~ And Truly ~

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Japón, 1979.

La separación que ambos Choi tuvieron aquel año, se convirtió en la más dura hasta la fecha; claro, sólo físicamente hablando, porque no había semana donde Yeonjun no le escribiese a Soobin, y fin de mes donde no le realizara una llamada, y viceversa. La distancia desde que se conocieron siempre fue un factor que les afectó, por supuesto, desde que fueron amigos y, posterior a ello,  mejores amigos; sin embargo, ahora siendo una pareja, y mientras más crecen y desarrollan sentimientos tan intensos por el otro, todo va en subida.

Inclusive, el pelinegro consiguió un trabajo de medio tiempo al convencer a sus padres de querer ser independiente y ganarse sus propias cosas a pulso. Él era apasionado de los vinilos, los videojuegos, la ropa a la moda y los álbumes de stickers coleccionables, reconoce que tiene gusto medio costosos, pero hay prioridades, pues la razón principal para su trabajo se debe a que la mayoría de sus fondos se destinaban para comprarle obsequios a su novio, pagar las llamadas a larga distancia que le hacía a éste y ahorrar para un sueño que nació desde las vacaciones pasadas:

–¿Estás loco, Junnie?

–Loco por ti – susurra cantarín al comprobar que nadie estaba cerca para escucharlo, imaginando ya el sonrojo del rubio tras la línea –. Vamos, ¿Dónde está tu espíritu aventurero, mocoso?

–Lo que tienes es espíritu suicida, hyung – contradice con una tonta sonrisa y golpeando su rostro en el cojín de su ex profesora de primaria, pues trataba lo máximo posible en que las llamadas que tomaba con Yeon fuesen fuera de la posada, para más comodidad y privacidad. Por eso podía reírse sin problema de ser descubierto –. Suena muy bonito, y sin duda me encantaría irme contigo algún día para explorar el mundo, pero hay muchos obstáculos en contra de ese sueño.

–Soobin, eres un sueño hermoso que ya cumplí, y te prometo que este también lo cumpliremos, juntos – alega con convicción, sonriendo hasta el punto de enrojecer sus pómulos. Cae de su nube por el entrar abrupto de su madre en la puerta, rápidamente cambia su postura con un sobresalto y modula su tono a uno menos dulce –. Sí, eh, te daré la tarea este fin de semana, no te preocupes.

No era la primera vez que eso sucedía.

–Oh, estás con alguien... Esperaré a la próxima llamada mejor, hyung – detesta denotar su decepción para el mayor, conoce lo que le afecta al mismo el oírlo decaído, por ello trata sonar dulce al despedirse, recobrando su entonar de un minuto atrás –. No te preocupes, te quiero mucho.

Yeonjun muerde sus labios por la sonrisa que está tirando de sus comisuras, debe voltearse para que no ser atrapado por la curiosa mujer.

–Ujum, y yo mucho.

Se ha vuelto costumbre soltar la sentencia con mayor facilidad desde la visita anterior. Tienen claro de que se han vuelto algo cursis, pero lo que en otro momento les hubiese abochornado, ahora les era insulso; les causa gracia y hasta dado punto vergüenza, mas no piensan detenerse de expresarse con el otro, de la forma en la que les nazca.

–¿Era una chica y lo intentas ocultar de mi con una excusa?

Generalmente, Yeonjun rechaza sin problema ni miramientos las insistencias de sus padres o de cualquiera acerca de su vida amorosa, pero tras la última carta de Soobin, donde le comentó que lo más adecuado era desviar las sospechas -fingiendo aunque sea un mínimo interés en alguna chica-, ha tenido que forzarse a fingir. Muy a su pesar, cabe destacar.

–Tal vez, quien sabe.

–Debes presentarla.

"Ya lo conoces, es el chico más precioso del mundo, y tú lo adoras."

–Mamá, es mi vida privada, tengo dieciocho.

–No hasta el mes entrante, niño. Tengas la edad que tengas, soy tu madre y me interesa con quien te relacionas o las decisiones que tomas para tu futuro – Rose sonríe con esa particular aura maternal, entregándole a su hijo el montón de revistas que ya éste conoce de memoria, junto a los folletos –. Y precisamente vine para recordarte que debes escoger pronto a cuál universidad asistir.

–Mamá... Aún no lo sé, todavía no cuento con un plan para después de la graduación – informa con la cautela de siempre, desviando el obstáculo con una genuina insinuación: –. Quizás el trabajo o...

Ella lo interrumpe con gesto severo.

–No vuelvas con eso, Yeonjun. Tu padre y yo te lo dejamos claro, y espero nos hagas caso. Es tu futuro, debes estudiar, y si más adelante lo deseas, trabajar.

No le tomaba especial relevancia, aunque la presión aumentó en comparación con los años anteriores, un tic tac constante con el avanzar de las semanas. Estaba perdido en sus planes y rumbo, entre lo que quiere y lo que debe, como todo adolescente que culmina una etapa tan importante e inicia otra aterradora, una llamada "crecer".

 Sin embargo, Jun está en un plácido sueño, deseando que, sin más relevancia, avancen los meses restantes para regresar a Takayama. Su novio lo mantiene en su mundo ideal, y se permite ser irresponsable por ello.

 Lo demás puede esperar, su mocoso va primero, nunca cambiará eso en sus prioridades.

Soobin estaba cerca de una situación similar en casa, cursaba su penúltimo año de preparatoria y su padre ya tenía planes para él, por supuesto que distintos a los suyos. 

Él quiere ser un pintor, además sus habilidades de cocina y pintura a tales alturas ya eran bastante buenas, sabe que, de practicar más, conseguiría ser excepcional en todo eso que le gusta y regocija el alma; incluso cuando no era un chico seguro de sí mismo, se podía visualizar exitoso, todo gracias a sus seres queridos con sus constantes y sinceras opiniones que le brindan ese apoyo que necesita. 

Claro, exceptuando a su progenitor de esa lista...

–Hijo, yo no tuve la oportunidad de estudiar en una carrera universitaria, me concentré en aspiraciones y sueños tontos que sólo robaron mi tiempo. Me enamoré joven de tu madre, te tuve a ti, y todo fue trabajos forzosos tras otro.

–Pero amas la lectura y el piano, te ha ayudado a dar clases con ello, papá.

Namjoon expulsaba boconadas de aire cada que su hijo se esforzaba por convencerlo, con aquellos orbes iluminados y cargados de anhelos, juveniles e inocentes, una réplica exacta a los de la mujer que más amó, tiempo atrás. Por supuesto, los de ella se tornaron en una ambición enfermiza que la terminó de marchitar, Soobin era diferente, al menos en eso. Era esa la fuerza, contradictoriamente, que lo mueve a mantenerse recio en su postura.

–Pero todo eso no ha conseguido sacarnos de aquí, ¿Cierto? No todo es malo, tienes razón, te tengo a ti y estamos rodeados de buena gente, techo y comida, pero hay un mundo más grande y abierto afuera. No quiero que te conformes con migajas de la vida, no repitas tú ese camino – resaltaba con desgaste, ya debía irse a trabajar, y el ver las manos de su hijo algo maltratadas por cosecharle a otros, le provocaba impotencia –. Lo entenderás al crecer, Soobinnie.

Los padres suelen querer lo mejor para sus hijos, subestiman sus sueños y aspiraciones porque, en ocasiones, olvidan lo que es ser joven; porque la vida y los errores les llenan tanto de miedo como de arrepentimientos, no permitiéndoles a ellos forjar su propio destino, caerse y levantarse por su cuenta. No todos terminan igual por tomar ciertos caminos.

 En tal siglo era aún más usual el control de los adultos sobre los muchachos, y el par de Chois no eran la excepción a la regla. Lo único que les sobrepone, es el inicio del verano cuando este toca a sus puertas.

*🌼*


Para esta oportunidad, Yeonjun se adelantó un día antes que sus padres, viajando por su cuenta con la excusa de que visitaría a una ex compañera de clase en el camino, sólo así le permitieron ir sin más, siendo esto por lo que el ojos verdes sonreía radiante con dirección a la panadería donde su mocoso trabajaba a medio tiempo, según le contó en una de las cartas más recientes.

Apenas divisa a un Soobin, unos pocos centímetros más alto que él, con un tierno uniforme de panadería, cabello alborotado y con rastros de harina en sus esponjosas mejillas, no pierde un minuto para llamarlo e ir a abrazarlo con efusividad. El rubio estaba aturdido al inicio, preguntando en medio de la emoción cómo es que llegó, a la vez advirtiéndole que más le valía no haberse escapado nuevamente. 

Yeon entre risas le confesó la mentirita blanca que utilizó y le convenció de ir a la parte de atrás, donde nadie les vería mientras le cargaba y besaba con plenitud.

–Ese beso es por todos los que te debía en estos meses – susurra enternecido entre sus labios, con su brazo rodeando fuertemente la cintura opuesta, y con su otra mano sosteniendo el rostro del chico –. Igual este... Y este... Y este otro...

Soobin estaba como una cereza hasta las orejas, se reía apenado pero contento a su vez, aceptando los besos en sus labios, nariz, párpados, mejillas, frente y mentón en lo que se estremece por las cosquillas del acto, su corazón brincando en goce, y de no ser porque el otro le sujetaba firme, ya sería una bochornosa gelatina. Había echado tanto de menos a su hyung, que por un segundo se deja hacer sin miedo a ser atrapados, al menos hasta que un ruido les paraliza.

Sueltan el aire contenido al verificar que fue el gatito del panadero, escudriñándoles con inocencia entre adorables maullidos y ronroneos. Se les acerca y pasea en medio, enrollándose entre sus piernas y sacándoles una risita antes de acariciarlo, cada uno.

Acuerdan juntarse después de la jornada laboral para ir juntos a tomar una soda, antes de ir a la residencia Choi. Yeon esperó paciente en una mesita hasta que su dongsaeng termina, los dos saliendo del local. Charlan animadamente sobre la graduación del pelinegro una vez beben de sus sodas, ven las fotos que éste reveló de la ceremonia y se deprimen en conjunto porque el menor no pudo asistir a tan importante y único evento.

–De no ser porque me enfermé esos días, te juro que hubiese asistido a la ceremonia, incluso si significaba perderme en la estación del metro o algo por el estilo – lamenta con honestidad, y es que era consciente de cuánto ahorró Yeonjun para pagarle la mitad del viaje -ya que él, por su parte, también había guardado sus propinas en antelación-. Aún no supera que estuvo a nada de ir a la ciudad junto a su hyung, para apreciarlo todo apuesto con una toga y birrete en un día tan especial e irrepetible. De recordarlo se le forma un mohín –. Detesto ser tan débil ante el frío, los resfriados me tienen harto.

–Ya, no te culpes tanto, son cosas que suceden y escapan de nuestro alcance... Aunque, claro que yo no me perderé tu graduación el año entrante, ni por el estallido de una guerra nuclear – sonríe con gracia, contagiando al otro en lo que sorbe de su botella. En un arriesgado y no malintencionado movimiento que es incapaz de contener, estira su mano sobre la mesa y la posa suavemente en la contraria, paralizando al rubio con una leve caricia –. Pronto estaremos juntos en cada suceso relevante de la vida del otro, bebé.

–T-ten cuidado, bobo – titubea intranquilo, apartando muy a su pesar el tacto que se originó entre ellos y disculpándose con una expresión de pura añoranza –. Ya tendremos tiempo después para esto, Junnie hyung.

Resignados y a conciencia de los moros en la costa, terminan sus bebidas y se marchan a la posada para dejar el equipaje del chico de la ciudad. Todos le saludan y sirven el tradicional almuerzo de bienvenida, la charla duró más a causa del tema de la graduación, las fotos eran meticulosamente examinadas y comentadas por las tías del recién graduado. Le era incómodo a Yeonjun, porque, dada su edad, ya le están bombardeando por dos puntos: Una novia que no presenta y la universidad que no elige.

No quiere ser grosero con nadie, menos con las mujeres que le abren las puertas y le reciben cada temporada vacacional tan espectacularmente, mas no le agrada en lo absoluto tener que presenciar como su novio se muestra incómodo y desanimado mientras escucha los parloteos que se inmiscuyen en sus vidas, porque indirectamente también se meten en la de Soobin, quien es su pareja. 

Yeon se excusa tan pronto le es viable y va al jardín en busca del ojos miel que se escapó media hora atrás, hallándolo en los viejos columpios de cuando eran niños. Sonríe ante la imagen y se adueña del que solía ser suyo, al lado del ocupado. El sitio siempre le otorgó serenidad, había un estanque cerca donde unos patitos nadaban junto a los sapos, el sonido era relajante, y ellos solían mecerse por varias horas ahí.

–Ignora todo lo que dicen, ellos no saben de nuestros planes, Binnie.

–Lo entiendo, es que a veces me preocupa tu futuro y de que estés tomando realmente una decisión correcta – exterioriza con un susurro quedo, entristecido en lo que se aferra más de las cuerdas a cada lado y observa sus zapatos en el pasto –. Odiaría con mi ser el interponerme en ello, hyung.

–No lo haces, tú eres la pieza más grande de la felicidad en mi futuro, es lo que importa.

–¿Y si cambias de idea después? Si te enamoras de una chica o... – traga el nudo que contuvo desde comienzos de la comida, viendo algo temeroso a su mayor – Si te cansas de mi, de ocultarnos, si se te pasa el encanto...

–Oye, oye, ¿De dónde sacas todos esos disparates? – acorta el discurso con cejas fruncidas, sin apartar su vista del rubio al defender lo suyo con certeza: – No puedo predecir el futuro, podrías ser tú quien se desencante de mí o te hartes de actuar conmigo una simple amistad que no somos. No eres el único con inseguridades, ambos tenemos el corazón expuesto, y te dije que tienes el mío para romperlo a tu gusto, porque yo no me voy a alejar.

–Nunca lo haría, hartarme de ti o herirte, hyung –Bin se adelanta con todo temple, a pesar de su incertidumbre –. No puedo querer a alguien más como lo hago contigo.

Jun se contiene para no lanzarse encima del menor en busca de contacto físico, tiene claro lo expuestos que están ahí afuera, por lo que sólo mantiene el contacto con los orbes contrarios, brindándole seguridad y todo su aprecio en esa muestra de lo que realmente está en su ser, eso que exterioriza con total certeza:

–Yo tampoco voy a cansarme de ti, jamás, ni tampoco querría a ninguna otra chica o chico. Esto es real, nunca me habría atrevido a poner en riesgo tu amistad de no sentir todo lo que siento por ti. No me arriesgaría tanto por algo así si no estaría plenamente convencido de que me gustas demasiado, de que te quiero mucho, Binnie. 

Soobin sintió un apretón en el pecho que, extrañamente, le quitó a su vez una gran carga de encima.

–Y yo a ti mucho, Junnie... P-perdón, no quiero ser un peso de novio dramático o algo similar – agacha el rostro avergonzadamente para limpiar la humedad acumulada en sus lacrimales –. Acabas de llegar y yo te hago creer que dudo de ti y de lo nuestro...

–Estás asustado, como yo lo estoy, no eres dramático – consuela con la típica sonrisa que alivia a quien se la origina –. El camino es duro, pero estamos juntos en esto, Soobinnie.

Era una promesa que sellaban con toda la fé. Para el par venían etapas nuevas, se enfrentarían a diversas circunstancias, ya empezaría a pesarles más el deseo de ser libres con lo que son, pero, al menos, estaban unidos para sobrellevarlo, ese era su mayor consuelo.

*🌼*

Por supuesto que para Soobin era incómodo el cómo, durante la cena del día siguiente, los señores Choi parloteaban de la vida y futuro de su hijo sin interesarles en consultarle su opinión; ya no era sólo porque le enojaba que escogiesen con quién estaría, sino que también le es de mal gusto que elijan acerca de lo que haría. Toda su familia parecía obsesionarse y girar en torno a esto. Él conoce a su hyung lo suficiente como para leer en su expresión que aquello le desagrada. Sabe que lo que más desea hacer éste es estudiar baile y música, sin limitantes, viajar por el mundo, aprender cosas nuevas y compartir cada una de esas experiencias a su lado, porque confía ciegamente en lo que siente Yeonjun por él.

Soobin no es que fuese alguien con la mejor autoestima, vivió inseguro desde niño con el temor de no ser reemplazado por su Yeyo hyung, ahora con una relación amorosa tan complicada, era más fuerte su inquietud. Sin embargo, si de algo estaba convencido, es que Yeonjun le quiere tanto como él lo hace con él. Se lo ha demostrado al mantener su noviazgo a la distancia, con sus llamadas, cartas constantes y hasta con los diversos obsequios que le enviaba por paquetería- por más que se cansó de regañarlo por mimarlo como a un mocoso consentido-, ya que su novio alegaba que le complacía darle cosas para que recuerde que le tiene presente en donde quiera que esté.

Tampoco olvidaba el asunto de las estrellas, y se lo hizo participe cuando le envió fotos en algunas postales, con bonitas notas que le calentaban por completo el rostro y pecho. Aún recuerda aquella postal donde le escribió: 

"Me di cuenta de que tus ojos contienen estrellas también, son más brillantes que las del cielo, y no puedo esperar para apreciarlas y perderme en su inmensidad, lindo :)"

Era mucho para su corazón, aún le agita rememorar cada detalle de su hyung a lo largo de su relación, desde que eran un par de niños. Por eso, y mucho más, debe demostrarle que es recíproco, que tiene fé en él y en ellos, no debe ser un niño asustado e inmaduro con inseguridades.

Tiene que cuidar de su Yeonjunnie hyung. Tiene que hacerlo feliz, porque él es su más grande adoración. 

–¿Y tú te refieres a mi como quien te consiente, cuando tú haces todo esto por mi, mocoso? – Yeon escapa el aire con una enorme sonrisa que hace sus ojos más pequeños, examinando toda la comida que hay en la manta, así como las velas, flores y la música del viejo radio de la cocina. Su Binnie le citó en el bosque con una carta debajo de su puerta con la hora exacta para el encuentro, esto tras estar desaparecido todo el día, y ahora muere por verle para agradecerle el regalo, mientras siente el revoloteo de emoción en sus entrañas –. Ya puedes salir de donde estés, Soobin-ah.

Al revelar su ubicación, el azabache permanece tan estático y boquiabierto, que a Soobin se le sale una risita nerviosa, aproximándose al mayor con un deje de timidez. Se vistió con una camisa blanca medio ceñida y un cuello en V, descubierto por tres botones que muestran su nívea piel, unos pantalones negros a juego con sus zapatos, se colocó loción, peinó sus rubios cabellos con ayuda del fijador y se atrevió a maquillarse muy ligeramente; aunque fuese algo destinado para las chicas, le pareció lindo probarlo, por lo que usó unos cosméticos prestados de la señorita Arin.

–¿Estás mudo ahora? Eso es raro en ti, Junnie...

–¿Estoy soñando? Por favor, dime que no estoy en mi habitación de Tokio, lejos de ti y babeando mientras sueño a que estás tan hermoso frente a mis ojos – cuestiona casi sin tomar un respiro, más embobado con cada aproximar que da hasta el chico de sus sueños, en todo sentido literal. Para cualquiera era un atuendo casual, sin mucho esmero, pero para él, Soobin lucía como una escultura tallada por los mismos angeles, por más que siempre luce hermoso ante él, ahora carga una agraciada aura angelical en medio del bosque. El menor se ríe avergonzado y niega, es imposible no dirigirse hasta él con dulzura –. ¿Por qué hiciste esto, Binnie? Pude ponerme un traje bonito y no desentonar contigo de haber sabido que planeaste una cita tan preciosa.

–No seas ridículo, luces genial con lo que sea puesto – se guarda su otra opinión, porque cree que es él lo único que desentona al lado del muy apuesto mayor. En cambio, se estremece cuando éste quita un mechón suelto de su frente, con tanta delicadeza que le hace sonreír con los labios sellados –. No logré asistir a tu ceremonia ni a tu baile de graduación, sé que era imposible ir como tu pareja frene a tanta gente, pero fantaseaba con ello y... ¿No es exagerado?

–Qué dices, no existe otra pareja ideal para mí con quien quisiera ir a un baile – protesta con un empujoncito amistoso para el menor –. Todo está hermoso, es lo más increíble que han hecho por mí. Tú te ves perfecto, es decir, siempre lo estás, pero ahora luces como un verdadero príncipe de cuentos – sus comisuras se levantan en demasía, desbordando plenitud. Lo abraza por la cintura y el chico reposa sus palmas en sus hombros con naturalidad, una que le maravilla tanto como el sostenerlo cerca –. Eres el rey de Nunca Jamás.

–Sólo si tú eres mi rey también, Peter Pan – corresponde con mismo tono juguetón y cariñoso, mas se extraña cuando el enérgico ojos verdes se aparta en búsqueda de algo entre los arbustos florales que rodean la zona. Le es una imagen muy divertida, como si fuese un zorrito saltando entre la maleza –. ¿Qué haces? Luces como un niño en el campo, hyung.

–Necesitamos coronas si somos reyes – contesta con obviedad, reuniendo todas las flores blancas, lavanda y azules para improvisar una diadema, tal como una vez le enseñó el rubiecito. El último quiso ayudarle, pero se rehusó obstinadamente. Tras varios minutos, tiene creada la suya y la del ojos miel, sonriendo satisfecho al colocárselas – Ya sobrepasaste mi altura, agacha la cabezota.

Bin rueda sus cuencas y se inclina con ternura para ser coronado con el arreglo floral que tiene algunas ramas sueltas y mal colocadas; aún así, le era la corona más preciosa, todo porque la ha hecho su atractivo novio, para él.

–Vaya romántico eres, Choi Romeo.

Yeon, con porte orgulloso, extiende su mano y le observa con adoración.

–Ahora que sí estamos completos, ¿Me concedes esta pieza, mi rey?

Soo cree que, de sonreír más, se le entumecerían las mejillas.

–Con gusto, mi rey cursi.

La pareja se rodeó con sus brazos para iniciar con un improvisado baile en medio del bosque, siendo apreciados por nada más que la naturaleza, los insectos y animales alrededor, los únicos incapaces de juzgarles por compartir miradas de amor, sonrisas enamoradas y caricias afectuosas con la melodía tocada de fondo por la vieja radio.

–Adoro tu aroma, siempre hueles en todos lados como a lluvia y claveles, incluso cuando te pones esa colonia de siempre – ríe bajito, entre el cuello del menor, contagiando al mismo mientras a éste se eriza en la zona –. Y aunque, literalmente, ahora uses una corona de flores en tu cabeza.

–A mi me encanta tu aroma también, es relajante. Hueles a manzanilla y a perfume – musita con un suspiro suave, acariciando lentamente las áreas donde su tacto se posaba. Le fascinaría poder compartir momentos así más seguido, no en limitadas ocasiones. Abraza más al mayor por inercia, como temiendo a que exista alguna fuerza externa capaz de separarlos –. Recuerda dejarme una playera esta vez, hyung.

–Espero que no haga falta esperarme tanto, Soobinnie.

Ambos rezan porque sea así. Sus frentes ahora unidas, pulsos rítmicos, palmas cálidas y cuerpos abrazados, respiraciones entremezcladas, una danza que nunca igualaría a ninguna otra en sus vidas, tal como el tierno beso que tuvieron posterior a ello, justo antes de ir a degustar los manjares en su picnic una vez la música acabó.

Yeonjun disfrutó muchísimo la tarde, sin vacilar cambiaría todo -la cena lujosa en aquel restaurante de la ciudad con sus familiares y compañeros, todos los regalos de graduación, y hasta su medalla de honor- por el haber tenido ese día a Soobin, justo como ahora; tan orgulloso de él y consintiéndole con puro y real afecto.

Junto a él.

*🌼*

Pocos días transcurridos a la cita, los dos tuvieron que reparar el techo y luego el cobertizo del viejo ático de la posada. El azabache se mantuvo firme cuando sus tías le indicaron que era un trabajo para el rubio y no para él, no tuvieron más opción que permitirles ir juntos al lugar, con clara desaprobación de su parte. Según ellas, su sobrino no iba de visita para trabajarles.

Soo se sentía algo tenso por el incómodo momento, no deseaba desencadenar problemas entre la familia de su pareja y éste.

–Ya no es como cuando éramos niños, consideran que somos muy apegados. Si de pronto sospechan que no es normal nuestra cercanía... 

–Nadie tiene que meterse en eso, y no pienso alejarme para darles el gusto – simplifica, sin darle mucha relevancia al asunto –. Que se acostumbren.

–Sí, pero no quiero causarte inconvenientes – tuerce su boca con desacuerdo, con ojitos apagados –. Piensan que somos como hermanos, y que eventualmente tendrás que hacer tu vida lejos de mí, hyung. 

–Se quedarán esperando porque nada de eso va a acontecer. El único problema que me generas, es exceso de ternura – exhala al dejar de lado las herramientas, enfocado en darle un besito veloz al menor, sonriendo por haberlo tomado desprevenido. No quiere que se mortifique demasiado por los demás, tampoco quiere hacerlo él –. Pueden pensar lo que quieran, pero los hermanos no se gustan ni se besan como nosotros, mocoso.

Bin le advirtió de sus jugadas y bromas en medio de su sonrojo, todas las herramientas estaban regadas y no era una brillante idea estar tentando a la suerte. Obviamente fue ignorado por Yeon, quien no detiene sus persecuciones ni arriesgados saltos en un intento de hacerle cosquillas y besarlo, persiguiéndole por el sitio mientras él intenta escapar con risitas. 

Fue esa la razón por la que ahora el mayor tenía un corte en un pómulo y un chichón en la frente. Milagrosamente el rubio le había sostenido por la espalda, justo a tiempo para que la caída no fuese peor tras el impacto frontal con una tabla de madera. Fue como en las caricaturas, pero menos gracioso y más doloroso.

–Eres muy inquieto, Yeonjun – aseveró con la preocupación plasmada en sus rasgos, escaneando las heridas del aludido y a su vez dándole una mirada amenazante para que no refutara a sus atenciones –. Tendré que ir por el botiquín o buscar a un doctor.

–No es para tanto, estoy bien – le jala apresuradamente del brazo, impidiendo su salida –. Yah, no te enfades conmigo, me duele más así.

Era como un pollito regañado, hasta su boca se hizo una trompita, esa típica que hace el azabache desde niño.

Soobin fue débil ante el peculiar puchero de su novio. Lo encaminó a su habitación y nada más alcanzó a sanar el corte con alcohol y gasas, no era una herida profunda ni grande, le aplicó una pomada en el chichón y se alivió de verlo bajar su tamaño a los minutos con el hielo que puso en el área. Recostó a su paciente y le obligó a permanecer ahí en lo que él solo terminaba los arreglos del ático. Se despidió con un beso corto en los pares opuestos debido a los lloriqueos del mayor; parecía ser el dongsaeng malcriado y él su hyung.

Binnie regresó más tarde, y se tranquilizó al percatarse de que el chico acató su orden al no quedarse dormido, sino que leía una de sus novelas con una sonrisa de labios sellados; él movía sus pies descalzos al ritmo de una melodía imaginaria, y la ventana abierta hacía que algo de sol le alumbrara tenuemente el rostro, la brisa suave que se colaba por la misma mecía sus cabellos, completando la imagen.

A veces se quedaba embobado al fijarse de lo atractivo que era Yeonjun sin esfuerzo alguno. Era un privilegio verlo siquiera o respirar en un mismo espacio.

–¿Nunca habías leído este libro?

–No suelo leer acerca de romance o libros de relatos ficticios en general, pero es muy buena la trama.

–Eres más de cómics – concuerda con un brillo divertido.

–Sí, pero este libro me atrapó. La forma de expresión que emplea el escritor al relatar los sucesos, los pensamientos y los sentimientos de los personajes... Todo lo que narran aquí es como lo que sentimos nosotros, ¿Te diste cuenta? – ante la sonrisita oculta en esos bonitos labios apretados, y el afirmar del contrario, desplaza a un lado el libro, marcando con una cuerdita la página donde se quedó. Se incorpora para señalar sus heridas con una mirada astuta que iguala su sonrisa – Te faltó darme algo especial para hacerme sentir mejor, ¿Lo olvidas? Ya se me pasó la dosis de hace rato. 

No tiene que pedir explicaciones, es más que obvio para Soobin lo que exige su hyung. Con mejillas calientes, se aproxima para plantar un cuidadoso beso en el corte que señala el otro, luego le da uno en el chichón.

–¿Listo? – frunce el ceño con falso fastidio ante el provechoso ojos verdosos que le muestra sus dedos con cortes casi invisibles, igual unos raspones en su muñeca derecha que reconoce como los que se hizo días anteriores en el bosque. Lucha por no reírse o sonrojarse más – ¡Hey, eso es trampa! No te hiciste eso recientemente.

–Prometiste cuidar de tu hyung – mantiene con mentón en alto, gesticulando sin rendirse y también luchando por lucir un semblante serio. Su Binnie, con total delicadeza, le da besos en el dorso de sus dígitos, repitiendo aquello en su palma y muñeca, ahí donde su pulso se eleva por la diligencia que usa el rubiecito en cada acción, dando caricias con sus labios y dedos, sujetando su mano con una mirada cariñosa puesta sobre él. Suspira ensimismado cuando éste termina, trazando con sus yemas los rasgos del níveo rostro contrario –. Te volviste más fuerte, me sostuviste allá arriba y por poco me trajiste cargado hasta aquí, mocoso lindo.

–Estoy creciendo, ya no soy tan mocoso llorón – suena adormecido, cerrando sus párpados ante los trazos en su piel y con todo el cansancio de las labores domésticas cayendo sobre él. Le había apenado ser tan mimoso y complaciente con su mayor, pero ahora, con recibir tal recompensa, se siente más que espectacular.

Yeonjun sacude levemente su cabeza y se incorpora mejor para ahora acunar entre sus manos el rostro de Soobin, besando sus labios y nariz.

–Eres mi bebé llorón, sin importar tu edad.

Y nadie lo ponía en duda, ni siquiera Binnie, porque le gusta ser adorado de tal manera por su Junnie.


Arin invita a los dos adolescentes junto a Namjoon para una comida en su casa. Los chicos estaban tanto intrigados como sorprendidos, más cuando los adultos anuncian una relación amorosa que estuvo tan oculta como la suya.

 Ahora Soo comprende por qué su padre estaba tan jovial y distraído desde los recientes meses; sus salidas, miradas risueñas, lo arreglado que estaba últimamente su padre y el motivo por el cual su ex profesora estaba tan extraña y misteriosa, a veces explicando que no podía recibirle por asuntos personales.

 Yeon también entiende la razón por la que su profesor de piano lucía tan ensimismado cada clase, la respuesta ante el cambio de melodías y sonatas tan vivas y románticas, no como las melancólicas e intensas que tocaba antes, sacando afuera todas las emociones pesadas que cargaba.

–No quiero que sientas que te engañaba o algo por el estilo, Soobinnie – la mujer aprovechó cuando quedaron a solas en la cocina, sacando el postre del horno junto al otro. Temía que su pequeño alumno favorito piense mal de ella –. No te lo conté porque tu padre me dijo que era lo más prudente. A pesar de tu pronta mayoría de edad, no deseaba causarte inconvenientes en la escuela o alguna falta de concentración que te afectase en tu rutina, no quiso aturdirte.

–¿Cree que iba a molestarme? – inquiere confundido, si bien no le gustó que le mantuviesen el secreto, no podía enfadarse con la persona que más le ayudó desde pequeño. Libera un suspiro para aclararlo con toda transparencia: – Admito que es raro, mi padre no ha tenido ningún interés en nadie desde que falleció mi madre, no que yo sepa. Nunca lo vi como un hombre capaz de enamorarse, si soy franco, pero estoy seguro del por qué lo ha hecho de usted. 

» Yo no soy nadie para inmiscuirme en su vida privada, en ninguna, de hecho. Sólo quiero que sean felices, señorita Arin, los dos lo merecen, y si estando juntos lo son, yo no tengo motivos para oponerme – se saca los guantes de hornear para sujetar las manos femeninas con delicadeza, en señal de apoyo –. Todo lo contrario, y me alegro de que haga que mi padre pueda abrir su corazón al amor. 

Totalmente conmovida y orgullosa de lo mucho que ha aprendido el rubiecito, ella le otorga un abrazo sincero, correspondido por el cuerpo que ya no es más bajito ni débil que el suyo, sino que ahora la sostiene firme y cubriéndola por completo, pero guardando esa característica dulzura y suavidad, propia del muchacho que ha visto crecer.

–Eres un chico muy maduro y sabio, Soobinssi. Tu padre sólo quiere protegerte, pero tú también lo proteges a él. 

–Es mi familia.

Aquello abre una pequeña herida que padre e hijo han vendado con mil parches a lo largo de los años, Yewon es quien más lo tiene en cuenta. Lo estrecha más contra sí, otorgando una caricia en esa amplia espalda y en sus cabellos.

–Sé que no soy ni seré tu madre, sólo quiero que sepas que cuentas conmigo incondicionalmente y que nada cambiará entre nosotros por esto.

Soobin sonrió con ojos cerrados, disfrutando de la calidez de la más bajita, con ese olor a vainilla en el ambiente que se impregna en su bonita piel. 

–Gracias, señorita Arin.

Namjoon y Yeonjun les observaron atentos cuando regresaron a unírseles en la mesa, ayudando a servir el exquisito pie de manzana, una de las mejores especialidades de los dos cocineros. 

Nam es el primero en indagar:

–¿Todo en orden?

–Lo está. Les felicito por su relación, padre.

Soo también le ofreció una sonrisa tranquilizadora y un apretoncito de manos a Jun debajo de la mesa al éste buscar corroborar si era verdad lo que expresó, sus ojos eran legibles para él. 

Al rubio realmente no le disgustaba en lo más mínimo que los adultos se detallaran con tanto afecto, porque él, como alguien descubriendo el amor, entiende lo pleno y precioso que se siente.

*🌼*

Muy cierto es que el amor trae muchas capas, no todas son agradables ni positivas, pues los celos son parte de esa montaña rusa de emociones. Estos son lo que justamente invaden al rubio debido a las chicas que vinieron de visita para la fiesta de cumpleaños de una amiga de la señora Eunhi, pues las jovencitas no detienen sus risitas bobas ni sus descarados coqueteos con su hyung.

Ellas no disimulan cómo babean entre sonrojos y batires de sus pestañas, con todos esos movimientos de seducción femenina, siendo tan delicadas y bonitas. Estaban siempre rodeando a Yeonjun, mientras que ellos ni siquiera pueden acercarse demasiado, incluso siendo novios, porque le ocupan con labores de la fiesta.

Ah, y por ser chicos, lo que les limita a hacer muchas cosas que quisieran.

Y no es el único, porque tampoco Yeonjun está muy cómodo al divisar a dos jovencitas que suspiran ensoñadas por "Choi Soobin oppa, el amable chico guapo que trabaja en la panadería", porque ya escuchó cómo lo decían. Se frustra de no lograr escaparse un minuto para ir a su lado y apartarlo de ellas. Como cereza al pastel, es una reunión donde la gran mayoría de los invitados están en trajes de baño o ropas ligeras, jugando y nadando en la piscina en el patio o el estanque, y aquello sólo hace que miren demasiado a su mocoso que está en bañador y con una camisa abierta, sin botones.

Él por su parte estaba sin camisa, a veces se coloca la toalla en el cuello, pero desde que se quitó la camiseta para nadar, estaba con su piel expuesta.

Lo único que al pelinegro se le vino a la mente para acercarse un rato a su novio, fue ir con un bloqueador solar en su mano, sujetado el envase con algo más de fuerza y presionando con su lengua en la cara interna de su mejilla. Estaba frustrado, y muy ofuscado, Soobin había ayudado a una descarada chica que le pidió amarrar el nudo en la espalda de su top cuando "accidentalmente" se desanudó. Obvio que el chico era cordial y ajeno a que le estaban coqueteando, tímidamente sonrió medio cohibido e hizo el nudo para despedirse.

Pero la chica no dejaba de mirar con descaro a Soobin, quizás planeando otras jugadas.

–Ten, colócalo en mi espalda, no confío en que ninguna otra persona lo haga. 

Claro que la acción toma desprevenido al menor, quien torpemente toma el protector que Yeonjun le entrega con seriedad. Muy pocas veces actúa de ese modo frente a él.

–No es por llevarte la contraria, hyung – musita en prevención –, p-pero si alguien nos ve van a pensar que es muy raro que no se lo pidieras a alguna de las chicas.

–Me vale mierda, hazlo, Soobin.

¿Eso fue un gruñido con el acento natal de su novio? ¿Por qué sonó tan atractivo?

–No uses palabrotas ni me hables así, voy... – sisea nervioso y con las orejas rojas por esa intimidante mirada de ojos rasgados que porta el otro.

–Lo siento, sólo hazlo... – indica ahora, con un susurro menos obstinado, no le gustaba pagarla con él.

Soo pone una mueca enfadosa en lo que el chico se gira. Abre el envase y  esparce con dedos titubeantes el bloqueador en la amplia y pálida espalda con pequeños y diversos lunares esparcidos de lado a lado. Los músculos de la zona se tensan y relajan al poco instante tras su constante tacto. Era primera vez que tocaba de tal manera a su mayor, con tanto detenimiento, y debe obligarse a mantenerse inmutable enfrente a toda aquella gente cerca. Nadie más que dos chicas envidiosas que iban de paso les han descubierto y lucen anhelantes de estar en su lugar; inevitablemente le regocija ser quien está haciéndole el favor al cotizado muchacho, y que ellas lo vean hacerlo.

Sonará infantil, pero no le apena serlo si se siente tan satisfactorio.

–Listo, Junnie.

Antes de ser capaz de irse, Yeonjun agarra del brazo a Soobin y lo acerca, casi chocando sus torsos con una ceja enarcada en su todavía seria expresión, contradictorio con la chispa traviesa en sus verdosos pares.

–Acompañame primero – susurra con voz ronca, arrastrando al chico antes de que se resista a sus indicaciones. Se adentra entre los arbustos y bordes de la propiedad, en esa área no hay nadie cerca, pero para impedir malos ratos, le pide al rubio en voz bajita que se voltee de espaldas en lo que toma el protector solar de las manos opuestas. Soo parece vacilar al comprender su intención, así que chasquea con su lengua –. Sólo hazlo, mocoso desconfiado.

–Yah, está bien – concede en mismo tono, examinando por reflejo a los alrededores. Todos se oyen a lo lejos, pero no hay nadie merodeando ahí.

Yeon hubiese querido que todos les vieran para restregarles como un niño que era quien tenía el privilegio de hacer aquello, pero sabía que debe conformarse con esto. Imita el masaje con el bloqueador en la espalda del menor, la cual es un poco más ancha que la suya. Sonríe cuando éste se estremece y es capaz de observar sus vellos erizarse. La piel de su dongsaeng era más suave y más pálida que la suya, también tenía lunares, pero en menor cantidad que él. Sus manos se funden con devoción, encantado con lo que su piel toca.

Yeonjun percibe el aire que exhala Soobin cuando su aliento choca en su nuca y oreja. Ante ello, lo gira hacia el frente y capta como su manzana se mueve al tragar, pues ahora comenzó a aplicar el líquido en su pecho y brazos, intentando prolongar la acción, y porque notó que la nivea superficie se estaba enrojeciendo por los rayos solares, luego eso le dolería a su novio.

–Te estás ejercitando bien, Popeye.

–Y-Yeonjun, alguien puede venir – con rapidez humedece sus labios con su lengua y dirige su enfoque a cualquier lado que no fuese la cara de su mayor.  Las manos que le recorren le están originando un extraño cosquilleo en todo el cuerpo y un calor que no se debe al sol veraniego, propagándose por todos lados, sobre todo en las partes que toca el otro. Yeon recorre sus hombros y brazos con paciencia, de no ser por el sitio donde están, quizás lo disfrutaría más y dormitara, pero cuando siente sus labios besando en su hombro, por reflejo se aparta con un jadeo sorprendido y lo mira con severidad –. Basta, ya.

Yeon no está satisfecho de que Bin prácticamente huyera a paso firme, de regreso con todos los invitados. Farfulló ante eso y le siguió con cara de pocos amigos.

En la piscina, el Choi mayor estaba que se lanzaba hasta el cuerpo de su pareja para cargarlo y llevarlo lejos de las chicas, ¡No es un celoso irracional, pero es que ellas eran muy obvias!

El rubio se sentía igual de posesivo con su hyung, más porque las adolescentes que están detrás de él son muy desvergonzadas.

Los dos están en mismo estado, sólo que ninguno hace más que gruñir bajito y lucir como un par de amargados para todos, incluso varias muchachas se apartaron de ellos por su actitud recelosa en la piscina luego de unos minutos.

Apenas halla una oportunidad, es el ojos miel quien se cuela afuera del agua y va hasta el bosque en su bicicleta, demasiado sobrepasado de todo aquello que le exaspera. Es más que consciente de que Yeonjun va detrás suyo, en su propia bicicleta, y en parte, esa era la idea. La brisa termina por secarlos por igual de todas esas gotas que los mojaban, poniendo sus cuerpos fríos, el fuerte sol es lo que les protege de no pescar un resfriado.

Bin arriba primero, al rato se une Jun y entra como él al lago, todavía portan sus shorts de baño y las toallas que trajeron consigo, nadie masculla palabra alguna por un prolongado momento. No se atreve a encarar al ojos verdes para asegurarse de su siguiente movimiento, aunque no fue siquiera necesario. Da un brinco al ser abrazado por la espalda, piel con piel, la respiración del opuesto en su cuello como el roce de sus labios en la zona, la diferencia es que aquel tacto es más tranquilo que el que sucedió en la posada, como un gatito dócil en busca de afecto. Al fin baja su guardia y se atreve a darse vuelta para encontrar una expresión ilegible en el más bajo.

Sin embargo, Yeonjun le toma otra vez por sorpresa, aferrando su agarre en la cintura, sin ser brusco, mientras expone:

–Lo lamento, no quise actuar precipitado ni ser un irresponsable... Simplemente me irrita el no poder demostrarle al resto que los dos estamos juntos.

Soobin tuerce la boca con una mueca de impaciencia, posando sus palmas en los hombros contrarios.

–¿Imaginas que es fácil para mí? Quiero lo mismo que tú.

–¿No te incomodo que te tocara allá? – cuestiona con preocupación.

–No fue tu tacto, es no poder... Disfrutarlo estando expuestos – masculla en un susurro que denota su frustración –. Tenías a todas muriendo por ti, sólo me daban ganas de reclamarles que no coquetearan con mi novio y ser un completo irracional para ser capaz de gritarles a todos que me dejaran ir contigo.

Ambos querían lo mismo, lo desearon todo el día, y fue tan así, que ninguno se percató de las otras personas que intentaron coquetearles, porque estaban más atentos en celarse mutuamente. Sí, tanto Soobin como Yeonjun eran participes de las chicas que tenían dobles intenciones con ellos -aunque el rubio sí era más despistado al respecto-, pero realmente no le dieron real importancia al asunto.

Hay cosas más relevantes.

–Soobinnie, en un cuarto repleto de todas las personas en este mundo, te juro que únicamente te miraría a ti – sentencia con intensidad, sin apartar la conexión visual, relamiendo sus labios cuando percibe la atención del menor sobre los suyos –. Soy tuyo, y tú eres mío, ¿No?

El poder que otorga la frase les origina un revoloteo y una corriente nunca antes experimentada. No querían ser posesivos ni dominantes, no tienen que aclararlo porque se conocen tan bien que, con una mirada, tienen presente que su único anhelo es pertenecerse sin atarse, porque la plena felicidad del otro es su prioridad, y aún más si la comparten juntos. 

Se corresponden al fundirse en un beso distinto a los que han intercambiado con anterioridad, siendo lento pero apasionado, subiendo el tono al abrir sus cavidades con inexperiencia, pero ansiosos de descubrir el sabor contrario.

Soobin se aferra con sus brazos rodeando el cuello de Yeonjun, quien le atrajo con cuidado por la cintura, sus dedos en su espalda baja descubierta, el contacto directo y la brisa les eriza de nuevo, el acto es placentero y novedoso para ambos. Sienten que flotan en un éxtasis indescriptible, sus pulsos se elevan, quieren más. Sus lenguas se enlazan y el aire les parece sobrevalorado, un desperdicio si implica apartarse; nada más lo hacen por un segundo para inhalar en un jadeo antes de volver a unirse.

Sus pechos pegados y el roce en sus pezones expuestos provoca que un calor viaje en diversas direcciones, nunca antes sintieron tales sensaciones.

La cabeza del dongsaeng se nubla al Jun descender sus besos a las comisuras del mismo, pasando por su mentón y posteriormente llegando al cuello. No es desesperado ni voraz en sus besos, es una primera torpe exploración muy adictiva, una que hace porque su novio se lo permite, con sus dígitos apretándole la nuca. 

Duran así hasta que algo de raciocinio les invade y Soo aparta a Yeonjun con manos nerviosas y respiración entrecortada, tan rojo como un tomate.

–H-hay que volver...

Al instante, la vergüenza les sobrecarga y se apartan ligeramente desconcertados, recobrando el control de su cuerpo y pensamientos, regulando la temperatura que se les subió como si fuera azúcar.

El pelinegro se preocupa de no haber asustado a su novio y de no causarle un resfriado a consecuencia de estar tanto tiempo mojados. Le cubre con la toalla que ha abandonado entre las ramas de un árbol y le acompaña a la fiesta al retornar a la misma.

Ninguno menciona nada en la fiesta, se separan y continúan con normalidad después de inventar una excusa por su larga ausencia; nadie sospecha nada, por supuesto, pero su actitud medio ausente es muy inusual.

No consiguen explicar lo que les sucedió en el bosque, eran sentimientos confusos y abrumadores, pero no los catalogan como malos. Les agradó aquello, y saben que deben discutirlo, por más abochornados que estén... Era como el inicio de una tentación extraña.

Se sonríen mutuamente para aliviar la tensión y tranquilizar al otro, rechazando amablemente las invitaciones de las chicas que se interesan en ellos durante el resto de la tarde y parte de la noche, más bien acercándose para comer pastel juntos y desplazando a los demás, atreviéndose a mandarlos al demonio por un rato.

Cualquiera opinaría que son un caso atípico de chicos desinteresados en la vida, pendientes de otras metas por falta de "madurez", como si se negaran a crecer y sentar cabeza con los ideales dictaminados por la sociedad, mas nunca imaginan que se trata de dos enamorados que ya tienen una pista de lo que quieren realmente, para toda su existencia.


*🌼*


No tocaron el tema por los siguientes dos días, enfrascados en sus obligaciones y sin casi tener la oportunidad de cruzarse, lo que les tiene un poquito decepcionados. Apenas consiguen tiempo libre, son llamados a la cena que prepararon especialmente en la posada para la presentación oficial de Arin como la pareja de Namjoon, por lo que Eunhi, Minji y los demás huéspedes en la propiedad arreglan una velada ideal para el momento.

 Todo marchaba estupendo, a pesar de esto, los dos jóvenes Choi aprovecharon el que los adultos conversen distraídos para escabullirse en la biblioteca, tonteando con chistes para romper el hielo; porque, efectivamente, siguen algo apenados por los acontecimientos el día de la fiesta.

–Te extrañé estos días – inició el de cabellos oscuros, dando un paso más cerca y alzando un poquito el cuello para quedar a la altura del rostro contrario –. No es lo mismo verte de lejos que tenerte frente a mí, cerca de mi toque.

–Igual te eché de menos, hyung – susurra con sus comisuras levemente levantadas, estaba tan nervioso que se obliga a terminar de una vez la tensión: –. Lo que pasó en el lago...

–Nunca he querido irrespetarte, lo juro – se adelanta por la necesidad de aclararlo, sosteniendo las dos manos del rubio con diligencia.

–Lo sé, Junnie, no dudo mínimamente de ello – regresa el apretón con serenidad, no quiere que su mayor crea que él lo considera esa clase de chico abusivo.

–Me alegro, Binnie. No sé explicar lo que...Es sólo que nunca sentí algo tan intenso en mí, no lograba frenarme y... – con todo y la vergüenza que le daba admitirlo, con mejillas sonrosadas y un suspiro ensoñado, lo hace: – Fue maravilloso, Soobin.

–T-también para mí lo fue – admite con una sonrisa tímida, entre risas de ambos, oculta su rostro en el pecho del pelinegro, siente el tórax del mayor moverse por la acción antes de rodearlo con un abrazo –. No estoy enojado, fuimos los dos los que actuamos, y no creo que esté mal... Es sólo que no somos expertos en ese ámbito.

–No, somos un par de vírgenes – su mofa hace que se gane un golpecito del dongsaeng, quien busca reprimir una nueva risa para mantener esa postura. Lo aparta con delicadeza, asegurándose de que mantenga su enfoque en él, porque quiero ser testigo de su mirada cuando confiese sus anhelos –. Pero quiero vivir cada experiencia contigo, siempre que tú sientas lo mismo. Aprender juntos.

Soobin estaba tan halagado y sentía tanto calor en su rostro, que lo primero que se le ocurre es besar a Yeonjun, apenas un roce suave que les hace estallar por dentro en deleite. Sin embargo, no profundizan la unión como lo planean, porque un ruido les aparta en seco, los dos con sus orbes abiertos y asustados al hallar a una mujer en el marco de la puerta. 

Nadie dijo nada por varios segundos pesados. Soo balbucea excusas tan bajas por su falta de voz, que son inentendibles, y el azabache por instinto intenta ponerse en medio para echarse toda la responsabilidad. Habría sido de aquel modo, de no ser porque ella los corta con simple calma:

–Chicos, está bien, yo no diré nada al respecto acerca de lo que he presenciado aquí.

Comparten miradas y tragan a la par.

–¿Q-qué?

–S-señorita...

–¿Conocen la historia de Oscar Wilde? Se me prohíbe en la escuela enseñar sobre ello, pero ya no son unos niños pequeños ni estamos en el instituto, ¿Cierto? – interrumpe nuevamente, ellos lucen tan confundidos como inquietos, así que les sonríe de forma jovial –. Oscar Wilde es uno de mis escritores clásicos favoritos, en Asia no hay casi rastro de sus obras al ser un personaje polémico en la historia universal, mas tengo la suerte de contar con familia extranjera que me hizo posible culturizarme a lo largo de mi crecimiento. Él escribió cuentos, novelas y también obras de teatro. Sus mejores escritos, desde mi punto de vista, fueron El príncipe feliz y El retrato de Dorian Gray.

–Yo no entiendo...

–Oscar Wilde era un escritor homosexual, Soobin – concluye, cerrando la doble puerta a sus espaldas con sumo sigilo y yendo hasta los muchachos con gesto comprensivo –. No temas de mí, ¿De acuerdo? Ya lo sabía, desde que eras un pequeño lo intuía. No es algo enfundado por tu aspecto lo que hizo que lo determinase, no me malinterpretes, no soy alguien que se dicte por los estereotipos – expone con parsimonia –. Era consciente de que tus llamadas o atenciones con Yeonjun eran distintas. No ha sido igual que tu amistad con Beomgyu, y no he tenido nunca problema con ello.

–¿C-cómo? ¿Por qué no me enfrentó? – Soo titubea con perplejidad, tiene un mar de emociones encontradas que se contradicen entre sí, afligiéndole por completo – P-pudo delatarme, ¿Ha sido cómplice todo este tiempo?

–No tengo el derecho a meterme en tu vida, es tu decisión confiármelo o no, y el cómo o cuándo lo descubrí exactamente, es lo de menos. Debes saber que no eres un monstruo, ninguno de los dos lo es, y tampoco esto se trata de un crimen que han cometido como para tener cómplices. Soy más su aliada – esclarece con tenacidad, sujetando las mejillas de pancito que tanto acarició cuando eran más pequeñas y abultadas. Un sentimiento maternal la acogió por completo por el recuerdo, humedeciendo sus ojos, tal como lo están los del rubiecito que claramente teme decepcionarla –. No te arrepientas de lo que son, no lo hagan. El amor es libre, no todos lo comprenden, pero yo lo hago, y los ayudaré todas las veces que sea necesario, sin importar ser considerada lo que sea, Binnie. Nunca me vas a decepcionar, tenlo en cuenta.

El aludido no soporta más y se lanza a llorar en el hombro de la castaña, siendo abrazado y consolado por esta en el mismo segundo. A su lado estaba el chico que está igual de conmovido y agradecido, conteniendo sus lágrimas, a diferencia de ellos que desbordan sus sentimientos en una marea necesaria.

–Gracias, señorita Arin – Yeon debe decirlo, su garganta va cediendo al nudo que ya no le aprisiona tanto –. Usted es muy noble.

La de orbes marrones sonríe limpiando sus lágrimas con el dorso de su manga con volantes, apartándose del rubiecito para juntar las manos de los dos jóvenes con la suya.

–Protéjanse y jamás permitan que los destruyan si realmente se quieren, ¿Sí? Es su mejor muestra de gratitud. El camino no es fácil, pero nunca se suelten. 

–No dude de ello – Yeonjun afirma con aplomo, su vista fija en su novio, quería besarle sus manos bajo su agarre, pero se contiene por la presencia de la profesora, más que nada porque es costumbre no mostrarse frente a otros.

–Es bueno saberlo... Y por dios, sean más discretos, cualquiera pudo entrar en mi lugar y encontrarlos.

–Lo lamentamos – Soo baja la cabeza con total remordimiento, fue un arrebato irresponsable y peligroso el que tuvieron. Pudo costarles muchas cosas de haber sido atrapados por alguien más.

Arin suspira pesado y niega con pesar. Realmente lamentaba que ellos tuviesen que esconderse, sintiéndose culpables por simplemente quererse.

–Algún día el mundo estará listo para no diferenciar a los demás por su género, Soobinssi.

El par de Chois lo esperaban, era reconfortante que, dos personas que eran queridas para ellos, Beom y Yewon, les apoyasen sin juzgarlos, quitando algo del peso que cargan diario. Se prometen ser más precavidos en público tras el incidente, pero su lazo se fortalece todavía más por la bonita charla con la sabia profesora.


*🌼*

La residencia está sola y para su entera disposición; todos salieron a la festividad de verano celebrada, seguro estarían bebiendo y comiendo hasta tarde, ajenos en lo suyo. Aprovecharon aquella oportunidad para inventar una excusa, suplicando quedarse en casa por un supuesto dolor estomacal por las golosinas que comieron temprano, esas que trajo Yeonjun de la ciudad. Sus tías les dieron un jalón de orejas y Namjoon estuvo por no ir al festival, pero rechazaron de inmediato que cualquiera se quedase cuidarles y alegan estar bien a solas. 

Por esa razón ahora están carcajeándose en el cobertizo ya reparado, junto a la música en alto volumen, los lienzos, las pinturas, unos cuantos pinceles y botanas. Una mentirita blanca que les hizo estar gozando de un pedazo del cielo.  

–Mi mocoso el pintor sí que se ha vuelto todo un Picasso – le da un guiño, crujiendo un nacho en su boca –, pero más sexy.

–Cállate.

–Cállame.

Soobin entrecierra sus ojos y muerde sus labios para no reír, acercándose al mayor para tomarlo desprevenido cuando se inclina en su asiento, con ambas manos a sus costados para apresarlo. Yeonjun traga nervioso y le pregunta el qué hacía. 

–Te daré un dedal, Peter– musita muy bajito, estaba esforzándose para no romper su seriedad y no sonrojarse, disfrutando cuando el pelinegro cierra sus ojos con ilusión, estirando sus labios tiernamente.

Y es que estaba por besarlo cuando, de pronto, se le escapa al ojos verdes con una sonrisa malévola por arrebatarle el paquete de snacks.

Sí, puede que Yeon subestimó poquito a su mejor amigo y novio.

–¡Oye, es trampa!

–¡Atrápame, anciano!

–¡Mocoso descarado, yo no te eduqué así!

Comienzan un correteo infantil que perdura por poco rato, terminando al cansarse con una tregua mutua, les dolía el estómago de las risotadas dadas. Comparten el empaque -igual era algo que iban a hacer, ganase quien ganase-, acompañados de miradas bobas para el otro y besos cortos en venganza de parte del pelinegro.

–Hyung, hay algo que siempre he querido pedirte, pero me apenaba un poco hacerlo – se atreve a comentarle al estar más relajados, con expresión de cachorro suplicante –. ¿Puedes mostrarme una de tus rutinas de baile?

–Hm, lo haré, con una condición – finge meditarlo con inseguridad, haciendo un pico con sus labios por un instante. La petición no le tomó desprevenido, pero le llenó el pecho de gran deleite, sentirse apreciado por su persona favorita era una sensación gloriosa. Ablanda su expresión con ternura cuando Bin está medio resignado, dándole un beso suave en su mejilla –. Dibújame, Soobinnie.

Las peticiones tan mundanas como aquellas les originan un palpitar y un burbujeo de pura emoción en su interior, era un sentir mutuo. Ambos concuerdan en cumplir su parte con esa misma excitación que hace vibrar sus almas, proyectado en sus sonrisas incontrolables y en a veces sus temblores ansiosos.

Primero, es el jovencito dibujante quien se encarga de plasmar la imagen de su novio en el papel de su libreta, todo a carboncillo, puesto que un retrato con pintura en el lienzo tardaría muchísimo más, y teme a no ser lo suficientemente experto en su técnica para lograr hacerle justicia a semejante aspecto de Adonis; claro, no le dice esto en voz alta, ni el hecho de que su cuaderno está repleto de dibujos de Yeonjun, porque no quiere avergonzarse como un bobo chico enamorado ni que a su hyung se le suba el ego, eso sólo conseguiría que no se canse de sacarle sonrojos. 

Soobin inicia por su rostro, plasmando primero su contorno, poco a poco añade sus labios, su nariz, orejas, cejas y ojos -estos últimos los dejó para el final-. Realiza los trazos en total concentración, riendo quedamente por los chistes del de cabellos oscuros, quien se mantiene tranquilo y sin moverse en su asiento, ahí junto a la ventana que les da luz solar y y hace más mágico y relajante el momento.

–No me mires así, tonto.

–¿Así cómo?

–Con esos ojos...

–Lo siento, es que no puedo apartar mi mirada de ti, Soobinssi~

Soo entorna sus ojos por su tarareo meloso y trata de continuar con el resto de su trabajo, su pecho ya acostumbrado al latir acelerado y su estómago a los garabatos que cosquillean, sin mencionar su rubor que llega hasta sus orejas. Tarda un poco más por su perfeccionismo y porque le otorga descansos a Yeonjun, por más que éste actúe como que no le molestaba estar fijo en una misma postura. Al finalizar la obra, va hasta él con anticipación y le muestra el resultado, expectante ante su opinión. Sonríe plenamente cuando el otro Choi le halaga, naturalmente sorprendido, por el dibujo que ha elaborado, dándole un beso en la cabeza y un abrazo que le hace suspirar satisfecho. 

Sentirse querido es lo más bonito, y que Yeon le asegure que guardaría aquel boceto durante toda su vida, era más hermoso aún.

–Entonces es justo que yo guarde recuerdos de tu baile, ¿No? – muestra traviesamente la filmadora que han utilizado desde que el recién graduado arribó a Takayama, ganándose una sonrisa de aprobación de parte del mismo. Su cámara y la grabadora tienen varios recuerdos suyos, era muy preciada y cuidada por y para ellos. Busca un cómodo asiento en lo que el otro chico se prepara, sonriendo por lo adorable que luce estando nervioso. Conoce lo perfeccionista que es Jun, no quiere que se sienta inseguro a su lado –. Todo lo que hagas es arte, hyung, no te preocupes... Digo, no es como si fueras a caerte con tu torpeza y dejes de gustarme.

Yeonjun resopla con exagerada indignación, sin éxito al ocultar su sonrisa.

–Ya verás, vas a enamorarte de mí, Soobin.

Es una promesa escondida debajo de una burla que aspecto de inofensiva. Ninguno ha mencionado tal palabra antes, pero la idea les fascina a sus corazones, anhelantes por descubrir aquel significado del que se habla en todos lados.

La melodía que escoge el mayor empieza a sonar en el reproductor de casetes, Bin no aparta su escrutinio de Jun en cada paso que da, incluso sólo para presionar los botones y volver a su sitio. El chico baila con todo su empeño, rítmicamente mostrando su talentosa y casi profesional faceta con cada gota de pasión que le surge.

Yeonjun se mueve con gracia y agilidad sin siquiera haber gozado de lecciones de baile en toda su vida, más que las danzas callejeras que dio años atrás para conseguir dinero para la consola de juegos de su ahora novio. Siempre pulió todo con las películas, con los momentos a solas en su casa, en los ratos libres donde ningún profesor o directivo espiaba en la escuela. No era una coreografía perfecta o pulcra, pero sí cargada de emociones, porque dio todo de su cuerpo y alma para Soobin en aquella improvisación que creó exclusivamente por y para él. Su respiración está entrecortada, suda por el calor de la temporada y el esfuerzo físico al culminar, experimentando un nuevo nivel de euforia cuando oye al rubio aplaudir, con ojos nublados de lágrimas y la sonrisa más pura que jamás ha visto.

Soobin no espera para correr a abrazar a Yeonjun, oyendo la risa entrecortada del que no tarda en corresponder a su acción, por más que alega estar sucio, pero a él poco le importa empaparse del sudor del otro. Había sido tan feliz de sólo verle bailar para él, le removió una parte de su ser, como si fuera un sueño cumplido. Otras veces, más pequeños, Yeon bailó, pero dejó de hacerlo al ir creciendo, y lo mucho que improvisó era fenomenal, la pasión que desborda y su talento nato eran únicos. 

–Me fascinó, hyung. Te prometo que algún día los dos seremos artistas reales ante el mundo.

 Y lo que no le dice verbalmente, es que tuvo toda la razón con su predicción, esa anterior al baile...


*🌼*

Mientras aquello acontece entre la pareja de afortunados chicos, dos corazones, iguales de jóvenes, se rompen en medio de una llamada telefónica.

–Yo...– una profunda exhalación resuena en el parlante – Necesitaba que lo supieras de mi boca, hyung.

–Te tardaste, Tae... –masculla con el amargor en la lengua, propagándose por todo su organismo, especialmente en su pecho –. Me enteré porque oí a Yeonjun conversando con Soobin ayer. No se supone que los escuchase, pero... 

Hay un silencio donde únicamente se escuchan las respiraciones del otro tras la línea, sobre todo la pesada del mayor.

–Hyung, lo lamento mucho, en verdad – susurra en un hilo de voz, le estaba costando de sobremanera confesarle algo tan duro a su amigo. Sin embargo, tuvo que confesarle acerca de su noviazgo con una chica de su preparatoria, se lo debía al menos; ahora que lo hizo, le dolía más de lo que lograba explicarse a sí mismo, todo por tener que lastimar a quien tanto aprecia y ser testigo del desastre. Quiere aportar algo más, pero se alarma cuando identifica un sonido que le termina por quebrar –. P-por favor no, no llores, Beomie...

Era imposible controlar sus sollozos, los ahogaba en su brazo, pero parece que el esfuerzo es inútil al ser atrapado por el causante de sus lágrimas. Lucha por superar el sentimiento, no es algo nuevo, sino que ya llevaba un buen tiempo; se mentalizó con anterioridad sobre ello, se había preparado, era de suponerse que sucedería...

 ¿Por qué entonces ahora le costaba aceptarlo? No era culpa de Taehyun no corresponderle, no era culpa de nadie que él no fuese una chica bonita para gustarle a su dongsaeng.

–S-sólo dime una cosa, Tyun – logra reunir el suficiente valor para formular; quizás estrellarse más duro desaparecería esa agonía, le haría a su tonto corazón entender de una vez por todas la realidad – ¿La amas?

El menor se paraliza por un instante ante tal interrogante.

–Somos muy jóvenes para conocer el significado del amor.

–Pues yo ya sé lo que es – concede con toda certeza, pese a su estado; no quería temer a sentir, ya era absurdo cuando los dos conocen el panorama, así que no lo ocultaría de nuevo. La falta de contestación duró todo un minuto, uno donde ninguno colgó o emitió sonido. Aquello le hace suspirar con un hipido inestable que le irrita en lo que sorbe su nariz, seguro se escucharía patéticamente nasal al entonar –. Respóndeme al menos si estás enamorado de ella.

Kang sisea en desacuerdo, se estaba sofocando por la presión, no comprende por qué su hyung quiere ser tan masoquista, no desea seguir siendo el que lo apuñala.

–¿Para qué quieres saberlo?

–Responde, Taehyun – eleva el volumen en su demanda, casi quebradizo por sus vulnerables cuerdas vocales –. Te voy a colgar si no...

–Sí, estoy enamorado de ella – suelta ante la última amenaza, fue un instinto porque no quería dejar de escucharlo. Acontece lo mismo con el más alto que, de pronto, queda mudo por varios segundos -los cuales estaba contando en su cabeza-, y sin duda comenzaba a atormentarle el no oírlo; nunca se sintió tan desesperado como en aquel momento –. Di algo, por favor, hyung...

–De todo corazón, espero que puedan ser felices juntos – consigue recuperar su habla con cada pedazo de fortaleza en su ser, le cuesta en demasía no largarse a llorar como un bebé ahí mismo, como hace rato lo hizo. Quita sus lágrimas con su antebrazo y con voz tambaleante, pero firme, concluye: –. Te prometo que voy a estar bien, voy a superarte y a enamorarme de alguien más. No lo necesito, pero sé que no serás el único en mi vida, ¿No?

¿Auch?

–Beomgyu...

–Algún día tal vez podremos ser amigos nuevamente, por ahora... P-por ahora no puedo, Tae, perdón.

Los castaños permanecen en misma posición luego de que sus teléfonos se colgaran, desde dos lugares diferentes en el mundo, pero con un mismo sentimiento desdichado que les perfora; uno llora porque no es amado por la persona que ama, y el otro lo hace por lastimar a quien adora.

 Una herida más tras casi un año de no haberse dirigido la palabra.

Taehyun no descifra el motivo por el cuál le afecta tanto la idea de que su hyung conozca a alguien más, se ve a sí mismo como un egoísta inmaduro que solamente no desea perder a su amigo más querido. Sin embargo, se obliga a cumplir la distancia que Beomgyu le pidió, era lo menos que puede hacer por él... Aunque le queme y cueste separarse de su átomo de helio.

A la final, Beom no siente que perdió una batalla, no se siente humillado, porque estaba siendo sincero consigo mismo.

¿Se le podría considerar a él como el perdedor de ese juego?

Editado el 31-01-24.

11509 palabras👀

Y así iniciamos el Pride month 🏳‍🌈

Este cap estará dividido para no hacerlo tan largo, la continuación estará en el otro capítulo ;;

Me duele mucho el TaeGyu :(( No sé qué hice ajsskmsp

¿Cuál fue su escena fav del cap? 

Amo mucho la escena del reencuentro, la del bloqueador y las coronas ajkskc Realmente hay escenas bien uwu

Arin es un amor, ¿Verdad? ¿Creen que todos tendrían esa misma reacción? 

¿Quiénes creen que reaccionarían peor si se enteran de la relación de Yeon y Soo?

Mey hermosa, aquí tienes para distraerte, gracias por oírme siempre, te adoro mil mundos c:

Espacio de playlist:

https://youtu.be/4XqqCmEVveg

Si ven cualquier error, me avisan ^^

¡Voten y comenten! 💚🌼

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