~And Glorious~

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Japón 1985.


Seokjin y Yoongi salieron a su jornada laboral diaria, por lo que ambos Choi se ofrecieron, como mínimo, a limpiar el departamento en intención de remunerarles por hospedarlos ahí durante su estadía vacacional. Ellos estaban acostumbrados a trabajar, no les gustaba la sensación de inacción, querían adquirir sus propios ingresos ante sus esfuerzos. Desde que se es niño, en Takayama se enseña a ser una persona útil e independiente, pues al ser una población rural y recóndita en esa época, se requiere la mayor cantidad de ayuda posible y se promueve la idea del mérito propio, del trabajo. Además de que ya era un patrón establecido entre la mayoría de las familias tradicionales que residían en el sitio.

Tampoco habían familias muy adineradas en el pueblo, unas cuantas solamente, entre ellas se encontraba la familia de Yeonjun, quienes tenían como sustento la posada y diversas labores de cultivos. Las tías del pelinegro preferían la vida en el campo que en la ciudad, así que invirtieron en una propiedad bonita en el paraje montañoso.

Beomgyu tenía una situación económica más estable que Soobin, puesto que contaba con sus dos padres y ellos ya estaban académicamente formados; eran emigrantes de Corea del Sur, sólo que no les agradaba el estilo de vida citadino que tenían allá. No es como si tuvieran mucho dinero, ni que en el pueblo hubiesen gran variedad de ofertas laborales, pero el castaño nunca tuvo que trabajar bajo esas tradiciones, sólo lo hizo por su propia cuenta en la adolescencia, a medio tiempo en una bodega. Tenía buenos valores por la educación que le impartió su familia, y porque él mismo era una excelente persona.

En el caso de Soobin, eran sólo su padre y él en casa; un hombre que no tenía título universitario y quien desde pequeño tuvo ciertas carencias, junto a un hijo tímido y sensible ante el resto. Afortunadamente, por lo inteligente, fuerte y capaz que era Namjoon -sumando el que era un buen padre que nunca le incumplió para cubrir sus necesidades básicas-, Soobin siempre fue alguien maduro para su edad, un chico dispuesto a ganarse las cosas con arduo trabajo, ayudando en casa para todo lo necesario. Claro que fue en parte gracias a su nata personalidad, y, por otro lado, fue debido a la crianza trabajadora de su progenitor. No obstante, no dejó de ser una situación difícil para ellos dos, lidiar solos con todo era agotador, y a veces asustaba.

Realmente tuvieron la suerte de llegar a la posada de las señoras, ellas le acogieron con trabajo y vivienda, brindando su compañía y hasta involucrándolos en las comidas familiares. La posada Park era un lugar más que agradable para estar. Soo trabajó en varios puestos desde que era un infante, no limitándose con las tareas en la propiedad donde residía, por ello Yeonjun le brindó un apoyo en sus actividades después de conocerlo; ya esa página de la historia es conocida.

Por sus venas corría esa utilidad, dualidad y dinamismo de Namjoon.

Todo esto es lo que lleva a los dos jóvenes a limpiar el departamento, realizar las compras por sus dos hyungs y cocinar el almuerzo para ellos. Además, el ocuparse servía como método de distracción para no pensar en la cena de la noche anterior en la casa de los padres de otro Choi.

No tocaron el tema porque llegaron cansados en la noche, y Soobin lo evitó a toda costa. Sin embargo, era obvio que Beomgyu -y su lengua parlanchina- no lo dejaría escapar tan fácil del asunto.

–Parece ser que el universo conspira para que estés con Yeonjun hyung. ¿Viste como Kai y él buscaban molestarse con cada cosa que decían? – resopla con un deje de diversión, pues sí le preocupaba en cierta medida la rivalidad de esos dos. El altercado no fue nada cómodo de presenciar – Creí que entre todos tendríamos que alejarlos cuando se saltaran a matar con los cubiertos en plena mesa. 

–En verdad se llevan mal – reconoció con voz queda. No sabía si regañar a Kai o a Yeon, en verdad estuvo por jalarle las orejas por su pésima educación y desconsideración con los señores Choi y los demás invitados, toda la noche lanzaron comentarios mordaces muy bien disfrazados, pero igual de obvios; tenían una clara rivalidad e intolerancia. Era como si entre ellos hicieran una competencia de escupir veneno por la boca y los ojos, rebotando la pelota sin querer perder un cotizado premio, ¿De qué? Ni idea, porque lo peor es que no entiende el motivo para ser así el uno con el otro –. Bueno, muy mal.

–Pésimo, diría yo – resalta, de reojo captando lo que vierte en el sartén su mayor. Se endereza limpiando el cuchillo con el que cortaba las hortalizas, hablando un tanto más casual para abordar otro asunto: –. Durante la cena de anoche fue todo muy intenso con ustedes dos también, Yeonjun y tú.

Soobin se crispó con la espalda tensa, echando los ingredientes más toscamente de lo que planeaba.

–¿De qué hablas? No digas idioteces.

–No son idioteces, sentí hasta pena por su novia – defiende medio indignado, dándole un golpecito en la frente al mayor –. No insinúo nada a la ligera o para molestarte, simplemente no soy ciego. Taehyun piensa lo mismo, y de los demás haber sabido lo de ustedes...

–Ve al punto. 

–¿Quieres ir al punto? De acuerdo, creo que Yeonjun no ha dejado de sentir algo por ti.

Soobin tuvo que carcajearse, tristemente el sonido se emitió más amargo de la cuenta.

–Ahora sí que perdiste la razón, Gyu. Tiene novia, y por si lo olvidaste, fue él quien terminó nuestra relación en primer lugar, hace ya varios años atrás.

Beom permanece callado durante dos minutos, abrazando por la espalda a su amigo y oyéndolo bufar bajito en lo que sigue cocinando, aunque con el contacto el rubio se ha destensado un poco. No intenta en verdad incomodarlo, expone lo que intuye tras lo que ha presenciado en la cena, eso y lo que captó desde la vez que se reunieron con Tae en su departamento.

Algo en él le dice que empujar a sus hyungs para que estén juntos otra vez, es lo correcto, sólo porque conoce tanto a su mejor amigo como para descifrar más allá de los muros que diseñó para protegerse del azabache que tanto le marcó. Ambos Choi merecen una conversación real y adulta donde se sinceren.

Soobin merece una explicación después de tanto, una razón, un perdón. Quería que lo tuviera, así tenga que presionarlo a estar incómodo con ese tonto hyung ojos verdes que, por un motivo desconocido, no daba su brazo a torcer cuando muy claramente continúa brillando sus ojos al posarlos sobre Bin.

–¿Por qué no aprovechas este tiempo en la ciudad para preguntarle por qué hizo lo que hizo?

–¿No estabas de acuerdo con que yo dejara todo atrás y continuara con mi vida? Han sido años, y estoy perfectamente recuperado de toda esa vieja trama trágica – masculla sin más energía para discutir, soltando la espátula y apartándose del abrazo con sutileza. No quiere sentirse vulnerable por cosas que le han costado tanto sepultar –. No porque a ti te va bien con Taehyun desde su reencuentro, significa que en mi caso sea igual.

–Ustedes dos son unos testarudos. Les podría ir hasta mejor que a nosotros dos.

–Choi Beomgyu.

–Ok, ok, no te enfades – da un mohín que poco a poco ablanda el semblante del más alto. Con más afabilidad agrega: – Creo que debes ir al bar esta noche, sea como sea la vieja trama trágica con Yeonjun hyung.  No inventes la excusa que seguramente pretendías dar.

–Tú ni siquiera irás – objeta bajándole la intensidad a la hornilla antes de quemar su comida por la distracción. Detesta que el menor le conozca tanto, y, por ser un entrometido, no va a admitirle que, en efecto, sí tenía una estrategia para zafarse de la invitación; que va, su orgullo no lo permite.

–El invitado de honor eres tú, hyung. ¿Algún problema? Digo, si ya superaste todo...

Dejar frases suspendidas con insinuaciones tajantes siempre le funcionaba a Beomgyu para sonreír triunfante por dentro y mostrar una mirada astuta por fuera.

Soo quiere convencerse de que han sido las hostigosas insistencias de su dongsaeng las que hacen que termine aceptando con un siseo hastioso, que ha sido por mantener su dignidad en alto.

–Eres un enorme fastidio a veces, Beomgyu.

El castañito ahora sí sonrió radiante, como si su amigo no acabase de darle un insulto.

–Me amas, Soobinssi~

¡Claro que lo hace! De no ser así, no le hubiese servido su platillo favorito, tolerando sus divagaciones y cada comentario aleatorio respecto a todo lo que se le cruce por la cabeza al castañito hiperactivo. Era un motor, eso nunca iba a cambiar, y por más que de niño no se acostumbró a la primera, Soobin no quería que Beomgyu dejara de ser así; aprendió a quererlo tal y como es, porque era imposible no hacerlo.

A la final no quiso darle más vueltas a la dichosa invitación al bar, ¿Qué saldría mal en una mundana reunión? No es para tanto, ya peores cosas vivieron como para que más suceda.

*🌼*

Los jóvenes adultos pautaron encontrarse a una hora especifica en la entrada del club al que acordaron asistir previamente.

Al arribar en el auto del hawaiano, no fue mayor dificultad el divisar a un azabache junto a una chica rubia bajándose de su propio vehículo tras aparcarlo, caballerosamente el primero le abrió la puerta a ella para, posteriormente, asegurar los seguros del bonito vehículo.

Fue una cuestión de sincronía y puntualidad que los hizo presenciar algo que no debía ser relevante, vaya suerte.

Como permanecieron adentro del carro, con la radio encendida mientras el conductor sacaba algo de la guantera, ambos apreciaron la escena con distinta reacción. Y claro que el intuitivo Hyuka se percató del entrecejo contraído que porta Soobin a su lado.

Quizás sea momento de tocar un poco las teclas pendientes.

–¿Está todo en orden? Me pareció que te desconcertó un poco el saber de la relación de Choi con Jisoo desde la cena de ayer.

Fue como si saliera de un trance, pestañeando y encarando al peliblanco por un segundo, con entonar despreocupado:

–Sólo no imaginé que tuviese novia, pero no es de mi incumbencia.

Para Kai, debajo de la indiferencia que tiene el otro chico, se enmascara algo muy sombrío y difuso. Dedujo que presionar, ahondando en la superficie, era lo más indicado.

–Es una buena chica por lo que vi a primera instancia, de hecho, me extraña que salga con él. Digo, desde mi punto de vista, lo raro es que tenga una novia estable con todo su historial de mujeriego.

–¿Historial? – volteó más rápido de lo normal, ya era tarde para retractarse.

–¿No lo sabías? – ahora analiza detenidamente cada facción en el mayor, lo que es permitido al menos, porque éste agacha su cabeza y las luces externas no alumbran mucho el interior del auto –. Te lo mencioné un poco hace un tiempo. Choi salía con muchas chicas antes, para él era como un deporte, o como cambiar de camiseta. 

Puede que exagere un tanto y no conozca mucho los hechos, mas el rencor de Hyuka hacia el chico que se metió con su hermana, era cegador. Y puede que por sus sospechas respecto a Yeon y Bin, agreguen más sal a la herida.

–No... – musita casi fuera de órbita, incrédulo y decepcionado en su galaxia de dudas infinitas, esa que tiene nombrada como Choi Yeonjun. Ya antes Kai le hizo alusión al tema, pero lo directo de su sentencia -sumando lo que implica la palabra "historial de mujeriego"- en ese momento fue más que suficiente –. No conocía una faceta suya que fuera como esa. 

–Pues, la tuvo.

–¿Ya no?

–A decir verdad, tuvo un repentino cambio en el periodo de graduación, dejó de ser tan cretino, pero no confío en él... Ah, quien sabe, quizás sí cambió y le gusta mucho Jisoo noona como para terminarse casando con ella – no planeaba lastimar a Soobin adrede, estaba soltando lo primero que se le viene a la mente, solía divagar y ser impulsivo antes de medir las consecuencias, hasta que de reojo capta como sube y baja la manzana de Adán del rubio que mantiene su vista gacha. Le invade la preocupación al sujetar su mano, colocada en el regazo opuesto –. Hey, ¿Estás bien? Lamento si digo algo indebido para ti, hyung.

Soobin detalló el agarre y asintió decidido tras unos segundos que le sirvieron para recomponerse, borrando el sin sentido por el que se había permitido decaer. Despachó ese malestar ilógico, él ya había superado a Yeonjun, era libre de hacer lo que quisiera con quien quisiera, tal como él.

–No, no tiene por qué ser indebido para mí lo que suceda en la vida de otros, no tiene importancia.

–Bueno, si quieres podemos irnos a otro sitio, en todo caso.

Soo rió con una negativa, sacando el seguro en su puerta finalmente, por más que fuera automático. Realmente quería salir ya de ahí y terminar todo de una vez.

–No, estoy bien. Ahora hay que bailar y beber un poco, ¿Sí?

Huening le regala una sonrisa animada a su hyung y afirma en acuerdo.

Con más soltura y ganas, el par de chicos altos se adentra en el club con música a un volumen consideradamente elevado, sus pases fueron proporcionados por Yeonjun anteriormente. Según les tenían ya anotados en la lista, por ende, lograron unirse al sitio repleto de luces de neón, con una decoración moderna en tonalidades rojas y marrones, el aire cargado del típico olor a alcohol, perfume costoso, sudor y comida. Hay muchas personas ahí presentes disfrutando de todo aquello esa noche, claramente era un día ocupado en el concurrido local.

No era desagradable, es más, era un bar de bastante categoría y con gente adinerada que van de la clase media a la alta. Era de esperarse que para Soobin fuese un ambiente totalmente nuevo, no estaba acostumbrado en su vida de pueblerino a colarse en locales así, todo luce caro y vivaz. A pesar de ello, se mantuvo sereno y con mentón alzado, examinando todo con interés y curiosidad, cualquiera diría que era parte de ese mundo, se colaba y camuflajeaba por su aspecto.

Claro que captó la mirada de varias mujeres, y es que Soobin era innegablemente apuesto para cualquiera, más que deseable.

A Kai le sucedió lo mismo, pero ninguno de ellos prestó atención al hecho de ser un tema de conversación entre el género femenino.

Consiguieron la mesa donde reside la pareja junto a otros amigos de Yeonjun, por lo que caminan directo hasta ella. Jisoo y Yeon les saludan primero, ellos corresponden educadamente. 

Para Yeonjun fue imposible no barrer con su mirada al rubio, de pies a cabeza, relamiendo por reflejo sus labios. Se está aguantando todos los cumplidos que quería darle y las ganas de apartarlo del molesto hawaiano que lo acompaña.

–Permítanme y los presento – Yeonjun opta por disipar su tren de pensamientos debido a la mirada que tienen todos puesta sobre él, a la espera de que sea el anfitrión –. Estos dos chicos son Park Jay y Yang Jungwon, unos amigos. Chicos, ellos son Soobin y Huening Kai.

Soobin reconoce instantáneamente al de cabello negro que compra sus cuadros, quien le saluda con simpatía, junto a él estaba el otro chico presentado, era obviamente tímido, pero tenía una adorable sonrisa que generaba confianza. Le había tomado totalmente desprevenido que su cliente más leal -por no decir el único que tenía- fuese amigo de su ex novio, pero supone que tuvo sentido entonces que estuvieran en la galería ese día, ¿No? En serio se pregunta cómo es que Japón era tan pequeño como para tener semejantes coincidencias.

También les presentan a Lisa, la mejor amiga de Jisoo, y a su compañera de trabajo favorita, Nayeon, todas siendo cordiales y afables, lo que hace que a los dos recién llegados no les cueste integrarse. Claro, para el rubio nunca fue tan fácil involucrarse en temas sociales, a diferencia de su acompañante y de la mayoría ahí, pero no era tan malo. Ese grupito era cordial y rápidamente se formó una atmósfera amena.

De hecho, Soobin congenió más con el radiante Jungwon y, por más increíble que suene, también lo hizo con Jisoo. La chica era educada, brillante, preciosa, divertida y simpática, no le halla defectos, y duda que, aunque pase mil horas conociéndola, le encuentre alguno demasiado ruidoso. Nadie podría odiarla, comprende que es una persona encantadora para cualquiera. Lisa, luce demasiado fascinada cada que la chica habla, y se nota la unión sólida de estas. Él conoce la magnitud de esos lazos...

A Soobin en el fondo le provocó cierta carga de conciencia, porque es siempre incomodo tratar con la novia de tu ex, ¿Cierto? Lamentablemente, en su caso, lo es, y el que sea tan linda con él, no ayuda a que se sienta menos culpable por todo lo que vivió con Yeonjun en el pasado; eso que ella para nada sería capaz de sospechar.

Debería de estar feliz de que Yeonjun encontrara a una mujer como Jisoo, pero no puede concentrarse a pensar de ese modo, pues le pone bastante nervioso e inquieto la cantidad de miradas no muy bien disimuladas que recibe de parte de, precisamente, el mayor. 

¿No le importa ser un descarado delante de su tan increíble novia? ¿Qué tanto le ve a él teniéndola a ella ahí a su lado? Era absurdo.

La cuestión está en que, Yeonjun apenas y controla sus ganas de chequear cada movimiento o acto que ejecuta Soobin, y sonará a un loco enamorado, o inclusive a un acosador obsesivo, pero sufrir por años la ausencia del chico que desde niño le robó el corazón -primero como mejores amigos, y después como un todo-, le hacía querer aprovechar de detallar cada cosa mínima en él, analizar sus cambios y las actitudes que se quedaron sin importar el transcurso del tiempo. 

Ah, y, efectivamente, el ojos miel luce en demasía guapo con esa ropa de tonos oscuros y su cabello rubio ligeramente desordenado, también el aroma de su perfume añade un encanto. Su seriedad y a la vez su sonrisa de hoyuelos crean un contraste atractivo, el cómo se suelta con Jungwon, Kai y Jisoo más que nada hace que se contagie de su buen humor, el cómo le evade miradas y esconde su nerviosismo -porque conoce lo suficiente su lenguaje corporal- le generan una ternura inmensa; todo es una mezcla que es imposible no apreciar. Con su simple existencia le hace suspirar embobado por sobre el ruido de la música.

Su mocoso nunca le deja de parecer la criatura más fascinante del planeta, era una chispa que sólo él tiene.

Es satisfactorio poder ser partícipe de la primera vez del menor en un club como aquel, el mismo Soobin lo admitió sin problema, le recuerda lo bonito que era su papel de hyung al presenciar sus etapas de crecimiento, aunque tristemente se perdió varias de estas. Recuerda que una de sus infinitas charlas en Takayama fue el cómo se comportaría el menor en una reunión de tragos, lo plantearon en aquella oportunidad donde los dos estaban medio borrachos con la botella que sacaron a hurtadillas de la posada, y recuerda que la respuesta del rubiecito fue que nunca pertenecería a sitios así, que ni siquiera pisaría un bar.

Es irónica la manera en la que todo cambia día a día.

Ahora estar con Soobin en una reunión de tragos en Tokio, junto a personas de su edad -sus amigos personales, cabe resaltar-, los tragos que toma con muecas que lucha por ocultar, y las cuales le generan a Yeonjun unas inmensas ganas de jalarle esos sonrojados mofletes, sus risas tímidas que se van soltando cuando entabla amistad con el resto, la manera en cómo mueve discretamente sus labios al cantar bajito las canciones que reconoce en los parlantes, y la forma en la que mueve su pierna debajo de la mesa al ritmo de la melodía, es como un universo paralelo.

Y para todos es notoria la chispa vivaz que Soobin tiene, por más que él no lo perciba, porque cada uno en la mesa siente un ambiente inigualable desde que él se les unió, como si complementara todo sin necesidad de hablar tanto o ser un extrovertido excéntrico. Hasta sus sonrisas eran contagiosas.

Sin embargo, no quita el que hay obvia tensión entre Yeonjun y Soobin, como acontece en cada ocasión en la que comparten un mismo espacio.

Dado un punto de la noche, Bin se pierde unas cuantas veces junto a Kamal, quien no le quita un ojo de encima al primero. Los dos hacen muy visible la afinidad que poseen, hay complicidad entre ellos. Jun los ve bailar y beber más en la barra, no pasa desapercibido el que Soo le ha observado también varias veces a lo largo de la noche, sobre todo cuando su novia se pone algo melosa con él debido al alcohol. Jisoo no era efusivamente afectuosa, le gustaba la discreción, pero era natural en ella tener ciertos contactos físicos con sus seres queridos, incluso desde que ellos eran sólo amigos lo solía abrazar de vez en cuando o tomarle del brazo; claro, con la bebida se desinhibe más.

–Cielo, ¿Por qué no bailamos también? – pide con un puchero, estaba aburrida porque todos se divertían en lo suyo, a excepción de ella y su novio. Yeonjun ha estado desde hace un rato demasiado ausente y serio, más de lo que estaba acostumbrada a soportar. Dirige su enfoque hacia donde Choi está chequeando con constancia mientras da tragos a su vaso, así captando, totalmente extrañada, a Kai y Soobin en la pista – Hasta los chicos bailan juntos.

Yeon farfulla, hastiado al girarse a la chica.

–¿Qué tiene de malo que dos chicos bailen juntos, Jisoo?

La aludida se encoge desconcertada en su asiento por el tono mordaz que usó el más alto.

–N-nada, sólo que es inusual y llama la atención de los demás, supongo que por eso es que los miras tanto, ¿No? – ante la falta de respuesta, agrega igual de atropellado: – T-tampoco lo mencioné por ese motivo, me refería a que cualquiera está bailando, menos nosotros.

Choi chasquea amargamente, volviendo a examinar a los dos que ríen tontamente a lo lejos, no se oculta a sí mismo la verdad de sus sentimientos porque es patético hacerlo: Está celoso, no entiende cómo logra no levantarse a armar un escándalo donde arrebata al rubio de los brazos del extranjero y se lo lleva lejos para besarlo hasta quedarse sin aire en los pulmones para luego reprenderlo. 

No es racional, es un idiota egoísta de siquiera cruzarse esas cosas por la cabeza, pero es que le bulle la sangre en demasía porque se suponía que había roto su relación con Soobin para que él tuviese una vida calmada y plena, sin tener que pasarla mal por estar junto a un chico, y ahora resulta que el mundo le escupe en la cara que sólo provocó que otro hombre más -que para nada es de su aprobación- tomase su puesto.

¿Tenía ganas de lanzarse a gritar y llorar patéticamente? Sí, se siente tan imbécil, que le cuesta todo en su ser para depositar sobre la mesa de madera el vaso, tras un último trago profundo que le quema la garganta. Se levanta junto a la de falda rosa con negro para hacer lo que mejor se le da: Fingir.

–No tengo ganas de bailar mucho... Pero vamos.

*🌼*

La escena desarrollada entre la pareja a pocos metros de donde se ubicaban, le ha causado un vuelco en el estómago que se acompaña de una leve sensación de náuseas, sumando el palpitar en su caja torácica. Trata de mentalizarse que es producto únicamente del alcohol que corre por sus venas, ¿Verdad?

¿O qué otra explicación lógica existe para describir el que no deja de espiar a Jisoo y Yeonjun, a pesar de que no quiere verlos bailando, ni estando tan cerca? ¿Por qué más le punza el pecho y traga espeso con dificultad? Sólo una vez se había emborrachado tanto, tal vez era común su estado, no es que tenga mucha experiencia tampoco.

Porque no hay una remota razón para deprimirse ni sentirse traicionado por una persona que hace mucho salió de su vida, que ya no era nada suyo.

–Hyung – Kai es ágil para sujetar la cintura del mayor con sus fuertes manos, impidiendo que caiga –. Te tengo.

–P-perdón, estoy algo mareado – excusa abochornado, por poco se cae de la silla, gracias a sus piernas temblorosas y al vértigo que le invadió por sus movimientos acelerados y descuidados. El ruido del entorno se escucha más duro en sus oídos, como un fastidioso martillero en su cabeza, y su frente se perló de sudor de pronto. Por reflejo se apoya del brazo y el firme hombro de quien le aguanta –. Maldición...

–Creo que estás empezando a excederte con los tragos – expresa con un deje de broma, asegurándose de sostener correctamente al más alto.

–No lo suficiente... – susurra apenas, de reojo captando al pelinegro que es besado en la mejilla por la linda muchacha que le abraza; Jun aparenta aburrimiento, incluso no luce a gusto, pero no se percata demasiado de esos detalles, porque la embriaguez no se lo permite del todo. Ni siquiera es su problema lo que hagan, no tiene que siquiera verlos – L-lévame a un sitio menos concurrido.

El hawaiano asiente en acuerdo y lo lleva al pasillo afuera de los baños, esquivando a la gente en el trayecto, manteniendo muy cerca el cuerpo del mayor para evitar que se enrede con sus pies. Ahora están en un rincón que les aleja ligeramente de todo el bullicio.

–¿Aquí?

A Soo se le cuela una risita divertida, pero no tan enérgica, por la diligencia con la que su amigo le socorre. Tenía la lengua un tanto pesada, pero al menos pude verbalizar sin lucir tan patético:

–Gracias por venir conmigo, Kaissi. De no ser por ti, probablemente estuviese tropezando hasta con mi sombra.

–Me encanta estar contigo y cuidarte – confiesa con dulzura, acomodando los mechones levemente húmedos que se pegaron en la frente de su hyung, los coloca tras su oreja y acaricia -quizás innecesariamente- la mejilla del mismo. No es un aprovechado, ha tenido paciencia y está claro de que no es el mejor entorno o momento para actuar, no como lo ha venido planeando ni fantaseando al menos, sin embargo, considera que es necesario hablarlo ahora, antes de acobardarse; igual Soobin no luce como totalmente perdido o inconsciente en el alcohol –. Por lo que veo, tú no te has dado absoluta cuenta de lo que siento por ti...

Soobin pone una mueca confundida tan pronto lo procesa; estuvo perdido en el tacto ajeno, mordiendo sus labios al recordar cuan diferente se sentían las caricias de Yeonjun sobre él cuando solían ser algo, y aquella repentina sentencia le desubica.

–¿Cómo dices?

Huening sonríe, ahora con ambas palmas sosteniendo el rostro opuesto.

–Lo que quiero decirte, es que me gustas, Soobin hyung.

–¿A-ah? – le costó analizar la confesión, creyó inclusive que lo alucinó por estarse tomando tantos tragos, hasta que leyó la transparencia y el aprecio profundo en los orbes azules. Se le retuvo el aliento y sus labios temblaron en un balbuceo nervioso: – ¿Gustarte d-de...Gustarte en s-serio como...? 

–Pensé que había sido obvio y que lo entenderías tarde o temprano, pero eres bastante lento – reconoce con voz armoniosa, sus pulgares trazando las blandas mejillas –. Es tierno.

–Y-yo no...

Por instinto las manos de Bin se posicionan en las muñecas contrarias, pocos centímetros les separan y hacen que respiran el aliento del otro. Los rasgos atractivos y ojos preciosos que tiene en frente, le hacen sonrojarse y soltar un suspiro tembloroso. A pesar de esto, él no se aparta ni hace intento de ello cuando el más joven buscó el contacto directo de sus labios, fue una unión delicada que tomó unos cuantos segundos.

Habían cerrado sus párpados, el beso fue diferente para cada uno, pero...

Soobin no sintió en su organismo nada cercano a lo que solía experimentar con los besos de Yeonjun; la euforia, el cosquilleo explosivo, el calor, el amor. Se aborrece por comparar personas o cosas en general, sobre todo porque ha sido blanco de esto -y lo ha sufrido en carne propia-, sencillamente fue una conclusión incontenible que arrojó su mente durante el acto, y si bien ninguna relación o afecto es igual que otro, sabe que no podría corresponderle a Kai como quisiera, no ahora, porque ni siquiera está completamente en sus cinco sentidos.

Da un parpadeo mientras se separan, y, tras una pausa, esperan lo que está por acontecer.

–Wow – el peliplata musita con su cuerpo burbujeando en dicha ante la acción que por mucho añoró, observando al mayor con una tenue esperanza, por más que, en el fondo, ya conoce la triste contestación que tendrá –. Tú no... No sentiste nada, ¿Cierto?

–...Lo lamento, Hyuka – suena tan patéticamente lamentable y estrangulado que piensa que lo más lógico sería que el increíble chico le haga un desplante, por ser un idiota con él. Con dedos temblorosos, aún posicionados en las muñecas del otro, se apresura a añadir: –. Quiero corresponderte, e-en serio deseara hacerlo, te lo mereces más que nadie...

Hyuka le suelta gentilmente, sin expresión contrariada ni de reproche, sino con una sonrisa ladina y derrotada que no llega a levantar sus pómulos.

–Pero tu corazón está tan acaparado por Yeonjun que hasta ebrio le eres leal a lo que sientes por él, ¿Estoy en lo correcto?

Bin contiene su respiración y palidece de inmediato, se siente ajeno de la música y los demás sonidos a su alrededor, dirigiendo toda su atención hacia el dongsaeng que parece leerlo como si fuera un libro abierto. No puede ordenar la pila de emociones y cuestionamientos que le abruman.

–¿A q-qué te refieres?

Es estúpido ocultarlo o fingir, Kai merece la verdad, pero tenía miedo, por más que se trate de un amigo.

–He tenido sospechas desde que te conocí en Takayama, por la forma en la que evitabas el tema y lo que decían las tías de Choi. Pensé que eran puras imaginaciones mías y que estaba siendo un paranoico, hasta que los vi en la galería, luego en la cena con sus padres, y ahora... – resume con cierto decaimiento que se le cuela al, finalmente, corroborar lo que su intuición le gritaba. Tiene al rubio tartamudeando sin sentido, por lo que su instinto es calmarlo –. Ustedes tienen historia, no necesitas contármela si no quieres. Si no me equivoco, lo de ustedes acabó mal.

–N-nosotros...

La falta de resolución, le confirma todo a Huening. Suelta una boconada entonces para aplacar la tensión.

–Está bien, acabas de beber más de la cuenta y comprendo que no es el momento adecuado para esto, pero no puedes ocultar que te pone celoso que él esté con Jisoo, es notorio por cómo los has observado constantemente desde que llegamos.

–No, yo no... No sé – pasa una palma por su cara y arrastra su cabello hacia atrás ante la incapacidad de razonar y dar una respuesta coherente, su cerebro estaba algo desconectado ahora. Lo único que tiene presente es que no quiere mentirle más a su amigo –. T-todo es muy confuso ahorita, Kai.

–Pero dudo que lo sea para Choi – ríe bajito y con recelo –. Durante la cena de anoche estaba celoso de mí, ahora mismo sé que lo está. Y él no luce tan tomado como tú como para culpar al alcohol.

–No... No creo que sea cierto. Confundes lo que él, lo que Yeonjun siente, Hyuka.

Kamal termina por rendirse, no es su objetivo colapsar al mayor en tal estado, claramente no estaba coordinando con certeza las ideas.

–Cegarnos no borra la realidad, hyung. Reitero, no conozco lo que vivieron, apuesto a que el imbécil te lastimó, pero, sin importar la razón por la que hoy no están juntos, es notorio para mí que tienen asuntos y sentimientos pendientes que resolver, por más que lo neguemos – lo toma de ambos hombros para hacer que lo mire, y le da un apretoncito en apoyo, por más consternado que él se sienta. A su vez le regala una nueva sonrisa apagada – Tal vez algún día pueda ganarme tu afecto del modo que quisiera, que ese bonito corazón lastimado que tienes me permita sanarlo, pero entiendo que no estás listo para nada más, no por ahora. Debes solucionarlo todo con Choi si acabó sin una resolución justa... Deben.

Soo está hecho un lío ahora, no quiere darle vueltas en aquel momento porque suficiente tenía con el mareo. Se limita a recibir el abrazo que necesitaba del hawaiano y se disculpa por su rechazo, con unas rebeldes lágrimas que se le escapan y pierden en la camisa del contrario.

No merecía a alguien como Hyuka, y es un egoísta por consolarse en sus brazos, por quererlo de otra manera distinta a la que él lo quiere, pero... 

¿Qué más le queda si está totalmente perdido en lo que debe hacer, sentir y pensar?

*🌼*

Yeonjun no lo tolera un minuto más, casi enloquece cuando Soobin y Huening se perdieron de su vista y, posterior a ello, regresan para aparentemente beber más en el bar, tomados de las manos. Kai luce como si frenara a Soobin de servirse más tragos, pero el rubio insiste con risitas que enrojecen más su rostro. Todo el malestar efervescente regresó el triple de peor por esa camaradería y los toques entre el par-por más minúsculos que sean-, los nervios le carcomen tanto como la incertidumbre, lucha por no autodestruirse al maquinar más de la cuenta en su cabeza.

Sin embargo, por más autocontrol que ha venido construyendo, aquella marea de emociones le impulsa a moverse como una ola azotadora apenas divisa que el rubio se escapó del hawaiano, con rumbo hacia los baños. Al entrar al espacio, el mismo se hallaba casi solo, ya que dos sujetos ahí le piden permiso para marcharse por la puerta a sus espaldas. Localiza a la persona que le interesa, siendo el único junto a él ahora en el baño, ahí frente a los espejos de los lavabos, apoyado con ambas palmas sobre el mármol y completamente cabizbajo.

Yeonjun conoce ese estado perfectamente.

–¿No es un poco irresponsable embriagarte hasta este punto, Soobin?

El rubio da un sobresalto al girarse ante la voz severa que rebota por las baldosas del espacio, ni siquiera escuchó que alguien más había entrado. Su ceño se frunce en descolocación por la actitud cargada de reproche.

–¿Qué haces aquí? 

–Vine a vigilar lo que hacías tambaleándote solo hasta aquí. Tienes demasiadas copas encima como para estar a solas en un lugar público.

–No me trates como a un mocoso, ya soy un adulto maduro.

Soobin estaba tan abrumado que no consideró siquiera enojarse consigo mismo por afirmar tal cosa cuando tiene la lengua un poquito anestesiada y lenta.

–Claro, un adulto que se bebe medio bar y actúa descarado con otro chico, como si el resto no fuese testigo de lo que hacen – exhala una carcajada seca en lo que se aproxima a él con tajantes zancadas –. ¿Qué buscas, que alguien te golpee o que te saquen a patadas de aquí?

–No soy descarado con nadie, no tienes derecho a dirigirte hacia mí tan, tan acusadoramente – gruñe en impaciencia, por inercia apegándose al máximo de los lavabos para no caerse –. Y si vamos por ese camino, ¿Acaso que tú eres el único con derecho a bailar con su noviecita? 

Yeonjun aprieta su mandíbula en impaciencia, encerrando con cada brazo el cuerpo más alto, pues se reposó en el lavabo a las espaldas de este.

–No me gusta que estés con él.

¿En qué momento Yeonjun lo acorraló y llegó hasta él?

–Estás siendo igual de absurdo y exagerado que esa vez en la galería – traga duro al sentir el incremento de su pulso, hasta resuena el zumbido en sus oídos. La intensidad de los verdosos pares y la visión del otro tan peligrosamente cerca, no le ayuda mucho que digamos; ah, y ni hablar del endemoniado aroma del perfume y alcohol que porta Jun, es una distracción –. ¿Vas a invadir mi espacio ahora?

–Puedes caerte.

–Ajá, excusas. ¿Y por qué no te gusta que ande con Kai? ¿Hiere tu ego el que pueda estar con alguien que no seas ? ¿Querías que solamente girara en torno a ti? – acusa con el rencor presente en cada gesto que da, puede que sus cuerdas tiemblen y sus orbes inevitablemente le traicionen con las lágrimas acumuladas, producto de la impotencia, pero por más que todo se le arremolina en el estómago, no iba a dejarle ganar terreno de nuevo. El alcohol puede servirle de excusa para drenar unas cuantas asperezas – Pues no, yo ya te saqué de mi vida, así como lo hiciste tú sacándome de la tuya.

–Binnie... – se vuelve en un simple instante vulnerable ante la imagen del rubio, detesta ocasionarle malos ratos, sobre todo cuando está en un estado así. Estuvo a punto de mandar la cordura al demonio y abrazarlo, de no ser porque el chico se remueve con arcadas en un segundo, y al otro, abre en grande sus orbes antes de apartarlo y correr tambaleante hacia uno de los retretes, cubriendo su boca. Se espabila y va preocupado hasta él después de oírle vomitar y toser en uno de los cubículos. Por suerte es un bar de prestigio y limpio, porque la situación no era nada agradable. Se arrodilla para sobarle la espalda y sostenerlo a causa de las sacudidas que su gran cuerpo da por la acción – Mierda... Tranquilo, respira hondo... Ya pasará, eso es.

Soobin se limpia apenas las comisuras con el dorso de la mano temblándole, haciendo un esfuerzo por seguir las indicaciones de Yeonjun en medio de los desagradables síntomas, el pulso le bombeaba terriblemente en el pecho y el nuevo vacío en su estómago. Se apoya de donde puede con cierto asco y cierra los ojos para conseguir tranquilizarse, tratando de concentrarse en inhalar aire y relajarse por las manos que le propinan soporte.

Espera un minuto a que se le regule el organismo mínimamente, el agotamiento lo golpeó de pronto, con el sudor perlando fríamente su frente, otra vez.

–N-necesito irme a casa...

No tuvo que repetirlo dos veces o decirlo más alto para que su hyung le ayudase a incorporarse, sujetándolo para que se enjuague la boca en el grifo, sacando el mal sabor de su boca. No tiene fuerzas para siquiera protestar o discutir más, no está del todo en sus cincos sentidos, y tal vez es lo que le hace dejarse cuidar por su mayor sin protestar.

El pelinegro fue ágil para esquivar los cuerpos que se interpusieran para encaminar al otro Choi de regreso hasta la mesa que compartían, tomando sus pertenencias y explicando brevemente el percance con los amigos que aún quedaban ahí, no todos estaban tan tomados al menos. Le ordena además a su novia que le espere en la puerta, ella no refuta a pesar de estar vagamente confundida por los sucesos.

Jisoo es acompañada por sus amigas, tampoco está muy estable por las copas que tomó, Lisa es la que la socorre con toda paciencia y cariño, por suerte no bebió mucho. 

–Veo a dos Lalisas muy bonitas.

–Eres una ternura, unnie – ríe con ternura, no dejando caer a la otra.

Mientras, Yeon es interceptado por el peliplata cuando éste se aproxima, en andar torpe pero apresurado. Otro que tenía unas cuantas copas de más en su organismo.

–¿A dónde crees que vas con él?

–Soobin no se encuentra en el mejor estado, como podrás notar, genio. Debe ir a casa ahora mismo. 

–Yo, yo lo llevo.

–No estás en condiciones, bebí menos que ustedes dos – recrimina con ceja enarcada, retándole; no piensa soltar a Bin, ni porque deba esquivar a un fastidioso de cabello teñido –. ¿Lo pondrás en riesgo por un capricho tuyo, Kamal? No es una competencia, está en mal estado.

Hyuka rechina sus dientes porque es consciente de que Yeonjun tiene la razón, no está siquiera viendo correctamente las siluetas por las vueltas de su cabeza, todo ante su descuido de haber consumir tanto alcohol por el despecho que se cargaba después de su charla con Soobin. Vuelve a cerciorarse de que éste está a salvo en los brazos del pesado mayor, hastiado al detener su escrutinio en la mano que rodea la cintura del rubio con fuerza. Le advierte con un dedo en alto:

–Pediré un taxi para mí, más te vale cuidarlo como se debe, Choi.

–Con mi propia vida, Huening, de eso no tienes que siquiera dudar. 

Si en algo no titubea o rechista, es en eso. Kai confió en ello, por más idiota que sea, lee las intenciones genuinas de Yeonjun al cuidar del adormecido ojos miel. Puede que no concuerden en prácticamente nada por sus diferencias, pero lo hacen al querer lo mejor para Soobin.

Huening le ayuda -ignorando sus protestas- para llevar al exhausto y entorpecido cuerpo del más alto. Se unen a Jisoo como se acordó y van al vehículo para depositar a ambos con cuidado, agradeciendo a Lisa por haberse quedado con la rubiecita que está en el asiento trasero.

–Cuídala o te las verás conmigo, Choi.

¿Yeonjun mencionó que no le cae demasiado bien a la mejor amiga de su novia? 

–Descuida, no pienso permitir que llegue en mal estado. Te avisaré cuando la deje en su casa, en todo caso.

Lisa asiente con una expresión indecisa, dándole un beso en la mejilla a su amiga, quien le sonríe dulcemente y agita su mano en despedida, viéndola partir adentro del bar. 

Ahora quedan Kai y Yeonjun a solas con el par de embriagados rubiecitos.

–¿Te llevarás a los dos?

Se encoge de hombros al girarse con ojos entrecerrados ante la burla en el peliplata, cerrando la puerta del copiloto donde dejó a Soobin, ya previamente habiéndole colocado el cinturón de seguridad. 

–Mejor encuentra un taxi y vete a tu casa, no vaya a ser que tu hermana tenga que llamar a la policía.

La sonrisa se le borró a Hyuka en un segundo. De no ser por su mareo...

–Hijo de...

Yeonjun le dio las buenas noches con una sonrisa de suficiencia en lo que se adentra y enciende el motor del vehículo, preguntándole a los dos pasajeros si están bien para comenzar a emprender su marcha. Al tener un asentir quedo, se dispone a manejar, por suerte no bebió hasta excederse y lleva sus papeles encima, tiene buena tolerancia por la práctica. 

Durante el trayecto se encarga de revisar a sus pasajeros, a Jisoo por el retrovisor y a Soobin cuando gira el rostro. Debe admitir que era una escoria por haber dejado al muchacho en el asiento a su lado para chequearlo con más atención, se supone que ahí debería de estar su novia.

–Sí, estoy... No te preocupes, Yeonjun-ah – repetía adormecida y desganada por milésima vez. Con todo y la borrachera, Jisoo se percató tristemente de la preferencia de su pareja. Sí, le pregunta cómo está, la lleva a casa y se preocupa, pero no como aparenta hacerlo con el chico a su costado. No era ciega –. ¿Me ayudas a ubicar mis llaves, por favor?

No tardó en asentir en lo que gira el volante hacia la calle donde reside la chica, milagrosamente no hubo policías ni fiscales haciendo jornadas de revisión para corroborar su nivel de alcohol.

Jisoo es dejada por Yeonjun en la puerta de su edificio tras pedirle al portero que la auxilie para subir, obviamente el pelinegro no se atreve a dejar el auto solo con un ebrio Bin adentro; se giraba constantemente a examinar su auto para cerciorarse de que el muchacho estuviese bien. Le deposita un simple beso en la frente a su pareja y se despide para casi correr de regreso a su vehículo.

–Venga, señorita Kim – comenta el amable hombre, intentando de hacer que la chica se mueva hasta el ascensor, pero estaba ausente viendo hacia la dirección donde su novio se marchó –, ¿Todo en orden?

–Ujum... – finalmente le encara con una sonrisa agotada, dándole una palmadita vaga al hombro del contrario – Gracias, señor Cheng, vayamos arriba.

Retomando la ruta, está a nada de pegarse contra el volante por lo descuidado que fue.

–¿Me puedes ayudar un poco más?

–Está... Por ahí.

–Sé más específico.

 –En un edificio bonito.

–Soobin, es en serio.

–No te estoy mintiendo, es un lindo lugar... Bobo.

Yeonjun olvidó por completo el haberle pedido la dirección de Soobin a Kai, ahora el adormilado mocoso no es coherente y sólo se ríe sin razón o gruñe ante lo que él le diga, perdido entre su mundo de sueños. No tiene el número de Beomgyu o un teléfono cerca, no iba a aparcar para ubicar una cabina a tales horas tampoco, y no trae consigo ese estorboso bloque portátil -su teléfono celular-, porque rara vez lo utiliza ante su poca costumbre; de hecho, una de las tres personas en su círculo social que utiliza esa cosa, es Taehyun, quien ha intentado de convencerlo para llevarlo encima, pero no lo ha conseguido. Llamar a su primo tampoco es opción porque sabe que debe estar trabajando o afuera de su departamento. 

Ya es tarde, no es como que fuese a darle un tour sin rumbo a Soobin por toda la capital hasta adivinar mágicamente su paradero. Únicamente recuerda que estaba quedándose con Jin y Yoongi, pero han sido tantos años en los que perdió contacto con los mayores, que ni pista tiene de su residencia. 

Sin más alternativa, manejó a su propio departamento y estacionó, saliendo del vehículo para sacar entre jalones el cinturón del chico y casi cargarlo para bajarlo; lo habría hecho, de no ser porque el menor era más grande y pesado que él, y con tanto trabajo últimamente no ha hecho más ejercicio. Lo arrostra todo el camino de subida por el lobby, el guardia no dijo nada, discreto como siempre, siguió andando con el chico por el ascensor y, al salir de la caja metálica, lo dirige por el pasillo de su piso. Con cada paso en serio se arrepiente de no cumplir su rutina de ejercicios, estaba pujando y quejándose entre las burlas sueltas de su ahora imprevisto invitado. 

De estar en distintas circunstancias, sería sumamente gracioso y adorable estar con un Soobinnie ebrio, sólo que...

–Dije el pie derecho, Soobin.

–¡Es mi derecho, tú estás todo distorsionado!

Jun tuvo que gemir enfurruñado porque ya iban varios muebles que chocaba el gran y torpe cuerpo que guía a duras penas por su sala, fue una hazaña el haber conseguido abrir la puerta y entrar con él. Ahora, en su recamara, lo deja sentado en el borde del colchón en lo que le trae un vaso con agua y pastillas para cuando despierte, las deposita en la mesita en lo que Bin mira a un punto fijo, medio adormilado; se supone que con el vómito expulsó gran parte del alcohol, debería de estar mejor, pero parece más ido que antes. 

Como más ebrio, genial.

Rememorando el accidente del baño, opta por cepillarle los dientes a duras penas, en esto el chico sí le ayudó más, luego regresando a su anterior puesto. Yeonjun abre su armario y agarra la camiseta más grande que posee, estampada con un Araiguma Rasukaru en el centro, junto a unos pantalones holgados y largos que solían casi esconderle los pies a él. El animalito en la camiseta es producto del anime del mapache que solían ver por televisión cuando eran unos niños.

Al percibir las intenciones del mayor que trajo las prendas consigo, el orbes miel se puso arisco en medio de su sonrojo. Daba empujoncitos y pataleos ligeros, era como un bebé grande; suerte que no está consciente como para avergonzarse de su escenita.

–Colabora conmigo, por favor.

–¿Q-quieres verme desnudo? P-pervertido.

–Trato de ser generoso, no pervertido. ¿Quieres dormir con esa incomoda ropa encima, eh?

Soobin rechistó en resignación, auxiliando apenas a Yeonjun para sacarse la ropa que trajo puesta.

Yeonjun utiliza sumo tacto, era bueno que su conducta sobreprotectora y sus valores van por encima de las ganas de examinar a Soobin más de la cuenta y trazar con sus dedos, labios y nariz toda la nívea piel que descubre a su paso; maldición, tuvo que tragar en seco, porque el chico luce ligeramente más ejercitado debajo de la tela, no hay el típico bronceado de cuando estaban en verano, ahora es como si reluciera bajo la luz de la estancia. Si bien siempre le ha fascinado la anatomía de Bin -incluso cuando tenía una adorable pancita y marcas que al chico solían apenarle, porque como sea lo adoraría-, ahora que este ha madurado completamente, le deja anonadado y embelesado.

No, no es sólo atracción física o un instinto sexual, es admiración y adulación por toda la persona, dentro y fuera, que es Choi Soobin.

El corazón le late desbocado y se le erizaba completamente la piel ante cada roce que Yeon le daba, el escaneo de los gatunos orbes verdosos le provocó demasiado calor por todas partes, inclusive más que el alcohol que coloreó su rostro y orejas. De haber estado en todos sus sentidos, no le otorgaría tal libertad de verlo así de semidesnudo, pero es historia aparte cuando no piensa ni razona correctamente, justo como ahora.

–Esta ni siquiera es la casa de mis hyungs – protesta una vez está vestido con las cómodas prendas con olor a jabón floral, luchando por desviar la tensión que les embargó –. ¿Los recuerdas o también los olvidaste?

–No olvidé a nadie – espeta con pesadez, debe prepararse para recibir comentarios mordaces con un Soobin así de tomado –, por supuesto que los recuerdo.

–Ellos también están enfadados contigo por lo que hiciste, yo les conté porque merecías que te acusara – lo señala con una mueca obstinada –. Eres un irresponsable afectivo, estúpido imbécil.

–Merezco todo lo que me recrimines, no lo voy a negar. Tampoco te pediré que no me insultes, hazlo todo lo que necesites – susurra resignado a la par que lo sostiene para ir a la cama, el menor era bastante tierno, incluso enojado y ebrio, pero prefería no darle muchas vueltas o se lo comería a besos ahí mismo; duda que a Soobin le haga gracia que lo esté tomando como un bebé gruñón cuando se supone está reclamándole –. Ten cuidado, sostente de mí.

–D-deja de ser lindo conmigo, no es justo... Nunca te entiendo, se supone que o eres malo o eres bueno, ¡Escoge una opción! – da un puchero frustrado, casi lloriqueando en forma de berrinche –. Por culpa de tu indecisión no pude disfrutar el beso de Hyuka.

Todo se detuvo abruptamente para Yeonjun, hubo un agudo e invisible golpe en su pecho y estómago por el simple corroborar lo que tanto temía.

–¿Se besaron? – le invade la desesperación junto al disgusto y la tristeza de tan sólo mencionar las palabras, le costó encontrar su voz para preguntarle aquello. Toma el mentón del callado menor para que éste lo observe directamente una vez no le contesta – ¿Ese idiota te obligó? Mírame, Soobin.

Bin odia volver a sentirse un traicionero cuando ni siquiera está saliendo con nadie, mucho menos con Yeonjun.

–Es muy noble, nunca me obligaría a nada – asegura con detenimiento, le desubica la expresión atormentada del contrario sobre la suya, ese tacto demandante -pero suave- en su barbilla y el escrutinio fijo que tiene sobre él, como si quisiera atravesarlo y leerlo de pies a cabeza. La diferencia es que, el Soobin del pasado se lo permitiría a la primera, pero el actual, sacude su cabeza y da un paso en retroceso, aunque por poco se cae –. Kai es una gran persona, nunca, nunca de los jamases me ha hecho nada que no quiera.

–¿Entonces querías besarlo?

Soo escapó una risa ronca, queda y apagada.

–Es un secreto, chismoso.

Jun aseveró, con la ansiedad derrochándose por sus poros:

–Soobin.

–¿Qué, Yeonjun? – eleva el volumen con un remolino de ideas en su cabeza que no sabe exteriorizar del todo. Las que más le molestan, las escupe lastimeramente: – Tú sí la besaste a ella, bailaron juntos y tú, o-o ella te abrazaba a ti.

El más bajo relame sus labios resecos, sin apartar sus orbes de los contrarios que le ven como un pequeño -gran- rencoroso.

–¿Te molesta?

Soobin expulsa otra risa aireada que suena dolida, apretando sus puños inconscientemente.

–¿Me molesta que la prefieras? Para nada, Choi irresponsable Yeonjun.

Nada le impide besar al adorable y obstinado chico ahora mismo, nada le impide ahora aclararle que sólo le elegiría a él por sobre todo. Haría ambas cosas, de no ser porque es incorrecto, sería aventajarse de la vulnerabilidad en su mocosito rebelde con su estado de no lucidez.

Yeonjun termina suspirando tendido y recostando a duras penas a Soobin en su cama, por lo menos no puso tanta resistencia. 

–Estás ebrio, es mejor que hablemos después que se te pasen los tragos, o te arrepentirás mañana de todo lo que dices ahorita.

La espalda de Soobin toca el cómodo colchón, era mejor que los que ha probado antes, o tal vez es por su agotamiento que cualquier superficie acolchada es como tocar una nube esponjosa y cómoda. Estaba tan ido, que dejó la conversación anterior morir ahí, tal vez una parte cuerda de su subconsciente le hace caso a la advertencia de su mayor en un instinto de protección.

Sin embargo, hubo una especie de aprensión cuando es arropado y besado en su frente con dulzura por el más bajo, obviamente éste dispuesto a irse de su lado para permitirlo quedarse ahí, solo

Aquello ni su subconsciente pudo controlarlo.

–No, no te vayas, quédate – atropella las palabras y sujeta del brazo al azabache apresuradamente, jalándolo con suplica –. Por favor, no te... No te alejes de nuevo, Junnie.

Yeonjun vacila porque no desea aprovecharse de la situación, pero el anhelo en los brillantes ojitos miel, junto al adorable mohín del chico, le derriban por completo cualquier contención de razón y responsabilidad. Le pide con delicadeza que se arrime, el dongsaeng lo hace con pereza y torpes movimientos, así que se posiciona a su costado con cuidado una vez ya tiene el espacio necesario.

–Qué haré contigo, ¿Eh?

–Abrazarme. 

–Ah, Soobin... Tú siempre conoces mis puntos débiles. 

¿Cómo negarse a que sus brazos le rodeen fuertemente, tal como los suyos lo hacen con el contrario? ¿Cómo no deleitarse con sus cabellos olorosos en su nariz y su cabeza reposando cómoda sobre su pecho?  No, Yeonjun no era tan fuerte para resistirse y marcharse

Creyó que el menor se había dormido tras cinco minutos en esa posición, percatándose solamente por su vocecita relajada que no era así:

–Me dijiste Binnie, en el club... Hace mucho no te oía llamarme así, al menos no fuera de mis sueños.

–¿Sueñas conmigo?

Soobin se restriega como un cachorro en el pecho que le es de almohada, olfateando ese aroma personal que ha cambiado con las estaciones transcurridas, pero mantiene ese algo que lo deleita en paz, perdido con las sensaciones que solamente Yeonjun le proporciona con esas caricias en su cabello; sobrio o no. 

–Ujum... ¿Esto es un sueño también?

–No, esto es real – abre sus párpados y detiene sus dedos al percatarse que el rubio se ha enderezado, sus rostros yacen tan cerca que hasta siente el aliento opuesto contra el suyo. Su manzana sube y baja, tal como su pulso, al comprender las intenciones del otro –. Binnie, no estás consciente ahora.

–En mis sueños no eres tan aburrido – protesta con un resoplido divertido y despreocupado, le gustaba poner nervioso a su hyung, no lo experimentó casi nunca en el pasado. Siempre el otro llevaba el control, pero esto de tenerlo con el aliento contenido, lengua relamiendo sus labios, tenue sonrojo y ojos fijos en sus movimientos, se siente muy bien –. Ser adulto te ha hecho así, ¿Ah?

–Hey, mocoso, no soy...

Cualquier oración muere en el acto al recibir los pares blandos sobre los suyos. Ambos retienen el aire y se estremecen por igual, con una explosión eléctrica que viaja por todo su cuerpo, algo que es sólo digno de narrar en los libros que lee el chico docente.

Soobin es quien mueve sus labios lentamente sobre los opuestos, el sabor del alcohol se entremezcla, a pesar de que no es un beso profundo ni pasional, sino uno donde gozaban el mero contacto; era dulce, como el néctar para las abejas. Ellos juran poder oír el palpitar del otro, el aleteo de las mariposas alborotadas que habían estado invernando durante tantos inviernos. Nada más importa que aquella unión que fue tan añorada de retomar, por los dos.

No fue demasiado rato el transcurrido, al separarse buscan una inhalación que les ancle a la realidad, aún con ojos cerrados.

–Los besos se roban, ¿Lo recuerdas, hyung? – expone con una risa melosa y temblorosa que sopla en el rostro contrario. De pronto todo el agotamiento le hace estar liviano, se acomoda en su anterior posición, el pelinegro todavía sin palabras mientras lo aprecia y deja ser –.  Ojalá todos mis sueños fueran tan realistas como este, siento tu calidez y...

La voz fue desapareciendo entre un bostezo, y luego no hubo más, porque Soobin cae en un profundo y grato sueño, como cuando eran niños al apegarse de su hyung, sin espacio presente entre ellos; nunca fallaba en ser su cuna favorita.

Yeonjun continúa flotando entre el espacio, le hormiguean los labios por un simple beso corto, y su organismo sufre aquella revolución que hace tanto no experimentaba, pues el eterno dueño de cada sensación plácida que siente, es el que ahora mismo duerme cuan bebé sobre él, usándolo como almohada personal, y para nada se queja de esto. Incluso lo atrae más hasta él y aspira profundo su olor, cerrando los ojos en lo que le proporciona caricias y arrullos.

Ahora el aroma de sus almohadas y ropa limpia se mezcla lentamente con el de Soobin. Instintivamente sonrió al recordar que compraba un jabón floral para rememorar Takayama, porque las flores olían a Soobin, y comprueba una vez más lo mucho que le pegaba al chico ese olor, difuminando la esencia que adquirió por la reunión de hoy en el bar, ¿Cómo no fundirse ahí? Le extrañaba más incluso teniéndolo cerca como ahora, porque se da cuenta de cuánto le hace falta en su vida.

–No sabes cuánto me arrepiento de lo que te hice, Soobinnie... Pero realmente quiero arreglarlo, definitivamente lo haría si tú me dejas hacerlo.

Dolía, pero se sentía tan hermosamente glorioso...

*🌼*


La luz solar apenas colándose por las persianas, junto al aroma a café en el ambiente, provocan que el rubio de 1,85 metros de altura, poco a poco se remueva entre las sábanas que desprenden un olor muy familiar entremezclado con el suyo, era cómodo y casi se duerme de nuevo, pero termina emitiendo quejidos lastimeros por el malestar que se despierta en su organismo. Su cabeza punzaba y su cuerpo se sentía de la mierda a causa de su noche desenfrenada de copas.

Copas, el bar, Kai, música, Yeonjun...

Soobin se mareó al incorporarse apresuradamente con cara de espanto, los flashbacks de la noche anterior invadiendo su adolorida cabeza. También se fija de que aquella no era su habitación en casa de sus hyungs, ni esa que trae puesta era su pijama, y al detectar nuevamente esa loción de cierto pelinegro en las almohadas, se alarma aún más en confirmación.

Examina el entorno con su garganta seca, divisando en la mesita a su costado derecho un vaso con agua que reposa sobre la superficie junto a unas pastillas y una nota con la caligrafía de Yeonjun; no olvidaría esa caligrafía jamás. El mayor tenía letra bonita, pero éste solía adularlo diciendo que la suya lo era más.

"Bebe esto para sentirte mejor, sin duda lo vas a necesitar. Estaré seguramente afuera de la habitación cuando despiertes, siéntete libre de tomarte tu tiempo y usar el baño. YJ"

Eso termina de reafirmar sus sospechas. Toma el medicamento con la mirada perdida y dedos temblorosos, su garganta agradeciendo por el líquido refrescante que borra los rastros de resequedad anterior; se da cuenta que el sabor a alcohol no está presente, y poco a poco va deshilando.

No recordaba absolutamente nada, únicamente pequeños fragmentos que eran uno más vergonzoso que el otro, en todos Yeonjun presente: La pelea en el bar, su vómito, cuando entraron al auto, sus trompicones, el que su mayor le auxiliara para cepillar sus dientes, cuando le pidió quedarse a su lado, y el dormir abrazados...

No consigue rememorar completamente todo, por supuesto, como algunas palabras que pudieron colarse entre sus oraciones sin filtro, tampoco le viene la imagen de cuando se colocó la pijama... Si es que no fue Yeonjun quien lo hizo.

Entró en pánico, para qué negarlo, jamás en su vida se emborrachó tan irresponsablemente ni actuó tan volátil; una cosa es a solas con Gyu en el pueblo, y otra es en la ciudad con un grupo de otras personas. Por Dios, ¡Ni siquiera pasó la noche en la casa de sus hyungs! Desapareció sin aviso de sus amigos y ni recuerda mucho, era inaceptable. Definitivamente fue la primera y última vez, se lo juraba a sí mismo mientras se armaba del valor suficiente para salir del cuarto luego de previamente haberse "peinado" con sus dígitos la desordenada maraña rubia en su cabeza. El suelo frío golpea sus pies descalzos, aunque al menos estaba bastante limpio, tomó unas pantuflas abandonadas a un lado y se resignó a salir en esas pintas.

Se mueve por la sala tímidamente, reconociendo el entorno ajeno sin mucho escrutinio, más pendiente de su maraña de conflictos por su metida de pata. Entonces, por si fuera poco, se cruza con la vista de la nívea espalda desnuda -y cargada de algunos lunares en ciertas partes, cuan luna-, de Yeonjun, sus músculos contraídos por cada flexión que ejecuta al cocinar; antes de controlarlo, se muerde sus labios ante la imagen, por lo que esquiva rápidamente el escrutinio en un intento de recobrar la cordura. Carraspea para llamar la atención, y funciona cuando el mayor se voltea con una amigable sonrisa ladina.

–Soobin, buenos días. ¿Tomaste lo que te indiqué?

–Buenos días... Sí, leí la nota...

–¿Dormiste bien? ¿Cómo te sientes?

–Sí, gracias... – de hecho, quisiera sentirse peor, se lo merecía por descuidado. Ni siquiera es capaz de sostenerle la mirada al otro, posando su vista en cualquier sitio para no abochornarse más de lo que ya lo estaba –. Eh, ¿Podrías colocarte una camisa encima, por favor?

–Oh, claro, descuida. Estoy acostumbrado a andar libremente en mi departamento, perdón – se ríe entre dientes, bajito, sólo se escucha el ruido que hacía con sus acciones; el edificio es bastante tranquilo a esa hora de la mañana. Le reconforta la serenidad que difiere del ritmo acelerado en las calles de Tokio, más por la presencia del sonrojado menor que espera mientras se coloca la camisa, incluso se atreve a burlarse de él un poquito: –. De todas formas, no es como si no conocieras mi cuerpo, agradece que mantuve los pantalones.

Ok, Soobin no esperaba aquella sonrisa ni el cambio de actitud. Era como si el tiempo hubiese retrocedido y estuviese frente al Yeonjun del pasado, ese con un aura bromista, desvergonzada y coqueta con él. Francamente, no sabe cómo lidiar con ello ahora.

–Es distinto, eso fue antes – contraataca con mentón en alto, como si estuviese defendiéndose de una acusación, caminando lentamente hacia la isla con dos sillas, del lado opuesto de donde está el ojos verdes. Si mostraba que le afectaba su intento de seducción -o lo que sea que sea eso-, iba a continuar y le tomaría ventaja, eso sí que no. Prefiere hondar en un asunto más importante: – ¿Cómo me puse esta ropa? ¿No es la misma que usabas hace años?

–Tiene valor sentimental. Solía gustarte mucho esa serie y por eso terminamos viéndola juntos en la tele, incluso cuando regresaba del pueblo, me veía los maratones en casa de mis padres – sonríe con nostalgia, obvio que notó la estrategia evasiva, pero él sabe cómo jugar con el mocoso –. Yo te la coloqué, y antes de que me insultes o acuses de abusivo, no miré demasiado porque estuve más concentrado en que no te cayeras con tus propios pies o te estrellaras contra algo.

Soo tuvo que luchar para no borrar su expresión seria, su entrecejo tembló un poco y juntó sus manos para apaciguar la pena que, de seguro, le enrojeció hasta el cuello.

–Oh, ya.

No es su objetivo avergonzar al ojos miel, sencillamente quiere hacer valer su punto. Fue hasta la estufa para verificar que nada se ha quemado en su distracción, y posteriormente apaga la tetera y la tostadora.

–Fue muy irresponsable tu comportamiento de anoche, me preocupaste.

–Lo sé, no necesitas remarcarlo – le da la espalda para ir hasta la mesa a sentarse, zanjando el tema al impedir que el rumbo de los regaños vaya en aumento –. No es un comportamiento que tiendo a tener o que sea constantemente repetitivo en mí, en verdad nunca me había embriagado en un lugar público.

Bueno, no tendría mucha moral para darle una reprimenda, agregando el que confiaba en la cordura y madurez de Soobin. El chico no había vivido tantas experiencias en Takayama, y es normal que pruebe experiencias nuevas, no lo juzgará. Simplemente se preocupa, pero fue bueno que estuviese presente para él; en serio agradece el honor dado por las coincidencias.

–La primera vez que casi te embriagaste fue conmigo – le apunta con la espátula al girarse –. Suerte que no estábamos en un sitio público, te alocas.

Soobin tiene clara la referencia, la desplaza de inmediato.

–No me quedaron ganas de repetirlo.

–Eso dije en mi primera borrachera.

–¿Bebes mucho? – se arriesga a preguntar, aunque al momento sisea para él mismo, Kai ya se lo había mencionado – Supongo que sí, debes estar acostumbrado a las fiestas y chicas.

–Ya no, antes lo estaba – rebate para aclarárselo, y no es falso, esas épocas las dejó atrás, junto con el autocompadecimiento. Ahora le dan ganas de estrellarse con la pared al rememorar su etapa más estúpida –. No tengo necesidad de embriagarme ahora.

–No tenías necesidad de hacerlo antes tampoco. No es sano, Yeonjun.

–Tienes razón, a medias – susurra sin querer hablar ahora de ello, salteando en el sartén los alimentos, el sonido llena el silencio en el que están. Baja la llama en lo que ubica unos vasos y el jugo en el refrigerador, llevando todo a la mesa de a poco –. No te pares, yo lo hago.

–¿Seguro que no necesitas ayuda? – insiste con duda, casi impulsando su cuerpo a levantarse de su puesto – No me gusta que me sirvan.

–Eres mi invitado, además de que tú hacías esto por mi muchas veces en Takayama.

–También me ayudabas.

Yeon negó, girando su cabeza tras dejar la jarra de jugo a un lado, pues le había servido en el vaso a Soobin. Ahora están cara a cara.

–Siempre quise hacer más por ti.

Bin inhala disimuladamente, removiéndose en el asiento. Todo era muy cotidiano y le hace sentir ajeno, no mal, pero sí raro. Como si estuviese tomando prestada una vida que no le corresponde...

–No todos nacemos con suerte, y no me quejo tampoco.

Jun se irguió con una sonrisa discreta, regresando a la cocina para terminar con el resto.

–Es una de las cosas que me gustan de ti – era astuto, el dongsaeng no diría nada o probablemente le reclamaría los halagos porque estaba apenado. Iba a aprovechar que aún no contesta para mover las piezas: –. Anoche muchas chicas tenían sus ojos sobre ti.

Tanto giro a la conversación en pleno despertar, y en su estado de resaca, tiene perturbado al rubio. Agarra el vaso de jugo y bebe un poco para apaciguar el enjambre de revoltijos en su vacío estómago.

–No lo tomé en cuenta.

–¿Nunca estuviste con alguna?

–Traté, casi tuve una relación – admitió tras meditarlo cortamente, no tenía que ocultarlo. Fue en la época cuando su padre estuvo más persistente y fastidioso para que tratara de probar una relación seria con una chica del pueblo, ese primer año de sus estudios para ser docente. La muchacha era increíble y muy bonita, pero no funcionó para ninguno; no era lo que buscaban, y si la había aceptado, fue porque tuvo curiosidad de descubrir si era posible librarse de la sombra de su orientación y de Yeonjun. Tristemente, no ocurrió -similar a la historia con Haerin-, y se rehusó a volver a usar un clavo para sacar otro. Él lo haría por sus medios, sin dañar ni involucrar a nadie más, aunque su padre se enfadó con él por no haber intentado más –. Desistí antes de llegar a más porque, claramente, no es lo mío. Aprendí a ser fiel a lo que soy, Beomgyu también fue de gran ayuda para eso.

Yeonjun se quedó como una estatua en el sitio, la información fue agridulce, mas a pesar de esto, le satisface conocer ese lado más seguro del otro Choi, el saber que no se dejó doblegar por nada ni nadie; desea totalmente que continúe con esa firmeza por la vida.

Para él, Soobin era perfecto tal y como era, no tiene que cambiar por el mundo, que se jodan y cambien ellos por él... Entonces la resolución hace que se arrepienta aún más que nunca por haberlos forzado a ambos a tratar de complacer al resto, principalmente a Namjoon.

–Me alegra saber eso, Soobin. Es bueno el que Beom estuviese para ti, aunque todo ha sido por tu propio esfuerzo a la final. No todos tienen esa convicción.

No hubo ninguna emoción negativa en su hablar, sino una alegría genuina con ápices melancólicos. Soobin se fijó de aquel punto, inevitablemente le embargó una gran curiosidad.

–¿Lo dices por algo en especial?

Yeonjun sonrió traviesamente de repente, guiñándole después de apagar definitivamente la cocina.

–Es un secreto.

Un flashback muy embarazoso.

–...Olvida lo que dije – musita ante la referencia de su versión alcoholizada, las mejillas le ardieron ligeramente al rubio, se quedó paralizado en su posición. Por suerte el otro desiste y se limita a servir la comida, o lo que faltaba, puesto que ya estaba la mayoría en la mesa. Ahora que revisa bien los platos, se sorprende por las porciones humeantes y variadas, hay diferentes opciones para escoger, como si de un bufet se tratase –. ¿En verdad cocinaste todo esto? ¿No es mucho para nosotros dos?

–Comer te ayuda a reponerte, al menos a mi me sirve, y creo que entre nosotros podemos con esto. Comíamos más de niños – ríe sujetando sus palillos para llenar su plato, arrimándose con la silla para estar más cerca –. Además, no eres el único con dotes culinarios, soy un cocinero decente. Al independizarme tuve que hacer ciertas cosas – le entretiene la tierna carita de su menor al detallar todo y servirse igualmente con un gesto educado de gratitud. Le llena de goce que coma lo que le ha preparado, deseó desde hace mucho mostrarle sus habilidades culinarias –, aunque admito que en su mayoría como preparados instantáneos o pido a domicilio, por cuestiones del trabajo.

–Eso no está bien, debes cuidar tu salud sin importar el tiempo que te quede entre tus actividades diarias – no refrena su descontento en lo que se apodera de los palillos y acerca su menú. El mayor se encogió de hombros y esperó con suma obviedad a que pruebe lo suyo, por lo que toma el primer bocado y lo mete a su boca con un deje de gracia escondido entre su serenidad. No miente ni exagera al abrir sus ojos asombrados y volver a meterse un nuevo bocado, saboreando en su paladar con todo gusto –. Vaya, está delicioso.

Yeon da una sonrisa entusiasmada, quisiera tener su cámara para enmarcar la escena del conejito que se alimenta de lo que le ha ofrecido, moviendo sus cachetes y boca fruncida como cuando lo descubrió esa vez devorando su tarta de bienvenida. Sin duda valió la pena haber practicado y leído los recetarios de su madre hace un tiempo atrás. No solía cocinar para nadie, no considera ser un experto tampoco, mucho menos al nivel de Bin, pero le hace sentir pleno el que éste disfrute sus preparaciones.

Que bueno que su refrigerador tenía suficiente comida, Taehyun lo abarrotó de compras a inicios de semana porque sabía su falta de habito para comer en casa. En ese sentido era un poco descuidado a veces, y comía preparados instantáneos, abusando en especial del ramen.

–Come lo que quieras.

–Hm, gracias.

–No hay de qué, es un gusto regresarte un poco de lo que me diste y consentiste durante mucho tiempo.

Soo se conmueve por su trato, pero no dice nada, continuando con la degustación, más hambriento de lo que creyó haber estaba al inicio. Todo es extrañamente pacífico, no hay ningún intercambio, sólo miradas que no son incómodas, a pesar de la inusual situación que les rodea. El ambiente era agradable a la vista, se da cuenta que el sitio es más espacioso -y posee detalles un poco más lujosos- a comparación con el departamento de Taehyun.

Tenía lógica, considerando que Yeonjun siempre fue fan del diseño, aunque de niños no hizo mucho énfasis en eso, sólo solía planear decorar su espacio de una manera minimalista pero auténtica, como igual le comentaba que quería comprar ropa costosa a la moda. Supone que con la independencia y su salario fue aumentando aquel gusto. En lo personal, él es más sencillo, pero admite que el azabache tiene mucho estilo y buen ojo.

Al finalizar la comida, el docente se ofreció a lavar todo, el mayor se lo autoriza con la condición de ser quien seque una vez él lave, y no le refuta porque conoce cuan terco era su hyung. Hay ciertos rasgos que no cambian con el paso de los años, y otra cosa que no varió es el que todavía trabajaban bien en equipo...

Yeonjun le indicó que había llamado a Tae temprano para que le avisara a Beom que estaba bien, lo que le alivia una carga, después le entrega la ropa doblada y secada al rato de culminar su labor, puesto que usó la secadora después de lavar las prendas temprano. El detergente floral vuelve a sus fosas y casi fue incontenible el olfatear la tela. Al atraparlo, Jun le expuso que ese aroma le recordaba al pueblo, y tuvo que morderse la lengua para no exigirle el motivo; creyó que el ojos verdes aborrecía Takayama por cómo se desenganchó de él, eso no tiene sentido.

"No es tu problema, déjalo así, Soobin" se reprendió mentalmente, hay cosas más relevantes.

Por ejemplo, ya eran las once y Soobin estaba más que apenado por todos los inconvenientes, no le gusta lucir como un joven despreocupado y descuidado; muy en el fondo reconoce que mucho menos le apetece quedar así frente a su ex, quien por cierto le ha dejado solo desde hace un rato. Sus zapatos se quedaron en la habitación de éste, por lo que, posterior de ducharse en el baño de invitados, va en su búsqueda.

En el trayecto, oye a Yeonjun ocupado en una charla telefónica con alguien más, es ahí que revisa mejor la habitación donde descansó anoche, y sonríe inconscientemente por la decoración tan simple y personal, era el toque que imaginaba en el mayor.

Hay objetos que recuerda porque el pelinegro se los llevaba al pueblo o se los mostraba mediante fotos, o porque simplemente él los describía entre sus charlas al respecto. Hay un bonito tocadiscos, unos tres peluches pequeños y simples, todos los colores combinan, hay uno que otro portaretrato, contó unos cuatro al menos, frascos de perfume o lociones, y otros adornos o prendas por acá y por allá; estaba ordenado y limpio dentro de todo, eso sí. Se queda inspeccionando más de la cuenta, no acostumbra a ser un mirón metiche, pero era una tentación no explorar con sus ojos el espacio.

Aprovecha de acomodar la cama por decencia, por suerte no ensució las sábanas con vómito, ahí sí estaría corriendo a esconderse debajo de la tierra, y es luego de esa acción que en su periférico se cruza con un pedazo de papel algo viejo, colocado en un marco pequeño de los que no había divisado.

Lo reconoce de inmediato y sus comisuras decaen, siente sus palmas frías y el aire se le escapa. Saliendo de la bruma de emociones que lo acongojan, termina por ir hasta la sala de forma automática y apresurada. El de camiseta blanca ya había concluido su llamada y parece estar acomodando algo cuando irrumpe en el área, con una demanda carente de fuerza:

–¿Por qué todavía conservas mi dibujo?

Yeonjun tarda apenas unos segundos en procesar la solicitud e identificar de lo que hablaba Soobin, manteniéndose sereno en todo momento.

–Porque tú me lo diste, Soobin-ah.

El aludido juega ansiosamente con un hilo suelto de su manga, lucha por mantenerse tan despreocupado como el opuesto, no quiere darle mucha consideración al hecho de que el dibujo que le regaló a su hyung, el día siguiente de conocerse, esté colocado como la figura de un museo en la habitación de éste, conservado tras un vidrio.

Es un recuerdo de cuando eran niños, una tarta mal dibujada en una vieja hoja de cuaderno, tal vez conservarlo le daba gracia al otro -un poco de ternura cuando mucho-, probablemente de eso se trata, no por algo más, ¿Verdad?

–Bien. En cuanto a lo de anoche, lamento todo lo sucedido, por cualquier incomodidad que te generé. No estaba en un estado racional y no sé qué diablos pude decir o hacer en tu presencia – zanja el punto anterior con un bufido bajo –. Tampoco te lo tomes como algo real, seguro que eran puras idioteces sin mayor relevancia.

–No fue una molestia. Todo lo que venga de ti tiene completa importancia para mí, mocoso.

El apodo.

–¿Puedes detener ese trato conmigo? Me desconcierta.

–No estoy haciendo nada malo.

–Actúas como si nada hubiese sucedido entre nosotros. Es decir, estábamos bien como íbamos.

Yeon sonríe sin ninguna gracia, más bien con ironía.

–¿Fingiendo?

–¿Tienes una mejor idea? – alega con una ceja enarcada – Has sacado temas que se supone son cuestión del pasado.

–¿Te molesta?

–Me confunde lo cambiante que eres, es extraño.

Haberlo sacado de su cabeza quizás no fue lo más inteligente, porque dio rienda a que Yeonjun comenzara a desempolvar su historia.

Y es que, desde que el más joven se durmió entre sus brazos hace unas horas, el pelinegro se había planteado empezar a resolver lo que él mismo rompió por sus temores de adolescente, por haberse dejado dominar y acabar con la persona que él era, tan voraz y fuerte, destruyéndose y no siendo capaz de protegerlos a ambos, de no seguir siendo ese Choi Yeonjun que enamoró a pasitos de tortuga a Choi Soobin, desde que eran niños.

Estaba agotado de pretender que estaban bien, le aterra perder definitivamente al chico que tiene su corazón por completo, y francamente, sólo anhela permitirse intentarlo. Arriesgarse era lo único que le quedaba a tales alturas.

–Soobin, estoy consciente de que no tengo derecho para exigirte confianza luego de yo mismo haberla destrozado, pero te juro, con todo mi ser, que no hay día en que no te piense o en el que no me arrepienta de haberme comportado como un imbécil contigo – le observa con plena certeza, provocando un silencio total en el contrario –. Nunca me disculpé apropiadamente en persona, creo que no habíamos hablado de esto porque coincidimos en que es muy doloroso para nosotros, pero necesito hacerlo – detiene su discurso para tomar una profunda inspiración y dar un paso más cerca –. Soo, cada lágrima, desvelo y martirio que te provoqué con mi decisión, yo lo...

–Todo es parte del pasado – le interrumpe con una palma elevada, un método en defensa que frena por un momento el andar del de expresión culposa –, no tenemos que...

–Déjame terminar, por favor. Hemos querido actuar como que es parte del pasado cuando obviamente no es así, es algo que los dos compartimos.

–Yeonjun – acorta por segunda vez, su tono más profundo ante la intranquilidad que comienza a sobrecogerlo – ¿Qué mierda te dije anoche para que de pronto salgas con todo esto a flote?

–Me dijiste bobo e irresponsable afectivo, como también me confesaste que has soñado conmigo – responde obediente y sin regodeo, sus comisuras tiran un poquito por el flashback –. Me llamaste Junnie porque yo te llamé Binnie.

Carajo, Soobin quería patearse a sí mismo, dos veces seguidas.

–Suelo soñar con muchas tonterías carentes de importancia.

–Me pediste que no me alejara de nuevo y que te abrazara en la cama.

–A-abrazo a Beom cuando dormimos juntos, es un hábito. Además, no debiste dormir conmigo, así te lo pidiese.

–Tal vez en eso último tengas razón, pero hay más.

–¿Más? – repite con incertidumbre.

–Admitiste que te molesta que prefiriera a Jisoo – resopla bajito, todavía incrédulo por la mera alusión –. No sé si estás ciego o si tiene que ver con que te lastimé demasiado como para no darte cuenta que me siento un total cretino por ponerte por sobre cualquiera, ella no es la excepción. Es así desde que nos hicimos mejores amigos, y no es como si pudiese recriminarme por hacerlo, no lo controlo. Eso no ha cambiado – para impedirle apelar, agrega con misma convicción: –. Ah, y no se trata de mi ego herido ni por una confusión momentánea, por si se te cruza la idea.

–Estás diciendo disparates – por cada oración que el opuesto daba, había retrocedido unos centímetros, alerta y completamente apabullado por lo que se le ocurrió repentinamente exponer, con tanta soltura, al descarado con pares esmeralda que está parado al frente suyo. Hay un montón de emociones que se le revuelven y le desatan un remolino por dentro, lucha por mantener el timón al mando en plena tempestad –. Jisoo es tu novia, y-yo ni siquiera sé por qué dije esas idioteces. Te aseguro que no me interesa si la escoges a ella.

Jun ríe con desgano, ocultando sus manos en los bolsillos; estaban ansiosas por tocar al menor, así que mejor las mantiene prisioneras para no arrepentirse.

–¿Tampoco recuerdas haberme contado sobre el beso con Huening anoche? Ese que me dijiste no haber disfrutado por mi causa.

Soo contrae su ceño, se quería perder del continente y cachetear a la vez.

–Primero que nada, no debería de interesarte lo que haga con otros, sea Kai o no.

–Pues lo hace, y mucho – no flaquea ni aparta la vista de sus ojos –. Lo lamento, pero no lo puedo evitar.

–¿Te das cuenta de lo que dices? – apenas y halla su voz, apretando aún más sus puños; detesta sentirse débil ante él, otra vez – Hace un momento hablamos sobre chicas, tú has tenido cientos de novias, ¿Y ahora sales con esto?

–No entiendo en qué se relaciona eso con lo que dije, ¿A qué quieres llegar?

–Quiero llegar a que, por si tienes problemas de memoria, ahora mismo tienes una novia, Yeonjun – contesta tajante, con desacuerdo ante su actitud tan egoísta –. ¿Cómo te importa lo que yo haga cuando la tienes a ella? ¿Estás jugando conmigo o con Jisoo?

–No es mi intención jugar con ninguno de ustedes, te estoy siendo sincero con algo que yo no controlo, por más que me gustaría ser capaz de hacerlo, Soobin. Sé que sueno a un imbécil, yo no salí con otras chicas para herirlas o desecharlas como has de creer, no soy un desalmado – defiende con misma seriedad –. Es por eso que he decidido terminar con Jisoo esta tarde. Ya la llamé hace unos minutos y le pedí reunirnos para comunicárselo.

Ahora efectivamente cree que sigue soñando o que tal vez seguía estando bajo los efectos de las copas extras que consumió, no hay manera de que el mayor fuese a cumplir aquella sentencia. 

¿Por qué? ¿No le importan los sentimientos de los demás? Soobin estaba furioso, y con toda razón.

–A-así que vas por ahí terminando tus relaciones como si no valieran nada para ti, ¿Es tu hobby? – a pesar de su mofa, suena dolido, muy defraudado – Vaya, creí que fui la única víctima de Choi Yeonjun, pero supongo que sólo fui el inicio. No puedo creer que me equivoqué tanto en la clase de persona que eras.

–¿Qué? No, claro que valen para mí, sobre todo la que tú y yo tuvimos – Yeonjun sacudió su cabeza de inmediato, impidiendo su huida al interponerse en el medio – No fuiste una víctima, sé que mi conducta te lo hizo pensar, pero no es así en lo absoluto.

–¿Me culpas por ello? – acusa con puro rencor.

–No, no lo hago – aclara con ímpetu, de a poco ablandando su semblante –, pero no compares situaciones. Jisoo y yo tenemos algo muy diferente, ya te lo dije. Yo no la lastimaría a propósito, somos dos adultos que conocen bien la situación que afrontamos. Desde hace mucho que la relación no funciona entre ella y yo, Soobin. Esas cosas suceden, y es mejor acabarlo antes de que nos acabe a los dos, la respeto y aprecio mucho como para seguirle mintiendo a ella y al resto sobre algo que no somos ni seremos.

Estaba mintiéndose a sí mismo desde hace tanto que había olvidado ser real, y ya era suficiente para Yeonjun.

Por su lado, Bin no quiere engañarse con toda aquella verborrea, hay cosas que no concuerdan y le hacen tener un regreso a su migraña.

–Tus padres me comentaron que se casarían, lo dijeron antes de la cena, ¿A eso le dices el no funcionar como pareja? Debieron planearlo con antelación, una boda no es algo a la ligera.

–Yo no planee casarme con ella, Soo. Es lo que ellos querían, se convencieron de que era la mujer de mi vida, pero no es así – remarca con impaciencia, suplicante para que él confiara en sus palabras, no eran falsas –. Fuiste mi inicio, sí, pero no como un hobby o nada de lo que te imaginas, no sé qué te metió Kamal en la cabeza.

–No vuelvas a insinuar cosas de Kai. Lo único que hizo fue contarme ciertos detalles, no más – repite con hastío, fulminándolo con la mirada –. Pienso por mi cuenta, y lo que pienso ahora es que estás demente, ni siquiera sabes lo que quieres.

–Quiero una solución, tú mismo me lo acabas de preguntar. Y sí, tengo una mejor idea que toda esta ridiculez de fingir estar bien – afirmó con voz más elevada, sosteniendo el brazo del más alto –. Soobin, sólo enloquecí cuando me alejé de ti.

–¡Ya deja tus frasecitas baratas de una vez, joder! – estalla finalmente, zafándose del agarre con brusquedad – Los mejores amigos no se lastiman, para empezar. Ni siquiera sé por qué sigo aquí oyendo tus locuras, no hay soluciones como dices. ¿Por qué demonios te apartaste entonces si tanto te enloqueció? 

–Dímelo a mí, ¿No es por lo que dijiste anoche? – ironiza al invertir la jugada y, nuevamente, dejar al rubio mudo; ya tendrá tiempo de aclararle mejor las cosas, como merece. No duda un minuto más en aproximarse y acorralarlo contra la pared, el dongsaeng no fue ágil para esquivarlo y ahora tomó ventaja del hecho. Su expresión cede en lo que exhala con pesar – Los mejores amigos no se lastiman, es cierto, sé que no merezco que siquiera consideres darme una segunda oportunidad... Pero si me permites intentarlo, recuperarte como amigo aunque sea, te demostraría cuan arrepentido estoy de cada error, Binnie. Disfrutemos estas semanas que estés aquí para que tú mismo decidas si sacarme definitivamente o no de tu vida, en todo aspecto.

Obviamente que Jun no estaba confesando sus permanentes sentimientos románticos por el de nívea piel, no debe espantarlo más de lo que ya lo está haciendo, debe recuperarlo primero logrando que lo oiga. Incluso con lo desesperado que está, se conformaría con mantener sólo la amistad, pero necesita que, por lo menos, le deje quedarse en su vida.

Lo perdió antes y quiere recuperarlo, de cualquier forma que le conceda hacerlo.

Soobin escuchó lo más atento posible lo que le ofreció Yeonjun, todavía no lee qué intenciones reales tiene éste con él, le da miedo descubrir que hay más implicaciones detrás de esa "amistad" que plantea. Sin embargo, contradictoriamente le desanima por igual que no exista más que aquello.

¿Por qué le importa como lo vea, si ya no siente nada por él, en ese sentido?

–¿Y cómo estás tan seguro a que yo te correspondo después de tantos años? ¿Por lo que dije estando ebrio? – susurra con su vista en los verdosos orbes que le están regresando tantas sensaciones que creía olvidadas, exteriorizando lo que tiene en su cabeza. Quiere detenerlo, empujarlo y marcharse lejos de ahí, como lo hizo él en el pasado, pero su cuerpo no responde y parece más bien ser un imán con el que le está aprisionando contra la pared. Lucha por mantener su flujo de ideas sin afectación alguna – He estado comportándome decente para no irnos de bruces, sabes lo que mereces, ¡Ni siquiera debería de hablarte! Pero aún así, ¿Pretendes que mande todo al carajo y te perdone, sin explicaciones, para volver a una amistad contigo cuando me lo pides de esta forma tan extraña?

–Tú y yo conocemos la principal verdad, y no solamente por lo de anoche, lo sabes – dice con seguridad, atreviéndose a acariciar una de las esponjosas mejillas y grabándose el temblorcito que reprime su menor, el cómo traga y relame sus bonitos labios al, inconscientemente, revisar los suyos. Por reflejo imita la acción, añorando volver a probar los pares cerezos; pero hay cosas que son una prioridad, como no meter la pata de nuevo por culpa de sus impulsos –. Yo lo siento aquí.

Yeon dirige una de las manos recelosas y heladas del rubio hasta su propio pecho, donde su pulso salta, haciendo que el chico contenga el aliento; está tan agitado como el suyo.

¿Por qué su corazón está acelerado por el azabache? ¿Por qué el azabache tiene su pulso acelerado por él?

–¿Qué cosa? – musita casi oprimido, su tono bajó unos decibeles.

No respondió directamente, sólo le dice:

–Piénsalo y terminaremos esta conversación adecuadamente cuando lo desees. Responderé a tus preguntas en el momento, ¿Sí?

Soobin se insultó de mil formas por haber permitido tanto, Yeonjun se alejó despacio de él y le concedió al fin un espacio para retirarse. Sus piernas casi eran de gelatina, recobró su movilidad en tiempo récord y, velozmente, se fue hasta la puerta para abrirla. Antes de salir y cerrarla, no sabe si para convencerlo a él o para sí mismo, le sugirió:

–No termines con Jisoo, será en vano si planeas hacer algún movimiento absurdo conmigo.

Yeonjun se encogió, por dentro le asusta que el alto realmente se cierre, pero apuesta al conocerle bien, tal vez arriesgándose a sonar egocéntrico o un iluso enamorado; igual lo estaría dando todo si significaba recuperar a su esperanza.

–Lo haré igual, así no me aceptes de ninguna forma.

La puerta resonó segundos después cuando chocó contra el marco, no muy duro.

Editado el 22-04.23.

15.358 palabras👀

¿Se esperaban que Kai gustara de Soobin? Me duelen mis gums, pero  :(

Pobre Jisoo, es un personaje muy bonito que está tristemente en el medio del conflicto unu No la odien, please.

Soobin ebrio da mucha risa, tremendo panic cuando se entere de todo lo que se le escapó JAJAJAJAJA Recuerden que sólo sabe una parte :0 

Yeonjun está dispuesto a entrar en friendzone eterna, siseñor, sé lo que se siente :D 

Dato 1: Araiguma Rasukaru (Rascal el mapache) era un anime japonés del año 1977, es el estampado que tenía la camisa que Yeyo le puso a Binnie, aquí fotitos del animalito:

Dato 2: El celular que Yeonjun menciona en al capítulo, llevando a Soobin a su departamento, es este de la imagen (Un modelo del año 1985):

Esta canción me recuerda demasiado a Yeonjun en el fic, e incluso a los idols en general :(( Oirla en la película de Barbie me hizo pensarlo mucho, y tenía que ponerla en la playlist, interpretando el significado de una manera nueva (En este caso, la lucha contra el complacer a la sociedad):

https://youtu.be/D878pU-1npI

Si ven cualquier error, me avisan ^^

¡Voten y comenten! 💚🌼

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