. Cariño...
–Lo lamento, Soobin – concluye con sus propios orbes empañados, ya no lo soportaba. Creyó haber llorado todo ayer, pero al parecer sólo fue el preludio de lo que vendría, quería hacer mares enteros ahora mismo. Aparta el tacto que tanto anhela, mentalizándose que era para mejor, aunque el precio sería no sentirlo más; y como se estaba quebrando ante ello –. Fue un placer conocerte, p-pero esto llega hasta aquí.
"Fue el más grande placer volar contigo, Wendy" Pero la ventana debe cerrarse.
Yeonjun aparta el cuerpo con delicadeza y se concentra en el esfuerzo sobrehumano que hace para no voltear ni detenerse, estaba cerca de hacer lo correcto, no podía echarse para atrás.
–J-Junnie, Yeonjunnie, no, ¡Espera! – poco le interesa suplicar, siguiendo al mayor hasta el piso de abajo, a pesar de sus torpes movimientos debido a su estado mortificado –. ¡Por favor, no me dejes! ¡No te vayas, hyung!
Nada sirve para evitar que Yeonjun se adentrara en el auto que parte por última vez, no dejando la esperanza de regresar como las veces anteriores, arrastrando en su lugar los pedazos rotos de los adolescentes que lloran sin remedio alguno, como si muriesen por dentro, porque son la cura y enfermedad del otro.
Por suerte el conductor era un extraño que trabajaba para Chanyeol y dejó en paz a Yeonjun cuando éste le dijo que no quería hablarlo, y fue un milagro que las mujeres de la posada se habían despedido antes de su sobrino para irse a misa, porque de esa manera Soobin no tuvo que darles explicaciones.
El año 1979 quedaría grabado como el mejor y el peor verano de su historia.
Choi Namjoon apreció todo desde su balcón, pidiéndole mentalmente perdón a su hijo por salvarle tan devastadoramente de un futuro turbio.
A la final, todos cometemos errores, el destino es el encargado de trazar nuestros caminos en la vida. El consuelo que quedaba eran los sueños, esos que estaban en la conciencia al dormir o al fantasear despiertos, aquel anhelo del corazón quebrantado o añorante, y por lo menos, eso no sería borrado por nadie.
Editado el 11-03-24.
15435 palabras 👀
No me maten, please TT
Escribir con canciones de la playlist es mi pasión, durante toda la escritura estuve de uwu a u,n,u
¿Imaginaron las acciones de Namjoon?
¿Esperaban lo de la madre de Soobin y este final en el capítulo?
¿Opiniones de Taegyu?
¿Qué creen que suceda ahora con Yeon y Soo?
(Sueno a voz de comercial, sorry xd)
Espero que les gustara la escena de la casita en la montaña :')
El Namjoon real jamás haría algo así (Bello mi morenazo con mente abierta e IQ súper alto), pero recordemos el siglo, el que están en Asia y que se trata de su hijo, es un padre preocupado que, lamentablemente, cree estar en lo correcto TT
Datos extras:
*Enchanted de Taylor Swift suena perfecta con la despedida, y en su mayoría proyecta lo que en verdad piensa Yeon :(
*Ansan es el sitio de nacimiento de Soobin en Corea.
*La canción que Yeonjun tocó para Soobin es una mezcla del concepto "Daydream" del nuevo álbum y la canción "Farewell Neverland", igualmente perteneciente a Temptation de TXT. Escribí este cap el mismo día del comeback, faltaba poco para el MV y aún recuerdo la emoción ajskpamo
Aquí les dejo parte de la playlist, como siempre:
https://youtu.be/8bmbd1fTa6A
Pdt: Mey, cariño, no me odies por este fic uu
Si ven cualquier error, me avisan ^^
¡Voten y comenten! 💚🌼
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